Ecología multidimensional en el judaísmo

Escrito para ser publicado en SERJUDIO.com y que me parece provechoso compartir con mis hermanos noájidas.

En la Tradición encontramos que se describe al ser humano como multidimensional: inanimado (domem); vegetativo (tzomeaj); animado (jai); parlante (medaber).
En el hombre, además se identifica un plano supra-natural, que no es compartido por el resto de las criaturas terrestres, el de la neshamá, el espíritu.

No resulta sorprendente que en “De Anima” Aristóteles (y probablemente tras de él nuestro Maimónides (“Shemoná Perakim”, cap. 1)) distingue tres facetas –funciones- del alma humana: la vegetativa, presente en las plantas, los animales y los hombres; la sensitiva, de la que carecen las plantas; y la racional, privativa del hombre.
Esta alma es la “forma” de la materia, que es el cuerpo.
Por sobre esto, se está el espíritu del hombre.
Según lo exponemos humildemente nosotros, las dimensiones: física, emocional, social, mental y espiritual.
Tales las cinco dimensiones que somos.
(En el “Shemoná Perakim” del Rambam se encuentra ampliado y profundizado esto).

Cuando decimos físico implicamos todo aquello que hace a su materialidad. Por lo general se entiende con esto su cuerpo, pero no debemos olvidar de incluir aquello que posibilita su vida, en particular lo ambiental.
El hombre es un ser que es imposible su existencia fuera del ecosistema, o mejor dicho, el ecosistema también conforma una de las dimensiones del hombre.
De cierta forma está esto indicado al momento del segundo relato de la Torá acerca de la creación del hombre, cuando dice: "Y formó el Eterno Elokim al humano, polvo de la tierra. Y sopló en sus narices aliento de vida, y el humano llegó a ser un ser viviente." (Bereshit / Génesis 2:7).
El hombre ES polvo de la tierra, materia inerte, pero que con la intervención divino obtuvo forma, diseño, sentido, alma, espíritu, lo que lo hace viviente.
No existe el hombre desprendido del ecosistema.
Tal como el resto de los seres vivos: "Dijo además el Eterno Elokim: ‘No es bueno que el humano esté solo; le haré una ayuda idónea.’  El Eterno Elokim, pues, formó de la tierra todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría. Lo que el humano llamó a los animales, ése es su nombre. El humano puso nombres a todo el ganado, a las aves del cielo y a todos los animales del campo. Pero para Adam / Adán no halló ayuda que le fuera idónea." (Bereshit / Génesis 2:18-20).
Ellos también son hijos de la tierra, criaturas del Eterno, que forman y son formados por el ambiente.
Y si bien con ellos somos compañeros de ruta, pasajeros en esta gran nave, evidentemente que hay una barrera que nos separa permanentemente; nosotros somos espíritu también, es la marca fundamental que nos diferencia como especie. Así pues, no son nuestro prójimo, pero sin dudas son dignos y meritorios de aprecio y respeto, aunque se nos haya habilitado para hacer uso dignamente de ellos.
Según queda dicho: “Creó Elokim, al humano a su imagen; a imagen de Elokim lo creó; hombre y mujer los creó. Elokim los bendijo y les dijo: ‘Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra.’" (Bereshit / Génesis 1:27-28).
No es en todo correcta la idea que el misionero alemán, Albert Schweitzer, propusiera: “No me importa si el animal es capaz de razonar, sólo sé que es capaz de sufrir y, por eso, lo considero mi prójimo". Sí, debemos considerar al animal en su sufrimiento y tratar de evitarlo o impedirlo. No, en el marco de la Torá el animal no es el prójimo de la persona, aunque tengamos (y debemos hacerlo) mucho cariño y respeto por él. Aunque no sea un prójimo, igualmente es digno de misericordia, de justicia, como obra del Eterno, como ser vivo con capacidad de sentir.

En el judaísmo hay un concepto muy antiguo denominado “tzaar baalei jaim”, que es la prohibición de atormentar a un animal sin obtener con ello ningún provecho real.
Aparece varias veces en el Talmud, aunque su origen es la Torá (Shemot / Éxodo 23:5).
A partir de preceptos de la Torá vamos comprendiendo que toda vida es sagrada, todo sufrimiento/dolor es terrible, incluso el de los animales. Entonces, no se caza animales por “placer” o “deporte”, ni se abusa de ellos en “espectáculos” sádicos y desalmados, ni a los domésticos –o propios- se les hace padecer adrede necesidades, ni se los emplea en ejercicios que no provean un beneficio verdadero para la sociedad humana.

En Baba Metzia (85a) se nos relata que Ribbí Yehuda haNasí no tuvo compasión por un ternero que estaba aterrorizado cuando iba a ser degollado. A causa de esto desde lo Alto se le decretaron padecimientos que solamente finalizaron cuando aprendió a ser compasivo con los seres vivos, por ejemplo cuando su criada quería lanzar unas crías de comadrejas y él las protegió.
La idea es que nuestra conducta sea una copia humana de la conducta divina, a la medida de nuestras capacidades: "Bueno es el Eterno para con todos, y su misericordia está en todas sus obras." (Tehilim / Salmos 145:9).
Ser misericordioso con TODAS sus obras, personas, animales, vegetales, hongos, elementos físicos. Con todo nuestra actitud y conducta debiera regularse con el bien Y la justicia.
Sí también con la hormiguita, a la cual pisamos involuntariamente al caminar, pero a la cual no debemos mortificar una tarde de aburrimiento en el jardín.
También con el árbol, el cual no debe ser maltratado sin provecho real.
Llevar una vida de armonía, de amor y respeto por la creación (en su conjunto y en sus individuos) sin por ello irse a extremos ascéticos. La propuesta del judaísmo clásico no roza las postura al estilo de las doctrinas del jainismo.
Cada criatura alaba al Eterno según su naturaleza (Tehilim/Salmos 148), son nuestros compañeros de viaje, aunque no nuestro prójimo. Compañeros a los cuales respetar, cuidar y hasta en ocasiones amar.

Por ello, cuando se debe tomar la vida de un animal, o emplearlo para alguna actividad beneficiosa para el hombre, se debe eliminar o disminuir al máximo todo sufrimiento que pueda ser evitado o reducido.
Quizás a los modernos defensores de los “derechos de los animales” no les parezca suficiente, pero recordemos como comenzamos este estudio: somos también ecosistema, y en él las relaciones tróficas son constantes y necesarias, además de las otras relaciones que no siempre resultan pacíficas e indoloras en su naturalidad. Lo importante es también en esto tratar de construir Shalom, actuar con bondad Y justicia, hasta para con el animal que iremos a consumir o usar para nuestras necesidades. En palabras del filósofo Emmanuel Levinas, sería la “libertad difícil”, que es hacer uso de nuestro libre albedrío de forma digna.
Tengamos en cuenta que el libre albedrío es la capacidad para elegir entre actuar bien o mal. Somos libres (al menos esa es la creencia) para escoger, pero el Eterno nos aconseja con precisión lo que es mejor para nosotros: optar por el bien, que es la bendición y la vida.
Desechar el EGO para vivir en la plenitud, en la construcción de shalom.

Recordemos otro relato de piedad hacia animales.
Moshé pastoreaba las ovejas de su suegro cuando una pequeñita se escapó y se extravió en el desierto. Él no podía admitir que el pobre animalito muriera con el dolor de la sed, o los terrores del desierto, por lo cual salió a su busca. Fue en esa tarea que llegó hasta el monte Sinaí, en donde el enviado del Eterno se apareció a él en un arbusto encendido que no se consumía (Shemot / Éxodo 3:2).
Aquel que era un excelente pastor de ovejas, que no dejaba a ninguna sin protección, ese era el indicado para conducir a los judíos por el camino que llevaba de la opresión a la libertad.
Porque el verdadero líder espiritual no oprime a sus seguidores, no amedrenta, no amenaza, no castiga sin fundamento, no diezma, sino que se entrega por completo para la mejor conducción de su grey, para que todos y cada uno obtengan verdadero beneficios. Cuando el líder emplea de manera sistemática las herramientas del EGO, sabemos que no estamos ante un conductor espiritual, ni su camino es de vida.
Entre otras cosas, por su bondad hacia su rebaño, por su nobleza, por su respeto a la vida del indefenso y del justo (aunque pudiera ser durísimo con el que lo ameritara), es que Moshé fue elegido por el Eterno para ser el personaje bisagra en la historia de Israel, e indirectamente en la de toda la humanidad.

Es el mismo Moshé que no participó en la primer plaga sobre Egipto, la de “sangre”, pues afectaría las aguas del Nilo que muchos años antes habían ayudado (involuntariamente, por supuesto) a salvarle la vida. Ni a las arenas, que también estuvieron en su auxilio.
Porque recordemos, el ecosistema consta de factora abióticos, lo inanimado, junto a los seres vivos que lo componen (y son compuestos por él).

Vamos comprendiendo que la construcción de shalom debe ser una accionar y una actitud constante, hacia dentro y hacia fuera. Con nosotros mismos, con el prójimo, con la sociedad y con el ambiente. Una actitud que privilegie la armonía, el equilibrio, en lugar de la muerte y la esclavitud.
Donde se oriente a través del AMOR y no de EGO.
(AMOR NO es un sentimiento, es una forma de vida multidimensional).

Si bien la Torá y los Sabios de antaño no hablaron específicamente del cuidado del ambiente, de llevar una vida de armonía ecológica, de ser hombres ecológicos, podemos encontrar que el mensaje está implícito, codificado. Recordemos que la palabra de la Torá es perpetua, pero fue otorgada en un contexto determinado, y debía ser comprensible para sus directos receptores. Era imposible para aquellos antiguos antepasados de los judíos actuales entender acerca de ecología, o de otros conceptos modernos. Pero la médula sigue siendo la misma.
Es que una vida en donde el EGO está bajo control, lleva a la plenitud en todos los aspectos, al shalom multidimensional.

¿Qué sucede cuando es el EGO el rector?
La Torá narra algún que otro suceso dramático, desde el asesinato de Abel, pasando por el Diluvio hasta la opresión de los judíos en Egipto, sin olvidar a los traicioneros amalecitas.
Veamos un ejemplo: "El Eterno vio que la maldad del hombre era mucha en la tierra, y que toda tendencia de los pensamientos de su corazón era de continuo sólo al mal… La tierra estaba corrompida delante de Elokim; estaba llena de violencia. Elokim miró la tierra, y he aquí que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra…" pero "…Noaj [Noé] era un hombre justo y cabal en su generación; Noaj caminaba con Elokim." (Bereshit / Génesis 6:5, 11, 12, 9).

El hombre llevado por su EGO fue deteriorando el ambiente, el equilibrio había sido perdido hacía tiempo.
Las advertencias aparecían a ojos de quien tuviera conciencia para admitirlas.
Tal como Noaj lo hizo.
Pero el resto siguió en franco abuso, destruyendo, corrompiendo, provocando la catástrofe.
Lo que infantilmente se explica como un castigo divino, podemos comprenderlo cabalmente como la directa consecuencia de los actos egoístas del hombre, que llevaron al mundo al caos. Finalmente, ocurrió la devastación, la tierra se tomó se revancha. Tarde o temprano, como puede pasar actualmente.
La naturaleza fuera de su cauce provocando destrozos, muerte, destrucción, un final tempestuoso que podría posibilitar un nuevo inicio.

Apenas si sobresalía un poco de ese entrevero el líder de los sobrevivientes, Noaj, pero atiende qué fue lo primero que hizo cuando salió de su nave salvadora: "edificó Noaj [Noé] un altar al Eterno, y tomando de todo cuadrúpedo puro y de toda ave pura, ofreció holocaustos sobre el altar" (Bereshit / Génesis 8:20).
¿Alguien le pidió que sumara más muertes a los miles de millares que yacían en tumbas improvisadas por los elementos desatados?
¿Realmente Dios se complace tanto con el “grato aroma” de estos asados?
¿Era necesario?
¿Qué quería demostrar con este acto? ¿Qué demostró?

Quizás como respuesta, la Torá añade lo siguiente: "Noaj [Noé] comenzó a cultivar la tierra y plantó una viña. Y bebiendo el vino, se embriagó y quedó desnudo en medio de su tienda." (Bereshit / Génesis 9:20-21).
Piensa tú.
¿Plantar primero una viña, fabricar vino, emborracharse, actuar de manera degradante… eso es lo que podemos tomar como ejemplo para reconstruir una sociedad basada en el bien Y la justicia?
¿Dejarse dominar por el EGO?
¿Vivir como si se estuviera muerto?
¿Morir sin haber vivido?

Toma en cuenta un ejemplo muy diferente, que lo narra un rabino (Aryeh Levine, “Malachim Kivnei Adam”, Simcha Raz, pp239-240 Fuentes, pg.15) contemporáneo: : "Después de Minjá (el servicio de la tarde) mi maestro (el Rav Kook), como era su costumbre, fue a dar un paseo con el fin de enfocar sus pensamientos y lo acompañé en el camino. En eso arranqué una flor. Él, temblando me dijo en voz baja: «Créeme, yo siempre he tenido cuidado de no arrancar sin propósito una brizna de hierba o una flor que puede crecer y desarrollarse, porque no hay hierba aquí abajo que no tiene una fuerza de lo Alto que le ordena ‘¡Crece!’. Cada brizna de hierba dice algo, cada piedra susurra un secreto, cada criatura pronuncia una canción. Esas palabras dichas por un corazón puro y sagrado penetraron hondo en mi corazón. Desde aquel día tengo una gran compasión por todas las criaturas.".
¿Recuerdas lo que te conté más arriba, cuando el príncipe de los rabinos de su tiempo no tuvo compasión por un ternero?
¿Qué podemos aprender para nuestra vida cotidiana?
¿A ser vegetarianos o veganos? ¿O algo mucho, muchísimo más consistente y profundo?
¿Que te parece a ti?

Por otra parte, nuestra Tradición está enseñado también a cuidar de los recursos, a no transgredir el “bal tashjit”.
Es un mandato sagrado el ser cuidadoso y no derrochar inútilmente, porque cada vez que abusamos de los recursos, estamos provocando un daño que podría resultar irreparable y que siempre genera consecuencias que llegan a exceder nuestros cálculos.
Cuidamos, usemos cabalmente, sumemos en lugar de desperdiciar, construyamos shalom.
Hagamos lo que fue ordenado a Adam con respecto al jardín terrenal: "el Eterno Elokim tomó al humano y lo puso en el jardín de Edén, para que lo trabajase y lo guardase." (Bereshit / Génesis 2:15).
Esa esa tarea y al mismo tiempo finalidad.
Debía trabajar y cuidar del huerto del Edén, para así disfrutar plenamente de sus bienes. Hubiera podido obtener todo gratuitamente, sin esfuerzo, pero el Eterno le abocó a una tarea precisa para que alcanzara mayor bienestar. Porque disfrutar de lo permitido es una de las misiones sagradas que tenemos en este mundo, para cargarnos de experiencias positivas que de otra manera el espíritu no podría tener registrada. Pero cuando el deleite proviene de la buena acción, aquella que realizamos, la consecuencia placentera es mayor (y mejora con el sano esfuerzo dedicado).
Este mundo es un potencial paraíso, solamente el EGO del hombre impide que alcance este estatus.
Desde Arriba se nos ha provisto de todo lo necesario, simplemente no hemos alcanzado aún a desplegar nuestras capacidades. Eso acontecerá en la Era Mesiánica, tanto en lo personal como en lo colectivo. Entonces el mundo será un paraíso, aunque poco y nada haya cambiado exteriormente.
Podemos trabajar para establecer una Era Mesiánica interna, en cada uno de nosotros. ¿Cómo? Disminuyendo la injerencia del EGO, actuando desde el AMOR.
Esa manera de vida está en armonía con el Cosmos, por lo cual provoca reacciones en cadena que finalmente permitirán el brote completo de la Era Mesiánica global.

Cada pequeño acto tiene consecuencias, muchas veces insospechadas, de un alcance que no se puede prever inicialmente.
En la ciencia se conoce como el “efecto mariposa” dentro de la teoría del caos, y se la ejemplifica con la conocida frase: “el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo”.
Desde otro ámbito, el genial Rav Kook nos enseñó: “Si usted está sorprendido por cómo es posible hablar, oír, oler, tocar, ver, entender y sentir –dígale a su alma que todos los seres vivos confieren colectivamente sobre usted la plenitud de su experiencia. Ni siquiera la menor partícula de existencia es superflua, se necesita todo, y todo sirve a su propósito. ‘Usted’ está presente en todo lo que está debajo de usted, y su ser está ligado a todo lo que le trasciende a usted.” (Orot haKodseh).
Estamos todos unidos, aunque el EGO nos hace ver que no tenemos relación.
La separatividad es un efecto de la materia, pero al mismo tiempo una ilusión. Cuando se contempla con la mirada espiritual, somos uno y unificados al Uno.
Estos conceptos cabalísticos pueden resultar extraños y áridos, por lo que, explicándolo con sencillez: estamos en el mismo barco y cuidar al otro es cuidarse a sí mismo.

En buena medida tal es uno de los objetivos de bendecir antes (y después) de disfrutar de alimentos (y otros placeres mundanos).
Tomar conciencia de que estamos haciendo uso de elementos de la naturaleza, la cual nos son provistos para nuestro beneficio, y que sin embargo no nos hace amos de todo, sino sus usufructuarios, personas que vivimos pagando la renta y el Amo es el Eterno.
Si comenzamos a despertar nuestra conciencia, a vivir por completo el aquí y ahora, seremos menos negativos y nocivos, mucho más agradecidos, más respetuosos, personas que aportan a una mejor existencia que se continúa en la eternidad.

El amor y respeto por la naturaleza no se da solamente cuando vamos de paseo al campo, o en la playa, o en cualquier actividad al aire libre.
Somos seres ecológicos, por tanto en cada momento estamos interactuando con el todo.
Por ello es necesario comprender la importancia de la construcción constante de shalom, interna (consigo mismo) y externa (con los demás hombres, con todos los seres vivos, con el ambiente).

La santidad suprema se halla cuando el hombre conoce su esencia y no se encierra en sí mismo, sino que lleva una vida plena, en relación a todo lo existente. Siente la ‘Presencia’ en lo inanimado, en lo vegetal, en los animales, la vida en todo, también en cada hombre, en cada uno de los seres humanos” (Rav Kook, “Arpelei tohar”).

Sí, éste es el camino del constructor de Shalom.

8 comentarios sobre “Ecología multidimensional en el judaísmo”

  1. El aspecto ecologico dentro del Noajismo se ve claramente ejemplificado en la prohibicion a la crueldad animal «No comer parte de animal con vida».

    Es que como eje rector de la vida, de manera fuerte, clara y precisa se encuentra en Pensamiento Divino o la Voluntad del Creador, apegarse a ella es fomentar la vida y el bien lo contrario es dolor, muerte y caos.

    El post es bastante intenso muy profundo y con bastantes msjs positivos, para estudiarse muchas veces!!! Gracias!!!!

    un abrazo!!!

  2. crueldad animal : Entender que los animales no han sido hechos solo para nuestra diversion o crueldad disfrazada ( peleas de gallos, peleas de perros, etc ).
    Me recuerda hace poco sobre la discusion de las corridas de toros, aparte de la corrida que otro fin tienen , y si se
    prohibe, que va a ser de esos animales ?.
    Todo tiene un proposito y los humanos somos una especie mas en este planeta, no los amos de todo el mundo, todo
    funciona en un sistema, cada pieza pequeña de modo alguno afecta al resto.
    Algo que me llamo la atencion siempre es que : dios tenia planeado que la humanidad fuese siempre buena ( ya que es su mejor creacion, la que tiene sus dones ), y si la humanidad se desvio eso quiere decir que su plan no fue lo que el esperaba ( cometio un error ) y tuvo que subsanarlo con el diluvio ?

  3. Gracias moré!

    Son tantas las posibilidades de construir shalom,

    Lo hacemos en nosotros, con otros, pero pocas veces entendemos a “lo inanimado» como una oportunidad también de construcción,

    Sin embargo reconocer la fragilidad de nuestro entorno, la belleza, la complejidad de sus procesos es a la vez para nosotros una fuente de riqueza , cuando nos reconocemos parte de ese sistema, en el que podemos influir de modo positivo o negativo, cuando podemos mostrarnos como esa “corona de la creación» o elegir actuar de modo egoísta, usurpando, arrasando, abusando…. Pese a que en ello corramos el riesgo de destruirnos y poner en peligro ese “todo» que nos acompaña.

    Gracias por esa invitación a la reflexión, que sea el inicio de la acción.

    Un abrazo!

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