El tesoro oculto

Tras muchos años de duro trabajo, un anciano labrador comenzó a notar que sus fuerzas iban mermando cada vez más. Sabía que a sus hijos no les agradaba el campo, veían el esfuerzo pero no los beneficios, preferían la vida de ciudad, en apariencia mucho más cómoda, por lo cual, como no quería que sus tierras fueran abandonadas, quiso enseñarles a apreciar la belleza y bendición que allí crecía.
Les llamó y les anunció: -Queridos hijos, vayan a la viña que con tanto amor llevo cultivando todos estos años y busquen aquello que enterré como tesoro para ustedes.
Pensando que se trataba de algún cofre lleno de riquezas exóticas, corrieron veloces al campo. Cavaron durante horas, hasta que no quedaba ni un solo centímetro de tierra sin remover alrededor de las viñas. Ellos no lo sabían, pero estaban haciendo el trabajo habitual para revitalizar la tierra y permitir a los cultivos obtener más y mejores nutrientes.
A pesar del esfuerzo realizado, no encontraron nada que mereciera la pena vender ni conservar. No había monedas, lingotes, brazaletes, coronas, pagares, nada, solo tierra. Se enojaron un poco por lo que consideraron un engaño del padre, pero lo disculparon a causa de su condición.
Meses después, uno de los hermano pasó por allí y descubrió que todo su trabajo no había sido inútil, ya que la viña estaba llena de apetitosos frutos, con los que pudieron enriquecerse.

Como en este relato, los tesoros pueden estar presentes y al mismo tiempo permanecer ocultos.
Solamente quien abre sus ojos y conoce puede llegar a apreciar la riqueza escondida. 
Esta moraleja se aplica a todas las dimensiones de la vida, no solamente a lo material o económico.

En la parashá encontramos un ejemplo de alguien que pudo destapar las marañas que tapaban un increíble tesoro; déjame que te explique, por favor.
Abraham, el primer patriarca de Israel, desde muy pequeño tuvo la convicción de que las creencias politeístas no tenían sentido, que era imposible que esos dioses tuvieran existencia o poder. Razonaba, o creía, que debía de haber algo superior, quizás una deidad suprema por sobre los dioses, o tal vez un solo dios, único, fuente y motivo de todo.
Pero no tenía como demostrarlo, ni visiones proféticas, ni libros revelados, ni una tradición al respecto, ni una cultura, ni siquiera una familia que le instruyera en la senda de esa creencia. Era él contra el mundo. Sus argumentos podían ser muy lógicos, pero faltos de evidencia práctica. Por lo cual, era una creencia individual y extraña que nadaba contra la corriente poderosa y llena de rituales. Además, en su juventud aún no era experto en comunicarse, por lo que a veces recurría a acciones un poco atropelladas, o palabras faltas de tacto. Por supuesto que esto no le conseguía adherentes ni apoyo, sino oposición y respuestas hoscas.
Tenía mucho por aprender, y mucho también por des-aprender, pero cada cosa a su tiempo.
Así pues, su prédica no hallaba mucho eco favorable. Por el contrario, desde el rey hasta el más humilde de los hombres lo trataban como rebelde, loco, fuera de lo normal. ¿Cómo se atrevía a discutir la autoridad del monarca? ¿Cómo se oponía a la ley, puesto que el rey decretó y era obligatorio creer que él era verdadero dios hijo de un dios?
¿Cómo una persona en sus cabales podía siquiera dudar de que los dioses eran los que controlaban el mundo hasta en sus mínimos detalles? ¡Ninguna persona sana pensaba, sentía o decía cosas parecidas!
Para todos era verdad incuestionable que los dioses existían, que competían entre ellos, que tenían necesidades materiales, que dependían en varios sentidos de sus fieles, que parecían hechos a imagen y semejanza de los hombres. Así era la creencia general y por tanto lo normal. Y, si alguien creía diferente, ¡bien callado se quedaba! El miedo era grande de no contradecir al rey, quien no tenía inconveniente en usar todo tipo de violencia y presión para mantener su dictadura casi global.

Como sabemos, Abraham no fue el primer monoteísta. Adam lo fue, así como Caín y Ebel, Set, muchos de los posteriores y por supuesto que Noaj.
Éste aún vivía cuando el futuro primer patriarca hebreo daba vueltas con sus juveniles ideas revolucionarias, era su antepasado más viejo y aún con vida.
Ambos personajes tuvieron oportunidad de encontrarse, el anciano contaba aquellas historias que parecían fabulosas, de una civilización arrasada por el desastre que ellos provocaron desequilibrando la naturaleza. Del reinicio de la humanidad, del pacto de los benei Noaj, de las posteriores zozobras, de cómo el mundo fue olvidando nuevamente a Dios para arrastrase en supersticiones. De todo esto relataba Noaj a su descendiente, quien bebía las palabras y confirmaba que no estaba loco, que no imaginaba cosas raras, sino que había reencontrado la Luz que había sido opacada por las tinieblas de la ignorancia y el egoísmo.
También tuvo ocasión de compartir y aprender de Shem (que recibió en algún momento el título y apodo de Malkitzedek), el hijo de Noaj del cual provienen los semitas.
Por lo visto, había otros monoteístas que permanecían ocultos, resguardándose de las hordas del terrible rey Nimrod, el cual impuso con mano dura su imperio, que dependía en gran medida de la mitología idolátrica para sostenerse.

Abraham recibió esa confirmación oral, de testigos presenciales del Eterno y Sus obras en la realidad, sin embargo, por muchas décadas no tuvo una revelación directa del Eterno.
A pesar de ello, siguió siendo leal a este camino que había iniciado, a pesar de costarle beneficios materiales, comodidad, relaciones sociales, sumarse problemas, sin embargo, nada de ello retuvo a Abraham de seguir avanzando en esta senda de virtud. Su camino no solo era de creencias diferentes, ni de inconformidad con la cultura general, sino que incluía una gran cantidad de acciones de bien hacia el prójimo, sin pedir retribución, sin esperar nada egoísta a cambio, eras actos de simple y pura bondad.
Por ello en la tradición es identificado Abraham como modelo de bondad, JESED, no solo como el que promovió activamente el monoteísmo en una época peligrosa para hacerlo.
Porque, los monoteístas anteriores estaban escondidos, temerosos, no hablaban de sus creencias ni manifestaban su desacuerdo con el relato obligado desde el poder. Pero él, sí.
Abraham removió la tierra, no sabía bien qué iba a encontrar, pero sabía que había un tesoro oculto. Lo sabía porque su neshamá (espíritu) gritaba silenciosamente en su interior, señalándole la salida para dejar de lado la tiranía de idolatría y abrazar al Eterno.
Finalmente, comenzó a brotar para él aquello que estaba aguardando a ser des-tapado, nuestra relación sagrada con Dios. Y con esto, la bendición, la plenitud, el Shalom.

Nosotros tenemos algunas ventajas sobre el primer patriarca, aunque no nos hable directamente Dios a través de profecía, ni Noaj o Shem puedan darnos testimonio directo de sus diálogos con el Eterno.
Pero, contamos con siglos de tradición ininterrumpida y fiel, contamos con la certificación de todo el pueblo quien presenció la entrega de la Torá al pie del monte Sinaí, transportamos con nosotros la Torá desde hace más de tres milenios, estudiamos el Naj, compartimos Torá oral, somos unos cuantos más que el solitario patriarca, la idea del monoteísmo se ha extendido y alcanzado remotos lugares, entre otras cosas. Sí, tenemos a nuestro favor varias ventajas con respecto a nuestro primer patriarca.
Y, de manera similar a él, todos tenemos tesoros ocultos por revelar, en todos los planos de nuestra existencia.

Pero, vale hacernos una pregunta: ¿Lo que hacemos nos lleva a lo que deseamos? 
Porque una cosa es desear, o incluso manifestar tal deseo, y otra muy diferente poner manos a la obra para alcanzar nuestras aspiraciones.

Si bien la teoría es importante, el pensamiento por sí solo no concreta. El pensamiento forma nuestra percepción sensorial, nos sirve para construir nuestra realidad, pero sin acción resulta estéril.
Solamente cuando nos comprometemos con actos es que transformamos el mundo, contribuimos a hacer realidad nuestros deseos.
Pero, la comodidad, el miedo, la inseguridad, la ignorancia, la duda vacía llevan a la rutina, que es otra forma de la parálisis.
No avanzamos, nos quedamos quietos, sin cambios.
Quizás con grandes ideas, llenos de proyectos, incluso sabiendo a la perfección qué es lo que podemos hacer, pero sin hacerlo.
Surgen las excusas, nos justificamos, o guardamos silencio mientras miramos hacia otro lado para hacer de cuenta que todo quedará en el olvido.
Cuando lo cierto es que dando un pequeño paso, avanzando aunque sea un poquito, remando en dirección a nuestra meta, ya iniciamos un proceso que probablemente nos realice.
Como remover la tierra, buscando tesoros ocultos, algo tenemos que hacer para que surja la bendición que espera por nosotros.

(Publicado originalmente en SERJUDIO.com, compartido aquí)

9 comentarios sobre “El tesoro oculto”

  1. Tanta verdad es estos dos relatos…

    ¿Cuántos de nosotros (y aún cuántos más allá afuera) no han estado o están en la misma situación que Avraham? …Buscando un propósito trascendental a sus vidas, buscando su esencia espiritual, aunque bombardeados día y noche con banalidades, con mentiras piadosas maquilladas bellamente, pero letales para el espíritu y el intelecto…

    Es irónico, que en esta era de información, la gran mayoría de personas siga igual de desinformada que antes, pero pareciera que más confundida que nunca. Saltando de religión en religión, aferradas a sus miedos, a sus dioses de bolsillo, al establishment de turno.

    Pero a pesar de todo esto, el hecho de que estemos aquí hoy, y que tantos estén despertando y hayan cuestionado todo lo que parecía su única realidad, es una prueba de que seguimos cavando, porque sabemos que el tesoro escondido está ahí. Y en el proceso, tal vez nos desanimemos o miremos para atrás, pero si seguimos adelantes… veremos los frutos.

    Saludos a todos, gracias moré por este bello texto.

    1. cuanta verdad en esas palabras querido dave.
      otro de los tesoros ocultos es FULVIDA, q esta al alcance de todos, pero muchos prefieren marearse con mentiras religiosas, bailecitos, habladurias, y etc. en lugar de aportar a este gran trabajo del Eterno.
      un abrazo

  2. Esta semana tuve mucho tiempo para reflexionar y este post me cae como anillo a dedo. Justamente al estar en un simposio organizado por la asociación a la que pertenezco donde existe mucha influencia política, pensaba en cómo es que cuando se es fiel a Dios, a las religiones no les gusta y harán todo lo posible para sacarlo a uno de circulación.

    Cuando se es leal a Dios a uno se e tacha de loco de desquiciado, pero conforme uno va descubriendo cada vez más los tesoros que alberga el noajismo, cómo es que impera la paz en los cinco planos de inmanencia, uno ve que las posesiones materiales de otros obtenidas por su proximidad y alianza con la maquinaria de la idolatría, no son motivo de deseo y mucho menos de algún tipo de malestar con uno mismo por haber escogido la senda correcta.

    Muchos noájidas conscientes de su identidad observan cómo es que el partir del establishment, como bien decía Dave, es motivo de pérdida de la parte social y patrimonial, en efecto, es una queja que he escuchado muchas veces.

    Lo que las personas que piensan así no ven es que el legado tan rico y completo que contiene el noajismo, hace que no sea necesario pertenecer a determinado séquito o círculo para avanzar en todos los planos de inmanencia.

    Así que si tomamos una de las tantas enseñanzas que Abraham nos ha dejado, es precisamente no añorar lo material si a cambio de eso se debe de sacrificar la paz y la armonía. El dinero es un medio pero no el fin. Gracias por este excelente post querido amigo!

  3. Es cierto q uno se siente así a veces. Sobre todo me toca fondo cuando habla del ser joven.

    Gracias a Di´s tengo aún aliento y energías para continuar creciendo y trayendo a la realidad enseñanzas de valor inmutable, q, según la tradición, practicaban personas, como nosotros, pero hace miles de años.

    Como dice Dave un gran crédito a la tecnología. Así como el daño colateral…

    A ver q diría Abraham o su familia si supieran de Fulvida… a ver q diría el nimrod y los secuases…

    Saludos.

  4. Que bello mensaje!!!

    Creo que hay un tesoro oculto por todas partes… es cuestion de ver y escarbar un poco.

    Primeramente dentro de nosotros mismos luego con el projimo en la sociedad, la cuestion es escarbar con las herramientas correctas… no con las del ego, asi podemos ver el tesoro que se halla oculto dentro de cada uno de nosotros y en conjunto el que se halla oculto en el mundo en que vivimos.

    Gracias !!!!

    1. y lo malo es q andamos buscando siempre en otro lugar, como los gentiles q se disfrazan de judios o se desviven por aparentar serlo.
      o los q se hacen de religiones en vez de conocer su identidad espiritual y vivirla a pleno.
      el tesoro esta dentro, solo es necesario encontrarlo y con el hacer del mundo un paraiso

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