La LUZ detrás de la idolatría

Detrás de toda idolatría, de toda religión, se encuentra el deseo puro y sincero por conectarse con el Eterno.
Por ello en la Tradición se denomina a la idolatría como AVODÁ ZARÁ, un servicio extraño; porque, se busca servir al Señor, pero de modos que son ajenos.
Como suele ocurrir, la buena intención carente de contenido y conciencia, termina convirtiéndose más en un obstáculo que en una solución. En esto, como en cualquier otro acto humano.

El reconocer la sincera búsqueda del Eterno como su motivación básica, NO implica que la idolatría, religión, ateísmo, sectarismo, superstición y cualquier otra manifestación similar, sean correctos, auspiciosos, adecuados; sino solamente constatamos un hecho real. Es lo que es, aunque nos parezca ilógico e incluso increíble. ¿Cómo puede ser la aparente negación de Dios el efecto de una sincera búsqueda de Él?

Si fuera posible, al enterarse de la verdad, la persona debiera apartarse por completo de estos caminos erróneos y malditos, limpiarse de ideas extrañas, librarse del yugo perverso, para así estar en real conexión con Dios.
SirviéndoLo completamente, con pureza, belleza, inteligencia; no de modos chanfleados y que suelen provocar distorsiones que resultan en angustias y bloqueos.
Es decir, dejar de lado TODA religión, todo ritualismo hueco, ideologías bizarras, sectarismos y fanatismos, cualquier otra cuestión que distorsiona la existencia según es la Voluntad del Eterno para con nosotros.

¿Cómo puede ser que teniendo el deseo puro por Dios se termina andando por las sendas oscuras de la AVODÁ ZARÁ?
Todos los humanos somos NESHAMÁ (espíritu) encarnados en este plano dimensional.
Esa NESHAMÁ es nuestro lazo constante y sin interrupciones con el Eterno y el universo completo.
Ser NESHAMÁ es nuestra identidad fundamental, esencial; lo que somos antes, durante y luego de nuestro pasaje por este mundo.
Sin embargo, la NESHAMÁ permanece oculta, revestida por las máscaras y cáscaras que vamos vistiendo durante nuestra vida.
Vivimos en este mundo, con todas las limitaciones, con las constantes impotencias, soportando nuestra endeble existencia.
Como recurso de supervivencia contamos con el EGO, cuya función natural e instintiva es llamar la atención y reaccionar automáticamente para preservar la vida.
Nos llenamos de ideas y creencias, suponemos que somos tal o cual, nos adoctrinamos en esto o aquello, nos adherimos a sectas y grupos, nos abrazamos a imágenes de lo que imaginamos ser nosotros, nos abarrotamos de las imposiciones del EGO, pecamos y por ello ponemos barreras a la LUZ de la NESHAMÁ que sigue tan bella y espléndida pero no la podemos ver ni sentir.
Es así como estamos a oscuras, a pesar de que somos una LUZ imponente.
Nos acostumbramos a someternos al EGO, lo ubicamos a él en el lugar de amo, lo endiosamos, lo consideramos nuestro salvador, inventamos dioses que lo representan, lo adoramos, las religiones son manifestaciones sociales de su presencia.
Porque, eso son las religiones, solamente EGO.
(Hemos explicado con más detalle y profundidad el origen de las religiones y su base en el EGO, por lo cual te sugiero que busques en este sitio mayor conocimiento y amplitud de visión).

Es curioso, pudiendo contactarnos con el Padre Celestial de modo directo, inventamos las religiones para hacer de cuenta que estamos en control de los dioses y con ello en realidad nos hundimos más en la impotencia y la incomunicación.
Así, en el fondo, en su origen santo, la AVODÁ ZARÁ es un anhelo sincero por Dios; pero en su construcción se encuentra el EGO, por lo cual se desvía y tergiversa, obviando a Dios para endiosar lo que es falso.

Ahora que sabemos esto, ¿qué podemos hacer?
Obviamente que no promover ninguna AVODÁ ZARÁ, porque eso es antagónico a la senda del Bien.
Pero, se podría ser paciente y tolerante con aquel que está perdido en la noche, sometido a ella. Se puede/debe ser duro, sarcástico, hiriente con la idolatría, si ello redunda en beneficios reales para los que están esclavizados por ella o en riesgo de serlo. Ya que el Eterno aborrece la idolatría y manda su desaparición. También ser completamente firmes para no permitir a los promotores del mal operar y difundir su veneno maldito.
Pero, repito, ser amables y amorosos con los pobres extraviados que de buena fe están atrapados por las religiones, siguen a sus diositos con ingenuidad, hacen caso a sus amos adoctrinadores con simpleza; para poder darles una mano generosa y justa así tienen la ocasión de despertar a la pesadilla y librarse del EGO y todos sus cómplices.
Llevarles amorosamente hacia el buen camino, para que puedan desprenderse de las sanguijuelas que le están chupando la vida. Mostrarles el camino de la LUZ, sea el noajismo para los gentiles así como el judaísmo para los judíos.
Para que la AVODÁ ZARÁ sea solo un mal recuerdo del pasado, como un salvavidas maltrecho que usaron mientras no encontraron la verdadera salvación.

Ten presente que todos, hasta los más perdidos difusores del mal en su esencia también son NESHAMÁ. Ellos también pudieran ser rescatados de las garras del mal, si lo permitieran.
¡Cuánto más la buena gente que de manera torpe y sin conciencia están en la casa de la idolatría queriendo estar en la Casa de Dios!

Por lo cual, te ruego que sigas aprendiendo y viviendo a pleno tu identidad espiritual. El noajismo si eres gentil; el judaísmo si eres judío.
Difunde el camino correcto, por medio de tus acciones y por las prédicas de palabra.
Construye SHALOM a cada instante con obras de bondad Y justicia.
Sigue aprendiendo, sigue compartiendo, sigue siendo un motivo para que otros despierten y se fortalezcan en su identidad.
Seguramente tropezarás cientos de veces por día, ¡¿y eso qué?!
Tú eres NESHAMÁ, una chispa de Dios y puedes estar feliz y ayudar a otros a estarlo realmente.

Te deseo para ti y los tuyos un excelente año 5776.

Un comentario sobre “La LUZ detrás de la idolatría”

  1. Es tan sencillo como tomar una rica y nutritiva sopa, pero el problema es mezclar sopa con agua de cañeria y en un recipiente con un agujero en el fondo.
    Jamas se va a llenar.
    Gracias Morè.

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