Entre Moshé y Aarón

En la parashá Vaikrá se trató de korbanot, ofrendas al Eterno.
Muy parecido en Tzav, la parashá siguiente en el orden del libro Vaikrá.

La primera está expresada de acuerdo al código de ética mosaico (Torat Moshé).
La segunda al código de ética aarónico (Tora Aarón).

El mosaico parte de la asunción de que el ser humano es bueno, que su chispa divina, la NESHAMÁ encuentra caminos para manifestarse y que de algún modo prevalecerá su LUZ por sobre las penumbras.
En tanto que el aarónico parte de la creencia de que el hombre tiene a pecar, que su EGO reina y lleva a la persona al exilio, a la separatividad de su Yo Vivido de su Yo Esencial.

Por esto mismo, el tono del código mosaico es de apertura, de bondad, de confianza en que el hombre actuará de acuerdo a su Yo Esencial, que quizás tarde y se complique pero finalmente prevalecerá el reinado del Eterno. La TESHUVÁ es la opción obvia, la cual espera a la puerta a que el hombre le abra y la deje entrar. Porque el hombre es en esencia bueno y el EGO es por descuido el promotor del caos, no una entidad perversa y que arruina adrede la paz y armonía.
Pero, el tono en el código de su hermano imperan las ordenanzas, las órdenes, los mandamientos, las reglas y los rituales. Se codifica para marcar los límites, para que el hombre no los traspase. Para que el hombre se sienta en falta y como si pendiera una amenaza a causa de sus desvíos.

En consecuencia, a veces encontramos un Moshé iracundo, a causa de la decepción, frustrado, golpeándose con la realidad que muestra que el EGO se extiende y parece ser el amo.
Y se nos relata a Aarón como el perseguidor de la paz, el que hace todo tipo de esfuerzos para alcanzarla. Precisamente porque sabe que el hombre está dominado por la oscuridad y que si no se le obliga difícilmente escape al mal, al caos.

Ambas posturas son necesarias, aunque la ideal y recomendable sería la de Moshé, pero sin que llegue a sentirse en fracaso, para que no caiga en la desesperanza y se altere su bonhomía.

Por otra parte, es casi imposible que el hombre adquiera hábitos positivos a través de amenazas, de miedo, de castigos, de obligaciones asfixiantes. Con estos el hombre puede comportarse dentro de la moral, pero difícilmente haga un cambio positivo y mantenido en el tiempo. Cuando se cancela el motivo castigador o acechante, el hombre retorna (probablemente) a la deriva del caos.
Por ello, es necesario conocer la presencia de la NESHAMÁ y encontrar la manera que los cambios sean realizados por amor, por deseo de crecimiento, con voluntad, para beneficio y bendición.
Claro, es un ideal para el cual es imprescindible entrenarse, trabajar, esforzarse, aprender, tomar conciencia, desaprender, dejar de depender de los látigos para sostener la LUZ.

¿Dónde estás tú?

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