Generadores de Vida

Andrés Cordovez

 

Es importante vivir los momentos especiales con regocijo y atender a las enseñanzas de los maestros, pero es imprescindible llevar a la práctica lo que hemos aprendido y vivir cada día con el mismo regocijo que experimentamos en momentos especiales.

 

Dijo Rabi Hilel en Pirkei Avot: “Si yo no estoy para mí,  ¿quién estará  para  mí?  Y aunque esté para mí,  ¿qué soy?,  y sino ahora,  ¿cuándo?” (Pirkei Avot 1:14)

 

Podemos extraer de esta enseñanza, dicha por un verdadero Jajam, que nuestra superación depende en gran parte de los esfuerzos invertidos en nuestro favor, en nuestro propio “yo”, pero si nos preocupamos solo de nosotros sin pensar en nuestro prójimo esto anularía la importancia que tienen nuestros propios logros, sin embargo como el hombre no es dueño del tiempo y está sujeto a él, debemos tener en cuenta que cada día es importante, cada día debemos esforzarnos por educar nuestros instintos y cada día es necesario que perfeccionemos nuestras virtudes.

 

“Si cuando es joven no adquiere buenos hábitos, cuando podrá hacerlo, en la vejez le será difícil cambiar su manera de ser, porque ya no tiene fuerzas para hacerlo” (Sefer Hamaor, Rambam).

 

Por esto es necesario que los padres instruyan a sus hijos desde muy temprano, ahora que nacen comunidades organizadas en el noajidismo es necesario que se creen institutos educativos con valores noájidos que permitan a los jóvenes y niños crecer en un ambiente sano y libre de vicios espirituales para que se construya una generación sana, libre de idolatría y de hábitos ajenos y vicios conceptuales.

 

“Y así dicta Rabí Moshé ben Maimonides en  Leyes  de  Talmud (Torá 1:2)  Tal como es deber de un hombre enseñar a su hijo, lo es enseñar a su nieto...”

 

Maimónides les dijo a los judíos de su tiempo que así como es un deber del hombre enseñar a su hijo, también es un deber enseñar a su nieto, esta enseñanza podemos aplicarla los Noájidas también para que se continúe, pues quizás uno de los errores del tiempo pasado fue la negligencia de parte de los Noájidas que hizo desaparecer la Tradición, por ello debemos esforzarnos en darle continuidad a lo que estamos haciendo y no dejarlo incompleto.

“Porque lo conocí, para que encomiende a sus hijos y a su casa después de él que guarden el camino del Eterno para hacer rectitud y justicia...” (Breshit 18:19)

 

Abraham, patriarca de Israel, que era noajida, se ocupó de educar y enseñar a muchos, entre ellos a Lot, su sobrino, nos dice la Torah que: “Y vinieron los dos ángeles a Sedom...  y vio Lot y corrió hacia ellos (Breshit 19:1)” enseña Rash’i que de la casa de Abraham aprendió Lot a recibir a los huéspedes, seamos pues como Abraham y empeñémonos en educar, esforcémonos por instruir a los que podamos y aunque nos sea difícil, persistamos en ello.

 

Andrés Cordovés.

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