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Pureza e impureza

Ante todo quiero que quede claro que las reglas de pureza e impureza, tal cual dicta la Torá y las que estipulan los Sabios, en su casi totalidad son para judíos y no para los gentiles.
En tiempos en que el Templo del Eterno en Jerusalén está construido y en funcionamiento, son de aplicación práctica para los judíos, no para los gentiles. Principalmente determinaba quiénes podían ingresar al monte del Templo y participar de sacrificios y otros rituales. Solamente personas en estado de pureza estaban habilitadas para el ingreso y participación. Para cumplir con lo dicho: "tendréis en reverencia Mi santuario. Yo soy el Eterno" (Vaikrá / Levítico 19:30) y que las personas no tomaran como algo corriente y banal el hecho de entrar al Templo y ser parte de las tareas que allí se cumplían. Por ello la persona tenía que tomar conciencia de su estado, de su motivo para presentarse “ante Dios” en el Templo.
Es así que está dicho acerca del impuro "No tocará ninguna cosa santa, ni vendrá al santuario" (Vaikrá / Levítico 12:4).
Como no siempre la persona estaba alerta a su estado de pureza, o adrede concurría al Templo sabiendo que no debía, es que se instituyó en la Torá sacrificios públicos de animales para corregir por estas infracciones: "y purificará (al Santuario) y lo santificará de las impurezas de los Hijos de Israel" (Vaikrá / Levítico 16:19).
(Para abundar más sobre el tema, estudiar capítulo 47 del tomo 3 de “Guía de los Perplejos”, de Maimónides).

En ello básicamente radicaba su importancia.
Hace unos 2000 años que no tenemos más el Templo, por lo cual, casi que no tienen aplicación práctica, a excepción de algunas costumbres que de romperse no provocan ningún perjuicio palpable (ejemplo, que los cohanim –miembros de la estirpe de sacerdotes- no entren al cementerio) o algunas otras que se mantienen en vigencia por otros motivos (la separación física de los cónyuges judíos durante el lapso de la menstruación y días siguientes).
Quien desee más detalles que amplíen lo que trataremos aquí, lo invito a visitar este link.

“Tahor” (puro) y “Tamhé” (impuro) son conceptos que refieren a un estado espiritual y no a aspectos físicos, emocionales, sociales o mentales.
Puede resultar difícil de comprender, pues es muy frecuente que sean traducidos como “limpio” y “sucio” respectivamente, o ideas similares que llevan a asociar la impureza con algo manchado, echado a perder, mugriento o inmundo. Atiendan a la traducción que hace la Reina Valera de impuro: “el cual reside entre ellos en medio de sus inmundicias” (Levítico 16:16), unos renglones más abajo en este texto encontrarás la traducción judía y erudita, muchísimo más leal y fidedigna, y no leerás “inmundicias”, sino “impurezas”. Porque el concepto judío, el único aceptable y válido para comprender las escrituras judías, no vincula lo impuro con lo inmundo, o lo sucio, o lo asqueroso sino con otra cosa.
En el contexto de la Torá puro e impuro no guardan relación con higiene corporal, ni limpieza, ni cosas aborrecibles, ni nada que podamos calificar como “limpio” o “sucio”.

Tampoco tiene relación con pecar o no hacerlo (aunque la idolatría, el asesinato y el incesto podrían considerarse acciones que impurifican gravemente a quien las comete).
Uno no es impuro (como regla general) por traspasar algún mandamiento. La impureza va por otro lado.
Recuerda que la persona no se impurifica por pecar (como regla general).
La persona en estado de impureza no ha hecho nada “malo” (como regla general) para estar en ese estado.
Ni por su estado de impureza está apartado de Dios, tal como expresa claramente la Torá: "el cual habita con ellos en medio de sus impurezas" (Vaikrá / Levítico 16:16), y explica el exégeta Rashi: “aunque estén impuros la Divina Presencia está entre ellos”.

La persona llega al estado de impureza (tumhá) a causa de:

  • algún cambio en su cuerpo (ciertos flujos corporales, menstruación, la mujer luego de dar a luz, una enfermedad que ya no existe llamada tzaraat) o,
  • al entrar en contacto con algún objeto/cuerpo que trasmite la impureza.

Es decir, algo en el sistema espiritual del impuro está en desbalance.
¿Cuál es ese desequilibrio? 
Para comprenderlo primero debemos saber qué entendemos por “puro” e “impuro”.
La más acertada definición de “puro” que podemos ofrecer sería “lo que está conectado con la vida”.
En tanto que “impuro” es lo que en algún grado está desconectado de la vida. Éste precisamente es su desequilibrio, que repito, no es un pecado, ni una enfermedad ni una suciedad.

Veremos impurezas que se producen en el humano.

>> El cadáver de una persona es el grado máximo de impureza, porque habiendo estado vivo y hecho “a imagen y semejanza” del Eterno, ahora está por completo desconectado de la vida.
No importa cómo murió, lo que importa es que está muerto.

>> La persona que padecía tzaraat (una enfermedad que ya no existe, que se manifestaba por manchas en la piel, se la traduce a veces como “lepra” pero no lo era) está impura desde el momento en que el cohén le diagnostica la enfermedad y debe pasar a vivir por fuera de la comunidad hasta que se restablezca. Es como un muerto en vida. Alejado de todos, obligado a anunciar su presencia para que los transeúntes no entren en contacto con él, temido por los demás. Con su carne viva expuesta.

>> La mujer que ha parido queda en estado de impureza.
¿Por qué?
Porque en su interior llevaba otra vida, ella estaba doblemente conectada con la vida.
Al dar a luz vuelve a su situación normal, de una sola conexión con la vida.
Ha perdido, en cierta forma, una conexión a la vida, por lo que entra en estado de impureza.

>> La mujer que menstrua está en estado de impureza, porque habiendo tenido la oportunidad para concebir y engendrar un nuevo ser, lo ha dejado pasar y todo aquello que su cuerpo naturalmente había preparado para dar vida, se desprende de su interior y se pierde junto a sangre de rupturas normales de vasos sanguíneos.
¿Por qué impura en este caso?
Porque estaba todo listo para traer al mundo una nueva vida y esa vida no se materializó.
¿Pecó por ello la mujer?
¡Seguro que NO!
¿Es malvada?
Ciertamente que NO.
¿Dios la censura por ello?
NO.
Su cuerpo ha seguido los mecanismos habituales para prepararse para dar vida y luego para despojarse de aquello que ya no pudo ser. Todo es normal, no hay malicia, ni enfermedad, ni pecado. Solamente un breve desequilibrio espiritual provocado por la mayor conexión a la vida que se terminó perdiendo.

>> En el caso del hombre que eyacula algo similar, pero con mucha menor desconexión. Su cuerpo no ha provocado cambios enormes para recibir en su seno al nuevo ser, no ha modificado su aparato reproductor para prepararse para cargar en él al hijo. Simplemente ha derramado la simiente que se conjuga con el ovocito para procrear. Por supuesto que hay desconexión con la vida, pero de dimensión mucho menor, insignificante en comparación con la muerte de una persona y proporcionalmente pequeña con la menstruación.

Los procedimientos para retomar el estado de pureza depende de lo que causó la impureza, siendo rituales más complejos a mayor grado de impureza.
Estos rituales tenían como objetivo que la persona tomara conciencia del valor de la vida:

  • Aquel que estuvo en contacto con un cadáver, para saber que cada minuto es valioso, que el único tiempo que tenemos es ahora, que si no hacemos hoy nuestra parte nadie más la hará.
  • Aquel que padeció tzaraat para que no vuelva a actuar del modo que hizo que lo llevó a tan terrible enfermedad.
  • La mujer que dio a luz para que entienda que todas las dificultades durante la gestación, molestias del parto y el trabajo de criar un hijo valen mucho la pena. Que no por el dolor o contrariedades deje de procrear en el futuro.
  • La mujer que menstruó para que tome conciencia del tiempo que pasa, de la vida que está corriendo, de no dejar de lado las oportunidades que pudieran ser únicas.
  • El hombre que eyaculó para que dirija su pasión sexual hacia el compromiso con una mujer, con la cual establecer una familia y morar en armonía.

Hasta aquí un breve resumen, muy acotado.

Ahora dos preguntas para reflexionar y compartir tus respuestas acá abajo, en la zona de comentarios:

  1. ¿Cuál es la utilidad práctica para los judíos de la actualidad de conocer y mantener en lo posible su estado de pureza?
  2. ¿Cuáles podrían ser las acciones que promuevan la vida y por tanto vigoricen la pureza de la persona?

¡Mujer pecadora! ¿Será así?

Hace un rato publique un breve comentario acerca de las porciones de lectura semanal de Torá, para la nación judía, de esta semana.
Encuentras el texto haciendo clic aquí.
Allí solicité de los amables lectores que opinaran acerca de lo siguiente:

En la primera parashá nos encontramos con algunas reglas que la Torá establece para la mujer que ha dado a luz. Una de ellas dispone que desde ese momento no debe ir al Santuario, porque está en estado de impureza y no está permitido entrar al lugar del Templo en esa condición. Si nació un varón este período es de 33 días, en tanto que 66 por una niña. Al cabo de este tiempo, ella ofrecía un sacrificio en el Templo y retomaba el estado de pureza.
A veces “puro” e “impuro” son traducidos como “limpio” y “sucio” respectivamente, o ideas similares, pero en el contexto de la Torá estos son conceptos espirituales. Así, puro hace referencia a lo que está conectado con la vida, en tanto que impuro a lo que en algún grado está desconectado de la vida.
¿Se te ocurre algún motivo no sexista para que la impureza sea el doble de tiempo cuando nace una niña? Quizás parte de la respuesta está en comprender qué significa realmente “impuro”.

Una gentil lectora al poco rato puso una respuesta a mi interrogante:

La impureza es el doble de tiempo para una niña porque fue la mujer Eva quien insitó al varón Adam a pecar comiendo este de la manaza a prohibida o tal ves porque fue la mujer la última en ser hecha y fue hecha de la costilla del hombre, será porque la mujer nace más pecadora que el hombre. Ahí tengo un Poco de dudas no se sí estaré correcta. Lo demás lo voy a analizar de acuerdo a otras respuestas que nuestros amigos compartan.

Quisiera despejar algunas ideas confusas o erróneas y que llevan a conclusiones no muy acertadas.
Es con todo respeto y cariño hacia la generosa señora que nos quiso compartir sus creencias, ayudarnos a responder la duda planteada desde lo que podía aportar.
Estoy seguro de que estas ideas provienen de su pasado cristiano, plagado de mitos, leyendas, cuentos que se hacen pasar por verdades sagradas, omisiones y añadidos a los sagrados textos del pueblo judío. Ahora que la señora ha llegado a su hogar espiritual, ha comenzado su despertar y renacimiento, de a poco podrá ir des-aprendiendo, sacándose de encima y de adentro las pesadas piedras que le fueron impuestas para de esa forma ser libre y feliz, dichosa de gozar de las bendiciones que recibe constantemente del Eterno.

Vamos viendo entonces.

¿Quién paga los platos rotos?
“La impureza es el doble de tiempo para una niña porque fue la mujer Eva quien insitó al varón Adam a pecar comiendo este de la manaza a prohibida”.
Es cierto que Eva fue la que comió primero del fruto prohibido, es cierto que a instancias de ella Adam comió del fruto.
Ok, perfecto, el pecado de comer del fruto prohibido es de Eva.
El pecado de instigar a su hombre a pecar, también es de Eva.
Fue Eva la que debió pagar por sus errores, nadie más.
Dios lo establece claramente que NO pagan los inocentes por el pecado de los culpables.
Ninguno puede hacerse cargo de la acción negativa de otro, si no tiene en ella parte o responsabilidad.
Como lúcidamente expresa la Torá (judía): "Los padres no serán muertos por los hijos, ni los hijos serán muertos por los padres; sino que cada cual será muerto por su propio pecado." (Devarim / Deuteronomio 24:16).
Sí, es una gran diferencia con la teología cristiana, en la cual todos son culpables por el pecado de Adam y todos pueden salvarse con fe en el ídolo colgado de una cruz.
Nadie más es culpable por los hechos de Eva o Adam, solamente ellos por lo que a cada uno le toca.
Ni otra persona o “emisario celestial” puede tomar el lugar del pecador. Es quien pecó el que debe asumir su propio pecado, arrepentirse sinceramente en la medida de lo posible y afrontar las consecuencias de la justicia.
En palabras del profeta de la Verdad: "El alma que peca, ésa morirá. El hijo no cargará con el pecado del padre, ni el padre cargará con el pecado del hijo. La justicia del justo será sobre él, y la injusticia del impío será sobre él." (Iejezkel / Ezequiel 18:20).
Con solo estas dos breves citas, y sin necesidad de recurrir a todo el arsenal disponible, destruimos por completo el mito delirante de que la “sangre de Jesús” y la fe en ese ídolo limpia de pecados.
Al mismo tiempo le explicamos a nuestra apreciada amiga que si Eva “metió la pata”, que sea Eva la que la quite del lío y se haga cargo de las reparaciones y efectos de la justicia.
¡En modo alguno TODAS las mujeres cargan la culpa por los hechos de Eva"!
Es algo que debe quedar muy en claro, porque seguir aferrados a la fantasiosa teoría del “pecado original”, simplemente niega a la persona su altura espiritual, su lazo indestructible con el Eterno, la belleza de su existencia en este mundo.
Así pues, esta frase de la buena amiga no resuelve nuestra duda.

¿Quién está impuro?
Por otra parte, el hecho de que una mujer peque no la convierte en impura, ni a ella ni a nadie a su alrededor.
Explico con rapidez.
Impuro es aquello que está desconectado de la vida, o desconecta. Una persona muerta es la máxima expresión de la impureza, porque es lo que mayor conexión tenía mientras vivía y pasó a ser un recipiente vacío, ya sin ninguna conexión.
Cuando una mujer está menstruando, de acuerdo a la ley judía, está en estado de impureza. No es mala, ni pecadora, ni sucia, ni aborrecible, sino que simplemente perdió una chance de procrear y su organismo está desechando lo que había preparado para sustentar la nueva vida. Por ello está impura, porque teniendo la oportunidad de dar vida, no lo hizo. Repito, no por ello es mala, ni pecadora, ni aborrecible, ni enferma, simplemente tuvo una pequeña desconexión de la vida.
Y así hay otros casos en los cuales se hace patente la naturaleza de la impureza, según concepto del judaísmo tradicional.
De una naturaleza diferente es el pecado, no mencionamos ahora los que conllevan al muerte de nadie, sino el resto de los pecados, desde los cotidianos hasta los extraordinarios.
Uno de los efectos (no visible por el ojo) del pecado es rodear nuestro espíritu con manchas o murallas que impiden que la Luz espiritual nos alumbre. No resta a nuestra esencia, que permanece incambiada, ni nos desconecta de hecho de la Fuente de Vida. Sino que rodea con murallas a nuestra neshamá. Entonces, si bien en un sentido metafórico el pecado es impuro, en los hechos espirituales no hay desconexión a causa de él. Ningún pecado (dijimos que estamos exceptuando el asesinato, que desconecta a alguien efectivamente de la vida) nos desconecta de Dios.
Por lo cual, aunque Eva pecó, no por ello se desconectó de la vida. Mucho menos sus descendientes mujeres, que no tienen parte ni culpa por sus acciones.

¿Manzana? La de Blancanieves…
“comiendo este de la manaza a prohibida”.
Otro de los inventos del cristianismo que adultera el puro tesoro del pueblo judío, SU TANAJ (mal llamada “biblia judía”),que se repite y se repite y hasta parece que fuera cierto.
A propósito el divino autor no quiso mencionar la especie del árbol prohibido y se refirió a él como: “Árbol del conocimiento del bien y del mal”.
El Santo omitió adrede la identificación del árbol.
Los Sabios propusieron cuatro opciones, con sus explicaciones (que no mencionaremos aquí, porque como suele ocurrir ya tengo algo publicado al respecto –link-): citrón, trigo, higo, uva.
Para los Sabios no entraba allí la manzana.
Fueron los extraños, los apartados de la Luz, los siervos del EGO en forma de sus ídolos los que inventaron el cuento de la manzana, que quizás no es tan terrible ni peligroso como otros de sus cuentos. Pero igual, mejor apartarse del mal y hacer el bien… cuanto más alejada esté de las ideas oscuras que provienen del EGO, más libre, feliz, dichosa podrá ser.

¿Cuál costilla tiene la mujer que le falta al hombre?
porque fue la mujer la última en ser hecha y fue hecha de la costilla del hombre”.
Otra de las ideas que provienen del cristianismo, aunque reconozco que también hubo expresiones de los Sabios similares.
Pero en su origen no menciona la Torá que la mujer sale de una costilla del varón, sino que el primer humano era macho y hembra, espalda unida a espalda formando un solo ser humano. Dios separó a esa criatura en dos, una es el Adam varón la otra fue la que conocemos como Eva.
También sobre esto ya tenemos escrito, por lo que no me extenderé.
Para el cristianismo esta forma de tomar la naturaleza de la mujer, como dependiendo del varón para su gestación y nacimiento, como si el hombre hubiera tenido el poder que solamente la mujer tiene, es otro de sus mecanismos para seguir oprimiendo a las mujeres y someterlas al machismo cruel que directamente se desprende de sus libros “sagrados”.
Pero en la Tradición de la Luz, hombre y mujer, mujer y hombre, son pares, no uno sobre el otro. Son complementarios, diferentes pero equivalentes. Uno y otro necesarios y sin que las diferencias permitan la sujeción o el acoso del poder. Eso en la Tradición de la Luz, por desgracia hay cosas que vienen de la oscuridad que fueron insertadas en el judaísmo y no faltan los “religiosos” que son machistas a más no poder. Ese machismo no tiene raíces en la Torá, sino en el contacto de los judíos con las creencias y costumbres de otras naciones de antaño.
De hecho, hay una corriente de opinión valiosa dentro del judaísmo que dice que la mujer podría considerarse un peldaño por sobre el varón, puesto que cuando apareció como entidad separada y diferenciada fue la que efectivamente culminó el proceso original de la creación.
Pero mejor quedémonos con que somos complementarios, diferentes pero equivalentes.
Así pues, el haber nacido después en modo alguno la hace impura, más bien todo lo contrario.

¿Mujer pecadora?
“será porque la mujer nace más pecadora que el hombre”.
Ya lo explicamos, pero reitero: TODOS nacemos puros, sin pecado, conectados a la vida.
Como ya mencionamos, es otro invento cristiano el afirmar y decretar  que todos nacemos pecadores… ¡nada más alejado de la verdad!
Otro invento es que la mujer, por serlo, es más pecadora por naturaleza.
Sé de sectas judías, de fanáticos religiosos, muy extremistas, que se venden como el judaísmo verdadero y sus representantes, pero que no lo son ni serán por más que sean la imagen típica que de los judíos tienen algunos gentiles , que también cargan con estas ideas machistas, enfermizas, terribles.
Pues no, la mujer no nace más pecadora por ser mujer.
Pero, a los servidores del EGO que se atribuyen cargos de representantes de dioses les conviene difundir la creencia de que la mujer es débil, pecadora, inductora a pecado, fuente de males, “Lilith” perturbadora, ignorante, falta de entendimiento y otras mentiras por el estilo. Les sirve para tener sometida a la mitad más uno de la población. Les sirve para que un grupito de patriarcas sigan haciendo de las suyas, usurpando poderes, lugares y santidades.
Claro que encontraremos citas de los sabios que parecen reducir el valor de la mujer, pero ¿las comprendemos correctamente? ¿Las ubicamos en su contexto y vemos qué realmente se nos quiere decir? Recomiendo releer el texto que se abre haciendo clic aquí.

Espero que sigamos avanzando, que sigamos des-aprendiendo para poder aprender y llenarnos de cosas buenas. Somos seres de Luz en cuerpos a los que debemos amar y cuidar. Somos eternos en una vida pasajera. No perdamos nuestro tiempo en cosas que no tienen valor, sino que construyamos shalom a cada momento.

Gracias por dialogar.

Para alejar la enfermedad

La tradición ha distribuido la Torá en 54 sidrot o parshiot (secciones) para su lectura consecutiva semanal. A causa de la compleja estructura del calendario judío, en algunos años se leen dos parshiot el mismo shabat. Así ocurre este año, por lo cual este sábado se leerán las dos parshiot que estamos reseñando.
Éstas no suelen ser de las “populares” para los judíos modernos, puesto que refieren a temas bastante alejados de nuestra vida cotidiana, y sin embargo, contienen muchísimas enseñanzas que nos pueden servir.
Veamos brevemente.

En la primera parashá nos encontramos con algunas reglas que la Torá establece para la mujer que ha dado a luz. Una de ellas dispone que desde ese momento no debe ir al Santuario, porque está en estado de impureza y no está permitido entrar al lugar del Templo en esa condición. Si nació un varón este período es de 33 días, en tanto que 66 por una niña. Al cabo de este tiempo, ella ofrecía un sacrificio en el Templo y retomaba el estado de pureza.
A veces “puro” e “impuro” son traducidos como “limpio” y “sucio” respectivamente, o ideas similares, pero en el contexto de la Torá estos son conceptos espirituales. Así, puro hace referencia a lo que está conectado con la vida, en tanto que impuro a lo que en algún grado está desconectado de la vida.
¿Se te ocurre algún motivo no sexista para que la impureza sea el doble de tiempo cuando nace una niña? Quizás parte de la respuesta está en comprender qué significa realmente “impuro”.

Luego la parashá continúa con normas acerca del metzorá, la persona enferma de tzaraat, que comúnmente se traduce como lepra aunque realmente era una dolencia completamente diferente. Esta persona debía apartarse de la vida social y permanecer aislado hasta que algún cohén (miembro de la tribu de Leví dedicado a los servicios del Templo y rituales) certificara que estaba curado. Entonces la persona ofrecía sacrificios al Eterno, participaba de algunos ritos de reparación y luego retornaba a la vida comunitaria.

La segunda parashá, Metzorá, trata de los procedimientos con respecto a marcas de tzaraat que aparecieran sobre objetos o viviendas. Además indica rituales de inmersión o ablución para diferentes situaciones en las que se precisa de purificación.

Dice la Mishná (principal compilación de leyes de la Torá Oral), en Negaim 2:2, que aquel que parece estar afectado por tzaraat no debe declarase enfermo o sano, sino recurrir a un cohén, para que sea este experto el que decida si es metzorá o no. ¿Cuál es el motivo para esto?
Según enseñan los que saben, es porque por lo general la persona no es capaz de ver sus propias faltas. Es más fácil ver los errores de los demás, pero cuesta mucho apreciar y reconocer las equivocaciones personales. Para sí mismo, es corriente inventar mil excusas o negaciones.
Esto es especialmente cierto en el tzaraat, porque, según la tradición, esta enfermedad no se originaba directamente en bacterias, virus u hongos, sino en conductas negativas de la persona que terminaban por afectar su salud en varios planos: físico, emocional, social y mental.
Los Sabios destacaron entre esas conductas negativas la de usar la palabra para dañar. Así pues, el que quiere perjudicar a alguien con mentiras, insultos, agresiones, engaños o cosas similares, termina dañándose también a sí mismo (y a los que le prestan atención), según aprendemos de nuestras Fuentes.

Como recordatorio:

"¿Quién es el hombre que desea vida? ¿Quién anhela años para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela."
(Tehilim / Salmos 34:13-15)

¿Cuáles serían las enseñanzas prácticas que pudimos encontrar a partir de esta breve reseña?

Feliz de cuerpo y alma y algo más

Leamos con atención el siguiente pasaje de Tehilim:

«[Salmo de David, compuesto cuando estaba en el desierto de Yehudá [Judá]]
¡Oh Elokim, tú eres mi Elokim!
Con diligencia (desde la mañana) te he buscado;
mi alma tiene sed de ti.
Mi cuerpo te anhela en tierra árida y sedienta, carente de agua.»
(Tehilim / Salmos 63:1-2)

David, quien ya era ungido como rey pero aún no estaba legalmente en ejercicio de sus funciones, estaba escondido en el árido desierto de Yehudá.
Huía de Shaúl, quien seguía siendo (de hecho) el rey de Israel.
Su escapatoria no se debió a una disputa por el derecho al trono, ni por rencillas para esclarecer quién gobernaba, no había iniciado el hijo de Ishai una revuelta para hacerse con el poder ni reclamó nada para sí que provocara la indisposición del rey.
David huía a causa de la locura conspirativa-persecutoria de Shaúl.
El rey le había tomado rencor, lo sentía peligroso, desde lo profundo de su EGO surgía el clamor por asesinarlo.

En el desierto, sin estar preparado para la “excursión”, uno suele tener muchas necesidades.
Algunas básicas que son obvias: agua, alimento, refugio, protección del calor y los rayos terribles del sol, cobijo del duro frío al ponerse el astro rey, cuidado de las alimañas y bestias peligrosas.
El desierto no es un lugar fácil para visitar, mucho menos para vivir en él, y muchísimo menos sin recursos y a las escapadas.

El cuerpo de David habla, grita, clama, reclama por un poco de paz, de calma, de satisfacción, de unas gotas de agua. Algo tan común, tan poco valorado, tan corriente, pero que tiene su verdadero valor a ojos del que la necesita. Agua.
Su cuerpo está sediento, necesita lo indispensable o muere.
Lo sabe y hace lo que puede para conseguirla.

Esto le sirve para darse cuenta de que así es su relación con el Eterno.
Su cuerpo, repito, su cuerpo anhela a Dios como anhela el agua cuando está sediento.
Con la misma fuerza, con la misma necesidad, con el mismo deseo.
Eso lo comprende muy bien David, porque lo está viviendo en carne propia.
Y desde ese conocimiento que parte de la terrible experiencia es que se da cuenta de como es su vínculo con Dios.

Precisa  al Eterno tal como el sediento en medio del desierto demanda agua.
Y ese es un requerimiento de todos nosotros, no solo particular de David cuando huye de Shaúl y vaga por el desierto.

Cada uno de nosotros siente en su cuerpo necesidades, que provienen de sus múltiples dimensiones.
Ese Yo Esencial que somos está perpetuamente conectado al Eterno, nos sacia con bien, pero la sed se expresa en el cuerpo a causa de las murallas que interpone el EGO .
La solución para esta sequía la provee el salmo: con diligencia, con esmero e interés, aplicadamente, buscar al Eterno y encontrarlo en cada momento.
Satisfacer nuestra necesidad del Eterno desde nuestra multidimensionalidad.

Porque no somos cuerpo, tampoco somos alma, ni somos espíritu. En tanto estamos en este mundo somos todo ello y algunas cosas más, tales como nuestras relaciones que vamos estableciendo.
En cada una las situaciones de vida podemos vivir bajo la sombra del EGO, o por Luz del AMOR.
Podemos vivir pendientes del Eterno y por tanto actuar como constructores de shalom, por medio de acciones concretas de bondad y justicia.
O podemos apartarnos e ir a parar al desierto que genera el EGO, sedientos y sin poder llevarnos a los labios el refrescante sorbo de agua sagrada.

Ten siempre presente lo que te revelaré ahora, es agua sagrada de manantiales de Kabbalah antiguos y preciosos.
La felicidad resulta de actuar en todo momento conforme a las circunstancias de una forma positiva, tomando decisiones basados en la voluntad (sintonizada con la Divina Voluntad) y no desde el EGO.
El EGO limita tu libertad, al coartar tu poder, al llenarte de miedos, al negarte al amor, al ilusionarte en lugar de centrarte en la realidad.
Entonces, cuando te conduzcas como constructor de shalom, no lo hagas con el propósito de tener el EGO a raya, sino para construir shalom.
Porque si te centras en someter al EGO, entonces seguirás siendo esclavo de él.
Cuanto más te empeñas en ser “anti”, más pegado estás a eso.
Imposible ser así feliz, porque estarás enfrascado en guerras, en tratar de vencer y no de SER. Serás un miliciano, un guerrero, un combatiente, pero dudosamente alguien pleno (feliz).

Mejor sé pleno.
La plenitud, que es el goce de lo permitido, de hacer lo justo y bueno de acuerdo a lo que nos corresponde, de aceptar nuestras limitaciones y valorar nuestras potencialidades, consentir nuestras responsabilidades y controlar solo aquello que realmente podemos controlar.
Ten al Eterno ante ti todo el tiempo, que sea quien te sacia. Pero no por medio de magia o milagros, ni de rituales o fantasías, sino al reconocer que estás llevando una vida de constructor de Shalom, tal como Él quiere que sea.

No seas anti-nada, sé constructor de Shalom.

Como en FULVIDA y en SERJUDIO.com que no somos anti cristianos, ni anti musulmanes, ni anti ateos, ni anti sectas, ni anti eso o aquello. Tampoco anti EGO.
Pretendemos comprender cabalmente, discernir lo que es bueno para nosotros de lo que no lo es, y en consecuencia construir shalom.

Si te pidiera un resumen de este artículo, ¿qué pondrías (en no más de quince palabras)?
Gracias por compartir tu valioso tiempo conmigo.

 

Shoá y Sheminí: Recordar para comprometerse con la vida

El próximo domingo, que será 27 de Nisán, recordaremos de manera solemne a las víctimas y a los héroes de la Shoá. Desde 1959 es el “Iom hazikarón laShoá velaGuevurá”
“יום הזיכרון לשואה ולגבורה” “Día de recordación del Holocausto y el heroísmo”, según ley aprobada por la Knesset (parlamento israelí). Ésta es la fecha oficialmente marcada, porque es necesario tener un momento especial, único, que quede establecido como símbolo para todo los tiempos. También, porque no es bueno estar de duelo siempre, hay tiempo para el llanto y tiempo para la risa, tiempo para penar y otro para gozar, según enseña el rey Salomón en el Tanaj.
Pero, lo cierto es que cada día puede emplearse para el recuerdo y muy especialmente para comprometerse a que no vuelva a suceder algo similar, nunca más.
Pocos días atrás cantamos en el Seder de Pésaj, durante la recitación de la Hagadá:
“שלא אחד בלבד עמד עלינו לכלותינו” “Shelo ejad vilvad amad aleinu lejaloteinu” “Porque no fue solamente uno el que se alzó en nuestra contra para extinguirnos”. En cada época surge otro Amán el amalecita, otro Labán el arameo, otro Faraón, otro Antíoco, otro Tito, otro Arafat una y otra vez. Han intentado de todo: extirpar el judaísmo de los judíos, suprimir a los judíos del mundo, apartar del mundo a los judíos, sustraer a los judíos del judaísmo. Esto y otras tácticas más, terribles, espantosas, dolorosas, con mayor o menor “éxito”, con efectos que pueden perdurar durante largas generaciones. Pero ante esto hallamos una constante: la nación judía ha logrado prevalecer, puede haber caído, sufrido tremendas bajas, pero como nación se ha mantenido durante milenios, fiel a sí misma, a su origen, a su destino, a su esencia. “Am Israel jai vekaiam” “La nación de Israel vive y perdura”.
Recordar para comprometerse con la vida, es uno de los lemas que siempre acompañó al judaísmo.

Precisamente en la parashá que estamos comentando, Sheminí, encontramos el siguiente párrafo (Vaikrá/Levítico 11:44):

“Porque Yo soy Hashem, el que te hizo subir de la tierra de Egipto, para ser tu Dios. Por tanto, serán santos, porque Yo soy santo”.

“כִּי אֲנִי ה’, הַמַּעֲלֶה אֶתְכֶם מֵאֶרֶץ מִצְרַיִם, לִהְיֹת לָכֶם, לֵאלֹהִים; וִהְיִיתֶם קְדֹשִׁים, כִּי קָדוֹשׁ אָנִי”

“קָדוֹשׁ” “Kadosh” “Santo o sagrado”, en la tradición hebrea se entiende como aquello que está cercano al Eterno. También se comprende, en un sentido más general, como aquello que está separado y es en cierto modo único. “Lekadesh” es santificar, pero también apartar para dedicarlo a una situación o función particular. Por ejemplo, el esposo está santificado para su esposa y viceversa. Shabat es el día santificado para el pueblo judío y recíprocamente. Ierushalaim es la ciudad de la santidad, con alguna cualidad que la hace diferente y más cercana al Eterno.
Siendo así, ¿cómo puede el hombre, cualquier hombre, ser santo? ¿Se precisan de milagros, hechos maravillosos, una fe intensa, negar las cosas del mundo, vivir encerrado entre libros y soledad? ¿Qué es lo que exactamente hace sagrada la existencia de la persona?
Una de las posibles respuestas la brinda el versículo que hemos citado:

  1. Recordar la esclavitud que sufrimos, sea la de Egipto o cualquier otra (personal o colectiva).
  2. Tener presente que es el Eterno quien nos eleva de cada una de nuestras angustias.
  3. Mantener un vínculo cercano con el Eterno, fuente de toda vida y bendición.
  4. Actuar de tal modo que nuestras acciones se encuadren dentro del marco de la santidad (tal como lo define la Torá).

Recordar, pero no para estar anclado al pasado, con culpas o remordimientos, sino como trampolín para una buena vida aquí y ahora, proyectándose positivamente al futuro.

¿Y si solo hago el bien?

No es suficiente con apartarse del mal solamente.
Como no es suficiente hacer el bien solamente.
Lo dicen los divinamente inspirados sabios escritores de la antigüedad:

" Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela."
(Tehilim / Salmos 34:15)

"Apártate del mal y haz el bien, y vivirás para siempre."
(Tehilim / Salmos 37:27)

"No seas sabio en tu propia opinión: Teme al Eterno y apártate del mal, porque será medicina para tu carne y refrigerio para tus huesos.
Honra al Eterno con tus riquezas y con las primicias de todos tus frutos.  Así tus graneros estarán llenos con abundancia, y tus lagares rebosarán de vino nuevo."
(Mishlei / Proverbios 3:7-10)

No alcanza con hacer el bien solamente, aunque muchos hombres lo digan y repitan.
El mundo (que comienza en nuestro interior) no se corrige solamente con la acción positiva, sino también a través de la justicia, que es la restricción necesaria.

Esto también lo podemos aprender de la recién celebrada festividad de Pésaj.
Atendamos:

"Durante los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado ni levadura en todo tu territorio."
(Shemot / Éxodo 13:7)

Los judíos recibieron el mandamiento de comer matzá (pan sin leudar), pero no solamente esto.
También deben estar exentos de poseer jametz (alimentos que provienen de las cinco especies gramíneas).

Quien ingiere matzá, ¡qué bueno!
Está haciendo lo que corresponde, pero con ello no está cumpliendo cabalmente con su parte en la tarea, pero también es menester desprenderse de lo que no se ha de tener.

Porque hacer solamente lo bueno no es suficiente, aunque lo repita una y mil veces un señor con barba simpáticamente ataviado, o lo posteen tus amigos en el Facebook hasta el aburrimiento.
Suena bonita esta filosofía “new age” en ropajes que se creen judaicos, pero no son parte de la Cabalá, o sea, de la tradición sagrada de Israel, ni lo que debe servir como base de vida para toda persona constructora de Shalom.

Pero esto SÍ es Cabalá así como fundamento para la vida de toda persona:

"El que sigue la justicia y la bondad hallará vida, justicia y honra."
(Mishlei / Proverbios 21:21)

"De la misericordia y el derecho cantaré; a ti cantaré salmos, oh Eterno."
(Tehilim / Salmos 101:1).

Sin dejar de recordar el texto sagrado una y otra vez mencionado por nosotros:

"¡Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno! ¿Qué requiere de ti el Eterno? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Elokim."
(Mijá / Miqueas 6:8).

No son palabras de muchachos simpáticos de internet, ni de estrambóticos personajes sectarios, ni de venerados hombres conocedores de su limitada porción de conocimiento,
sino que son palabras del Eterno a través de los que Él escogió para expresarse, sea por medio de profecía o a través de sacra inspiración.

Bondad y justica.
Hacer el bien, pero apartarse del mal también.

Y constancia saludable, fidelidad con aquello que es merecedor, tal como el pasaje citado de Shemot continúa expresando:

"Aquel día se lo contarás a tu hijo diciendo: ‘Esto se hace con motivo de lo que el Eterno hizo conmigo cuando salí de Egipto.’"
(Shemot / Éxodo 13:8)

Así es como hemos de proceder. Mantener la tradición, no por ritualismo o formalismo, ni porque los demás están mirando y juzgando. Sino seguir las sendas de la tradición por reconocimiento, agradecimiento, porque tiene un valor supremo y que es merecedor nuestro hijo de recibir como regalo para disfrutarlo y traspasarlo a su vez.

Y cuando la gente bien intencionada nos quiera convencer de la teología “new age” tan de moda, incluso entre gente con ropajes que se creen de judío, entonces sonriamos con sincera amabilidad y ofrezcamos la construcción de shalom como reparación a sus vidas dañadas.

Para finalizar, ten presente lo que el Eterno dijo a través de Su profeta:

"¿Acaso el Único no hizo el cuerpo y el espíritu de ella?"
(Malaji / Malaquías 2:15)

No somos solamente espíritu, tampoco solo carne.
Somos seres multidimensionales, por obra del Eterno.
Él no nos dio ninguna de nuestras dimensiones para castigarnos o que nos sea de carga, sino para nuestro provecho y bendición.
Así pues, ve a disfrutar de lo que tienes permitido, goza de la vida, de tu porción; pero aléjate de aquello que te hace peligrar o daña. Sí, también cuídate de aquellos religiosos bien-intencionados que inventan sus sendas, las hacen pasar por antiguamente sagradas, y dejan de lado la verdadera Cabalá.

Todo mi aprecio y deseo de bienestar para ti.

Resp. 1117 – ¿Se puede acompañar una celebración idolátrica?

Ernesto Jean Pierre nos consulta:

Buen día Moré:
Pronto haré mi servicio médico rural a un pueblito donde hacen festividades a sus santos y cosas así y compañeros me han dicho que si no asisto me gano el odio de los lugareños, pero más amo a Dios y sus leyes, asi que: ¿acompañarlos en sus fiestas y tomar licor (no en exceso) con ellos es compartir su idolatría? Shalom.
Ernesto Jean Pierre U. 31 médico, Arequipa, Perú

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Resp. 1116–Pagar por ídolo perdido

carlosdelacruz nos consulta:

Estimado More Yehuda, le envío un saludo afectuoso. En mi negocio de organización de bodas, una empleada temporal perdió una imagen religiosa a su resguardo. Ahora, me exigen su reposición. No quiero pagar "una cosa como esa", pero también sé que debemos responder por cosas a nuestro resguardo. Si cedo finalmente, ¿Estaré incurriendo en una falta? Parece peor el hecho de estar pensando en "una cosa como esa". Sé que su tiempo es valioso, disculpe las molestias, saludos cordiales.
Carlos de la Cruz, 37, Banquetes, Cuernavaca, México, Noajida

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¿Así que tu hija no te hace caso?

El EGO se dispara ante el sentimiento de impotencia, sea real o imaginario.
Recurre entonces a sus herramientas: llanto, grito, golpes y/o desconexión de la realidad, cada uno con sus derivados.
Con sus maquinaciones y manipulaciones, con su violencia más o menos física y explícita, el EGO trata de atraer la atención para que alguien/algo solucione la sensación de impotencia.
De no conseguirlo, procede a desconectar a la persona de la realidad (aunque muchas veces esta desconexión ya está combinada con alguna de las otras reacciones del EGO).
Nos damos cuenta de que trata de controlar aquello que cree (o así es realmente) que no tiene poder para controlar.
Pongamos un ejemplo, uno entre millares posibles, que usaremos para clarificar la comprensión: la niña  no come, la mamá le dice que coma. La niña no come, la mamá con tono duro le ordena que coma. La niña no come, la mamá amenazando con castigos le exige que coma. La niña no come, la mamá acalorada y a grito pelado exige que coma. La niña no come, la mamá golpeando o lanzando mesa, utensilios, lo que sea que tenga a mano vocifera algo que debemos entender que es que la niña coma. La niña sigue sin comer, aunque tal vez llorisquea un poco o hace gestitos de dolor, entonces la madre abofetea a la niña y le inserta la cuchara en la boca y le mueve a manotazo limpio la mandíbula para que coma. La niña llora, se retuerce, mastica forzada, pero no traga, entonces la madre insultando se va del comedor y reclama al mundo por haber tenido una hija tan mala, tan $%%&$%&”@#@€~~€ y justifica todo lo que hizo y dice porque es por el bien de la niña, que si no se le muere desnutrida.

Es un caso real, uno entre millares posibles y con los que a diario nos enfrentamos, actuamos o padecemos.
Allí está el EGO, a las claras. El de la madre, por supuesto. Y el de la  hija también.
Es una lucha de poderes, o podercitos, para ver quien controla, y a la postre nadie controla o más bien todo es un descontrol.

El ejercicio del EGO no suele resolver positivamente nada, con ciertas excepciones que te mencionará unas líneas más abajo. Por el contrario, genera una reacción de fantasías de poderío, hasta alcanzar la ilusión de súper poderes; o por el contrario, hunde más aun a la persona en su estado o sensación de debilidad, ineptitud, ineficacia, inoperancia, fallas, fracasos.
¿Te parece que la madre del ejemplo tiene alguna autoridad, poder, o control sobre su hija? Por supuesto que tiene cierta fuerza, la que le da su complexión física y su posición social con respecto a la niña. ¿Pero tiene algún poder real, trascendente, válido? ¿Ganó la madre, la hija o todos perdieron?
El EGO por un rato puede obtener sucesos, pero a poco que se confronte con la realidad, decae todo su falso poder.

Sin embargo es bueno recordar que el EGO es necesario para toda persona, puesto que es el actor indicado en situaciones de extrema indefensión, cuando realmente la persona no tiene otros mecanismos para obtener auxilio.
Un ejemplo entre varios posibles: la marea te atrapó y te arrastra con fuerza e inexorablemente mar adentro. Ya no tienes energía ni capacidad para resistir más, sientes como decaes, como la orilla se aleja de ti rápidamente. Aunque en algún lugar de tu cerebro recuerdas que no es bueno en estos casos patalear desesperado, en este instante no piensas fríamente, te dejas llevar y alzas las manos, las mueves con locura, gritas con lo que te queda de aliento, pataleas como si en ello te fuera la vida (y es cierto). Tus movimientos y alaridos alertaron al guardavidas, quien con aplomo profesional se lanza al agua y en tu última bocanada de aire te rescata y lleva hasta la orilla.

Sí, allí actuó tu EGO tal y como debe ser, para lo que ha sido creado y por lo cual no podemos desprendernos de él.
Gracias a Dios nacemos con él, nos acompaña toda la vida y es el último en abandonarnos a la muerte.

La sabiduría no está en despreciarlo.
Tampoco en odiarlo.
Ni mucho menos en negar su presencia y existencia.
Allí está y tiene algo que aportar para que vivamos bien.

La sabiduría está en apreciar su labor y dejarlo fluir cuando no corresponde.
Admitirlo, aceptarlo, apreciarlo, pues es parte de nuestro ser en este mundo, una herramienta necesaria y provechosa, cuando no rompe los límites y ocupa roles que le quedan grandes.
No, no hay que proponerse luchar contra Él, tampoco querer controlarlo.
Lo mejor es saber que está ahí,
saber que nos hace mover como títeres (sin que esto implique que dejamos de ser responsables por nuestra conducta),
admitir que toma el control muchas veces,
pero no dejarle hacer lo que suele hacer.
Esfumar su poder, diluir su acción, que sea la voluntad guiada por el espíritu e intelecto la que controle aquello que realmente podemos controlar.

Me siento con ganas de estallar, de gritar, de insultar, de despreciar, de humillar, de golpear, de manipular, de ejercer algún tipo de violencia innecesaria y destructiva en sí misma… es lo que estoy sintiendo, ¿cómo voy a negarlo? ¡Allí está! Si lo niego, entonces me hundo en el oscuro sentimiento al que se le suma la energía que malgasto en reprimirlo o negarlo.
Si le doy rienda suelta, seguramente dañaré a otra persona, o a mí, o a algún objeto.
Entonces, admito lo que siento, también acepto que algo me ha hecho sentir impotente por lo cual se disparó automáticamente el EGO. Allí está, ¿para qué negarlo?
Respiro, me concentro en la respiración, contengo la palabra hiriente, bajo el tono de voz, no me permito actuar bajo el dominio circunstancial del EGO. Respiro y me enfoco en aspirar y expirar. Sigo con ojos internos el camino del aire por mi ser. Veo que el aire me recorre en cada célula, y por donde va atrapa “moléculas negativas” producidas por el EGO (es una metáfora), para expulsarlas con la exhalación. Veo mi interior que se limpia de la toxicidad del EGO. Mientras pasan esos segundos “mágicos” de concentración, el cerebro se activa en otras zonas, de mayor predominancia intelectual y menos instintiva. El EGO ya no podrá controlar mi conducta, ahora será otra faceta de mi persona la que se encargará de tratar con la situación que me hizo sentir impotente.
Como mi respuesta es menos violenta, menos rudimentaria, más elaborada, probablemente el otro no se sienta agredido y entonces la espiral ascendente de agresiones mutuas se vaya apagando.
O puede que el otro reaccione desde el EGO y quiera hacerme entrar en el jueguito turbio de EGOs en disputa. Lo admito, lo reconozco, lo acepto, no lo juzgo, simplemente lo dejo correr, que fluya… si respondo desde el EGO no soluciono nada, aunque quizás “venza” porque me quede con la última palabra o dé el puñetazo más fuerte.
Claro, si el otro trata de agredirme físicamente, no daré ninguna mejilla a su mala acción. Me defenderé con mis mejores armas, pero siempre procurando que no sea el EGO quien domine la situación.
Si el peligro es real, debo protegerme, es un mandato divino y moral.

Sé amable contigo así como con el prójimo.
No te exijas demasiado, no te propongas ser absolutamente ecuánime, paciente, falto de EGO. Eres persona y tienes derecho a llorar, a enojarte, a sentirte impotente, a equivocarte, a dejarte llevar, a tener emociones negativas. Tienes derecho a ello, pero NO a quebrar ninguna ley o mandamiento.
No permitas que el EGO se disfrace de santidad, de no-violencia, de pacifismo, de religiosidad extremista, de imposiciones carentes de razón. Porque el EGO te hará creer que tienes que sonreír siempre, pensar positivo siempre, no sentirte desanimado nunca, no errar jamás, juzgar duramente por los yerros, etc. Sí, el EGO se pone las ropas de un Superyó freudiano, con sus reglas imposibles, sus obtusas justificaciones, su fe ciega. Mucho cuidado de esto que puede ser mucho más peligroso que el EGO en su cara habitual.

Lo mejor es aléjate del mal y haz el bien.
Disfruta de lo permitido en tanto te apartas de lo prohibido.
No quieras controlar aquello que no puedes controlar.
No pretendas ser el mejor, el más destacado, el más perfecto, el intachable, el que nunca cae, mejor simplemente sé bueno y justo.
Aprende a pedir ayuda, incluso antes de que estés al límite de tus capacidades.
Construye shalom en cada momento, a través de actos de bondad y justicia.
Sintoniza tu Yo Vivido con tu Yo Esencial, sin imposiciones nefastas, sin venganzas, sin negaciones, sin apariencias.

¿Tienes algo para compartir ahora que leíste y comprendiste este texto que quise compartir contigo?
Por ejemplo, ¿te has visto en situaciones parecidas a la del ejemplo de la madre o del bañista?
¿Cómo crees que sería mejor que la madre actuara ante el no comer de su hija?
¿Padeces mucho a causa de tu EGO?
¿Eres demasiado exigente contigo?
¿O tal vez muy indulgente?
¿Y con los demás?
¿Ya te aburre que enseñemos acerca del EGO o sientes que cada vez aprendes algo que es útil, práctico y de bendición?

¡Que pases una jornada excelente!