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De falacias estamos cargados

Hay algunas falacias que la gente, con muy buena intención, difunde como si se trataran de fundamentos del judaísmo (y/o noajismo) y aportaran a una vida realmente espiritual.
A veces son atribuidas a fuentes rabínicas, de mayor o menor alcance, sea esto cierto o no; lo cual no le brinda ni quita un gramo de valor.
En otras oportunidades se expresan con una convicción tal, que atreverse a pensar y expresar algo diferente es tratado como una herejía.
En otras ocasiones, son frases tan lindas, tan llenas de emotividad manipulativa, que resulta difícil levantar una voz de cordura espiritual.
Y sí, está también la posibilidad de que uno quiera creer en esas cosas maravillosas, tan llenas de magia, de supuesto poder, de “fe”, porque son una especie de bálsamo para las penurias reales, o una fantasía de alcanzar un estado de felicidad que en el fondo se sabe lejano.

Es común que mezclen a Dios en esas cuestiones, como para reivindicar la validez y el alcance.
Es habitual que sean de carácter optimista, esperanzador, aunque choquen directamente con las evidencias empíricas y el estudio racional y fundamentado.
A primera vista, son atractivas, y no invitan a reflexionar ni a profundizar; sino meramente a introducir en los esquemas de pensamiento, hacerlas parte de las creencias irracionales que nos manejan.

Es triste ver que se repiten, se comparten, se difunden, hasta por gente inteligente y preparada; ¡vaya uno a saber la motivación para ello! No creo que sea algo consciente y negativo, sino más bien una forma de encontrar orden donde hay caos, habilitar imaginación de poder allí en donde hay impotencia.
Es penoso que sean más admiradas y aprobadas que citas reales, cuerdas, coherentes, que provienen de fuentes valiosas y que brindan el poder certero.
Pero bueno, así es la vida, el reinado del EGO, cuando es la NESHAMÁ la que permanece oculta e ignorada.

Algunas de estas creencias erróneas, pero adoradas como caminos dorados al Señor son:

1- Todo viene de Dios.

2- Todo es para bien.

3- Cada situación en la vida contiene una enseñanza vital.

Podría dar largas demostraciones para traer luz ante tanta oscuridad, pero escojo ser breve y directo; aquel que quiera y pueda, comprenderá y compartirá.

1- Sí, es evidente que toda la creación es obra del Eterno.
Pero, no todo lo que ocurre es hecho por Él.
Porque si así fuera, entonces no hay libre albedrío.
Y sabemos, con absoluta seguridad, que éste sí es un principio fundamental e irrenunciable dentro del judaísmo.
Existe la libertad para que el hombre escoja entre el bien y el mal, por tanto, no todo lo que ocurre es obra de Dios, ni viene de Él.
Porque si todo viene de Dios, entonces sería ridículo que Él haga al hombre responsable por sus conductas.

2- No, no todo es para bien.
Si así fuera, entonces Dios no habría decretado leyes que castigan las malas (o erróneas) acciones; ni hubiera dado alternativas para aquel que quisiera reparar lo dañado.
Si todo fuera para bien, entonces Dios habría dicho algo así como: “Soporta lo que sea con estoicismo, hasta que seas iluminado con la conciencia de que todo lo que te ocurre es para bien”.
Sin embargo, Él ha dicho que sea castigada la mala acción, y/o brindó mecanismos para rectificar la conducta y recomponer el mal.
Sí, a veces uno puede rebuscar en lo negativo y encontrar cómo luego se produjo algo positivo, y entonces vincular como causal ambas cosas. Puede que lo sea, puede que no.

3- Es evidente que sí, hasta de la peor catástrofe uno puede filosofar y descubrir asuntos muy interesantes y que incluso pudiera aplicarse para beneficiar a sí mismo y/o al prójimo.
Por supuesto que es admirable mitigar la pena de la impotencia descubriendo algo provechoso.
Pero, reitero, esto no disculpa la desgracia, ni hace que el trago amargo sea dulce y deseado.
A veces se puede aprender de maneras más agradables la misma o mejor lección; eso no quiere decir que haciendo un gran esfuerzo se pueda extraer moralejas de todo.

¿Qué preferimos creer, que en el mundo existen espacios que el Eterno deja para que ocurran las coincidencias; o que todo está digitado obsesivamente desde Arriba?
¿Qué nos consuela y da mayor esperanza, suponer que de alguna forma hasta lo espantoso tiene algo finalmente que será bueno; o que el mal opera en el universo y a veces no se encuentra mucho para rescatar luego de su paso?
¿Qué nos da una palmadita en la espalda, adoctrinarnos para actuar con ridículo optimismo, allí en donde no lo amerita; o sufrir lo que es necesario, para también crecer a pesar de ello (o gracias a ello) en la construcción de SHALOM?

Con humildad te digo que me parece mejor dejar de lado el malabarismo teológico y metafísico, y aprender a construir SHALOM en todo momento.
Dentro y fuera.
En las emociones, en los pensamientos, en las palabras, en las acciones.
Hablar menos DE Dios, y más a Él, pero especialmente hacer lo que Él nos pide, que es llevar una existencia de bondad y justicia, con lealtad a Sus mandatos (aquellos que nos corresponden).

Entonces, podremos vivir en un mundo más justo, más bueno, con mayor sentido y poder real.
Comparte si estás de acuerdo, piénsalo si no.

Los lindos linderos

Los límites son parte sustancial de nuestra existencia.
Tanto los internos como los externos.
Aquellos que son compartidos, tales como los exclusivos e individuales.
Los que refieren a realidades materiales, tanto como los que incluyen otras esferas de nuestro ser.
Sin límites no somos.

Cuando los límites se traspasan, suceden transformaciones, a veces permanentes, otras temporales; unas positivas, otras no tanto. Podría tratarse de un hecho voluntario, buscado, que persigue un fin noble y beneficioso. Pero podría ser el resultado de la ignorancia, o la inconsciencia, e incluso de la incursión adrede en el terreno prohibido.
Es necesario evaluar con la mayor objetividad y claridad los motivos, las acciones, los resultados.
Lo cierto es que, algunos límites deben ser quebrados, mientras otros deben ser sostenidos sin miramientos.
La flexibilidad es aconsejable, siempre y cuando no involucre el mal innecesario e incorrecto.

Podrían ocurrir tergiversación de los límites, lo cual conllevaría algún tipo de conflicto, o confusión, o enfermedad, o daño; porque, aquello que debiera estar establecido es amañado, confundido, desfigurado, provocando con ello una perdida de referencias y de seguridad.

De acuerdo a la relación con los límites podemos reconocer las siguientes maneras de expresar nuestro Yo Vivido:

a- No es consciente de los límites, su estructura y estado mentales no le permiten registrarlos. Su mundo es frágil, caótico, muchas veces incoherente.

b- Es consciente de su existencia, pero los quiebra adrede y por lo general provocando daños en otros, a veces en sí mismos. No expresa culpa, no siente remordimientos, no admite arrepentimiento. Está su deseo, probablemente trastornado, por encima de cualquier miramiento ético o moral.
Dependiendo de su educación y nivel intelectual, podrían desarrollar mecanismos muy perversos de manipulación, doblegando a su gusto e interés los límites, pero detrás de una pulcra máscara que los hace difíciles de detectar a primera vista.

c- Es bastante consciente de los límites, los traspasa a menudo, para volver rápidamente a una zona de aparente confort, detrás de sus barreras protectoras. Seduce, para retraerse. Llama la atención, para esconderse luego. Atrapa en sus juegos, para más tarde no saber cómo salir de ellos. Está en un vaivén que atraviesa los límites, teniendo luego la necesidad de reducirse a aquellos que le resultan conocidos y resguardados.

d- Refuerza los límites, satura con ellos, los sostiene con todas sus energías e incluso los inventa allí en donde no existen. Se amuralla parapetándose en esos límites estrictos, asfixiantes, que impiden cualquier cambio o transformación, aunque por lo mismo los cambios sobrevienen de manera catastrófica, culposa, angustiosa.

e- Opera como si los límites fueran en malla, dando por sentado que él tiene derecho para obviarlos de acuerdo al propio beneficio; pero el afuera no debe traspasar en modo alguno aquello que él sostiene y detrás de lo cual se escuda.
Una variante es la que lo de fuera es sentido como límite infranqueable, mientras el límite propio protector puede ser vulnerado sin más.
Otra variante, cuando se vive el límite de manera difusa, aunque se es consciente de él.

f- Es consciente de los límites, coopera en preservarlos cuando beneficia a sí mismo y a otro/s; asume el compromiso de restaurar aquellos que ha quebrado injustamente; trabaja en superarlos cuando es lo apropiado para salir de la zona de confort, crecer, etc.

En todos los casos cuando a causa del traspaso de límites, se manifieste sufrimiento, daños, angustias, sentimiento de culpa, miedos persistentes, sería recomendable la asistencia para visualizar los límites adecuados y saludables, así como estrategias para preservarlos, repararlos, fortalecerlos, ajustarlos a una realidad más dichosa y saludable.
Así también construimos SHALOM, pues pensamos, hablamos y actuamos plenos de bondad Y justicia.

«Así ha dicho el Eterno: Practicad el derecho y la justicia; librad a quien es despojado de mano del opresor; no maltratéis ni tratéis con violencia al forastero, ni al huérfano ni a la viuda; no derraméis sangre inocente en este lugar.
Porque si realmente ponéis por obra esta palabra, entonces entrarán por las puertas de esta casa, en carros y a caballo, los reyes que se sientan sobre el trono de David, ellos, sus servidores y su pueblo.
Pero si no escucháis estas palabras, por Mí mismo he jurado, dice el Eterno, que esta casa será desolada.»
(Irmiá / Jeremías 22:3-5)

TESHUVÁ, poderosa herramienta de sanación

TESHUVÁ, el proceso de retorno, el arrepentimiento completo y sincero,
es un poderoso instrumento para la rectificación y curación
del ser,
de los vínculos,
de la sociedad,
del mundo.

Mientras tapamos, negamos, obviamos, justificamos, excusamos, profundizamos
aquella conducta errónea,
nos estamos hundiendo más en el dolor, la culpa, la angustia, el miedo, la desesperación, la falsedad.
Aunque seamos maestros en mentirnos a nosotros,
y a los demás,
en tanto quede un resto sin saldar,
las energías no fluyen saludable ni satisfactoriamente.

TESHUVÁ, es la gran respuesta al alcance.
Aprende acerca de ella,
practícala,
compártela.

Buena vida

No todos son lideres, ni tienen la fuerza de uno.
Tampoco es necesario, ni bueno que todos anden a la cabeza conduciendo,
ya que todos los elementos son necesarios y provechosos en el sistema,
de acuerdo a su condición, a su lugar.
Cada uno tiene sus virtudes, que debe reconocer y aprovechar,
para irradiar su belleza interna, su luz, y acomodar su Yo Vivido a su Yo Auténtico.

Metas actuales

Reconciliación con el ahora,
no llorar,
no culpas,
no angustias,
no ansiedades,
no excusas,
recomponer los retazos,
reponer lo dañado,
liberar el enojo a través del perdón,
fortalecerse allí en donde el sentimiento de impotencia acongoja,
encontrar metas posibles y hacerlas realidad,
y cuando sea algo imposible, reconocerlo.

Lenguaje de SHALOM

Estudiamos muchas veces la importancia de conocer y emplear la Comunicación Auténtica (CA).
No es solamente un instrumento excelente para reducir los conflictos con el prójimo y promover el entendimiento, sino también una herramienta esencial a la hora de doblegar el reinado corrupto del EGO por sobre la persona, y por tanto, alentar una vida menos estresada, más disfrutable, armoniosa con la tarea de construir SHALOM.
Por tanto, repasar la temática de la CA, continuar profundizando en ella, retomar ideas para fortalecerlas, reiterar ejercicios, seguir entrenando es una tarea necesaria y positiva.

Quizás no habías prestado atención hasta ahora a lo que te comentaré a continuación: empleamos muy a menudo un lenguaje agresivo, confrontativo, incluso en situaciones que no demuestran necesidad de estar a la defensiva ferozmente, ni a la guerrera ofensiva, como si de una campaña militar se tratara. Puede ser en lo que decimos, o en la manera que lo hacemos; porque nuestra comunicación no se basa exclusivamente en palabras, sino especialmente en tonalidades, entonaciones, gestos, y todo aquello que acompaña al texto (hablado o escrito).
Desde lo más evidente hasta lo más disimulado, la agresividad campea, con su estilo guerrero, tal como si estuviéramos realmente en una contienda militar.
La explicación que podemos visualizar es bastante clara y directa: es que, sentimos la impotencia de manera casi constante, estamos sumergidos en esa sensación de no-poder  y las reacciones automáticas ante ella son las del EGO, con sus llantos, gritos, pataleos y cualquiera de sus derivados, así como el desconectarse de la realidad. Todo ello tendiente a obtener alguna liberación del dolor causado por sentir impotencia, así como mecanismo para alcanzar algún grado de control, verdadero o ilusorio, que reduzca el displacer y asegure la existencia.

Se dicen cosas tales como:

  • “Pelear por las ideas”,
  • “la vida es una lucha”,
  • “conquistar un derecho”,
  • “estar pertrechados para el emprendimiento”,
  • “no me moveré ni un centímetro de mis creencias”,
  • “perder la batalla”,
  • “estar armado para la vida”,
  • “somos nosotros contra ellos”

y otras similares.

En tanto el mundo es sentido como peligroso, hostil, fuente de impotencia, y respondamos automáticamente a ello, difícilmente encontremos expresiones de SHALOM.
Añadimos nuestra cuota de agresión (la cual incluye también a todo tipo de manipulación emocional), la cual repercute en el otro haciéndole sentir impotencia.
Y cuando ese diálogo confrontativo es con uno mismo, en una charla interna, entonces el caldero de la amargura bulle con mayor calor y presión.

Tenemos entonces expresiones tales como:

  • “Nadie me quiere”,
  • “no sirvo para nada”,
  • “hago todo mal”,
  • “la vida es injusta y la gente es mala”,
  • “el otro es el preferido y a mí me dejan de lado”,
  • “siempre me cargan a mí con las culpas/responsabilidades/tareas/etc.”,
  • “mi destino es espantoso”,
  • “no tengo cómo cambiar esto”,
  • “repartí mil currículum pero nadie me llamó ni lo hará”,
  • “siempre tomo decisiones equivocadas”,
  • “tengo que seguir con esta pareja porque nadie más me podría querer/soportar/amar/vivir conmigo”,
  • “este trabajo es horrible y mal pago, pero es lo único seguro que tengo”,
  • “¿quién va a venir a mi fiesta? mejor no hago nada y listo”,
  • ”lo que me pasa/pasó es terrible y no hay como despegarse de ello”

y otras por el estilo.

Como puedes apreciar, son negativas, refuerzan el sentimiento de impotencia, generan ansiedad a futuro, viven de culpas hacia el pasado, generalizan magnificando lo debilitante, absolutizan prohibiendo la posibilidad de discernir variaciones.
En resumen, son frases típicamente pergeñadas por el EGO, que se construyen con los llantos/gritos/pataleos/desconexión de la realidad.
No buscan resolver, ni mejorar, sino regodearse con el dolor, amplificarlo, esparcirlo, hacerlo rebotar en los otros.
Afirman y confirman la falta de control, al mismo tiempo que de cierta forma pretenden dominar lo que no puede ser dominado por medio de fórmulas mágicas o trampas de manipulación.

Se puede hacer algo diferente.
Reconocer el sentimiento de impotencia, admitir nuestra falta de control allí en donde ocurra, pero no aumentarlo con nuestras expresiones.
Usar un lenguaje afirmativo, asertivo.
Y por sobre todo, estar en sintonía con la construcción de SHALOM, que son pensamientos, palabras, acciones de bondad Y justicia.
Entonces, a las frases del EGO que escribimos antes, las podemos reemplazar con:

  • “exponer las ideas”,
  • “la vida es una aventura”,
  • “ser consciente de un derecho”,
  • “estar capacitado para el emprendimiento”,
  • “evaluar mis creencias”,
  • “perder esta oportunidad, pero prepararse para la siguiente”,
  • “estar preparado para la vida”,
  • “somos nosotros y ellos, habrá cosas que nos separen y otras que nos unan”,
  • “hay gente que me quiere y otra que no”,
  • “hay cosas paras las soy adecuado y otras que no”,
  • “hago cosas bien y otras no tanto”,
  • “hay situaciones injustas y gente que actúa mal”,
  • “el otro tiene ventajas y yo tengo las mías”,
  • “hay ocasiones en que las culpas/responsabilidades/tareas/etc. me corresponden”,
  • “mi destino depende en buena medida de mis decisiones, haré mi mejor esfuerzo sabiendo que el resultado final no depende exclusivamente de mí”,
  • “aquello que pueda cambiar, probaré de hacerlo, tengo un cierto poder que debo ejercer”,
  • “repartí mil currículum pero nadie me llamó ni lo hará, hasta ahora, igualmente seguiré haciendo lo que puedo hacer”,
  • “he tomado decisiones equivocadas, aunque en su momento parecían las mejores, por tanto, debo evaluar con mayor conocimiento aunque sé que luego quizás no resultó ser lo mejor”,
  • “seguiré con esta pareja porque es lo que mejor nos hace a ambos”,
  • “este trabajo es poco gratificante y el salario no alcanza, pero es lo único seguro que tengo por el momento, ¿qué puedo proponer para mejorar mi existencia?”,
  • “¿quién va a venir a mi fiesta? invitaré, planificaré, y luego disfrutaremos aquellos que estemos”,
  • ”lo que me pasa/pasó es terrible, ¿cómo puedo usar esto como experiencia para mejorar mi vida y la de otros?”.

Podemos continuar usando el lenguaje del EGO, o ejercitarnos en el del SHALOM.
Está a nuestro alcance usar otros modos de comunicar, que aporten a la comprensión, la negociación, el mutuo beneficio, el avance positivo.
Tal vez parezca que no cambia mucho el variar la comunicación, pero realmente es uno de los pilares que estructura nuestra realidad.

Caos y LUZ

De pronto, te ves envuelto en una situación de impotencia.
Algo no sale como quieres, o sientes el caos que te rodea, o provocaste un incidente negativo, o cualquiera de las otras ocasiones que a cada instante te generan sentimiento de impotencia.

No es fácil mantener la paciencia, la calma, la firmeza, el sentido de poder.
De hecho, de manera automática brota el impulso a gritar, a llorar, a golpear, a escapar de la situación.
Como un repentino remolino que nos envuelve y trata de arrastranos, es la irrupción espontanea del caos violento.

Sin embargo, en un espacio y tiempo dentro de ti existe la LUZ,
una LUZ poderosa,
que está unida al Todopoderoso,
que es de vida y plenitud.
Puedes permitir que esa LUZ fluya y alumbre,
que las sombras se corran y que sientas fuerza, bienestar, orden inspirador.

No viene de fuera el bálsamo redentor,
sino de aquello más auténtico que eres.
De esa porción intocada e intachable que eres.

Confía en el Todopoderoso,
abrázate a Él,
despliega tus alas de LUZ,
no te dejes atrapar por las redes del caos,
permite que lo que no puedes controlar fluya sin arrastrarte al fango,
en tanto haces tu parte, aquella que realmente está en tu dominio.

La impotencia seguirá existiendo,
atravesarás males tormentosos,
el mal te golpeará,
seguirás padeciendo de las injusticias provocadas por los desviados,
cometerás errores,
sí, la impotencia se mantendrá presente.
Pero tu respuesta será de vida, de LUZ,
en tanto recuerdes que eres de LUZ.

La culpa es de la culpa

Echar culpas, es algo tan común, tan usado.
Puede ser a uno mismo, a alguien cercano, a individuos o colectivos lejanos, a Dios, a la vida, a factores intangibles varios, a quien sea con tal de echar culpas como algo corriente y habitual.
Y muchas veces se recurre a hacer sentir culpable, sin que exista una real culpa detrás, como factor determinante para conseguir manipular, doblegar, someter, presionar, victimizarse, inducir al chantaje emocional.

Desde muy pequeños se nos introduce al mundo del sentimiento de culpa.
Si no somos o hacemos aquello que el adulto espera de nosotros, pronto aparecen las maquinaciones culposas. Sea a través de palabras o silencios, gestos o indicios, castigos o amenazas, abandonos o atosigamiento, cualquiera sea el instrumento empleado, se nos hace sentir y creer que somos inútiles, indignos de amor, incapaces, no merecedores de respeto, malos, o cualquier otra imagen distorsionada que nos derrumba y esclaviza.
Aprendemos a sentirnos y creernos culpables, pero también a usar esas herramientas destructivas en los otros.
Y aprendemos a estar a las órdenes del EGO, aún más. A ser serviciales a los mandados que nos perjudican, con promesas de obtener alguna satisfacción ilusoria. Porque se nos adoctrina con el mensaje: “si eres como yo quiero, entonces serás feliz”. Y en ese mismo sentido las religiones también adoctrinan, con sus constantes proclamas de que eres pecador, que estás fallado, que estás perdido y sin salvación; aunque, si eres dócil y renuncias a tu independencia y pensamiento, para ser un fiel sin conciencia, entonces obtendrás todo tipo de recompensas mágicas, en este mundo o en alguno ilusorio por venir.  (Recordemos que ni judaísmo ni noajismo son religiones, aunque hay muchos que los consideran así y los viven de esa manera).
El truco de la religión, de toda religión, es hacerte sentir impotente, culpable, falto de sentido, incapaz de ser por ti mismo y en intimidad con el Eterno; por todo ellos eres merecedor de castigos, dolores, males, exilios, tormentos, torturas; para luego ofrecerte la pócima mágica que es exclusiva de la religión, te dejas adoctrinar, te sometes, te conviertes en un siervo lleno de fe irracional, actúas de acuerdo a las órdenes de tus líderes religiosos, y entonces, solamente así todos los problemas se resuelven para ti. Sea con promesas aquí o en mundo fantásticos de los cuales no existen evidencias ni prueba alguna.

Ya estudiamos que no es lo mismo ser culpable de algo que sentirse culpable.
Cuando existe real culpa, entonces es posible realizar algún procedimiento reparatorio o de reintegro, es decir ser responsable en mejorar la existencia.
Pero, cuando lo que hay es sentimiento de culpa, entonces no hay forma de corregir aquello que no tiene substancia; por tanto, cuando lo que impera es el sentimiento de culpa se entra en un círculo vicioso en el cual se va cayendo más y más bajo el peso de esa irreal culpa, a no ser que se advierta la trampa y se enfrente la falsedad para erradicarla.

Y esto, precisamente, es el punto.
Sea con culpa real o con sentimiento de culpa, lo necesario es despertar, tomar consciencia, no dejarse atormentar por el EGO (propio o ajeno) en su tarea de someternos a la impotencia.
Para, ser responsables.
Para hacernos cargo de nuestra parte y no cargar las mochilas de otros.
Para andar la senda de la TESHUVÁ, en vez de girar en impotencia, atrapado en celditas mentales, siendo ineficientes e ineficaces.

Despertar y no ser más víctima, o no tomar el papel de una sin serlo.

Pero, pareciera que se siente más simple seguir acumulando desperdicios en vez de emprender una tarea constructiva, de limpieza.
Porque, tomarse las cosas responsablemente, actuar construyendo SHALOM, asumir las reales consecuencias y corregir lo equivocado implica trabajo, esfuerzo, desistir, ser consciente de la propia impotencia y no hundirse por ello; en cambio, con recriminaciones, quejas, insultos, prejuicios, rebeldías, abusos, agresiones, no se precisa elaborar nada. Solamente malgastar la energía en esas cosas enfermizas y agobiantes, pero que aparentan brindar una cierta dosis de poder.

No permitas que eso siga ocurriendo.
Deja de echar culpas, a ti o a otros.
Deja de criticar irracionalmente.
Deja las torturas.
Deja los mecanismos manipulativos.
Deja de lado todo rastro de religión y sus métodos.
Acéptate, con tus luces y sombras.
Reconoce aquello que realmente es erróneo y si es posible mejorarlo, emprende la tarea de hacerlo.
Conversa íntimamente con el Eterno.
Descubre Su LUZ en ti, que es la NESHAMÁ.
Construye SHALOM por medio de acciones de bondad y justicia.
Estudia aquello que te corresponde y edifica.
Desaprende lo que te abruma.
Aprende nuevas maneras de comportarte.
No pretendas dominar lo que está fuera de tu control.
Quiérete, pero no por ello encuentres pretextos para hacer lo que sigues haciendo y está mal.
Ayuda a otros a despertar, pero sin forzar, sin obligar, sin violentar y por supuesto que sin recurrir a la manipulación emocional (echando culpas, por ejemplo).
Conoce más de ti, ten presente los mandamientos que te corresponde cumplir y hazlo, pues es el modo de manifestar la NESHAMÁ en este mundo.
Habla con compasión, pero sé estricto con el mal.

Podrás estar mejor, más libre, más feliz.
¡Te lo debes!

Hele eloheija

“Hele eloheija” – “Éste es tu dios/poderoso/líder/juez/superior” (Shemot / Éxodo 32:4).
Con esta proclama se presentó ante aquellos israelitas y añadidos descarriados el becerro de oro.
¿Estaba en lugar del Eterno?
¿Como reemplazo del líder Moshé?
¿A modo de conector sobrenatural entre el hombre y la divinidad?
¿Para servir como bastón para los dudosos y desesperados por evidencias de la fe?
Sea como fuera, era un acto aborrecible y aborrecido por el Eterno. Fue una traición.
Así y todo, es una conducta típica del hombre.
Tanto el erigir dioses como aclamarlos con fervor religioso, y en eso perder la conciencia de la Presencia constante del Padre así como nuestra tarea como hijos de Él.

Podemos vivir como religiosos o podemos hacerlo como lo que somos, porciones de Luz habitando un limitado tiempo y espacio.
Podemos desesperarnos por actos rituales, repetición de lemas y gestos, adoración de hombres y amuletos, esclavizarnos al EGO y sus máscaras; o podemos ser dignos seres multidimensionales, haciendo lo posible para desplegar el espíritu en el mundo, el mundo dotando de experiencias sensoriales al espíritu.

Que tu deidad sea el Eterno, solamente.
Que tu lealtad sea hacia Él y hacia la NESHAMÁ (espíritu) que es Su chispa que eres tú.

Lección de vida

Moshé era de la familia real egipcia.
Durante un tiempo tuvo importante cargo de gobierno en el imperio más poderoso de la época.
Por derecho de nacimiento, además, era miembro de una estirpe noble, directo descendiente de los patriarcas de la familia fiel a Dios.
Fue escogido por el Eterno para ser Su portavoz, el encargado de presentarse ante faraón para pedir por la liberación de Israel.
Acompañó a los israelitas en su periplo por el desierto, por su intermedio el Eterno manifestaba milagros y hacía presente Sus mandatos y designios.
Fue quien conversó “face to face” con el Eterno, en un altísimo grado de profecía inigualado por cualquier otro profeta de la santa nación.
¿Había otro hombre más poderoso, importante, elevado, espiritual, en su época?

Cuando su suegro, Itró, le dio un interesante consejo para organizar socialmente e institucionalmente al naciente pueblo de Israel, Moshé podría haber impuesto su criterio, demostrado su poder, dejado en claro que Itró era parte del pasado y había sido superado por él.
Podría, también, expulsarlo brutalmente, hacerlo callar, amenazarlo, difamarlo, presionarlo, enviar matones para atormentarlo, ignorarlo soberbiamente e incluso podría haberse burlado sin temer por ello consecuencia alguna.
Sí, está claro que ante la intromisión de su suegro en el ordenamiento de Israel, Moshé podría haber reaccionado desde el EGO, ¿por qué no? Si estaba ante una situación de impotencia, sea real o sentida, ya que era patente que el sabio y coordinado era Itró y no él.
Sí, cualquier otro probablemente mordido por la ponzoña del EGO se habría dejado llevar por las herramientas del EGO, con tal de demostrar alguna especie de control, de ejercer aunque sea la apariencia externa de poder.

Pero, no fue así con Moshé, puesto que:

«Moshé escuchó el consejo de su suegro e hizo todo lo que él dijo.»
(Shemot / Éxodo 18:24)

¿Está claro?
Escuchó atentamente, comprendió, pensó, desecho las inquietudes del EGO para expresarse con coherencia y a favor del SHALOM.
Resaltó lo positivo, puesto que atendió a su brújula ética, que es la constante vocecita de la NESHAMÁ (que es la calmada voz del espíritu que resuena en cada uno de nosotros).
Por lo cual, privilegió la respuesta saludable, la que otorgaba dignidad a su suegro, beneficios a su pueblo y tranquilidad para sí por encima de cualquier sentimiento de inferioridad que le hubiese atacado en ese instante.
Será éste uno de los motivos que la Torá establece con rotunda firmeza que:

«Y el hombre Moshé era muy humilde, más que cualquiera de los hombres sobre la faz de la tierra.»
(Bemidbar / Números 12:3)

Tal vez ésta era la virtud suprema del líder de Israel.
No su nivel profético, no los tremendos milagros obrados por su intermedio, no ser el receptor de la Torá, o cualquier otra notable cualidad y acción.
Por encima de todo lo otro, o tal vez por debajo como firme base, estaba la verdadera y genuina humildad.

Humilde, en sentido espiritual auténtico, es aquel que sabe su lugar, conoce su potencial, comprende sus limitaciones y desarrolla todo lo posible de sí mismo construyendo SHALOM (actuando con bondad Y justicia, siendo leal).
Éste era Moshé, nuestro rabino (maestro), aquel que había trabajado su Yo Vivido (personalidad) para sintonizarlo finamente con su Yo Esencial (NESHAMÁ), alcanzando así las alturas máximas conocidas por los hombres.
¡Tenemos tanto para aprender de esto!
Pero no como teoría, ni para regocijo mental, ni siquiera para ponerlo como artículo de “fe”, sino para involucrarnos en el trabajo de perfeccionamiento de nuestro ser, para llevar nuestro Yo Vivido a estar en armonía con el Yo Esencial.

¡Es una impresionante lección para todos!
Construye SHALOM, sé compasivo pero sin abandonar la justicia, sé justo pero sin dejar de lado la afabilidad.
Trabaja sin pausa por mejorar.
Comparte con el prójimo, y acepta lo que él comparte sanamente contigo y agradécele.
Rodéate de gente que te impulse a ser más positivo (en el sentido original y no en el prostituido de la New Age).
Sé espiritual y con ello estarás influencia a tu entorno a serlo también.

El resultado final, no depende de ti.