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Fantasías de poder Yoico

Uno de las parábolas del Maguid de Dubno nos cuenta que:

En cierta ocasión un grupo de turistas ciegos se extravía de su guía.
Los encuentra un malvado bromista que decide jugarles una mala pasada.
Así que, en alta voz dice: "Aquí tienes la bolsa repleta de monedas de oro, tú te quedas a cargo de repartirlas equitativamente entre todos ustedes".
Obviamente que no había tal bolsa, ni las tales monedas de oro; pero ESO los ciegos no lo sabían.
Lo que sabían era que, sin motivo, debían recibir un premio y que no lo habían recibido aún.
Por lo tanto, comenzaron a recriminarse uno al otro, y bien pronto olvidaron que eran amigos y que estaban perdidos de su camino. Pues, ahora lo único que les importaba era reñir para obtener lo que creían que les correspondía.

Preguntas para reflexionar y crecer:

  • ¿Cómo se puede relacionar este relato con el tema de la construcción del Shalom?

  • ¿A quiénes están representando los ciegos extraviados del cuento?

  • ¿Qué simboliza la bolsa con monedas de oro inexistentes?

  • ¿Cómo conseguir la paz nuevamente en este grupo?

  • ¿Cómo vinculas este relato con tu propia vida?

  • ¿Cómo opera el EGO en tu vida?

  • ¿Cómo daña tu existencia, multidimensionalmente, el EGO?

Te agradeceré que compartas tus respuestas aquí debajo, en la sección de comentarios.

Gracias.

Ay el eGO

Para los hijos de Israel está semana corresponde la lectura de la sección denominada Vaikrá, en el comienzo mismo del tercer libro de la Torá, el llamado Levítico.
Como procuramos hacer, en respeto a las leyes del Eterno, tratemos de encontrar alguna enseñanza apta para la espiritualidad noájica a partir del texto sagrado del pueblo judío.
Sin violentar identidades, sin usurpar patrimonios, sin quebrantar reglas, sin añadir con buenas intenciones pero escaso discernimiento de la pureza espiritual que sintoniza con el alma del gentil.
Recordemos que son muchos los que queriendo hacer más de la cuenta, llevados aparentemente por buenas intenciones, terminan haciendo lo que no debe ser hecho y apartándose del camino que el hombre debe transitar.
El camino del gentil es perfecto, diseñado por Dios, cuenta con Siete Mandamientos, no más.
Por supuesto que se puede perfeccionar la conducta, sin desviarse ni un ápice de los mandamientos correspondientes, sin apropiarse de lo que no es propio.
El perfeccionamiento de la conducta lleva al desarrollo de la ética, pues es en ese aspecto que los mandamientos judaicos pueden servir como paradigma para los gentiles.
En lo ético, NO en lo ritual ni en lo idiosincrático para los miembros de la nación judía.
Así pues, vayamos a la pequeña/inmensa enseñanza ética, una de las varias, que podemos elaborar a partir de una porción de la sección semanal que está establecida en el ciclo de lecturas de Torá para los judíos.

Se encuentra allí:

"Habla a los hijos de Israel, diciendo: cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos de Hashem sobre cosas que no se han de hacer, y obrare contra alguno de ellos
(Vaikrá 4:2)

Releemos: “mandamientos de Dios sobre cosas que NO han de hacerse”.
Reiteramos: “mandamientos sobre cosas que NO se deben de hacer”.
¿Por qué la Torá menciona las "cosas que no se han de hacer" por parte de la persona como mandamientos?

Una de las respuestas plausibles la brinda el Rabbí Levi Itzjak de Berditchev, quien explicaba que era para enseñarnos cuan despreciable es para el Eterno el orgullo de la persona.

Te lo explico.
Una persona que actúa incorrectamente y se le advierte de su defectuoso proceder, puede retroceder en su actitud, entonces también tratará de enmendar sus acciones y su conducta indigna, haciendo Teshuvá, arrepintiéndose y corrigiendo en lo posible el perjuicio ocasionado.
Sintetizo: haces algo malo, te avisan, tomas conciencia y decides perfeccionar tu vida y corregir el daño ocasionado.
Es algo que ocurre, gracias a Dios.
Es la “magia” de la Teshuvá, el proceso de arrepentimiento completo y sincero.

Pero, ¿qué pasa cuando el EGO obstaculiza a la persona este camino de retorno?
¿Qué sucede cuando la vista espiritual de la persona está nublada a causa del influjo nefasto de su EGO?
¿Qué acontece cuando alguien no admite que está haciendo algo incorrecto, o no acepta que lo corrijan, o se niega a reconocer que se equivoca, o da excusas para seguir andando por la senda oscura, o pudiendo corregir se empeña en afear aún más su vida y el entorno?
¿Qué pasa cuando al comando del EGO la persona se niega a cambiar favorablemente?
La respuesta es evidente en sí misma.
El EGO se opone a rajatabla a la Teshuvá, y cuando la acepta es solamente parcialmente y como truco para incentivar a la persona aún más a apartarse del camino de la Luz.
Es dejar a la persona dar un paso atrás de su mal hacer, para luego llevarla dos pasos a las corridas en la dirección del mal… es tan común, tan corriente, tan habitual que ni siquiera te das cuenta que tú actúas así…
En muchas ocasiones esto se manifiesta como actitudes orgullosas de la persona.
El que deniega la corrección oportuna, pues ¿cómo tal persona me viene a decir a MÍ que tengo que hacer o no?
¿Cómo osa alguien señalarme que YO me equivoqué?
¿Quién se atreve a enjuiciarME, por qué primero no se juzgan a sí mismos en lugar de meterse CONMIGO… no son solamente de Dios los juicios?
¿Acaso no se dan cuenta de que esto que hago es bueno, pero ellos no tienen la mente limpia como para alcanzar MI nivel de conciencia y sabiduría?
En fin, excusas, palabrería, escudos herrumbrados, murallas agujereadas, intentos de eludir la responsabilidad y equilibrar el Yo Vivido para seguir bajo la bota cruel del EGO, en la fantasía de ser súper poderoso…

Para estas personas se les recuerda que lo que está haciendo mal ha sido codificado por Dios como mandamiento, como una ley, para que no sea hecho así.
No es el parecer de tal o cual maestro, ni erudición de hombres, ni lo que a mí me parece, sino un mandato directo emanado del Uno y Único.
Chico, es un mandamiento no una linda costumbre para acatar si te viene en gana…
Muchacho, aunque a ti te parezca que eres genial y lo que haces es cool, te advierten que Dios piensa otra cosa ….
Joven, tú puedes manipular a los que te oyen y torpemente te admiten en tus fantasías y yerros, pero Dios ha decidido algo que tú no estás cumpliendo…
Cuate, bájale a tu “auto estima”, porque de tan gordo que estás emocionalmente apenas si alcanzas a ver otra cosa que no sea tu vientre…

¿Se entiende el porqué el orgullo, esa pompa muy inflada de aire maloliente, no es más que un enorme obstáculo para crecer y llevar una vida de plenitud en bendición?

Pero, hay otro componente del orgullo, tanto o más nocivo que éste.

Ocurre también que la persona cegada por el EGO, cuando ciertamente cumple con algún mandamiento, siente su corazón repleto de ese sentimiento innoble del orgullo, y se arrebata su espíritu inflamado de arrogancia, se pavonea luciendo su arrogancia.
En un caso así, a pesar de haber cumplido con alguno de los preceptos del Eterno, por su veleidosa actitud se considera que ha pecado grandemente, pues, no cumplió con el mandamiento a causa de su lealtad a Dios, para honor del Eterno, sino como mérito propio, para agradar a su propio EGO.
Y peor aun, puede incluso suponer que el cumplimiento de ese mandamiento le sirvió a Dios para algo, como si Él estuviera necesitado de que las personas cumplieran con alguno de los mandamientos para poder seguir siendo Dios.
Entonces, cumplió algún mandamiento pero su vanidad transformó la buena obra en un espantoso resultado, porque:
– no lo hizo por fidelidad a Dios, sino para adoración de su EGO;
– no sirve como buen ejemplo para otros, quienes viendo la actitud nefaria de un “cumplidor de preceptos”, deciden apartarse de ellos para no ser tan indecentes como él;
-por menospreciar a Dios, suponiendo que Él necesita de que cumplamos con algún mandamiento, porque sin nosotros es impotente de alguna manera.

Así pues, no sólo el orgullo invalida el mandamiento ejecutado correctamente, sino que transforma su cumplimiento en un gravísimo pecado, como es el desprestigiar al Eterno y llevar a otros al error.

Por lo tanto, mejor apartarse del pecado y hacer lo que es bueno.
Y al hacer lo bueno, mantener nuestro orgullo en la justa medida…

Eres esclavo de tu EGO, a no ser que escojas la vida verdadera, el crecimiento multidimensional, la humildad en su exacta definición…

¿DIOS o el EGO al poder?

Este texto es para la elevación del espíritu del joven Carlos Helmuth Hernández Orellana, que su recuerdo sea bendito y de bendición.

Al nacer nos vemos sumergidos en un océano insoportable de impotencia.
En un instante pasamos de la relativa calma del paraíso uterino a padecer de estrechez, dolor, arrebato, miseria, despojo entre otros terribles sentimientos, en tanto vamos avanzando dificultosamente por el canal de parto.
Horas, o momentos, más tarde, el sufrimiento se agudiza hasta su máximo, emergemos a un mundo ruidoso, alumbrado, oloroso, aireado, frío, áspero, móvil, en donde se siente hambre, cólicos, mareos, una indomable impotencia.
Las reacciones son dolor, miedo y mucha ira.
Para empeorar el sentimiento de impotencia extrema, no contamos con mecanismos para solventar tal dificultad, ni siquiera con palabras, sino solamente encerrarnos detrás de una dura corteza, a la que llamaremos EGO, y dejar actuar al instinto para preservarnos.
Tal descripción es el tormento del nacimiento, normal, común, y que inscribe una huella de espanto profundo en el alma de cada persona.
Una huella que no es accedida por recuerdos conscientes, ni por palabras, ni por descripciones científicas, pues ocurre en un momento en el cual la palabra no tiene posibilidad de ser, ni la razón, ni las experiencias tranquilizadoras.
Esa huella nos sigue marcando en nuestra existencia, es la que nos mueve de un lado a otro, la que nos zarandea con miedos, las que nos hace huir hacia la fantasía del deseo, la que nos esclaviza al EGO (nuestra primera armadura, útil al principio pero desastrosa posteriormente).

Todos nuestros enojos, decepciones, odios, rencores, deseos de venganza, deslealtades, engaños, mentiras, falsedades, máscaras, excusas, justificaciones, agresiones, aceptación de agresiones, malestares surgen directamente de la huella inicial de la impotencia primaria.
Todos nuestros miedos y temores están anudados medularmente a la huella inicial de la impotencia primaria: tu miedo a morir, tu miedo a que muera alguien querido, tu miedo a ser rechazado, a ser abandonado, a ser menospreciado, a ser maltratado, a ser ignorante, a estar loco, a ser malo, a ser diferente, a enfermarte, a ser pobre, a vivir en miseria, a ser inválido, a la oscuridad, a las maldiciones, al infierno, a equivocarte, todos, pero todos tus miedos están ensartados a esa primera impotencia.
Todos tus sufrimientos también.

Entonces, andamos por la vida esclavizados al EGO, por suponerlo un amo útil, tal como nos sirvió para rescatarnos en la primera era de nuestra vida en este mundo, cuando lo cierto es que el EGO es una cáscara vieja e inoperante que no quiere morir y desaparecer.
Nuestro amor por ese EGO nos llena de aire, nos llenamos de orgullo, nos pretendemos más de lo que somos, es un recurso para no sentirse impotente, pero que deja la impotencia completamente encendida, activa, que desde las sombras de la inconsciencia nos apena y aterra.
Nuestro EGO nos empobrece el ánimo, nos hace arrastrar en servilismo ante los que se presentan como dominantes, para sobrevivir a la impotencia actuamos como impotentes.
Nuestro EGO nos hace fantasear con súper poderes, para negarnos a admitir nuestra debilidad.
Nuestro EGO nos obliga a someternos a personajes o ilusorios seres de poder, ángeles, demonios, brujas, obispos, pastores, rabinos, cabalisteros, morés, jefes, dictadores, reyes, faraones, maestros, gurúes, líderes, amos con diferentes careta pero igual oscuridad en el alma. Ofrecen salvación y respuestas mágicas pero no son otra cosa que títeres de sus propios enfermos EGOS, que tienen la habilidad para manipular a los necios que los adoran.
Nuestro EGO nos lleva por aquí y por allá, en tanto deliramos creyéndonos racionales, inteligentes, esclarecidos, superiores, mejores, sanos, poderosos, pero somos peleles, macaquitos pordioseros en busca de un poco de amor, un poco de aceptación, un poco de paz, un poco de dinerillo para sus vicios, un poco de irreal poder.

Puedes leer y olvidarte.
Puedes leer y rechazarlo, para correr a superficiales teorías que se presentan con mucha palabrería altisonante, misticismo, títulos rimbombantes, que están en sintonía con la fealdad de tu EGO.
Puedes leer y aburrirte antes de terminar.
Puedes leer y enojarte.

Puedes leer y analizar tu vida y la de los que te rodean y comenzar a admitir que es tal cual.
Puedes leer y además de analizar y comprobar la veracidad de estas palabras comenzar a encontrar maneras saludables para ser libre del EGO, para dejar de refugiarte detrás de una armadura envejecida y ser libre a pleno.
Si haces como la última opción, estarás en la senda de disfrutar de la bendición que Dios constantemente te provee.
A cada instante desde Arriba te llega TODO lo que necesitas para tu existencia plena en este mundo y en la eternidad, pero cuando te arrinconas en tu celdita mental, dejas de gozar y te empobreces.
Enceguecerte detrás de sectas, noajismos místicos, maestros peculiares, religiones, mesianismos, palabrerías hebraicas o aramaicas, adoraciones de personajes, repetición de lemas incomprensibles, y modos similares de vivir alelado, es otro recurso de tu EGO para mantenerte esclavizado.
Romper con todo ello, actuar con bondad y justicia siendo leal a Dios, es la clave para empezar tu proceso de sanación, tu liberación, tu disfrute de la plenitud de la bendición.

Las cosas que Dios decreta para los hombres son simples, son sencillas de comprender y accesibles para realizar.
Las pruebas de esto están ante ti.
Él ordenó Siete Mandamientos para la humanidad, con palabras claras, sin rebusques, sin malabarismos metafísicos, sin palabrejas oscuras, sin conceptos complicados que no llevan a ninguna parte saludable. Siete Mandamientos en lenguaje de hombres, con posibilidades de hombres.
Si pudieras estudiar de la Torá encontrarías que en ella tampoco hay esquemas de vida complicados, ni misticismo, ni filosofías para las cuales se precisan clases preparatorias porque de lo contario no se entiende ni jota. En la Torá hallas un lenguaje simple, llano, relatos cotidianos, vidas de personas normales –no hay súper héroes ni maestros bizarros elevados a pedestales de deidades-, mandamientos concretos, ideas explicadas en sí mismas.

Cuando te presentan esquemas para los cuales tienes que hacer subibajas mentales para tal vez entender algo, cuando te inundan con palabras que a simple vista no quieren decir nada –y en una segunda lectura tampoco-, cuando los conceptos se apartan de la vida cotidiana, cuando te hacen creer que debes entrenarte para entender lo básico o tienes problemas intelectuales, simple y sencillamente no es cosa que Dios haya preparado para ti.
A Dios no agrada lo complejo, pues Él ha provisto las cosas de manera simple, concreta, clara, accesible.
No tienes TU libertad, sanación, salvación, bendición más allá de fronteras, ni en manos de algún maestro místico que te alumbrara desde su barba celestial, la palabra de Dios la tienes en ti, para que la vivas y seas bendito y goces de plenitud constante.

Por supuesto que hay niveles de conocimiento, tal como en todas las materias de estudio.
Pero Dios no dispuso los niveles complejos para todas las personas, sino para aquellos pocos que se dedican a estudiar y profundizar para su propio beneplácito.
El nivel general, el necesario, el que Dios demanda y exige, es el simple, el de las palabras de todos los días, el de las acciones concretas y explicadas en sí mismas.
Cuando llegues ante el divino Juez no te preguntará si tenías tu “netzach de zeir anpin en iesod vibratorio or adam hakadmon de hatzmut del cuarto nivel, en el olam de hatzilut con jesed del kav jozer de din en kav iashir” o cualquier otra cosa parecida y completamente incomprensible.
Te hará testimoniar si fuiste justo, si fuiste bondadoso, si fuiste leal a Sus mandamientos (siete para gentiles, los que corresponden de 613 a los judíos), tal será tu juicio.
No te demandará si dijiste “shabat shalom”, o “shalom alejem ajim”, sino si viviste como constructor de Shalom.
Si eres gentil, no te exigirá si cumpliste con el shabat, o si estudiaste más o menos Torá, porque eso no te toca ni te corresponde y de hecho te perjudica en tu plenitud multidimensional al crear distorsiones en el patrón de conducta ordenado por Él a ti.

Tienes la opción de seguir siendo esclavo de tu EGO, y del EGO de los papanatas que se erigen en tus amos-maestros-líderes-consejeros-etc. Hazlo si quieres, Dios te ha puesto esos escollos para que puedas optar entre el bien y el mal. Hazlo si amas al EGO y la muerte en vida y en la eternidad.
Hazlo, porque es más fácil seguir siendo una ovejita detrás de algún pastorcillo ridículo pero lleno de vanidad.

Pero tienes la opción de ser príncipe en el palacio de tu vida.
Ser el amo y no el siervo.
Ser siervo de Dios y no del EGO y de los papanatas que trabajan para él.
Puedes gozar de todas las bondades que hay para ti preparadas y de buen sabor, listas para disfrutar, si es que tú te lo permites.
Puedes ser la persona más feliz que conozcas, pero tienes que desearlo.

Ahora ve, corre a donar dinero para los traficantes de la fe, adhiérete a sus grupitos, alaba a sus gurúes, sé uno más de la masa… eso te dará la falsa tranquilidad del que está adoctrinado y sedado.
Vamos, ve a Facebook a promover esas agrupaciones, afíliate con pasión a clasesitas a foritos, sé uno más de los que siguen esclavos pero se venden como miembros de sectas de salvos.
Corre, huye, tiembla y no dejes de huir, eso te hace sentir mejor… ¿no?

O detén tu escape, admite tu situación, sométete a Dios tal como Él te manda y no como tú quieres que sea.
Sé bueno, sé justo, sé leal y goza… GOZA.

Si deseas, ayúdanos a seguir ayudando a otros, pues de esa forma te estarás ayudando a ti a seguir por la senda de la bendición y la conciencia de ser bendito.

Te deseo todo lo mejor, sea que escojas la muerte en brazos del EGO, sea que decidas acompañarnos por la senda de los constructores de Shalom.
De hecho, ya estás en posesión de todo lo mejor, pero probablemente no te has dado cuenta ni lo estás disfrutando.

¿Gozas la bendición o estás encadenado al pasado?

Muchos tenemos anclajes en el pasado.
Nos sentimos como atrapados por sucesos de otras épocas.
No dejamos de ver para atrás y sufrir.
Sea de abandonos, desengaños, engaños, fallas, faltas, malas relaciones, lo que fuera que nos retiene, allí está una parte de nosotros, desgastándonos, no dejándonos vivir a pleno el presente, opacando nuestro gozo de la bendición constante que recibimos de lo Alto.
Piensa y respóndete con sinceridad, cuántas ataduras te anudan al cuello, te fatigan, te detienen en tu crecimiento te prohíben la dicha en el aquí y ahora.
No tardarás en encontrar tal evento, aquel gesto, esa palabra, aquella persona, ese maltrato, alguna falsedad.
Ya lo has visto, ¿no?
Tienes tu mirada, tu corazón, tu alma, tu ser anclado en algún punto y luego todavía tienes el ánimo de mencionar lo poco satisfecho y conforme que estás con tu vida actual, la escasa esperanza para proyectarte y realizarte en el futuro cercano.
¿Es así?

Te cuento que todo esto no deja de ser el EGO, tu EGO, que te sigue esclavizando.
Pongamos por ejemplo la joven y bella dama que descubrió por casualidad la infidelidad matrimonial de su recién desposado marido.
Meses más tarde, luego de haberlo “perdonado”, haciendo un esfuerzo sobrehumano para “confiar”, sigue amargada, en confusión, sin fuerzas, desprovista de deseo sexual.
La excusa es que no puede olvidar aquella prueba que le confirmó la infidelidad.
Pero lo cierto es que lo que no puede perdonar es SU debilidad, su torpeza para no darse cuenta antes, su ingenuidad para haber confiado, su impotencia para resolver asertivamente la situación, su pobreza de ánimo para admitir que no escogió correctamente a su cónyuge… en fin, es a sí misma a quien no puede perdonar, ni quiere hacerlo, porque prefiere mortificarse a causa de su pasada impotencia y su actual impotencia.
Si aprendiera a colocar a su EGO en el lugar acorde al mismo, se desprendería de pesadas mochilas innecesarias, rompería lazos nocivos con ideas y sentimientos, alcanzaría una plenitud como nunca en el aquí y ahora.

Tú también estás en similar situación que esta hermosa dama, estoy seguro que sí, porque es propio del humano.
Quizás la anécdota sea diferente, nunca hayas sido víctima de la infidelidad matrimonial (o no te has enterado aún), pero sigues con pies de cemento aferrado a algún evento o personaje de tu pasado.
En todos ellos, con todos ellos, descubrirás que está a flor de piel tu impotencia, tu incapacidad, tu inoperancia, tu no poder resolver asertivamente… en todos ellos.
Allí te quedas retenido, como encarcelado, esperando alguna solución mágica, algún príncipe encantado que te rescate, algún milagro celestial que te libere, admitiendo en secreto pero sin reconocerlo tu impotencia pasada y actual.

Cuando aprendes a ubicar a tu EGO, a admitir tu impotencia, a no luchar contra aquello que no es para luchar, sencillamente te sueltas y sales de tu pequeñita y tenebrosita celda mental que te asfixiaba.
Por ahí te da miedo y vuelves corriendo a tus patéticos hábitos de lacayo del EGO, por ahí saboreas la vida y te quedas en ella, cada vez más lejos de la celdita.

Depende de ti, de nadie más, ni siquiera del Alto.
Tú eres quien debe admitir tu impotencia, ser amable contigo por ella, soltar y no aferrar lo que lastima, y avanzar con solvencia hacia jardines de placer que están colmados y a la espera de que tú los disfrutes.

Tú escoges, entre seguir anclado y penando o admitir tu fracaso, embolsar tu vanidad, y dedicarte a vivir a pleno.

Relee por favor este texto, analiza tus penurias actuales y tus cadenas hacia el pasado y si encuentras que mi descripción no encaja con lo que crees que te pasa, entonces serán bienvenidas las críticas y correcciones que tengas para ofrecerme.

Que pases un esplendido día, ya está preparado para que lo goces.

¿Gozas de tu bendición?

A cada instante, sin pausa, fluye para ti la bendición del Eterno.
La cuestión es que estés abierto y en sintonía para recibir todo el efluvio benefactor que proviene de lo Alto.
A cada instante, ahora mismo está a tu alcance obtener el gozo, el bienestar, la dicha, la fuerza todo aquello que te nutre y satisface.

Sin embargo, es propio de la persona encapsularse y negarse a recibir la bendición, para luego quejarse de vivir en miseria y penurias.

¿No es extraño este comportamiento?

De gratis se nos da todo lo bueno, y son nuestras complicaciones propias las que nos impiden disfrutarlo.
A esta negación al placer celestial se le suman las amargas acusaciones, las culpas, los rencores, los pedidos de explicación, las excusas, los malabarismos para continuar encerrados sobre sí mismos , impurificando el canal de bendición celestial.

Cuando la persona toma conciencia de su lugar, de su esencia como receptáculo de la bendición divina, deja de procurar obtener aquello que no le corresponde. Ya no hay dedos acusatorios, ni difamaciones, ni depresiones, ni amarguras, ni necesidades, todo está en armonía, en su estado de plenitud.

Tú puedes gozar de la vida, de todo lo bueno que Dios te está ofreciendo constantemente.
Pero debes tomarlo y aprender a usarlo de acuerdo al modo correcto.

Ya lo sabes, ahora es tu trabajo el despertar la conciencia espiritual y activarte multidimensionalmente para ser bendito y de bendición.
Dios ya te ha provisto de lo bueno que te beneficia.

Eres un títere… ¿no?

Hemos  expuesto breves pero profundas reflexiones acerca del ego, sus relaciones con el sentimiento primigenio de impotencia, sus interferencias para el crecimiento, sus manipulaciones para retener en esclavitud a la persona, su debilidad esencial con apariencia de poder, los miedos y deseos que se derivan de sus dictados, entre otras importantes cuestiones.
Sería bueno tomarse el tiempo y dedicarse a recopilar, ordenar, leer, estudiar, repasar, analizar, interiorizar el profuso material disponible de forma libre y gratuita para quien desee obtener buenos resultados para su vida.
Brindará una mejor manera de vivir, mayor plenitud, apertura al goce de la bendición constante que recae sobre ti, concordia con el prójimo, un camino seguro para la buena vida.
Está a tu alcance, no es un misterio ni un secreto oculto, no es necesario tomar clases previas para creer que se comprende milenario misticismo, no es obligatorio pagar sesiones con altisonantes gurúes, ni rebajarse a ser miembro de sectas extrañamente carismáticas.
Por el contrario, es simple, es claro, es cierto, está a tu alcance de forma libre y gratuita en este sitio que es tu hogar.
Solamente debes hacer tu pequeña pero imprescindible parte.
Despojarte por un ratito de las cadenas y máscaras que el EGO te ha regalado, para permitirte tomar un camino mejor para tu existencia aquí y en la eternidad.
Te lo ofrezco gratuitamente, amablemente, aunque sé que el 99% de los lectores pasarán de largo, sedientos de palabrerías místicas, hambrientos de rituales complejos, desesperados por disfraces de espiritualismo, ansiosos por ser sometidos al mando de algún líder iluminado del cual depender, afanosos por sentirse miserables en sintonía con tu sentimiento primitivo de impotencia.
Desde hace milenios la respuesta está al alcance de quien quiera obtenerla, pero la gente empedernidamente recurre a magia, superstición, irracionalidad, religión, sectas, extremismos, violencia, impudicia, esclavitud, orgullo, lemas, emblemas… corren detrás de fantasías para dejar de ser libres, porque aman el sometimiento al EGO, al que sienten como un poderoso señor, un tirano malvado pero al mismo tiempo seguro resguardo de un mal peor…
Así sigue siendo la vida de la mayoría de las personas, ¿quizás es tu caso también?

Conozco a tanta buena gente que vio la luz, probó un poquito de libertad para salir huyendo a religiones, sectas, extremismos, cabalismos, fanatismos, filosofías, adoración de personalidades y otras formas de vivir la vida sin vivirla.
Es el común denominador de los que siguen aferrados al EGO, maquillado de tal o cual manera, porque siguen siendo víctimas de su sentimiento original de impotencia.
Se sienten profundamente impotentes, a un nivel aterrador, en un estrato en el cual las palabras no existen sino solamente la ebullición maremótica del pavor de la impotencia.
La libertad es un imposible, la responsabilidad un repudio, el anhelo es cobijarse en pequeñitas celdas mentales, bajo el mando de supuestos poderosos líderes (con el título real o imaginario que usen), en la imperiosa necesidad –casi fisiológica- de estar apoyados en bastones tóxicos, sumergidos en clanes que aparentemente los protegerán de ese infierno llamado impotencia.
Ejemplos sobran, si tú tienes conciencia y conocimiento podrás descubrir bien pronto que FULVIDA no tiene el éxito arrollador de grupitos y sectitas, pues no actúa desde la manipulación y el caos, no se aprovecha de la indefensión, no hace fiesta al EGO, sino que muestra la senda antigua con palabras modernas, senda que solamente unos escasos leales han sabido transitar con fidelidad desde los orígenes de la humanidad. El resto, antaño como ahora, prefirió los ídolos, los magnates, los príncipes, los títulos, los “sabios”, los que se disfrazan vistosamente para vender sus productos definidos como elixires espirituales… no es error de FULVIDA (aunque ciertamente los cometemos, y muchos), sino la propensión humana de someterse al EGO lo que nos imposibilita crecer y expandirnos y ayudar a más y más gente a la hora de ser libres, leales, completos, en gozo de verdadera dicha, receptáculos de la bendición constante que emana desde lo Alto para cada ser.

Cuando en el fondo te crees un títere, vives como uno.
La mayoría de las personas, desde el inicio de los tiempos, desde Eva diríamos sin temor a equivocarnos, han sucumbido a ser manipulados por las manecillas pordioseras del EGO con sus numerosos trucos y ropajes.

Eres tú quien debe preguntarse y responderse, pero con honesta sinceridad, aunque te duela, cuánto de títere eres.

Si relees lo expuesto podrás ver algunas evidencias que te ayudarán a la hora de responderte.
Pero te brindaré algunos datitos más.

Por lo general creemos que estamos haciendo bien las cosas, cuando en realidad estamos manipulando a diestra y siniestra a cualquiera que se nos ponga al frente, con tal de mantener la fantasía de exitismo a cualquier coste.
Cuando creemos que estamos siendo un desastre, que somos pobres víctimas del destino, de los otros, de la vida, de los padres, del moré, de esto y aquello y andamos paseando nuestros lamentos de un foro a otro, no hacemos más que manipular a diestra y siniestra a quien se ponga en frente.
Cuando creemos que nos llevamos bien con pareja, hijos, padres, amigos, compañeros, etc., pero solo basta un ligero movimiento, un gesto, una palabra para que con quienes conversamos se conviertan en potenciales contrincantes y allí comienza la esgrima verbal, la batalla continuada, el tremebundo manifiesto por internet de la maldad de quien osó desagradarnos queriendo o sin querer.
Todos los recursos valiosos del intelecto y de nuestras emociones se ponen en marcha de una forma como no lo haríamos para llegar temprano al trabajo o para hacer los deberes.

A pesar de su debilidad, el EGO es un arma demasiado potente, tanto que desde hace milenios le gana la batalla a los que portan el mensaje de la Luz…

Ciertamente, cuántos hechos graves se pudieran evitar aprendiendo desde niños estas reflexiones.
Dando a los hijos el buen pan del noajismo, si son noájidas; del judaísmo, si son judíos; proveyéndole de fuerzas, de reconocimiento, de respeto, de dignidad, de espacio para dudar y preguntar, de cariño, de comprensión, de bálsamo para las constantes sensaciones de inferioridad… cuánto de bueno se puede ir sembrando allí en donde el EGO de los niños aún no ha tomado completa posesión de la sagrada casa…

Y en la médula, la conciencia (que es más que el conocimiento, la prédica, el saber) que El Eterno es el dueño de todo y que nosotros somos simples depositarios de la manutención del mundo.
Nuestro poder está en Su poder.
Nuestra potencia en ser receptáculos puros para Su potencia.

Eres títere, si eso es lo que quieres de ti.

Confío en que quieres ser persona, con todo lo que conlleva, particularmente con el gozo de la bendición constante que está fluyendo para ti a cada momento.

Impotencia y EGO

Nacemos a este mundo e inmediatamente nos vemos inundados por la cruel impotencia.
Nuestro sistema vital no está preparado para manejar este salvaje afluir de sensaciones y sentimientos atroces, no tenemos un organismo desarrollado, ni contamos con experiencias o memorias, ni poseemos adaptaciones adquiridas. Estamos a merced de un mundo tosco y terrible.
Estamos absolutamente impotentes.
Sobre el sentimiento inicial de impotencia se sobreimprime el EGO.

Desde esta perspectiva, el EGO, en su origen, es un mecanismo natural de defensa con que las personas cuentan para no morir o anularse completamente a causa del sentimiento de impotencia inicial.
Este primer mecanismo de adaptación es necesario y útil en ese momento y los siguientes, pero luego ya debiera ser desechado y guardado para contadísimas oportunidades en las cuales la persona no tenga otros recursos para sobrevivir.

Sin embargo, es normal que el EGO tome el control de la persona.
(Recordemos que normal no es lo mismo que saludable o sano).

Siendo que el EGO tiene una función primaria, primitiva, de supervivencia ante la impotencia, resulta absolutamente ineficiente para manejar el resto de las situaciones existenciales.
Es como si quisiéramos emplear en toda situación un martillo, muy provechoso para clavar clavos, pero que no sirve para el resto de las operaciones indispensables.

Cuando la persona queda sumida en servilismo a su EGO, pasa una existencia de sufrimiento, aunque tal vez no parezca darse cuenta de esto.
¿Cómo desarrollarse, disfrutar, gozar, crecer, ser sano y dinámico cuando el volante lo tiene una función primitiva, específica, reactiva al sentimiento de impotencia?

Entonces, cuando el EGO está al mando, andamos por la vida a tumbos, huyendo, dando excusas, siendo violentos, criticando negativamente, adoptando formas de vida insanas, adoctrinados en falsedades, dependiendo de bastones tóxicos, es decir, apartándonos de la vida para asumir máscaras que falsifican nuestro ser.

Es necesario tomar conciencia de esta realidad que nos acosa a todos, pero no todos están capacitados para hacerlo.
¿Por qué no?
Porque el EGO está ahí, al mando, induciendo a la persona a la corrupción.
Entendámoslo, no es por maldad, no es un instinto malvado, una segunda naturaleza maligna que nos invade, sino que es una forma tan arcaica y reactiva a la impotencia que no tiene otro recurso más que aferrarse a nosotros cual garrapata hambreada pero hacerse pasar por poderoso faraón interior.

No quiero pecar de insolente, pero tengo la impresión de que cada mal, dolencia, terror, sufrimiento que padecemos tiene su atadura a las manipulaciones del EGO, sea nuestro o del prójimo.
(Por supuesto que quitamos de la lista los que se deben a causas naturales, tales como catástrofes, que en verdad son un mínimo porcentaje de aquellas cosas que nos hacen sufrir y sentirnos miserables).
De hecho, tal es la opinión del sabio Maimónides, más que la de este humilde y poco entendido maestro.

Vamos, veamos a nuestro alrededor, atrevámonos a vernos a nosotros mismos.
¿De qué nos quejamos?
¿Qué nos hace sentir infelices?
¿Qué nos hace sufrir?
¿Cuándo nos violentamos o sentimos violentados?
Si somos sinceros a la hora de responder a estas interrogantes hallaremos que detrás de todos nuestros padecimientos esta el EGO, y más atrás el sentimiento de impotencia que nos aqueja y nos impulsa al dolor, al miedo, a la ira.

Si somos conscientes de esto y tenemos el entrenamiento para no caer en reacciones automáticas ejercidas desde el EGO, haremos el descubrimiento de nuestra vida.
Dejaremos de tratar de controlar lo incontrolable, dejaremos de sufrir por lo que no podemos evitar, sabremos derivar nuestra conducta hacia respuestas de construcción de shalom en lugar de reflejar nuestro patético EGO en cada una de nuestras acciones.

Seamos conscientes de nuestra impotencia y del EGO que nos opera cual títeres y hagamos lo que es humano: escoger entre hacer lo bueno o lo que no lo es.

Cuando llegues a ese nivel de consciencia multidimensional no te culparás ni atormentarás porque las personas no te amen de la forma en que quieres, porque no te den respeten u honren como te crees te mereces, no andarás desesperado para obtener aprobación incondicional y aceptación de parte de los demás.
Entenderás que cada cual vive como buenamente puede, en una lucha constante contra sus propios sentimientos de impotencia, a horcajadas de sus EGOS, tan patéticos y primitivos como el que te controló a ti hasta hace poco y aún trata constantemente de hacerlo.
Serás consciente de que pocos son capaces de amar realmente, en tanto no se limpien de las impurezas que los aquejan desde el corazón. Que no son malas personas, sino esclavos que hacen lo que buenamente pueden y no tienen idea de que en realidad son príncipes encadenados a una máscara miserable de pordioseros.
Ya no verás a los demás con ojos críticos de juez ávido de castigar al infame, sino con el ojo misericordioso de quien comprende la pobreza multidimensional de que aún está atormentado a su EGO.
Andarás haciendo lo que es justo Y bueno, sin pausa, procurando construir Shalom aunque las circunstancias jueguen abusivamente en tu contra.
Encontrarás que la más grande recompensa que obtendrás jamás es la cercanía a Dios que proviene de cumplir con los preceptos que Él te ha ordenado a ti que cumplas, y que estarás así también más cercano a tu prójimo y maravillosamente a ti mismo.

Todo esto es un proceso que requiere de entrenamiento, no se efectúa de un momento al otro, no es un instante de revelación divina que te alumbra y te deja en un estado de consciencia expandida, al estilo de lo que te prometen las sectas y misticismos varios.
Se precisa constancia, trabajo, esfuerzo, ánimo, voluntad, estudio, análisis, perdón, más esfuerzo, levantarse luego de caer, firmeza en el objetivo de liberarse del sentimiento de impotencia por medio de admitirlo y dejar de luchar en su contra.

Te invito a que releas este texto, no una o dos veces, sino a diario y que vayas escribiendo las ideas y comentarios que te surjan.
Especialmente visualiza cómo estas palabras hacen eco en ti, como resuenan por los pasillos de tu ser, como te describen incluso en aquello que te niegas o rehúsas a confesarte.

Cuando hayas madurado, en verdad madurado y no lo que te vende como tal, estás palabras ya no serán un texto escrito por un extraño, sino que serán tus propias ideas que otro ha tenido el atrevimiento de publicar.

Para despedirme por ahora te confieso que sé que para la mayoría de los que lean estas líneas no habrá efectos, el artículo será desechado a las pocas letras de ser leído, será amargamente cuestionado por las mentes sagaces que no tienen la consciencia despierta.
Espero que no sea así para ti.

Te deseo todo lo mejor para ti, que está a tu alcance, tan solo debes admitirlo y gozarlo.

Impotencia como condición humana

Es condición básica del ser humano el profundo sentimiento de impotencia.
A partir de ésta se va elaborando el Yo Vivido, con sus diferentes facetas y máscaras.
Nuestros fracasos y sufrimientos se arraigan en el sentimiento de impotencia.
Vamos creando una vida alrededor de este sentimiento, nos vamos armando a partir de nuestros esfuerzos para impedirlo, negarlo, rechazarlo, huir de él, luchar fútilmente en su contra.
Somos criaturas de nuestra impotencia y los mecanismos que invertimos en sofocar su presencia constante.

La persona “sana” es aquella que encuentra y emplea otro tipo de mecanismos, aquellos que sirven para armonizar su Yo Vivido con su Yo Auténtico.
Por supuesto no es tarea simple alcanzar ese estado de plenitud del ser, requiere de conocimiento, entrenamiento, conciencia, tenacidad, valentía, entrega, admisión de las propias falencias y virtudes.
Es posible encontrar caminos para esa sanidad, ese estado de sintonía dinámica plena entre los diferentes Yoes que nos retratan, pero no todos están dispuestos o tienen el acceso para lograrlo.

Sin embargo, la más de las personas en las más de las ocasiones, se aferran a sus ineficaces métodos de supervivencia, que simplemente les dejan en estado de falta de armonía, enfermos, esclavizados al EGO, padeciendo sin fin, en sufrimiento a veces enmascarado como deleite… impotentes aunque algunos presumiendo de poderes que realmente se les escapan de entre sus débiles dedos y padecientes mentes y almas.
Las más de las personas en las más de las veces no somos más que títeres patéticos a merced de nuestra impotencia primordial que repercute en las micro instancias sucesivas de impotencias cotidianas.

Es de lo más normal, aunque no por ello sea sinónimo de sano, que la persona encuentre personas, objetos, ideas a las cuales abrazarse, ejércitos a los cual enrolarse, masas en las cual sumergirse, para que de esa forma el sentimiento de impotencia parezca ser acallado y se tenga la (hueca y enfermiza) impresión de haber vencido a la impotencia y haber encontrado la clave misteriosa para el verdadero éxito.
Realmente, es de lo más normal, es decir, de lo más común y corriente.
Creo que no ha de haber persona que no caiga en esta triste manera de negar su existencia y preservar la discordia entre sus instancias del ser.

No faltan los que se afilian a partidos políticos, clubes deportivos, clanes familiares, grupejos extremistas, sectas fantasiosas, camarillas ocultistas, religiones milagrosas, y similares, para encontrar la aparente solución a su existencia opaca adornada con palabras emblemáticas, rituales complejos, procesiones a lugares santos, hostigamiento del diferente, odio hacia el otro, atontamiento del pensamiento, entre otras maravillosas drogas emocionales.

No es extraño toparnos con pobres tipejos que se inclinan servilmente ante su amo de turno, al que llaman gurú, pastor, rabino, amo, sir, milord, general, jefe, patrón, líder, maestro, sabio, moré, iluminado, amigo, hermano mayor, chamán, buda, rebe, guía, pai de santo, o como fuera que le llamen, para sobarse con ese engreimiento de sentirse poderosos, adiestrados en sus acciones, llevados por caminos que aparentan ser seguros, estimulados al punto de perder la identidad –oscura y pútrida, pero identidad al fin- y en la realidad no son más que títeres de títeres manejados por la impotencia multiplicada exponencialmente.

Los que adoran dioses que son vanidad, como el becerro dorado, como las vírgenes, como los santos cristianos, como los hombres endiosados por los pordioseros emocionales que los siguen con pía devoción, como los que abiertamente o de modo indirecto se adjudican sitiales de deidad ante las masas de opacados seres que admiten con feliz torpeza las ideas más bizarras y enfermas.

Es el sentimiento de impotencia el que nos lleva a envilecernos, a ser violentos, a someternos a líderes inmorales, a enviciarnos, a maltratarnos, a drogarnos, a empedernirnos, a ser falsos, a creernos todo poderosos, a enfermarnos, a vivir en angustias, a ser esclavos, a endiosarnos, a endiosar a lo que no es Dios…
Es ese sentimiento profundo, incrustado en lo más profundo de nuestra primera vivencia mundana.

En síntesis, cada quien encuentra a qué someterse, a qué doblegarse, para en esa genuflexión de cierta forma sentirse querido, sentirse amado, sentirse poderoso, sentirse protegido, sentirse seguro, sentirse con una vida, sentirse con sentido en la vida, sentirse con un seguro para lo que viene después de la muerte, sentirse amparado por seres, personas, objetos, grupos que mágicamente los resguardan de la eterna y temida impotencia.
(Ejemplos cotidianos sobran, quien esté capacitado podrá verlo casi a cada momento en cada persona de su entorno y en sí mismo.
Quien quiera ejemplos “bíblicos”, también son abundantes, pero muy claro está en Shemot/Éxodo capítulo 32, en el asunto del becerro dorado. Vale la pena su estudio concienzudo y teniendo en mente este aspecto tan nuclear como lo es el del sentimiento de impotencia).

Y no se dan cuenta, no pueden o no quieren darse cuenta, de que no hacen más que aumentar su impotencia.
En las fantasías de poder se cae aún más hondo en la impotencia.

Quien esto escribe no está libre de temores, de errores, de fracasos, de huidas, de sufrimientos; quien esto escribe no lo hace desde la soledad olímpica de los iluminados que están más allá de las vicisitudes humanas.
Pero esta admisión de la propia flaqueza no es sinónimo de someterse a los dictados del sentimiento de impotencia, sino de principio de sanidad.

Hay mecanismos saludables para armonizar el Yo Vivido al Yo Auténtico.
Hay maneras para mitigar el sentimiento de impotencia, para ser libres, para vivir a plenitud, para gozar del bien y la bendición que tenemos a nuestro alcance.
La cuestión es poder y querer hacerlo.

Por ahora, las personas preferimos negarnos a gozar de la bendición constante que desde Arriba nos está enviando nuestro Padre.
Por ahora, preferimos las migajas magras y el hambre extenuante de nuestras propias ideas delirantes de poder.

Que pases un esplendido día y encuentres el bien que está a tu alcance para disfrutarlo, y te deleites con él.

La madre de todos los miedos

El EGO maneja astutamente diversas herramientas para mantenerte bajo su dominio.
Una de ellas es el miedo.
El miedo esencial, del cual se derivan los cinco miedos básicos, y luego el resto de los miedos, es el miedo a la impotencia, al no poder.
Así, todo miedo esencialmente es miedo a “no poder” algo.
Por supuesto que ese “no poder” se traduce en cada circunstancia de manera diferente, con otras palabras, otras acciones, otras ideas, pero al quitar todas las capas cobertoras de la realidad, encontramos el sentimiento de impotencia.

Antes de continuar con la lectura, te solicito que hagas una pequeña pausa, releas el párrafo anterior, te interiorices de su sentido y posteriormente hagas un honesto y necesario autoanálisis. Encuentra aquello que te mueve a miedo, descríbelo con detalles para ti, luego intenta descubrir que es lo que “no puedes” que te esconde o revela el tal miedo.
¿Lo harías, por favor?
Gracias.

Ahora que ya has procedido a conocerte un poco más, te daré un pequeño ejemplo, que creo es bastante frecuente (por desgracia) en nuestras sociedades.
Aquí (Uruguay) se habla mucho en los últimos años de la “inseguridad”, que robos, asaltos, rapiñas, secuestros, vandalismo, desapariciones, violaciones, asesinatos, riñas, disputas, violencia en canchas deportivas… inseguridad por donde quiera que uno esté, en la calle, en la plaza, en el banco, en la propia casa… inseguridad…
Supongo que por donde tu vives debe ocurrir algo similar. En algunos países ya es común y desde hace décadas, en otros lugares, como en mi país, es algo bastante reciente y que va recrudeciendo cada día más.
¿Qué es lo que se encuentra en el fondo de ese miedo a la “inseguridad”?
Sí, claro, la impotencia.
El no poder defenderse de los malandros, el no saber cuando le tocará a uno o a un familiar, el no tener recursos legales para protegerse, el estar a merced de locos-depravados-malvivientes-avivados, el no tener siquiera un resguardo en el hogar, otrora palacio inviolable de la persona.
La impotencia de que maten a uno por dos pesos, o que se quede inválido por la borrachera de un imbécil al volante, o el no contar con defensas en contra de los pillos menores de edad que son amparados por las leyes vetustas y enfermizas… ¿me entiendes?
¿Ves lo que te quiero enseñar?

Ahora, te plantearé otro ejemplo que considero bastante corriente también, pero que no desarrollaré aquí, sino que esperaré que tu lo hagas y compartas con nosotros lo que ves. Usa la zona de los comentarios aquí debajo para dejar tus ideas, así como también si lo deseas lo que hayas descubierto –o no- en el ejercicio que te propuse unas pocas líneas más arriba.
Gracias.
El ejemplo es el miedo a la muerte.
Ahora, piensa en ello, descubre la impotencia que se esconde detrás y comparte con nosotros.

Y si estás con ánimo, te presento otro reto para que analices: el miedo a dejar la idolatría (iglesia, secta, religión, fe, etc.), aún sabiendo que está basada en mentiras y engaños.
¿Cuál es la impotencia que se cobija detrás de esto?
Gracias por hacernos llegar tus comentarios.

La gente suele (solemos) acurrucarnos en nuestras pequeñitas celdas mentales, pareciera como si estuviéramos a gusto allí dentro, en la oscuridad, en la confusión, en la decadencia.
Aunque nos abran de par en par las puertas, nos empecinamos para no salir, para quedarnos bien encerraditos dentro de las paredes opresivas de nuestras celdas mentales.
¿Te has dado cuenta de ellos?
La gente parece adorar sus pequeñitas celdas mentales y elaboran excusas de todo tipo y forma para hacernos creer, hacerse creer, que están bien, que están en paz, que están en lo correcto, que son libres… pero no dejan de ser pordioseros que se niegan a aceptar la herencia que los podría elevar hasta alturas inimaginables.

Y este amor por la estrechez de la celda mental, ¿de dónde crees que surge?
Pues sí, has acertado, es un recurso que tiene el EGO para seguir sometiendo a la persona.
La llena de miedo, de sentimiento de impotencia, para que siga atrapada entre sus paredes terribles.
”Mejor malo conocido que bueno por conocer”, dice la absurda estupidez popular que se vende a precio de lingotes de oro.
¿Desde cuando es mejor lo malo solamente porque es conocido?
Tal proverbio es una manifestación velada de ese sentimiento de impotencia nuclear.
Es el EGO que te retiene, que te prohíbe que seas libre.
Y tú, pobre alma a oscuras, te haces compinche del que te maltrata, te quieres hacer pasar por amigo de tu Faraón, te engañas sinceramente, para seguir vejado y esclavizado, por miedo a “no poder”.
Te ofendes con quien porta la LUZ, insultas, repudias, ofendes a quien habla con mesura y verdad, porque tienes un miedo horroroso a “no poder”.
Prefieres herir al que te abre la puerta, morder la mano que te da de comer, tirar piedras al pozo que te sació por un rato la sed, todo ese mal agradecimiento simplemente para seguir bajo la pata del EGO, sumiso, dócil, obediente y así hacer de cuenta que eres alguien, que tienes “poder” y no temes a “no poder”… pobre alma…

Cuando se está despertando, el EGO  moviliza ingentes cantidades de recursos para mantenerte atrapado.
Surge incesante aluvión de sentimientos, recuerdos, ideas, sueños que te pretenden inmovilizar, mostrándote lo débil que eres, lo inútil, lo perverso, lo mal persona, etc.
Y es común que por uno u otro, la persona se quede nuevamente en su celda pequeñita.
Eso sí, inventará excusas y justificaciones que hasta suenan plausibles…
Ejemplos cotidianos: Me fui de FULVIDA porque el Moré dice que no nos dediquemos a estudiar Torá… me fui porque el moré me borró un comentario –que en realidad era agresión y patanería, pero eso no lo puedo admitir-… me fui porque nadie me elogió como creo que me merezco… me fui porque no obtenía diezmitos y otras limosnas como cuando era pastor… (fill the blank)

Ah, las excusas, algunos son tan hábiles para inventarlas.
Y otros son tan hábiles para creerles…
Y en el fondo, riendo a carcajada limpia está el EGO, manejando como títere a la persona.
Está el miedo a “no poder”, que resulta siempre en la impotencia del miedoso.
(Te agradecería que las dos últimas frases las memorizaras y las aplicaras a ti en cuanto te sea posible. Gracias. )

Pero, si eres honesto contigo mismo, leal, humilde, firme, podrás comprobar que al tiempo, todo eso que argumentabas, todos esos miedos, eran superables y no tenía la importancia que el EGO te transmitía.

Nelson Mandela dijo:

“Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos más allá de cualquier medida. Es nuestra luz, no nuestro lado oscuro lo que más nos da miedo. Nos preguntamos a nosotros mismos: ¿quién soy yo para ser brillante, bello, con talento y fabuloso? En realidad, ¿Quién eres tú para no serlo? Eres un hijo de Dios.
El hecho de que juegues a ser insignificante no le sirve de nada al mundo.
No hay nada de iluminado en encogerse para que la gente a tu alrededor no se sienta insegura. Se supone que todos tenemos que brillar, tal como lo hacen los niños. Hemos nacido para manifestar la gloria del Dios que tenemos dentro. Y no, esto no está sólo en algunos de nosotros: está en todos.
Y así cuando dejamos a nuestra luz brillar, inconscientemente estamos dando permiso a otros para hacer lo mismo. Y así cuando nos liberamos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a otros”.

Recuerda que no eres esclavo del EGO, abre la puertita de tu celdita mental y emprende el camino a la liberación integral de tu alma.
No te prometo que no vaya a haber dificultades, por el contrario, te prometo que las habrá. Pero también tengo la certeza de que tú puedes andar y ayudar a otros a hacerlo.
Pide del Eterno, haz tu parte, construye Shalom y encontrarás que eres más poderoso de lo que te imaginabas.
¿Lo harás?
¿Lo quieres?

Resp. 923 – placer y ego

josefulvida nos consulta:

Estimado Sr

No comprendo cómo podemos disfrutar de los placeres permitidos y al mismo tiempo no caer en la esclavitud del ego. Mi supina ignorancia en este momento, me hace ver ambas tendencias como caminos incompatibles. ¿Es una cuestión de la medida justa (se trataría pues de tener un ego pero en su justo tamaño)? ¿O más bien de la motivación última que guía nuestros actos (se trataría más bien de explorar el placer desde el desapego del no-ego)? Gracias una vez más por su sabio consejo.
Jose Gonzalez, 41 años, ingeniero de calidad, madrid, españa

 

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