En la mañana del shabat anterior a Purim, en las comunidades judías se sacan dos rollos de Torá para ser leídos, en el primero la parashá de la semana, en el segundo el párrafo “zajor”, en el cual se ordena la eliminación del recuerdo del malvado pueblo de Amalec.
Acompaña la lectura la haftará correspondiente.
Ésta relata la campaña que realizó el rey Shaúl, a instancias de Dios y del profeta Shmuel/Samuel, contra Amalec.
Es un pasaje sumamente interesante, para ser estudiado con detenimiento.
Tengamos en cuenta que en la escala profética, Shmuel está apenas un pasito por detrás del máximo de todos los profetas, Moshé. Su obra, legado y visión profética tiene un valor incalculable, y aunque es dejado de lado habitualmente, tenemos que mantenernos atentos para aprender de sus enseñanzas.
Por ello, ahora quiero rescatar solamente una pequeña frase pero poderosa y de valor perpetuo:
"la Gloria de Israel no mentirá ni se arrepentirá, porque él no es hombre para que se arrepienta."
(1 Shemuel / I Samuel 15:29)
Estamos en una época en la cual el enemigo de Dios, y de los judíos, es multiforme. Trae variados colores y disfraces. A veces parece amigo, otras neutral, incluso si hasta se quiere hacer pasar por uno de nosotros. El enemigo puede estar en nuestro interior, y suele ser el más difícil de identificar y extirpar.
Por ello, a la hora de crecer, de despojarnos de Amalec, del EGO, tengamos presente que Dios NO ES hombre, ni lo fue, ni lo será.
Él no cambia de opinión.
Él no miente.
Él no eligió al pueblo judío para luego dejarnos de lado.
Él no entregó la Torá para reemplazarla por un nuevo testamento.
Él no se hizo hombre para confundirnos con conceptos de idolatría y bajeza espiritual.
Él no es el mesías.
Él no pretende convertirnos en esclavos, sino darnos libertad y vida.
Él sí nos ha otorgado un camino de vida, que se compone de acciones de bondad y justicia, para permitirnos construir shalom dentro y fuera.
Y. así como es deber extirpar a Amalec, e incluso su memoria, es imprescindible sostener con firmeza y vigencia nuestra identidad, nuestra unidad.
Pero, no es solamente el falso judío mesiánico (y similares) el problema, los que deifican hombres, o ideas, o hacen de Dios un viejo olvidadizo y pendenciero. Observemos con atención para descubrir aquellas cosas que no podemos permitir en nuestro seno, pues nos apartan del camino del bien y la justicia.
Bendito es el Dios de Israel. Bendito es nuestro Dios.
Un Abrazo Maestro.
muy amable y amen!
Si es verdad, pequeña frase para leerla, analizarla pero desde el punto de vista de los entendidos, no de los cristianos que no tienen autoridad para leer y sacar su conclusion pero de acuerdo a sus terminos
Tal parece que Dios es muy abstracto para muchos entonces optan por dioses «más tangibles» que complazcan a su EGO.