Cada uno ha sufrido el tremendo impacto de la impotencia del nacimiento, que es la más espantosa pesadilla que se puede vivir en este mundo.
No quedan registros en la memoria simbólica, porque nuestro sistema nervioso aún no desarrollado no lo permite, pero además no tenemos concepto internalizado del símbolo como para hacerlo. ¡Gracias a Dios por ello! Porque de ser accesible como un recuerdo “común”, sería muy poca agraciada nuestra vida, plagada de terrores incontenibles.
Por ello, queda como un registro somático, enclavado en lo más oscuro y profundo de nuestra memoria corporal. Esto no es precisamente una buena noticia, puesto que permanece con nosotros incambiada, hasta nuestro último suspiro. No hay manera de expresarla con el lenguaje, no tiene representación exacta posible, y tampoco una “cura”. Allí está, y se manifiesta en diferentes formas, tales como miedos, fobias, temores, terrores, temblores, etc.
Gracias a nuestro EGO pudimos sobrellevar el primer impacto.
El EGO, que es un activo natural y saludable del ser humano, sirve como sistema de alerta y de pedido desesperado de auxilio. Es una alarma, con procedimientos primitivos y toscos, pero que sirven a su propósito específico.
El EGO nos hizo gritar, llorar y patalear (o desconectarnos de la realidad si no alcanzaba satisfacción a su necesidad) para que algún adulto nos atendiera, nos diera aquello que nuestro organismo precisaba para no sucumbir.
El EGO nos asistió muchísimas veces en nuestros primeros tiempos, y luego se fue enclavando ya no solo como un mecanismo natural de supervivencia, sino también como un hábito, una conducta compleja adquirida, que iba conquistando terrenos para los cuales no es apropiado ni necesario.
En nuestro esponjoso y sediento cerebro se fue marcando una huella antigua y profunda, un hábito, que nos lleva a gritar, llorar, patalear o desconectarnos de la realidad para obtener satisfacción.
Sí, claro; también aprendimos conductas más acordes a personas civilizadas, pero en la base, en lo recóndito, en el arsenal más primario y veloz, está el llorar, gritar y patalear (con sus derivados) para alcanzar lo que se desea o precisa, para obligar a algún otro a moverse y proveernos de lo que nos hace falta.
En parte por ello es que alzamos nuestros ojos a los cielos cuando clamamos por auxilio divino, o suponemos en las alturas su trono.
Porque nos habituamos a esperar que de arriba, de lo alto, de alguien con más poder que nosotros, venga la asistencia.
Que ese otro poderoso nos alzara, nos acunara, nos diera cobijo, nos satisficiera.
Entonces, elevamos plegarias, alzamos las manos, miramos para arriba, esperamos que venga Dios o un dios a auparnos, cual bebitos en impotencia pero con suficiente fuerza como para llamar la atención con berrinches, o con astucia para manipular y así obtener alguna gratificación.
Sí, porque tal como manipulamos a los adultos, pretendemos hacerlo con Dios o algún dios (inexistente, por cierto).
Esperamos que ante nuestras quejas la divinidad nos haga los mandados.
Si le ordenamos por medio de rezos, ¿cómo no nos va a dar lo que queremos?
¿Cómo se atreve esa deidad a no satisfacer nuestra minúscula existencia, si nosotros hemos ofrendado al líder religioso, o pactamos alguna cosita, o ayunamos un día, o cualquier otra cosa que se nos ocurre (o nos dicen) tiene el poder de mover a la divinidad a esclavizarse a nuestro antojo?
¿No es ridícula esta creencia y conducta?
El hombre, limitado e impotente, fantasea que tiene la capacidad para decretar cosas sobre Dios, el Todopoderoso.
En su necedad cree que el Rey vendrá a darle lo que quiere, a cambio de rezos, pactos, decretos que uno impone, o lo que fuera.
Muchas veces se inventa sus propias liturgias y mejunjes mágicos, con el pensamiento infantil marchando a toda máquina.
Pero, suele caer en las garras de traficantes de fe.
Piratas dispuestos a cualquier cosa para obtener sorbos de poder, en forma de dinero, de fama, de adulación de masas, de cualquier cosa que les haga sentir poderosos.
Así, habrá gente que se siente impotente siguiendo a otra gente que se siente impotente pero que se considera poderosa.
Trucos, imaginería, necedad, abismo, caos, muerte en vida.
Se dirige a un supuesto hombre iluminado para que le venda ese polvo mágico, esa receta supersticiosa que le dará poder sobre el Todopoderoso.
Por supuesto que el tal hombre iluminado, o quienes le rodean, se hacen una fiesta con esto. Venden productos irrisorios, inútiles, a precios de oro y agua en el desierto. Posan con imposturas de santidad. Se rodean de lisonjeros y matones, unos para que aplaudan y conquisten a los que dudan; los otros para que amenacen, presionen, amilanen, liquiden a los que se atreven a declarar la falsedad y nulidad del supuesto hombre superior.
Se forman sectas de fieles, se organizan cacerías de enemigos, se establecen reglas estrictas y asfixiantes, se sumerge más y más a la gente en sentimiento de impotencia, para que recurran con urgencia a los ansiados amuletos y rituales que solamente provee el gurú del grupo.
Llanto, grito, violencia física, mucha manipulación, ingente desconexión de la realidad… ¿no te suena conocido?
Es solo EGO, total EGO, carente de sentido espiritual, sin relación con el Eterno, sin pan para el alma…
Sí, a la gente le encanta adorar cosas, a personas, a entidades fantaseadas, a cosas por el estilo, porque se pretende que todo ello tiene el poder para satisfacer lo que el hombre no puede por sí mismo.
Se rodea de encantamientos, de amuletos, de foto de supuestos “tzadikim”, de palabritas mágicas, de libritos escritos por supuestos “sabios”, de medallitas, cintitas, idolitos, cualquier cosa que le entregue una cuota de imaginario poder sobre la realidad, para que así mágicamente se resuelvan sus cosas.
Como una droga, se convierte en una pasión enfermiza, en una obsesión, en un doctorado en infelicidad, en amargura, en esclavitud, en celditas mentales.
Está bien que si uno quiere algo rece a Dios, al Uno y Único, y solamente a él.
No a otros dioses, ni a ángeles, ni a santos, ni a hombre alguno.
El rezo dirigido solamente al Eterno.
Como una forma de diálogo, de confesión, de pedido humilde, de reflexión poderosa; pero NO como extorsión, ni manipulación, ni orden, ni decreto que Él deba acceder, ni supuesta fórmula mágica que obligatoriamente dará resultado.
Rezar para crecer uno, para reconocer el camino correcto, para andar por él, para encontrarLo a Él, sin esperar nada, solamente poder salir de la celdita mental que impone el EGO.
Sí, está bien que la persona pida ayuda a un sabio para que le dé una mano, no para rezar en su lugar, no porque el sabio o tzadik tenga algún poder especial y diferente, no porque Dios escucha al santo que debe ejercer como intercesor obligatorio en la relación.
La persona puede pedir ayuda al sabio, para que éste le enseñe a rezar apropiadamente, por ejemplo sin supersticiones, por ejemplo son desplantes ante el Rey.
Para que además le ayude a pensar mejor su situación, su real lugar, lo que en verdad precisa y necesita, lo que le podría servir y lo que no.
Porque el sabio puede funcionar como un espejo claro y limpio, que devuelva la imagen que la persona precisa mirar y aprender de ella.
Porque el sabio puede servirle como modelo.
Pero, cuando nuevamente el EGO entra en funcionamiento, entonces se cree que el tzadik es el que bendice, el que intercede, el que tiene un rezo que es escuchado por Dios y Lo somete a su deseo.
Entonces, nuevamente se entra en el ciclo supersticioso, vicioso, terrible, de esclavitud. Se pierde el sentido, se rechaza la conexión con Dios, para llenarla de creencias, de fe, de adoración a hombres, de enojo, de odio, de manipulación, de quejas, de negación, de ignorancia, de todo a lo que el EGO acostumbra…
Lo vemos a diario, lo padecemos.
Cuando, el maestro es simplemente un inteligente y preparado guía del camino, que muestra el paisaje, pero no lo crea, no lo modifica, y no lo puede ver o caminar por ti.
Si te confundes, y se confunde el maestro, terminan esclavizados en roles místicos, carentes de poder pero llenos de fantasías del EGO.
El tzadik, el verdadero, es como un instructor te enseña a conducir tu auto.
Sabe más, tiene conocimiento, adquirió experiencia, por algo es un instructor, pero no por ello él es quien conducirá por ti.
Eres tú el que debe aprender a conducir, a cumplir con las reglas objetivas, a andar con responsabilidad, a avanzar hasta recorrer tu camino.
Eres tú el que maneja tu auto, no el supuesto o real tzadik.
Eres tú quien debe vivir tu vida, no otros.
Tú puedes aprender, debes aprender, y qué mejor que gente sabia, preparada, cultivada, con poder, para servirte de instructores.
Pero, eres tú el que vive tu vida, o te dejas recluir en celditas mentales.
Eres tú quien se debe comunicar con el Padre, de manera simple, sincera, directa, sin vueltas, sin rituales complejos, sin malabarismos.
Claro, para los judíos existe el libro de rezo, por algo está, para que lo uses, si eres judío. Pero eso no quita el recurso saludable, beneficioso, bendito de la conversación franca con tu Padre, sin intercesores, sin metiches con supuestos poderes mágicos que son solo piratas de la fe.
Recuerda la lección, compártela, des-aprende, aprende, vive, disfruta la bendición constante que llueve sobre ti.
Gracias por la enseñanza transmitida; yo considero que Dios no es nuestro empleado que tenga que hacer las cosas a cada antojo. Los seres humanos hacemos o permitimos que sucedan ciertas acciones que nos causan problemas; sin embargo somos nosotros mismos quienes considero debemos corregirlas y así mismo obtenemos mayor conocimiento de que hacer y como para no repetir.
gracias mavile, y q bueno saber esta de vuelta y con buena salud.
me habian dicho q estaba enfermo.
me alegro q este mejor y por aqui, su hogar.
hasta luego
Un maestro sabio…aquel que expone y no impone sus enseñanzas y conocimientos…incluso sus desconocimientos…que comparte, que enseña y aprende a la vez…que agradece enseñar…el que guia en el camino del que aprende..quien no confunde ni maltrata.
Pero cada uno tiene su propio camino, y que debe ser solo cada uno el responsable de como vivirlo, como crearlo, de nuestros aciertos y errores.
Con cuanta frecuencia hemos escuchado la siguiente frase, ante unos hechos, violencia, guerra, hambruna, enfermedad..: Dios, ¿por que no acabas con esto?..¿Por que lo permites?..HAZ ALGO !!! Si, es cierto; tener a Dios como culpable y como criado.
Ante estas preguntas, siempre respondo a quien las formula: Ya lo ha hecho…te ha hecho a ti y a mi….¿Hacemos algo para arreglar estos problemas?…porque son problemas humanos, no divinos.
Y sí, amigo Mavile, corregir y no repetir los errores
excelente respuesta julian! excelente y creo q muy verdadera!
y saber que algun dia forme parte de esas dicaduras religiosas.
Gracias More.
bueno es q ahora erees libre, fiel a Dios, fiel a ti mismo!
a ayudar a otros!
La comunicación con Dios da libertad de la celda mental, eso es un enunciado genial porque no se trata de manipular las cosas sino de liberarse uno de esas cadenas y la verdad es que cuesta. No es fácil porque en una que va y en otra que viene, uno está actuando con el EGO y no auténticamente y ni siquiera se da cuenta cuándo se cambió el interruptor. Es un tema más que todo de vivir sin ataduras innecesarias. Muchas veces oramos porque creemos que de esa forma conseguiremos algo y ni siquiera nos percatamos de la paz mental que el orar en sí mismo trae, pero no, tenemos que esperar algo a cambio.
En mis momentos más pueriles pensé que orando, no importa si uno es o no idólatra, podría obtener una ventaja, o sea, eso solo demuestra cuán retrasado estaba en el camino a la liberación, porque aunque uno piense que es monoteísta. existen ciertas costumbres que se impregnan a uno aunque uno sea una persona alejada de la idolatría. Por ej., muchas personas de años, amigos, personas buenas que buscan hacer el bien, pero contaminadas por la idolatría quienes a veces se confunden por lo turbia que es la creencia idolátrica, terminan dando consejos que confunden.
Al final de cuentas todo se reduce al entendimiento que debido a la complejo que es el universo, es imposible describirlo y mucho más difícil aun controlarlo. A lo sumo lo que hemos podido hacer es regresar a la génesis de las cosas y esquematizar los fenómenos, pero de entender su origen a comprender todos y cada uno de los acontecimientos que ocurran en el tiempo y en el espacio, es sumamente complicado por no decir que imposible, entonces es mucho más ingenuo aun siquiera pensar que si no podemos ni entender ni la mitad de los fenómenos que ocurren en el tiempo y en el espacio, es mucho más improbable aun que podamos controlarlos.
La comunicación con Dios da libertad de la celda mental, eso es un enunciado genial porque no se trata de manipular las cosas sino de liberarse uno de esas cadenas y la verdad es que cuesta. No es fácil porque en una que va y en otra que viene, uno está actuando con el EGO y no auténticamente y ni siquiera se da cuenta cuándo se cambió el interruptor. Es un tema más que todo de vivir sin ataduras innecesarias. Muchas veces oramos porque creemos que de esa forma conseguiremos algo y ni siquiera nos percatamos de la paz mental que el orar en sí mismo trae, pero no, tenemos que esperar algo a cambio.
En mis momentos más pueriles pensé que orando, no importa si uno es o no idólatra, podría obtener una ventaja, o sea, eso solo demuestra cuán retrasado estaba en el camino a la liberación, porque aunque uno piense que es monoteísta. existen ciertas costumbres que se impregnan a uno aunque uno sea una persona alejada de la idolatría. Por ej., muchas personas de años, amigos, personas buenas que buscan hacer el bien, pero contaminadas por la idolatría quienes a veces se confunden por lo turbia que es la creencia idolátrica, terminan dando consejos que confunden.
Al final de cuentas todo se reduce al entendimiento que debido a la complejo que es el universo, es imposible describirlo y mucho más difícil aun controlarlo. A lo sumo lo que hemos podido hacer es regresar a la génesis de las cosas y esquematizar los fenómenos, pero de entender su origen a comprender todos y cada uno de los acontecimientos que ocurran en el tiempo y en el espacio, es sumamente complicado por no decir que imposible, entonces es mucho más ingenuo aun siquiera pensar que si no podemos ni entender ni la mitad de los fenómenos que ocurren en el tiempo y en el espacio, es mucho más improbable aun que podamos controlarlos.
Muchas gracias por este bello post mi querido amigoo.