Una de esas frases…

Alguien publicó hace un rato esto en su FB:

NO PODEMOS CAMBIAR EL PASADO… SOLO PODEMOS APRENDER DE NUESTROS ERRORES, EVALUAR NUESTRO PRESENTE Y ORAR PARA QUE NUESTRO FUTURO SE ACERQUE A LO SOÑADO.

¿Estás de acuerdo?
¿Cambiarías algo? ¿Qué?
¿Agregarías algo? ¿Qué?
¿Quitarías algo? ¿Qué?
¿Podrías decir una idea similar, o perfeccionada, en siete palabras exactamente?

Sé analítico, reflexivo, intenso, sensible, amplio, profundo, drástico, espiritual (¡que no religioso!), por favor.

Gracias.

“Yo” creo

Una conducta repetida se transforma en un hábito.
Éste pasa a formar parte de una suerte de naturaleza adquirida, automatizada.
Nuestro cerebro no dedica energía a llevar el control consciente del hábito, lo que lo libera para atender otras actividades, ahorra energía, en definitiva es bastante beneficioso.
Pero, ¿qué pasa cuando la repetición es de conductas negativas, que dañan? Se forma un hábito oscuro, perjudicial, que deja de estar atado al dominio voluntario y hace cosas que luego tal vez nos arrepentimos o lamentamos. ¿Fumar? ¿Beber alcohol? ¿Reaccionar como bebe ante situaciones de impotencia? ¿Huir de los problemas en vez de resolverlos? ¿Ser dependientes de la ayuda externa? ¿Ser perezoso?
Piensa y encontrarás en tu propia vida alguno de estos hábitos. Comparte con nosotros, por favor, en la zona de los comentarios los que reconoces en ti o en otros.

En ocasiones hasta un hábito saludable podría transformarse en un dolor de cabeza, o algo peor.
¿Podrías compartir algún ejemplo de estos?

Algo parecido sucede a nivel mental.
Allí al acto lo llamaremos idea y al hábito creencia.
Ideas que se repiten, sea porque tú las rumias o porque te golpean de diversas fuentes, terminan por consolidarse en creencias.
También pasan a ser automáticas, inconscientes, ajenas a tu voluntad, que irrumpen de manera autónoma y te provocan reacciones.
Nuevamente recurro a tu ayuda, ¿podrías decirnos algunas de esas creencias que tienes?

Probablemente nunca te has puesto a meditar seriamente acerca de tus creencias.
Las das por sentado.
Están ahí y son tuyas, ¿cómo o por qué habrías de cuestionarlas?

Ocurre que innumerables fracasos en nuestra existencia se deben a nuestras creencias.
De hecho, cuando ninguna limitante externa te impide alcanzar tu meta, son tus creencias las que suelen estar en la base y sostén de tus frustraciones y reveses.
Recuerda… ¿te da miedo hablar en público? ¿Te cuesta hablar con la chica/chico que te gusta? ¿No sabes como pedir a tu jefe un merecido aumento de sueldo? ¿Te paralizas ante la idea de divorciarte, cuando es un hecho que tu matrimonio está muerto hace años? ¿Te encantaría que tu vecino dejará de hacer ruido y mugre, que te perjudican constantemente, pero no te atreves a tocar el timbre y plantearle las cosas de manera firme y civilizada pero sin dar un paso atrás? ¿Estás tan seguro que sería un desastre tu plan de abrir tu propio negocio? ¿Tan malo eres para el estudio? ¿Por qué sigues en esa carrera que odias, pero tus padres te insisten que la termines?
Para aquí, porque es obvio que hay infinidad de ejemplos que podríamos compartir. ¿Quisieras contarnos alguno? Te lo agradezco.

Sí, mi amigo, son tus creencias las que te impiden ser feliz.
Creencias que se originaron en mandatos de otros, en frases lapidarias de otros, en impotencias de otros que te las transmitieron a ti, creencias que hiciste tuyas y ahora las consideras parte sustancial de ti. Creencias que están en las sombras, operando para mantenerte en un limbo. O creencias que te dan mucho impulso, que te liberan de pensar, pero te condenan a prejuzgar, a actuar con necedad, a ser esclavo.

Por aquí dejo planteado este tema.
Sería genial que comentaras, compartieras y nos dieras una mano para seguir ayudándote y ayudando a más.

Hasta luego.

Consuelo para el ateo, si existe alguno

El otro día en Facebook preguntó un amigo (judío observante de los preceptos y estudioso de Torá) qué se le podría decir a un ateo para consolarlo, confortarlo, fortalecerlo ante la idea de la muerte.
De manera veloz respondí: “Vive de tal manera que la existencia tenga sentido”. El sentido lo construye cada uno, no está impuesto por otros, no tiene porqué ser compartido, ni siquiera ser valioso para determinada cultura. Por supuesto que al ser nosotros seres sociales, nosotros mismos construidos –en parte- por otros y por nuestras interacciones, difícilmente habremos de idear un sentido por completo ajeno a otros.
El inteligente amigo respondió que era muy bonita la idea que planteaba, pero que de ser él la persona atea, no hallaría en esas palabras consuelo.
Entonces, de inmediato agregué: A ti quizás racionalmente no no te sirve, porque no eres ateo. No piensas, ni sientes, ni crees, ni tienes las perspectivas de uno. Para quien se identifica como ateo, o cree que lo es, este ideal de vida es mas que suficiente. Porque, no hay más que esta existencia, el aquí y ahora. Al morir, se pierde toda conciencia, ni hay una chispa que permanezca, el silencio y el olvido es el destino. Pero, hay una especie de trascendencia sobre la muerte, y son las obras que nos sobreviven. Si hemos formado familias con valores, con acciones de bondad y justicia; si hemos contribuido a la sociedad y quedan personas que nos recuerdan o alguna construcción que perpetúe nuestro pasaje por el mundo; si aunque sea modificamos para bien un pedacito del cosmos, ese es el paraíso para el ateo. Aquí, en este mundo. No se vive pensando en retribuciones metafísicas, sino solamente en lo que se beneficia al entorno y tal vez a la posteridad. Eso cuando uno es realmente ateo y ético. Pero, si uno aparenta ser ateo, pero en el fondo sigue apegado a deidades (la Verdadera, o todas las otras falsedades que el hombre se inventa y erige en el trono de un dios); o si uno lleva una existencia de pobreza de sentido; o si falta a la ética; entonces, por supuesto que la frase “vivir con sentido”, no tiene ningún sentido ni provee de ninguna consolación. ¿Cómo se consolará aquel que despilfarró su vida en vanidades? ¿O el que vive con temor a dioses, pero reniega de ellos? ¿O el que hace de su vida un combate contra la deidad, pero iza la bandera del ateísmo? ¿O aquel que defrauda al prójimo y/o a sí mismo con acciones innobles y perjudiciales? Podemos mentirnos, ocultar la amargura de nuestra conciencia, convencernos de que somos geniales y buenos, pero la vocecita de la neshamá (espíritu, Yo Esencial) no puede ser silenciada, aunque mucho alboroto la tape. Claro, para el ateo la neshamá es una ficción, tal como son los dioses; ¡pero qué importa lo que crea la gente! Ni Dios (el Verdadero), ni la neshamá piden permiso para existir al hombre, ni dejan de ser porque el hombre diga que no existen.
Sí, hasta el ateo más irreverente, o el más pulido, sigue siendo una neshamá encarnada en sus otras dimensiones que lo forman como hombre en el mundo. Esa neshamá sigue alumbrando su existencia, a pesar de las pantallas, máscaras, cáscaras y racionalizaciones; y esa neshamá se “conforta” con las acciones nobles, que acercan al hombre al Creador. Porque, hasta los ateos más recalcitrantes tienen momentos, y probablemente abundantes, de sincera cercanía con el Uno. Si no te das cuenta cómo ni cuándo, tienes tarea para hacer. De hecho, hasta podría haber ateos mucho más apegados al Eterno que otros que se declaran “espirituales” (no sé bajo cual definición) y son un manojo de religiosidad, de ritualismo, de supersticiones en ropaje de santidad.
Por lo que sé, a Maimónides y otros grandes no le agradaban los ateos, pero al mismo tiempo sé que en el Talmud Ierushalmi se cita en nombre de Dios:

“Dice Dios: que me dejen a Mí pero que no abandonen el cumplimiento de los mandamientos, porque de cumplir con ellos sin creer en Mí, eventualmente terminarán también por creer en Mí… (lamed Torá shelo lishmá shemitoj shelo lishma at ba y etc.)”
(T.I. Jaguigá perek 1 halajá 7)

(Más en http://serjudio.com/exclusivo/respuestas-a-preguntas/resp-44-creer-en-dios-amor).

No sé en qué siguió mi amigo con sus laberintos intelectuales, es un muchacho muy agradable y sagaz, rompe con muchos moldes sin salir del marco.
Lo que sí sé es que este mensaje en realidad es válido para los creyentes en cualquier deidad (sea el Uno y Único, o cualquiera de las falacias), para los ateos sinceros y despojados de adoraciones (creo que no conozco a ni uno así, siempre el EGO está sentado en el sitial de la deidad, de una u otra manera), así como para los que se proclaman ateos pero son religiosos.

Todos deberíamos llevar una existencia que tenga sentido, vivir a pleno el aquí y ahora, disfrutar de lo que tenemos permitido, actuar de tal manera que el paraíso lo hagamos en este mundo. De esta manera, gozaremos de esta vida y recogeremos los frutos en la posteridad.
El mejor camino es el de la construcción de shalom constante, esto es, que todo nuestro quehacer (pensamiento, discurso, acción) este regido por la bondad Y la justicia, con fidelidad al Eterno.

¿Quiere decir esto que es mejor ser ateo?
¡Por supuesto que no!
Pero, la manera que propongo para confortar a un ateo ante la desesperación, tiene valor para toda persona. Y si nos lleva a una vida mucho más creativa, rica, beneficiosa, solidaria, atenta, comunicativa, provechosa, bondadosa, justa… ¡qué bueno!

Recomiendo: http://serjudio.com/personas/etica/imitatio-dei-actuar-como-dios