Shoftim, Jueces, es la quinta porción de Devarim/Deuteronomio (16:18-21:9).
Su tema principal es la administración del país, que debía ser establecida por la nación judía a su pronta llegada a la tierra de Israel.
Hasta hacía cuarenta años, los hebreos eran esclavos del poderoso imperio egipcio, no tenían necesidad, ni oportunidad, de liderazgo propio, ni instituciones que les pudieran representar y organizar. Como esclavos obedecían las órdenes, era poco lo que podían mantener de su autonomía y hacer para preservar su idiosincrasia. Había un consejo de sabios/ancianos para cuestiones muy limitadas, así como una cierta independencia de la tribu de Leví, pero no mucho más.
Luego de salir de Egipto, Moshé quedó a cargo, aunque quien mandaba directamente era el Eterno por medio de hechos concretos que manifestaban Su Voluntad, así como también a través de Sus mensajes que Moshé transmitía fielmente. Con el paso del tiempo organizaron un ejército, con sus respectivos oficiales; un sistema judicial; presidentes de cada tribu; un rudimentario Senado; todo con las miras puestas en la meta, que era arribar a la tierra de Israel para adaptarse allí a la vida de personas libres y constructoras de shalom.
Ahora, en pocos días Moshé dejaría su cargo, el Eterno iría ocultando Su Presencia, para permitir el desarrollo del pueblo y sus instituciones.
El liderazgo político estaría a cargo de Mi.SH.Cá.N. Es un juego de palabras, porque mishcán era el templo portátil que los acompañó durante la travesía por el desierto. Pero, en este caso son las siglas de Melej -rey-; SHofet -juez, caudillo-; Cohén -sacerdote, dignatario espiritual-; Nabí -profeta-.
Cada uno de ellos tenía su rol, sus funciones, su tiempo y lugar para actuar a la cabeza de Israel. A veces podían ser simultáneos, sin por ello menoscabarse unos a otros. Tal como actualmente estamos acostumbrados a que los poderes del Estado estén separados (Legislativo, Ejecutivo, Judicial), de manera similar fue en el antiquísimo Israel, siendo pioneros en este campo también para las otras naciones.
Lo central era que se aplicarán las leyes de la Torá, que es la Constitución del pueblo de Israel, así como las normas que oportunamente surgieran de los ámbitos legislativos de la nación. Es claro que sin ley y justicia no puede haber paz. Sin paz no hay manera que pueda desarrollarse una vida de encuentros, resolución de conflictos, avances y progresos verdaderos.
El principio que se establece en la parashá es el famoso “tzedek tzedek tirdof” – “justicia justa perseguirás”.
Por supuesto que se debe ser en extremo cauteloso para que líderes y jueces no caigan en la corrupción moral, pervirtiendo así el juicio y promoviendo el caos social e individual. Por ello la Torá establece reglas y medidas para proteger a todos, pero en especial a los que en principio aparecen como más indefensos. Al mismo tiempo, exige que se respete a las autoridades, puesto que son el elemento que han tenido las civilizaciones para organizarse y cuidarse mutuamente.
La parashá menciona algunos de los factores que pueden provocar el descalabro social, como los sobornos, la corrupción en la justicia, los favoritismos, el autoritarismo, la violencia, el populismo, pero también la inclinación hacia la superstición, el dedicarse al engaño, el admirar lo malo y tildarlo como bueno. Así, la Torá marca los límites báscios para asegurar una convivencia saludable y un desarrollo sustentable.
¿Cuáles serían las enseñanzas prácticas que podríamos aplicar a la vida cotidiana?
¿Tiene alguna ventaja contar con una Constitución de origen Divino por sobre una de origen humano?
¿Qué lleva a la corrupción moral en los dirigentes? ¿Ideas para resolverlo?
Escrito originalmente para SERJUDIO.com.
Este mundo se esta desboronando en pedazos. La unica solucion viable es que venga el Mesias y siga todo al pie de la letra como esta escrito en la Torah.
Si cada ser humano doblegara su Ego , la historia seria otra.
Se acabarian las guerras y existiria una mejor convivencia.
y nosotros solamente vamos a esperar pasivamente?
no me parece que sea lo que Dios queire que hagamos…
Por supuesto que no Morè. No quiero que mi comentario suene de conformista.
Por ejemplo si la persona X o Y , quien padece un cancer terminal y sabe que va a morir , no luche hasta el ultimo momento por su vida , asi los concientes de nuestra identidad debemos hacer el bien hasta el ultimo momento.
Pero parece que es inevitable el «final» de nuestros tiempos ante el crecimiento y fortalecimiento de tanta maldad.
R/1: Creo que estamos viviendo una era de cierta estabilidad política. Como civilización se ha superado la prueba-error de sistemas que resultaron ser un fiasco, y que llevaron a la humanidad a replantearse sus propios ideales. Los grandes retos modernos de nuestras sociedades contemporaneas es no permitir que los sistemas democráticos creados no se vean amenazados por los problemas sociales que hoy tenenos (droga, delincuencia, etc)
R/2: Nuestra propia Constitución fue creada por una Junta Fundadora de la Republica hace ya 65 años. En ella se ordena la nación, se consagra derechos, libertades y deberes. Ha funcionado porque la identidad nacional no se ha perdido; aunque si se ha enriquecido, pero nunca cambiada. No me parece que existe ventajas ya que en todas se cumple el proposito de que en una sociedad exista libertad, derecho, justicia y paz.
R/3: No debe ser facil ser dirigente, o detentar algun poder público. Me cuesta creer que alguien quiera llegar a tener algun puesto publico con el fin de corromperse moralmente; pueda tal vez tener algun deseo egoísta de estar bien y seguro, pero nunca con la intención de hacer daño. Tal vez por ello nadie debe de permanecer mucho tiempo detentando algun tipo de poder, ni gozando de forma vitalicia de los privilegios que el cargo otorgue.