¿Hay alguien que no conozca, aunque sea de oídas, la historia de Noaj/Noé?
Tengo la impresión que la mayoría de nosotros hemos escuchado algo al respecto. Como el relato de David y Goliat, o el juicio Salomónico, o las plagas sobre Egipto, uno de los tantos temas bíblicos que se han vuelto populares (al menos sus títulos, no sé si las historias en sí).
Esto pareciera ser una gran ventaja a simple vista, ¿no?
Partimos del supuesto de que ya tenemos idea de lo que tratan, con solo el enunciado parece alcanzar, sin necesidad de esforzarnos por aprender, así aligeramos nuestra tarea.
Pero, si nos detenemos a observar con calma, llegamos a darnos cuenta de que pocas veces se les presta verdadera atención, por lo cual dudosamente se los analiza apropiadamente para comprender, instruirnos y enriquecernos con ellos.
Es uno de los riesgos de la familiaridad, del hábito, del dar por sentado que las cosas son tal como las creemos, las suponemos, o confusamente recordamos.
Y no solo pasa con historias del TANAJ, porque podemos encontrar similar patrón de conducta en el resto de las áreas de nuestra vida, desde lo cotidiano a lo infrecuente, de lo vulgar a lo noble, de lo banal a lo trascendente, en (casi) todo y no exclusivamente en relatos antiguos o modernos; también en cuestiones del trato con nuestro semejante.
Ocurre una ceguera (parcial o total) de lo cotidiano, “obstáculos epistemológicos” dicen los entendidos (busca de esto, es realmente interesante y provechoso).
Heredamos y formamos creencias, que nos marcan la manera que concebimos al mundo (incluidos nosotros) y cómo actuamos en él. Andamos de un lado a otro, saltando de un estereotipo al otro.
Usamos el lenguaje asumiendo que conocemos los significados, cuando a menudo estamos adivinando sobre la marcha, y muchas veces erróneamente.
Enarbolamos lemas y banderas, en tanto nos convertimos en fanáticos de tal o cual asunto, personaje, moda, aunque nos excusamos diciendo que todas las opiniones son igualmente válidas, que el derecho a la libre expresión convalida todo disparate. Como si la auténtica y valiosa libertad de expresarse diera autoridad a todas las opiniones y validez a cualquier postulado.
Ante este modo de actuar se plantan firmemente otros modos, por ejemplo el espíritu crítico del científico, del investigador y también de la persona que estudia en verdad TORÁ, sabiendo que es algo más que un cuentito ya conocido, fábulas antiguas, cosas religiosas sin aplicación actual, o una profesión de fe.
Aunque también están los que parecen buscar y desear el conocimiento, pero son solo estrategias para no salir de las propias limitaciones y cegueras.
En el texto de la parashá NOAJ, así como en los comentarios que se hacen de ella, encontramos ejemplos de todo esto, ¿te animas a descubrirlos y compartirlos con nosotros?
¿Te animas, si quieres, a verte al espejo espiritual y ver tus propias dificultades para avanzar en la construcción de un conocimiento más elaborado y que mejore el shalom?
Este texto fue escrito originalmente para SERJUDIO.com, pero creo contiene valiosas enseñanzas para la identidad espiritual del noájida.
Con gusto leeré tus comentarios al respecto, así como a lo que plantea en sí el artículo. Gracias.
Es sin duda una condición inherente al ser humano el estereotipar todo para sentirse mas cómodo en lugar de esforzarse por encontrarla verdad y aprender las lecciones que nos da la misma hasta llegar a esa verdad
Por eso cada carta debe tener su correspondiente estampilla para que llegue a su destino.
Gracias Morè.
gracias por su valiosos comentarios
Gracias a usted Morè.