Abunda la oferta que se pinta como espiritual, pero solamente es religión, sentimentalismo, técnicas de control mental, manipulación emocional, soledad disfrazada de risas, sectarismo, fanatismo, idolatría, idiotización.
Hoy se presenta a cualquier como maestro ascendido, incluso a criminales conocidos que lejos están de haber cambiado de estilo de vida.
Cualquier antro es dignificado como residencia de crecimiento espiritual, siendo no más que un mercadito de regateos emocionales disfrazados de santidad.
Se presume que cualquier camino conduce a Dios, a la pureza, a la revelación de dimensiones luminosas, cuando los caminos que el propio Dios ha designado son solamente dos y bien establecidos: judaísmo para judíos, noajismo para gentiles.
Estamos plagados de creencias, bailecitos, lemas, cartelitos simpáticos en redes sociales, libritos mágicos, formulas metafísicas, cancioncitas inspiradoras, que apuntan directamente a zonas del cerebro que brindan placer, o que llenan de terror, y con ello consiguen los mercaderes de la fe el control sobre sus compradores.
Es un circo completo, de los de antes, con animales torturados, payasos que no dan gracia, adiestradores que golpean, damas barbudas, equilibristas en continuo riesgo y sin protección, vagabundos, con su carpa gigante y remendada para presentar la función, sus jaulas viejas y horribles pero que aún atrapan a sus víctimas, troupe que va de un lado a otro recogiendo el dinero del público a quien fascinan con sus espectáculos pesadumbrosos pero que deben ser aplaudidos y festejados con risotadas.
Tal cual son estos personajes de tablado, vocacionales del negocio de la fe, que pueden hacerse llamar rabinos, maestros, cabalisteros, pastores, sacerdotes, eminencias, supuestos sabios de todo tipo, forma y color que tienen algunas cosas en común entre ellos, y la santidad y espiritualidad no es una de ellas.
Son buenos titiriteros, mueven a las masas con sus trucos. Convocan cientos o miles con sus amenazas y sus gigantes promesas.
Ésos son sus hilos básicos de manipulación: llenar de miedo, dudas, culpa, decepción, sentimiento de ineficacia y pecado; al mismo tiempo prometer salvación, paraíso, bendición, alegría, sanación, resolución de problemas, todas las esperanzas juntas.
Ofrecen cambios, cambias tu vida, tu modo de ver la vida, tener real poder, no doblarse más bajo la bota de la impotencia, sí, todo te prometen, ¿por qué no?
El precio pueden ser unos buenos fajos de dólares, casas, joyas, pero en resumen: la sumisión a ellos, la aceptación incondicional de sus creencias, el dejar de ser uno para ser uno del “grupo” siendo el payaso el líder.
Saben actuar en su show macabro, que es la exteriorización del EGO, a través de la fascinación, la conquista, el apropiarse del poder que le confieren sus víctimas (que muchas veces son también sus cómplices).
A veces, a sus víctimas se les pasa la euforia y del supuesto positivismo caen a la más atroz decepción, al deseo de morir, el uso de fármacos, con ansiedad que sería saciada comiendo lo que no nutre y enferma.
Se sienten impotentes, como nunca dejaron de estarlo.
Precisan llamar la atención cada vez más, recurren a las estrategias primitivas que se disparan automáticamente.
Algunos de los esclavizados por la farsa tienen la fortuna de despertar, aunque sea al golpearse contra el muro de la realidad y sufrir por ello. ¡Al menos pudieron despertar y tener una chance para escapar de esas celditas mentales! Luego, muchos vuelven a la parálisis, al atontamiento, a la prisión, porque la conocen, porque tienen miedo de la Luz, porque no se atreven a la libertad, porque ser responsable tiene su costo aunque el disfrute es incomparable.
Otros prefieren esconderse profundo en sus creencias, en sus opiniones, en sus sectas, en los mandatos del líder y/o del grupo. Se atrincheran y ejercitan en el sucio arte de las excusas, de las justificaciones, de alelar el raciocinio para que prevalezca la creencia, para que la emoción comande la vida. Éstos aunque pudieran despertar momentáneamente, prefieren cerrar los ojos y hacerse los dormidos hasta que pase el “peligro” de que alguien los haga despertar.
Pero, ahí, en algún lugar permanece sin manchas la NESHAMÁ, el espíritu, el Yo Esencial, irradiando su Luz, aunque las conductas negativas interpongan caparazones, aunque pareciera que esa Luz no existe o no tiene fuerza. Aunque la noche sea oscura y las sombras sean las que se adueñan del panorama, lo cierto es que la NESHAMÁ no se extingue, ni se deja dominar o doblegar por los payasos del circo horroroso.
Aunque todo tu ser exterior esté atrapado, aunque tu mente haya sido secuestrada, aunque no tengas ni siquiera sensación del espantoso lugar que te encuentras, la NESHAMÁ no se deja engañar, y ella es tu parte más pura y verdadera. Es tu esencia perpetua, la que fuiste, eres y serás, sin cambios, sin conversiones, sin manipulaciones.
Es la que te mantiene en constante conexión con el Padre y el resto de la creación.
Es la que te rescata del valle de sombras de muerte, aunque tú luego agradezcas al EGO y le sigas su erróneo paso.
Si por alguna circunstancia logras emparejar algunas fracciones de tu Yo Vivido con el Yo Esencial, entrarás a “vibrar” en un estado armonioso, de paz, de conciencia real.
Tendrás un vistazo a las cuestiones que te suceden.
Querrás la vida y no seguir en la jaula del EGO.
Por ahí será mayor el miedo, porque le temes a ese Faraón que te acompaña desde siempre y seguirá allí importunando. Por ahí crees que es verdad tu impotencia y que solamente te queda rendirte al EGO.
Entonces, dejarás que las cáscaras vuelvan a cubrir la Luz, te llenarás de excusas, o sencillamente te quedarás hemipléjico y amnésico, para no tener que ser libre.
Si estudias, si te animas a conocerte, si descubres tus partes que resuenan negativamente, si valoras lo positivo que tienes y haces, si no das poder al miedo, estarás en camino a conocerte, quererte, cuidarte, y el EGO no tendrá dominio sobre ti, como tampoco sus representantes externos (los payasos y etc. del circo horrendo).
No es sencillo, desde siempre (en lo individual y en lo social) estamos en este baile espantoso, y parece que no queremos o no podemos aprender. Desde el comienzo de la civilización hubo “iluminados” que nos dominaron, el primero de ellos Nimrod, el padre de la religión como mecanismo de dominación social.
Sin embargo están las herramientas a disposición de quien quiera recibirlas y usarlas, y no precisa ni ser judío, ni ser ortodoxo, ni ser entendido en sabiduría, simplemente tener la voluntad y la humildad para aprender a encontrar a Dios, sin religión, sin farsa, sin bailoteos. porque al encontrar a Dios, se encuentra a uno mismo.
¿Te quieren vender cintas rojas, el Zohar, el libro de los jardines mágicos milagreros, participar de retiros “espirituales”, repetir frases empalagosas, venderte esto y aquello?
Compra si quieres.
Sé parte del grupo de ovejas llevadas al matadero entre cantitos de salvación.
Festeja con una risa fingida, aunque la creas genuina, en el circo de la perdición.
Permite al EGO y sus enviados mantenerte en la impotencia, aunque te hagan creer que tienes poderes magistrales, tales como viajar fuera de tu cuerpo, contactarte con entidades espirituales, dictar los pasos a Dios, etc.
O sé tú, aquel que eres en tu esencia.
Las religiones son «Los televentas espirituales».
Gracias Morè.
La religión se aprovecha que el mismo EGO no les permita a las personas estudiar menos leer. En este sitio hay mucho y bueno que leer.
Saludos More.