Estudiamos a menudo acerca de nuestros diferentes YOes: Esencial, Auténtico y Vivido.
Resulta muy importante para sustentar teóricamente nuestra actividad en CABALATERAPIA, y en general, por el sentido trascendente de ser constructores de SHALOM.
Sin embargo, el valor fundamental no se encuentra en filosofar, en navegar y bucear por océanos de profundos conocimientos ancestrales, modernos y metafísicos; sino, en desarrollar una vida plena en este mundo, lo que a la postre brinda cosecha fructífera en el mundo venidero.
Repito, lo esencial no está en especular copiosamente, sino en llevar una vida de construcción de SHALOM constante, por medio de acciones de bondad Y justicia.
Si para conseguirlo mejor precisamos comprender nuestra complejidad multidimensional, entonces ¡qué bueno que contemos con este material de estudio!
Si nos resulta irrelevante y superfluo, puesto que construimos SHALOM sin tanto discernimiento, ¡qué bueno que así sea!
La meta es: construir shalom por medio de acciones de bondad Y justicia.
Pero, el pensamiento se vuela, con dudas, temores, fantasías, creencias, excusas, lo que fuera que nos desplace de este momento y lugar.
Nos quedamos anclados al pasado, con sentimientos de culpa, con impotencia por haber hecho o dejado de hacer, como si un anciano débil y achacoso estuviera trepado a nuestro cuello y nos impidiera respirar, hablar con claridad, girar la cabeza para ver a otra parte.
O estamos pendientes del irreal futuro, llenos de miedo, de ficciones de impotencia en lo que aún no tiene realidad. Como si un niñito atropellado nos estuviera gritando y saltando sobre nuestra cabeza, sin darnos paz, sin dejarnos un momento para detenernos y decidir con sabiduría y compromiso.
En esos escapes al pasado o al futuro, malgastamos el presente. Nos vamos ahuecando, pero no para llenarnos de satisfacción y éxitos, sino de vacío, soledad, tristeza, mentiras al solitario, falsedad, materialismo sin sentido, pobreza, etc.
Perdemos el tiempo y por más que después corramos, ya está perdido.
No vivimos el presente, no mejoramos las condiciones para mañana. Simplemente pasamos, derrochamos ese capital que es el tiempo, destinamos energía no retornable en conflictos estériles, construimos nada y destruimos mucho.
A veces nos quedamos reflexionando (haciendo de cuenta que lo hacemos), tratando de descubrir quién somos, cómo ser un vivo reflejo de esa NESHAMÁ que somos.
Y en verdad, nuestra identidad es lo que estamos haciendo ahora, con los retazos del pasado en la memoria, con las perspectivas del futuro, pero es esto que estamos haciendo.
Construimos quien somos. No nos encontramos a través de filosofía, ni la fe, ni rezar, ni encerrarnos en soledad para hacer de cuenta que meditamos cosas trascendentes. Si alguna de estas cosas te sirve para calmarte y darte energías para vivir a pleno el aquí y ahora, ¡qué bueno! Pero en realidad, la identidad la estamos construyendo con las decisiones que tomamos, lo que hacemos y dejamos de hacer.
Entonces, dediquémonos a construir con acciones de bondad Y justicia.
Aprendamos, estudiemos, desaprendamos, entrenémonos para no estar siempre reaccionando a través de las herramientas del EGO.
Construyamos SHALOM.
Si hemos construido SHALOM, con más o menos filosofía,
al final del camino,
cuando necesariamente solo quede la NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial) y la memoria fiel del cúmulo de vivencias de nuestro pasaje terrenal,
comprobaremos, que nuestros Yoes máscaras fueron espejos de nuestro Yo cara.
Es decir, si logramos sintonizar nuestra conducta con el Yo Esencial,
por medio de acciones de bondad Y justicia,
el resultado siempre será dichoso, bendito, luminoso.
¿Quedan dudas?