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“Yo” creo

Una conducta repetida se transforma en un hábito.
Éste pasa a formar parte de una suerte de naturaleza adquirida, automatizada.
Nuestro cerebro no dedica energía a llevar el control consciente del hábito, lo que lo libera para atender otras actividades, ahorra energía, en definitiva es bastante beneficioso.
Pero, ¿qué pasa cuando la repetición es de conductas negativas, que dañan? Se forma un hábito oscuro, perjudicial, que deja de estar atado al dominio voluntario y hace cosas que luego tal vez nos arrepentimos o lamentamos. ¿Fumar? ¿Beber alcohol? ¿Reaccionar como bebe ante situaciones de impotencia? ¿Huir de los problemas en vez de resolverlos? ¿Ser dependientes de la ayuda externa? ¿Ser perezoso?
Piensa y encontrarás en tu propia vida alguno de estos hábitos. Comparte con nosotros, por favor, en la zona de los comentarios los que reconoces en ti o en otros.

En ocasiones hasta un hábito saludable podría transformarse en un dolor de cabeza, o algo peor.
¿Podrías compartir algún ejemplo de estos?

Algo parecido sucede a nivel mental.
Allí al acto lo llamaremos idea y al hábito creencia.
Ideas que se repiten, sea porque tú las rumias o porque te golpean de diversas fuentes, terminan por consolidarse en creencias.
También pasan a ser automáticas, inconscientes, ajenas a tu voluntad, que irrumpen de manera autónoma y te provocan reacciones.
Nuevamente recurro a tu ayuda, ¿podrías decirnos algunas de esas creencias que tienes?

Probablemente nunca te has puesto a meditar seriamente acerca de tus creencias.
Las das por sentado.
Están ahí y son tuyas, ¿cómo o por qué habrías de cuestionarlas?

Ocurre que innumerables fracasos en nuestra existencia se deben a nuestras creencias.
De hecho, cuando ninguna limitante externa te impide alcanzar tu meta, son tus creencias las que suelen estar en la base y sostén de tus frustraciones y reveses.
Recuerda… ¿te da miedo hablar en público? ¿Te cuesta hablar con la chica/chico que te gusta? ¿No sabes como pedir a tu jefe un merecido aumento de sueldo? ¿Te paralizas ante la idea de divorciarte, cuando es un hecho que tu matrimonio está muerto hace años? ¿Te encantaría que tu vecino dejará de hacer ruido y mugre, que te perjudican constantemente, pero no te atreves a tocar el timbre y plantearle las cosas de manera firme y civilizada pero sin dar un paso atrás? ¿Estás tan seguro que sería un desastre tu plan de abrir tu propio negocio? ¿Tan malo eres para el estudio? ¿Por qué sigues en esa carrera que odias, pero tus padres te insisten que la termines?
Para aquí, porque es obvio que hay infinidad de ejemplos que podríamos compartir. ¿Quisieras contarnos alguno? Te lo agradezco.

Sí, mi amigo, son tus creencias las que te impiden ser feliz.
Creencias que se originaron en mandatos de otros, en frases lapidarias de otros, en impotencias de otros que te las transmitieron a ti, creencias que hiciste tuyas y ahora las consideras parte sustancial de ti. Creencias que están en las sombras, operando para mantenerte en un limbo. O creencias que te dan mucho impulso, que te liberan de pensar, pero te condenan a prejuzgar, a actuar con necedad, a ser esclavo.

Por aquí dejo planteado este tema.
Sería genial que comentaras, compartieras y nos dieras una mano para seguir ayudándote y ayudando a más.

Hasta luego.

Consuelo para el ateo, si existe alguno

El otro día en Facebook preguntó un amigo (judío observante de los preceptos y estudioso de Torá) qué se le podría decir a un ateo para consolarlo, confortarlo, fortalecerlo ante la idea de la muerte.
De manera veloz respondí: “Vive de tal manera que la existencia tenga sentido”. El sentido lo construye cada uno, no está impuesto por otros, no tiene porqué ser compartido, ni siquiera ser valioso para determinada cultura. Por supuesto que al ser nosotros seres sociales, nosotros mismos construidos –en parte- por otros y por nuestras interacciones, difícilmente habremos de idear un sentido por completo ajeno a otros.
El inteligente amigo respondió que era muy bonita la idea que planteaba, pero que de ser él la persona atea, no hallaría en esas palabras consuelo.
Entonces, de inmediato agregué: A ti quizás racionalmente no no te sirve, porque no eres ateo. No piensas, ni sientes, ni crees, ni tienes las perspectivas de uno. Para quien se identifica como ateo, o cree que lo es, este ideal de vida es mas que suficiente. Porque, no hay más que esta existencia, el aquí y ahora. Al morir, se pierde toda conciencia, ni hay una chispa que permanezca, el silencio y el olvido es el destino. Pero, hay una especie de trascendencia sobre la muerte, y son las obras que nos sobreviven. Si hemos formado familias con valores, con acciones de bondad y justicia; si hemos contribuido a la sociedad y quedan personas que nos recuerdan o alguna construcción que perpetúe nuestro pasaje por el mundo; si aunque sea modificamos para bien un pedacito del cosmos, ese es el paraíso para el ateo. Aquí, en este mundo. No se vive pensando en retribuciones metafísicas, sino solamente en lo que se beneficia al entorno y tal vez a la posteridad. Eso cuando uno es realmente ateo y ético. Pero, si uno aparenta ser ateo, pero en el fondo sigue apegado a deidades (la Verdadera, o todas las otras falsedades que el hombre se inventa y erige en el trono de un dios); o si uno lleva una existencia de pobreza de sentido; o si falta a la ética; entonces, por supuesto que la frase “vivir con sentido”, no tiene ningún sentido ni provee de ninguna consolación. ¿Cómo se consolará aquel que despilfarró su vida en vanidades? ¿O el que vive con temor a dioses, pero reniega de ellos? ¿O el que hace de su vida un combate contra la deidad, pero iza la bandera del ateísmo? ¿O aquel que defrauda al prójimo y/o a sí mismo con acciones innobles y perjudiciales? Podemos mentirnos, ocultar la amargura de nuestra conciencia, convencernos de que somos geniales y buenos, pero la vocecita de la neshamá (espíritu, Yo Esencial) no puede ser silenciada, aunque mucho alboroto la tape. Claro, para el ateo la neshamá es una ficción, tal como son los dioses; ¡pero qué importa lo que crea la gente! Ni Dios (el Verdadero), ni la neshamá piden permiso para existir al hombre, ni dejan de ser porque el hombre diga que no existen.
Sí, hasta el ateo más irreverente, o el más pulido, sigue siendo una neshamá encarnada en sus otras dimensiones que lo forman como hombre en el mundo. Esa neshamá sigue alumbrando su existencia, a pesar de las pantallas, máscaras, cáscaras y racionalizaciones; y esa neshamá se “conforta” con las acciones nobles, que acercan al hombre al Creador. Porque, hasta los ateos más recalcitrantes tienen momentos, y probablemente abundantes, de sincera cercanía con el Uno. Si no te das cuenta cómo ni cuándo, tienes tarea para hacer. De hecho, hasta podría haber ateos mucho más apegados al Eterno que otros que se declaran “espirituales” (no sé bajo cual definición) y son un manojo de religiosidad, de ritualismo, de supersticiones en ropaje de santidad.
Por lo que sé, a Maimónides y otros grandes no le agradaban los ateos, pero al mismo tiempo sé que en el Talmud Ierushalmi se cita en nombre de Dios:

“Dice Dios: que me dejen a Mí pero que no abandonen el cumplimiento de los mandamientos, porque de cumplir con ellos sin creer en Mí, eventualmente terminarán también por creer en Mí… (lamed Torá shelo lishmá shemitoj shelo lishma at ba y etc.)”
(T.I. Jaguigá perek 1 halajá 7)

(Más en http://serjudio.com/exclusivo/respuestas-a-preguntas/resp-44-creer-en-dios-amor).

No sé en qué siguió mi amigo con sus laberintos intelectuales, es un muchacho muy agradable y sagaz, rompe con muchos moldes sin salir del marco.
Lo que sí sé es que este mensaje en realidad es válido para los creyentes en cualquier deidad (sea el Uno y Único, o cualquiera de las falacias), para los ateos sinceros y despojados de adoraciones (creo que no conozco a ni uno así, siempre el EGO está sentado en el sitial de la deidad, de una u otra manera), así como para los que se proclaman ateos pero son religiosos.

Todos deberíamos llevar una existencia que tenga sentido, vivir a pleno el aquí y ahora, disfrutar de lo que tenemos permitido, actuar de tal manera que el paraíso lo hagamos en este mundo. De esta manera, gozaremos de esta vida y recogeremos los frutos en la posteridad.
El mejor camino es el de la construcción de shalom constante, esto es, que todo nuestro quehacer (pensamiento, discurso, acción) este regido por la bondad Y la justicia, con fidelidad al Eterno.

¿Quiere decir esto que es mejor ser ateo?
¡Por supuesto que no!
Pero, la manera que propongo para confortar a un ateo ante la desesperación, tiene valor para toda persona. Y si nos lleva a una vida mucho más creativa, rica, beneficiosa, solidaria, atenta, comunicativa, provechosa, bondadosa, justa… ¡qué bueno!

Recomiendo: http://serjudio.com/personas/etica/imitatio-dei-actuar-como-dios

Vencer la terrible vocecita del EGO

1- En las oportunidades que tengas un éxito, un triunfo, un momento agradable, márcalo en tu memoria.
Puedes tener tu palabra o pequeña frase de estímulo positivo, por ejemplo: “Sí puedo”, “Hodu laHashem ki tov”, “Paz”, “Poder”, “Yes”, “Ken” o lo que sea que te brinde fortaleza, seguridad, tranquilidad y confianza. Que sea aquello que repercute en ti para manifestar tus potenciales ocultos y llevarlos a la realización.
Sumado a esto, como el primer impacto de inmersión en impotencia terrorífica y el rescato del EGO queda marcado a nivel muy profundo e inaccesible por el lenguaje y/o símbolos, deberás acceder a ese registro pre simbólico a través de crear anclas corporales positivos. ¿Qué queremos decir? Que deberás hacer un gesto o tocar una parte de tu cuerpo (socialmente aceptable) de manera reiterada, cada vez que pronuncias tu frase/palabra de estímulo. Entonces, en tu memoria quedará marcado un nuevo registro asociado al éxito.

2- Reconoce aquello meritorio en ti cuando has tenido un éxito.
El EGO te insistirá en que fue por suerte, que otros hicieron que funcionara, que tú no tienes ningún poder, o que no tienes derecho a disfrutar, o que a Dios no le gustan los orgullosos, o que ocurrirá algo espantoso a causa de tu escasa victoria, o cualquiera otra cosa que vaya en desmedro de tu habilidad manifestada.
Usa las palabra/frase y gestos para anclar la huella de poder en tu memoria profunda.
Una cosa es la altanería, que es el orgullo de lo falso; otra cosa es el reconocimiento de la realidad, lo que incluye también los logros personales. Ésta última es la correcta autoestima, lo que se llama “humildad”.

3- Disfruta de tus momentos de victoria.
No te desmerezcas ni te niegues al placer de ese instante.
Celebra y emplea la palabra/frase y gestos de anclaje de tu huella de poder.

4- Cuando estés en situación de impotencia, real o sentida, deberás encontrar aquello que controlas y ejercer tu control y aceptar lo que no puedes controlar y no pretender controlarlo. 
No permitas al EGO que haga de los contratiempos un motivo para esclavizarte.
Escúchalo, date cuenta que existe esa tendencia, admite que está allí y déjala pasar sin aferrarte a ella. 
Si haces así, estarás afirmando tu poder en vez subirte al carro del fracaso.
Las verdades a medias del EGO, así como sus mentiras, sus discursos fatigosos y apabullantes serán desactivados si te das cuenta que existen pero no te condicionan a actuar según sus dictados.

5- Aísla el incidente negativo.
No eres un fracasado ni un perdedor ni tu destino es amargo, porque has tenido inconvenientes.
Cambia la dirección del pensamiento hacia lo positivo.
Por lo general nos enfocamos en el punto oscuro en lugar de en la enorme sábana positiva, nos concentramos en el error, en el miedo o angustia o culpa por el pecado en vez de destinar más y mejores recursos para la construcción.

6- Encuentra los motivos racionales que expliquen tus caídas.
No expliques las situaciones con cuestiones místicas o metafísicas, ni achaques a los demás tus errores, ni esperes que sean por milagros los éxitos.
Si analizas con mesura y seriedad verás qué puede provocar un patrón de conducta de fracasos.

7- Toma las caídas como trampolines y no como lápidas.
Si al menos aprendes algo de un error o un traspié, entonces estarás mejor capacitado para la siguiente oportunidad.
Pero, si simplemente te dejas encarcelar en celditas mentales, de barrotes debiluchos, difícilmente encuentres el camino al triunfo.
De esta manera la derrota contiene una semilla de victoria, lo que te permite avanzar sin paralizarte por el fracaso.

8- Lleva un registro de tus metas, el camino recorrido, los inconvenientes, lo positivo, los aliados, los logros, los desvíos, etc.
Si dejas que las cosas sucedan sin mantener la conciencia y la memoria, estarás como un barco que navega sin conocimiento de hacia qué puerto se dirige y cual ruta recorre.
Estudia tu registro para clarificar tus pensamientos, modificar tus técnicas, ampliar tus marcos, todo lo que fuera necesario para alcanzar la satisfacción y la paz.
Esta bitácora es una herramienta útil para librarte de creencias volátiles, falsos recuerdos, olvidos, insatisfacción por no tener en cuenta lo realizado, lo anhelado, etc.
Pon límites específicos de tiempo, recursos a emplear, logros que se esperan, todo lo que enmarque con claridad adonde quieres llegar.

9- Agradece.
Para que tu agradecimiento sea honesto y valedero, deberás tener idea clara de aquellos que estás agradeciendo.
Lee los puntos anteriores para saber desde dónde agradecer.

10- Pregunta.
No tomes nada por cierto, mejor es que preguntes.
Que tus consultas sean con la intención de despejar dudas, clarificar el pensamiento, apaciguar las pasiones, llegar lo más cercano a la verdad.
Encadena una pregunta a la siguiente hasta que tengas una certeza racional, te refuerces en la confianza.
Por supuesto que hay preguntas sin respuestas, tenemos el poder y el control de una porción muy limitada de la realidad, por ello, que las preguntas y sus respuestas posibles te brinden el conocimiento de tu poder y control.

11- Si te das cuenta que estás con miedo, nervioso por lo que pasará, con ganas de abandonar, es decir a merced del EGO, ¡tómalo con calma y alégrate!
¿Sabes por qué?
¡Porque si en verdad fueras una persona sin ningún poder, el EGO no precisaría atormentarte con sus manipulaciones!
Cuanto más te atormenta el EGO, señal que más poder y capacidad de triunfo tienes.
Tal vez tropezarás, porque eres limitado y no controlas más que una mínima porción de la realidad, pero seguramente que si haces tu parte con integridad, al máximo, entonces sabrás cual es tu límite y hasta dónde puedes realmente aspirar. Pero, si antes de hacer tu tarea ya estás fatigado, endurecido por el EGO, ¿cómo saber qué tan lejos de tus límites estás?
Entonces, alégrate de que el EGO te embarulla con su cháchara cansina y burlona, que te quiere hacer creer que eres impotente, ¡eso demuestra que tienes un gran poder que aún no estás empleando!

12- El miedo es normal, está incluido en nuestra naturaleza.
Dejar de temer al miedo es un gran paso.
Los ítems que estamos estudiando en este artículo desbaratan el poder del miedo.

13- Hazte un tiempo diario para estar en silencio y sin actividad.
Sin leer, sin ver TV, sin usar celular, sin conversar, sin hacer gestos con las manos, sin hacer nada, solamente estar en silencio y quieto.
Aprende a estar contigo mismo.

14- Conversa CON Dios.
Que sea una charla sincera, sencilla, respetuosa, sin esperar nada.

15- Haz a diario cosas realmente favorables por otra persona y sin esperar nada a cambio.
NADA a cambio, ni siquiera una palabra.
Si el otro quiere darte algo, está bien que así sea, no fue tu intención, no era lo que querías conseguir.

16- Recibe sin dar excusas para recibir ni le niegues al otro su capacidad de dar.
Sean cosas materiales, afecto, palabras cariñosas, agradecimiento, lo que fuera.
Recibe y agradece.

17- Desbarata los mandatos que has recibido y te mantienen viviendo una existencia de apariencias, actuando como un personaje en un teatro.
Escríbelas, analízalas, evalúalas, pregunta acerca de ellas, quítales su apariencia de poder, quita las caretas que tapan tu cara.

18- Emplea el buen humor.
A veces burlarte de los discursos del EGO es una técnica vigorosa para silenciarlo.
A esos mensajes llenos de miedo, duda, angustia, culpa, “no puedos”, los traduces en frases jocosas, tomándole el pelo al EGO y sus trampas.
Por ejemplo, en lugar de decir: “siempre me ha ido mal”, mejor podrías decir: … ¿qué?

19- Pon en palabras tus emociones.
Si no tomas conciencia de ellas, si las niegas, si las ocultas, ellas te controlarán.
Identifica la emoción.

20-  Luego de admitir tu emoción, si es negativa entonces plantea una meta positiva que permita modificarla y plantar en su lugar alguna emoción luminosa.
Si la emoción es favorable, ¡úsala! Y no dejes de emplear la palabra/frase y gesto de anclaje de memorias que te empoderan.

21- Usa la Comunicación Auténtica.

22- A cada situación vista o sentida como problemática, sea en la práctica o en la teoría, tú habrás de idear tres soluciones diferentes.
Podrían ser respuestas descabelladas, pero cuanto mayor creatividad y asertividad puedas involucrar, los resultados serán brillantes.
No te limites a las respuestas sabidas, ni a los lemas de perdedor: sé creativo.

23- Da un pasito fuera de tu zona de confort.
Aunque sea algo leve, superficial, pequeño, accesorio, da ese paso.
Esto te llevará a dar el siguiente.

24- Trata de idear tú mismo las respuestas ANTES de pedir consejos a los otros.
Si bien los aportes de personas sabias y expertas puede ser valioso, solemos recurrir a aquellos que nos mantienen en nuestra zona de confort y no a los que nos provocan a avanzar por nuestros propios medios.

25- Estudia y no dejes de estudiar.
No aparentes estudiar meramente repitiendo, mejor es que generes tu propio conocimiento a partir de lo que recibes y creas con ello.

26- Ni el pasado ni el futuro tienen existencia, sino solo el presente.

Siete palabras

Luego de escuchar una clase.
Tras finalizar el estudio o análisis de una sección.
Cuando tienes algo importante para expresar.
A modo de síntesis.
Si eres de los que hablan y hablan para al final no decir nada.
Después de una reunión.
Para aclarar y canalizar tus pensamientos y enfocar tus sentimientos.
Te propongo lo siguiente:
escribe todo lo que tengas para comunicar (resumir, compartir, etc.) en SIETE palabras, ni más ni menos.
Una frase coherente, con contenido, completa en SIETE palabras.

Si sigues esta regla al pie de la letra, sin excusas para desviarte, entonces:

  • Te entrenas para descartar lo superfluo y valorar lo principal, adjudicarás el apropiado valor a las cosas no permitiendo que lo secundario ocupe el foco central.
  • Te obligas a ser creativo, partícipe en la edificación del conocimiento y/o comprensión, y no un mero espectador pasivo, o un repetidor sin sentido de las lecciones magistrales ajenas.
  • Estarás escogiendo, de acuerdo a tus criterios, para no depender de las decisiones de otros.
  • Reforzarás tu memoria, pues necesariamente repasarás lo atendido y lo elaborarás para permitir extraer de ello tu producción original.
  • Descubrirás facetas no siempre visibles a primera vista en lo comentado.
  • Al optimizar tus recursos, encontrarás que en menos tiempo produces mucho más y te abres a mayor disfrute de tus potencialidades.
  • Valorarás cada palabra y cada silencio, dando a tus discursos de una mayor profundidad, claridad y alcance.
  • No te quedarás exclusivamente en el mensaje verbal, sino que de cierta forma tomarás en consideración la gran fuente de información que es lo que rodea y contiene a lo verbal (preverbal y paraverbal).
  • Podrás notar en qué puntos ha flaqueado tu comprensión o el discurso que estás plasmando.
  • Tendrás una mayor organización lo que te posibilitará plasmar con mayor eficiencia y eficacia tus siguientes notas en siete palabras, ni una más y ni una menos.
  • Estarás en condiciones de corroborar con otra persona las impresiones que has elucidado y elaborado.

Si la regla de las siete palabras te resulta imposible, luego de haberlo intentado sin lograrlo,
podrías usar la regla de los setenta segundos, ni uno más y ni uno menos.
Tienes solamente ese lapso para realizar tu trabajo de síntesis por escrito.

En ocasiones no podrás escribir tus siete palabras, entonces podrás realizarlo de forma oral debiendo ponerlo por escrito en la primera oportunidad.

Hasta aquí la lección que quería compartir contigo, ahora una pregunta al margen: ¿cómo se puede vincular esto con un estilo de vida realmente integrado, multidimensional?

¿Vamos a sentirnos mejor?

¿Vamos a sentirnos mejor?
Si quieres, puedes.
Veamos unas herramientas para uso diario.

1- Comienza el día agradeciendo y luego no dejes pasar oportunidad para reconocer lo que tienes y dar gracias por ello.
Si hoy tienes arroz para comer, ¡qué bueno que así sea! Quizás mañana puedas haber conseguido pollo también. Pero, si por lo que crees te falta dejas de disfrutar lo que tienes aquí y ahora, es dudoso que puedas sentirte bien.

2- Haz alguna cosa favorable por otra persona sin querer ni esperar nada, absolutamente nada, a cambio.

3- Hazte un tiempo para conversar con el Eterno. No precisas de rituales, ni templos, ni complicadas fórmulas, ni posturas corporales particulares, sino simplemente abrirte a ese encuentro. Mira tu interior y desde allí vislumbra lo que hay para agradecer, alaba a tu Padre y Rey y si deseas, también puedes pedirle.

4- Nutre adecuadamente tu cuerpo. Consulta con tu médico.

5- Realiza ejercicios apropiados para ti. Consulta antes también con tu médico.

6- Trabaja, sea en una actividad económicamente rentable y/o en un pasatiempo.

7- Dedica un tiempo fijo para estudiar. Que no pase un día sin al menos una lectura interesante, un análisis, o lo que fuera que provea alas a tu imaginación y músculos a tu conocimiento.

8- Controla solamente aquello que realmente puedes controlar y no quieras dominar lo que está fuera de tu alcance.

9- Acepta los hechos y los sentimientos, no los niegues ni los ocultes, simplemente reconócelos, admite su existencia y presencia, y lo que no puede ser modificado o mejorado déjalo que fluya.

10- Haz tu parte, la que te corresponde y no pretendas excederte en la misma ni tomar sobre sí cargas que no te pertenecen y te lastiman.

11- La tarea que estás haciendo en este momento es la única que importa ahora. Enfócate en ella y no desperdicies tus energías por vivir fuera de foco.

12- Lleva una lista de las asignaturas que debes realizar, una agenda, así podrás estar mejor concentrado en cada tarea en su tiempo oportuno.

13- Disfruta de lo que tienes permitido.

14- Aléjate de lo prohibido y de aquello que te lleva allí.

15- Intenta encontrar el lado positivo de las cosas y las personas, sin por ello caer en ingenuidad o misericordia injusta hacia quien lo aprovechará para seguir dañando.

16- Trata de no reaccionar con llanto, grito, pataleo o desconexión de la realidad (y/o sus correspondientes derivados) cuando te sientas –o estés- en impotencia.

17- Emplea la Comunicación Auténtica.

18- No vivas buscando la aprobación de los demás, estarás siempre exhausto y con mal ánimo.

19- No inventes excusas para disculpar faltas y fracasos. No eches culpas. No te angusties por lo que no pudiste hacer. No te ahogues en vasitos de agua.

20- Que tus acciones, pensamientos, palabras, procuren construir shalom todo el tiempo, por medio del balance entre la bondad y la justicia.

21- La energía que malgastas en quejas podrías destinarla a mejorar tu existencia.

22- Recorre el camino de la TESHUVÁ y perdona a quien lo ha recorrido.

23- Quita el rencor y el deseo de venganza de tu corazón.

24- Ejercita tu sentido del buen humor.

25- Cuídate, respétate, ámate.

26- El miedo es parte de la vida, por lo general al servicio del EGO. Aprende a trabajar para no esclavizarte ni a uno ni a otro.

27- La mejor manera de ser amado es amar sin esperar compensaciones.

28- No busques la perfección, no existe.

29- Resuelve las dificultades de a una por vez.

30- Realiza un balance de los hechos del día antes de ir a dormir.

31- Deja escrita una lista de tareas para mañana y despeja tu mente para que tu descanso sea reparador.

32- Recuerda hacer sentir tu aprecio a quienes son importantes para ti.

33- A veces tropezarás y te caerás y te dolerá, ¿y eso qué? No es el final de la carrera, solo una parte de la misma.

Juzgar del prójimo

Si quieres llevar una vida más sana y con menos estrés.

Intenta NO juzgar al prójimo,
pero sí sus acciones CONCRETAS.

¿Puedes discernir entre una cosa y la otra?

Si ves a una persona tomando un objeto en lo que parece un robo,
sería erróneo concluir con una sentencia: “es un ladrón”.
Es también equivocado asumir que está cometiendo un ilícito, en tanto no se tengan datos y evidencias de que así sea.
Lo necesario es medir con vara justa y sin apresuramientos las acciones concretas. De ser posible, se tratará de descubrir méritos en lugar de fracasos.
Indaga, pregunta, contempla el hecho y lo que lo rodea, entonces podrás evaluar y alcanzar una conclusión respecto de ese acto en particular. Si el resultado es que es un robo, entonces tú puedes afirmar: “ha cometido un ilícito”. Esto no implica que la persona sea una ladrona, de manera regular o habitual, no se le debe condenar a una etiqueta.

Hoy ha actuado así,
pero no tenemos noción de lo que sucederá al minuto siguiente,
como tampoco lo que enmarca el suceso en cuestión.
Tal vez se arrepiente y enmiende su conducta.
Quizás estuvo motivada la acción por factores eventuales, que no poseen un rasgo definitorio y permanente.
No lo sabemos, por tanto, no podemos juzgar a la persona, pero repito, sí a su acto.

Por tanto, sepamos lo que hace , así como los registros que vayan marcando patrones de conducta, tendencias, hábitos, conductas que se reiteran y permiten un cierto grado de precaución,
pero no de prejuicio derogatorio.
Porque, tampoco podemos ser ingenuos e incautos y no aceptar la fuerza de la evidencia que manifiesta patrones de conducta más o menos estables, que son esperados que se repitan.
Atendiendo a que estas tendencias no son un destino inalterable ni determinan necesariamente su próxima conducta.

En el caso de encontrarnos con personas con marcados hábitos, con un insistente y rígido carácter, la cautela es oportuna.

Recordemos también que el guardar rencor o anhelar/preparar la venganza, no son saludables ni construyen shalom.
¿Qué aporta atesorar recuerdos de acciones dolorosas?
¿A quién le hacemos un favor a no avanzar en nuestra vida, sino permanecer atados a eventos que probablemente el causante ya no los recuerde?
Una cosa es la firme búsqueda de la justicia, cosa que es sagrada y necesaria,
otra muy diferente es el rencor o el deseo de venganza.
Entonces, si es necesaria la intervención de la vara de la justicia, ¡bienvenida sea! Si fuera posible dulcificar el juicio con la bondad, sin por ello afectar el establecimiento de la justicia.
Pero, el garrote de devolver malicia con maldad, mejor obviarlo.
El mantenerse anclado al pasado, emocionado por cuestiones puntuales del pasado, como paralizado en un momento amargo del tiempo, no nos sirven para llevar una vida plena y feliz.

Hay que aprender a juzgar las acciones concretar, realizar lo oportuno para prevenir repetición de actos negativos, construir shalom por medio de la bondad y la justicia, así como promover la TESHUVÁ, que es el retorno al camino de la corrección.

¿Arrogante o alta autoestima?

No sé lo que tú crees que sea la autoestima, respeto tu creencia, pero no trabajaremos sobre ella ahora.
Según el diccionario: “Consideración, aprecio o valoración de uno mismo”

Autoestima es el valor que una persona se da a sí misma.
Atiende bien, no lo que otros dicen de ti, no lo que ellos esperan que seas, ni los aplausos o abucheos que recibes y te hacen sentir esto o aquello.
Es lo que uno puede considerar de uno mismo, lo que pueda en ese momento y lugar.

¿Es sentirse bien consigo mismo?
De cierta forma, podría ser.
Por otra parte, cuando se ve a sí mismo con la mayor objetividad posible y reconoce que no alcanza un nivel que podría, que tiene aún trabajo por delante para crecer, entonces tal vez no esté a gusto con su situación, con quien está siendo y esa incomodidad interna lo mueva al esfuerzo, al estudio, a la auto superación. Es un disgusto positivo, porque quien la padece tiene una correcta autoestima.
¿Qué es esto?

Cuando esa estimación, evaluación, tasación, coincide (más o menos) con la realidad en tal o cual aspecto, capacidad, tarea, etc., entonces podemos hablar de una correcta autoestima, o saludable (a veces se le dice “alta”, pero no confundir con “en exceso”).

Cuando esta auto apreciación está sobrevalorada, es decir, uno se cree más de lo que es; o cuando está infravalorada, es decir, uno se cree menos de lo que es; entonces es una incorrecta autoestima (a veces se le dice “baja”, pero no confundir solamente con los que se consideran “en menos”).

Si entendimos bien, el arrogante (soberbio, inflado, impertinente, desdeñoso, insolente, despreciativo, despectivo): ¿manifiesta una correcta o incorrecta autoestima?

Incorrecta.
Veamos que nos dice Nathaniel Branden: “Las personas con alta autoestima no se sienten superiores a los demás; no buscan probar su valor comparándose con los demás. Disfrutan siendo quienes son, no siendo mejor que los demás”.

El arrogante se cree mejor que los demás y quizás en x aspecto lo sea realmente, pero no en todo y en todo momento. Pero, lo más probable es que sus capacidades sean bastante limitadas, la impotencia la sienta de forma cotidiana, y por ello trata de compensar de alguna forma, para encontrar un precario equilibrio fantaseando con sus súper poderes, con sus aptitudes, con su imaginaria superioridad.

La arrogancia nace del EGO, emplea sus herramientas, para obtener una falsa gratificación, una ficción de poder.
Aquel que sabe su valor y está centrado en su vida, no precisa de inflarse como un globo a punto de estallar, para ocupar lugares que no le corresponden, y así estar en riesgo constante de ser pinchado y perder todo el aire y terminar maltrecho.
Pero, el vanidoso orgulloso se escuda en pretensiones, en mascaradas de poder, en pisotear a los otros, en subestimar al vecino, en insultos, en cacarear como si se fuera dueño de la verdad absoluta, en creerse lo que no es ni será.
Sí, dudosamente llegue a mejorar si sigue por ese camino de inflación, puesto que al desconectarse de la realidad ensoberbeciéndose jamás optará por cambiar, por sacrificar la comodidad y la zona de confort para alcanzar realmente niveles superiores.
Además, está sumido en la ansiedad por la opinión ajena. Se desvive por conseguir el aplauso de los demás, de los que envidia o desprecia –da lo mismo-; sufre hasta el delirio cuando se le hace notar aunque sea un poquito su impotencia.
Detrás de esa aparente seguridad y fortaleza, hay un ser tembloroso, inseguro, sediento de afecto y reconocimiento (que no sabe entregarse a sí mismo ni a otros).

En resumen, la careta de la arrogancia no oculta un rostro luminoso, saludable, proactivo, solidario.
Hay mucho trabajo para realizar hasta encontrar la Luz de la neshamá que le conduzca a una vida de plenitud y felicidad.
Uno de los primeros pasos es aceptar sus errores, sus faltas, sus impotencias, sus fracasos, su máscara perturbadora de arrogante.
Luego, su camino de ascenso deberá continuar.

Si tú eres arrogante, ya te habrás ido de este texto hace un rato. O quizás, ojalá y así sea, te diste cuenta lo débil y carenciado que eres detrás de tu disfraz, y estás dispuesto a intentar hacer algo para disfrutar de tu vida.

Si eres alguien que padece el encuentro con el soberbio, ¿qué has aprendido o confirmado hoy?
¿Cómo podrías hacer para que tu relación sea mejor para ambos?

Viviendo al border

El EGO secuestra a la inteligencia, es una cuestión que ya hemos mencionado en varias oportunidades.
Por lo cual, la ecuación puede generalizarse como: a mayor poder intelectual aumentan las posibilidades de causar daños y pérdidas.

Los Sabios lo simbolizaron así: “Samael, el príncipe de los ángeles, montado sobre najash (serpiente) fue quien conversó con Eva (y la llevó al error)”.
Najash simboliza el intelecto, ya que específicamente se menciona: "Y el serpiente, que era el más astuto de todos los animales del campo que el Eterno Elokim había hecho" (Bereshit / Génesis 3:1).
Así pues, cuando la mente se pone al servicio del EGO, la astucia no implica beneficios y estabilidad, sino otra cosa. Quizás gratificación pasajera, maquinaria para justificarse en acciones impropias, maneras altamente efectivas para manipular a los demás, pero que a la postre no conllevan salud y ventajas.

La inteligencia es un instrumento al servicio de nuestro ser.
Si usamos la metáfora de la tripulación y componentes de un barco, la mente es el timonel de nuestra vida.
El capitán es la neshamá, nuestro Yo Esencial o espíritu (puede dirigir el navío desde su interior, o permanecer en tierra e instruye a través de la radio).
Las emociones son los motores.
Los marineros trabajan en desarrollar las diversas actividades laborales así como la comunicación con otros barcos y con tierra.
En tanto que la propia nave es nuestra dimensión física.
El EGO es un auxiliar con una tarea concreta: rescatar a los que se encuentran en serio peligro, sea porque cayeron al mar, por alguna contingencia grave en la nave, un accidente, etc. Su tarea está bien delimitada y especificada.
Si el curso se deja en manos del EGO, lo más probable es que no se navegue por aguas tranquilas ni se dirija hacia un puerto armonioso, sino simplemente se satisfagan pequeñas necesidades del momento, se sacien anhelos, se pretendan resultados, sin medir las consecuencias. Se vive como en estado de peligro constante, teniendo que ser rescatado del aparente riesgo una y otra vez por el salvador EGO. Así, éste mantiene su importancia, toma mayor protagonismo, siendo que en realidad no está ejerciendo su rol y por el contrario daña el correcto funcionamiento y la finalidad de la embarcación y sus tripulantes.

Así opera el EGO fuera de su rol.
Sometiendo a estrés constante, haciendo sentir impotencia, poniéndose en situaciones de innecesaria inseguridad (real o imaginaria), para acudir con sus primitivas herramientas al rescate. Entonces, se valora como si su intervención fuera salvadora, imprescindible, milagrosa por lo cual se le otorgan mayores alcances y “poderes”.
En verdad, si antes el EGO no se hubiera encargado de dejar a la impotencia varada y falta de poder, no se hubiera precisado de sus innecesarios servicios salvíficos.
Pero además, si en lugar de mantener al EGO trabajando en circunstancias de fabricado peligro, se permitiera a la inteligencia hacer su tarea, a las órdenes de la neshamá, entonces las apariciones del EGO serían fugaces, esporádicas, cuando realmente fuera necesario al no contarse con otros recursos para solucionar el percance.

Sí, así el EGO secuestró a la inteligencia.
Crea, fuerza, situaciones de riesgo y en apariencia las resuelve, hasta que se convierte en un hábito, es decir, una conducta automatizada y que no es inspeccionada voluntariamente por la inteligencia consciente.

Repito lo dicho, a mayor inteligencia más posibilidades de causar daño, puesto que se cuenta con una herramienta más poderosa pero mal encaminada.

Hay personas de gran capacidad intelectual, pero que llevan una vida miserable.
Tienen potenciales inmensos en diversas áreas, pero se ven limitados y en penosas sombras.
Siembran dudas de sus propias aptitudes, negándose el valor real que tienen.
Tienen una incorrecta autoestima, por lo que no llegan a expresar su ser, sino solamente una apariencia débil y fracasada de quienes pueden llegar a ser.
Pasan el tiempo entre lamentos, inventando excusas, siendo derrotados por pequeños contratiempos.
A la palabra desagradable la engrandecen y se aferran a ella, como si fuera un tesoro que están obligados a tener consigo. Pero, cuando es una palabra elogiosa cierta, la silencian, la subestiman, dura lo que una ráfaga que dejan escapar. Se quejan, sufren, se comparan para peor, no encuentran talento, ingenio, gracia, belleza, bondad, fuerza en ellos.
Se descubren siendo burlados, maltratados, dejados de lado, sometidos a burlas, cuando eso sucede y cuando eso ellos lo imaginan o hasta provocan.
Tal vez no salen, porque temen; pero adentro igualmente sufren.
Tal vez viven escapando, pero de poco les sirve porque llevan consigo su maleta llena de escombros, dudas, fantasías, “no puedos”. Temen estar enfermos de esto y aquello, también de enfermedades mentales, pero no hacen mucho para salir de su situación.
Se exigen más de la cuenta, aunque ya del comienzo saben que no llegarán al éxito, pero igual demandan perfección y cosas que van más allá de sus deberes y capacidades: es que la sobre-exigencia es un camino excelente para el fracaso.
Idealizan a los otros, en tanto se desprecian. O idealizan al extremo su potencialidad, para morder bien pronto el polvo al chocar contra el muro de la realidad.
No admiten en sí el error, y como paradoja de la vida, se la pasan cometiéndolos (en general a causa de su acciones y actitudes, que los pone en situaciones de indefensión o frustración). Probablemente alguno de sus padres (o ambos) les demandaban perfección, cumplir normas irracionales súper rigurosas, les castigaban hondamente sin causa, les hacían sentir que eran incapaces e ineptos, les negaban la independencia, respondían a sus llantos/gritos/pataleos, les comparaban negativamente con otros; pero esto no es lo único que contribuye a formar personas que actúan de esta manera.
Se juntan con personas que les torturarán, que se aprovecharán, que las usarán para botarlas luego, así tendrán motivos “reales” de queja, demostraciones de que ellos no pueden ni merecen vivir mejor. Así están humillados, avergonzados, aterrorizados, celando, odiando, queriendo vengarse, en tanto disfrutan de pasajeros momentos de alegría, tan efímeros como suspiros. Se aferran a quien tienen al lado, aunque sea quien les intensifique sus debilidades. O van saltando de una relación a otra, con similares patrones de conducta. Se aburren, se cansan, se agotan, se sienten sin fuerzas en todos los ámbitos.
Viven al límite de sus capacidades, comprando a crédito y sobregirándose en sus cuentas, para no disfrutar de ninguna adquisición y pasar penurias para estar al día.
Por ahí encuentran un área de satisfacción, en donde demuestran algo de su gran potencial, pero esto a la postre llevará a sumergirse en otras oscuridades o a caer estrepitosamente por falta de confianza y continuidad.
Es una angustia constante, ¿verdad? Llena de excesos, de limitaciones allí donde no hay motivo real. Dudan, desconfían y terminan confiando en lo que no ayuda y en quien suele dañarles. Cumplen al 100% con lo dicho por el rabino Noah Weinberg, recientemente fallecido: “La gente a menudo deja de tomar decisiones por miedo a cometer algún error. Realmente, el fracaso a la hora de tomar decisiones es uno de los más grandes errores en la vida”. Pero no solamente por ello viven fracasando y con miedos.

Por supuesto que llanto, grito y pataleo (con sus derivados), así como desconexión de la realidad (con sus derivados) están a la orden del día: son las herramientas del EGO.
Con esto esperan obtener algo de atención, que alguien se haga cargo de ellos, que se les atiende, cuide, sacie. Así el EGO se fortalece y se mantiene donde no debe.

¿Conoces gente así?
¿Eres uno de ellos?

A todo esto, ¿cuál es la salida? (si es que la hay).

Un paso al frente, al abismo

Koraj era un hombre influyente en el pueblo hebreo de aquellos tiempos. Pertenecía a la tribu de Leví, por tanto ocupaba un rol en las actividades concernientes al Santuario. Era familiar cercano de Moshé, un hombre que disfrutaba del poder y aprovechaba muy bien sus vínculos sociales. Había formado una bella y animada familia. Por si fuera poco, se cuenta que su riqueza era abundante, por no decir excesiva. Su salud física era impecable y hasta donde conocemos su inteligencia superaba el promedio. Sin embargo, todo era poco para él. Su anhelo parecía no saciarse. Él quería más. Pero, ¿qué le faltaba?
Una cosa sentía que le haría feliz: creía que al tener el control total, por fin estaría satisfecho y feliz.
El obstáculo era Moshé y Aarón. Ellos habían sido designados por el Eterno para guiar a Israel, no porque así lo quisieran, ni por decisión de algún emperador extranjero, como tampoco por elección del pueblo. Alguna virtud, cualidad o característica notable les había servido para tal elección divina, la cual trataban de cumplir del mejor modo posible. No eran perfectos, tampoco lo querían ni aparentaban. Con las herramientas a disposición hacían su tarea, con altibajos, pero siempre íntegros, sin esperar honores, gloria, riqueza o alguna otra ventaja sobre sus dirigidos. Solamente trataban de cumplir su tarea para el bien de la mayoría y honra del Eterno.
Difícil vencerlos en su carrera hacia el poder; ¿qué hizo entonces el primo Koraj?
Durante bastante tiempo fue acumulando rencor, envidia, anhelos dañinos, ira, odio hasta que por fin encontró la oportunidad en esas tramas del “destino”. Aprovechó la tremenda decepción que significó el asunto de los exploradores (que leímos la semana pasada), con la consiguiente orden de mantenerse fuera de la tierra de Israel. Esto fue un golpe tremendo para el pueblo, caldo de cultivo para los cultores del caos, que usó como excusa para armar una astuta rebelión en contra de su autoridad. El pretexto era que el poder estaba en el pueblo y eran ellos los que deberían elegir a sus líderes, o mejor aún, cada uno ser su propio jefe, ya que todos eran escogidos de Dios y no solamente Moshé y sus hermanos (Aarón y Míriam). ¡Basta de protegidos y favoritismos! ¡Basta de que un puñado se lleve lo que pertenece al colectivo! ¡Ya no más una conducción imperfecta, los israelitas se merecían una dirección iluminada, superior, carente de debilidades!
Con mensajes demagógicos por el estilo, simpáticos (a primera vista), entradores, que encendían la llama de la codicia y la ambición de poderío, sería muy fácil conquistar las adhesiones populares, y tener lemas para enarbolar a la hora de los reclamos y posteriores disputas. Cuando finalmente, tras la revolución -violenta o no, poco le importaba a Koraj-, Moshé y familia ya no estuvieran más al mando, Koraj les haría ver a sus seguidores que sin su guía estarían perdidos, deberían entregarle a él el dominio para ser felices. Con hábiles piruetas se las arreglaría para que los que ayer protestaban por ser ovejas, hoy agradecieran serlo y en una condición mucho más miserable que antes.
Si en medio no hubiera estado el Eterno involucrado, es más que probable que Koraj hubiera tenido éxito, o lo que él creía era tal.
Lo cierto es que al final Koraj y los que lideraban la revolución fracasaron estrepitosamente, en lugar de alcanzar las alturas terminaron hundidos en la hoguera de sus oscuras pasiones.

¿Sigue habiendo personas que operan al estilo de Koraj?
¿Cuáles son los riesgos de actuar como hizo él y sus seguidores? ¿Cuáles los beneficios?

¿Cuál te parece podrían ser los mensajes que esta parashá nos deja para la vida diaria?