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Consumir el fruto permitido

¿Qué puede usar el EGO para dar aires de poder a su huésped?
Ya habíamos mencionado las creencias erróneas de considerarse mejor dotado de lo que realmente se está. Si uno se ve a sí mismo como un súperman, cuando no es más que un debilucho Clark Kent, tarde o temprano se termina recibiendo las bofeteadas de la realidad. A no ser que se esté en continua huida, escondiéndose, alejándose de los que pudiera ser un reto que terminara por demostrar el real poder y alcance.
Así estamos, enroscándonos en fantasías. Algunas nos ilusionan con ser poderosos, otras nos permiten excusarnos con disculpas más o menos hábilmente urdidas.
Ponte a considerar cuantas veces te evaluaste con más fuerzas de las que realmente tenías. Cuántas usaste excusas para no admitir sus fallos. Cuántas echas culpas. Cuántas seguiste encerrado en tu celdita mental, en tu limitada zona de confort, esa que te brinda una calma aparente, pero que es mejor que la tormenta temida que te puede hundir –o llevar al éxito-.

El EGO se hace experto en encontrar también sustitutos para tus deficiencias e inseguridades, tales como el acaparar, lo que se ha dado en llamar modernamente “consumismo”.
Pero, no es cosa de nuestras épocas.
Ya desde el comienzo la persona tuvo la creencia de que obteniendo aquello que considera le falta para ser feliz, alcanzará ese estado paradisíaco y elusivo.
Eva, al codiciar la fruta que le estaba prohibida, ¿hizo algo diferente?
Están todas esas cosas para adquirir, pequeñas o grandes, materiales o inmateriales, que parecen eternas y las que no duran más que un parpadeo, las que cuestan dinero y las que cuestan más caro, por las que nos desvivimos y por las que no vivimos, comprar, consumir, acaparar, llenarnos, delirar con el poder…
Una interesante observación, quizás al margen, quizás central: el primer hijo de humano, Caín, (inventor de la religión y del asesinato), su nombre proviene del verbo “liknot” que significa hacer, pero también adquirir o comprar.
¿Qué te parece?
La misma mujer que deseo el fruto prohibido, porque supuso que le daría aquello que le faltaba, es la que al “tener” a su primer hijo usó ese verbo para llamarlo.
Otra observación al margen: ¿se tienen los hijos?
Volviendo al consumo, también están los trofeos, los títulos, la fama, los likes en redes sociales, y todo lo otro que vamos acaparando o afanándonos por conseguir.

El EGO también se aprovecha de la diversión, de las distracciones, de las banalidades, de todo lo que se nos presenta para procastrinar, perder el tiempo en nada.
Entonces, nos pasamos juntando figuritas para el álbum del mundial, y compramos una tele gigante para ver el partido, o hacemos hasta lo imposible para ir al campeonato del mundo a hinchar por nuestra selección, porque “nosotros jugamos”… ¿nosotros? Hablamos de fútbol hasta dormidos, nos sabemos de memoria las fichas técnicas de los jugadores y datos estadísticos muy fundamentales para traer shalom al mundo, sin dudas que sí. Nos agarramos a las trompadas con el del otro cuadro, nos burlamos del que es del equipo perdedor, gastamos dinero y tiempo en diversión hueca, pero como si nos sintiéramos poderosos, importantes, queridos, parte de algo que nos diera sentido.
Y así con cualquiera de las otras nadas con las que desperdiciamos nuestro tesoro irrecuperable: el tiempo, que es vida.

Así pareciera que tiene sentido nuestra vida.
Con esas medallas, esos goles gritados, la montonera de zapatos desperdigados que nos pertenecen, las personas con las cuales tuvimos/tenemos sexo, los libros leídos, los viajes realizados, las calificaciones obtenidas en los estudios, los grados en la logia, y todo lo que se va amontonando, empolvando, convirtiendo en pesada roca en nuestra mochila, pero que de alguna manera creemos nos hace felices, o al menos brinda elogio, o por lo menos una sensación de tener es poder.

Consumir, para consumirnos en el tiempo.
Irnos quemando, como velas, que irradian una luz oscura, tambaleante, ineficaz.
Llenarnos de aire para engrosarnos como globos, para que nos vean, para que nos envidien, para que nos aplaudan, para que nos feliciten, para que nos acaricien y digan que buenitos que somos.
Sumamos al Yo Vivido caretas y otras máscaras, o reforzamos las que ya tenemos hasta convencernos que eso es lo que somos, porque eso es lo que tenemos.
Pero, es todo lo mismo: EGO.

A todo esto, allí está el fruto permitido, esperando a que lo comas, que te daría vida, placer, eternidad.
¿Por qué no lo haces?
Quizás porque no te das cuenta, quizás porque te parece aborrecible, ¿tú lo sabes?

Tus derechos según el código espiritual

Tomemos en consideración la representación cabalística conocida como “etz jaim” (de acuerdo al Sefer Ietzirá y según las enseñanzas del Arizal), con sus diez (once) sefirot relacionadas entre sí y el flujo energético que se irradia por todo el sistema.
Usemos esta conceptualización para aprender un poco acerca de los derechos que te asisten como ser humano, así como algunos de los límites y deberes correspondientes.

Comencemos por la base.

Tienes derecho a tener y a disfrutar de tus posesiones.
Si te enfocas en demasía en acumular bienes materiales, tu vida se reduce a un pasaje limitado, porque todo lo que tienes deja de ser tuyo antes o después.
¡Ni siquiera lo que eres como cuerpo te llevas contigo al final del viaje terrenal!
Por ello, trabaja para conseguir lo que necesitas y deseas, goza de lo permitido, aprovecha los momentos agradables, aprende de los momentos de caída, no dejes el placer lícito pero tampoco permitas que se convierte en el objetivo de tu vida, o la médula de tu existencia.
Estas capacitado para ser amo en tu reino, a obrar, a generar el cambio positivo que respeta la presencia y existencia de otros.

Tienes derecho a sentir y compartir lo que sientes.
Los sentimientos son parte esencial de nuestra vivencia. No es positivo negarlos, ni sumergirlos entre racionalizaciones, siente y reconoce lo que sientes.
Cuando el sentimiento es negativo, admite que está ahí, no lo rechaces, acéptalo, pero no te encadenes a ello. Que fluya, que pase como lo que es: una sombra de ave volando veloz.
¡Que nadie te exija anular tus sentimientos!
Tienes derecho a ellos, pero ten presente que no eres esos sentimientos, ni ellos necesariamente son verdaderos.
Permite que el motor emocional mueva tu maquinaria, movilice tu vida, pero no te pegues a ningún sentimiento o emoción. Son el motor, no el barco, ni el timón y mucho menos el capitán que decide los caminos a seguir.
Y, tu derecho no se reduce a sentir y saberlo, sino también a que otros te escuchen con respeto y admitan que eso es lo que sientes. No por ello deberán aceptar que tus sentimientos son manifestación de verdades reveladas, u órdenes para que ellos cumplan, ni siquiera deberán compartir tu sentir. Pero sí admitir que eso es lo que estás sintiendo en este momento y que quieres compartirlo sin que por ello seas avergonzado o desplazado.

Tienes derecho a dar y a recibir.
El ser vivo está en un constante intercambio con el ecosistema, con otros seres vivos, con elementos físicos, con la red espiritual, con el Eterno.
El dar y el recibir, factores que sustentan nuestra existencia.
Habrá gente que te exija y demande para que seas una fuente constante en el dar: que des dinero, que des tiempo, que des atención, que des trabajo, que des tus bienes, que des tus ideas, que des y des y des. Te reclaman si no lo haces. Son como parásitos insaciables que te van succionando la vida, y te sientes en compromiso y obligación de irte desgastando para tratar de contentar a esa presencia tóxica. ¡Tienes derecho a poner límites, a negarte,  a no someterte, a ser libre!
Estarán los otros que te ubicarán en una posición de víctima, de receptor continuo, de impotente, y así te esclavizarán, te convertirán en un ser humillado que pareciera no tiene capacidad para ser independiente, para crecer, para buscar su propio sustento. Te obligan a ser una sombra que vergonzosamente reciben limosnas, que no son más que cadenas que te aprisionan y no te permiten ser en plenitud. ¡Tienes derecho a recibir ayuda, cuando la precisas, pero también a negarte a permanecer en un estado de ineficacia que solamente espera la manutención y la aprobación externa!

Tienes derecho a amar y ser amado.
La neshamá, esencia espiritual o Yo Verdadero, se expresa en el idioma del amor, de la unidad, de la no discriminación negativa. Estamos creados por amor y para el amor. No es ésta una visión romántica de nuestra creación y presencia, sino el motivo fundamental que llevó a que fuéramos creados.
Que no te hagan creer que no eres digno de ser amado, ni tienes condición para amar.
De manera natural el hombre es un ser de amor, pero, el EGO y sus construcciones sociales van obstaculizando esta realidad.
El amor no es un sentimiento, NO ES un sentimiento. El amor es una acción concreta por lo amado, que lo favorece y no humilla, sin esperar nada a cambio. Es decir, no es un trueque ni una negociación más o menos encubierta. Tampoco es un delirio pasional, o embotar el entendimiento detrás del deseo y las mentiras del EGO. El amor es la realización de obras de bien para beneficiar al amado.

Tienes derecho a la justicia, a límites y que sean mantenidos con respeto.
La bondad sin límites lastima a quien la expresa y a quien la recibe.
Todo en el universo humano está limitado y debe limitarse. Bordes establecidos con justicia, con valoración.
Cuando los límites se quiebran, es necesario restablecer el equilibrio roto por medio de acciones correctivas que no sean nocivas.
Un mundo sin justicia, es el caos y la destrucción.

Tienes derecho a saber y crear.
La sabiduría, a cada cual según su nivel y capacidad, es una necesidad que debe ser suplida.
Es uno de los poderes fundamentales de los cuales el hombre no debe ser privado.
Pero, la repetición de lemas, la memorización mecánica, el atiborrarse de datos, no es suficiente. Se precisa que la persona ponga su maquinaria creativa en funcionamiento, que revele nuevas perspectivas, que colabore en el desarrollo del conocimiento, que encuentre modos de evidenciar lo que ya es sabido. Sin creatividad humana, no hay ninguna forma de avance. Ni siquiera poseyendo la facultad profética activada, puesto que la función imaginativa permite proyectar la profecía y convertirla en información comprensible y provechosa para los receptores.
Por supuesto que cuando el límite se quebranta, y la creatividad pasa a ser motivo de desprecio de lo ordenado, o se usa la inteligencia para el mal, o como fábrica de excusas para mantener el imperio del EGO, entonces algo no está bien y debe ser corregido. Al igual que la sabiduría cuando se derrama sobre un recipiente no apto, o cuyo contenedor podría perjudicarse o dañar a otros con el conocimiento tomado.
Por ello, el valor supremo de la verdad.

Tienes derecho a saber que tienes una conexión con el Padre y disfrutar de ella.
Cada ser humano está creado a imagen y semejanza, espirituales, del Eterno.
Nuestra neshamá está de continuo conectada a la gran red espiritual, que sin límites de tiempo-espacio, unifica a todas las neshamot y conocimientos.
Cada neshamá, dependiendo si es de la raíz gentil o de la raíz judía, tiene su propio set de mandamientos ordenados por el Eterno para permitirle ejercer su liderazgo y llevar la existencia plena que todos merecemos.
Si sabes de tu conexión, de tu santidad interna, de tu lazo con el Padre, harás lo posible para llevar una vida acorde a ella. No te enrollarás en religiones, ni buscarás rituales innecesarios, ni te disfrazarás de lo que no eres, sino que sabiéndote hijo y príncipe, tu conducta será la que corresponde a un hijo y príncipe.

Todos estos derechos por supuesto que hablan del derecho a la identidad, a la libertad, al disfrute, al respeto de la individualidad, etc.

Asuntos internos

Los dos mandamientos noájicos que se relacionan directamente con el Eterno son:

  • no adorar dioses que no son el Eterno.
  • no maldecir al Eterno, es decir, no blasfemar.

No hay ningún otro mandamiento “religioso” para las naciones.
Los otros son, cuatro de la relación entre hombres y otro que prohíbe el ingerir parte de animal con vida.

Pudiera parecer notable que NO se ordena a las naciones:

  • el creer en Dios,
  • o tener fe,
  • o repetir lemas religiosos,
  • o seguir a determinados profetas,
  • o profesar en comunidad de fieles adoraciones a la divinidad,
  • o de elevar sacrificios,
  • o de rezar sea de forma individual o comunal,
  • el de realizar peregrinaciones,
  • el de conmemorar festividades,
  • el de efectuar rituales de contenido sagrado,
  • o de estudiar textos consagrados,
  • o el de apartarse “del mundo” para llevar una vida de recogimiento seudo espiritual,
  • o el de saber el idioma antiguamente usado por profetas y tartamudearlo de manera cotidiana,
  • o el de tocar música supuestamente sacra,
  • o el de bailotear según costumbres folclóricas de x épocas y regiones,
  • o el de usar determinados ropajes,
  • o el de rodearse de ciertos símbolos,
  • o el de formar congregaciones de “hermanos”,
  • o el de dar diezmos,
  • o saber pasajes de x libros de memoria y repetirlos como mantra,
  • o el de hacerse acólitos de rabinos o líderes religiosos,
  • o…

Es un hecho, los mandamientos que se relacionan con el Eterno son solamente dos, y bastante áridos.
Sí, es cierto, hay muchas conductas positivas que se pueden derivar de ellos, complementarlos, darles color y sabor, PERO, siguen sin ser mandamientos ordenados por el Eterno para los hijos de las naciones.

A mí me resulta interesante.
Vemos casi de continuo la cantidad de euforia personal y colectiva por asuntos “religiosos”, ese incontenible tsunami de gente que se disfraza de judíos, que buscan cosas judías, que reclaman festividad y rezos y vestimentas y rituales para llenar lo que sienten un vacío en el noajismo, que viajan a Israel y quieren aprender hebreo, que buscan judíos o gente que se hace pasar por tales, que dicen querer convertirse al judaísmo (por lo general careciendo por completo de fundamentos y conocimiento para ello), que quieren más y más y más para de esa forma sentirse con el estómago un poco más lleno.
Sí, lo vemos casi a diario. Gentiles desesperados por tener cosas religiosas, para así hacer de cuenta que están siendo espirituales.
Lo interesante es que pareciera que Dios desconoce esto, porque si lo hubiera sabido, ¿no habría inundado a los gentiles con todos esos espejitos de colores religiosos que tanto reclaman y se quejan por no tener?

¿Será así, que Dios es tan ignorante, imperfecto, inepto, que decidió que los mandamientos para los gentiles fueran los que Él dio y no las cositas que la gente con tanto anhelo buscan?

El hecho es que Él no demandó de la gente que creen religiosos ni profesen ninguna fe.
Él no buscó sacrificios en Su honor, ni rezos como intento de comunicación forzosa con Él.
Él aborrece la religión, o al menos, nada de lo que ella ofrece Él ha solicitado o bendecido.

PERO SÍ Él estableció un pacto eterno con la humanidad, simbolizado por el arcoíris.
Uno que se compone de siete mandamientos para cada hijo de las naciones, que al cumplirlos están estableciendo una poderosa comunicación espiritual con el Padre, al tiempo que adquieren la vida eterna.
Así es, si eres gentil y estás buscando sentirte satisfecho espiritualmente, no será en iglesias o templos como lo conseguirás. ¡Atención! Es común confundir emocional con espiritual. Está difundida la creencia de que cuando uno se siente bien con algo religioso, eso es un beneplácito espiritual. No, sencillamente es un placer, o apariencia de placer, emocional.

La satisfacción espiritual se encuentre en el cumplimiento de los mandamientos que te corresponden.
Puedes rezar si gustas, pero… ¿estás al 100% en el cumplimiento de tus siete mandamientos?
¿Seguro de que lo estás?

Si es así, ya tienes conciencia de la conexión constantemente establecida con Dios, ¿no la percibes vibrando en tu ser?
¿No?
Bueno, quizás quieras rezar para ver si entonces la descubres.
Está bien, si gustas de hacerlo.
Pero dime, ¿te acordaste de dar dinero al necesitado?
¿Procuraste que aquel que es tu prójimo tenga lo necesario para sustentar su vida?
¿Llamaste a tus padres para ver cómo y estaban y si precisaban algo?
¿Resolviste tus conflictos con hermanos, amigos, cónyuge, hijos, etc. y estás en paz con ellos?
¿Descubriste las máscaras que usas y te ocultan tu verdadero rostro, y por tanto vives en un tinglado actuando una vida que no es plena?
¿Pagaste tus deudas?
¿Agradeciste a los que tienes que agradecer?
¿Hiciste lo necesario para nutrir y fortalecer tus cinco planos de existencia?
¿Colaboraste con la promoción de la sociedad?
Como verás, hay tantas cosas ESPIRITUALES que puedes hacer antes, después, o en lugar de rezar. Y quizás, quién puede afirmarlo, tienen más valor que cerrar los ojos, levantar las manos y clamar como religioso a los cielos. ¿Quién lo sabe?

Claro, algo dentro de ti te dice que si no rezas, si no te ritualizas, si no copias de las religiones o del judaísmo, entonces tu noajismo es pobre, como agnóstico, sin espiritualidad. ¿Te pasa que sientes esto?
Si te sucede, te pido que hagas un pequeño estudio sobre ti mismo para que identifiques qué origina esa sensación.
¿Es tu neshamá, tu esencia espiritual, tu Yo Esencial, que está en constante conexión con el Eterno y toda la Creación?
¿O es tu EGO, que te quiere mantener en impotencia, viviendo una vida de espejismos y sin plenitud?

No te daré respuestas, solo este planteo.
Que pases una bella jornada, llena de todo lo bueno, y recuerda construir shalom a cada momento.

¿Libertad?

Una alumna muy lúcida me realizó una pregunta brillante: “Si Pesaj es la fiesta de la libertad, ¿por qué se nos prohíbe comer jametz? Se supone que si somos libres podemos hacer lo que queramos.”.

Ante este planteo la respuesta tradicionalmente judía es: “somos libres cuando nuestra voluntad se sintoniza con la Voluntad de nuestro Creador. El cumplimiento de los mandamientos nos libera, a pesar de que nos limita en muchísimos aspectos. ¿Esto por qué es así? Porque somos responsables de nuestros actos y escogemos de manera consciente y voluntaria un camino en particular, en vez de dejarnos llevar por pasiones, modas, opiniones, cuestiones intrascendentes y del momento. Es decir, somos libres cuando estamos en paz con las leyes del Eterno y no hundidos en libertinaje. ¿Qué tan libre es una persona que está prisionero de sus deseos?”.

No sé si quedó satisfecha la joven alumna con esta respuesta, cosa que me parecería genial, así continúa investigando, analizando, creciendo.
¿A ti qué te parece esta manera de proponer la libertad?

¿Se asemeja o distancia de la definición que nos trae el diccionario (lee aquí si gustas)?
¿Cuál es tu opinión?
¿En qué te basas para sustanciar tus ideas?

Por mi parte, busqué las palabras del gran maestro, el Rav Avraham Itzjac Kook, y hallé un interesante texto que podría sorprenderte, al mismo tiempo que confirmarte nuevamente las enseñanzas que compartimos de manera habitual acerca del EGO.

Parafraseo al maestro que explica (Ma’amerei HaRe’iyah, “Celebración del Espíritu”, pp. 141-143):

El tema central de la festividad de Pesaj, indudablemente, es la libertad. Pero debemos comprender de que se trata la libertad. ¿Refiere solamente al final de la esclavitud en Egipto? ¿Es una libertad política, un lujo que eludió al pueblo judío la mayor parte de sus casi 4000 años de existencia?

Verdad para nuestro Esencia Interior

La diferencia entre un esclavo y una persona libre no es meramente cuestión de posición social. Podemos encontrar un iluminado esclavo cuyo espíritu es libre, así como a un hombre libre que mentalmente es esclavo.

La verdadera libertad es aquella que eleva el espíritu del individuo –así como la de la nación como un todo- y le inspira a mantenerse leal a su esencia interior, con el atributo espiritual de la imagen Divina que está en su interior. Es esta cualidad la que nos permite sentir que nuestra vida tiene valor y sentido.

Una persona con la mentalidad de esclavo vive y abriga emociones que están enraizadas no en su propia esencial espiritual natural, sino en aquello que atrae y es bueno a los ojos de otros. Así, está dominado por otros, sea físicamente o por convenciones sociales.

Derrotados y en exilios, hemos sido oprimidos por cientos de años por amos crueles. Pero nuestro espíritu interior está imbuido por el espíritu de la libertad. Si no fuera por el maravilloso regalo de la Torá, concedido a nosotros (judíos) cuando salimos de Egipto para una eterna libertad, el exilio habría reducido nuestros espíritus al modo de pensamiento del esclavo. Pero, en la fiesta de la libertad, nosotros abiertamente demostramos que somos libres en nuestra verdadera esencia. Nuestros nobles anhelos por lo que es bueno y santo son un genuino reflejo de nuestra naturaleza esencial.

Hasta aquí el parafraseo del maestro.

¿Puedes advertir el mensaje?
¿Comprendes cómo queda definida la libertad?
¿Te das cuenta del rol del EGO, así como la función del Yo Vivido con sus máscaras y cáscaras?
¿Te queda claro el papel del Yo Auténtico y del Yo Esencial en el disfrute de la libertad?
¿Es posible ser libre cuando se deja de lado los mandamientos para vivir de acuerdo a los golpes de timón del EGO?
La religión, cualquiera de ellas, ¿permite encontrar el sendero de la libertad o es otra muralla que nos impide disfrutar de nuestra esencia espiritual?
¿Sabes cómo hacer para verte al espejo del espíritu y poder reconocer tu verdadera identidad, aquella que es la neshamá?

Me agradaría leer tus respuestas y quizás una síntesis que quisieras hacer de este importante tema.
Muchas gracias por hacerlo, o al menos por leer hasta aquí.

Kedoshim קְדֹשִׁים 5774

Texto escrito originalmente para SERJUDIO.com pero que guarda enseñanzas éticas y espirituales de valor para los noájidas.

La parashá presenta importantes enseñanzas (ama a tu prójimo, no te vengues, no guardes rencor, no mientas, no engañes, paga cuando debes, actúa con decencia siempre, entre otras varias más), pero quisiera detenerme en ésta: "Como a un natural de vosotros consideraréis al extranjero que resida entre vosotros. Lo amarás como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo soy el Eterno, vuestro Elokim." (Vaikrá / Levítico 19:34).

Nos recuerda que la terrible experiencia de ser esclavos debe ayudarnos a mejorar nuestra conducta en los hechos cotidianos. Tenemos la obligación de considerar y ayudar, amar al diferente en su diferencia, precisamente porque hemos padecido la segregación, la actitud discriminatoria, persecuciones, maltratos, entre otras cosas adversas; sin olvidar que también disfrutamos de positivas. Como sabrás, la Familia judía, ha morado en diversas tierras, por variadas causas y circunstancias. Nuestro destino en estos más de 33 siglos de existencia ha sido cambiante. A veces fuimos bienvenidos, otras no tanto. Se nos ha perseguido; también se nos ha protegido. Construimos países a la par de nuestros hermanos gentiles; pero también se nos trató como extranjeros, diferentes, parias, imposibilitados de acceder a los derechos básicos por el mero hecho de pertenecer a la familia judía. Como en el antiguo Egipto, en donde al principio se nos recibió con honores, pero al mismo tiempo excluyéndonos. Pudimos crecer y encontrar la abundancia, pero también se nos esclavizó, martirizó, apenó con numerosas fatigas. País que nos encerró con tormentos de todo tipo, al punto de llevarnos a la desesperación. Por intervención divina fuimos rescatados, y, a pesar del sufrimiento y de los amargos recuerdos, la Torá ordena que NO tengamos rencor hacia los egipcios, según leemos: “no aborrecerás al egipcio, porque fuiste extranjero en su tierra.” (Devarim / Deuteronomio 23:8).
Podemos tener diferencias. Aprendamos a que no obstaculicen la convivencia en paz, sin descuidar de nuestra identidad. Ser firmes y leales no significa ser fanáticos ni necios, ni prohibirse cambios favorables. Pero, nuestra lealtad no es excusa para negar al otro que mantenga su otredad, con sus propias cualidades positivas que lo identifican.

Sabemos qué y quién nos liberó, pero ¿sabemos qué nos llevó a ser esclavos?
Una respuesta la brinda el midrash, la sabiduría de nuestros Sabios, que cuenta que los hijos de Lea y Rajel molestaban a sus medio hermanos, los hijos de Bilhá y Zilpá, por ser ellas concubinas de Iaacov y no esposas. No había unidad, ni respeto, ni amor (tal como lo que motiva el duelo en el período de Sefirat haOmer, cuestión que queda para conversar en otra ocasión). Este irrespeto culminó con todos los hijos de Israel siendo esclavos en Egipto, para que en el momento de su liberación todos pudieran decir: “esclavos fuimos”. La penuria vivida los obligaría a encontrar el respeto que no supieron tener cuando eran libres y soberanos.
Es una lección terrible, ¿la hemos aprendido?

Esta explicación me recordó el testimonio de un sobreviviente de la Shoá, que parafraseo: "Cuando a un judío lo hacían entrar a un campo de exterminio no le preguntaban a que corriente del judaísmo pertenecía, les bastaba que fuera judío. ¿Por qué nosotros nos diferenciamos si los enemigos no lo hacían?".
Excelente pregunta, ¿tú qué opinas?

En 1959, la Kneset decidió que el 27 de Nisán se conmemorara anualmente el Iom haZikarón lashoá vehaGuevurá, el Día del Recuerdo por el Holocausto y sus Héroes. Ellos habían manejado como primera opción la fecha del 14 de Nisán, día que comenzó la sublevación de un grupo heróico de judíos del Gueto de Varsovia, sin embargo, por coincidir con el inicio de Pesaj decidieron posponerla para el 27, que además es ocho días antes de Iom HaAtzmaut, el Día de la Independencia del moderno Estado de Israel. Misma cifra que separa el nacimiento del niño judío de su circuncisión. (Cuando cae en domingo, como en este año, se pospone la conmemoración para el lunes).

Es nuestro deber no olvidar y trabajar para que no se repita nunca más.
¿Puedes aportar ideas de cómo hacerlo?

Como vimos, la Torá propone una vida de bondad y justicia que permiten el SHALOM, con uno mismo y con el otro. Cada una de las enseñanzas es para apartarnos de odio, de la injusticia, de la indiferencia, de la burla, de la venganza, de la inmoralidad, de las máscaras engañosas, de todas las cosas negativas que perturban; y así poder acercarnos a la vida, al bien, a la bendición. Una buena manera de lograrlo es cuando los mayores (padres, maestros, etc.) narran (en palabras y especialmente en hechos) con amor a sus menores (hijos, alumnos, etc.) y por consiguiente éstos querrán las tradiciones y aprenderán a interrogar con alegría y sed de acercarse a sus mayores y su identidad.

Quiera el Eterno que no precisemos más experiencias oscuras para encontrar esa LUZ que brilla constantemente en nosotros y para nosotros.

Great pretender

great pretenderYa sabemos que el EGO (sin ser un ángel, ni un demonio, ni una entidad mística, ni un personaje inmaterial, sino una función natural y primitiva de nuestro sistema nervioso) es mentiroso, entre sus herramientas cuenta con el engaño para someternos a la impotencia.

Así a veces nos creemos súperman cuando a duras penas contamos con fuerzas. Nos llenamos de aires de grandeza, de humo la cabeza, nos hinchamos a más no poder, cuando a ciencia cierta no tenemos nada para sostenernos en nuestra impostura. Pero, al EGO le sirve esa fantasía de engrandecimiento, pues la caída será segura y estrepitosa. Cuanto más alto creemos estar, más duro nos golpea la realidad al despertar. Las bofetadas con nuestras limitaciones pueden ser esporádicas, ocasionales, o bastante frecuentes. Son muy, muy dolorosas. Pero, tal vez nos las ingeniamos para engañarnos también en esto, porque inventamos excusas, echamos culpas, o lisa y llanamente negamos la realidad. Como sea, la impotencia se siente, muy hondo calando hasta lo íntimo.
Sí señor, el engañarnos para hacernos creer que somos algo que no somos, es típicamente una manifestación del EGO, otra manera de mantenernos encerrados en celditas mentales.

Otra veces la imagen que tenemos es que somos debiluchos, que no podemos, nada sabemos, todo nos supera, no tenemos suerte, el destino se ha ensañado con nosotros, somos estirpe de perdedores. Es la máscara antagónica del que mencionamos recién. Éste ni siquiera se atreve a soñar con ser súperman, no sea que algo malo le ocurra por desear imposibles. Con esa autoevaluación pesada y cansina anda por la vida, arrastrando sus penas, gimiendo en los rincones, seguramente envidiando y maldiciendo por lo bajo a quienes le superan. Como no intenta hacer algo diferente, como no aplica esfuerzo ni ingenio, como nada prueba para comprobar su poder, se mantiene herrumbrado, arrumbado en oscuras ideas, abrumado. Así el EGO le mantiene en impotencia también, su caída es constante y el sufrimiento no se agota. La vida es injusta y la gente es mala, todo es como una pesadilla que no tiene un despertar.
Sí señor, si nos creemos perdedores, ya nos fracasados de demostrar que lo somos.

Puedes engañarte y hacer de cuenta que todo está en paz, cuando el conflicto es el pan diario. Puedes mirar para otro lado y hacer de cuenta que nada pasa, pero algo está pasando. Puedes creer que las aguas están calmadas, porque no quieres/puedes reconocer los turbios remolinos que convulsionan por doquier, bajo o sobre la superficie.
Está en ti ser cómplice y partícipe del engaño, y por ello la víctima culpable. O puedes hacer lo posible para jugar con las cartas que te da la vida, y encontrar la manera de triunfar con las herramientas que tienes a disposición o puedes elaborar/adquirir con bien y justicia.

La finalidad: construir shalom en toda ocasión.

En el andén de la vida

Al aferrarte a culpas (reales o imaginarias) que siempre están en el pasado
o
a angustias (casi siempre imaginarias) del futuro,
desperdicias tus energías,
malgastas tu tiempo,
dejas de vivir el presente.

Caso 1.
El tren ya partió y no lo tomaste,
¿sirve de algo tu enojo y molestia?
¿Volverá atrás?
¿Estás disfrutando del andén en el cual te encuentras?
¿Estás elaborando alguna solución para tu insatisfacción?
Simplemente culpas, te enojas, te quejas, lloras, gritas, pataleas, te evades del presente para vivir una realidad alternativa y dolorosa.
El tren ya se fue y no lo tomaste… quizás para bien, quizás no… ¿lo puedes evaluar con el conocimiento que tienes aquí y ahora?
¿Valen de algo tus reacciones primitivas, propias del EGO?
¿Te ganas amigos y apoyo de esa manera?
¿Demuestras raciocinio o inteligencia?
¿Volverá el tren a buscarte?
¿Recuperarás el tiempo perdido?
¿Estás mejor al descargar tu impotencia así?
Te estás aferrando a dolores del pasado que en nada benefician tu existencia, por el contrario, te roban vitalidad, te desgastan, te nublan el entendimiento para elaborar soluciones creativas y provechosas.
Entonces, ¡tú escoge!

Caso 2.
El tren no ha partido, pero te angustia la idea de perderlo.
Preparas todo tu equipaje varios días antes.
Te aseguras que nada pueda perturbar tu encuentro con el tren, por lo cual despueblas tu agenda de toda actividad que pudiera retrasarte.
Respondes exasperado, estás como ausente, tu idea está solamente fija en un asunto: no perder el tren.
Mientras, las cosas pasan a tu alrededor, aquellas que son urgentes, pero también las importantes. Sin embargo, entre tus temblores y miedos nada te aportan, por el contrario se suman al equipaje pesado de cosas no resueltas, cuestiones pendientes, insatisfacciones que vas dejando en tu mochila cada vez más pesada.
Por ahí alcanzas a tomar el tren a tiempo, luego de horas y horas de espera en el andén. Horas que perdiste en nervios, observando el reloj a cada rato, preguntando en la ventilla quinientas veces si había algún inconveniente, molestando a diestra y siniestra para que todos tengan en claro cual es tu tren y cómo te preocupas para ser puntual. Estás encerrado en una idea fija, nada más ocupa tu atención, por lo que dejas de atender lo que es realmente necesario.
Sí, tal vez abordas a tiempo el tren, nunca lo podremos asegurar porque hay infinitud de elementos que no controlas ni puedes controlar, aunque te angusties mil veces más de lo que ya estás haciendo. Aunque llores, grites, patalees o inventes realidades alternativas con la pretensión de controlar lo incontrolable.
El tren no depende de ti, y quizás a pesar de tu inhumano esfuerzo finalmente se aleje abandonándote con millones de culpas en el andén.
Entonces, ¡tú escoge!

¿Qué nos enseña la festividad de Matzot, también conocida como Pesaj, para salir de nuestras celditas mentales?

¿Pan de la pobreza?

Es un texto escrito para serjudio.com, pero creo que tiene un gran mensaje para los noájidas deseosos de servir al Eterno con plenitud, con alegría, con pureza.

Sabemos que la matzá se come en la primera noche de Pesaj (y segunda en la diáspora) porque la masa no fermentó, en el apuro por salir de Egipto.
Eso es lo que encontramos en la tradición, lo que sabios repiten, aunque otros (Rambán, por ejemplo) disienten en esa interpretación del verso:

"No comerás con ella [la ofrenda de Pesaj de las generaciones posteriores a Egipto] ninguna cosa que tenga levadura. Durante siete días comerás con ella pan sin levadura, el pan de aflicción [de la pobreza], para que te acuerdes todos los días de tu vida del día en que saliste de la tierra de Egipto. Pues con prisa saliste de la tierra de Egipto."
(Devarim / Deuteronomio 16:3)

Se dice que, en el apuro por salir de Egipto, la masa no fermentó, por tanto no se formó el pan inflado que comemos habitualmente, el que es jametz; sino que la masa quedó “pobre”, sin henchir, finita, como si fuera una pita (el pan “árabe”).
Pero, pensemos un poco; los judíos sabían que saldrían esa noche, tuvieron varios días para preparase.
¿No tendrían las viandas listas, siendo que el pan era el alimento fundamental de todas las dietas en aquella época y en varias otras?
Lo cierto es que el apuro está referido al modo en el cual fueron echados por Faraón, no a la premura por amasar a último tiempo su alimento.

Resulta que, ANTES de la salida encontramos el siguiente pasaje, en donde el Eterno ordena a los judíos el preparativo para el sacrificio pascual y estar listos para la salida vertiginosa de la tierra de opresión:

"Aquella misma noche comerán la carne, asada al fuego. La comerán con panes sin levadura y con hierbas amargas."
(Shemot / Éxodo 12:8)

Sí, los judíos ya conocían la matzá ANTES de Pesaj, ya la comían, era necesario comer la carne asada junto a matzá y maror, ANTES de salir de Egipto sin tiempo para que la masa leude y sea cocida sobre las espaldas de los judíos.
Por tanto, esa explicación habitual, que reitero es también repetida por sabios (aunque otros disienten), pareciera que tuviera su razón, pero no es el motivo que abarca TODA la explicación del asunto.

¿Se entiende?
Los judíos comieron matzá y maror, acompañando el korbán Pesaj original, ANTES de que Pesaj existiera, ANTES de que se le atribuyera el simbolismo de pan fabricado a las apuradas junto a hierbas que representan la amargura de la esclavitud.

De hecho, la familia judía (y allegados), al igual que el resto de los nómadas de la antigüedad comían habitualmente matzot.
NO en Pesaj.
No como ritual.
No como símbolo.
No para oponerlo al jametz, que pasaría a representar al EGO.
Lo comían porque ese era el alimento habitual para su forma de vida en continuo movimiento, en desapego a cuestiones materiales territoriales.

Como leemos, al respecto de Lot cuando recibió la visita de los enviados del Eterno que antes habían pasado por la morada del tío Abraham:

"Pero él [Lot] les insistió mucho; así que fueron con él y entraron en su casa. Él les preparó un banquete; hizo panes sin levadura y comieron."
(Bereshit / Génesis 19:3)

Es que, ESE era precisamente el pan que ellos conocían y consumían habitualmente.
No el pan que nosotros llamamos así, sino el pan sin levadura era el de todos los días.
Tal como el pan de pita sigue siendo principal entre las culturas de medio oriente actualmente.

Un pan sencillo, pobre, como si fuera afligido, que se prepara en poco tiempo, sin complicaciones, que no precisa de grandes hornos ni de paciencia para que leude, ser amasado, vuelta a leudar.
¡NO! Es simple, es presuroso (como la salida de Egipto, ¿recuerdas?).
Un puñado de harina, otro de agua (o aceite), un par de palmaditas para que tome consistencia, se lanza sobre una chapa caliente (o similar) y en pocos momentos queda cocido.

Como en éste ejemplo:

"Entonces Avraham [Abraham] fue de prisa a la tienda de Sara y le dijo: -Toma rápidamente tres medidas de harina fina, amásala y prepara unas tortas."
(Bereshit / Génesis 18:6; profundizar con Bereshit Rabá 48)

¿Ves la premura, la facilidad?
O aquí:

"Entonces [Eliahu/Elías] se levantó y se fue a Sarepta. Cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña. Él la llamó y le dijo: -Por favor, tráeme un poco de agua en un vaso, para que beba.
Cuando ella iba a traérsela, la llamó y le dijo: -Por favor, tráeme también un poco de pan en tu mano.
Ella respondió: -¡Vive el Eterno, tu Elokim, que no tengo pan cocido! Solamente tengo un puñado de harina en una tinaja y un poco de aceite en una botella. Y he aquí que estaba recogiendo un par de leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, a fin de que lo comamos y muramos.
Entonces Elías le dijo: -No tengas temor. Ve, haz como has dicho; pero de ello hazme a mí primero una torta pequeña y tráemela. Después harás para ti y para tu hijo."
(1 Melajim / I Reyes 17:10-13)

Pero, en Egipto la cultura sedentaria, de opulencia, de tomarse las cosas con parsimonia, era la clave.
Ellos eran los lords y los popes.
Allí se despreciaba a los pastores de ovejas, a esos pobres hombres sin cultura sofisticada, sin rituales complejos, sin pan horneado, esponjoso, humeante.
Lo que para Egipto representaba su poder, el pan, para los pastores representaba esclavitud.
Era dejar los amplios territorios sin dueño para afincarse en parcelitas, para encerrarse en paredes, para llenarse de riquezas materiales que hacen perder de vista lo realmente importante.
Egipto es el símbolo de la opresión, porque unos pocos ricos se aprovechaban de los bienes de la tierra y del trabajo fatigoso de las mayorías.
Porque el autoritarismo, la apariencia de poder, no dejaba ver la real impotencia de monarcas, sacerdotes y eminencias.

En esto se marca la diferencia, en apreciar el momento, en disfrutar de lo permitido, en no pretender controlar lo que no se puede ni debe controlar.
En gozar del simple pan sencillo, que se realiza en un par de movimiento, tanto como el más suntuoso pan engordado.
Agradecer la rica confitura tanto como la modesta fruta.
Allí está la libertad.
No en la riqueza, pero tampoco en la pobreza, sino en el disfrutar de lo permitido de acuerdo al aquí y ahora de cada uno.

¿En qué se equivocó Egipto?
En pretender que la nada era un dios.
En asumir que el que más grita más sabe.
En aceptar que el que pega más fuerte tiene el poder.
En hacer de cuenta que el dinero compra la felicidad, o al menos tapa mejor los hoyos que deja el sentimiento de impotencia.
En no agradecer por lo simple, en el anhelo nunca satisfecho por una porción más.
En depender de la opresión, en vez de disfrutar de la libertad.
En poner al EGO como amo y señor, dejando el AMOR relegado a una celdita mental.
¿Se te ocurren más cosas, que no sean “religiosas”, por favor?

Creo que este sencillo mensaje de Pesaj viene bien en este momento.
¿Tú qué opinas?

(Para más información, muy interesante y valiosa, te recomiendo este link, está en inglés, que me ha nutrido bastante para este artículo).