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Resp. 1144 – Las 3 semanas

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Buenas tardes More

Durante las 3 semanas de duelo que transcurren en estos dias, por las tragedias que se han hecho presentes en el pueblo de Israel, pero que repercuten en toda a humanidad.

¿Los Noajidas tenemos algo que hacer, en estos tiempos marcados con duelo?

Gracias por todo y un saludo.
Edgar Juarez, 34 años, Administrador, Mexij

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Hodu laHashem ki tov

הוֹדוּ לה’ כִּי-טוֹב כִּי לְעוֹלָם חַסְדּוֹ

Así da comienzo el salmo 118, el cual podríamos traducir como: "¡Alabad al Eterno, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia!" (Tehilim / Salmos 118:1).
Otra opción: Alabad al Eterno, porque es bueno; porque para siempre es su bondad genuina!".
Y una más: Agradeced al Eterno, porque es bueno; porque para siempre es su bondad genuina!".
También: Reconoced al Eterno, porque es bueno; porque para siempre es su bondad genuina!".

Podemos notar que son traducciones ligeramente diferentes, puntualmente de la voz “hodu” y secundariamente de “jasdó”.
Si nos centramos en “hodu”, podemos decir que cada una de las opciones indica una posible reacción positiva al recibir un bien. 
“Hodu” es reconoced, admitid, confesad, agradeced y alabad.
Cada una de ellas, y/o todas ellas.

Todas estas traducciones son apropiadas, porque apuntan a diferentes niveles de conciencia de aquel que ha recibido la bondad de parte del Eterno.
Porque, para alabar sinceramente, con plenitud, con sentido, en verdad,
es indispensable agradecer realmente lo que se ha recibido,
para lo cual es fundamental admitir/confesar y reconocer que alguien (Dios, en el caso del párrafo que estamos estudiando) ha actuado bondadosamente con nosotros.

Por lo tanto, ¿qué grado de conciencia está manifestando aquel que “modé”?
¿Solamente admite ser beneficiario?
¿Además agradece por ello?
¿O también alaba al que le benefició?
Aunque pudieran ser en apariencia meros matices, resultan en grandes diferencias.

Así pues, entre el simple reconocimiento y la portentosa alabanza ubicamos el agradecimiento.

Decir “gracias” es una palabra, tan solo eso.
Poderoso vocablo, en el idioma que lo emitas, es una llave que abre puertas de bendición, de plenitud, de abundancia.
Sí se la decimos a un congénere, es algo maravilloso, un puente de entendimiento, de “buena onda”, de respeto y valor.
En nada resta a quien la pronuncia, y sin embargo puede ser rica para el que la recibe. Seguramente que así es en los planos emocional y social, pero sus efectos positivos pueden alcanzar al resto de las dimensiones que conforman al ser humano.
Por lo cual, recuerda que estás haciendo un “buen negocio” cada vez que genuinamente agradeces a quien te ha hecho un favor, sea que lo pagues o no, lo hayas pedido o no, lo esperaras o no.
Agradece.
Tú ganas, el otro gana.
Agradece.

Cuando agradecemos a Dios estamos haciendo lo que corresponde, Él nos otorga sin recibir nada a cambio en ninguna circunstancia. Por ello Su bondad es auténtica, perfecta, ya que no tenemos nada para ofrecerle a cambio.
Todo lo que hagamos o digamos, no lo precisa, no le sirve, no le suma ni le resta.
Él no precisa de sacrificios, ni de sangre derramada, ni de loas, ni de guerras santas, ni de carne de animales asado, ni de olores gratos, ni de ayunos, ni de santurronería humana, ni de que te restrinjas con exceso en aquello que tienes permitido, ni de largas horas de penurias para “agradarle”, ni de rituales rayanos en lo supersticioso. Son cosas que en el pasado la gente creía que a Dios agradaba, y algunos lo siguen teniendo incluso en la actualidad como centro en sus vidas. Él las permitió, y hasta legisló, para que hubiera límites, para que el deseo primitivo de las personas pudiera satisfacerse sin provocar daños. Porque tan grande es Su misericordia. Entonces dio pautas para sacrificios de animales, y cómo realizarlos, y el ritual necesario y los tiempos, con reglas detalladas.
¿Él las precisaba?
Pues, ¡no!, según dejó constancia en el Tanaj.
¿A Él agradaba?
Tampoco, como también lo señaló en el Tanaj.
Era el antiguo hombre endeble y de mente primaria el que creía satisfacer a Dios con esas cosas, por lo cual Él las toleró y dio pautas para encauzarla.
Te recomiendo estudiar el capítulo 32, del tercer tomo del “Moré Nebujim”, del cual solo te citaré un pequeñísimo párrafo:

No juzgó Dios oportuno ordenarnos en aquel momento el rechazo de todas esas especies de culto, su abandono y supresión, dado que habría parecido entonces algo inadmisible a las creencias de los hombres, siempre apegada a sus costumbres… Por tal motivo Dios toleró estas diversas clases de culto…”.

((Najmánides, por ejemplo, tiene una idea diferente al respecto de los motivos de sacrificios de animales.
Otros sabios, con otras ideas, siempre en la base del respeto a la inteligencia del otro, a su derecho a declarar su postura, a su diferencia, a los textos sagrados, a la ley.
Es una modalidad de vida por completo opuesta a la de los ignorantes que se las vienen de esclarecidos, que suelen ser fanáticos, obtusos, negativos, vengativos.
El amigo Alejandro Dolina nos deja algo para pensar: "…la ignorancia es mucho más rápida que la inteligencia. La inteligencia se detiene a cada rato a examinar; la ignorancia pasa sobre los accidentes del terreno que son las nociones a gran velocidad, y jamás hay nada que le llame la atención. Así llega rápidamente a cualquier parte… especialmente a las conclusiones.”.
Muy interesante observación y adecuada a lo que venimos tratando, ¿te das cuenta por qué?))

Ciertamente Él ha indicado en repetidas ocasiones (por medio de Sus profetas) qué es aquello que desea de nosotros, básicamente que actuemos con bondad y justicia unos con otros, esa es la forma más perfecta de alabanza, de loa, de rezo, de “fe”. Que seamos amables con Sus hijos, que procuremos el bienestar de Sus amados, que permitamos que el mundo sea un Paraíso terrenal para que sirva de “morada” a Su Presencia.
¿Quieres una vida llena de espiritualidad?
Vive cada instante construyendo shalom.
Actúa, piensa, siente, habla con bondad y justicia hacia tu prójimo.

Por supuesto, a los que siguen apresados por costumbres primitivas, que ya hace unos 850 años Maimónides valoraba como perimidas y fuera de uso, este camino de santidad les parecerá demasiado “laico”, poco “bíblico”, carente de “misticismo”, algo que no casa con lo que se supone es la vida de una persona “religiosa”.
¿Cómo vivirá el “religioso” sin sacrificios, sin ayunos, sin abundantes restricciones, sin rituales, sin acciones lindantes en la superstición, sin negociar salvaciones de pecados a cambio de algunas monedas o rezos? 
¿Cómo vivirá el “religioso” sin toda la pompa y el parloteo?
La respuesta la ha dado el propio Dios en el Tanaj:

"¿Se complace tanto el Eterno en los holocaustos y en los sacrificios como en que la palabra del Eterno sea obedecida? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención es mejor que el sebo de los carneros."
(1 Shemuel / I Samuel 15:22)

Pero, ¿no están los sacrificios también en la “palabra del Eterno” (la Torá)?
¿Qué significa entonces este pasaje de Samuel?
La respuesta la brinda Dios nuevamente:

"Escuchad la palabra del Eterno, oh gobernantes de Sodoma. Escucha la Torá de nuestro Elokim, oh pueblo de Gomorra.
Dice el Eterno: ‘¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y del sebo de animales engordados. No deseo la sangre de toros, de corderos y de machos cabríos.
Cuando venís a ver Mi rostro, ¿quién pide esto de vuestras manos, para que pisoteéis Mis atrios?
No traigáis más ofrendas vanas. El incienso Me es una abominación; también las lunas nuevas, los shabatot y el convocar asambleas. ¡No puedo soportar iniquidad con asamblea festiva!
Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas y vuestras festividades. Me son una carga; estoy cansado de soportarlas.
Cuando extendáis vuestras manos, Yo esconderé de vosotros Mis ojos. Aunque multipliquéis las oraciones, Yo no escucharé. ¡Vuestras manos están llenas de sangre!
Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de Mis ojos. Dejad de hacer el mal.
Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda.
Venid, pues, dice el Eterno; y razonemos juntos: Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Si queréis y obedecéis, comeréis de lo mejor de la tierra.
Pero si rehusáis y os rebeláis, seréis consumidos por la espada; porque la boca del Eterno ha hablado…
Tzión [Sion] será redimida con el juicio, y sus arrepentidos con la caridad.
"
(Ieshaiá / Isaías 1:10-27)

Igualmente, cuando queremos agradecer de modo directo, no a través de acciones de construcción de Shalom que favorecen a Sus hijos, tenemos la simple, sencilla pero sagrada formula: “gracias”; en el idioma que tú entiendas y manejes. No precisas del hebreo, ni bíblico ni moderno, sino tan solamente expresar con auténtico sentimiento y conciencia la palabra “mágica”: gracias.
Es lo poco que podemos hacer, aparte de la construcción de shalom, elevar un agradecido reconocimiento que Lo alabe por Su bondad. Ese agradecimiento que surge de nosotros, es algo nuestro, algo que no pertenece a Dios sino que lo elaboramos nosotros. Ciertamente que tampoco le cambia en nada a Él esa palabra o párrafo agradecido y elogioso, pero es lo que tenemos para ofrendar sinceramente.
Como ocurre en el caso del párrafo que estamos estudiando, agradecemos por Su bondad hacia nosotros.
Según interpreta “Daat Mikrá”, podemos comprender el verso (que motivó este texto) de cuatro formas:

  1. Agradezcamos al Eterno, porque Él es bueno (aunque no comprendamos cómo lo es y al mismo tiempo sufrimos).
  2. Agradezcamos al Eterno, porque es bueno agradecer (algunos dicen que todo, incluso lo que percibimos como malo).
  3. Agradezcamos al Eterno porque es bueno lo que nos dio (algunos dicen que hasta lo que percibimos como malo).
  4. Agradezcamos al Eterno, porque es buena la misericordia que tiene con nosotros.

Cualquiera de las cuatro opciones, el agradecimiento parte de nosotros, al constatar la acción del Eterno que recae sobre nosotros.
El animal para sacrificio, el dinero para el templo, el alimento que no consumimos durante el ayuno, etcétera, todo lo dio Él originalmente; pero nuestro “gracias”, es nuestro. La pequeñita creación humana que dirigimos al Todopoderoso. Pequeñita, pero formidable.
Si somos conscientes de que Él es fuente de todo bien, tal vez podemos darnos cuenta también de que hay una infinita reserva que podría satisfacernos sin menoscabos.
Por supuesto que la gratitud genuina no está a la caza de provechos egoístas, pero incluso así los beneficios se obtienen, y quizás multiplicados.

Sin embargo, a algunos les cuesta enormidades decir gracias, poder emitir y sentir el agradecimiento.
Hacia el prójimo y hacia Hashem.
(A veces más con uno que con otro, a veces igualmente obstaculizados).

¿Por qué nos cuesta tanto agradecer?
Cuando tenemos en claro las modalidades del EGO, encontramos pronta respuesta.
(Aunque no fue mencionado hasta ahora, el estudiante comprensivo ha descubierto que estuvimos hablando de él en muchas oportunidades).
Demos algunas ideas bien concretas.

Porque creemos que lo que obtenemos nos corresponde y no le debemos nada a nadie. Tenemos la errónea creencia de que el mundo está para servirnos, por tanto, al beneficiarnos de alguna cosa no tenemos nada para agradecer, si es que estamos haciendo usufructo de lo propio. ¿Voy a agradecer a otro, u Otro, por lo que es mío?
Así cree el hombre, siervo del EGO.
Al respecto, el afamado William James dijo: “Desde que estamos en la cuna, lo único que nos interesa es el reconocimiento y el amor del resto del mundo”.
Cierto, así opera el EGO.
Llama la atención para solventar su impotencia.
Manipula el entorno para obtener satisfacción.
Recurre a operaciones elementales, abusivas, agresivas, despiadadas, carentes de moralidad, con tal de evitar el padecimiento del no-poder.
Bajo el reino del EGO, ¿cómo agradecer?
Por tanto, un buen remedio al influjo nefasto del EGO es instalar la costumbre saludable del reconocimiento del bien recibido, el agradecer y elogiar a quien corresponda. Aunque al principio se haga sin completa autenticidad, no importa. Lo que importa es estar en la senda correcta, pues las acciones apropiadas repetidas generan un hábito saludable y que se perpetúan luego con el sentimiento en armonía.
Entonces, recuerda agradecer.

Veamos otro motivo por el cual cuesta tanto agradecer.
Porque el reconocer la bondad que hemos recibido nos pone en cierta situación incómoda, que puede ser la de deudor, o de impotencia, o de necesitado. Para muchos, si no para la mayoría, estas sensaciones obligan a actuar de manera dura, displicente, rehusando reconocer el bien recibido.
¿Quién quiere ponerse adrede en una situación de inferioridad?
Por supuesto, nuevamente es el EGO quien crea esta impresión fantasiosa.
Lo cierto es que si recibimos algo, no necesariamente somos más débiles, quizás es al revés.
Y, sin dudas, quien agradece nunca está en un estado de indefensión, sino en el de otorgar un “gracias”.
Pero, el EGO no se maneja con lógica ni razones, rehúye la verdad, acobarda, instiga a la manipulación, agrede, sume en confusión y caos. El EGO es como un misionero típico, como el fanático religioso, como el partidario político acérrimo, como el rebelde sin causa, como todo el que grita con prepotencia para ocultar su prepotencia. Es que todos ellos, todos, son esclavos del EGO, su dios, su amo, su líder, su destino.
Sin embargo, aquel que despierta su conciencia, reconoce los bienes recibidos, asume su lugar, agradece y además elogia sinceramente, está alumbrando las celdas, abriendo las puertas, curando a los leprosos, trayendo salvación al mundo. Agradecer, cuan simple, cuan poderoso, una herramienta increíble para beneficiarnos y beneficiar al mundo.
Si además viene con demostraciones materiales de aprecio, sirven para sustentar causas nobles.
Mira lo que nos dijo Aldous Huxley: “El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma.”.

Para ir finalizando, te agradezco por haberme acompañado hasta aquí, y si quieres te agradezco por compartir este texto con tus amistades.
Recuerda agradecer, al autor de este humilde texto, a los que lo motivaron, a los que aportaron sus citas, a los que contribuyen a sostener el sitio para que sea difundido, a todos los que participan y a Dios.

El consejo diario 404

Cuando tus hijos crecen y tú ya no los “dominas”, ni los tienes “controlados”, cuando te demuestran que son independientes y otros, es hora de aprender y cambiar. Es TU hora de aprender y cambiar.
Tú no los controlas, ni los dominas, ni decides por ellos.
Por más que te enojes, amenaces, castigues, expulses, maldigas, enemistes, manipules, realmente no puedes hacer nada (y si consigues algo, es con pesar, con tristeza, con amargura, con esclavitud).

¿O puedes hacer algo realmente importante, desde el AMOR?
Puedes estar a su lado, para que cuando tu hijo te llame allí estés.
Estar allí, con límites, expresando lo que consideras cuando sea oportuno, no siendo cómplice de lo perjudicial, controlando lo que tú realmente controlas, que es tu conducta (y solo a veces).
Con amor, con respeto, con firmeza flexible, estar allí…

Salmo 81

Según expresa el inspirado salmista, al pueblo judío durante su travesía por el desierto, el Eterno dijo: "Abre bien tu boca, y la llenaré." (Tehilim / Salmos 81:11).
A aquellos judíos y a nadie más. No a nosotros, no a los otros pueblos de aquella época, ni antes, ni después. Solamente a ellos. Esto está evidente y manifiesto en el contexto directo del versículo.

Podemos preguntar, ¿por qué a ellos?
¿Qué había de única en aquella generación?
Podemos reconocer que era una etapa única, germinal, en la cual estaba naciendo la nación judía.
Antes de la Revelación en Sinaí solamente existía en el mundo una única identidad espiritual humana: la noájica. Luego de la Entrega de la Torá, a partir de aquella ocasión, nació en el mundo la identidad espiritual judía, por ello es destacado aquella coyuntura como el nacimiento de la nación judía propiamente dicha (hasta aquel entonces eran tribus que descendían de los mismos patriarcas, gentiles que contaban con una promesa de Dios a sus padres y la señal en sus cuerpos de aquella promesa).
Sí, era un tiempo único, propicio para milagros sorprendentes y cotidianos, mensajes de alto contenido profético de manera habitual, manifestación de la Divina Presencia que conducía a los judíos desde la esclavitud a la redención.
Para pasar del sometimiento en Egipto a la independencia en Israel, era necesario un proceso de cambio profundo, de perfeccionamiento, de remoción de costras dañinas, de emancipación del Yo Esencial de las cubiertas opresoras que impone el EGO. Tuvieron que ascender desde el portal más extremo de oscurecimiento hacia el ápice de mayor elevación posible para un humano.
Tenían tanto por desaprender tenían aquellos judíos, profundamente sumergidos en el lodo de la esclavitud multidimensional, muchísimo. Estaban en un circuito para poder habilitarse y actuar en un alto grado de santidad, acorde a lo que es objetivo de cada persona, según su nivel.
Por ello, fue el punto más alto de la historia de la humanidad, comparable a lo que esperamos sea la Era Mesiánica.
Uno en el cual la intervención divina era cotidiana, manifiesta, activa, sin ocultamientos.
Puede compararse también con una nueva creación, el génesis dentro del génesis.

Por ello, para aquellos judíos en particular estaba hecho el ofrecimiento: abre con bien tu boca, que Yo (Dios) la llenaré.
¿Que significa esto?
Algunos opinan que el Eterno satisfaría los ruegos de los judíos del desierto. Es una idea que nos parece comprensible, de acuerdo al contexto que explicamos más arriba. Porque los judíos, probablemente, pedirían cosas que los ayudaran a salir del pozo del EGO para avanzar en la senda del AMOR. ¿Sería razonable otra cosa? Allí estaba la Divina Presencia, ellos eran testigos directos de los prodigios y maravillas que Dios realizó por su liberación, ¿qué otra cosa pedirían que no fuera algo acorde a la Voluntad Celestial?
Algunos lo extrapolan y dicen que esto significa que también hoy día uno debe pedir a Dios, y pedir en abundancia, cosas materiales, lo que desee su corazón, que maravillosamente Dios estará en servicio de entrega inmediata para hacerle el favor a la persona. Como si del genio de la lámpara se tratara, lo cual es un pensamiento que parece rayano en la blasfemia.

Otros explican que sería dar a aquellos judíos todo aquello que les permitiera hacer su parte propia en el trabajo de perfeccionamiento, por ejemplo con conocimiento auténtico de Torá.
Los que extrapolan dicen que también hoy la persona debe pedir a Dios para obtener claridad espiritual, dominio intelectual de cuestiones espirituales.

Otros comentan que no es un “trato” que tiene al hombre como amo y a Dios como siervo, sino una profunda enseñanza de índole práctica: que la persona abra la boca, para hablar con BIEN, palabras que provengan directamente de la neshamá (Yo Esencial), y no desde el EGO. Palabras de bondad, de AMOR, de unificación con el Eterno, por lo cual serían plenas, llenas, completas, de Shalom. Porque, si la persona usa su poder de expresión de manera bondadosa, entonces Dios está presente en sus palabras, en su vida.

En lo personal, considero que la tercera es la opinión que nos brinda mayores enseñanzas concretas y útiles a nosotros, en cualquier generación, circunstancia o identidad espiritual. Porque no nos hace depender de milagros, porque no ubica a Dios en un lugar de servidor nuestro, porque nos impulsa a doblegar nuestro EGO para liberarnos con la guía de la neshamá.

Si bien es cierto que está bien pedir al Eterno y esperar su positiva respuesta, está bien reconocer que todo proviene de Él; personalmente creemos que es una enseñanza de mayor peso el comprender que el rezo aparte de pedir, aparte de agradecer, aparte de alabar, debe ser un tiempo de reflexión, de conocimiento (propio y ajeno) y para el compromiso hacia la acción redentora.
No usar el rezo como un “control remoto” que dispone a Dios según nuestra voluntad, sino permitir que sea Su sagrada chispa la que nos alumbre desde nuestro interior, desde nuestra neshamá y nos conduzca a una vida de construcción de shalom.

Como sea, aquella oportunidad irrepetible fue desperdiciada, porque, continúa narrando el salmista: " …Mi pueblo no escuchó Mi voz; Israel no Me quiso." (Tehilim / Salmos 81:12).
¿Cómo?
¡Es sorprendente!
De haberlo querido ellos podrían haber extirpado el EGO por siempre de sus vidas, sometido a enemigos externos muy poderosos. Tenían al alcance el gozo de la plenitud de la bendición.
Pero no.
No escucharon la voz del Eterno, metáfora para no hacer caso a Su Voluntad.
Ellos no Lo quisieron.
¡Cómo!
¿Cuál puede ser la respuesta?

Y allí, un “lamento” del Eterno: "¡Oh Israel, si me oyeras…! No haya dios extraño en medio de ti, ni te postres ante dios extranjero." (Tehilim / Salmos 81:9-10).
Sí, el “dios” extraño en medio de nosotros es el que acalla con sus gritos la tenue y calma voz del Eterno.
El EGO, esa parte nuestra pero ajena, esa función natural pero que deificamos, eso interno pero que proyecta su imagen en religiones y poderes terrenales, ese que nos impide la unificación de nuestro ser, esa pequeñita parte de nuestro cerebro que nos desvía.
¿Será esa la respuesta?
¿Será por ello que estamos en vale de sombras de muerte en vez de gozar de la plenitud de la bendición constante?
¿Qué opinas?

Milagros y profecías

En lo referente a manifestaciones “sobrenaturales” del Eterno en Su relación con el Hombre, milagros explícitos y profecía, podemos encontrar claras bandas temporales.
A grosso modo:

Etapa

Milagros

Profecía

Adámica-Pre-patriarcal

Intervenciones directas de Hashem en sucesos de relevancia global. El concepto de milagro como intervención «sobrenatural» no tiene cabida en este período.

La comunicación entre Dios y algunos hombres podía ser relativamente fluida.

Patriarcal

Intervenciones que se circunscriben a eventos específicos, que incluyen poblaciones o individuos notables, efectuados generalmente por emisarios celestiales.

Mensajes del Eterno a determinadas personas, particularmente en sueños.

Salida de Egipto-Ingreso a la Tierra de Promisión

Dios opera con “brazo extendido y mano poderosa”, de manera evidente. Los milagros, prodigios y señales acompañan al pueblo judío a diario.

Moshé alcanza el grado de profecía máxima, otras personas reciben visiones proféticas de diferente grado. La profecía finaliza para las naciones y queda limitada a personas judías.

Asentamiento judío en la Tierra de Promisión-Caudillaje

Los milagros son cada vez menos frecuentes y menos explícitos. Aquellas expresiones grandiosas van desapareciendo paulatinamente, siendo mojones y no cotidianos.

Casi no se perciben visiones ni se reciben mensajes proféticos.

Época de los reyes Las manifestaciones concretas del Eterno se reducen aún más. Su Presencia se manifiesta por excelencia en el Templo construido por Shlomó. Hay un auge de revelaciones proféticas. Los escogidos por el Eterno, de los cuales quedan referencias, son unas decenas, quienes dedican sus acciones a corregir la conducta de las personas, para encaminarlas hacia la bondad-justicia-lealtad.

Destrucción del Primer Templo de Jerusalén y exilio

Ya no se perciben más milagros revelados.

Los últimos profetas van muriendo y el canal de conexión entre las neshamot se oscurece, se interponen barreras, hay obstáculos para las visiones.

Exilio de Babilonia hasta la actualidad

El mundo opera de acuerdo a las leyes naturales, no hay evidencias palpables de intervención divina “sobrenatural”. Aquellos sucesos personales y colectivos que socialmente se llaman “milagros”, no parecen tener conexión con lo que el Tanaj y la Tradición refieren como tal.

Solamente quedan esporádicos girones nebulosos de visiones obtenidos durante sueños. Muy escasas personas pueden ser notables en sus ideas inspiradas, pero no se elevan demasiado en la escala profética.

Cuando tenemos presente este panorama, y no sembramos el caos con creencias bien intencionadas pero sin basamento, podemos comprender mucho mejor tanto lo acontecido en las historias “bíblicas” como lo que sucede en nuestro tiempo.

Dios y el sentimiento de culpa

El post anterior a este, dedicado al terrible sentimiento de culpa, brindó algunas pautas para romper con esa esclavitud.
Alguna persona religiosa que las leyera podría opinar algo parecido a: “Pero no menciona a Dios en ninguna parte. Ni habla del poder de los rezos. Ni pide pactar con Él para obtener liberación. Ni espera milagros. Ni usa frases hebras, o cintas de colores, o velas aromáticas, o consejos de rabinos, o…”; o cosas por el estilo.
Y sería correcta la observación del amigo religioso, absolutamente apegada a la realidad del escrito.
Pero, ahora te ayudaré a ver cada uno de los 15 consejos con gafas espirituales, y no religiosas o controladas por el EGO.
Porque recuerda, la religión es antagónica a la espiritualidad. La religión es una proyección del EGO que se corporeiza en institucionalidad social. En tanto que lo espiritual proviene directamente del Eterno, su fundamento es el AMOR, y emplea todos los recursos a su disposición para proyectar la luz del Infinito en las cuestiones cotidianas.

Ahora, acompáñame por favor, te repetiré lo que ya mencioné y en otro color lo que te explico ahora.
Todos o casi todos los comentarios explicativos están fundamentados en postulados arraigados en la Tradición, seguramente encontrarás citas y fuentes a lo largo y ancho de serjudio.com y de fulvida.com. En esta ocasión omitiré citar o apuntar autores. Si estás interesado, tómate el trabajo de hacerlo tú y con gusto los leeré en la sección de comentarios más abajo.
Así pues, ya lo sabes, no serán mis silvestres opiniones personales, sino paráfrasis de personas mucho más grandes que servidor.
Los consejos:

  1. Reconoce que cometer errores es normal.
    Desde el primer error del hombre el Eterno le abrió la puerta para que lo reconociera y así poder enmendarlo.
    Reconocer errores no es otra cosa que habilitarse a encontrarse con uno mismo y así abrazar de nuevo al Padre.
    Si pretendemos que nunca erramos, si con vanidad somos ciegos a nuestras imperfecciones, estamos negando no solamente nuestra humanidad, sino también Su acto de creatividad continua.
    Por lo cual, al admitir nuestra limitación, nuestra potencial caída en faltas, y que esto no nos convierte en pecadores, ni en engendros del demonio, ni en malas personas, estamos afirmando nuestro deseo por establecer un reino celestial en este mundo.
  2. Comete algún errorcito adrede de vez en cuando, nada que sea lesivo ni cause daños a nadie. Por ejemplo, olvídate de ver tu programa favorito en TV; que se te queme una milanesa; que te olvides el cumpleaños de tu suegra (¡esto nunca jamás te ocurra, ella no te lo perdonará!), algo, pequeñito, que no cause dolor a nadie, solamente un malestar molesto a ti. Y reconoce tu error, admítelo y PERDÓNATE. He visto que la gente tiene una enrome dificultad en perdonarSE. Aprende a no ser así.
    El Padre Celestial adrede nos hizo imperfectos, para encontrar el camino a la auto superación, pero además porque la perfección solo le es propia a Él.
    En los puntos de ruptura, allí donde estamos débiles, es cuando tenemos la oportunidad para alcanzar cimas que de otra forma nunca serían escaladas.
    No está en el error en sí la dificultad, sino en cómo lo asumimos, qué hacemos con él, qué tanto dejamos hundirnos por los pesos que son alojados en nuestras mochilas.
  3. Aprende acerca de la TESHUVÁ (proceso de auténtico arrepentimiento) y ponla en práctica lo más rápido que puedas.
    La TESHUVÁ es un secreto a voces desde el comienzo de los tiempos, es una clave indispensable.
    A Él le place la persona que encuentra la senda del arrepentimiento total y sincero.

    Porque de esa manera hacemos nuestra parte como socios en la construcción de un mundo mejor.
  4. Discierne entre lo que realmente es tu culpa y lo que no. Si no puedes hacerlo, porque te sientes culpable de todo, entonces pide ayuda profesional para poder ir investigando con asesoría acerca de lo que has hecho, las implicancias, etc.
    Dios no te juzga por lo que otros han hecho, sino por lo que tú has hecho.
    No permitas que las creencias, las interpretaciones erróneas, el EGO te lleven a una vida de falsedad.
    Ten presente que Dios ES Verdad, idolatría es mentira.
  5. Entrénate en ser un cuestionador, alguien que no teme preguntar para tratar de encontrar la verdad de las cosas. No te quedes con impresiones, no repitas lemas, no seas dogmático, no te pienses que sabes todo (o no sirves para nada), no te fanatices. Pregunta, aprende a hacerlo. Verás que las cosas no son tan simples como parecen, ni tan complejas como parecen. Descubrirás diferentes facetas y tonalidades y no solamente el monolito de blanco o negro que asumes como real.
    Abraham, el patriarca judío, cuestionó alguna vez a Dios sobre Su juicio, lo cual le valió al patriarca ser considerado una persona leal, justa y epitome de la misericordia.
    Preguntar, indagar, cuestionar es parte de nuestra lealtad a Él.
    Por supuesto que en algún momento llegamos al límite, somos tan ínfimos en relación a Él.
    Pero al mismo tiempo tenemos un potencial inmenso, impresionante, para conocer, perfeccionar, ser socios de Él en la construcción de este mundo.
  6. Estudia lo que enseñamos sobre el EGO y coteja cómo se manifiesta en tu vida. Tienes una gran tarea por hacer con esto.
    Antes de la enfermedad Dios ya crea el remedio, está en nosotros descubrirlo, aprender a usarlo, y dejar que fluya aquello que no tiene solución humana.
  7. Asume que puedes controlar lo que está bajo tu dominio, el resto no puedes ni debes controlarlo. Por tanto, lo que pasa no siempre es por ti o fue tu error o culpa. Si estabas en el trabajo cuando tu hijo tuvo un accidente en la escuela, ¡no es tu culpa! Tú debías trabajar, él debía estar en la escuela. Y si hubieras estado con él, no sabes que otra cosa hubiera sucedido. Controlas lo que está bajo tu dominio, el resto déjalo fluir.
    Solo Dios es todopoderoso, solamente Él. Todopoderoso significa eso precisamente: que no conoce la impotencia, ni tiene cabida en Él. Los trucos del EGO, las mentiras, la manipulación, el engaño, la violencia, el alarde vacío, todo lo del EGO no existe en Él.
    Es el poder total, pero incluso así, hay cosas que Él no hace. Algunas porque no tienen sentido, otras porque se auto limita, y otras porque las dejó a la espera de que seas tú quien las haga. Aquello que te corresponde hacer y tú las dejas para que sea Dios quien las haga, se quedan sin hacer…
  8. Reconoce qué es de cada quien y permite que así sea.
    También lo que corresponde a ti en relación a Él y a Él en relación a Sus criaturas.
    Recuerda, Él es el Señor de señores, Rey de reyes, no tu esclavo personal, no un patético mortal que debe acudir a satisfacerte o a brindarte salvaciones mágicas.
    Él no es un ente maligno, abusivo, sediento de venganza, furioso, tal y como lo pintan las religiones y los religiosos.
    Esa es la imagen de su propio dios, el EGO; pero en nada parecido al Eterno.
    El Uno y Único es Amor, pero también Justicia. Tenlo presente y no abuses, ni en menos, ni en más. No corras los límites.
  9. Goza del aquí y ahora en tanto no desperdicias tu futuro.
    Negar las bendiciones que Él te hace llegar, porque crees que te son inmerecidas, o te supones más “santo” por privarte de bienestares, no son maneras de agradar a Dios, sino de contrariarlo.
    Él te brinda los bienes del mundo para que tú los goces, dentro de los límites que Él se ha encargado de marcarte.
    Ya suficiente te limita como para que tú te atribuyas supuesta superioridad por restringirte aún más, e inútilmente.
    Por supuesto, a veces en la mayor limitación se encuentra el modo para alcanzar el buen camino medio; pero que la excepción no sea la norma.
  10. Deja de torturarte con palabras, acciones, recuerdos, relaciones que te mantengan en tu celdita mental.
    Él nos hizo NESHAMÁ –espíritu, Yo Esencial-, y nos alojó temporalmente en esta hogar –cuerpo, mundo-. Nuestra misión es lograr la unificación de nuestras múltiples dimensiones, para que todo el conjunto esté en armonía con lo dictado por el Eterno. Una vida de torturas, de reproches, de quejas, de malestar, de odio, de rencor, de envidia, de impotencia, no es la senda para la unificación, ni para el deleite que nos corresponde como hijos del Eterno, socios Suyos en la tarea de convertir el mundo en un paraíso.
    Al EGO no le sirve que conozcamos nuestro lazo Eterno con el Padre, ni que nos rijamos de acuerdo a las reglas del espíritu, sino que le conviene mantenernos prisioneros de creencias, mitos, dogmas, miedos, ansiedad, angustia, sentimientos de culpa, en fin, todo aquello que nos suma en impotencia.
    Ser espiritual es ser libre.
  11. Ayuda generosamente y sin esperar nada a cambio a alguna persona que esté en situación de necesidad (material, emocional, espiritual, social, etc.). Si no puedes con una persona, hazlo con animales, en una protectora de mascotas por ejemplo. Pero no te quedes en la inmovilidad ni en el egoísmo, sino que sé altruista.
    Es Él el creador.
    ¿Acaso no ama Él Su obra?
    ¿No ha señalado especialmente su amor por el ser humano?
    ¿No ha declarado Él que los Hombres somos Sus hijos?
    Por tanto, cuando colaboras con alguna persona, de manera desinteresada, para su beneficio, estás dando una mano a un hijo del Padre. ¿No estará Él satisfecho con tu obra de bien?
    Y, si por alguna causa no puedes ejercer tu bondad con hombres, o puedes pero quieres ampliar tu marco de acción, no dejes de lado el asistir a los animales, porque también son obras de Sus “manos”.
  12. Usa la Comunicación Auténtica siempre.
    Sí, también a la hora de rezar, o especialmente en ese momento sagrado en el cual desde lo más profundo de ti te encuentras con el Padre celestial.
    El rezar no es ejercer un ritual externo, ni adoptar una pose religiosa. El rezar es que te permitas conectarte con tus multidimensiones, que todo se armonice y contribuya a perfeccionar tu existencia y la del prójimo.
    Así pues, rezar no es repetir palabras, ni pronunciar lemas, ni negociar con Dios, ni informarle a Él de algo que no sabe, o de ordenar al Señor que te sirva a tus necedades. Rezar es aprender a verte en perspectiva, conocerte, amarte, respetarte para así poder hacer lo mismo con el prójimo, de modo de unificarte en verdad con Dios.
    Entonces, serás simple y verídico; respetarás tu lugar y el del Padre; expresarás con ánimo constructivo aquello que quieras comunicar; y no darás nada por presupuesto, sino que rogarás, agradecerás, alabarás y no hablaras DE Dios, sino CON Dios.
  13. Haz ejercicios físicos acorde a tu condición sanitaria.
    Todo lo que el Eterno nos ha dado es para servirLe, también con el cuerpo, por supuesto. Éste no es una celda apestosa, ni un ataúd con vida, ni un lastre mortal, sino el vehículo por medio del cual el espíritu cosecha experiencias y alumbra con la Presencia del Eterno a través de las acciones.
    Cuanto mejor tengamos acondicionado el vehículo, más provechosa será la travesía y mejores resultados serán posibles.
  14. Dedica tiempos para actividades de ocio que sean en compañía, con presencia real pero también vale virtual.
    El ocio es necesario para hacer higiene mental y emocional, además de permitir entablar o fortalecer vínculos emocionales y sociales. Es parte de la nutrición que corresponde a estas otras dimensiones de nuestra personalidad, en tanto que seres que habitan este mundo. Por lo cual, no es una pérdida de tiempo, ni vanidad, ni mundano, más bien todo lo contrario. Es la forma de fortalecernos y de dar al Yo Esencial ocasión de permitirnos descubrir quien realmente somos, quienes estamos siendo y hacia donde queremos dirigirnos.
    El ser humano debe mantener equilibrado y nutrido cada uno de sus planos de existencia, porque el descalabro en uno significa el fracaso en todo el sistema.
    El Eterno no quiere que seamos estropajos, sino personas plenas, integrales, con salud. Mantener la salud, fortalecernos, en cada dimensión, es un mandamiento.
  15. Vive cada instante de tal forma para que no tengas nada por reprocharte. ¿Cómo? Construyendo shalom, actuando con bondad Y justicia Y lealtad. Pero, si no pudiste hacerlo, entonces relee desde el primer ítem de esta lista.
    Si tenemos al Eterno presente en cada momento, no en palabras, no como predicadores de cuestiones huecas, no en simpáticos rituales, tampoco como superstición para obtener beneficios, sin dudas que haremos que cada momento sea especial, único, irrepetible, de plenitud multidimensional integral, por tanto santo.

Una gran lección:

"Al Eterno he puesto siempre delante de mí" – "shiviti Hashem lenegdi tamid"
(Tehilim / Salmos 16:8)

Que tus actos NO sean religiosos, sino de armonía entre tus dimensiones.
Básate en el AMOR, en Dios, y no en dictados del EGO.
Construye Shalom, hasta en las cosas que te resultan más aburridas o cotidianas.
Recuerda, a cada instante tener presente al Eterno, porque siempre estás conectado a Él y debes materializar esa unión en este mundo.
Así, vivirás aquí y en la eternidad.