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¿Tendrá efectos?

Un amable amigo de FB (creo que colombiano) puso recién el siguiente mensaje: “shavua tov, buena semana a todos, sea de mucha bendicion esta semana que comienza de, mucha parnasa, refuah shelema, hatzlaja kalcala, jojma, bina”.
Con total ignorancia de mi parte y buena intención comenté: “Pregunta, para aprender no más, ¿si se dice eso mismo en español, no tiene efectos?

Y a ti, ¿qué te parece?
¡Buena semana!

Deseo recibir

Si te enfocas en lo negativo, difícilmente encontrarás momentos de alegría.
Restringes tu libertad por dejar de atender lo bueno.
En penurias dejarás de disfrutar aquí y ahora, que es el único tiempo y lugar que tienes realmente.
Porque, el ayer no existe; el mañana tampoco; solo tienes el ahora, nada más que este fugaz instante. ¿Viste que ya pasó? ¿Le sacaste todo lo que tenías para beneficiarte de él?
Por supuesto que el deleite presente no debe ser motivo `para dramas futuros, ni derrochar de forma irresponsable en el goce actual.

La vista perdida en el pasado o en el futuro nos limitan, restringen nuestra vitalidad, y de cierta forma no aprovechan en lo más mínimo.
Claro que hay enseñanzas en las historias, agradecimientos por preservar, ocasiones para rememorar, lealtades por cuidar; pero en salud se ejercen desde un presente consciente, activo, pleno, y no al estilo de anclas que retienen, que detienen, que matan.
También están los proyectos, las expectativas, los sanos anhelos, las tareas que siembran hacia el futuro, que dotan de pasos precavidos; pero que no inmovilizan a causa de terrores inexistentes, de imaginaciones de pesadilla sin fundamentos.
El escapar del presente nos limita, nos debilita, nos deja en impotencia. Esto nos desconecta de nosotros mismos, del otro, de Dios. Nos mantiene encerrados en nuestra celdita mental, poblada de fantasmas, de miedos, de violencia.

Es una estrategia del EGO para imposibilitarnos el encuentro con nuestro Yo Esencial, de forma de seguir creyendo falsedades, o que las máscaras son realmente la personalidad.
Así padecemos de la angustia del constante deseo de recibir, marca de actuación del EGO.
Deseo de recibir, que no solamente implica cosas materiales, sino también aquellas intangentes tales como reconocimiento, renombre y especialmente la atención de otros.
Como desde el origen, el EGO llora, patalea, grita para obtener atención de otros, de modo de ser atendido, para solventar de cierta forma la situación –sentida o real- de impotencia.
El deseo de recibir nos quita de la realidad, pero el deseo de dar es el que nos vuelve a ubicar. Y nos dota de poder, de disfrute, de acciones constructivas, de unidad, de bendición. Así pues, en el altruismo está la respuesta para doblegar al EGO y así crecer en el poder que ya poseemos.
Ten en cuenta que el dar también tiene un límite, pasado el cual se cae en error, que puede llegar a ser tan o más profundo que actuar sometido por el deseo de recibir.

El deseo de recibir, reclama, exige, demanda, fagocita, succiona, y actúa falsificando la realidad, llorando, gritando o con violencia física.
Atiéndeme, dame, mírame, sálvame, rescátame, dame, dame, dame…
Así se hacen los dioses, en la mente de sus adoradores. Así se inventan las religiones, con sus promesas de falso poder. Así se aprovechan los estafadores, haciéndote creer que te atienen y te benefician cuando es todo lo contrario. Así te someten los abusadores, porque te dan su atención… el dese de recibir, ese corazón del EGO que te empobrece cuando te ilusiona con poder ilimitado, fama, salud, vida, esplendor.

Cuando deseas recibir, te enfocas en lo negativo, en lo que te falta, en lo que te hace doler, en lo que no tienes. Entonces ya no tienes alegría, ni satisfacción, ni tranquilidad, ni armonía.
Estás en desconexión, carente de placer, porque pierdes el aquí y ahora en fantasías, en anhelos, en lo que no existe.

Por supuesto, es bueno recibir, es bueno desear, es bueno querer progresar… ¿cómo? ¿cuándo? Cuando sea, dentro de lo permitido, controlando aquello que podemos controlar y sin desesperarnos por lo que está fuera de nuestro control.

Celebración formal

Llegan las fiestas nacionales, como por ejemplo hoy que se conmemoró el nacimiento del prócer patrio (uruguayo), Don José Artigas, y en los colegios se hacen celebraciones.
Entran las banderas, acompañadas por los compases de rigor.
Se entona el himno patrio.
Ambas situaciones, por supuesto, que de pie.
Se oyen aburridos, pomposos, interminables discursos de las “autoridades” escolares de turno.
Los niños hacen su parte del “show”.
Cantan, viejas canciones recordando al héroe de la nación. Músicas desacompasadas con nuestro tiempo y las vivencias cotidianas de los pequeños.
Entonan sincopados poemas, rimbombantes, también aburridos, en un léxico incomprensible, saturado de simbolismo para el cual la tele no los prepara y los chateos del Facebook/Twitter aún menos.
Y bailan, ritmos anacrónicos, de los 1700s, 1800s, principios de nuestra bella y pequeña nación a un costadito del Atlántico. Muy triste, muy campestre con sabor a rancio y falso, muy antiguo, muy extraño para sus vidas, ajeno a lo que hacen, saben, sienten. Pero que tuvieron que ensayar durante meses, una y otra vez, para esos tres minutos de “esplendor” ante la familia, los congragados. En unción con el pasado que desde el “olimpo de la historia” los observa.
Se les hace girar en remolinos exóticos, rememorando antepasados que probablemente no son propios, en pericones, valsecitos, vidalitas, minués, gatos con relaciones, todo muy extraño, pero que aprenden a instancias de sus maestros de canto, de baile, de idioma español, de historia. Y deben manifestarlo ante el ávido público, padres, abuelos, hermanos, el tío, aquel y aquella, que están presentes, que filman, que toman fotos, que comentan, que aplauden y se aburren igual que yo pero no lo confiesan. ¿Para cuántos de ellos todo esto tiene un sentido real, práctico, de identidad, de compromiso? Por ejemplo, el bello himno nacional repite en su estribillo “libertad o con gloria morir”… ¿en serio los que lo cantan se comprometen con esas estrofas? ¿Si llegara el caso cumplirían con ello?
O, por ejemplo, en esta fecha patria se les hace prometer a los pequeños de 6 años y jurar a los de 12 la “fidelidad a la bandera”, y entre el compromiso se cuelan las palabras: “¿Juráis … defender con sacrificio de vuestra vida, si fuere preciso, la Constitución y las Leyes de la República, el honor y la integridad de la Nación y sus instituciones democráticas, todo lo cual simboliza esta Bandera?”.
¿Esos niños entienden lo que se les está requiriendo? ¿Lo aprueban de corazón? ¿Pueden negarse? ¿Pueden? (Sin el comprobante del acto, no pueden realizarse luego ciertos trámites legales. Así, que poder pueden… pero…)
¿Es de corazón? ¿Es con compromiso? ¿Es real o un espectáculo?
¿O es un mero formulismo, algo más como esos anodinos bailes, insípidas cancioncitas, estrafalarios poemas, rebuscados discursos, escenificaciones extravagantes? ¿Solo el ritual, cumplido con el rictus que se repite generación tras generación y cada vez pierde más noción y realidad?
No faltan los aplausos acaramelados, los gritos de “viva la patria”, las exteriorizaciones de un orgullo nacional o por el nene que tan lindo recitó-bailó-cantó-estuvo parado como momia-juró la bandera o lo que sea que la criatura haya hecho.
La gente luego se pone de pie. Salen las banderas nuevamente con el público respetuosamente de pie. Luego, cada cual sale disparado para sus vidas. Es que es un día feriado pero laborable, hay muchos que tienen que regresar a la vida cotidiana, sin emblemas, sin rituales, sin conexión con ese ajeno pasado, sin palabras incomprensibles, sin tanto formalismo vacío, con otras vaciedades…
Pero están también los que van a celebrar con los recientes comprometidos a morir por la patria y lo que algún político loco o avivado se le ocurra.
Y los que celebran, también hoy, el día del abuelo. Entonces, se reúnen en familia y por ahí vuelven a entonar el himno a Artigas, o “A Don José” de los olimareños, o qué puedo yo saber…

A todo esto, ¡qué tan parecido a muchísimas celebraciones de bar y bat mitzvá de niños y niñas judías!
Tan parecido a judíos y noájidas que llegados el caso, actúan su parte, dicen los lemas, reproducen movimientos, se mimetizan con rituales, para luego despojarse de todo ello y hacer otra cosa…

El consejo diario 401

Muchas personas se dejan llevar por el nombre de quien expresa algo
para tomarlo como suficiente “evidencia” de su verdad o adecuación.
Algo así como: “Si lo dijo Einstein, debe ser verdad.”; aunque sea una frase por completo alejada del ámbito de competencia y conocimiento del reconocido erudito.
A veces ni siquiera importa si es tan genial el que habla, basta con tenerlo en buena consideración personal.

Algunos proceden de similar manera cuando encuentran algún título académico o de prestigio social,
y con ello ya dan por suficiente que lo mencionado debe ser cierto y digno de ser repetido hasta el cansancio por redes sociales, o tomarlos como lema para la vida.
Aunque los títulos no dan seguridad de nada y el prestigio social aún menos.

Mi consejo, si quieres compartirlo, es que no tomes nada como verdadero por quien lo dice, o por cuantos lo repiten, ni por la dignidad con la que se expresa,
sino por lo que demuestra.
Tal vez coincida que determinada persona reconocida logra demostrar la veracidad de sus afirmaciones, o que lo que la gente recita sea cierto.

La edad del universo y la del hombre

Sabios de diversas épocas han mostrado que el universo tiene bastante más que 5773 años de existencia (al día de la fecha).
Sin embargo, hay personas que se siguen aferrando a un literalismo (poco literal) del texto de la Torá y hacen de la juventud del mundo un “principio de fe” al que se niegan a renunciar.
Diversas y elucubradas soluciones presentan para desestimar las evidencias que aportan las ciencias, así como la racionalidad; como si la antigüedad del mundo pudiera afectar en algo la grandeza del Eterno o lo majestuoso de su acto de continua creación.
Veamos algunas de las referencias de los sabios.

Ibn Ezra, en su comentario a Vaikrá/Levítico 25:2, al discutir sobre la Shemitá como ciclo sabático, cuando la Torá dice “reposo (Shabat) para el Eterno", el sabio explica: “Es un secreto acerca de la edad del universo que está aludido aquí”.
Aunque en el mismo sitio, el Ramban, comenta que el secreto está relacionado a cómo guardar el precepto de Shemitá refuerza la confianza de la persona en el Eterno y en Su poder. Tal sería ese secreto y no algo relacionado con la cuenta del tiempo de la creación. Sin embargo, el mismo Ramban en su comentario a Shemot/Éxodo 21:2, (donde también se trata el mandamiento de Shemitá y el significado de los siete ciclos), dice: “Y el siete fue elegido para días, para años y para Shemitá pero todo ello trata de otro asunto, el cual es el secreto de la edad del universo”, del tiempo transcurrido entre lo que se relata desde “Bereshit” hasta el pasaje del “Vaijulu”.
Entonces pues, hay algún asunto que permanece velado y que refiere a la edad del universo.
Probablemente sepamos darnos cuenta de que el mundo es muchísimo más antiguo que 5773 si reconocemos cuánto tiempo pasó durante el trabajo de la creación.

¿Cuánto tiempo representan esos seis “días”? 
Atendamos a este pasaje del Talmud(TB Sanhedrín 38b), en donde el  Rabbí Iojanán bar Jananiá dice que el sexto día de la Creción estuvo dividido en doce etapas, entre las cuales: "… séptima: se emparejó con Javá; octava: dos fueron a la cama y cuatro salieron; novena: le fue ordenado no ingerir del árbol; décima: pecó; undécima: fue juzgado: duodécima: fue echado". Ciertamente, no eran días “normales”, pues se nacía, apareaba, procreaba, se desplegaba vidas enteras en un solo “día”.
Ciertamente, no eran de 24 horas en el relato de la creación.
Así, aquella semana es un período mucho más extenso, que incluso puede tener la duración que hace encajar perfectamente los números que da la Torá y que brindas los estudios científicos modernos, como ya veremos.
Sin dudas que no fueron 24 horas por jornada, como bien informa el mismo Ramban, en su comentario a Bereshit/Génesis 2:3, donde asimila cada día de la creación a ese tiempo milenario que menciona el salmista en la contabilidad divina: "Pues mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó" (Tehilim / Salmos 90:4). Sabemos que mil años, al igual que cuando se menciona, por ejemplo, “siete veces setenta”, o incluso solamente “siete”, no siempre es literal, sino una forma de expresar una gran cantidad.

Atendamos al sabio rabino Aryeh Kaplan (comentario al “Sefer Yetzirah”, publicado por Weiser, 1997, page 186): “De acuerdo al maestro cabalista, Rabí Isaac de Acco, cuando son contados los años de ese ciclo, uno no debe usar el año físico ordinario, sin el año divino (Otzar Jaim 86b). El Midrash (Bereshit Rabbah 8:2, Zohar 2: 145b, Sanhedrin 97a) dice que cada día divino es de mil años, basado en el verso “pues mil años son delante de tus ojos como el día de ayer”. Dado que cada año contiene 365,25 días, un año divino sería de 365,250 años de extensión. De acuerdo a esto, cada ciclo de siete mil años divinos debería consistir en 2,556,750,000 años terrestres. Esta cifra de 2,5 mil millones de años es bastante cercana a la que los científicos estiman es la extensión de la vida en la tierra. Si asumimos que el ciclo de siete años comienza con el relato de la creación de la Torá, entonces el comienzo fue hace unos 15,340,500,000 años atrás. Esta es una cifra muy cercana a la que los científicos estiman que dio comienzo a la expansión del universo, hace 15 mil millones de años atrás”.

El rabino erudito Samson Rafael Hirsch (Collected Writing, volume 7 (New York: Feldheim, 1992), page 57), nos enseña: “La Torá no describe cosas en términos de verdad objetiva, que es conocida solamente por Dios, sino en términos comprensibles por el hombre… La Torá emplea el lenguaje humano cuando habla de “que el sol se eleva o baja” y no de la rotación de la tierra, tal como Copérnico, Kepler, y otros científicos del estilo, en sus palabras y escritos hablan de la ascensión y descenso del sol sino por ello contradecir verdades que ellos derivan de sus propias conclusiones científicas. El lengua del hombre, que es el lenguaje de la Torá, describe los procesos y fenómenos de la naturaleza en términos de la impresión que causan en los sentidos humanos, sin por ello perjudicar en modo alguno los descubrimientos de investigaciones científicas.”
Dicho en breve, la Torá no pretenda ni intenta ofrecer conocimiento objetivos, exactos, de referencia científica, sino expresar ideas espirituales, indicar modos de vida correctos, para lo cual emplea el lenguaje cotidiano y con nociones acordes a los conocimientos y creencias de aquellos que fueron sus receptos originales.
De poco o nada le hubiera servido a los antepasados judíos bajo el monte Sinaí ser sumergidos en un océano de conceptos y datos científicos que para ellos eran irrelevantes e incomprensibles, más bien precisaban que el mensaje fuera claro y les hablará a su corazones directamente.
Así pues, es correcto decir que el sol gira alrededor de la tierra, por supuesto que no desde el punto de vista de la ciencia tal como la conocemos, sino desde el punto de vista del observador. Es correcto decir que el mundo tiene 5773 años, si allí se encuentra el primer ser realmente humano, es decir, un ser vivo dotado de la dimensión espiritual, aunque el hecho cierto es que el universo tenga decenas de miles de millones de años. Es el Midrash, Vaikrá Rabbah 29:1 quien nos testimonia que Rosh HaShaná es el cumpleaños del hombre y no del universo, cuando describe las “doce horas” en las cuales el primer humano fue creado, desde que fue una idea en la “mente del Eterno” hasta que fue expulsado del Edén. Todo ello en aquel primer Rosh HaShaná, con el universo ya en existencia hacía mucho.

¿Te das cuenta que esto también explica la presencia de especies similares al ser humano, pero diferentes en un aspecto fundamental: el espíritu?
Atiende a las palabras del enorme Maimónides: “Tú sabes que cualquiera que no tenga esta forma (espíritu) que describimos no es un hombre, sino un animal con la forma y apariencia de un hombre, pero dotado de la facultad, que no tienen los demás animales, de causar toda clase de daños y males; porque el intelecto y la razón que le estaban destinados para alcanzar una perfección que le ha sido inasequible, los emplea para omnímodas maquinaciones malignas, resultando, en consecuencia, algo semejante al hombre o su parodia.” (Moré Nebujim 1:7).
Así pues, podemos reconocer que ambas cuentas son correctas.
La tradicional que reconoce solamente 5773 desde la aparición del hombre como tal, y no desde el punto cero de la creación; y los miles de millones de años que refieren a la edad real de nuestro universo.
No se contradicen, no se contraponen, no se choca la Torá con la ciencia, sino que se complementan.

Pero, no nos quedemos solo con esto. El Talmud (Shabbat 88b) nos informa que “la Torá estuvo resguardada por 974 generaciones antes de que el mundo fuera creado”. Es decir, existió un tiempo muy extenso antes de este mundo que nosotros habitamos. Es un hecho físico que el tiempo solamente existe cuando existe espacio, ambos son inseparables. Por tanto, antes de que este universo existiera, ya existió al menos otro anterior. Lo que indudablemente dará a la creación del Eterno un lapso inmensamente mayor a casi 6000 años. Una idea similar queda expresada en otra porción del Talmud, Jaguigá 13ab, pero allí se da a entender que existieron seres vivos, incluso quizás poseedores de neshamá, tales como solamente los humanos tienen en el mundo.

Presta atención al Midrash nuevamente (Bereshit Rabbah 3:7): “Órdenes de tiempo existieron antes de la creación. Rabbí Abahu decía: “Dios creó mundos y los destruyó, hasta que Él creó este mundo y dijo que era “muy bueno””. Al respecto el Oraj Jaim (Rab Israel Lipschutz) dijo al respecto de hallazgos paleontológicos (restos de bestias prehistóricas gigantes): “…de todas estas evidencias es claro (y cita cabalistas, el Talmud, rabeinu Bejaie, Ramban, Ibn Ezra) que el mundo fue destruido y renovado una y otra vez, al menos cuatro veces…”.

Sí, sin dudas podemos coincidir con aquellos exégetas mencionados al comienzo del texto, hay cuestiones secretas, que no han llegado con claridad a nuestro conocimiento, pero que gracias a rastros en la Tradición, así como gracias a los descubrimientos de la ciencia, ahora es posible ir develando. No son secretos que en la práctica cambien un ápice nuestra vida.

Purim: La historia detrás de la historia

¿Quién eres y quién puedes llegar a ser?
¿Cómo con tu Yo Esencial, tu verdadera y trascendente personalidad y cómo con eso que estás siendo, las múltiples máscaras que conforman tu Yo Vivido?

Durante nuestra existencia terrena, las apariencias se mezclan con lo original, el rostro se confunde con las caretas, la mezcla se hace como imposible de filtrar.
Muchas veces lo que parece ser de una manera, realmente es otra.
Es un mundo de impresiones, de sensaciones, de subjetividad, de puntos de vista, de opiniones muy poco establecidas en conocimiento certero, en la claridad de la definición.

Es como lo que sucede en el relato del libro de Esther, aquel que narra las vicisitudes de los judíos en el imperio Persa, con la posterior redención.
La historia que recordamos para cada festividad de Purim.
Donde los personajes esconden sus identidades, donde los perversos dominan y pretenden exterminar a los justos, donde los débiles se enseñorean de los valientes, donde las víctimas son castigadas como culpables, donde las cosas parecen ser una cosa y luego son otra. Un mundo que parece estar sometido a las vueltas del destino, a las arbitrariedades de la suerte, al remolino de las casualidades. Donde se habla para no decir nada. Se venera lo podrido y se espanta a lo saludable. Se enrola en sectas y religiones pero se detesta la sencilla y plena vida espiritual.
Prejuicios por todos lados. Malos consejos. Creencias que atemorizan y esclavizan. Necedad. Egoísmo. Escasa autoestima. Fiestas que tapan amarguras. Excesos que encubren impotencia.
Sí, un relato del antecedente de Purim, tal pareciera ser nuestra vida terrenal.
Donde lo genuino está rodeado de murallas y cortinados, por lo cual su claridad está opacada por las ilusiones.

Pero, la voluntad debiera ser que cada día podamos ser personas transparentes, sinceras y honestas.
Sensibles, conscientes, amables, dispuestos a construir shalom.
Unificados, en unión.

Recuerda los cuatro preceptos que los rabinos dictaron para los judíos en Purim:

  1. Leer el relato del libro de Esther que se encuentra en el Tanaj.
  2. Realizar un banquete festivo.
  3. Dar regalo a los pobres.
  4. Compartir comidas con amigos.

Tales los preceptos rabínicos para ese día. Tienen su vinculación directa con costumbres o sucesos de la historia de Esther. Pero también son claves para comprender como ser libres y felices.
Por otra parte, la vivencia judaica ha hecho nacer varias tradiciones para la festividad, una de las cuales es el disfrazarse.
Si bien, lo más probable, es que la costumbre del disfraz en Purim tiene su origen en el carnaval europeo, igualmente es notable cómo se relaciona con el mensaje explícito e implícito de la festividad.
No en vano ha pasado a ser como el símbolo de Purim, casi su leit motiv.

Por supuesto que la mascarada está acorde a la celebración de la festividad de Purim, de un día de duración.
El problema es cuando la vida es un Purim cotidiano, el de cada jornada.
Allí pierde su encanto, su sentido, su llamado al despertar, y se momifica en la falsa risa que no trasluce ninguna alegría.
Se embriaga la conciencia para no pensar. Se responde para no preguntar. Se repite para no aprender. Se lucha para no crecer. Se humilla para no agradecer. Sí, cualquiera es ascendido a primer ministro del rey, en tanto los notables son encarcelados y sometidos a torturas.
Se vive como los días previos a la salvación celebrada en Purim, con Amán en el poder, con un rey apocado, con una población sometida, con una reina de la cual se ignoraba su identidad, con un héroe que apenas si hace oír su voz y que provocó la ira asesina del que detentaba el poder.
Cada una de estas cosas son símbolos, que no te explicaré hoy, sino que te pediré que seas tú quien me comparta tus ideas al respecto.

Los que vuelven

Ésta en una de esas cosas interesantes que se encuentran en las redes sociales: “Un sabio, se paró ante un público y contó un chiste y todos se rieron. Al cabo de un rato, contó el mismo chiste y apenas sonrieron; contó el chiste una y otra vez hasta que nadie se reía. Y comentó: ‘si no puedes reírte varias veces de una sola cosa, ¿por qué lloras por lo mismo una y otra vez?’”.

Me gustó y lo quise compartir contigo.
No sé quien es el autor, aunque estaría bueno saberlo y difundirlo junto al texto.
A nosotros nos parece correcta una conducta de nobleza y dignidad, que sería no plagiar sino agradecer a quien contribuye con su trabajo y conocimiento. Mencionar a los autores y dueños de las ideas, porque eso es lo que corresponde, es lo legal,es lo amistoso y, por si fuera poco, es la senda realmente espiritual.
En esta ocasión, es una pena no poder reconocer públicamente al autor anónimo de esta interesante reflexión. Lo busque en internet, pero no lo encontré. Entonces, a quien corresponda: gracias.

¿Te parece que el chiste es una descripción acertada de la realidad o una idea graciosa pero sin fundamentos?
¿Es cierto que las cosas divertidas, agradables, placenteras, pierden su encanto con la repetición?
¿Es cierto que quedamos enganchados con lo que nos hace sufrir? Entonces, ¿vivimos cosas parecidas una y otra vez; o recordamos aquellas cosas negativas y no nos podemos librar de ese fardo; o nos quejamos y sufrimos una y otra vez por eso, hasta el punto de hacerlo como el centro de nuestras vidas?
¿Es así? ¿Como si nos regodeáramos en el padecimiento, en su acción, sentimiento o mención, pero nos hastiáramos de lo que es agradable?
¿Tú qué opinas?

¿Tenemos esa rara tendencia a aburrirnos de lo bueno y lo placentero, pero nos apegamos, aferramos, a esclavizamos a lo que nos empobrece y atormenta?
Como hace milenios nos dijera el sabio proverbista bíblico:

«Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su insensatez.»
(Mishlei / Proverbios 26:11)

¿Es así?

EGO bueno, EGO malo

El rey Balak de Moab teme ser derrotado por Israel, que viene avanzando hacia la Tierra de Promisión. El rey ha visto como cayeron uno tras otro los enemigos que se atrevieron a enfrentarlo. Sus consejeros le explican que no es casualidad o poderío militar solamente, sino que los judíos se preparan de diversos modos para obtener éxito, en particular al tratar de vivir con sensibilidad espiritual, en adhesión a Hashem. La fórmula es simple: la fortaleza espiritual, afirma el desarrollo armonioso del resto de las capacidades individuales y grupales. Por lo cual, Balak deberá corromper la espiritualidad judía, así tendrá chance para vencerlos con las armas. Con este consejo, el rey manda emisarios con muchas riquezas para contratar al célebre brujo Bileam para que éste maldiga al pueblo y por tanto decaiga en su compromiso espiritual y así se debilite y se derrumbe.
Bileam desea el poder, la fama, el dinero y especialmente la destrucción de la espiritualidad judía, ha sido un enconado enemigo por décadas y ésta es una oportunidad para ver sus sueños realizados. Pero, “algo” en su interior lo refrena, por lo que pide que Hashem le autorice a cumplir con tan nefasto plan. El Eterno lo rechaza, pero el hechicero sigue insistiendo, así como los emisarios del rey siguen llegando cada vez con mayores tesoros y promesas.
Tras insistir y negociar, irá al encuentro de Israel, pero con la condición de que solamente dirá aquello que Dios le trasmita.
Va montado sobre su fiel asna, cuando de pronto ésta se desvía hacia el campo. Bileam le pega con su palo para que regrese al camino.
Al rato, en una zona de viñedos, la asna gira y aprieta la pierna del hombre contra una valla de piedra al costado de la carretera. Él le pega, por enojo y para que el animal marche sin desviarse.
Al ratito, en una zona muy estrecha y flanqueada por muros, la asna se deja caer al suelo. Como ciega respuesta, el brujo enfurecido la castiga.
En las tres ocasiones la asna había visto delante de ellos a un enviado de Hashem que tenía una espada desenfundada y dirigida mortalmente hacia Bileam. En las tres oportunidades el simple animal salvó la vida de su amo. Y en los tres momentos la borrica fue maltratada, cada vez con mayor violencia y depravación por parte de aquel que ella estaba salvando. En ninguna de las veces el profeta pagano advirtió lo que estaba sucediendo realmente, fue obtuso para percibir el peligro, inútil para salvarse, necio para agradecer la bondad y auxilio de su animal.
Ocurrió un milagro, o tal vez fue parte de una visión profética, y la asna habló: "-¿Qué te he hecho para que me hayas azotado estas tres veces?
Bileam respondió a la asna: -¡Porque te burlas de mí! ¡Ojalá tuviera una espada en mi mano! ¡Ahora mismo te mataría!
La asna dijo a Bileam: -¿Acaso no soy yo tu asna? Sobre mí has montado desde que me tienes hasta el día de hoy. ¿Acaso acostumbro hacer esto contigo?
Y él respondió: -No.
Entonces el Eterno abrió los ojos a Bileam, y él vio al enviado del Eterno de pie en el camino, con su espada desenvainada en su mano. Bileam se inclinó y se postró sobre su rostro, y el enviado del Eterno le dijo: -¿Por qué has azotado a tu asna estas tres veces? He aquí, yo he salido como adversario, porque tu camino es perverso delante de mí. La asna me ha visto y se ha apartado de mi presencia estas tres veces. Si no se hubiera apartado de mí, yo te habría matado a ti, y a ella habría dejado viva."
(Bemidbar / Números 22:28-33).

1. ¿Sabes cómo continúa esta historia y la del pedido de maldecir a Israel?

2. ¿Finalmente, Bileam y Balak vencieron a Israel?

3. ¿Fueron maldiciones las que debilitaron a los judíos o alguna otra cosa?

4. ¿Qué representan los tres desvíos de la asna así como las respuestas del brujo?

5. ¿Te animas a escribir tres preguntas que te surgen al leer este breve comentario de la parashá?

6. ¿Te das cuenta cómo representa el título al texto?

La serpiente venenosa

Uno de los temas de la parashá Jukat, en el capítulo 21 de Bemidbar/Números, presenta a gente del pueblo que nuevamente se quejaba amargamente, despreciaban todo lo bueno que recibían constantemente de parte de Hashem. Alzaban su voz para agredir a Dios y Moshé, estaban de continuo disgustados y molestos, ni milagros y salvaciones a ojos vista los satisfacían. En su necedad hasta decían extrañar la terrible esclavitud de Egipto.
En eso, desde las arenas salen serpientes venenosas que muerden y matan entre la turba resentida. Ellos no estaban acostumbrados a esto, que en realidad es tan común, puesto que hasta ese momento Hashem los protegía de las alimañas habituales del desierto.
De algún modo reconocen que estaban en un grave error, e imploran perdón y piden a Moshé para que rece y Hashem los resguarde del peligro.
Hashem le responde que haga una serpiente y la coloque encima de un poste, la gente que mirara hacia allí no moriría a causa de la mordida de las serpientes venenosas. Moshé fabrica una serpiente de bronce, la pone arriba de un mástil y efectivamente aquel que fuera mordido y mirara hacia arriba no moría.
Antes de continuar, te pido que formules al menos tres preguntas de cuestiones que te llamen la atención de este relato. Déjalas por escrito. Gracias.

Déjame contarte un cuento (versión de una fábula de Esopo) que nos ayudará a pensar: El rey junto a su esposa construyeron un palacio, el joven príncipe diseñó y pobló su jardín en tanto la princesa organizó al personal del servicio.
El primo del rey vino de visita y fue agasajado de maneras exquisitas, pudiendo disfrutar del palacio, sus instalaciones y amenidades. Como pago solo le preguntaron por su parecer del nuevo hogar regio. Celoso del poder y creatividad de la familia real solamente mencionó lo que él juzgó como errores y mamarrachos. Que las puertas eran muy pesadas y las ventanas demasiado angostas, había muchas habitaciones y muebles excesivamente onerosos, que tales árboles daban mucha sombra y las flores atraían abejas, que el personal era escaso y haraganeaba, que esto y aquello. No supo o no quiso apreciar positivamente ninguna de las obras del rey y su familia.
El monarca agradeció los antipáticos comentarios y luego envío a su primo a una remota región del reino con la misión de que construyera allí un palacio de verano para el rey y su familia. Debía contar con todos los lujos y detalles, un espléndido jardín siempre colorido y aromático y por supuesto, un entrenado y eficiente séquito de criados.
De más está mencionar que jamás cumplió siquiera con una décima parte de su tarea.

Resalta la ingratitud del primo, similar a los quejosos de Israel en el desierto. Podríamos decir que la falta de agradecimiento está compuesta por orgullo, envidia y sentimiento de impotencia. Nada bueno surge de ella, por el contrario, es fuente de palabras/acciones dolorosas y destructivas. Es como una víbora venenosa que se camufla y anda con movimientos imperceptibles, hasta que de repente ataca desde su lugar secreto. Usa su anonimato, su bajo perfil, para hacer mucho daño.
Es por ello que la serpiente puesta a la vista de todos, allí en lo alto, era un llamado al reconocimiento de esta indigna causa de sufrimiento, para que todo aquel que estuviera corrompido se arrepintiera y actuará de una forma diferente, constructiva, promotora de shalom. Que las palabras sean de bondad y no para el mal.
El primer paso para mejorar es darse cuenta de aquello que está mal, y para ello sirvió el extraño pedido de Hashem.