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¿Pecado? Y la mentira evangélica

Soy de la ciudad de Puno, Perú Edad 23 años estudiante de ingeniería civil conocí del noajismo hace 6 meses.

Mis buenos Saludos a Ful Vida
1- Yo asistía a una iglesia evangélica en busca de la verdad,
2- ahí me enseñaron que para Dios
3- pecado es pecado
4- y que solo aceptando a cristo tienes gracia en Dios;
5- también me enseñaron que los judíos eran radicales
6- y el que cometía un pecado tenia un castigo brutal.
7- Mi pregunta es ¿ En las leyes noajidas se aplica el concepto de pecado es pecado?
8- osea para Dios ¿Golpear es lo mismo que matar?
9-  ¿Robar un pan es lo mismo que robar un banco?.
William David (desde FULVIDA.com)

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El secreto de la prosperidad divina

Estimado profesor Ribco:

Este es un comentario, seguido por la solicitud de su opinión, por lo que no estoy seguro de si éste es el canal apropiado para presentarlo, en todo caso aquí va:

Recientemente, una conclusión asombrosa y al mismo tiempo simple, me sorprendió al reflexionar sobre los sacrificios y las fechas del calendario judío.

Cada sacrificio requería un animal sin defectos. Durante algunas fechas, en cada día podían darse unos 30 sacrificios de novillos, macho cabríos y corderos, todos cuidadosamente seleccionados. Esto hace unos 210 animales propicios en una semana.

Me pregunté cómo hacían para obtener tanto ganado en condiciones físicas apropiadas, y la respuesta lógica es: tenían que tener un sistema agroalimentario regido por altísimos estándares de calidad, tanto para los animales como para los vegetales utilizados para la alimentación de éstos.

Entonces, por lógica, tenían una ganadería y unos cultivos de calidad que constituían la prosperidad del pueblo.

Conclusión sorprendente!: Con el objetivo de mantener el estándar requerido para las ofrendas a D-s, el pueblo se comprometía con un sistema de trabajo que necesariamente generaba riqueza y prosperidad. Así, sin magia ni milagros, el servicio honesto y comprometido a D-s, obliga a un trabajo cuidadoso que eleva la calidad de vida de las personas. Lo interesante es que se invierte el paradigma al cual uno está acostumbrado: las religiones con su pensamiento mágico: llevan a esperar el milagro que genere el bienestar con la prosperidad incluída… mientras que el pueblo Judío, usaba la vía contraria, creaba prosperidad y un éxito diferenciado de los otros pueblos, casi «accidentalmente» al tratar de mantener los estándares en el camino hacia el servicio a D-s.

¿Es correcta esta apreciación?

Muchas gracias por su opinión.

Un saludo cordial.

Gerardo Lacouture.

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¿Yo tengo fe?

Nacemos tremendamente necesitados y en casi total impotencia. Por si fuera poco, todo el ambiente y modo de funcionamiento ha variado de un momento al siguiente.
El terror es sentido intensamente y no tenemos como mitigarlo, pues no contamos con elementos de comparación previa, ni un raciocinio que nos ubique en lo pasajero de nuestro malestar, ni palabras que identifiquen lo que nos sucede y nos brinden alguna orientación.
Estamos a merced del espanto y apenas provistos de unas muy básicas y primitivas herramientas para la supervivencia.
Esa pesadilla terrible queda grabada en lo más recóndito de nuestra memoria orgánica, en un lugar inaccesible al lenguaje, sin códigos compartidos socialmente para representarlo y mitigarlo, y por tanto con un poder destructivo inmenso y que apenas puede brota de una u otra forma.

Nuestra forma natural de supervivencia es llamar la atención, por medio del llanto, especialmente del grito, y el pataleo; para así obtener así satisfacción a nuestras necesidades. Si por algún motivo no funciona el llamado, entramos en estado de desconexión con la realidad, como una forma de preservar la energía, y fantasear que estamos protegidos y calmar un poco el terror; para luego volver a sentirlo y reiniciar el alboroto reclamando ser atendido.
Además. tenemos un limitado pero útil repertorio de movimiento reflejos; todo encarado a la misma finalidad, sobrellevar la impotencia y mantenerse con vida.
Es tan maravilloso, en su simpleza. Es espantoso, en su sumisión.
Estas herramientas dependen de porciones profundas de nuestro cerebro, que compartimos con otras especies animales.
Nosotros le hemos dado el nombre de EGO, aunque en las neurociencias este vocablo no tiene cabida.
En la Tradición se le denomina comúnmente como IETZER HARÁ.

Las reacciones nacidas del EGO a la necesidad e impotencia se va repitiendo sucesivamente, creando así por encima del reflejo del instinto también un hábito, una conducta que de tanto repetirse se automatiza.
Entonces, de forma natural nos vamos entrenando para obtener un sorbo de satisfacción, de poder, de seguridad cuando hacemos uso de estas herramientas toscas pero efectivas.
Aprendemos a “controlar la realidad” sin siquiera darnos cuenta.
En verdad, no es más que una ilusión de poder, puesto que es la debilidad que usamos para que alguien con “poder” nos resguarde de nuestros sufrimientos.

De este modo, quedan inscriptos en lugares profundos y míticos de nuestra inconsciencia los patrones de conducta que nos movilizarán y serán también la base sobre la que se sostendrán las creencias por medio de las cuales modelamos nuestra realidad.

En una síntesis muy esquemática:
sentir impotencia –> reacción automática de manipulación –> obtención de cierta satisfacción –> creencia de control.

Pero, podría ser también:
sentir impotencia –> reacción automática de manipulación –> no hay satisfacción –> aumento del sentir impotencia –> reacción automática de manipulación aumentada –> etc.

Cuando crecemos, no varía sustancialmente este cuadro.
Podemos añadir conductas, que son ramificaciones de las herramientas básicas del EGO.
Podemos actuar con mayor uso de la inteligencia, pero si en la base se encuentra el EGO, se repite una y otra vez el modelo infantil, primitivo, que a esta altura ya es enfemizo.

Pero, podemos aprender modos alternativos, que no dependen del EGO, sino de otras fuentes en nuestro interior. Pero, como sobre esto ya hemos trabajado en demasía, ahora seguiremos por otra lado.

Toda religión surge como adhesión sumisa al EGO.
Tal vez de manera difusa la religión sea un camino entreverado y complicado para encontrar al verdadero Uno; pero en su origen y desarrollo podemos afirmar que no hay orientación espiritual en la religión, sino solamente adoración al EGO; el cual es sentido como un salvador milagroso, la fuente misteriosa de vida, la figura mágica que todo lo puede y rescata de la muerte y del dolor. El EGO, quien controla la realidad y mueve los elementos para que se orquesten a satisfacer las necesidades y deseos del siervo del EGO.
Cambia la palabra EGO por el nombre de cualquier dios, y verás que es una descripción fiel de la religión.
Recordemos, ni el judaísmo ni el noajismo son religiones, aunque tristemente muchas personas las vivan como tales, y lleven a sí mismos y a otros a espantosas confusiones. Es que, ser judío y noájida no quiere decir estar libre del influjo del EGO.

Así surge la fe irracional, aquella de creer incluso en absurdos. Como dice el diccionario: “Creencia en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia”. (¡Ojo! La voz hebra “emuná”, aunque a veces lo traduzcan fe y lo confundan con ella, ¡no lo es!).
Desde la profunda oscuridad del EGO nace la fe.
Es el deseo de seguridad, de control, de satisfacción, a través de  manipular a la deidad (cualquiera fuera la fuerza sobrenatural).
”Piensa bien y te saldrá bien”, aunque la realidad no se deja manipular por nuestra ridícula pretensión. Entonces, se elaboran excusas, a la cual más malabarista y llamativa, para pretender justificar la evidencia en contra.
“Todo es para bien”, cuando es más que cierto que no todo lo es. Pero, no tardan en hilvanar frases, conminar al apego a la voz de “la autoridad”, para de esa manera adormecer el pensamiento, secuestrar a la mente y dejar la fe absurda como valor central.
Recuerda un dato esencial: el EGO secuestra el intelecto, por tanto, suele haber pintorescas elucubraciones para justificar lo que no tiene razón de ser, ni existencia real. Se arman inmensas catedrales teológicas, filosóficas, de supuesto pensamiento, con la única finalidad de seguir desprovistos de libertad de pensamiento.
Con la fe se recibe un letargo de la conciencia, que alivia momentáneamente el sentimiento de culpa, para luego agravarlo.
La fe entontece, por lo que quita temporalmente el miedo, pero al rato resurge con mayor ferocidad y descontrol.
(Revisa nuevamente la síntesis esquemática que puse más arriba).
Es un falso paliativo, cuando en verdad es la enfermedad y jamás la cura.
Es la bota de plomo, cuando ya estamos sumergidos y ahogados en el océano de impotencia.

La fe, en lugar de madurar el intelecto, la razón, la construcción de SHALOM por medio de acciones de bondad Y justicia, la aceptación, el agradecimiento, el análisis, etc.; la fe mantiene a la persona encerrada en su celdita mental.
La fe no construye conciencia, ni tiende lazos de entendimiento, ni ayuda en la edificación de un paraíso terrenal.
Por el contrario, embota, confunde, destruye.

Ciertamente hay gente llena de fe que actúa con bondad y es justa, pero esto es ¡a pesar de su fe! Si se libraran de la fe, y siguieran limpiando su hogar interno para quitar en la mayor medida de lo posible el mandato del EGO, seguramente que construirían infinitamente mucho más y mejor SHALOM.

Entonces, tengamos firme una simple propuesta, que a la vez es poderosa y nos dará fuerza, bendición y cercanía con el Uno.
Dejemos de pretender que seguimos y sabemos las cosas de Dios, cuando tan solo repetimos las cosas de nuestro EGO, al que endiosamos y llamamos con el nombre del dios de moda.
Abandonemos la pretensión de bailotear en asuntos teológicos, rebuscando en extrañas conjeturas para apaciguar nuestra impotencia y angustia.
Soltemos la droga que nos perturba la conciencia, intentemos conectarnos a nuestra NESHAMÁ y no a nuestras caretas que representan la nada misma.
Desentendámonos de la fe, de la superstición, de las palabrerías y creencias banales; no son dignas de hijos de Dios.
Al Uno no se llega con la convicción en lo que no se ve, ni en adorar cosas muertas o de muerte.

No miremos a otros con superioridad, creyéndonos mejores y libres, cuando probablemente somos esclavos esclavizados de otros esclavos.
Mejor, atendamos con humildad y no desde arriba de un falso pedestal, para crecer y elevarnos junto a otros, no por medio de fe, sino de la verdad y la construcción de SHALOM.

Te mando ser bendito

El alimento para nuestra dimensión espiritual es el cumplimiento de los mandamientos que nos corresponden, de acuerdo a nuestra identidad espiritual.
Si somos judíos, aquellos de los 613 que se encuentran en la Torá.
Si somos gentiles, tenemos que cumplir los siete mandamientos que Dios ha dictado para ser la Torá de las naciones, el sagrado código noájico.

En una síntesis: construir shalom en todo momento, por medio de acciones de bondad Y justicia; siendo leales al Eterno.

Pero, cuando profundizamos en el estudio, pareciera que nos topamos con una dificultad.
Porque acabamos de señalar que el cumplimiento de los mandamientos que nos corresponden nutren el plano espiritual; pero en más de una ocasión mencionamos que la NESHAMÁ (espíritu) proviene directamente del Eterno, no se modifica, no cambia, no se corrompe, no crece, es la identidad verdadera que somos aquí y en la Eternidad.
¿Entonces?
¿Sirve el cumplimiento de mandamientos para nutrir, o no sirve?

La respuesta es realmente sencilla y clara.
La NESHAMÁ no sufre ninguna variación, ni pecados ni méritos la modifican; sigue siendo esa esencia pura y divina más allá de nuestras acciones y omisiones. Por ello es el Yo Esencial.
El recuerdo de las experiencias en vida se canaliza a través de ella y queda inscripto en la “memoria universal”, lo cual será la porción que cosechará tras el pasaje por este mundo.
Aquel que sembró bondad Y justicia, que vivió en sintonía con los mandamientos que le corresponden, disfrutará del recuerdo “teórico y práctico”, en una sucesión de placer que podemos denominar “paraíso”.
Aquel que sembró lo contrario, ¿de qué podría disfrutar entonces?
Cuanto mayor es nuestra dedicación a llevar una vida comprometida con la construcción de Shalom, mayor será el beneficio. Probablemente aquí también, pero seguramente que allá.

Digo que seguramente allá, porque el Eterno es el juez perfecto, que se abstiene de prejuicios, no se guía por codicia u otros deseos, ni acepta sobornos. La justa porción es la que obtenemos. Entonces, lo que trabajamos aquí en la construcción de Shalom, será lo que recibiremos allí como frutos sin por ello perder nada.
Por supuesto que además de Juez, también es un Padre lleno de amor y misericordia; por lo cual, de acuerdo a Su Voluntad Él concede paz incluso cuando los méritos propios no lo acreditasen.
Dependiendo de Su Sabiduría será el resultado final.

Pero, también tenemos –probablemente- beneficios en este mundo a causa de nuestra conducta constructora de shalom.
Éstos ya no son tan seguros, porque en este mundo las personas contamos con libre albedrío, lo cual significa que cualquiera puede decidir tomar el mal camino y con ello perjudicarse pero también perjudicar a inocentes, quizás tú caigas en sus tramoyas y en lugar de obtener réditos por tu bondad Y justicia, solamente recibas golpes, humillación, malestar, pobreza que obviamente NO te mereces, ni hay piruetas metafísicas que tengan derecho a justificarlas. Pero, el otro haciendo uso de su libre albedrío, te ha incluido en el mal trago, el cual debes pasar como mejor puedas.

Por supuesto, el Juez también lo toma en consideración, sea para equilibrar las cosas aquí o allá; nada queda sin su consecuencia, ni Él admite que el resultado final sea desequilibrado.

Así pues, tienes tu nutrición espiritual: ¡cumple tus mandamientos!
Los tuyos, los que Dios te ha dado, NO los de tu vecino.

Esa es tu misión, esa es tu porción, ese es tu pago.
Pero, no lo hagas como el avaro y mezquino que solamente busca su ganancia. Aunque el centro de placer en tu cerebro dispare dosis estimulantes por el logro, y está bien que así sea, no te conviertas en adicto a esa emoción, sino en leal a tu esencia espiritual.
Haz tu parte, porque es lo que te corresponde hacer, porque es tu parte y solamente tuya.
Hazlo por amor, no por codicia.
Hazlo por bondad, no por miedo.
Hazlo porque es el regalo que Dios te ha dado, y no porque es la pesada carga que te ha tocado “en suerte”.
Hazlo, porque mejoras tu vida, la vida del prójimo, la del entorno en este mundo, y eso es buenísimo, porque es parte de tu tarea en esta vida.
Hazlo, para llenar tu memoria de recuerdos geniales, de luz, de plenitud, que se convierten en tu justa y merecida porción en la eternidad.
Hazlo, porque Dios te lo ha ordenado.

Hazlo, sabiendo que obtienes retribución, pero no te quedes esperándola o reclamando por ella.
No esperes ninguna recompensa, ni que el mundo sea justo contigo o con quien tú quieres.
El mundo, no es justo.
Tampoco es bueno.
El mundo es lo que es, entre lo cual se incluye, entre otras cosas, la oscuridad, la confusión, el caos, el malestar, el EGO, la impotencia, el mal.
Por ello TÚ debes ser quien haga la diferencia, construyendo SHALOM.
Si tú lo haces, yo lo hago, todos lo hacemos, entonces el mundo sigue siendo lo que es, pero las personas ya no derrumbarán las normas ni quebrarán el equilibrio de manera voluntaria.

Hazlo, no para jugar a las escondidas con Dios, o esperar algo a cambio.
No precisas, ni debes, comerciar con Dios.
Debes construir SHALOM.

¿Alguna duda?

Ser y estar siendo

A partir de una charla con un amigo surge este post.

Nuestra NESHAMÁ, lo que denominamos Yo Esencial o espíritu, no está materialmente en nuestro interior,
aunque a veces lo señalemos como la LUZ interna o la pequeña voz dentro de nuestro ser.
No se ubica en ninguna parte del cuerpo.
Ninguna zona cerebral es su asiento.

Ante esta afirmación surgen algunas interrogantes.

  1. ¿Dónde está?
  2. ¿Cómo con nuestros actos podemos volver a ella, si no ocupa lugar físico?
  3. Si es la esencia de nuestro ser, pero no está en mí, ¿yo soy realmente yo?
  4. ¿Quién somos en realidad?
  5. ¿Somos la información que aprendemos?
  6. ¿Somos lo que construimos con los años?
  7. ¿Somos lo que Dios impuso que fuéramos?

Vayamos respondiendo con sencillez y sintéticamente a estas cuestiones. Será difícil de comprender, lo admitimos antes de presentarlas.

La NESHAMÁ es una entidad espiritual, proviene directamente de Dios.
No ocupa espacio, por tanto no sufre alteraciones, ni es afectada o depende del tiempo “material”.
Está en un lugar que no es lugar, en un tiempo que no tiene tiempo.
Si no lo puedes entender, te confieso que a mí también me cuesta. Está bien que así sea, porque todo lo que conocemos y sabemos depende de nuestros sentidos, somos esclavos de nuestro cuerpo, dependemos necesariamente del tiempo y del espacio. No tenemos noción de existencia fuera del tiempo y espacio. Hasta cuando imaginamos mitos, historias de ciencia ficción, delirios, estamos atrapados entre esas dos coordenadas. Dios, y por tanto nuestra Neshamá, no habitan nuestra realidad ni son afectados por nuestras limitaciones.
Existen en una realidad diferente a la nuestra, que es incomprensible, aunque quizás pudiéramos tener destellos momentáneos de claridad al respecto.
¿Te sigue costando entenderlo?
Lee esto: http://es.wikipedia.org/wiki/Flatland,_romance_of_many_dimensions, quizás te dé alguna idea y ayude a dar un marco a lo que no puede ser enmarcado.

Entonces, ¿dónde está la Neshamá?
Sabemos donde NO está.
No está en nuestro cuerpo, en ninguna parte.
Pero, tampoco está fuera de nuestro cuerpo, en alguna parte del cosmos.
Se encuentre en “otro mundo”, aquel que está fuera del tiempo y del espacio. El mundo del espíritu.

Por su propia “naturaleza”, este mundo no puede ser medido, diagramado, pesado, contado, etc.
No está dentro del ámbito de la ciencia.
No tenemos instrumentos para atraparlo o aprehenderlo.
No hay experiencia terrenal que sea similar.
Es por completo diferente a todo lo que conocemos o conoceremos.
Solamente nos queda aceptar la creencia como lo que es: una creencia.
Contamos con los testimonios de los millones de testigos presenciales en la Revelación en Sinaí, con los legados de los profetas verdaderos, con los relatos de la gente que ha tenido experiencias después de minutos de muerte clínica, y me parece que no hay mucho más que podamos presentar.

Nuestra Neshamá es la identidad que nos ha otorgado directamente el Creador.
No tenemos parte en su existencia, como tampoco nuestros padres ni otro ser vivo o elemento físico.
Proviene del Eterno, permanece en el Eterno, retorna al Eterno.
No cambia con nuestras acciones, no existe nada material que la afecte, ni para bien no para mal.
Es, sencillamente es.
Podríamos decir que es el ideal sobre el cual basarnos para diseñar nuestra vida en este mundo, la meta para alcanzar, la imagen para descubrir en el espejo de nuestra existencia. Como si fuera el plano elaborado por el experto arquitecto, el cual deben seguir con precisión los obreros para que finalmente la obra tridimensional plasme con belleza el esbozo del creador.
¿Se entiende?

Lo que hacemos, los nombres que usamos, los títulos que nos acompañan, nuestras acciones, lo que recordamos, las actitudes, posesiones, vínculos sociales, etc., forman esas máscaras que arman al que denominamos Yo Vivido. Éste es por completo terrenal, lo construimos en el mejor de los casos; en los menos buenos asumimos aquello que los demás nos imponen o mandatan. Somos como personajes armados con bloques de Lego.
Nuestros actos pueden estar en sintonía con el Yo Esencial, y por tanto estaríamos viviendo de acuerdo a esa imagen ideal, que es nuestra identidad real.
Cuando la máscara
coincide en algún aspecto con esa esencia pura e inmodificable que es el Yo Esencial , estamos en un instante de armonía, en shalom interno.
Pero, si hay conflicto entre máscaras y Yo Esencial, cosa que es lo más frecuente, entonces estamos en colisión interna. Imagina que estás contratado para un arquitecto que diseño un plano que tienes que interpretar y realizar, pero estás armando otro modelo diferente y que no encaja, entonces estamos en una vida aparente, en impotencia, a merced del EGO.

Con esto podemos suponer que yo soy algo que no soy yo.
Porque hago cosas que forman mi Yo Vivido, el cual es mi YO terrenal, el que conozco (en la medida de lo posible), el que los demás conocen, el que veo en el espejo, etc.
Pero al mismo tiempo hay otro Yo, que es genuino, que es eterno, que es el que debo llegar a conocer y vivir como lo que él plantea.

¿Suena desquiciado?
Sinceramente, sí. O tal vez demasiado metafísico.

Veamos un poquito más, quizás pueda explicarlo mejor.
Yo soy esto que estoy siendo (o sea, Yo Vivido).
L
o genial seria que lo que estoy siendo coincida con lo que soy (o sea, Yo Esencial), para ser completamente.
En unidad, en shalom, en plenitud.

¿Y cómo entender aquello de la Neshamá que somos pero que está fuera de nuestro cuerpo?
Usemos una metáfora para tratar de contar lo incontable.
Supongamos que somos una computadora que venimos al mundo con nuestro sistema operativo funcional y un disco duro apenas ocupado por las experiencias intrauterinas.
Ese disco duro, el cerebro, se irá llenando con información con nuestros aprendizajes, estudio, etc. Esa información será procesada, mezclada, cotejada, arreglada, etc. para que aparezcan fragmentos de ella en nuestro monitor, que sería lo que tenemos en la conciencia en cada instante dado.
Además tenemos una conexión permanente a una poderosa internet, llena de todo el conocimiento del universo. Como casi infinita Wikipedia universal que está a nuestro alcance, es lo que podemos llamar el «otro mundo».
¿Dónde está? No lo sé, aquí, allá y en ninguna parte. No tengo idea de su ubicación y realmente no me preocupa en lo más mínimo. Solo sé que del otro lado hay una terminal que recoge la información que transmitimos y la inserta en esa Wikipedia, pero también recoge algo de información de allí y nos la transmite a nosotros, donde la recibimos en alguna área del cerebro (probablemente, no tengo conocimiento exacto del asunto, ni conozco si alguien lo tiene).  La terminal del otro lado, es la Neshamá.
Cuando morimos, la terminal de este lado deja de funcionar, ya no hay más transmisión, se cortó la conexión; pero, la terminal del otro lado no se inmuta, no sufre cambios. De manera similar aquella información que enviamos para allá, que se encuentre almacenada debidamente y a disposición de quien esté autorizado a revisarla.

De aquí aprendemos una importante enseñanza.
Si nuestra vida terrenal es una constante actuación de i
nstintos y/o de automatismos anclados por el entrenamiento social, entonces somos animales robotizados, títeres con apariencia de poder y libre albedrío. Tal como otros animales, al sonar la campana nos chorrearemos de saliva esperando la comida. No hay trascendencia, no hay deleite, ni libertad, ni elección, ni poder, ni siembra para cosechar favorablemente en la vida posterior a esta vida.
Somos lo que estamos siendo, máscaras, Yo Vivido disfuncional, fuera de sincronía con el Yo Esencial.

Teniendo en cuenta esto, es fácil reconocer qué son las celditas mentales que menciono frecuentemente en varios artículos de mi autoría.
¿Te animas a decirlo?

La persona tiene que ser con ella misma objetiva y honrada para detectar sus errores y fallas. ¡Nada simple! Tarea llena de obstáculos y contratiempos, por lo general motivados por el EGO, propio o ajeno.
Un buen proceso de CABALATERAPIA puede ser de gran ayuda, aunque no ejerza efectos mágicos ni resuelva todos los conflictos.

Estamos limitados en nuestro control, por ello debemos aprender a no querer controlar lo que no podemos controlar. Aprender que nuestra NESHAMÁ no nos manipula, de hecho quizás ni tenga influencia directa en nuestra vida cotidiana. Ella no viene a nosotros, pero nosotros podemos ir hacia ella, en sentido figurado. ¿Cómo? Asemejándonos a ella, para llegar a ser aquello que es la mejor imagen de uno mismo. ¿Cómo? Conociendo nuestra raíz espiritual, judía o noájida, para vivir de acuerdo al patrón de mandamientos que nos corresponde: 613 para los judíos, 7 para los gentiles. Desplegando a cada instante conductas y actitudes de construcción de Shalom, bondad Y justicia.

¿Somos la información que aprendemos? ¿Somos lo que construimos con los años?  ¿Somos lo que Dios impuso que fuéramos?
Todo esto, y más.
Una cosa no contradice la otra.
La cuestión es construir shalom, desde dentro hacia fuera.
Desde la elaboración de una identidad integrada, saludable, a tono con nuestra espiritualidad.

 

 

Las caras que buscamos, las causas “inteligentes” que asumimos.

Te propongo en este texto estudiar un poco acerca de las caras que buscamos y las causas “inteligentes” que asumimos.
Comencemos.

Miramos al cielo, pronto comenzamos a distinguir figuras, objetos, animales y rostros. También en manchas, en plantíos, en el diseño de la arena llevada por el viento, en el vuelo de las aves, en… ¿en dónde no?

Con más o menos esfuerzo pronto podrás ir identificando rostros humanos, o que pudieran tener semejanza con el hombre.
Te doy unos minutos para que lo hagas, si gustas, con la foto de arriba antes de continuar.

Nuestro cerebro está preparado para reconocer caras, es parte de un sistema de adaptación que se localiza en el área fusiforme facial, situada en el hemisferio derecho cerebral, dedicada exclusivamente al procesamiento de rostros.
Seguramente que desde muy niños estamos pendientes de que esas caras estén allí, aunque no tengamos conciencia de que son de un “alguien”, ni quien es ese “alguien”, pero sí percibimos en nuestra brumosa existencia que cuando ese rostro se encuentra, sentimos que son satisfechas nuestras necesidades. Al estar esa configuración de ojos y boca, y secundariamente lo que forma su marco, pronto desaparece esa molestia que luego denominaremos apetito, se nos quita esa pesadez que luego llamaremos aburrimiento, nos sentiremos alzados cosa que nos calma mágicamente y así con el resto de las necesidades que son cubiertas.
El rostro habitual nos hace sentir cómodos, seguros, menos impotentes, con cierto grado de poder.
Claro, cuando el niño es atendido y cuidado; en caso de faltar regularmente la atención adecuada, es más que probable que se forme algún trastorno, si se tiene la predisposición genética para ello. Las dificultades pueden ser variadas, dependiendo de la parte orgánica y de la regularidad de las distorsiones en el cuidado.

Es natural que estemos expectantes por la aparición de ese rostro benefactor. Tanto que llegamos a desdibujar información que recibimos por medio de los sentidos para hacerlo aparecer “mágicamente”. Allí en donde casualmente hay dos orificios y una raya, tenderemos a ver un rostro. Aunque se aun efecto de luces y sombras, un objeto inanimado sin pretensiones de cara, igualmente nuestro cerebro creará esa ilusión (aunque no es así habitualmente en el caso de los esquizofrénicos).
Cuando los rostros no están allí, realmente, el cerebro se encargará de tomar percepciones difusas para suponer y fantasear caras.
Podemos imaginar otras configuraciones, pero la del rosto es habitual.

Ejemplos sobran, te daré un par, supongo que bastante conocidos.


La famosa efigie en la superficie marciana, que es nuestro cerebro el que la forma a partir de sombras y una imagen de muy baja resolución. Comprobado está,

gracias a nuevas fotografías mucho más nítidas y detalladas, que no existe tal efigie.

Y otra imagen, de una parte posterior de un reloj despertador, donde fácilmente reconocemos un rostro amargado (quizás por su rudo trabajo diario), donde no hay más que perillas y un surco para apagar la alarma.

 

 

 

Nuestros primitivos ancestros no tenían mucho conocimiento acerca del mundo, ni del interno ni del externo.
Como podían iban adquiriendo nociones, formando conceptos, transmitiendo la información a sus congéneres y a los descendientes.
A pequeños pasos avanzaban en la elaboración de una cultura.
Veían el mundo y lo decodificaban con los elementos que tenían a mano en su caja de herramientas conceptuales, las cuales eran bastante escasas.

Dadas estás condiciones, no tardaron en proyectar su EGO en el mundo.
Expliquemos del EGO brevemente, porque sobre la temática hemos escrito más que en abundancia y se encuentra todo el material accesible y gratuito aquí mismo.

Llamamos EGO a una función cerebral, primitiva, natural y necesaria del ser humano (probablemente de la mayoría de los animales).
Cuando se presenta una situación de impotencia se disparan algunos de sus instrumentos, que son bien rudimentarios: llanto, grito, pataleo y en caso de no ser efectivos los anteriores, también la desconexión de la realidad.
Así, un bebe humano, el cual es absolutamente impotente durante mucho tiempo, cuando siente esa impotencia reacciona automáticamente con llanto, grito, pataleo y/o desconexión de la realidad.
Este mecanismo natural sirve en situaciones de real impotencia, cuando no hay otros procedimientos que permitan reaccionar a tiempo y conseguir llamar la atención salvadora, o responder satisfactoriamente, o conseguir eliminar la necesidad vivida como traumática.
Es un mecanismo realmente útil, posiblemente salvador, en aquellos extremos en los cuales no existe otra manera de responder.

El problema radica cuando se dispara el EGO en situaciones de impotencia sentida, que no tiene una presencia real y que pudiera afectar la salud o vida de la persona.
Un ejemplo clásico: el niño no obtiene una golosina y rompe a llorar, como si fuera poco arma tremendo escandalo con sus gritos, por si no alcanzara patea el piso mientras rueda agitando los brazos como poseído por una fuerza demoníaca (es una metáfora), sin parar de berrear, babear, atronar con sus exclamaciones lastimeras y agresivas. Todo porque, no le permitieron disfrutar de esa malsana golosina.
¿Amerita ese drama espantoso y “apocalíptico” la impotencia sentida por no paladear un caramelo?
Por supuesto que no, ¿no?
Pero, en la creencia inconsciente del niño, ¡por supuesto que sí!
Es su arma para batallar contra la impotencia sentida, para obtener lo que desea, para llamar la atención y recibir lo que quiere, es su válvula de escape para el estrés de sentirse negado.

Este ejemplo lo podemos extrapolar con simplicidad al niño de cualquier edad y en cualquier rol social, desde 0 a 120 años.
El esposo que abofetea a la esposa porque se le quemó el pollo con arroz (¿suena atroz? ¿parece irreal? sí, pero conozco personalmente a estas personas).
El tipo que salió con un revolver a matar al que le abolló un poco el auto en un pequeño accidente de tránsito.
La madre que pega cintazos tremendos en la espalda del hijo desobediente en cosas mínimas.
Podríamos continuar, pero creo que se entiende la idea.

A esto sumemos las situaciones en las cuales no hay un otro presente, sino que el sentimiento de impotencia es en soledad.
Entonces nos agredimos a nosotros mismos, con palabras o actos.
O planeamos macabras venganzas.
O rumiamos nuestro odio y desesperación.

Por si fuera poco, añadamos lo que quizás no es tan evidente como gritos, golpes o llantos.
Las mentiras, el engaño, fraude, hostigamiento, y muy especialmente la manipulación, esto es por lo general, hacer sentir al otro en impotencia para que se sienta obligado a realizar una acción a nuestro favor, que de otra manera no la haría.

Tenemos al EGO ejerciendo su función fuera del contexto para el cual fue diseñado.
El EGO secuestrando al pensamiento para lograr sus objetivos de someter a la persona, incluso haciéndola creer que tiene poder.

Así nos poblamos de creencias de impotencia y otras de poder allí en donde no existe.
Son creencias prestadas/impuestas por otros o torpemente auto confeccionadas.
Creencias que nos paralizan en el miedo, que recordemos, todo miedo se resume al “no poder”.
Creencias que nos dejan débiles y sin reacción constructiva, aunque físicamente estemos en plena capacidad.
Creencias que nos encierran en celditas mentales, nos esclavizan, sin haber ninguna cadena ni barrote que nos esté apresando.
Nos sentimos impotentes, inútiles, incapaces, fracasados, ineptos, inapropiados, perdedores, con mala suerte, no merecedores de cariño y/o respeto, y otras creencias por el estilo que nos llevan a reaccionar desde el EGO, y por tanto no de una manera realmente adaptativa y que nos empondere y libere.

Por ahí actuamos un poder que realmente no tenemos, y somos abusivos, paternalistas, entrometidos, mandones, tiranos, hostigadores, violadores y una decena de otras maneras espantosas de vivir sometiendo a otros con ilusiones de poder, pero sin el verdadero poder del autocontrol, de la confianza, del trabajo positivo que construye shalom.

A todo esto, ¿qué tiene que ver con las pareidolia y especialmente la de vislumbrar rostros incluso donde no se encuentran?
Te daré una respuesta parcial en este momento.

Nuestros primitivos ancestros, y muchos actualmente, no solamente crean esos rostros inexistentes haciendo uso de información distorsionada. Van un pasito más allá y se inventan inteligencias y poderes sobrenaturales, allí donde precisan sentirse seguros, observados por una entidad superior y protectora, cuando se sienten impotentes y angustiados reclaman por un EGO salvador que los rescate milagrosamente.
Entonces, con retazos de información mezclados con sus creencias, suponen presencias angelicales, intervenciones divinas, causalidades en vez de casualidades, destinos, hermanos ascendidos, extraterrestres metafísicos, dioses y demonios, que están ejerciendo sus influencias en el mundo.
Son entidades con inteligencia, y que también pueden ser de alguna forma manipulados con los trucos corrientes del EGO. Se ora para obtener beneficios. Se pacta con ellos. Se negocia curaciones y éxitos comerciales. Se los adora a cambio de bendiciones. Se diezma para que de alguna manera llueva la riqueza. Se ofrenda hasta lo imposible, para que el dios esté controlado por el minúsculo hombre.
Puedes ver a tu alrededor, quizás en ti mismo, y encontrarás esto. Sí, también hay multitud de judíos y de noájidas, que debieran llevar otra manera de vida, que se comportan de esta manera y sustentan creencias similares. Multitud, lamentablemente. Por lo general, son los que viven el judaísmo y el noajismo como religión, en lugar de como lo que realmente son: modos de vida multidimensionales, con especial anclaje en la espiritualidad.
Pero sin dudas que esto se aprecia con muchísima claridad y frecuencia en gente religiosa, cristiana, musulmana, animista, santeiros, etc. Donde predominan las creencias de dioses que son como títeres en manos del creyente. Si el adorador hace x el dios responderá y. Si el fiel clama j el dios enviará k. Etcéteras hasta el infinito.

Se presume de la existencia de inteligencias escondidas, de la efectividad de los poderes sobrenaturales, y a través de las ilusiones que provoca el EGO uno se encuentra aprisionado por ello y en completo estado de impotencia, o tramposamente se provoca el sometimiento del dios a través de trucos religiosos.

No faltará quien acusará a judíos y noájidas de cuestiones similares.
Como habrás visto, estoy de acuerdo de que nadie está libre de “pecado”, en esto. Hay muchos que actúan así, en discordancia con lo que es el judaísmo y el noajismo.
Además, es una cuestión totalmente normal, humana, que se puede limitar y reducir con el estudio, el aprendizaje de otras pautas de vida, con el entrenamiento para construir shalom en lugar de moverse a instancias del EGO.
El gran problema es cuando el modo “animista” se institucionaliza y pasa a ser credo obligatorio, cuestión de “fe”, lo que marca la “santidad” de la herejía.

Pero, ni el judaísmo ni el noajismo en su pureza y sin contaminación de religión (que es siempre una proyección socializada del EGO), precisan de trucos, ni de magia, ni de asumir cosas fantásticas que no se apegan a la realidad que pudiera ser compartida y comprobada (en la medida de lo físicamente comprobable).
La base de ambas es una vida de construcción de shalom, por medio de acciones concretas de bondad Y justicia, en donde las creencias quedan en segundo plano.
Entonces, uno puede llevar una vida simple y al mismo tiempo completa, plena de santidad y espiritualidad, sin empeñarse en aprender párrafos, ni participar de rituales, ni llenarse de dogmas.

Pero además, el judaísmo tiene una milenaria tradición que se ha preservado y en la cual se mantiene el relato fidedigno de las ocasiones en las cuales Dios se manifestó a los hombres, y cuáles fueron sus pedidos explícitos.
No se basa en creer por fe, ni en negar la inteligencia humana, sino en recibir y trasmitir un mensaje que se ha venido cuidando de generación en generación. Desde aquellos que vivieron en carne propia la revelación de Dios al pueblo judío en el monte Sinaí, y luego manifestó Su Presencia a diario ante todo el pueblo durante cuarenta años. No se trata de creer en cosas absurdas o en imaginar dioses mágicos, sino de continuar el relato fielmente y sin modificarlo, de cuando Dios se presentó y mostró Su existencia y Su relación con el mundo.

En este caso, no es una sombra que forma un rostro en nuestra imaginación.
No es una deidad que suponemos, para que de esa manera nos sintamos protegidos y con poder sobre el dios.
Sino un “ser” real, Dios, que no hubo que imaginarlo ni inventarlo, ya que Él se encargó de hacernos sentir su Presencia.

Cuidado con los que actualmente te dicen que sienten a Dios en esto y aquello, porque probablemente estarán imaginando dioses, tal como vemos la cara en la parte trasera del despertador.
Cuidado con los que insisten en llevarte a una existencia de nubes mágicas, rituales de poder metafísico, carismáticos líderes que auguran controlar o explicar todo. Mucho cuidado con suponer inteligencias superiores allí en donde solamente hay EGOs inferiores.

No me aceptan en los círculos sociales

Séneca decía que lo que realmente importa no es el dinero ni la posición social sino cómo esté uno consigo mismo. No se trata entonces de un tema de acciones externas que nos satisfagan sino de vivir con principios, que es una idea que Steven Covey esbozó muy bien en su libro “Siete Hábitos de las Personas Altamente Efectivas”.

De hecho Steven Covey presentaba una propuesta muy interesante de cómo las personas nos comportamos, pues los hay quienes son dependientes, bien sea para que les den lo que quieren, para que lloriqueen porque no tienen X o Y o porque necesitan de la adulación de las personas. De otra parte, pero siempre dentro de la dependencia están los que son los famosos san nicolases que andan queriendo salvar al mundo y luego los que se creen independientes de todos los demás, desconectados de la realidad.

Todos hemos pasado por esa situación que es EGO puro, Steven Covey lo llama dependencia e independencia, pero es lo mismo: lloriqueo, pataleo, griterío y desconexión de la realidad. Hay una tercera vía que es la interdependencia, es la facultad de saberse parte de un sistema social de interacción pero viviendo con principios que nos permiten ser autónomos pero no creernos todopoderosos o liberadores de los que dicen estar oprimidos.

La interdependencia nos permite ser industriosos y tener iniciativa para llevar a cabo nuestros proyectos. Si no me dieron determinado trabajo, vuelvo a intentar, sino me aceptan en el círculo social de los ricos, intento pero si no me aceptan del todo, no me echo a morir, sino que salgo y busco alternativas.
El problema está en que entre dependientes, unos quieren que les hagan todo y los otros quieren hacerlo todo, al final de cuentas ninguno vive con principios sino con un culto a la personalidad, que es el paradigma que nos caracteriza actualmente. Si no me aceptan en determinado lugar, por qué no fundo el mío propio? O mejor aun, por qué no hago algo por alguien más sin esperar nada a cambio?

Los principios no son lo mismo que los valores, los principios engendran valores pero los valores no engendran principios. Tal y como la palabra lo dice, un principio es algo que da origen, es la génesis de algo nuevo. El principio es el manantial, el valor es el río. Nuestra vida puede guiarse por valores pero debe de tener principios. Steven Covey lo resume muy bien, él dice que los valores son el mapa que compramos para caminar por la ciudad, pero la ciudad en sí es donde estamos, la ciudad es los principios, los valores son el mapa, pero ocurre muchas veces que vamos por la vida con un mapa de Tokyo para caminar por Hamburgo.
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Si tu vida gira en torno a hacer todo lo posible para que te acepten en determinado lugar, no estás siendo auténtico sino que estás viviendo bajo el paradigma del culto a la personalidad, si ese es el caso, no estás caminando con el mapa adecuado. Para conocerte a ti mismo, Steve Covey recomienda que hagas un ejercicio que te invito a que lo practiques ahora que estás leyendo esto, imagínate que estás en tu funeral y ahí yaces dentro de un féretro con todos tus seres queridos a tu lado, llorando tu partida, cómo te gustaría que te recordaran, como una persona auténtica o como un exhibicionista? Recuerda que hay un dicho muy sabio que reza que la alcancía con pocas monedas es la que suena? Se referirá solamente al dinero? Ahora es tu turno, comparte tus pensamientos en la sección de comentarios para que nos enriquezcamos mutuamente.

Malvados llamados muertos

«los malvados aun en vida son llamado muertos«
(TB Brajot 18b)

¿Qué podemos aprender para nuestra vida diaria de este pasaje talmúdico?

Ante todo, tenemos que tomar en cuenta que no está mencionando al pecador “normal”, sino al malvado.
¿Quién es éste?
Aquel que peca por ánimo contrario a Dios, por anhelo de rebelarse, para oponerse a la divina Voluntad, para provocar daños adrede contra el bienestar del prójimo.
No se trata del que se equivoca o por ignorancia falla.
Ni del que sabiendo que peca, igualmente lo hace para obtener alguna ventaja material o por pereza, pero sin intención de perjudicar a nadie, ni para demostrar su rebeldía contra Dios y Su Voluntad.
El párrafo se refiere a una clase pequeña y específica de gente, que no hace a la generalidad.

Estos malvados llevan una vida sin sentido, carente de trascendencia, tal como la de los muertos.
Porque, ¿qué aportan para su disfrute en el Más Allá los que ya están muertos?
¡Nada!
El tiempo para sembrar es durante el transcurso de la vida terrena. Terminada ésta, ya no queda más actividad para realizar. Es el tiempo de la cosecha.
Lo que se sembró, eso se cosechará.
(Por ser Dios Bueno, además de Justo, Él se encarga de componer la hacienda de los que no pudieron realizar una tarea digna. Pero, es un tema que no corresponde a este post, y que además ya hemos tratado en varias ocasiones anteriores).

Aquel que a propósito plantó semillas podridas, llenas de espanto, ¿podrá recoger felicidad?
El que adrede mantuvo una postura belicosa, revoltosa y carente de mirada espiritual (trascendencia), ¿recibirá algo diferente a su justo y correspondiente pago?

Así pues, los malvados respiran, sus corazones laten, en el examen médico confirman su salud, hacen y deshacen, pero detrás de todo ello no hay nada de valor eterno para rescatar.
Al morir a este mundo, pasan a una vida vacía, probablemente tenebrosa, en el Más Allá.
La brújula que marca sus vidas no apunta al Norte (Dios, el bien, la justicia, la solidaridad, el shalom, etc.) que es la vida plena de sentido trascendente; por el contrario, directamente apunta hacia el otro lado (mal, corrupción, engaño, burla, destrucción, banalidad, etc.).
Con sus acciones no están formando recuerdos placenteros para la vida eterna, sino imágenes atroces, dolor, miseria, amargura, vacío.
¿En qué se diferencia esto de una vida similar a la muerte?

Podemos aprender que nuestros actos aquí tienen una tremenda repercusión, se preserva la memoria y su sensación correspondiente para la vida luego de esta vida.
Tenemos la libertad para escoger cómo vivimos.
Podemos construir shalom, de lo cual posiblemente obtendremos réditos en este mundo y recibiremos dicha luminosa en el mundo de la Verdad.
O podemos actuar arrastrando la confusión, desparramando el caos, agobiando al prójimo, burlándonos de las cosas sagradas, oscureciendo para nuestra conciencia la LUZ de nuestro Yo Esencial, adorando la falsedad, difundiendo la “mala” palabra, a la postre, ¿cuál será la cosecha que recogeremos?

Toda persona comete errores, más o menos graves, con mayor o menor voluntad de contender contra Dios.
Como sea, hasta el último instante de vida terrenal tenemos la puerta abierta para el arrepentimiento sincero.
Porque, nuestra esencia pura, la NESHAMÁ, esa chispa divina que es nuestra identidad verdadera, ese nexo con Dios, es incorruptible, indestructible. Ningún pecado corta el lazo que nos une con nuestro Padre. Estamos siempre ante Su Presencia, obteniendo Su LUZ. A causa de nuestros pecados vamos perdiendo la conciencia de nuestra belleza intachable espiritual, pero allí, en el lugar escondido que la cobija, sigue estando. A la espera del retorno, de poder alumbrar nuevamente cada recoveco de nuestra existencia.

El pecador que borra las manchas que tapan esa LUZ, obtiene una claridad espectacular, un lugar que ni siquiera el más perfecto justo puede ocupar.
Los que estaban sembrando una posteridad vacía, pueden también poblar de sentido su existencia terrenal y de plenitud su eternidad.
Depende de lo que decidan y cómo vivan.

Esperemos que muera el pecado, pero no el pecador.

El consejo diario 421

Al nacer no tenemos nada que sea propio, ¡ni siquiera el cuerpo!
Lo que somos en ese momento es lo aportado por el ADN de nuestros padres, más lo que fuimos recibiendo como nutrientes a través del cordón umbilical. Fueron procesos automáticos los que permitieron crecer y desarrollar nuestro organismo, sin que interviniera en nada nuestra voluntad o la de otras personas.

Nuestra neshamá, el espíritu, tampoco es nuestro, ya que proviene directamente de Dios.

El consejo: con lo que te regalaron haz tú propia vida, de la que puedas estar satisfecho y en paz, contigo y con tu prójimo.

Cuando partas de este mundo, devuelves el cuerpo, la neshamá sigue siendo de Dios, pero tu vida es lo que legas y lo que disfrutas en la eternidad.

De cuentos, leyendas, mitos y religión

mitos y leyendasEn la historia de la humanidad existen tres categorías de tradiciones orales que tienen un valor muy importante en la sabiduría o cultura de los pueblos:  el cuento, la leyenda y el mito.

El cuento es una narración de ficción breve cuya composición se basa en un argumento sencillo. Sus protagonistas son un grupo reducido de personajes.

La leyenda es un relato hablado que contiene generalmente personajes extraordinarios y que se conserva en la tradición oral de un pueblo. También es una narración ficticia pero tiene sus bases en la realidad, puede indicar lugares con precisión. Estas se transmiten de generación en generación y tienen esa capacidad de transformase o de ir sufriendo modificaciones.  Las leyendas tienen su raíz  en el folclore de un pueblo, por lo tanto denotan un aspecto cultural de la sabiduría de un pueblo. Las leyendas antiguamente  relataban acontecimientos que se juzgaban reales.

El mito es una tradición oral que tiene sus bases en los cuentos o las leyendas y se apoyan en la primacía de lo sagrado.  Relatan experiencias reveladoras de lo sagrado. El mito es una narración maravillosa que relata acontecimientos prodigiosos y generalmente protagonizada por personajes de carácter divino o heroico,  dioses, semidioses, héroes, monstruos y personajes fantásticos.  Los mitos son un conjunto de creencias de una cultura o de una comunidad, la cual considera dichas historias verdaderas. Es decir se juzgan reales o verídicas.

Existieron la mitología griega, la romana,  la egipcia, la nórdica. Hoy podemos distinguir también la mitología cristiana, que es  fiel integración y conjunción de muchos de ellos.

El mito en si carece de jerarquía y mandamientos, no exige una ley moral como la religión lo hace. La religión se apoya en los mitos, es decir en creencias que se juzgan como verdaderas y además le añade un carácter moral y ciertas leyes,mandamientos o rituales religiosos.

En conclusión, la religión tiene sus  bases en un conjunto de creencias fantasiosas que se juzgan verdaderas.  Y hoy gran parte de las personas y los sistemas que nos gobiernan se apoyan en hechos mitológicos, es decir un relato falso, que se le da un valor de sagrado y de culto. Nada más cerca de nuestra realidad es la identidad cristiana que es una religión nacida de un cuento mitológico.