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Abre la puerta a tu amado

«Yo dormía, pero mi corazón estaba despierto, y oí a mi amado que tocaba a la puerta y llamaba: ‘Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, perfecta mía; porque mi cabeza está llena de rocío y mis cabellos están mojados con las gotas de la noche.’
Ya me había desvestido; ¿cómo me iba a volver a vestir? Había lavado mis pies; ¿cómo iba a volverlos a ensuciar?
Mi amado metió su mano por el agujero de la puerta, y mi corazón se conmovió a causa de él.
Entonces me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon perfume de mirra. Mis dedos gotearon mirra sobre la manecilla del cerrojo.
Abrí a mi amado, pero mi amado se había ido; había desaparecido. Se me salía el alma, cuando él hablaba. Lo busqué, pero no lo hallé; lo llamé, pero no me respondió.»
(Shir HaSHirim / Cantar de los Cantares 5:2-6)

Shir haShirim, el Cantar de los Cantares, es un poema amoroso antiguo nacido de la inspiración e ingenio de la pluma del joven rey Shlomó.
Puede ser visto desde un punto de vista superficial, en su literalidad.
Y puede ser comprendido en su mensaje más profundo, el cual le dota de un sentido transcendente, inmortal, como un manual para la vida correcta.

Este breve pasaje que seleccionamos relata el momento en el cual el amado toca a la puerta de la amada, la cual ya está acostada, durmiendo, alejada de la conciencia activa.
Sin embargo, su NESHAMÁ no descansa, pues está encendida constantemente, brillando, conectando con Dios y el universo.
Es la NESHAMÁ la que atiende primero a la presencia del amado, el cual anhela el reencuentro con su amada, la unificación amorosa e íntegra.
Pero, la amada no sale de su penumbra, inventa excusas torpes para no desprenderse de la modorra y la pereza.
De alguna manera sabe que la unidad con el amado implica un cambio fundamental, que es deseado y anhelado; pero, al mismo tiempo, algo en ella la obliga a rechazarlo, a dilatarlo, a postergarlo.
Y aún así, el amado no se deja apesadumbrar, insiste en atraer a su abrazo tierno a la amada, la cual logra despabilarse y conmoverse.
Es la LUZ que penetra en la mente, la alumbra, descorre un poco los velos impuestos por el EGO. Se obtienen imágenes difusas, poco claras, pero con total poder y no sometidas a la impotencia. Es la LUZ de la NESHAMÁ, la que brinda confianza, seguridad, amor, conexión, paz. Y sin embargo, el EGO no deja tan fácil a su presa. Refuerza los barrotes invisibles de la celdita mental para no permitir la libertad de su esclava.

Ahí está tocando la LUZ, cada día, me atrevo a decir a cada rato. Nos brinda pequeñas oportunidades para despertar un poco más, crecer, disfrutar, sanarnos, estar en armonía, gozar de la bendición constante.
Pero, si nos aferramos a las sombras, si no damos el pasito para salir de la celdita mental, si llegamos tarde o de manera incorrecta, la oportunidad pasó, vaya uno a saber hasta cuando.
El amado parece que ha desaparecido, que estamos abandonados, sin esperanza, sin redención.
Nos queda solamente hundirnos en la desesperación, seguir en la impotencia, mantener al EGO como nuestro amo en lugar de regocijarnos en el abrazo con el REY.

Toca a tu puerta la oportunidad de iluminarte con la LUZ de la NESHAMÁ, pero si te quedas adorando vanidades, endiosando pordioseros, venerando hombres, inventando justificaciones, resguardándote en tu celdita mental y clamas con amargura que el amado no responde, que desapareció, que tal vez no existe.
Te escudas en tu zonita de confort, que está llena de dolor y debilidad, pero que en cierta forma de hace sentir protegido de la miseria de tu vida.

Y no te das cuenta que el amado está siempre ahí, esperando con paciencia, listo para recibirte, amándote aun a pesar de tus infidelidades.
La LUZ permanece encendida, nada que hagas o dejes de hacer la altera; y sin embargo miras hacia las oscuridades de tus ídolos y crees en fantasías y te adoctrinas en rituales vacíos.

Aprovecha la oportunidad cuando despiertes, no vuelvas a la pereza, no sigas en el error.
Abre a tu amado y abrázate a él para estar en unidad, en bendición.

Vencer a Goliat

En vez de luchar contra lo imposible, mejor dejar fluir para enfocarse en donde realmente tenemos algún poder y alcanzaremos algún dominio.
Es con esta idea que David enfrentó al terrible Goliat, porque, él no estaba delirando con que tenía súper poderes o que mágicamente Dios lo salvaría. El texto es muy preciso cuando nos informa que él ya tenía experiencia con temibles contrincantes del mundo animal, y contaba con la experiencia, destreza y entrenamiento como para vencer al fiero malvado gigante. No se confío en milagros, ni se aventuró alocadamente detrás de sueños fantásticos de grandeza. Por el contario, rezó, confío en Dios, confío en sí mismo en base al conocimiento y datos, e hizo la parte que le tocaba hacer.
Entonces, cada uno puede hacer lo mismo, y cuando el gigante es imposible de derrotar, mejor dejar que fluya, no atormentarse con ideas de fracaso o de poderes sobrehumanos, simplemente dejar que fluya.

Tengamos conciencia de que lo principal es actuar con bien y justicia siempre, en cada ocasión posible. Tanto hacia sí mismo como para el prójimo, y también para con el extraño. En un ánimo constante de construir SHALOM, incluso cuando el espantoso monstruo quiere atraparnos y destruirnos, como Goliat con el jovencito David. Sí, aunque de un modo extraño también encontramos que la conducta de David entonces fue de construcción de SHALOM. Aunque mató en justicia a Goliat, aunque hubo un breve altercado entre ambos. Las acciones y palabras del futuro rey de Israel fueron de construcción de SHALOM, aunque cueste comprenderlo en la mirada superficial.

Sabiendo cual es nuestro deber, construir SHALOM, podremos comprender, admitir y aceptar que no tenemos mucho control sobre nuestro pensamiento, el cual corre de un lado para el otro siguiendo patrones que no dominamos.
Hemos enseñado y existen numeroso mecanismos para aquietar el pensamiento, para llenar nuestra mente de un estado de modorra activa, pero igualmente, el pensamiento permanece cautivo del EGO y nos pone en pantalla imágenes que no controlamos.
Entonces, es cuando ser realmente humilde, que es reconocer el poder y la impotencia propia. Confiar en Dios, rezarLe, no dejarse atrapar por ciclos de pensamiento hostiles y tóxicos, no subirse a trenes que nos llevan lejos de nuestro destino soñado.
Construir SHALOM en la mente, hasta donde sea posible.

Y está también el método de evaluar cada acción, cada decisión que se está por tomar, con el código espiritual que nos corresponda: el de la TORÁ para los judíos, el de los Siete Mandamientos Universales, para los gentiles.
Conocer el código, conocer también cómo actúa el EGO, tomar conciencia de nuestras decisiones pasadas, tener presente lo que nos está sucediendo y no reaccionar impulsivamente ni en base a justificaciones. Sino, evaluar la decisión a escoger con el mandamiento correspondiente, o su derivado legal, a mano.
No siempre tendremos tiempo para hacer el procedimiento, por ello es bueno al menos conocer el parámetro esencial: construir SHALOM con acciones de bondad Y justicia.
¿Lo que haré está dentro de un marco de construcción de SHALOM?
Entonces está correcto, adelante.
¿No lo está?
Entonces, ¿qué otra cosa puedo hacer?

Con el entrenamiento de las acciones, se entrena el pensamiento.
Llegaremos a ganarle a más de un Goliat, aunque también perderemos más de una batalla.
Pero, ¿qué importa? Si el camino sigue siendo el mismo, en la altura o en el abismo: construir SHALOM con bondad Y justicia.
La idea no es luchar, sino construir.

Una cosa lleva a la otra

Como paso previo a leer/comprender este post, te pido que leas y estudies este anterior: Amor en tres fases.

El amor interesado, aquel que realiza buenas obras para conseguir un beneficio concreto, eventualmente dejará paso al amor agradecido, que es el que está consciente de las bondades recibidas y por ello las retribuye con demostraciones de amor.
Y éste, a su vez, dará paso al amor puro, aquel que se brinda genuinamente, generosamente, sin esperar ninguna retribución.
De la bondad motivada en el interés egoísta (pero no perjudicial), se crece para pasar a la bondad generada como auténtico agradecimiento, y de aquí se trasciende hacia el amor genuino.

Esto lo corroboramos con la famosa sentencia de los Sabios:

“Dice Dios: que me dejen a Mí pero que no abandonen el cumplimiento de los mandamientos,
porque de cumplir con ellos sin creer en Mí,
eventualmente terminarán también por creer en Mí… (lamed Torá shelo lishmá shemitoj shelo lishma at ba y etc.)”
(T.I. Jaguigá perek 1 halajá 7)

Más al respecto en este link: http://serjudio.com/personas/etica/imitatio-dei-actuar-como-dios.

En cierta forma descubrimos cómo nuestras acciones modelan nuestros pensamientos.
¿Esto contradice a los que impulsan el sentido contrario: tus pensamientos definen tus acciones?
Sería interesante poder obtener alguna respuesta.

Cual fuera la relación pensamiento-acción, podemos encontrar que si actuamos de determinada forma de manera constante y reiterada, aunque no estemos realmente convencidos o resueltos al respecto, lo más probable es que terminemos viviendo según nos hemos entrenado con la práctica repetida
No solamente a causa del hábito que creamos por la reiteración de la conducta; sino también porque elaboraremos justificaciones para nuestro proceder, o encontraremos real sentido que sustenta nuestra conducta.

Por supuesto que este principio puede ser usado también para mantener a la persona cautiva en su celdita mental, en la zona oscura de la existencia. Lo cual saben o intuyen todos los clérigos, estafadores de la fe, manipuladores varios, quienes adoctrinan a sus esclavos/sectarios demandando de ellos todo tipo de acciones alocadas, estereotipadas, que someten a vejaciones y privaciones múltiples y variadas, porque así obtienen la parálisis del pensamiento creativo y crítico, la auto censura de la libertad. Generan hábitos tóxicos, enfermizos, que infectan el pensamiento con los puntos de vista del manipulador, ciegan la conciencia, oscurecen el entendimiento. El hábito formado a instancias de los mandatos del “amo” controla no solamente la conducta física, sino también el mundo mental, y por tanto impide el intento que pudiera haber por liberarse.

En resumen, cuídate mucho, en lo que haces, en lo que escuchas, en lo que ves, en lo que conversas, en lo que repites, en todo lo que es usado por el EGO para adoctrinarte y mantenerte en impotencia, aunque delires con súper poder.

Para ser poderoso

El antiguo Israel contaba con figuras de autoridad que representaban diferentes aspectos de nuestro naturaleza multidimensional (física, emocional, social, mental y espiritual).

Profeta: quien difunde el mensaje ético/espiritual, de acuerdo a la Divina Voluntad. Tiene acceso a cada lugar, incluso a la sala del Trono, porque es emisario del Eterno y portador de Su Verdad. Y sin embargo, se lo evitaba, se lo perseguía, se lo rechazaba, se lo negaba. Porque su mensaje puede resultar muy duro, que confronta a la persona con un ideal ético que no se vende al mejor postor ni se corrompe detrás de excusas y justificaciones.

Sacerdote: aquel que se dedica de oficio y por herencia a las cuestiones rituales, del Templo. Su ambiente de trabajo es el de la santidad, comprendida como dedicación a lo del Eterno y más concretamente como lo que conecta con la vida. Podemos encontrar que todos, o casi, los procedimientos ceremoniales tienen un gran componente  emocional, y sirven para equilibrar las emociones y adecuarlos para una vida socialmente compartida. Suele ser el poder menos proclive al cambio, atado a tradiciones, encajonado por reglas estrictas de comportamiento. Por su origen, por su función, es que depende de lo material y no tiene mucho margen para la innovación.

Sabio: miembro del Senado y/o Corte, encargado de legislar y juzgar, que debe actuar dentro de un marco de normas establecido anteriormente. Ese marco puede ser perfeccionado, adecuado a las circunstancias cambiantes del entorno y la sociedad, pero siempre de acuerdo a las propias normas ya pautadas para realizarlo. A diferencia del profeta que es escogido por Dios, y del sacerdote que es por linaje, el sabio encuentra en su propio desarrollo y cualidades su estatus.

Rey: el encargado de administrar el país, juzgar más allá de las atribuciones del Senado/Corte, atento a las necesidades de su pueblo. Los tres funcionarios anteriormente citados participaban de manera habitual asesorándolo, pero en última instancia era él quien debía hacerse cargo de las cuestiones cotidianas y mantener el estado en paz.

Levita: encargado de asistir a los sacerdotes en las actividades del Templo, pero también maestros de Torá (escrita), sus difusores y esclarecedores básicos, quienes estaban en contacto más constante y directo con el pueblo, al cual guiaban y educaban de acuerdo a la Enseñanza Divina.

¿Cómo estas figuras sirven para simbolizar tu propia estructura multidimensional?
¿Qué podrías aprender de ello para mejorar tu existencia?
¿Te habías dado cuenta de esto antes de esta enseñanza?

¿Hay algo malo en ti/mí?

Quien construye SHALOM seriamente, en todo momento, ¿es capaz de ver algo malo en los demás?
El haber alcanzado un cierto estado de armonía multidimensional, orientado desde el plano espiritual, ¿impide reconocer las malas acciones que las personas ejecutan?

Humildemente considero que es todo lo contrario, y abunda el TANAJ de buenos ejemplos demostrando mi parecer (toma cualquier profeta, estúdialo, ya está el punto demostrado).
El constructor de SHALOM no nubla su intelecto ni se esconde detrás de excusas.
No justifica el mal, porque no quiere ni puede ser cómplice de ello.
No cacarea desde el facilísimo, slogans como “todo es para bien”, “detrás de todo mal hay una semilla de bien”, “es un camino largo y difícil para que brote el bien”, aunque quizás alguna de estas ideas tengan un núcleo de verdad, no por ello se cumplen a rajatabla en todo momento.

El constructor de SHALOM denuncia lo malo, señala el error, exige el cambio hacia lo positivo, lucha con esfuerzo y bondad para extirpar el mal y así liberar al “malo”.
Ve lo negativo en lo demás, porque está alerta a ver lo negativo en sí mismo.
No delira creyéndose sobrenatural, con poderes mágicos, que le hacen incorruptible y perfecto; sino que admite su debilidad, pero no sucumbe a los cantos de falso éxito del EGO.

Usa el espejo de los otros para verse a sí mismo, y trata de ser un buen modelo para espejar a los demás.

Y no deja de ayudar a que el malo deje de serlo, porque la naturaleza humana NO es mala, nuestro “corazón” ES bueno.
Por eso existe la TESHUVÁ, incluso para aquel que no comete pecados.
Porque somos NESHAMÁ, hagamos lo que hagamos.

A no confundir misericordia (justicia teñida por bondad) con justificar el mal.
A no pretender dictar clases de moral cuando con ellas se tapa lo que no debe ser.
A no asociarse al caos, sino mejor construir SHALOM en todo momento.

Un buen plan de vida

Vive construyendo SHALOM, a través de la conducta buena y justa.
En tus sentimientos, pensamientos, palabras y acciones concretas; para contigo, para con el prójimo, para con el universo, para lo que está por fuera de él.
Que sea siempre de construcción de SHALOM.

Existen los mandamientos que el Eterno nos ha dado para ayudarnos en esta tarea.
Él entregó a los gentiles, a la humanidad, Siete Mandamientos para que cada uno los conozca y cumpla. Ese, y no otro, es el camino espiritual para el gentil, el cual le lleva a conducirse bajo la brújula sagrada del Eterno en todo momento.
A los judíos Dios entregó la Torá, escrita y oral, con sus 613 mandamientos y multitud de reglas que se derivan de ellos. Constituye este el camino espiritual propio para los judíos, ya que así Dios ha determinado que sea. NO ES el camino para los gentiles, aunque tenga muchísimas conductas benéficas las cuales el gentil puede aprovechar e incorporar a su nutrición espiritual cotidiana. Pero, a no confundir el permiso para sumar conductas provechosas en la práctica, a llenarse de costumbres ajenas, vivir de forma ritual e inapropiada, convertirse en una mala copia de lo que se cree que es lo judío despreciando así en alto grado la belleza, pureza y perfección del noajismo con sus Siete Mandamientos.

Quien vive plenamente, construyendo SHALOM, no tiene asegurado ningún buen pasar en este mundo, ni cuenta con un escudo mágico protector, ni existen ensalmos u objetos maravillosos que evitan las desgracias y malos momentos.
No, ni un salmo, ni una mezuzá, ni una bendición rabínica, ni repetir lemas del Zohar, ni adoctrinarse en esoterismo nos pone por encima de las dificultades que atraviesa cualquier ser en este mundo.

Es precisamente por esto que la construcción de SHALOM es un pilar fundamental.
Porque nos permite encarar las circunstancias de la vida de una manera realmente optimista, confiada, segura, noble, responsivamente saludable, proactiva. 
Porque nos endulza aun en el momento del trago amargo.
Porque nos fortalece aunque estemos naufragando en la vulnerabilidad.
Porque nos acompaña hasta en el vacío más solitario.
Construir SHALOM es el remedio, es el sentido, es la tarea.

Entonces, con ese ánimo curtido por la experiencia y dulcificado por la construcción de SHALOM, podemos ser notablemente humildes, en su verdadero sentido y no en la parodia religiosa del mismo.
Tener conciencia de nuestras virtudes y defectos, reconocer nuestros errores y aciertos, admitir nuestro fracaso sin por ello abandonar la carrera por el éxito.
Saber nuestro lugar y aprovechar al máximo lo que está a nuestro alcance para vivir en satisfacción saludable.

Así, con humildad tratamos de encontrar sentido en todo lo que le pasa en la vida, en las buenas y en las malas.
Si descubrimos algo que nos perturba y perjudica y está a nuestro alcance modificarlo, podremos hacer lo posible por cambiarlo.
Si prometimos algo, seremos nobles como para cumplirlo.
Si nos hemos desviado, tendremos la dignidad como para corregir el rumbo, retornar a la buena senda, y tratar de corregir y reparar lo que hemos dañado.
Si estamos en lo correcto, aunque el mundo se oponga, igualmente seguiremos firmes, con respeto, con aprecio, con valor sosteniendo nuestra posición; pero sin miedo a cambiarla cuando advirtamos que nos equivocamos o ya no es sostenible.
Atentos a la TESHUVÁ, la propia y la del prójimo.
Dispuestos a dejar fluir, sin tormentos ni reproches estériles, cuando las cosas no estén bajo nuestro control.
En resumen, construir SHALOM en todo momento, para ser estables y para cambiar, pero siempre intentando aproximar nuestra vivencia terrena a la imagen perfecta de nuestra NESHAMÁ eterna.

¿Precisamos para ellos objetos simbólicos, rituales, festivales, congregaciones, prédicas encendidas?
Puede que algunas personas anden necesitadas de algún bastón, porque no tienen la fuerza para sostenerse y avanzar por sí mismos.

Clave de DO

Por supuesto que es bueno estar consciente de nuestras acciones,
atender con cuidado a lo que haremos,
ser responsable por los actos pasados,
cumplir con nuestra palabra,
corregir lo que hemos estropeado,
en resumen, ser una persona plenamente presente, aquí y ahora.
Multidimensional, armoniosa, completa, en SHALOM y construyéndolo indefinidamente.

Pero, cuando nos pasamos observándonos,
analizando nuestros actos,
prestando obsesiva atención a los hechos que nos acontecen,
girando una y otra vez alrededor de las vicisitudes del Yo Vivido,
algo fundamental y trascendente estamos dejando de lado.

¡Ocupémonos de algo distinto a los afanes del Yo Vivido!
Ayudemos bondadosamente al prójimo,
colaboremos con el necesitado,
estudiemos por el placer de hacerlo,
amemos sin esperar nada a cambio,
hagamos ese pequeño acto solidario que puede resultar enorme para quien lo recibe,
estimulemos el avance positivo del prójimo,
cumplamos con nuestros deberes (espirituales) sin aguardar la retribución, sea ésta justa o no,
pasemos tiempo de valor con la familia,
desarrollemos nuestros potenciales afirmativos,
disfrutemos en este momento de lo permitido sin complicarnos con complejos cálculos y ecuaciones,
hay tanto que nos trasciende y al mismo tiempo depende de nosotros.

Tanto que nos conecta con nuestro Yo Esencial y con el Yo Auténtico,
que nos pone en relación afectuosa y efectiva con el prójimo,
que nos permite descorrer un poco los velos que ocultan la LUZ de la NESHAMÁ,
que nos hace sentir la Presencia Divina en todo lo creado, por supuesto en nosotros también,
que nos aparta de la obsesiva mirada recurrente sobre el EGO.
Tanto que hay por disfrutar y por hacer,
pero que no lo percibimos a causa de la pereza o del temor o de la definida esclavitud al EGO.

Trascendemos cuando ya no estamos mirando nuestro ombligo, ni esperando llenar nuestro vacío.
Somos auténticamente nosotros cuando nos desprendemos de infinidad de máscaras para encontrar el camino a uno mismo.

Cháchara seudo espiritual

Alguien publicó este párrafo en una red social, lo compartía como si fuera un extracto de sabiduría celestial, una especie de código superior de vida: “el justo sabe con humildad que el es responsable de todo lo que le pasa, así que cambia, crece y es capaz de enseñar a los demás de su experiencia.“

¡No estoy de acuerdo en lo más mínimo!

Se pretende inculcar la idea de que todo lo que te pasa depende exclusivamente de ti.
Relee: “él es responsable de TODO lo que le pasa”.
¿En serio?
¿De verdad?
¿Así que todo lo que pasa en tu vida depende de ti y tú eres el responsable de TODO lo que acontece en tu existencia?
Vamos, pensemos juntos un instante… ¿tiene algún valor esta afirmación?
¿Acaso somos los dueños del poder universal para que todo lo que nos acontece dependa de nuestra responsabilidad?
Este pensamiento seudo espiritual tiene todo el aspecto de la fantasía producida por el EGO, que nos hace creer más que vencedores aunque estamos hundidos en impotencia; directores de una orquesta universal que toca de acuerdo a nuestro pensamiento “positivo”; amos de dioses que están para servirnos si llegamos a un determinado pactito con ellos.
¿Es esta la idea sagrada de la Tradición leal al Eterno?

De acuerdo a este planteo extraño, se deberá proclamar inmediatamente qué liberen a todos los condenados de las prisiones, pues ellos son inocentes de sus crímenes, porque han sido utensilios manipulados por la voluntad del “justo que sabe con humildad que es responsable de todo lo que le pasa”.
¿Entiendes?
El criminal no es culpable de nada, porque solamente “el justo es responsable de todo lo que le pasa”.
Así, la mujer violada no es responsable de la depravación del malvado; ¡ella lo obligó de alguna manera mística a que el pobre inocente criminal la abusara!
El niño obligado a mendigar y rebuscar en la basura, ¡es culpable de su estado lastimoso y amargo! Los mayores que lo someten a esa vida deprivada son inocentes por completos. Porque, el justo sabe que es culpable de todo lo que le pasa… ¿no?
La pobre viejita a la que asaltaron brutalmente en la calle para robarle sus pocos pesos de jubilación, ¡es responsable de su calamidad y lesiones! El atorrante motoquero es una víctima de la sociedad injusta, es un pobre tipo sin ninguna responsabilidad, ¿cómo alguien se atreve a acusarlo de algo?

Sí, a veces nuestras acciones nos llevan a meternos en situaciones muy malas; en ocasiones de algo se nos puede acusar y se nos encantará responsables. Por supuesto que es así.
Pero… ¿de todo lo que nos pasa?
¡Esa exageración es nociva!

Creo que no vale la pena seguir con ejemplos para reconocer el disparate enfermizo de la frase que estamos analizando.
¿En qué mente confundida y corazón oscuro se puede excusar al malvado para acusar y apenar a la víctima de esta manera?
¿Así es como debe pensar, sentir, hablar, proceder alguien bueno y justo?
¡Cuánta injusticia y falta de misericordia existe en esta frase supuestamente sabia y espiritual!
¡Mucho cuidado por favor, mucho cuidado!

Humildemente, es mi parecer y he tratado de demostrarlo.
Si trabajamos para desbloquear el pasaje de la LUZ de la NESHAMÁ, podemos organizar nuestros pensamientos, equilibrar nuestros sentimientos, armonizar nuestras dimensiones, y darnos cuenta de la falsedad de esta frase que analizamos, así como sus perjudiciales implicancias.

Te propongo una frase alternativa, a disposición para ser criticada, destrozada, vapuleada, o evaluada y considerada positiva y por tanto compartida: “quien vive construyendo SHALOM, con humildad trata de encontrar sentido en todo lo que le pasa en la vida, así trata de modificar lo que está a su alcance y debe ser cambiado; se hace responsable de sus acciones e intenta corregir, por medio de TESHUVÁ, en lo que se ha desviado de la senda correcta; deja fluir lo que está fuera de su control; de cualquier forma cambia para estar más próximo a su NESHAMÁ, por ello crece y sirve de modelo para todo aquel que está dispuesto a tomarlo como tal.“

¿Quién te cura?

El EGO está para salvarnos cuando estamos en estado de real indefensión, pero nos habituamos desde pequeñitos a su modo de trabajo y entonces lo aceptamos como rey en lugar de mantenerlo como un siervo útil como último recurso.
Esta confusión de roles nos lleva a vivir una vida ilusoria.
Por esto, sufrimos, nos amargamos, luchamos inútilmente, tenemos dioses, somos religiosos, manipulamos, somos violentos, mentimos, nos negamos a crecer, obstaculizamos nuestra conexión con el Uno y Único Dios, perturbamos nuestra vida, perjudicamos nuestro lazo con el prójimo y tantas otras cosas más que son lisa y sencillamente signos y síntomas de nuestra enfermedad.

Es calamitoso, porque estando enfermos ni siquiera tomamos conciencia de nuestra situación, somos ignorantes de nuestro mal, y por tanto difícilmente hagamos lo necesario para ser felices, fuertes, benditos, de bendición, sanos.
Como el mal que nos corrompe es un hecho, no es imaginario, estamos de continuo enmascarando los síntomas. Debemos hacer de cuenta de que todo está bien. O achacar culpas. O encontrar chivos expiatorios. O justificarnos para mantenernos en nuestra celdita mental, en esa zonita de confort que es espantosa pero que conocemos y nos da cierta estabilidad.
Inventamos excusas para seguir enfermos, ¡si hasta declaramos impíos, pecadores, locos, enfermos, herejes a los que tienen un rayito de conciencia y despiertan a sus miserias para emprender aunque sea un poquito el camino de la espiritualidad!

Pero, el enfermo se aferra a su malestar como si fuera precioso. Se fanatiza aún más en su religión. Anda por el mundo haciendo de misionero, sea con modales amables o con cruzadas sangrientas y crueles. Todo vale para el enfermo con tal de mantenerse acurrucado en su cloaca a la que llama “salvación”. Tiene tanto miedo. Es tan esclavo del EGO, al que adora como un dios. Está tan derrotado y carcomido por esa pestilencia que le cuesta aceptar que tiene oportunidad de liberarse y sanar.

A veces es necesario que lo muevan un poquito, con dulzura pero severidad, para que se dé cuenta como se está hundiendo más y más en la enfermedad.
Por ahí, quien sabe, pueda abrir un poquito un ojo y darse cuenta de lo terrible de su estado de exilio espiritual, de decadencia multidimensional, de lejanía del camino de la NESHAMá.
¿Quién lo puede saber?
Tal vez el amoroso zarandeo fuertecito pueda ayudarle a romper alguno de los eslabones que lo tienen atado al EGO. Son eslabones tan frágiles, pero al mismo tiempo tan duros.
Pero, es posible.
¡Claro que es posible!

Pero, salir de la celdita mental, curar de la enfermedad terrible, solamente lo puede hacer cada uno por sí mismo.

¿Faraón o Moshé?

Podemos llevar una vida pretendiendo mantener una seguridad ilusoria, como si fuéramos rocas firmes y estables; imaginar que poseemos el control total y negar infantilmente (o de manera enfermiza) cuando la realidad nos golpee en nuestra impotencia. Como cuando te atreves a criticar, aunque sea levemente, alguna cosilla de un niño o jovencito, que de inmediato se arma un altercado impresionante, una ráfaga de violencia e incomprensión. O, la ira se esconde, se la traga y pasa a ser violencia interna, que carcome desde el interior, que va consumiendo a la persona.
Así nos llenamos de ira, respondemos con enojo, estamos en constante huida, escapando por no atrevernos a sufrir y reconocernos en nuestra limitación. Nos cubrimos con capas de mentiras, para no someternos al cambio que nos trastornará pero finalmente resultará en una mejor calidad de vida.
Pero rechazamos el cambio liberador, porque implica admitir nuestra debilidad y la obligación de hacer cambios.
Preferimos, a sabiendas o no, atarnos al EGO, reaccionamos ante el sentimiento de impotencia con el automatismo que proviene de él. La agresión en sus variadas formas, la manipulación, el odio, la dulzura venenosa, el engaño multiforme, todo lo que es ausencia del control en un desespero por tenerlo. Porque, a mayor apego al deseo de poder y control, más nos hundimos en la desesperación.
Encarcelados en la celdita mental, rehuyendo del cambio saludable, evitando el despertador de la conciencia, dentro de las fronteras de la zonita de confort, en esa precaria comodidad de aparente invulnerabilidad. En caos, al que llamamos orden.
Enmohecidos por atarnos a lo poquito que tenemos a mano (aunque seamos ricos y físicamente fuertes), apartando lo que amenace con desatar lo que pudiera llegar a cuestionar y demoler los cimientos de nuestra patética fortaleza.
Nos hacemos fanáticos, de religiones, dioses, rituales, rezos, libros, panfletos, partidos políticos, nacionalismos, sectas, banderas, empresas, marcas, clubes, atletas, estrellas del espectáculo, ideales, creencias, imaginería, lo que fuera que nos sirva para sentirnos poderosos, protegidos, seguros a resguardo de crecer y madurar.
Encontramos o inventamos adversarios a los cuales culpar, detestar, odiar, aborrecer, humillar, avergonzar, maltratar, expulsar, aniquilar, el famoso chivo expiatorio (no el bíblico) que se usa como la excusa para embrutecernos, perder la cordura, realizar cualquier acto aberrante pero en apariencia justificado. Porque, hacemos notar que es ese enemigo el motivo de nuestro sufrimiento, el que nos obliga a una vida detestable. Ponemos así por fuera de nosotros el mal, para castigarlo y tratar de seguir impunes, en la ilusoria seguridad, libres de tener que cambiar y dejar de lado nuestra endeble vida amurallada.
Porque el EGO se regodea con lo poquito que tiene y conoce, en tanto quiere recibir más y más, ser atendido, ser satisfecho, a costa del sufrimiento y la opresión.
Recuerda al Faraón en la historia del Éxodo de Egipto; o estudia la personalidad y acciones del perverso Amán, el de la historia de Purim, entonces tendrás ejemplos de este estilo de vida fracasado, aunque rodeados de lujos materiales y con todo el poder externo al alcance.
¿Qué fue de ellos?
Y tienes a los patéticos personajes de mitos y novelas, pretendidos santos héroes salvadores o manifiestos rufianes terribles, que agotaron su incapaz vida pretendiendo un poder que les era ajeno. Emisarios de dioses y redentores, que proponían revoluciones para llevar las cosas a un mayor desorden y exilio.
O abiertos tiranos, dictadores impíos, que pisoteaban a quien pudieran con tal de mantener su cuotita de poder externo, aparente.
Son modelos de conducta negativa, de lo que podemos encontrar en cualquiera de nosotros, porque cada uno de nosotros está actuando como ellos, en mayor o menor medida. Cada uno a su escala, según sus posibilidades, manteniendo nuestra imaginada potencia a costa de no ser auténticos ni llevar una vida con sentido.

Pero, hay otra manera de vivir.
Podemos aceptar nuestro dominio escaso, reconociendo cuales son nuestras fuerzas y cuales nuestras debilidades, para entonces ser activos, responsables, cumplidores, transformadores de la realidad, optimistas y dejaremos fluir sin aferrarnos al dolor cuando lleguemos al punto de nuestra falta de poder.
Al conocer y admitir nuestra impotencia, y al no recurrir a los mecanismos del EGO para simular poder, entonces estaremos siendo realmente poderosos.
Podremos emplear el caos para que el instinto creativo lo organice y nos lleve a un grado mayor de conciencia.
Podemos conectarnos con el llamado constante de nuestra NESHAMÁ, y encontrar en su brújula ética/espiritual un aliciente para dejar la comodidad incómoda y ponernos a evolucionar seriamente pero con alegría.

¿Recuerdas cómo fueron, y son, tratados aquellos “revolucionarios” que proponen cambios reales que apuntan a adquirir un mayor y más generalizado estado de bien y justicia?
Los profetas de Israel suelen ser el mejor ejemplo de estos enviados del compromiso con la vida, los que atienen al llamado ético/espiritual.
El más grande de ellos, Moshé, si estudias sus conflictos, sus obras, entonces estarás viendo a lo que se enfrenta alguien que propone llevar una vida pentadimensional, auténtica, no adoctrinada por el EGO ni esclavizada a él.