En muchas ocasiones hemos estudiado acerca de la Comunicación Auténtica, vimos su importancia fundamental, la necesidad de conocerla y emplearla.
Trataré no repetir en este breve artículo lo ya trabajado, sino que prefiero aportar algunos nuevos datos que podrían serte de utilidad. Creo que sería oportuno y necesario que buscaras en este hogar y leyeras los textos al respecto.
Cuando estamos intentando comunicar cualquier idea para convertirla en mensaje debe sortear numerosos filtros, por lo que suele ir cobrando otro sentido, en ocasiones se va diluyendo hasta transformarse en otra cosa e incluso en lo contrario.
Suele recorrer las instancias que forman nuestra pentadimensionalidad y modificarse para estar en consonancia y tener “permiso” de seguir avanzando.
Veamos.
Nos surge una idea, o pensamiento, o intuición, u opinión, o invención; para sintetizar las llamaremos simplemente “idea”.
Ésta debe obtener la suficiente definición y forma como para que pueda ser aprehensible por nosotros mismos; porque de no serlo, pasará como una nebulosa ráfaga, un rayo que cruza nuestra conciencia y que incluso podría pasar por completo desapercibida de tan veloz y falta de delimitación. Por día nos surcan miles, sino millones de estas ideas. Con algunas nos enroscamos, quedamos pegados, les damos vueltas, las rumiamos y por lo general no suelen ser las que nos permiten crecer y ser más felices y complacidos, sino aquellas que nos dejan en estado/sentimiento de impotencia, que nos desgastan, que consumen energía que pudiera ser dedicada a la construcción de una realidad mejor.
Como te decía, la idea debe adquirir una forma accesible y comprensible por nuestra conciencia, dejar el caos amorfo para ser una idea concreta, aunque quizás no del todo establecida en cada uno de sus detalles.
Cuanta mayor claridad de pensamiento, mayor conocimiento, más sabiduría, mejor entrenamiento en el arte/ciencia del pensamiento, y menos secuestro de la mente por parte del EGO soportemos, entonces estaremos capacitados para desarrollar ideas estupendas, de acuerdo a nuestras capacidades y potenciales. Pero, las ideas no solo nacen o surgen de la dimensión mental, en ocasiones son concebidas en otras de nuestras dimensiones, no como ideas sino como mociones de energía que se convierten en una idea.
La idea no siempre adquiere sonido, estructura lingüística, pero si queremos que siga su curso por lo general deberá pasar el filtro social.
Así, no solamente será encajonadas dentro de una determinada lengua y uso de la misma, sino que probablemente deberá amoldarse para ser aceptable dentro del grupo de referencia y/o pertenencia.
Porque, no toda idea puede ser expresada, ni es admitida explícitamente por el grupo.
Así, la idea se maquillará, se disfrazará, cambiará para no ser rechazada, por lo cual es evaluada previamente, sopesada, comparada, juzgada y declara culpable en lo que pudiera resultar molesto. A no ser que se pretenda incordiar, la idea suele ser transformada. Y en ocasiones es cambiada precisamente para ser dañina.
Además, estudios de lenguajes han demostrado que la lengua puede determinar las percepciones, estructurar nuestra forma de percibir el mundo. Así como nos enseñan a nombrar las cosas, o a no hacerlo, pasamos a darnos cuenta de la existencia. Sea en las cosas que nos pasan en el mundo compartido, así como en nuestro mundo interno, de los afectos y sensaciones.
La idea ya se ha acomodado a un idioma y a ser aceptable para compartir con el grupo, pero debe pasar por otro filtro, el emocional.
Aquí los factores que operan por lo general se quedan en las sombras, provocando reacciones sin aparecer a la vista o en escena.
Si la mente no ha estado secuestrada por el EGO, igualmente al atravesar la dimensión emocional será zarandeada por infinidad de cuestiones del pasado, escondidas, acechando, que no se nombran, que incluso hasta pueden no ser sentidas conscientemente. Así, por ejemplo, unas palabras de felicitación son dichas con un tono de reprobación, o de evidente envidia.
En otras, las emociones están a flor de piel y toman el control abiertamente, o de manera poco disimulada. Entonces, cuando una idea viene aprobada por lo social, de pronto se convierte en una afrenta, en un motivo de enojo.
La dimensión espiritual orienta hacia el Bien, aspira a que toda nuestra existencia esté en armonía interna y externa.
Nos alumbra, en tanto no hayamos bloqueado a su alrededor su LUZ. Con su influjo se disiparían las amarguras, conflictos, rencillas, malestares, acciones incorrectas, es decir, todo lo que aparta del Bien. Pero, las manchas a causa de nuestras acciones incorrectas perturban el pasaje de su LUZ, dejándonos en semi penumbras, en capacidad para desplegar nuestro libre albedrío (capacidad para elegir libremente entre lo que es bueno y lo que no lo es).
El cuerpo se expresa, sea hablando, o con gestos, o con sonidos, o con textos, o con posturas, o con silencios, o con afecciones somáticas, o con movimientos. Cuando la idea es manifestada, probablemente está a una enorme distancia de lo que fue en su origen.
Sí, el cuerpo tiene también sus propios mecanismos de expresión, algunos de los cuales pueden estar al servicio de las otras dimensiones, otros son autónomos de nuestra voluntad, o sentimientos o mandatos.
Esto que venimos señalando como instancias consecutivas, como separadas y claramente distinguibles unas de otras, en los hechos se dan simultáneamente, en una milésima de segundo cada una de las dimensiones establece sus pautas, modifica, ordena, desorganiza, cancela, habilita, prohíbe, veta, admite, etc.
La imagen que acompaña este texto es una representación de la Torre de Babel, ¿te das cuenta por qué la escogí?
Es un tema muy importante, pero al mismo tiempo muy complejo.
Sería muy bueno si tú pudieras pensar ejemplos concretos y ver cómo se van dando estos filtros para comprobar su existencia, al mismo tiempo de ir adquiriendo conciencia y quizás aprendiendo a que predomine lo que construye SHALOM y no lo que lo interrumpe. Te agradezco si quieres compartir tus ejemplos, ideas, comentarios, dudas, al respecto aquí mismo.