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El consejo diario 422

Está de moda la creencia de que el pensamiento positivo todo lo arregla,
esto no es pensamiento positivo,
ni es sinónimo a optimismo,
y por supuesto que no tiene base en la Torá.
De hecho, tampoco se podría decir que es pensamiento,
sino simple repetición de un lema fantástico.

Es solamente una ilusión del EGO
para generar la parálisis de la razón,
el cáncer de la justicia,
la falsificación de la verdad.

Es una peligrosa la fantasía de controlar lo incontrolable,
de manipular al cosmos y hasta al mismo Creador.
¿Puede haber algo más perjudicial?

El genuino optimista mantiene sus pies firmes en la tierra, mientras su cabeza imagina, crea, analiza, coteja, evalúa, confía, reza.
En medio, está el cuerpo entero dedicado a la acción necesaria y modificadora de la realidad.
Con esperanzas sustentadas en hechos,
con deseos limitados por la experiencia,
con la actividad constructora de shalom sin pausa.

El consejo: evita las fantasías de dominación, para obtener una claridad del pensamiento que te lleve a la acción positiva.

Reclamo de amor

No estamos interesados en la verdad, ni en la justicia, ni en establecer shalom;
en el fondo (o más arriba) todos estamos pidiendo que nos quieran.
Que una madre esté atenta, que nos alce en brazos, que nos mime, que nos cobije y nos diga cuanto nos quiera solamente por ser quien somos.
Que un padre nos proteja, nos sostenga, nos aliente, nos dé una palmadita de confianza, y hasta una nalgada para enderezarnos, que también nos quiera y por ello nos corrige.
Ser alguien para algún alguien.

Entonces, viene el pastor, el gurú, el político, el jefe de la manada, el referente y no nos interesa que tan sabio sea, ni cuanto conozca de su libro revelado, ni cuanta verdad haya en sus palabras y gestos, tampoco estamos tan atraídos por la mística en sí misma, ni tan siquiera por milagros o apariencia de tales. Solo queremos que nos quieran.
Que el rabino, o el “padre”, esté allí para nosotros. Que nos conozca. Que nos pregunte de nuestra vida. Que nos diga alguna palabra alentadora. Que nos consuele. A veces que diga algo interesante y con contenido. Pero siempre, siempre que sea una presencia querendona, que destile amor, aunque sea solo para cumplir su labor profesional.

Así, el brillante maestro, el inteligente consejero, el listo psicólogo, el educado ministro espiritual, el experiente líder del grupo, de poco vale si no aporta ese carisma especial, que poco y nadie tiene que ver con dotes intelectuales, habilidades sociales, sino solamente con estar ahí para que la persona se sienta satisfecha, como el niño aupado a la madre luego de saciarse con su leche.

Desde el pequeñito al anciano, hasta el que está con un pie ya entrando a la tumba, lo que se anhela es esa mano firme, ese seno acariciante, esa aura de protección y cuidado, esa magia inconfesable de ser hijo de una madre (un padre) que atiende y concede su presencia activa.

Cuando este “secreto” está en manos de los manipuladores (de toda calaña, religiosos, políticos, mercantiles, sindicales, grupales, etc.),
sea porque están conscientes de él, o simplemente porque lo emplean sin mucha teorización detrás,
podemos comprobar cómo caen masas de ovejas que se fidelizan a su pastor.
Se congregan en torno a esa imagen de solvencia, que es un remplazo para esa madre (padre) añorada desde las entrañas.
Puede ser el guía más obtuso, el que les inyecta venenos de todo tipo, el que les quita sus pertenencias y sueños, el que poco ayuda a mejorar sus vidas en la realidad; pero, sigue siendo el que les provee de esa magia que desde lo profundo les succiona la existencia. Así ha sido, y sigue siendo. Cuando vemos con detenimiento las figuras clásicas que congregan gente a su alrededor, nos encontramos con este estereotipo. Desde el curita de la cuadra, hasta el dictador enloquecido pero amado por las masas. Desde el nuevo gurú cabalistero, hasta el maestrito ignorante pero poblado de discípulos. Desde el rabino que convoca multitudes aunque su profundidad halájica y conceptual es escasa, hasta el demagogo que ofrece más de la misma miseria pero no pierde una elección. Es gente muy hábil en esto de aparecer como figura de “amor”, que está presente en las cosas de la vida de sus seguidores, aunque probablemente en los hechos no tenga ninguna efectividad. Pero está, conoce por el nombre, pregunta por la esposa, se acuerda del aniversario, le dice la palabrita cursi pero esperada, se vende como el ser especial que te ama y tú lo compras.

Queremos que nos quieran, lo que nos conduce por caminos no siempre luminosos y de crecimiento.

Por supuesto, si conoces nuestras enseñanzas, habrás descubierto al EGO también detrás de esto.
Lo sabemos.

Y ahora me dirijo especialmente a los líderes actuales y futuros de FULVIDA, y sus ramificaciones. Es una exhortación apta para todos, pero dirigida personalmente a cada uno de ellos.
Resulta imprescindible educarnos para ser esa persona amorosa, atenta, que se ocupa por la gente que está a nuestro alrededor. Para fortalecer nuestras comunidades, hacer que los grupos a los que pertenecemos o lideramos no se pierdan detrás de cantos de sirenas asesinas que llevan a la muerte pero ofrecen la atención que el niñito lastimado y necesitado está llorando por recibir.
Eduquémonos también para ser complacientes, a la par que firmes, no dejemos solamente llevarnos por elaboraciones intelectuales, por estudios elevados, por aspiraciones de mundos ideales; seamos constructores de shalom en los hechos cotidianos, con acciones de bien Y justicia. Y, si el niñito (aunque tenga 90 años) está precisando de esa mística de la atención, ofrezcámosla con sinceridad, aunque nos cueste actuar de esa forma. Aprendamos a hacerlo. Tendremos mucha precaución de no actuar como manipuladores, no aprovecharnos del poder que implica ser esa figura que atiende; estaremos preparados para no ser usurpadores ni personificaciones del EGO. Andaremos con cuidado para no ser sometidos por las trampas del EGO, nuestro y del otro.
Pero, trataremos de dar esa comprensión, ese llamado telefónico, esa pregunta por la familia, ese abrazo, ese no sé qué que está esperando el otro, y no tanto el inteligente refrán o el sabio consejo metafísico.

Atiendo a tus comentarios.

Mucho miedo

Está escrito:

«Entonces Iaacov [Jacob] tuvo mucho temor y se angustió.»
(Bereshit / Génesis 32:8)

Habla con el Eterno, y en un momento Le dice:

«Rescátame, Te lo ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esav [Esaú], porque le temo. No sea que venga y me mate, madre junto con hijos.»
(Bereshit / Génesis 32:12)

Enseñamos en varias oportunidades que todos los miedos se reducen a uno solo: “el no poder”.
Éste se ramifica en cinco, por cada uno de los planos de existencia del Hombre:

  • No poder físico: enfermedad, incapacidad, discapacidad, defecto, lesión, miseria, muerte.
  • No poder emocional: soledad, abandono, rechazo, angustia.
  • No poder social: anonimato, fracaso, pobreza, ridículo, escarnio.
  • No poder mental: confusión, ignorancia, error, locura, demencia.
  • No poder espiritual: no tener certeza de lo que nos trasciende.

El miedo es normal, es natural. Es una señal de alarma, que nos lleva a actuar o precaución, para no encontrarnos de pronto en situaciones lamentables que podrían haber sido evitadas o minimizadas con la debida atención.
Todos tenemos más o menos cada uno de ellos, con mayor o menor consciencia de su presencia, pero el miedo siempre está allí. Aunque algunas personas muy entrenadas en doblegar al EGO tengan mayor capacidad de resistirlo, no es lo habitual.
No debemos ver el miedo como una debilidad especial, un estado alterado, alguna cuestión pecaminosa, defecto emocional, o algo parecido. Es una alarma, y como tal debemos usarla.

Pero, el EGO se aprovecha del miedo y lo transforma en un factor paralizante, para dejarnos desvalidos, en impotencia, a su merced.
Llegamos a tener miedo de aquello que es irrelevante, de cosas inexistentes, de creencias, de fantasías, de lo que no produce malestar real alguno. Hasta tenemos miedo de tener miedo.
Hábil el EGO para usar las herramientas positivas en sentido contrario, para dañar y someter a su esclavitud. Como ocurre con él mismo, que es un recurso natural que contamos para situaciones de extrema necesidad e impotencia, y que sin embargo se desfasa y ocupa lugares que no le corresponden, se activa en situaciones que no le competen, terminando por asumir un rol de conducción que le es ajeno y provoca conflictos, malestar, amargura e infinidad de otros pesares.
Cuando el miedo atormenta, más allá de su función específica, es que suele aparecer el EGO como presunto salvador, nos ofrece alguno de sus trucos para rescatarnos quedando así nosotros como sus deudores, y el precio para cancelar la deuda es nuestra libertad.
Ante el miedo gritamos, lloramos, pataleamos y/o nos desconectamos de la realidad (con cualquiera de sus variantes y derivados). Tal cual acontece cuando el EGO comanda y nos sentimos en impotencia. Quizás alguna de estas reacciones nos libere de una situación incómoda, nos espante el miedo por un rato, nos sintamos en control… pero claro, es solamente una ilusión de poder, algo pasajero que solamente nos retiene en nuestra celdita mental.

Vayamos al ejemplo con el que comenzamos este encuentro.
El patriarca Iaacov podría tener motivos para temer.
Su hermano era un bravucón que venía acompañado por 400 muchachotes. Él había prometido matarlo. Era conocido por su violencia y falta de límites. Y Iaacov venía con su familia, con pequeños, con animales, probablemente en desventaja numérica y estratégica.
Por otra parte, el Eterno le había prometido protección, por lo cual debiera haber encontrado manera de encaminar el miedo hacia una actividad proactiva.
Pero, el miedo le estaba atormentando. Se sentía en franca desventaja, en camino a su demolición.

De acuerdo a la Tradición el patriarca Iaacov se preparó para el encuentro que tanto miedo le generaba de tres maneras:

  • Rezó al Eterno.
  • Envío regalos para apaciguar a su hermano.
  • Se preparó para la guerra contra su hermano.

Como primer respuesta está el construir shalom, con acciones de bondad y justicia.
Rezar, por supuesto, pero sin dejar de hacer lo que es necesario en los otros planos para establecer la armonía y el entendimiento. Porque El Eterno no nos puso en este mundo para que Él nos haga los favores a cambio de rezos.
En caso de que el camino de la concordia no funcione, porque de la otra parte se insiste en la destrucción, en el caos, en el mal; el constructor de shalom NO ES un pacifista que vive en una turbia nube de falsa paz, que reniega de los derechos y la justicia. Sino que como verdadero pacifista está preparado para hacer valer la ley incluso a través del uso de la fuerza. Dentro de los límites necesarios, con una conducta ética, sin moverse con el afán de conquistar o destruir, sino para que reine el bien y la justica.

Optimistas y otros que no lo son

Se dicen muchas cosas, entre las que se dicen está algo parecido a esto:

Optimismo: “Tendencia a ver y juzgar las cosas considerando que el mal no existe, que es una ilusión”.

Pesimismo: “Tendencia a ver las cosas positivas como si fueran desfavorables y negativas”.

Pero, ¿qué dice la definición del diccionario (Espasa-Calpe del 2005)?

Optimismo: “Tendencia a ver y juzgar las cosas considerando su aspecto más favorable”.

Pesimismo: “Tendencia a ver las cosas en su aspecto más desfavorable y negativo”.

¿Resulta que lo que la gente cree o supone, no siempre tiene coincidencia con lo que el lenguaje reseña?
A veces, podemos usar una palabra con un concepto diferente al habitual, siempre y cuando tengamos fundamento para ello.
Pero, en infinidad de ocasiones notamos que la gente (tú y yo también) emplea conceptos de manera difusa, o decididamente errónea.

Ponte a considerar qué entiendes tú en algunas palabras, desde las simples y cotidianas, hasta las que pudieran ser más abstractas y reservadas a determinadas situaciones.
Es un ejercicio interesante, cuando tengas interés y tiempo, te invito a que lo hagas.
Escribe una lista de palabras y junto a ellas lo que tú entiendes que significan. Luego busca en el diccionario y compara.
Si quieres, nos compartes lo que encuentres.

Ahora, volviendo a lo de optimismo y pesimismo.

Se dicen muchas cosas, la cuestión es encontrar cuanto de verdad hay en ellas.

Ser pesimista es ver el mal como lo que es: mal.
Es aceptar que lo malo es malo. De acuerdo al parámetro dado por el Eterno, y que es objetivo. O de acuerdo a lo que nos apesadumbra en lo personal, el mal como un sentir subjetivo y plenamente válido.
Porque el mal es un hecho que existe. Sea como negación del bien. Como falta de bien. Como daño. Como confusión. Como lo que fuera. El mal es una presencia habitual en nuestras vidas.
Será solamente en el plano pasajero, terrenal. Pero allí está.
Podremos racionalizarlo, encontrarlo disculpas, hasta inventar que esconde un bien, aunque nunca lleguemos a percibirlo sinceramente.
Podremos elaborar bonitas teorías “religiosas, que no son espirituales, negando la existencia del bien, o suponiendo que lo que consideramos malo es solamente una puerta, a algo bueno.
Podemos fantasear tranquilamente y vivir felices en la nube que dibujamos. ¿Por qué no?
Pero, lo cierto es que el Padre Celestial ha dicho que el mal existe, y debemos hacer algo para que no dañe. Lo mejor es transformarlo en bien. A través de una actividad movilizadora, correctora, nada de fantasiosa o mística. Concreta. Sincera.
Y cuando no tenemos poder para sublimar el mal, siempre tenemos el encontrar sentido, o crearlo; pero no para negar el mal, sino para subsistir a pesar de él y que la vida siga manteniendo sentido y finalidad de construir shalom.
¿Se entiende?

Por su parte, ser optimista no quiere decir negar el mal para delirar creyendo que es bien. Eso es ser iluso, negador, ingenuo, volado, poco real.
El mal es malo, porque Dios así lo ha dicho.
Que podamos sacar alguna moraleja de un mal trance, ¡qué bueno!
Que aprendamos a que un mal paso no significa, a menudo, la catástrofe final, sino una oportunidad para crecer, ¡qué genial!
Pero, considerar que TODO es bueno, ¿en qué fuente bíblica se basa?

En verdad, al pesimista le cuesta considerar posible algo mas que algo negativo. Piensa que si algo puede salir, probablemente así será. ¿Por qué tener una esperanza positiva cuando se puede vivir en temor al percance?

En verdad, el optimista está bien afincado en este mundo, no anda volando en imaginaciones alocadas. Ejercita su mente para buscar soluciones y las implementa, y cuando no las hay, acepta la realidad sin desesperarse. No precisa de una mística negadora de los hechos, ni de asumir que lo malo es bueno, cuando evidentemente no lo es en este mundo y probablemente tampoco en otro.
Pero, usa lo malo como combustible para moverse hacia lo bueno.
En vez de concentrarse en el tropezón, encuentra el mecanismo para incorporase y ser más fuerte.
No se queda en la queja, el sentimiento de culpa, el rezongo, la fantasía mística. Construye shalom a cada rato, con acciones concretas de bien Y justicia. Así es optimista.
Así puede ir por la vida afirmando en verdad: “Todo lo que hace el Misericordioso es para bien”. Lo que hace el Misericordioso, pero NO lo que el hombre malignamente escogió realizar desde su libre albedrío. Por ahí un mal trance que proviene de la naturaleza, en el fondo es para bien. ¿Cómo saberlo ahora? ¡Sólo Dios lo sabe! Pero asegurar que TODO es para bien, es negar lo que el propio Padre Celestial ha informado.

El optimista verdadero guarda una gran diferencia con el optimista delirante, porque éste vive en un mundo irreal y dando excusas para no afrontarlo.
Será un hombre muy religioso, el optimista delirante, pero su espiritualidad está bloqueada por las murallas que ha puesto el EGO para dejarlo en impotencia, pero soñando con que posee la clave de la felicidad al afirmar que todo es para bien, incluso lo que el maligno ha causado.

Dioses robados

Laván, tío y suegro de Iaacov, le dice a éste:

«Yo tengo poder para haceros mal,
pero el Elohim de tu padre me habló anoche diciendo: ‘Ten cuidado, no hables a Iaacov [Jacob] ni bien ni mal.’
Y ya que te ibas definitivamente, porque tenías tanta nostalgia por la casa de tu padre, ¿por qué me has robado mis dioses?»
(Bereshit / Génesis 31:29-30)

Yo tengo el poder para hacerte mal, a ti y a quienes te acompañan, dijo Laván.
En el plano material, es una afirmación temeraria pero cierta.
Laván contaba con un pequeño ejército que tenía la capacidad de infligir daños corporales a Iaacov y su gente.
Además, en el plano emocional y social, no conocían de impedimentos para llevar a cabo sus deseos sanguinarios.
Y, hasta cierto punto, en el plano mental estaba todo acondicionado para ejercer su dominio.
Sí, poder tenía.
No era un bravuconcito del barrio que pretendía lo que no poseía, que hacía gala de recursos de los que carecía. De un instante al otro él podía provocar un espantoso sufrimiento a su contendiente.

Sin embargo, un poder superior (Dios) le impedía ejercerlo, porque de hacerlo, las consecuencias que soportaría serían tremendas.
Entonces, ¿en qué quedó su poder?
¿Le reportaba beneficios, o se había girado en su contra y ahora podría explotarle en las manos y dañarlo?
En los hechos, ¿era poderoso o impotente?
¿Era realmente poderoso, y por ello hablaba desde el AMOR; o era impotente y sus palabras brotaban del EGO?

Si se contenía en sus cometidos malignos, porque el Eterno así le había mandado, y encontraba el camino para vivir en paz con ello, derivando su energía hacía fines constructivos, entonces estaría ejerciendo realmente el poder. Esta es la “magia” del perdón, el arrepentimiento, la Comunicación Auténtica, el admitir la debilidad, el agradecer, el dejar fluir lo indomeñable pero controlar aquello que está bajo nuestro dominio, el disfrutar de lo permitido, en resumen: construir shalom con acciones concretas de bien Y justicia. Tanto en lo interno como en lo externo, con uno mismo y con el/lo otro. Existiendo en la senda del AMOR.

Pero, de continuar en puja entre su poder real con su impotencia real, no tendría paz, ni estaría en paz.
El conflicto lo llevaría a malgastar las energías, a responder con los instrumentos del EGO, a doblegarse o querer doblegar.

Por lo general, vivimos bajo la sombra del EGO, en conflicto entre poder e impotencia; o simplemente ahogados en impotencia sin más que chispazos de algún poder.
Esto es, en sufrimiento, en exilio, en desconexión.

¿Te suena conocido?
¿Hay algún mensaje para ti en esta enseñanza?

Otro tema.
Él ha recibido directamente el mensaje de parte del Eterno.
Dios le ha manifestado Su Voluntad y al mismo tiempo Su Presencia.
Sin embargo, el se lamenta porque cree que Iaacov le ha robado sus dioses. Esos maniquíes sin vida ni poder, pero que él adora y sirve y mantiene como sus dioses.
¿Puedes comprender esta impresionante paradoja?
Dios le ha hablado, pero él sigue aferrado a la muerte.

¿Te suena conocido?
¿Hay algún mensaje para ti en esta enseñanza?

Un Mago en Ti.

El trabajo del Mago es el engaño.

A mas grande sea el engaño , mayor es el aplauso.

Cada uno de nosotros posee un Mago (Ego) , utilizadoimagepara recibir el aplauso , aplauso de impotencia , debilidad , sufrimiento , vacio espirutual…

Como vivimos engañados , no percibimos el mal que nos hacemos al pecar.

Desconectemos ese Mago , no hay prueba del Mago que no podamos sobrepasar , aunque el Mago muestre mediante el engaño nuestra impotencia y debilidad.

Si nos creemos el truco de  la debilidad o abrimos los ojos de que somos FUERTES.

Estructura básica de CTerapia

  1. En nuestra existencia terrena nos vemos enfrentados casi de manera constante a situaciones que nos generan sentimiento de impotencia.
    También, nuestra mente suele generarlos allí en donde en principio no hay base material para ello.
    Somos seres extremadamente limitados, dependientes, que nos vemos sometidos a todo tipo de evidencias de nuestro nulo o escaso poder. Cuando no, nos inventamos esa idea y nos sumergimos entonces en la desesperación de no poder.
  2. Ante esto, recibimos la información, la interpretamos y reaccionamos (interna y/o externamente) de forma automática e inconsciente a través de dos posibles filtros: primero y ante todo el de la reacción instintiva del EGO, así como el de nuestro sistema de creencias (que está en mayor o menor medida impregnado por EGO). Algunas creencias se encuentran en la superficie de nuestra conciencia, las podemos reconocer con facilidad. Otras se han encapsulado como hábitos, que son como una segunda naturaleza en apariencia fuera de todo pensamiento.
  3. Cuando a la impotencia se responde desde el EGO o desde el sistema irracional de creencias, se entra en una espiral tóxica.
    Lo que suele ser más pesado de soportar no es la situación que inició la espiral, sino la propia lucha contra el sentimiento de impotencia, con el consiguiente y habitual fracaso por vencerlo, lo que aumenta el sentimiento de impotencia, y con ello el afán de reaccionar, etc.
    A esto se le puede añadir la reacción de la otra persona que se encuentre involucrada, sea en este momento o más adelante, directa o indirectamente.
  4. No podemos controlar la aparición de nuestros sentimientos, por tanto es normal que nos invadan aquellos originados por el EGO o por nuestro sistema de creencias.
    Sentiremos tristeza, enojo, frustración, rabia, abandono, soledad, miedo, angustia, ineptitud, parálisis, vergüenza, vanagloria, pedantería, superstición, engaño, mentira, rencor, ganas de gritar, o de romper o de golpear. Como un volcán rebosante de lava hirviente estarán rugiendo en nuestro interior estos sentimientos, listos para concretarse en palabras, acciones o pensamientos tóxicos.
  5. En vez de luchar con los sentimientos, hay que hacer el esfuerzo para detener su concreción. No permitir que se traduzcan de forma automática en acciones, palabras o se enquisten como pensamientos tóxicos (a su vez generadores de creencias tóxicas que se incluyen en el sistema de creencias). Es cuestión de controlar ese brote en el breve lapso efervescente y muchísimas veces irracional.
  6. Pasado el primer momento sin haber reaccionado concretamente, es necesario admitir que sentimos lo que hemos sentido.
    No se debe negarlo, ni rechazarlo, ni censurarlo sin más o taparlo con excusas.
    Por el contrario, es necesario admitirlo y tener la honestidad como para también admitir que es nuestro ese sentimiento y hemos sido nosotros los que lo provocamos con nuestro EGO o nuestro sistema de creencias. No echar culpas, ni buscar justificaciones, ni quedarse en la queja e incluso el auto reproche. Esto nos invalida y aprisiona más en nuestras celditas mentales.
  7. Analizar qué nos llevó a sentirnos en impotencia, identificarlo, darle un nombre, describirlo, aceptar que eso fue lo que disparó nuestro sentimiento.
    Nuevamente, no es para juzgar, ni culpar, ni disculparse, sino para tener conciencia del mecanismo que opera en nosotros y nos lleva a sentirnos en impotencia con sus consiguientes reacciones adversas (siendo que no fue funcional a rescatarnos de una situación realmente extrema, en la que es indispensable el recurso del EGO).
  8. Es posible cambiar lo que vamos a concretar, sin seguir el tren del sentimiento emanado del EGO.
    Así, si estábamos por insultar, como reacción propia del EGO, hicimos el esfuerzo por detenernos. Admitimos que íbamos a hacer eso. Admitimos que nos sentimos impotentes y los sentimientos negativos que recién pasaron. Vemos qué fue lo que disparó esto. Hacemos algo totalmente diferente, que no provenga del EGO sino del pensamiento positivo, del AMOR.
  9. A veces la reacción agresiva es necesaria, debemos hacer el esfuerzo necesario para que ésta no provenga del EGO, sino valorada y sometida a la LUZ del AMOR.
  10. Si bien el EGO, que es una función natural y normal, está en la base de nuestra irracionalidad; así como diferentes hábitos que fuimos adquiriendo/formando a través de la conducta errónea repetida; no es primordial hacer una búsqueda arqueológica del origen histórico de nuestra forma de reaccionar actual.
    Lo principal es trabajar en el aquí y ahora, pues es en el presente que seguimos reaccionando como lo hacemos. Por tanto, existen mecanismos actuales que hay que identificar para corregir.
    De nada sirve argumentar que es el EGO el causante, y dar una clase teórica magistral al respecto. Como tampoco es valioso identificar que fue X situación del pasado, que se reiteró N veces hasta formar el hábito y/o creencia.
    Lo importante es ver cómo y qué está actuando ahora, para modificarlo.
    Puede ayudar conocer la génesis de la creencia, del hábito y aprender acerca del EGO.
  11. Las creencias y los hábitos no se corrigen de manera rápida y sin esfuerzo. No hay magia ni píldoras milagrosas. Tampoco hay recetas de cocinas, las que se siguen al pie de la letra y se obtiene lo esperado.
  12. El trabajo por modificar nuestra existencia no se debe realizar como respuesta a la situación de impotencia, sino como un trabajo terapéutico, en donde se analizan los factores que provocaron la impotencia, se admiten los sentimientos, se los identifica, se debate su aptitud, se valoran acciones alternativas a las propuestas de manera automática, se ensayan, etc. Se trata de evitar el echar culpas, disculpar lo erróneo, aumentar el dominio del EGO.
    Por supuesto que es menester aprender ciertas técnicas, como la Comunicación Auténtica, por ejemplo.
    Paulatinamente se van remplazando las creencias tóxicas por pensamientos y especialmente acciones de construcción de SHALOM (acciones motivadas en la bondad Y la justicia).

Un ejemplo y ejercicio.
Llegas a la entrevista para tu primer trabajo a las 15:00, puntual, como te habían citado.
La secretaría que te atendió te ordena que te sientes y esperes.
Pasa el tiempo. Tú ves que las secretarias conversan, toman café, usan el celular, alguna salió a fumar y nadie ha llamado a la persona con la que tenías la entrevista a las 15:00.
Tu mente te dice que ellas son unas tramposas, que cobran sueldo sin trabajar, que se aprovechan de los jefes, que te están maltratando a propósito, que te desprecian, que si pudieran te hostigarían. Y la mente te dice que tú seguramente no vales mucho, que no es casualidad que te pase esto a ti, si no te llevas bien con la gente. Si no tienes novio. Si con casi treinta años este sería tu primer trabajo. Algo malo debes tener. Será algo genético, imposible de cambiar. Seguramente es culpa de tu madre, ella es una víbora, siempre agrediéndote, negándote el cariño, obligándote a cosas que no quieres pero que le sirven a ella para sentirse una reina. Tienes ganas de insultar a esas miserables mujeres, que son como tu madre, que no te tratan bien, que te agreden con su abandono. Tienes ganas de llorar. Tienes ganas de salir corriendo, como ya lo hiciste otras veces en situaciones parecidas. Tienes ganas de arrancar ese florero de la masa y lanzarlo contra la ventana. Te sientes a punto de estallar por dentro y por fuera.
Entonces, se abre la puerta que comunica con el calle y aparece un señor que se dirige derecho a una oficina interna, tras lo cual te invitan a entrar allí.
Estás descompuesta, desencajada, llena de enojo, rencor, rabia, despecho, desesperación. Entras a la oficina, el señor amablemente se disculpa por la tardanza, le habían llamado del colegio de su hijo, el niño había tenido un pequeño accidente y tuvo que ir corriendo al hospital. Ni bien pudo regresó a la oficina. Estaba apenado que no se había comunicado para avisar a las secretarias del asunto, es que se había sentido tan mareado y confundido.
Ahora, aplica lo que te he expuesto más arriba.

Todo lo que hace el Misericordioso es para bien

En el Talmud, Berajot 60b, encontramos lo siguiente:

אמר רב הונא אמר רב משום רבי מאיר וכן תנא משמיה דר’ עקיבא לעולם יהא אדם רגיל לומר כל דעביד רחמנא לטב עביד. כי הא דר’ עקיבא דהוה קאזיל באורחא, מטא לההיא מתא בעא אושפיזא לא יהבו ליה, אמר כל דעביד רחמנא לטב, אזל ובת בדברא (לן בשדה), והוה בהדיה תרנגולא וחמרא ושרגא. אתא זיקא כבייה לשרגא, אתא שונרא אכליה לתרנגולא, אתא אריה אכליה לחמרא, אמר כל דעביד רחמנא לטב. ביה בליליא אתא גייסא שבייה למתא, אמר להו לאו אמרי לכו כל מה שעושה הקב»ה הכל לטובה

Se enseña entre los sabios que Rabi Akiva predicaba que sea habitual para el hombre decirse que todo lo que hace el Misericordioso es para bien.
Como se ejemplifica con la siguiente anécdota.
Una vez Rabi Akiva estaba de viaje y al llegar a cierto pueblo buscó para alojarse pero no consiguió.
Dijo: “Todo lo que hace el Misericordioso es para bien”.
Pasó la noche a campo abierto.
Llevaba consigo un gallo (para que lo despierte), un burro y una lámpara.
Una repentina ráfaga de viento apagó la lámpara, una comadreja (o un gato) vino y se comió el gallo, un león vino y se comió el burro.
Dijo: «Todo lo que hace el Misericordioso es para bien».
Esa misma noche una banda de ladrones llegó y arrasó el pueblo (donde no pudo hospedarse).
Rabi Akiva les dijo:»¿No les había dicho que todo lo que hace el Santo, bendito sea Él, es para bien?»

A partir de esta enseñanza, podrías tú responder a lo siguiente:
1- ¿Tiene base en esta moraleja ese dicho tan difundido actualmente que dice “TODO ES PARA BIEN”?
Sea tu respuesta afirmativa o negativa, deberás fundamentarla exclusivamente con este texto.

2- ¿Cuáles son las relaciones que se encuentran en este texto con lo que estudiamos y aprendemos de la temática del EGO?
Detallarlas.

AMOR que no es amor

Es normal que ni bien llegados al mundo busquemos instintivamente que nos conforten, atiendan, sirvan a nuestras necesidades, contengan, nutran, cobijen, brinden seguridad, nos toquen, nos mimen, nos hagan sentir vivos, nos trasmitan sentido, contacten y conecten. En los primeros instantes terrenales, estamos sumergidos en una pesadilla espantosa, privados de todo poder, a merced de la impotencia más terrible y total. Dependemos casi absolutamente de la merced de algún otro que nos sostenga en vida. Por ello, contamos con un recurso natural, ubicado en la base de nuestro cerebro, que dispara señales de alarma, para atraer la atención, para movilizar al entorno para satisfacer nuestras urgentes demandas. Allí está el EGO, cumpliendo su natural función de rescatador en las situaciones de verdadera impotencia. Recurre a sus herramientas básicas y toscas, pero que tienen bastante efectividad: llanto, grito y pataleo, y/o desconexión de la realidad.

Sin demasiadas variaciones, en el fondo, continuamos así hasta el día en que partimos de este mundo.

Es seguro que esta búsqueda instintiva no pasa por el pensamiento, no se razona, no se negocia, no se cuantifica, simplemente se desea y se busca.
Aunque no lo parezca, lo que estamos buscando, de cierta forma, se le puede denominar “amor”.
Es el amor de base biológica, es el deseo de recibir de forma egoísta y carente de apreciación.
Estamos todo el tiempo buscando amor. En una máxima de Lacan: “La demanda (exigencia, pedido, reclamo) es siempre demanda de amor”. ¿Qué habrá querido decir el jeroglífico psicólogo? ¡Quién lo sabe! Al menos, yo no (y no pretendo saberlo, duermo bien así como estoy). Pero, podemos estar de acuerdo con lo que expresa llanamente la frase. Todo lo que te están reclamando, cada vez que se te quejan, cuando requieren algo, en el fondo solamente quieren amor. Desean recibir de manera egoísta.
Tu hija cuando no quiere comer. Tu hijo cuando se escapa de la tarea del hogar. Tu esposo cuando no lo dejas contento con nada. Tu esposa cuando se escapa al centro comercial a devorar el sueldo. Tu madre por reclamarte que la llames. Tu padre por obligarte a estudiar lo que a él le hubiera apetecido. Tu jefe cuando te niega tus derechos laborales. El que te hostiga por no tener suficiente valor personal. El político, el religioso, el dios, el gurú…

Advirtamos que éste NO ES el AMOR, cuyo origen es espiritual, y que se puede describir como el hacer lo favorable por otro, que no nos perjudique injustificadamente, y sin esperar nada a cambio.
El AMOR de base espiritual, es el deseo y acción de dar, de manera generosa, desinteresada.

Cuando el amor (deseo de recibir) es obstaculizado, nos sentimos rechazados, desamparados, amargados, tristes, débiles, carenciados, entre otros sentimientos oscuros.
Ante la posibilidad, real o fantaseada, de no recibir se dispara el miedo.
Recuerda, el común denominador de todo miedo es la impotencia. Todo miedo es, en resumidas cuentas, la previsión de que no tendremos algún poder.
Al prever que no será satisfecho nuestro deseo de recibir, ¿cómo no sufrir de miedo? Porque, ¿no es esa la repetición de la peor experiencia de impotencia que hemos padecido (al momento de nacer)?

Recuerda cuando llegaba esa fecha “mágica”, en la cual como niño recibías regalos. Reyes, Navidad, Januca, día del niño, tu cumpleaños, cuando fuera que estuviera la esperanza y expectativa por un regalo.
Podría ser el objeto anhelado lo que disparara esa adrenalina; al fin lo tenías, podrías usarlo. Así como también enorgullecerte con él, mostrarle a los demás lo poderoso que eres, cómo recibes regalos que otros no son capaces siquiera de soñar. Sí, te daba disfrute no el mero hecho de tener ese juguete, sino todo lo que lo rodeaba. Eres poderoso, tal la ilusión que representa el obtener esos privilegios.
Pero, ¿quizás, además, en el fondo lo que importaba era saber que eras querido por alguien, que se te amaba?
¿Viste? Además de lo material y de lo social, estaba implicado el plano emocional. Tú eras alguien para otro alguien, lo suficiente valioso como para que se te prestara atención, como para que se te obsequiara alguna cosa distinguida.
¡Cuánto esconde esa falsa magia, producto del EGO! Que se empeora cuando está todo revistado de un halo de misterio y esoterismo cúltico, como en el caso de los regalos de Reyes, Navidad o el dinero del Ratón Pérez. Porque allí ya no son los padres o abuelos los que te aman y te otorgan poderes mágicos, sino que provienen de fuentes místicas y sobrenaturales. Es un dios, o un ángel, o un santo, o reyes, o personajes metafísicos, o el universo orquestando tu éxito lo que te empondera. ¡Cuánto disparate, todo producto del EGO! Y así están niños y mayores, enfrascados en estas mentiras que parecen piadosas, simpáticas, sin veneno, pero que resultan un abismo impresionante, caótico, maléfico, que ayudan a extender el dominio del mal sobre la vida personal y colectiva.
¡Haría que desterrar asuntos tales como Reyes, Navidad o el Ratón Pérez! Ya no solamente por estar, alguno de ellos, involucrado o fomentando la idolatría, sino por servir como instrumento de dominación del EGO!

Como comprenderás, el amor no es AMOR.

Entonces, por una parte si no aparecía mágicamente la bici o la consola de videojuegos, aparecía la decepción y la bronca; pero por otra parte, al menos alguien te amaba y lo estaba demostrando.
Dependiendo de tu educación, de tus aprendizajes, de tu situación vital, ganaba una y otra parte en este juego. Entonces, te quedabas con enojo pero disfrutabas de la sencilla pelota; o aventabas lejos la pelota, amargado y resentido con el mundo, que tan pobremente manifestaba el amor que “te merecías”.
Para pensar.

Es tan ambiguo, tan complejo.
Se nos enseña a esperar, y a depender, a demandar, quejarnos, obligar a dioses y ángeles a estar a nuestro servicio. Pero se nos enseña a no ser humillados y a obtener las cosas por nuestra cuenta.
Se nos dice que si somos buenos recibiremos nuestras demandas. Pero, “los reyes están pobres este año y aunque fuiste muy bueno solo pudieron comprarte esto”.
Se elogia el éxito personal, pero se aplauden las ventajas obtenidas con “viveza criolla”.
Se insiste en que es malo ser egoísta, que lindo es compartir. Pero, se nos agobia con consumismo, evasión de la realidad, y a creernos con derechos pero sin deberes.
Se alienta e insta a que el pequeño aprenda a decir sus primeras palabras. Pero, al rato se le obliga a callar porque molesta a la hora de ver la tele, o hace preguntas “inapropiadas”.
Se habla de la igualdad de las personas. Pero, se sigue viendo el encontrar pareja como salir de caza, conquistar, atrapar en la red del “amor”.

Hasta aquí por hoy.