Ya explicamos en muchas oportunidades el difícil trance que es el momento del nacimiento para todo humano.
Contamos con las útiles herramientas naturales del EGO para auxiliarnos, para atraer la atención y con ella el cuidado de los adultos de nuestro entorno.
Enseñamos también cómo esas herramientas van conquistando posiciones que no les corresponden, permitiendo así que la persona quede prisionera de celditas mentales, con respuestas esquemáticas y poco flexibles, lo que empobrece a la persona, la hunde en sentimientos de impotencia mayor, cosa que a su vez dispara nuevamente de manera automática a las herramientas del EGO.
Es un escabroso círculo de sufrimiento, de sentimientos ingratos, de violencia, fastidio, rencor, enojo, sentimientos de culpa, etc.
¿Qué pasaría si los padres, o aquellos adultos que cuidan y crían al niño, van haciendo caso omiso a las llamadas de atención que provienen del EGO del niño, en tanto refuerzan de manera firme las que se originan en el AMOR?
¿Si en lugar de ellos reaccionar desde el EGO, con abusos, agresiones, disgustos, impaciencia, incomunicación, etc., fueran proactivos y constructivos en sus relaciones con el niño?
Es decir, dotaran al niño de amor, atención, cuidado, respeto, seguridad, límites justos, metas apropiadas, estímulo positivo, modelos saludables a seguir, etc., evitando en la medida de lo posible todo lo que proviniera del propio EGO o del niño?
En verdad, no sabemos el resultado de nuestras acciones o de las omisiones.
Solamente controlamos aquella pequeña porción que podemos controlar, y pretender otra cosa, es estar sometidos al dominio del EGO.
Por lo cual, no podemos asegurar que, en esta tarea sagrada de criar hijos, si hacemos X la consecuencia siempre será Y. Pero, esta indeterminación no debe ser excusa para no hacer nuestra parte correspondiente, elegir adecuadamente, tomar buen recaudo para evaluar con conocimiento y confianza para escoger el que consideramos mejor camino.
Entonces, podemos suponer que si evitamos al máximo las trampas del EGO, el resultado será una persona más estable emocionalmente, con una mejor predisposición para encarar la vida como un constructor de SHALOM, afianzado en elecciones desde el bien y la justicia. Podemos suponer este resultado, pero nunca tendremos la certeza plena de que así será.
Entonces, un niño que se siente amado y no asfixiado por las conductas del EGO de sus padres o adultos que le crían, tiene más posibilidades de reducir la influencia del EGO en su vida, por tanto, se supone que ser más libre, más fuerte, mejor preparado para ver el mundo con la mirada realista-optimista, disfrutar de lo permitido, construir SHALOM.
Sus mayores servirán como modelo para de identificación, apropiarse de sus valores éticos, de sus maneras de comportarse, de sus ideas, para continuar por la misma senda que ellos.
Reitero, no es una ciencia exacta que puede predecir el futuro, millones son los factores en juego, que se nos escapan del control, por lo cual solo nos queda hacer nuestra mejor parte, para luego confiar en que lo que hacemos, más el resto de factores darán un resultado bienhechor.
Podemos afirmar los aspectos valiosos del niño, porque le brindamos aceptación, respeto, seguridad, confianza, un espejo en el cual mirarse con sinceridad, y le ayudamos a adquirir instrumentos intelectuales y emocionales para decodificar correctamente el mundo. Que sean personas plenas, no sombras quejumbrosas, ovejas de un rebaño, repetidores de lemas, autómatas de mandatos que no les pertenecen, fanáticos de cualquier moda, etc.
Darles tal certeza en ellos que no teman al fracaso, ni crean que solamente el éxito es la clave de la felicidad.
Permitirles experimentar, también el sufrimiento y la caída, para luego brindarles el apoyo para restablecerse, volver a levantarse, y ser más fuertes y mejores.
Que no sean esclavos del miedo ni de la culpa, sino que acepten sus limitaciones pero no las usen como excusas, y admitan sus errores y faltas para enmendarlas en un proceso de TESHUVÁ.
Que sepan dialogar, y no solamente decretar o ser sumisas almas de poderes ajenos.
Que no tengan miedo de decir “no”, cuando “no” sea la respuesta correcta.
Que no teman decir “sí”, cuando quieran algo que sea lícito y permitido para ellos.
Que aprendan a disfrutar, sin culpas, sin rencores, sin ahogos.
Que tengan conciencia de que son parte de un sistema mucho más grande y que tienen una parte para cumplir.
Que reconozcan la Presencia del Padre Celestial y sean dichosos hijos y siervos del Él.
Esto enseñarles, con el ejemplo y también con la prédica, enseñarles y otras cuestiones más que no hemos mencionado ahora.
Que el niño no sea la almohada que recibe los golpes de nuestra frustración e infelicidad.
No usarlos como pelotita de ping pong, para pelearnos con el cónyuge o ex.
Que no perciban que no les queremos, sino tan solo toleramos.
Que no esté ahí para consolarte en tus indolencias y limitaciones.
Que no sea tu víctima.
En resumen, que no sientan el peso del EGO, habiendo tanto AMOR que se puede dar y recibir de manera gratuita, digna, dichosa, saludable.
Por ahí tienes la excusa de que contigo no hicieron así.
O de que tus creencias te encierran dentro de una conducta repetitiva que no tolera el error, ni la falta, y aquel que se desvía es condenado.
O supones que nada de esto es relevante, sino solamente tus deseos egoístas.
Tienes la opción de escoger lo que harás, pero no tienes la opción de maltratar a tu hijo, porque NO ES tuyo…
Y, recuerda una última cosa, tú también eres ese hijo, al que puedes ayudar a salir de su celdita para que disfrute de este mundo y de la posteridad.