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A propósito de mitos y leyendas, por qué tanto miedo a la brujería?

 

Este fin de semana fue un fin de semana muy provechoso, el sábado por la tarde un muy querido amigo me abrió los ojos con respecto a un plan relacionado con política y la diferencia entre el noajismo puro y otras cosas que parecen noajismo pero que no lo son y ayer por la tarde otro par de amigos y yo aprendimos una lección muy valiosa con respecto al miedo, miedo en la forma de metus, que proviene del latín y significa miedo, es decir una coacción o una intimidación que se da contra una persona para que haga o no algo, en tanto que irá, que es una palabra en hebreo, se usa para identificar al verbo ver. Aquí existe una diferencia y percepciones muy distintas de lo que es el miedo, mientras que para nosotros hablantes de una lengua romance el miedo es una perturbación angustiosa de un riesgo real o imaginario, en hebreo es una forma de prever y anticipar posibles consecuencias. Unos lo ven como algo negativo y otros como algo positivo, en tanto que se sepa utilizar es aspecto positivo del miedo.

 

Las personas tenemos miedo, miedo que las cosas nos salgan mal, que las personas hablen mal de nosotros, que la muchacha que invitamos a salir nos diga que no, que el muchacho vaya a dejar a la novia por otra, son los famosos “que tal si…”; “que tal si… no lo logro”, “que tal si… me dice que no”, etc., y así nos vamos saboteando a nosotros mismos creyéndonos nuestras propias historias como cuando un chico comienza a salir con una chica y el chaval en vez de disfrutar el momento con ella, comienza a ilusionarse y a pensar que ésta será la esposa y entonces se vuelve posesivo y controlador y quizás no sea muy evidente durante sus primeras citas porque está esperando para sacar las uñas, pero eventualmente las sacará.

 

Igual pasa con las chicas con los chavales, se preocupan que si él las va a abandonar, que no llama porque seguro está con otra, etc. o sea, nos preocupamos tanto por esos “que tal si…” que no vivimos en el aquí y en el ahora, pero no sólo nos torturamos con el futuro que creemos será, aunque no tengamos prueba alguna al respecto, sino que nos encanta torturarnos con el pasado, con lo malo que hicimos, con las tonteras que cometimos, con las vergüenzas a las que nosotros nos sometimos, o sea, los “por qué así?”; donde nos torturamos y pensamos que ya porque algo pasó de cierta manera en el pasado que necesariamente será igual en el presente. Entonces esas experiencias pasadas nos asustan como fantasmas en una película de Halloween.

 

Y obviamente los vivaces que son los que lucran con el miedo de la gente, recurriendo a la matemática que es el lenguaje del universo, se han dado cuenta que mientras la suma y la multiplicación engendran y crean, la resta y la división disminuyen y retroceden. Este mundo es grande, muy grande y los recursos son bastantes, de hecho, al estar Dios creando constantemente no podríamos hablar de una agotabilidad en los recursos sino fuera porque en este mundo en vez de las personas buscar crear, buscamos arrebatar. Un día de esos que me encontraba filosofando, estaba ponderando sobre la idea de aumentar la velocidad del Internet en casa y comencé a pensar sobre la naturaleza de los datos en sí mismos, sobre esa energía necesaria para transportar esos datos, entonces surgió la duda de si sería que al aumentar esos datos estaríamos sacando energía de otro lado o afectando a alguien más.

 

Quizás las preguntas suenen pueriles o erráticas pero creo que siempre es bueno interrogar y cuestionarse estas cosas porque al fin y al cabo la curiosidad es hija de la ignorancia pero madre de la Ciencia, entonces quise ahondar un poco más en el tema. Fue así como llegué a un libro que habla de un concepto muy interesante que es el de mejorar y aumentar la prosperidad sin arrebatarle a los demás sus cosas. Es un concepto muy avanzado que me llevó a entender que cuando esto suceda los abogados, jueces, policías y demás funcionarios de los sistemas administrativos y represivos de Justicia tendremos que buscar otra profesión, probablemente en el campo de la Ciencia, porque la humanidad como tal comprenderemos que siendo el proceso de creación un proceso constante, regenerativo y evolutivo, no es necesario quitarle a los demás cuando lo que se ocupa es aplicar amor para generar y crear.

 

Ese era otro aspecto interesante que tocábamos ayer mis amigos y yo, pues no se puede crear sino hay amor. Como seres humanos que somos tenemos dos responsabilidades, una es la de mantener y cuidar este mundo como buenos jardineros y la otra es la de deleitarnos en la Creación donde reconocemos que el Creador de todo esto fue Dios, o sea, en ningún lado se nos está prohibiendo que utilicemos nuestro intelecto para crear nuevas cosas, sino que sepamos que lo que como humanos creamos fue porque Dios como Todopoderoso con mente especial nos ha dotado. Es tan sencillo como esto, nadie niega que una cuchara fue moldeada por algún ser humano hace muchísimos años, pero ello en nada menoscaba el hecho que la cuchara moldeada por ese ser humano como producto del ejercicio de su intelecto es básicamente porque Dios le dotó con ese intelecto.

 

Quiere decir esto que tenemos que atenernos a Dios? De ninguna manera. Él pone las cosas para que nosotros las usemos, nos da los materiales en bruto, nosotros tenemos que utilizar los minerales y ser creativos para crear lo que necesitamos. Por eso es que como humanos tenemos la capacidad de crear, de engendrar, de regenerar tanto así como la de acabar, la de matar, la de enfermar, etc. Somos una dicotomía, a veces inclusive un oxímoron, pero el punto prevalece, podemos ser y no ser, podemos crear y destruir, sin embargo, la matemática no falla, hacemos algo positivo, eso genera consecuencias positivas, hacemos algo negativo, ese genera consecuencias negativas, positivo+negativo= cero, si las cantidades de positivo y de negativo son lo mismo, pero desgraciadamente como somos más propensos a hacer las cosas que nos alejan de la vida, entonces comenzamos a perder porque si hacemos menos cosas positivas que cosas negativas, entonces la matemática que no perdona hará el cálculo y enseñará el resultado que será invariablemente negativo y eso implicará una involución.

 

Pero si por el contrario nos enfocamos en la parte positiva y hacemos más cosas positivas que negativas entonces avanzaremos. Quitarle a alguien más lo suyo es algo negativo sin justa causa, genera consecuencias negativas y eso hace que perdamos lo que ya habíamos ganado, en cambio, si nos enfocamos en construir sin quitarle a los demás entonces generamos consecuencias positivas. A propósito de este punto más de uno dirá, “bueno, yo he siempre sido bueno y he dado caridad y ayudado a quien lo necesita y aquí estoy, como una maceta que del corredor no pasa”.

 

En el tema del amor hay una verdad muy cierta que dice que para que otros nos amen tenemos que comenzar por amarnos a nosotros mismos, igual pasa en el tema de la superación personal, si no tengo dinero para comer, cómo voy a regalar mi comida a alguien más? La peor maldad que se puede hacer es aquella que va contra uno mismo, no en vano los sabios decían que el peor tipo de crimen es el asesinato, el peor asesinato es el que se hace contra la familia, peor que el que se hace contra la familia es que se hace contra uno mismo, o sea el suicidio. En base al principio de proporcionalidad y al de analogía, es posible decir entonces que el peor robo que se puede dar es el que se da contra uno mismo, porque está bien ayudar, pero no entregar todo su dinero y bendiciones a los demás.

 

Como vemos la matemática, como lenguaje del universo que es implacable, ahí no hay llanto ni súplica que valga, Dios ha creado un universo que se maneja por acciones y por reacciones, nada de crueldad ni de satisfacer a dioses escarniosos, no, simple y llanamente un sistema objetivo y matemático que se mueve conforme los seres operamos en el tiempo y en el espacio y que en el caso de los seres humanos tenemos la gran ventaja de poseer un libre albedrío para decidir si nos vamos por diestra o por siniestra.

 

Por eso creer que la brujería es un mal inescapable o que por medio de ciertos rituales se evita o no se evita, es para ponerlo en palabras respetuosas, tema de orates. La brujería como tal es manipulación, si lo vemos desde un punto de vista matemático se basa en la resta y en la división y aunque muchos la utilizan para avanzar sus propios intereses, desde el momento en que manipulan o creen estar manipulando los elementos, cosa que no les compete, siguen siendo súbditos de la implacable matemática pues se siguen restando y dividiendo a sí mismos y no se dan cuenta.

 

Entonces la pregunta es cómo se combate la brujería? Como ya vimos las ocasiones en las que puede realmente haber brujería son muy pocas, en el resto de las ocasiones lo que hay es una manipulación mental, restas y divisiones, lo contrario de la resta es la suma y de la división la multiplicación. Algo que ayuda mucho es el estar feliz. Nótese que felicidad no es lo mismo que contentura, la felicidad viene desde adentro, tiene una base sólida mientras que la contentura es superficial, es una anestesia que nos ponemos. La alegría como tal es suma y multiplicación porque estamos en movimiento y el movimiento engendra vida en tanto que la inercia muerte. Lo que no se mueve se pudre y esa es la base de la brujería, hacerle creer a las personas que están inmóviles aunque estén en constante movimiento. Lo peor de todo es que esa situación engañosa de displicencia y frustración ocurre porque la persona que se cree afectada por esas patrañas es el eslabón necesario para sabotearse a sí mismo.

 

 

 

 

Resp. 1144 – Las 3 semanas

talmidim nos consulta:

Buenas tardes More

Durante las 3 semanas de duelo que transcurren en estos dias, por las tragedias que se han hecho presentes en el pueblo de Israel, pero que repercuten en toda a humanidad.

¿Los Noajidas tenemos algo que hacer, en estos tiempos marcados con duelo?

Gracias por todo y un saludo.
Edgar Juarez, 34 años, Administrador, Mexij

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Hodu laHashem ki tov

הוֹדוּ לה’ כִּי-טוֹב כִּי לְעוֹלָם חַסְדּוֹ

Así da comienzo el salmo 118, el cual podríamos traducir como: "¡Alabad al Eterno, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia!" (Tehilim / Salmos 118:1).
Otra opción: Alabad al Eterno, porque es bueno; porque para siempre es su bondad genuina!".
Y una más: Agradeced al Eterno, porque es bueno; porque para siempre es su bondad genuina!".
También: Reconoced al Eterno, porque es bueno; porque para siempre es su bondad genuina!".

Podemos notar que son traducciones ligeramente diferentes, puntualmente de la voz “hodu” y secundariamente de “jasdó”.
Si nos centramos en “hodu”, podemos decir que cada una de las opciones indica una posible reacción positiva al recibir un bien. 
“Hodu” es reconoced, admitid, confesad, agradeced y alabad.
Cada una de ellas, y/o todas ellas.

Todas estas traducciones son apropiadas, porque apuntan a diferentes niveles de conciencia de aquel que ha recibido la bondad de parte del Eterno.
Porque, para alabar sinceramente, con plenitud, con sentido, en verdad,
es indispensable agradecer realmente lo que se ha recibido,
para lo cual es fundamental admitir/confesar y reconocer que alguien (Dios, en el caso del párrafo que estamos estudiando) ha actuado bondadosamente con nosotros.

Por lo tanto, ¿qué grado de conciencia está manifestando aquel que “modé”?
¿Solamente admite ser beneficiario?
¿Además agradece por ello?
¿O también alaba al que le benefició?
Aunque pudieran ser en apariencia meros matices, resultan en grandes diferencias.

Así pues, entre el simple reconocimiento y la portentosa alabanza ubicamos el agradecimiento.

Decir “gracias” es una palabra, tan solo eso.
Poderoso vocablo, en el idioma que lo emitas, es una llave que abre puertas de bendición, de plenitud, de abundancia.
Sí se la decimos a un congénere, es algo maravilloso, un puente de entendimiento, de “buena onda”, de respeto y valor.
En nada resta a quien la pronuncia, y sin embargo puede ser rica para el que la recibe. Seguramente que así es en los planos emocional y social, pero sus efectos positivos pueden alcanzar al resto de las dimensiones que conforman al ser humano.
Por lo cual, recuerda que estás haciendo un “buen negocio” cada vez que genuinamente agradeces a quien te ha hecho un favor, sea que lo pagues o no, lo hayas pedido o no, lo esperaras o no.
Agradece.
Tú ganas, el otro gana.
Agradece.

Cuando agradecemos a Dios estamos haciendo lo que corresponde, Él nos otorga sin recibir nada a cambio en ninguna circunstancia. Por ello Su bondad es auténtica, perfecta, ya que no tenemos nada para ofrecerle a cambio.
Todo lo que hagamos o digamos, no lo precisa, no le sirve, no le suma ni le resta.
Él no precisa de sacrificios, ni de sangre derramada, ni de loas, ni de guerras santas, ni de carne de animales asado, ni de olores gratos, ni de ayunos, ni de santurronería humana, ni de que te restrinjas con exceso en aquello que tienes permitido, ni de largas horas de penurias para “agradarle”, ni de rituales rayanos en lo supersticioso. Son cosas que en el pasado la gente creía que a Dios agradaba, y algunos lo siguen teniendo incluso en la actualidad como centro en sus vidas. Él las permitió, y hasta legisló, para que hubiera límites, para que el deseo primitivo de las personas pudiera satisfacerse sin provocar daños. Porque tan grande es Su misericordia. Entonces dio pautas para sacrificios de animales, y cómo realizarlos, y el ritual necesario y los tiempos, con reglas detalladas.
¿Él las precisaba?
Pues, ¡no!, según dejó constancia en el Tanaj.
¿A Él agradaba?
Tampoco, como también lo señaló en el Tanaj.
Era el antiguo hombre endeble y de mente primaria el que creía satisfacer a Dios con esas cosas, por lo cual Él las toleró y dio pautas para encauzarla.
Te recomiendo estudiar el capítulo 32, del tercer tomo del “Moré Nebujim”, del cual solo te citaré un pequeñísimo párrafo:

No juzgó Dios oportuno ordenarnos en aquel momento el rechazo de todas esas especies de culto, su abandono y supresión, dado que habría parecido entonces algo inadmisible a las creencias de los hombres, siempre apegada a sus costumbres… Por tal motivo Dios toleró estas diversas clases de culto…”.

((Najmánides, por ejemplo, tiene una idea diferente al respecto de los motivos de sacrificios de animales.
Otros sabios, con otras ideas, siempre en la base del respeto a la inteligencia del otro, a su derecho a declarar su postura, a su diferencia, a los textos sagrados, a la ley.
Es una modalidad de vida por completo opuesta a la de los ignorantes que se las vienen de esclarecidos, que suelen ser fanáticos, obtusos, negativos, vengativos.
El amigo Alejandro Dolina nos deja algo para pensar: "…la ignorancia es mucho más rápida que la inteligencia. La inteligencia se detiene a cada rato a examinar; la ignorancia pasa sobre los accidentes del terreno que son las nociones a gran velocidad, y jamás hay nada que le llame la atención. Así llega rápidamente a cualquier parte… especialmente a las conclusiones.”.
Muy interesante observación y adecuada a lo que venimos tratando, ¿te das cuenta por qué?))

Ciertamente Él ha indicado en repetidas ocasiones (por medio de Sus profetas) qué es aquello que desea de nosotros, básicamente que actuemos con bondad y justicia unos con otros, esa es la forma más perfecta de alabanza, de loa, de rezo, de “fe”. Que seamos amables con Sus hijos, que procuremos el bienestar de Sus amados, que permitamos que el mundo sea un Paraíso terrenal para que sirva de “morada” a Su Presencia.
¿Quieres una vida llena de espiritualidad?
Vive cada instante construyendo shalom.
Actúa, piensa, siente, habla con bondad y justicia hacia tu prójimo.

Por supuesto, a los que siguen apresados por costumbres primitivas, que ya hace unos 850 años Maimónides valoraba como perimidas y fuera de uso, este camino de santidad les parecerá demasiado “laico”, poco “bíblico”, carente de “misticismo”, algo que no casa con lo que se supone es la vida de una persona “religiosa”.
¿Cómo vivirá el “religioso” sin sacrificios, sin ayunos, sin abundantes restricciones, sin rituales, sin acciones lindantes en la superstición, sin negociar salvaciones de pecados a cambio de algunas monedas o rezos? 
¿Cómo vivirá el “religioso” sin toda la pompa y el parloteo?
La respuesta la ha dado el propio Dios en el Tanaj:

"¿Se complace tanto el Eterno en los holocaustos y en los sacrificios como en que la palabra del Eterno sea obedecida? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención es mejor que el sebo de los carneros."
(1 Shemuel / I Samuel 15:22)

Pero, ¿no están los sacrificios también en la “palabra del Eterno” (la Torá)?
¿Qué significa entonces este pasaje de Samuel?
La respuesta la brinda Dios nuevamente:

"Escuchad la palabra del Eterno, oh gobernantes de Sodoma. Escucha la Torá de nuestro Elokim, oh pueblo de Gomorra.
Dice el Eterno: ‘¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y del sebo de animales engordados. No deseo la sangre de toros, de corderos y de machos cabríos.
Cuando venís a ver Mi rostro, ¿quién pide esto de vuestras manos, para que pisoteéis Mis atrios?
No traigáis más ofrendas vanas. El incienso Me es una abominación; también las lunas nuevas, los shabatot y el convocar asambleas. ¡No puedo soportar iniquidad con asamblea festiva!
Mi alma aborrece vuestras lunas nuevas y vuestras festividades. Me son una carga; estoy cansado de soportarlas.
Cuando extendáis vuestras manos, Yo esconderé de vosotros Mis ojos. Aunque multipliquéis las oraciones, Yo no escucharé. ¡Vuestras manos están llenas de sangre!
Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras acciones de delante de Mis ojos. Dejad de hacer el mal.
Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda.
Venid, pues, dice el Eterno; y razonemos juntos: Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Si queréis y obedecéis, comeréis de lo mejor de la tierra.
Pero si rehusáis y os rebeláis, seréis consumidos por la espada; porque la boca del Eterno ha hablado…
Tzión [Sion] será redimida con el juicio, y sus arrepentidos con la caridad.
"
(Ieshaiá / Isaías 1:10-27)

Igualmente, cuando queremos agradecer de modo directo, no a través de acciones de construcción de Shalom que favorecen a Sus hijos, tenemos la simple, sencilla pero sagrada formula: “gracias”; en el idioma que tú entiendas y manejes. No precisas del hebreo, ni bíblico ni moderno, sino tan solamente expresar con auténtico sentimiento y conciencia la palabra “mágica”: gracias.
Es lo poco que podemos hacer, aparte de la construcción de shalom, elevar un agradecido reconocimiento que Lo alabe por Su bondad. Ese agradecimiento que surge de nosotros, es algo nuestro, algo que no pertenece a Dios sino que lo elaboramos nosotros. Ciertamente que tampoco le cambia en nada a Él esa palabra o párrafo agradecido y elogioso, pero es lo que tenemos para ofrendar sinceramente.
Como ocurre en el caso del párrafo que estamos estudiando, agradecemos por Su bondad hacia nosotros.
Según interpreta “Daat Mikrá”, podemos comprender el verso (que motivó este texto) de cuatro formas:

  1. Agradezcamos al Eterno, porque Él es bueno (aunque no comprendamos cómo lo es y al mismo tiempo sufrimos).
  2. Agradezcamos al Eterno, porque es bueno agradecer (algunos dicen que todo, incluso lo que percibimos como malo).
  3. Agradezcamos al Eterno porque es bueno lo que nos dio (algunos dicen que hasta lo que percibimos como malo).
  4. Agradezcamos al Eterno, porque es buena la misericordia que tiene con nosotros.

Cualquiera de las cuatro opciones, el agradecimiento parte de nosotros, al constatar la acción del Eterno que recae sobre nosotros.
El animal para sacrificio, el dinero para el templo, el alimento que no consumimos durante el ayuno, etcétera, todo lo dio Él originalmente; pero nuestro “gracias”, es nuestro. La pequeñita creación humana que dirigimos al Todopoderoso. Pequeñita, pero formidable.
Si somos conscientes de que Él es fuente de todo bien, tal vez podemos darnos cuenta también de que hay una infinita reserva que podría satisfacernos sin menoscabos.
Por supuesto que la gratitud genuina no está a la caza de provechos egoístas, pero incluso así los beneficios se obtienen, y quizás multiplicados.

Sin embargo, a algunos les cuesta enormidades decir gracias, poder emitir y sentir el agradecimiento.
Hacia el prójimo y hacia Hashem.
(A veces más con uno que con otro, a veces igualmente obstaculizados).

¿Por qué nos cuesta tanto agradecer?
Cuando tenemos en claro las modalidades del EGO, encontramos pronta respuesta.
(Aunque no fue mencionado hasta ahora, el estudiante comprensivo ha descubierto que estuvimos hablando de él en muchas oportunidades).
Demos algunas ideas bien concretas.

Porque creemos que lo que obtenemos nos corresponde y no le debemos nada a nadie. Tenemos la errónea creencia de que el mundo está para servirnos, por tanto, al beneficiarnos de alguna cosa no tenemos nada para agradecer, si es que estamos haciendo usufructo de lo propio. ¿Voy a agradecer a otro, u Otro, por lo que es mío?
Así cree el hombre, siervo del EGO.
Al respecto, el afamado William James dijo: “Desde que estamos en la cuna, lo único que nos interesa es el reconocimiento y el amor del resto del mundo”.
Cierto, así opera el EGO.
Llama la atención para solventar su impotencia.
Manipula el entorno para obtener satisfacción.
Recurre a operaciones elementales, abusivas, agresivas, despiadadas, carentes de moralidad, con tal de evitar el padecimiento del no-poder.
Bajo el reino del EGO, ¿cómo agradecer?
Por tanto, un buen remedio al influjo nefasto del EGO es instalar la costumbre saludable del reconocimiento del bien recibido, el agradecer y elogiar a quien corresponda. Aunque al principio se haga sin completa autenticidad, no importa. Lo que importa es estar en la senda correcta, pues las acciones apropiadas repetidas generan un hábito saludable y que se perpetúan luego con el sentimiento en armonía.
Entonces, recuerda agradecer.

Veamos otro motivo por el cual cuesta tanto agradecer.
Porque el reconocer la bondad que hemos recibido nos pone en cierta situación incómoda, que puede ser la de deudor, o de impotencia, o de necesitado. Para muchos, si no para la mayoría, estas sensaciones obligan a actuar de manera dura, displicente, rehusando reconocer el bien recibido.
¿Quién quiere ponerse adrede en una situación de inferioridad?
Por supuesto, nuevamente es el EGO quien crea esta impresión fantasiosa.
Lo cierto es que si recibimos algo, no necesariamente somos más débiles, quizás es al revés.
Y, sin dudas, quien agradece nunca está en un estado de indefensión, sino en el de otorgar un “gracias”.
Pero, el EGO no se maneja con lógica ni razones, rehúye la verdad, acobarda, instiga a la manipulación, agrede, sume en confusión y caos. El EGO es como un misionero típico, como el fanático religioso, como el partidario político acérrimo, como el rebelde sin causa, como todo el que grita con prepotencia para ocultar su prepotencia. Es que todos ellos, todos, son esclavos del EGO, su dios, su amo, su líder, su destino.
Sin embargo, aquel que despierta su conciencia, reconoce los bienes recibidos, asume su lugar, agradece y además elogia sinceramente, está alumbrando las celdas, abriendo las puertas, curando a los leprosos, trayendo salvación al mundo. Agradecer, cuan simple, cuan poderoso, una herramienta increíble para beneficiarnos y beneficiar al mundo.
Si además viene con demostraciones materiales de aprecio, sirven para sustentar causas nobles.
Mira lo que nos dijo Aldous Huxley: “El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma.”.

Para ir finalizando, te agradezco por haberme acompañado hasta aquí, y si quieres te agradezco por compartir este texto con tus amistades.
Recuerda agradecer, al autor de este humilde texto, a los que lo motivaron, a los que aportaron sus citas, a los que contribuyen a sostener el sitio para que sea difundido, a todos los que participan y a Dios.

El consejo diario 404

Cuando tus hijos crecen y tú ya no los “dominas”, ni los tienes “controlados”, cuando te demuestran que son independientes y otros, es hora de aprender y cambiar. Es TU hora de aprender y cambiar.
Tú no los controlas, ni los dominas, ni decides por ellos.
Por más que te enojes, amenaces, castigues, expulses, maldigas, enemistes, manipules, realmente no puedes hacer nada (y si consigues algo, es con pesar, con tristeza, con amargura, con esclavitud).

¿O puedes hacer algo realmente importante, desde el AMOR?
Puedes estar a su lado, para que cuando tu hijo te llame allí estés.
Estar allí, con límites, expresando lo que consideras cuando sea oportuno, no siendo cómplice de lo perjudicial, controlando lo que tú realmente controlas, que es tu conducta (y solo a veces).
Con amor, con respeto, con firmeza flexible, estar allí…

Salmo 81

Según expresa el inspirado salmista, al pueblo judío durante su travesía por el desierto, el Eterno dijo: "Abre bien tu boca, y la llenaré." (Tehilim / Salmos 81:11).
A aquellos judíos y a nadie más. No a nosotros, no a los otros pueblos de aquella época, ni antes, ni después. Solamente a ellos. Esto está evidente y manifiesto en el contexto directo del versículo.

Podemos preguntar, ¿por qué a ellos?
¿Qué había de única en aquella generación?
Podemos reconocer que era una etapa única, germinal, en la cual estaba naciendo la nación judía.
Antes de la Revelación en Sinaí solamente existía en el mundo una única identidad espiritual humana: la noájica. Luego de la Entrega de la Torá, a partir de aquella ocasión, nació en el mundo la identidad espiritual judía, por ello es destacado aquella coyuntura como el nacimiento de la nación judía propiamente dicha (hasta aquel entonces eran tribus que descendían de los mismos patriarcas, gentiles que contaban con una promesa de Dios a sus padres y la señal en sus cuerpos de aquella promesa).
Sí, era un tiempo único, propicio para milagros sorprendentes y cotidianos, mensajes de alto contenido profético de manera habitual, manifestación de la Divina Presencia que conducía a los judíos desde la esclavitud a la redención.
Para pasar del sometimiento en Egipto a la independencia en Israel, era necesario un proceso de cambio profundo, de perfeccionamiento, de remoción de costras dañinas, de emancipación del Yo Esencial de las cubiertas opresoras que impone el EGO. Tuvieron que ascender desde el portal más extremo de oscurecimiento hacia el ápice de mayor elevación posible para un humano.
Tenían tanto por desaprender tenían aquellos judíos, profundamente sumergidos en el lodo de la esclavitud multidimensional, muchísimo. Estaban en un circuito para poder habilitarse y actuar en un alto grado de santidad, acorde a lo que es objetivo de cada persona, según su nivel.
Por ello, fue el punto más alto de la historia de la humanidad, comparable a lo que esperamos sea la Era Mesiánica.
Uno en el cual la intervención divina era cotidiana, manifiesta, activa, sin ocultamientos.
Puede compararse también con una nueva creación, el génesis dentro del génesis.

Por ello, para aquellos judíos en particular estaba hecho el ofrecimiento: abre con bien tu boca, que Yo (Dios) la llenaré.
¿Que significa esto?
Algunos opinan que el Eterno satisfaría los ruegos de los judíos del desierto. Es una idea que nos parece comprensible, de acuerdo al contexto que explicamos más arriba. Porque los judíos, probablemente, pedirían cosas que los ayudaran a salir del pozo del EGO para avanzar en la senda del AMOR. ¿Sería razonable otra cosa? Allí estaba la Divina Presencia, ellos eran testigos directos de los prodigios y maravillas que Dios realizó por su liberación, ¿qué otra cosa pedirían que no fuera algo acorde a la Voluntad Celestial?
Algunos lo extrapolan y dicen que esto significa que también hoy día uno debe pedir a Dios, y pedir en abundancia, cosas materiales, lo que desee su corazón, que maravillosamente Dios estará en servicio de entrega inmediata para hacerle el favor a la persona. Como si del genio de la lámpara se tratara, lo cual es un pensamiento que parece rayano en la blasfemia.

Otros explican que sería dar a aquellos judíos todo aquello que les permitiera hacer su parte propia en el trabajo de perfeccionamiento, por ejemplo con conocimiento auténtico de Torá.
Los que extrapolan dicen que también hoy la persona debe pedir a Dios para obtener claridad espiritual, dominio intelectual de cuestiones espirituales.

Otros comentan que no es un “trato” que tiene al hombre como amo y a Dios como siervo, sino una profunda enseñanza de índole práctica: que la persona abra la boca, para hablar con BIEN, palabras que provengan directamente de la neshamá (Yo Esencial), y no desde el EGO. Palabras de bondad, de AMOR, de unificación con el Eterno, por lo cual serían plenas, llenas, completas, de Shalom. Porque, si la persona usa su poder de expresión de manera bondadosa, entonces Dios está presente en sus palabras, en su vida.

En lo personal, considero que la tercera es la opinión que nos brinda mayores enseñanzas concretas y útiles a nosotros, en cualquier generación, circunstancia o identidad espiritual. Porque no nos hace depender de milagros, porque no ubica a Dios en un lugar de servidor nuestro, porque nos impulsa a doblegar nuestro EGO para liberarnos con la guía de la neshamá.

Si bien es cierto que está bien pedir al Eterno y esperar su positiva respuesta, está bien reconocer que todo proviene de Él; personalmente creemos que es una enseñanza de mayor peso el comprender que el rezo aparte de pedir, aparte de agradecer, aparte de alabar, debe ser un tiempo de reflexión, de conocimiento (propio y ajeno) y para el compromiso hacia la acción redentora.
No usar el rezo como un “control remoto” que dispone a Dios según nuestra voluntad, sino permitir que sea Su sagrada chispa la que nos alumbre desde nuestro interior, desde nuestra neshamá y nos conduzca a una vida de construcción de shalom.

Como sea, aquella oportunidad irrepetible fue desperdiciada, porque, continúa narrando el salmista: " …Mi pueblo no escuchó Mi voz; Israel no Me quiso." (Tehilim / Salmos 81:12).
¿Cómo?
¡Es sorprendente!
De haberlo querido ellos podrían haber extirpado el EGO por siempre de sus vidas, sometido a enemigos externos muy poderosos. Tenían al alcance el gozo de la plenitud de la bendición.
Pero no.
No escucharon la voz del Eterno, metáfora para no hacer caso a Su Voluntad.
Ellos no Lo quisieron.
¡Cómo!
¿Cuál puede ser la respuesta?

Y allí, un “lamento” del Eterno: "¡Oh Israel, si me oyeras…! No haya dios extraño en medio de ti, ni te postres ante dios extranjero." (Tehilim / Salmos 81:9-10).
Sí, el “dios” extraño en medio de nosotros es el que acalla con sus gritos la tenue y calma voz del Eterno.
El EGO, esa parte nuestra pero ajena, esa función natural pero que deificamos, eso interno pero que proyecta su imagen en religiones y poderes terrenales, ese que nos impide la unificación de nuestro ser, esa pequeñita parte de nuestro cerebro que nos desvía.
¿Será esa la respuesta?
¿Será por ello que estamos en vale de sombras de muerte en vez de gozar de la plenitud de la bendición constante?
¿Qué opinas?

Dios y el sentimiento de culpa

El post anterior a este, dedicado al terrible sentimiento de culpa, brindó algunas pautas para romper con esa esclavitud.
Alguna persona religiosa que las leyera podría opinar algo parecido a: “Pero no menciona a Dios en ninguna parte. Ni habla del poder de los rezos. Ni pide pactar con Él para obtener liberación. Ni espera milagros. Ni usa frases hebras, o cintas de colores, o velas aromáticas, o consejos de rabinos, o…”; o cosas por el estilo.
Y sería correcta la observación del amigo religioso, absolutamente apegada a la realidad del escrito.
Pero, ahora te ayudaré a ver cada uno de los 15 consejos con gafas espirituales, y no religiosas o controladas por el EGO.
Porque recuerda, la religión es antagónica a la espiritualidad. La religión es una proyección del EGO que se corporeiza en institucionalidad social. En tanto que lo espiritual proviene directamente del Eterno, su fundamento es el AMOR, y emplea todos los recursos a su disposición para proyectar la luz del Infinito en las cuestiones cotidianas.

Ahora, acompáñame por favor, te repetiré lo que ya mencioné y en otro color lo que te explico ahora.
Todos o casi todos los comentarios explicativos están fundamentados en postulados arraigados en la Tradición, seguramente encontrarás citas y fuentes a lo largo y ancho de serjudio.com y de fulvida.com. En esta ocasión omitiré citar o apuntar autores. Si estás interesado, tómate el trabajo de hacerlo tú y con gusto los leeré en la sección de comentarios más abajo.
Así pues, ya lo sabes, no serán mis silvestres opiniones personales, sino paráfrasis de personas mucho más grandes que servidor.
Los consejos:

  1. Reconoce que cometer errores es normal.
    Desde el primer error del hombre el Eterno le abrió la puerta para que lo reconociera y así poder enmendarlo.
    Reconocer errores no es otra cosa que habilitarse a encontrarse con uno mismo y así abrazar de nuevo al Padre.
    Si pretendemos que nunca erramos, si con vanidad somos ciegos a nuestras imperfecciones, estamos negando no solamente nuestra humanidad, sino también Su acto de creatividad continua.
    Por lo cual, al admitir nuestra limitación, nuestra potencial caída en faltas, y que esto no nos convierte en pecadores, ni en engendros del demonio, ni en malas personas, estamos afirmando nuestro deseo por establecer un reino celestial en este mundo.
  2. Comete algún errorcito adrede de vez en cuando, nada que sea lesivo ni cause daños a nadie. Por ejemplo, olvídate de ver tu programa favorito en TV; que se te queme una milanesa; que te olvides el cumpleaños de tu suegra (¡esto nunca jamás te ocurra, ella no te lo perdonará!), algo, pequeñito, que no cause dolor a nadie, solamente un malestar molesto a ti. Y reconoce tu error, admítelo y PERDÓNATE. He visto que la gente tiene una enrome dificultad en perdonarSE. Aprende a no ser así.
    El Padre Celestial adrede nos hizo imperfectos, para encontrar el camino a la auto superación, pero además porque la perfección solo le es propia a Él.
    En los puntos de ruptura, allí donde estamos débiles, es cuando tenemos la oportunidad para alcanzar cimas que de otra forma nunca serían escaladas.
    No está en el error en sí la dificultad, sino en cómo lo asumimos, qué hacemos con él, qué tanto dejamos hundirnos por los pesos que son alojados en nuestras mochilas.
  3. Aprende acerca de la TESHUVÁ (proceso de auténtico arrepentimiento) y ponla en práctica lo más rápido que puedas.
    La TESHUVÁ es un secreto a voces desde el comienzo de los tiempos, es una clave indispensable.
    A Él le place la persona que encuentra la senda del arrepentimiento total y sincero.

    Porque de esa manera hacemos nuestra parte como socios en la construcción de un mundo mejor.
  4. Discierne entre lo que realmente es tu culpa y lo que no. Si no puedes hacerlo, porque te sientes culpable de todo, entonces pide ayuda profesional para poder ir investigando con asesoría acerca de lo que has hecho, las implicancias, etc.
    Dios no te juzga por lo que otros han hecho, sino por lo que tú has hecho.
    No permitas que las creencias, las interpretaciones erróneas, el EGO te lleven a una vida de falsedad.
    Ten presente que Dios ES Verdad, idolatría es mentira.
  5. Entrénate en ser un cuestionador, alguien que no teme preguntar para tratar de encontrar la verdad de las cosas. No te quedes con impresiones, no repitas lemas, no seas dogmático, no te pienses que sabes todo (o no sirves para nada), no te fanatices. Pregunta, aprende a hacerlo. Verás que las cosas no son tan simples como parecen, ni tan complejas como parecen. Descubrirás diferentes facetas y tonalidades y no solamente el monolito de blanco o negro que asumes como real.
    Abraham, el patriarca judío, cuestionó alguna vez a Dios sobre Su juicio, lo cual le valió al patriarca ser considerado una persona leal, justa y epitome de la misericordia.
    Preguntar, indagar, cuestionar es parte de nuestra lealtad a Él.
    Por supuesto que en algún momento llegamos al límite, somos tan ínfimos en relación a Él.
    Pero al mismo tiempo tenemos un potencial inmenso, impresionante, para conocer, perfeccionar, ser socios de Él en la construcción de este mundo.
  6. Estudia lo que enseñamos sobre el EGO y coteja cómo se manifiesta en tu vida. Tienes una gran tarea por hacer con esto.
    Antes de la enfermedad Dios ya crea el remedio, está en nosotros descubrirlo, aprender a usarlo, y dejar que fluya aquello que no tiene solución humana.
  7. Asume que puedes controlar lo que está bajo tu dominio, el resto no puedes ni debes controlarlo. Por tanto, lo que pasa no siempre es por ti o fue tu error o culpa. Si estabas en el trabajo cuando tu hijo tuvo un accidente en la escuela, ¡no es tu culpa! Tú debías trabajar, él debía estar en la escuela. Y si hubieras estado con él, no sabes que otra cosa hubiera sucedido. Controlas lo que está bajo tu dominio, el resto déjalo fluir.
    Solo Dios es todopoderoso, solamente Él. Todopoderoso significa eso precisamente: que no conoce la impotencia, ni tiene cabida en Él. Los trucos del EGO, las mentiras, la manipulación, el engaño, la violencia, el alarde vacío, todo lo del EGO no existe en Él.
    Es el poder total, pero incluso así, hay cosas que Él no hace. Algunas porque no tienen sentido, otras porque se auto limita, y otras porque las dejó a la espera de que seas tú quien las haga. Aquello que te corresponde hacer y tú las dejas para que sea Dios quien las haga, se quedan sin hacer…
  8. Reconoce qué es de cada quien y permite que así sea.
    También lo que corresponde a ti en relación a Él y a Él en relación a Sus criaturas.
    Recuerda, Él es el Señor de señores, Rey de reyes, no tu esclavo personal, no un patético mortal que debe acudir a satisfacerte o a brindarte salvaciones mágicas.
    Él no es un ente maligno, abusivo, sediento de venganza, furioso, tal y como lo pintan las religiones y los religiosos.
    Esa es la imagen de su propio dios, el EGO; pero en nada parecido al Eterno.
    El Uno y Único es Amor, pero también Justicia. Tenlo presente y no abuses, ni en menos, ni en más. No corras los límites.
  9. Goza del aquí y ahora en tanto no desperdicias tu futuro.
    Negar las bendiciones que Él te hace llegar, porque crees que te son inmerecidas, o te supones más “santo” por privarte de bienestares, no son maneras de agradar a Dios, sino de contrariarlo.
    Él te brinda los bienes del mundo para que tú los goces, dentro de los límites que Él se ha encargado de marcarte.
    Ya suficiente te limita como para que tú te atribuyas supuesta superioridad por restringirte aún más, e inútilmente.
    Por supuesto, a veces en la mayor limitación se encuentra el modo para alcanzar el buen camino medio; pero que la excepción no sea la norma.
  10. Deja de torturarte con palabras, acciones, recuerdos, relaciones que te mantengan en tu celdita mental.
    Él nos hizo NESHAMÁ –espíritu, Yo Esencial-, y nos alojó temporalmente en esta hogar –cuerpo, mundo-. Nuestra misión es lograr la unificación de nuestras múltiples dimensiones, para que todo el conjunto esté en armonía con lo dictado por el Eterno. Una vida de torturas, de reproches, de quejas, de malestar, de odio, de rencor, de envidia, de impotencia, no es la senda para la unificación, ni para el deleite que nos corresponde como hijos del Eterno, socios Suyos en la tarea de convertir el mundo en un paraíso.
    Al EGO no le sirve que conozcamos nuestro lazo Eterno con el Padre, ni que nos rijamos de acuerdo a las reglas del espíritu, sino que le conviene mantenernos prisioneros de creencias, mitos, dogmas, miedos, ansiedad, angustia, sentimientos de culpa, en fin, todo aquello que nos suma en impotencia.
    Ser espiritual es ser libre.
  11. Ayuda generosamente y sin esperar nada a cambio a alguna persona que esté en situación de necesidad (material, emocional, espiritual, social, etc.). Si no puedes con una persona, hazlo con animales, en una protectora de mascotas por ejemplo. Pero no te quedes en la inmovilidad ni en el egoísmo, sino que sé altruista.
    Es Él el creador.
    ¿Acaso no ama Él Su obra?
    ¿No ha señalado especialmente su amor por el ser humano?
    ¿No ha declarado Él que los Hombres somos Sus hijos?
    Por tanto, cuando colaboras con alguna persona, de manera desinteresada, para su beneficio, estás dando una mano a un hijo del Padre. ¿No estará Él satisfecho con tu obra de bien?
    Y, si por alguna causa no puedes ejercer tu bondad con hombres, o puedes pero quieres ampliar tu marco de acción, no dejes de lado el asistir a los animales, porque también son obras de Sus “manos”.
  12. Usa la Comunicación Auténtica siempre.
    Sí, también a la hora de rezar, o especialmente en ese momento sagrado en el cual desde lo más profundo de ti te encuentras con el Padre celestial.
    El rezar no es ejercer un ritual externo, ni adoptar una pose religiosa. El rezar es que te permitas conectarte con tus multidimensiones, que todo se armonice y contribuya a perfeccionar tu existencia y la del prójimo.
    Así pues, rezar no es repetir palabras, ni pronunciar lemas, ni negociar con Dios, ni informarle a Él de algo que no sabe, o de ordenar al Señor que te sirva a tus necedades. Rezar es aprender a verte en perspectiva, conocerte, amarte, respetarte para así poder hacer lo mismo con el prójimo, de modo de unificarte en verdad con Dios.
    Entonces, serás simple y verídico; respetarás tu lugar y el del Padre; expresarás con ánimo constructivo aquello que quieras comunicar; y no darás nada por presupuesto, sino que rogarás, agradecerás, alabarás y no hablaras DE Dios, sino CON Dios.
  13. Haz ejercicios físicos acorde a tu condición sanitaria.
    Todo lo que el Eterno nos ha dado es para servirLe, también con el cuerpo, por supuesto. Éste no es una celda apestosa, ni un ataúd con vida, ni un lastre mortal, sino el vehículo por medio del cual el espíritu cosecha experiencias y alumbra con la Presencia del Eterno a través de las acciones.
    Cuanto mejor tengamos acondicionado el vehículo, más provechosa será la travesía y mejores resultados serán posibles.
  14. Dedica tiempos para actividades de ocio que sean en compañía, con presencia real pero también vale virtual.
    El ocio es necesario para hacer higiene mental y emocional, además de permitir entablar o fortalecer vínculos emocionales y sociales. Es parte de la nutrición que corresponde a estas otras dimensiones de nuestra personalidad, en tanto que seres que habitan este mundo. Por lo cual, no es una pérdida de tiempo, ni vanidad, ni mundano, más bien todo lo contrario. Es la forma de fortalecernos y de dar al Yo Esencial ocasión de permitirnos descubrir quien realmente somos, quienes estamos siendo y hacia donde queremos dirigirnos.
    El ser humano debe mantener equilibrado y nutrido cada uno de sus planos de existencia, porque el descalabro en uno significa el fracaso en todo el sistema.
    El Eterno no quiere que seamos estropajos, sino personas plenas, integrales, con salud. Mantener la salud, fortalecernos, en cada dimensión, es un mandamiento.
  15. Vive cada instante de tal forma para que no tengas nada por reprocharte. ¿Cómo? Construyendo shalom, actuando con bondad Y justicia Y lealtad. Pero, si no pudiste hacerlo, entonces relee desde el primer ítem de esta lista.
    Si tenemos al Eterno presente en cada momento, no en palabras, no como predicadores de cuestiones huecas, no en simpáticos rituales, tampoco como superstición para obtener beneficios, sin dudas que haremos que cada momento sea especial, único, irrepetible, de plenitud multidimensional integral, por tanto santo.

Una gran lección:

"Al Eterno he puesto siempre delante de mí" – "shiviti Hashem lenegdi tamid"
(Tehilim / Salmos 16:8)

Que tus actos NO sean religiosos, sino de armonía entre tus dimensiones.
Básate en el AMOR, en Dios, y no en dictados del EGO.
Construye Shalom, hasta en las cosas que te resultan más aburridas o cotidianas.
Recuerda, a cada instante tener presente al Eterno, porque siempre estás conectado a Él y debes materializar esa unión en este mundo.
Así, vivirás aquí y en la eternidad.

Sentimiento de culpa

El EGO emplea trampas para mantener a la persona en estado de impotencia, sea ésta real o imaginaria, igualmente la persona se encuentra incapaz, débil, imposibilitada, a merced del EGO y por tanto actuará según sus principios y no de acuerdo al AMOR.

Un instrumento súper eficaz para inmovilizar a la persona, sumergirla en impotencia, llevarla a la destrucción (parcial o total, propia o ajena) es el sentimiento de culpa.
Recuerda algo que ya hemos enseñado en otras oportunidades, el sentimiento de culpa no es lo mismo que la culpa.
La culpa se siente cuando uno efectivamente ha hecho algo negativo y este sentimiento funciona como alarma, para corregirse, modificar la conducta, reparar los daños, etc.
En cambio, el sentimiento de culpa es producto del EGO que surge ante conductas que de por sí no ameritan ese sentimiento, o ante ninguna conducta ni omisión, sino como astuta trampa para dejar atrapada a la persona.
Con culpa uno puede realizar alguna tarea correctiva, constructiva.
Con sentimiento de culpa uno no puede hacer nada, porque nada ha hecho mal antes, porque no tiene nada realmente para reparar, porque no carga ninguna responsabilidad sobre aquello que se está acusando (o le acusan).

Hacer sentir culpa es un clásico en el arsenal de los  manipuladores. Como la víctima no ha hecho nada pero se le sumerge en sentimientos de culpa, se le somete a un adoctrinamiento culposo, finalmente la víctima será doblegada y asumirá una posición sumisa, esclavizada, a merced del manipulador.
Un ejemplo, la madre que le dice al hijo que debe comer, porque si no lo hace ella morirá, o sufrirá, o le pasará algo terrible.
En el mismo tenor, cuando los mayores espetan al niño: “deberías avergonzarte por lo que acabas de hacer”, aunque aquello fuera algo acorde a su edad, no tan vergonzante, o porque no hizo nada en realidad. Pero igual, el adulto ha puesto la semilla del sentimiento de culpa, de sentirse en falta, de estar mal, de haber “metido la pata”, y el niño no entendió bien cómo, ni cuándo, ni qué, pero seguramente que sí es culpable, si su mamá, papá, maestra, abuela, etc. se lo dicen con tanta convicción. Entonces, él asume culpas inexistentes y se va percibiendo como fallado, defectuoso, pecador, capaz de generar el caos con sus acciones y tan idiota que ni siquiera se da cuenta por sí mismo de lo que hizo mal.
Otro ejemplo clásico, el clérigo que siguiendo su doctrina religiosa acusa a todos de ser pecadores, de merecer el infierno, de cargar con la culpa de pecados “originales”, de ser inicuos por acciones normales y saludable, para terminar afirmando que la “salvación” solo se obtiene a través del ministerio religioso, de la fe en su deidad, de donar dinero a esa congregación, lo que fuera útil para el provecho del clérigo manipulador.
Otro ejemplo, el partido político que te hace sentir culpa por tener auto, casa, buena ropa, rica comida, hijos en colegio privado, etc.; te harán sentir culpa por disfrutar de lo que legal y lealmente has seguido. Su propuesta es una que te somete a sus vejaciones, el partido, el líder, la doctrina, esa es la que te salva… digamos, una religión laica, más del mismo EGO pero en ropas civiles.
O, tristemente, los que sufren desde niños violencia familiar, o en su casa la hay, pronto pueden ser esponjas de sentimientos de culpa. Aún cuando la violencia no iba dirigida directamente contra ellos, ni se les acusaba a ellos, ni se les pegaba, sino que eran testigos, por ejemplo, de uno de sus padres agrediendo al otro, o entre ambos (por supuesto que esto también es violencia contra el niño). Incluso así el niño pronto cargará con sentimientos de culpa, porque no supo defender a la víctima, por querer al agresor, por suponer que él desencadenó la golpiza, por lo que fuera.

Así como el manipulador emplea el sentimiento de culpa, también el manipulador interno lo hace.
El EGO ejerce similar presión sobre la persona, la somete a todo tipo de vejaciones y engaños para que admita ser culpable de esto y aquello, por tanto deberá atenerse a los mandatos del EGO, seguir en estado de impotencia, no librarse nunca, jamás alcanzar la felicidad. Porque, ¿con qué derecho será feliz, exitoso, amado aquel que es tan culpable?
Así, sin nadie que le recrimine, aquel que se siente culpable cuando fantaseó con una relación extramatrimonial, o aquel que se culpa amargamente cuando falleció un familiar de una enfermedad grave o por accidente y se cree culpable por no haber evitado eso, o quien rompió un noviazgo, o, encuentra tú las situaciones en las cuales nos auto acusamos amargamente de cuestiones por las cuales no hay culpa real.

No importa lo que hayas hecho,
o lo que no hayas hecho,
lo que importa es aquello que crees que hiciste,
cómo valoras su gravedad,
qué tanto crees que tiene relevancia y cuánto afecta.
Así pues, más que sopesar cuestiones prácticas,
es considerar acerca de creencias,
que en casos de sentimiento de culpa son, evidentemente, creencias erróneas.

Allí opera el EGO, en envenenar las creencias, en dejar un rastro casi invisible pero tóxico.

Al sentimiento de culpa inicial se le van sumando otros, por otras acciones inexistentes, pero también por el desagrado de estar sintiendo culpa y no poder hacer nada para resolverlo.
Como una trampa que se va estrechando, como un nudo sobre el cuello que se va apretando, al sentimiento de culpa se le añade más sentimiento de culpa.

Al mismo tiempo, es enorme el gasto energético dedicado a defenderse del sentimiento y (paradojalmente) para sostenerlo vigente. La persona consume de sus recursos valiosos en contiendas internas que no llevan a ningún lado. Lo que la va sometiendo no solamente a una sensación de impotencia, sino a un estado real de falta de poder.
Por lo cual, la persona intenta sobreponerse, y hará más gastos inútiles, lo que le dejará aún más debilitada.
O por el contrario, se deja caer y se hunde en sentimientos nocivos, terribles, dolorosos, autodestructivos.

La mirada está puesta en el pasado, más bien aferrada al pasado.
Lo que impide vivir plenamente el aquí y ahora, que es nuestro único tiempo y realidad.
Lo que obstaculiza o imposibilita planear y llevar adelante obras que nos beneficien hacia el futuro. De hecho, el futuro se prevé como igualmente espantoso, una copia idéntica a errores y malestares ya vividos, o como algo que provoca ansiedad y anhelos de evitación, pues se tiene mucha ansiedad de los desastres y malestares que sobrevendrán.

Entonces, la persona no encuentra caminos para salir, para vivir.
Se cree incapaz de amar o ser amada; trabajar o recibir elogios; estudiar o progresar; ser respetada y cuidada; etc.
Se representa con los peores colores, asume todos los males como castigos necesarios, e incluso llega a propinarse auto-castigos, de manera consciente o no. Así se hace cortes, tiene accidentes, se tropieza, se confunde, pierde cosas, sufre de dolores en el pecho, tiene jaquecas tremendas, padece malestares estomacales, duerme mal, tiene pesadillas, consume drogas, se junta con personas poco “recomendables”, vive sesiones de sexo alocado y peligroso, lo que fuera que le haga sentir culpable, miserable, fracasado, impotente, enfermo, incapaz.
El castigarse a sí mismo puede ser debido a (al menos) dos factores: se desea el castigo como una manera masoquista de tratar de resolver los malestares que le causa el sentimiento de culpa; o, se autocastiga para de esa forma tener algún control sobre la tortura, pues seguramente el castigo social, divino, del destino, el que fuera, sería muchísimo peor que el que se está provocando. Cuando en verdad, su vida es una sucesión de momentos escalofriantes, llenos de pesadillas, faltos de respeto, sin dignidad, sin gozo, sin felicidad. No por lo que otros acusen, sino por la propia auto flagelación, la auto condena, esa especia de odio y rencor que se siente por sí mismo.
Sin duda, es algo muy doloroso y por supuesto causante de impotencia, cada vez mayor.

Partamos de una realidad: cometer es parte de nuestra naturaleza.
Pero para los que sufren de sentimientos de culpa, los errores se convierten en tremendas demostraciones de su maldad, de su falla, de su enfermedad, de su estupidez, de lo que fuera que quisieran adjetivarse negativamente.
Sea porque usan una máscara de fracaso, o una máscara de híper perfección y triunfalismo, con ambas el resultado es similar: los errores ínfimos se transforman en catástrofes. Como si a través de la lente del EGO los errores no fueran parte de nuestra realidad, o como si esos errores inexistentes fueran reales.
Tienen cierta incapacidad para ver gamas de grises, sino más bien extremos donde solo hay blancos o negros. Está bien o está mal. Uno es pecador o es “salvo”. Sin gradaciones, sin atenuante.
Entonces, si, por ejemplo, en la adolescencia actúo de manera “rebelde”, digamos, como la típica imagen del adolescente; entonces cada acto, cada palabra, cada sentimiento, luego es sobrevalorado y dimensionado de tal forma que demuestra que uno está loco, se merece lo peor, no tiene remedio, no se merece cariño, nadie lo podría apreciar, etc.
Si cometió errores, se hicieron “locuras de joven”, se traspasó algún límite, en vez de reconocer que es algo natural y que quedó en el pasado (o que incluso ni siquiera existió tal hecho hecho, palabra, sentimiento), se vive aferrado al recuerdo, se lo tiene presente, se impide la vida en el aquí y ahora en base a acusaciones de cosas olvidadas y extintas hace décadas.
Se siguen castigando, siguen fracasando, siguen en relaciones enfermizas, sigan en dependencia, sigan agrediéndose, siguen y siguen en el círculo cada vez más estrecho y más polarizado del cual pareciera que no quieren salir.

Es que así opera el EGO, y logra perfectamente su cometido con la manipulación a través del sentimiento de culpa.
¿O no?
Supongo que tú puedes hacer una lectura meramente teórica del asunto, pero si te atreves a indagar en ti mismo descubrirás que a ti te pasa. Tal vez no en grados “patológicos”, quizás no a un punto en el cual estés encerrado en tu cuarto y apenas tengas una vida fuera de él, o quizás sí.
Pero a todos nos ha pasado de sentirnos culpables y no saber qué hacer para librarnos.

Como los errores son normales, son esperables, podemos aprender a disminuirlos, a reducir los impactos negativos, a corregir aquello que puede ser arreglado, pero es un hecho, solamente controlamos una escasa porción de la realidad, de la interna y de la circundante. Por tanto, estamos sometidos a probabilidad de error a menudo.

Veamos algunas pocas ideas para tratar de salir del pozo del sentimiento de culpa, que tal vez no resulte fácil pero es posible:

  1. Reconoce que cometer errores es normal.
  2. Comete algún errorcito adrede de vez en cuando, nada que sea lesivo ni cause daños a nadie. Por ejemplo, olvídate de ver tu programa favorito en TV; que se te queme una milanesa; que te olvides el cumpleaños de tu suegra (¡esto nunca jamás te ocurra, ella no te lo perdonará!), algo, pequeñito, que no cause dolor a nadie, solamente un malestar molesto a ti. Y reconoce tu error, admítelo y PERDÓNATE. He visto que la gente tiene una enrome dificultad en perdonarSE. Aprende a no ser así.
  3. Aprende acerca de la TESHUVÁ (proceso de auténtico arrepentimiento) y ponla en práctica lo más rápido que puedas.
  4. Discierne entre lo que realmente es tu culpa y lo que no. Si no puedes hacerlo, porque te sientes culpable de todo, entonces pide ayuda profesional para poder ir investigando con asesoría acerca de lo que has hecho, las implicancias, etc.
  5. Entrénate en ser un cuestionador, alguien que no teme preguntar para tratar de encontrar la verdad de las cosas. No te quedes con impresiones, no repitas lemas, no seas dogmático, no te pienses que sabes todo (o no sirves para nada), no te fanatices. Pregunta, aprende a hacerlo. Verás que las cosas no son tan simples como parecen, ni tan complejas como parecen. Descubrirás diferentes facetas y tonalidades y no solamente el monolito de blanco o negro que asumes como real.
  6. Estudia lo que enseñamos sobre el EGO y coteja cómo se manifiesta en tu vida. Tienes una gran tarea por hacer con esto.
  7. Asume que puedes controlar lo que está bajo tu dominio, el resto no puedes ni debes controlarlo. Por tanto, lo que pasa no siempre es por ti o fue tu error o culpa. Si estabas en el trabajo cuando tu hijo tuvo un accidente en la escuela, ¡no es tu culpa! Tú debías trabajar, él debía estar en la escuela. Y si hubieras estado con él, no sabes que otra cosa hubiera sucedido. Controlas lo que está bajo tu dominio, el resto déjalo fluir.
  8. Reconoce qué es de cada quien y permite que así sea.
  9. Goza del aquí y ahora en tanto no desperdicias tu futuro.
  10. Deja de torturarte con palabras, acciones, recuerdos, relaciones que te mantengan en tu celdita mental.
  11. Ayuda generosamente y sin esperar nada a cambio a alguna persona que esté en situación de necesidad (material, emocional, espiritual, social, etc.). Si no puedes con una persona, hazlo con animales, en una protectora de mascotas por ejemplo. Pero no te quedes en la inmovilidad ni en el egoísmo, sino que sé altruista.
  12. Usa la Comunicación Auténtica siempre.
  13. Haz ejercicios físicos acorde a tu condición sanitaria.
  14. Dedica tiempos para actividades de ocio que sean en compañía, con presencia real pero también vale virtual.
  15. Vive cada instante de tal forma para que no tengas nada por reprocharte. ¿Cómo? Construyendo shalom, actuando con bondad Y justicia Y lealtad. Pero, si no pudiste hacerlo, entonces relee desde el primer ítem de esta lista.

El EGO puede ser tu mejor amigo o tu peor enemigo, ponte en campaña para lograr que tu energía esté enfocada en construir shalom.

Resp. 1139 – Dios y dios: la misma farsa con diferente olor ?

frankkk nos consulta:

More, por un lado tenemos al NT que nos dice que vino un mesias que resulta que mataban incluso a los judios por amor a el, pero por el lado del Tanaj tenemos a Dios que dice que los amo tanto que los eligio a los judios y mire las cosas y su magnitud que les pasaron en varias ocaciones de la historia, no puede llegar a ser mas de lo mismo, nada mas que cambia la historia? Ademas es abstracto y hay muchos rabinos y sabios con un entendimiento distinto… Saludos !
Franco Farioli, 19 años, estudiante, Santa Fe, Argentina

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El orgullo

El orgullo es definido en el diccionario (Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe) como:

  1. m. Autoestima.
  2. Exceso de estimación propia,arrogancia.
  3. Satisfacción personal que se experimenta por algo propio o relativo a uno mismo y que se considera valioso.

Como ocurre con muchísimas otras cualidades, hasta cierto punto es noble pero en su exceso o su defecto puede devenir en problemas, en negatividad.
Precisamos de un monto adecuado de orgullo, que puede ser comprendido así como autoestima ajustada a la realidad; pero cuando se traspasa el límite saludable, estamos ante un monstruo interno que provoca diferentes formas de dolor, para uno y para el prójimo.
La cuestión radica, entonces, en tener claro cuál es ese límite y aprender a controlarse para no sobrepasarlo.

Es interesante advertir que en la Torá no aparece ningún mandamiento o consejo explícitos al respecto de limitar la arrogancia.
Encontramos un pasaje que se refiere al rey judío, el cual debe ser estudioso de la Torá y cumplidor de sus preceptos, entre otras cosas para que:

"no se enaltezca su corazón sobre sus hermanos"
(Devarim / Deuteronomio 17:20)

No es un mandamiento en sí mismo, ni se aplica a todos los judíos o al resto de la humanidad, sino específicamente al rey.
Aquel que se supone tiene todo el poder del reino, que es seguido y obedecido por sus súbditos, que legisla y juzga, lleva a la guerra y hace la paz.
A él se le dice que debe ser esmerado en su conducta, para no ser doblegado por su EGO y terminar actuando reactivamente al sentimiento de impotencia. A él se le exige que lleve una vida estricta de Torá y mandamientos, porque si no se pondrá en un sitial superior a sus hermanos, olvidando que son, precisamente, sus hermanos y no sus esclavos o peones en sus maquinaciones.

Al respecto, el comentarista Ibn Eza, explica:

“se puede enaltecer si se cree libre del cumplimiento de los mandamientos”

Por ello, que se someta a la Constitución judía, a la Ley del Eterno, para que no permita nunca la idea o sentimiento vanidoso de suponerse diferente y superior al resto de los mortales.
Es triste, pero la historia lo demuestra una y otra vez, como el hombre se confunde cuando sorbe un poco de poder, y entonces deja de actuar con humildad, pierde el norte, cae en acciones tremendas, desprecia la vida y dignidad de su prójimo, todo por sentirse por encima de las leyes, por creerse libre para actuar según su propia complacencia (que suele ser solamente EGO y nada más que EGO).

En tanto el Ramban enseña al respecto del pasaje de la Torá que se evidencia la prohibición de la Torá con respecto a la GAAVÁ, el orgullo. Su deducción es la siguiente: si el rey, hombre poderoso si lo hay en el país, tiene prohibido enorgullecerse, ¡cuánto más el común de los ciudadanos, que no cuentan con tanto poder! Solo Dios es digno de orgullo, de altivez. En tanto el hombre no, ni siquiera el rey. Por lo cual nos recuerda el pasaje inspirado:

"Abominación es al Eterno todo altivo de corazón; de ninguna manera quedará impune."
(Mishlei / Proverbios 16:5)

El “Sefer Mitzvot Gadol” enumera la prohibición del orgullo dentro del precepto (para judíos) 64, a partir del versículo:

"Cuídate de no olvidarte del Eterno tu Elokim"
(Devarim / Deuteronomio 8:11)

Entendiendo que el orgulloso pone a su EGO en el sitial del Eterno.
Deja de adorar al Eterno para servir a su EGO.
Se olvida de Dios, de tanto orgullo que invade su corazón.

Como pasó con el rey de Babilonia, sobre el cual fue profetizado:

"Tú has dicho en tu corazón: ‘Subiré al cielo en lo alto; hasta las estrellas de Elokim levantaré mi trono y me sentaré en el monte de la asamblea, en las regiones más distantes del norte.
Subiré sobre las alturas de las nubes y seré semejante al Altísimo.’"
(Ieshaiá / Isaías 14:13-14)

A ese punto llega el orgulloso, a creerse un dios, a asemejarse con el Creador.
Como otro perverso en la historia de las religiones, del cual se dice que afirmó:

"El Padre y yo somos uno" (Jn 10,30) y "Quien me ve a mí, ve al Padre" (Jn 14,10)

Ese orgullo enfermo, insano, abominable, que es plena idolatría y muerte en vida.

Como bien describe el profeta al altivo rey, y como él a cualquiera que se deja esclavizar por el orgullo:

"Por tanto, así ha dicho el Señor Elokim: ‘Por cuanto se elevó en estatura y levantó su copa hasta las nubes, y su corazón se enalteció con su altura, por eso lo he entregado en mano de la más poderosa de la naciones, que ciertamente hará con él conforme a su impiedad. Yo lo he desechado; y los extranjeros, los más crueles de los pueblos, lo cortan y lo abandonan. Sobre los montes y en todos los valles cae su follaje, y sus ramas son rotas en todas las quebradas de la tierra. Todos los pueblos de la tierra se van de su sombra; lo abandonan.
Sobre su tronco caído habitan todas las aves del cielo, y sobre sus ramas están todos los animales del campo.
Así sucede para que ninguno de los árboles que crecen junto a las aguas se exalte por su altura, ni levante su copa hasta las nubes; y para que ninguno de los árboles que beben aguas confíe en la altura de sus ramas. Porque todos son entregados a la muerte, a la parte más baja de la tierra, en medio de los hijos de los hombres que descienden a la fosa.»"
(Iejezkel / Ezequiel 31:10-14)

El Talmud lo expresa con claridad, este aspecto del EGO ocupando el lugar de Dios, cuando los Sabios mencionan a Dios afirmando:

“Él y Yo no podemos vivir en el mismo mundo”… “se lo debe talar (al orgulloso) como a un árbol dedicado al culto idolátrico”
(Pesajim 66b y Sotá 5a)

Sin embargo, el orgullo dentro de su límite es imprescindible, tal como en el caso de los reyes indica el Talmud:

“¿Por qué fracasó el rey Shaúl?
Porque despreció su honor (orgullo).”
(Ioma 22b)

Y en el mismo Talmud se enseña que del Sabio se espera que tenga 1/64 de orgullo, porque es indispensable para preservar su sabiduría y poder hacer un uso acorde de ella.
Como por ejemplo, el equipo deportivo o deportista solitario, que está siendo ampliamente derrotado pero igualmente sigue jugando el partido con nobleza, con entereza, como si estuviera cero a cero, sin esquivar la responsabilidad, porque respeta al rival, al público, al deporte y especialmente a sí mismo.

Así pues, el orgullo, entendido como autoestima, honor propio y necesario, dignidad, respeto, es aquel que se encuentra dentro del marco de lo saludable y correcto; pero cuando se rompe ese límite y el sentimiento de altivez invade pensamientos y emociones, la persona está en declive, cavando su propia fosa fatal.
Como aconteció en la conocida historia de la Torá:

"Entonces Moshé [Moisés] mandó llamar a Datán y a Abiram, hijos de Eliab, pero ellos respondieron: -¡No subiremos!
¿Te parece poca cosa que nos hayas hecho subir de una tierra que fluye leche y miel a fin de hacernos morir en el desierto, para que también insistas en enseñorearte sobre nosotros?
Tampoco nos has traído a una tierra que fluye leche y miel, ni nos has dado heredades de campos y viñas. ¿Vas a sacar los ojos a estos hombres? ¡No subiremos!
Entonces Moshé [Moisés] se enojó muchísimo y dijo al Eterno: -¡No aceptes su ofrenda! Ni siquiera un asno he tomado de ellos, ni a ninguno de ellos he hecho daño.

Aconteció que al acabar él de hablar todas estas palabras, se rompió la tierra que estaba debajo de ellos.
La tierra abrió su boca y se los tragó a ellos, a sus familias y a todos los hombres que eran de Koraj [Coré], junto con todos sus bienes.
Ellos con todo lo que tenían descendieron vivos al Sheol. La tierra los cubrió, y perecieron en medio de la asamblea."
(Bemidbar / Números 16:12-33)

Aquellos que enfermos de orgullo se creían por encima de Moshé (el más humilde de los hombres), y que gritaban a quien quisiera oír que ellos “no subirían”, y que ellos morirían en el desierto; esos terminaron cayendo en lo profundo del abismo que se abrió a sus pies. Como una paradoja jocosamente mortal, los que pretenden ser más de lo que son, llenos de vanagloria, terminan por tropezar y ser menos de lo que pueden llegar a ser.

Por esto, Maimónides que siempre predicó andar por el justo camino del medio, en el caso del orgullo pregona que la persona sea muy cuidadosa, que sepa defender su dignidad y no despreciar su honor, pero se atenga a ser muy modesto y a que su corazón no se hinche pretenciosamente. Es que, como mencionamos, muy pronto el EGO consume las energías, desvía la senda, nubla el entendimiento y hasta el más brillante pierde su capacidad a causa del orgullo (Pesajim 66b).

El Ramban, en la carta de la ética que envió a su hijo, le explica que uno puede ejercer control sobre el orgullo, en parte, al emplear lo que nosotros denominamos Comunicación Auténtica (busca al respecto en el sitio, hay abundante material disponible). Previniendo las reacciones automáticas del EGO, para contenerlo y de esa forma sostener el orgullo en su justa medida. Así, la persona no trata de manipular, no llama la atención de modos indecorosos, no emplea la violencia en ninguna forma, sino que respeta y pretende ser respetado.

En tanto el Ramjal, en Mesilat Iesharim capítulo 11, nos señala algo que es fácilmente reconocible: el orgulloso trata de tapar sus falencias, de hacerse el distraído, de negarlas, de seguir empecinado en el error por el mero hecho de no reconocer su debilidad. Está en constante huida de sí mismo, negando su realidad, inventando excusas para mantenerse en la celdita mental que lo tiene esclavo a pesar de estar la puerta abierta y sin cerrojo. Es que el orgullo, digna herramienta del EGO, sirve fielmente a su señor, pues deja a la persona sumida en impotencia (real o sentida) y por tanto reaccionando de forma automática desde el EGO.

Por tanto, cuando hay una sobre valoración (desmedida) de los deseos, ideas, acciones, opiniones, sentimientos, objetos propios, estamos ante un traspaso del límite saludable.
Lo que conllevará, tarde o temprano, el menoscabo hacia los demás.
El reemplazo de una realidad compartida por otra pergeñada por el EGO, para que acomode a los propios intereses, que finalmente serán reactivos a la impotencia y terminarán en impotencia.

Como aquel que habiéndose dado cuenta de su error, prefiere seguir en él, con la excusa de que es muy tarde para arrepentirse; o ha perdido mucho tiempo en esa senda falsa y sería penoso reconocerlo; o le da vergüenza admitir no ser “perfecto”; o huecas vanidades similares.
Como aquel que por no querer aparecer como menos a ojos de los demás se queda en ignorancia, en falsa sapiencia, en error, en dolor, en angustia, todo por no querer parecer inferior, necesitado, impotente. Lo cierto, es que es impotente y multiplicado por aferrarse a lo que lo empobrece.
Como aquel que evita situaciones que le sugieren vergüenza, o incomodidad, o de alguna forma ser centro de atención negativa, por lo cual se queda encerrado, quieto, inmóvil, oculto, camuflado, no sea cosa que alguien reconozca su estado de supuesta inferioridad, que probablemente solo exista en su imaginación.
Como aquella persona maltratada en su relación matrimonial, o víctima de hostigamiento laboral, que no tiene nada para perder si hace la denuncia judicial correspondiente, pero (en parte, y solo en parte) su orgullo le impide proceder, para lo cual encontrará justificativos más que razonables, pero que solamente le hunden en la violencia, en el malestar, en la muerte en vida.
Y así, podemos seguir recordando a amigos y pacientes, a personajes de libros o los que vimos en películas, o a nosotros mismos.

¿Qué hemos aprendido hoy y cómo nos ayuda a mejorar nuestra vida?