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Recibir y aceptar la Torá

Shavuot es la festividad también conocida como “Tiempo de la entrega de nuestra Torá”.
Lo interesante sería ser meritorios no solamente para que Dios nos la entregue a diario, sino para que también nosotros –judíos- la recibamos.
Según atestiguamos en la Tradición, las Lujot haBerit (Tablas de la Alianza) fueron destruidas porque el pueblo no estaba preparado para recibirlas.
Recién unos meses más tarde, en Kipur, por fin el pueblo recibió las Lujot haBerit, las segundas, las cuales permanecieron en su seno. Hoy siguen ahí, aunque materialmente no las tengamos por desconocer su paradero o no acceder aún a recuperarlas; pero, del corazón judío no se han movido estas tablas con su poderoso mensaje perpetuo.

De manera similar, la Torá fue entregada por el Eterno para Israel por intermedio del Maestro Moshé en un proceso que comenzó aquella jornada magnifica de Shavuot, cincuenta días después de la salida de Egipto. Allí se empezó la revelación del sagrado texto, que luego se continuó hasta finalizarse poco tiempo antes de que Moshé partiera de este mundo y los israelitas ingresaran a la Tierra de Promisión.
Los israelitas aceptaron vivir de acuerdo a su Ley, que se compone fundamentalmente por las normas orales, las otorgadas directamente por el Eterno a Moshé y luego (y fundamentalmente) las que las autoridades legales debidamente constituidas aprobaran.
Pero, la aceptación voluntaria e integra no fue cuestión inmediata ni automática, había que desaprender muchas cosas y aprender otras nuevas y completamente diferentes a lo habitual. Esto se concretó recién en la época del exilo Persa, cuando las hordas de Amán el perverso amenazaban con extinguir a la santa nación de Israel.

Reitero el concepto ya mencionado, ojalá pudiéramos recibir la Torá para vivirla a pleno cada día, y no solamente ser pasivos receptos de la Bondad Divina que de continuo nos la viene dando a los judíos.
Quizás este Shavuot puede marcar una diferencia positiva, ¿por qué no?

También es el deseo para nuestros hermanos los noájidas, los gentiles, quienes también tienen su propia Torá, la que está compuesta por los Siete Mandamientos Universales, que fueron dictados a Adam, luego repetidos y confirmados a Noaj para ser finalmente establecidos perpetuamente y sin dudas también en aquel Shavuot en el cual los judíos recibimos la Torá judía con el compromiso de los 613 mandamientos.

Génesis humana

«…oyeron la voz del Eterno Elohim que se paseaba en el jardín en el fresco del día…» (Bereshit / Génesis 3:8).

En un principio, el hombre tenía conciencia del Eterno, recibía Sus mensajes de manera fluida. La NESHAMÁ, como siempre y sin pausa ni cambio, emitía su LUZ la cual alcanzaba la conciencia activa, lo que permitía estar despierto a la Divina Voluntad y Presencia.
Pero, no somos solamente NESHAMÁ, en tanto estamos en este mundo también estamos formados por otras cuatro dimensiones.
Cada una de ellas a su manera nos aísla de nuestra ser de LUZ, de nuestro Yo Esencial.
Por lo cual, nos vamos revistiendo de máscaras, nos cubrimos con disfraces y vamos llevando una vida alternativa, que deja de estar enfocada en el espíritu y bailotea entre otras cosas, que pueden ser importantes y valiosas, ¿por qué no?
Nos vamos formando una identidad, o varias, que nos permiten manejarnos en este mundo pero que nos desconectan de nuestra verdadera identidad. Así se construye nuestro Yo Vivido, que es el que solemos llamar “yo” a secas.
Así es como hemos sido creados, multidimensionales, complejos y complicados. Esto no es un defecto ni algo para lamentarse, ¡es como somos! De hecho, si mantuviéramos la conexión entre las dimensiones, la armonía, el equilibrio, y orientados siempre por NESHAMÁ, sería todo lo perfecto que lo humano puede llegar a ser.
Sin embargo, algo quiebra la armonía y establece el conflicto, el exilio.

«Oí Tu voz en el jardín y tuve miedo, porque estaba desnudo. Por eso me escondí.» (Bereshit / Génesis 3:10).

La existencia multidimensional nos deja sin tener a disposición el uso del poder ilimitado de la NESHAMÁ. Por ello, la conexión con el Eterno parece perdida, aunque en realidad es imposible que se corte.
Las limitaciones le hacían sentir insatisfecho y necesitado, aunque tuviera todo para ser feliz. Entonces, emergió el sufrimiento y al mismo tiempo el miedo, que es la expectativa de impotencia, el presentimiento de algo nefasto que nos deje agotados, indefensos, imposibilitados de vencer. ¡No queremos volver a experimentar el espanto de sufrir, por eso nos llenamos de miedos!
El hombre sentía impotencia, se supo desnudo, limitado, de cierta forma desconectado del poder. Entonces, de forma natural y automática se dispara el EGO con sus herramientas habituales: llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad.
Esto le llevó a esconderse de Dios, porque estaba ya en exilio de su Yo Esencial, que es su NESHAMÁ.

«El hombre respondió: -La mujer que me diste por compañera, ella me dio del árbol, y yo comí.» (Bereshit / Génesis 3:12).

Entonces, fue poblando su mente con fantasías acerca de Dios y el poder, anhelando alcanzar un estado superior, donde no se sintiera defectuoso a causa de su naturaleza humana. Si él se sentía poderoso y fantaseaba con serlo, si podía achacar la culpa a otros, sacarse de encima la responsabilidad de sus errores, hacer de cuenta que es el amo y señor… lo que fuera, con tal de no padecer ni ahogarse en su miedo. Pero, algo le decía que en cualquier momento le podría sobrevenir aquello que le dejaba indefenso y débil, algo podría suceder. Estamos a merced de los elementos materiales, de la naturaleza, de lo que otros hacen y dejan de hacer, de nuestros propios instintos, ¡de tantas cosas!
Nos sentimos muy débiles y vulnerables, y con razón.
Pero, fantaseamos con el poder, lo perseguimos, aparentamos tenerlo cuando manipulamos, presionamos, somos violentos, hacemos cosas supersticiosas, creemos en delirantes propuestas del EGO, etc.

«Aconteció después de un tiempo que Caín trajo, del fruto de la tierra, una ofrenda al Eterno.» (Bereshit / Génesis 4:3).

Creamos la religión, nos llenamos de rituales y dogmas que mantienen aferrados a creencias y cada vez más lejanos de Él.
En tiempos originales, tenían la intención de experimentar el contacto con Dios, sentir de manera material eso que sentían en lo profundo de su ser, que es la conexión constante de la NESHAMÁ. Es decir, sus corazones no estaban dedicados a la adoración de falsas deidades, poderes aparentes, sino que buscaban al Eterno.

«Caín habló con su hermano Abel. Y sucedió que estando juntos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató.
Entonces el Eterno preguntó a Caín: -¿Dónde está tu hermano Abel? Y respondió: -No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?»
(Bereshit / Génesis 4:8-9).

Pero, al poco tiempo la buena intención sin contenido saludable degeneró y se convirtió en otro instrumento del EGO para mantenernos enajenados, exiliados de nosotros mismos y creyendo que nos abraza Dios estamos sin Dios. Muere el hombre, queda inerme el hombre, se esclaviza el hombre, gracias a la religión en todos sus aspectos y formatos.
Si queremos identificar el peor obstáculo para el espíritu, no lo busquemos en el cuerpo, sino en todas y cada una de las religiones.

¿Cuál es el camino para retornar a la armonía interna y externa?
¿Cómo conseguir que sea la LUZ de la NESHAMÁ la que oriente y guíe nuestras vidas?
¿Cómo evitar que el EGO siga a cargo?

Falsas lealtades

Hay mandatos familiares que se pasan de una generación a la siguiente.

Están los explícitos, aquellos que son marcados y codificados, decretados y grabados a fuego. Esto es lo que debes, esto es lo que no debes. Esas son las reglas de esta familia. Cual barrotes de una prisión, determinan, limitan, marcan la pertenencia.

Y están los mandatos que no son explícitos. Son transmitidos por gestos, insinuaciones, tonos, silencios, rituales sin explicación, repeticiones sin contexto ni sentido, palabras que encubren significados, secretos de familia.
Entonces, los miembros del grupo se encuentran enredados, en esa tela pegajosa que los tiene atrapados, inmovilizados, ahuecados, inmóviles pero al mismo tiempo golpeando al vacío para destruir fantasmas enemigos.

Así podemos descubrir diversos personajes que viven y reviven similares situaciones, como si estuvieran detenidos en un espejo que congela el tiempo.

Gente que vive sus propias circunstancias, pero de acuerdo a los reglamentos que les inscribieron y ellos adoptaron como verdad; sin resolver las cuestiones, puesto que no las enfrentan en verdad, sino solamente como referencias a esos asuntos familiares que les dan forma. Con finalidades que les son ajenas, aunque pudieran sentir el éxito y la victoria como propios.

Sin saberlo, sin reconocerlo, lo habitual es continuar repitiendo esas tradiciones familiares, al pensar, sentir, hablar, criar, actuar, responder, huir, etc.
Sin preguntas, sin cuestiones, sin evaluaciones, solamente cumpliendo el programa armado con los mandatos, más las reacciones que se producen de manera natural desde el EGO.
Quien se queja, sufre el destierro.
Quien pregunta, es un enfermo.
Quien cambia, un rebelde.
Quien rompe el mandato, alguien merecedor del peor destino.

Así, los lemas que mantienen la manipulación se fortalecen.
Uno es parte del sistema de sometimiento, sometiendo a otros, sometiéndose a otros, sometiendo la propia conciencia al mandato.

Hay maneras de crear una realidad alternativa.
Una de ellas la provee este pasaje (parte de la Haftará de esta semana, parashá Terumá):

«Entonces vino la palabra del Eterno a Shelomó [Salomón], diciendo:
‘Respecto a este templo que tú edificas, si caminas en Mis estatutos, y pones por obra Mis decretos, y guardas todos Mis mandamientos andando de acuerdo con ellos, Yo cumpliré contigo Mi palabra que hablé a tu padre David: Habitaré en medio de los Hijos de Israel, y no abandonaré a Mi pueblo Israel.'»
(1 Melajim / I Reyes 6:11-13)

Supongo que lo que he explicado en estas pocas líneas debe ser bastante denso, de dificultosa captación, por lo cual te pediré que comentes aquí debajo qué es lo que has podido entender hasta ahora de esta temática. Gracias.

(Escrito originalmente para ser publicado en SERJUDIO.com, pero considero que contiene enseñanzas de importancia para la identidad del noájida).

Costumbre de hijas

En la parashá de esta semana se encuentra el siguiente pasaje:

«(7)Cuando alguien venda a su hija como esclava, ésta no saldrá libre de la misma manera que suelen salir los esclavos varones.
(8) Si ella no agrada a su señor, quien la había destinado para sí mismo, él ha de permitir que ella sea rescatada. No tendrá derecho de venderla a un pueblo extraño, por haberla decepcionado.
(9) Pero si la ha tomado (como esposa) para su hijo, hará con ella como se acostumbra hacer con las hijas.
(10) Si él toma para sí otra mujer, a la primera no le disminuirá su alimento, ni su vestido, ni su derecho conyugal.
(11) Si no le provee estas tres cosas, entonces ella saldrá libre gratuitamente, sin pagar dinero.»
(Shemot / Éxodo 21:7-11)

Habría bastante para estudiar y aprender de estas frases, pero, en principio, quisiera concentrarme en estas palabras:

«hará con ella como se acostumbra hacer con las hijas.»
(Shemot / Éxodo 21:9)

¿Qué quiere decir?

El sentido llano es evidente: existían costumbres, claramente conocidas en su tiempo y lugar, de cómo tratar con las hijas propuestas para matrimonio. Tal cual también debe hacerse con esta chica, aunque hubiera sido vendida anteriormente por su padre como esclava al padre del “novio”. El exégeta Ibn Ezra lo remarca sencillamente: se la debe tratar tal cual se hace habitualmente con las chicas vírgenes judías propuestas para matrimonio. No se la discrimina por su condición social, a causa de las acciones de su padre, el cual se vio en una situación extrema y desesperada para llegar a hacer lo que hizo con su hija. No es aquí el momento ni lugar para profundizar más sobre esto, continuemos con “lo que se acostumbra hacer con las hijas”.

RASHI nos amplía con su explicación, que está vinculada al siguiente versículo, cuando menciona:

«no le disminuirá su alimento, ni su vestido, ni su derecho conyugal.»
(Shemot / Éxodo 21:10)

Es decir, actuar con la joven tal como se acostumbra hacer con las esposas, como es obvio y evidente.
La chica fue esclava pero ahora es esposa, con los mismos derechos y obligaciones.
Su pasado no marca su presente, ni su futuro.
Es esposa, como toda hija de Israel que ha llegado al matrimonio, y como tal debe ser cuidada y valorada.

Profundizando, podemos encontrar en el libro del Zóhar (II, 97a) la siguiente enseñanza:

“Dentro de una roca poderosa, un cielo/paraíso escondido, se ubica un palacio llamado el Palacio del Amor. Allí, hay tesoros ocultos y todos los besos de amor del Rey. Las almas queridas del Rey entran allí. Y cuando el Rey entra al palacio, “Iaacov besa a Rajel” (Bereshit/Génesis 29:11). Él descubre cada alma, la besa, la abraza, la lleva con Él, se deleita en ella. Esto es «hará con ella como se acostumbra hacer con las hijas.», así como un padre trata a su amada hija, besándola y abrazándola, y dando sus regalos…”

Te lo explicaré rápidamente.
La NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial) que somos reposa, habita, se conecta, da sentido, al ser que estamos siendo en este mundo. Somos humanos porque somos NESHAMÁ.
Esa NESHAMÁ es la hija vendida como esclava, que ya no disfruta de los placeres del palacio paterno, de las delicias de su vida plena en el mundo del espíritu.
Ahora está confinada a las limitaciones de ser humano encarnado. Entre otras cosas, debe soportar un duro capataz, el EGO, el cual se las rebusca para dominar y hacer sentir su apariencia de poder. Pero, realmente no tiene autoridad sobre ella, el EGO es en verdad el esclavo, el que está al servicio, aunque se rebele y se transforme en un usurpador y déspota.
NO es gobernar y maltratar su finalidad, por el contrario, la misión del EGO es cuidar de la NESHAMÁ, al preservar al cuerpo de los ataques de la impotencia, otorgándole un lugar para que resida y pueda desplegarse; para que durante el pasaje terrenal la NESHAMÁ adquiera la conciencia y memoria de las experiencias sensoriales, y puedan éstas luego ser disfrutadas en el mundo espiritual con mayor deleite que meramente como datos teóricos.
El Padre ha hecho “descender” a Su hija a este mundo, de entrecruzamiento material-espiritual, para otorgar mayor beneficio y bienestar a la chica.
Pero, las leyes del mundo pueden causar dolor, malestar, sufrimiento, agotamiento, lo cual podría hacer creer a la doncella que merece el mal que está padeciendo. Pero, ¡no es así!
Ella tiene el derecho a disfrutar de lo permitido, a gozar a pleno de las bendiciones que le son propias.

Tenemos derecho a llevar una buena vida, a pesar de los inconvenientes.
Debemos encontrar el camino para que la NESHAMÁ gobierne, con su LUZ iluminando cada rincón de nuestro ser y del entorno.
Cuando el EGO se imponga, es necesario darse cuenta para desarmar su falso poder, ubicándolo en su correspondiente sitio de servidor y no de amo.

Para lograrlo, es imprescindible aprender del EGO y sus herramientas, así como los mecanismos y costumbres para dotarnos de poder y no caer en sus engaños.
Las “costumbres de las hijas” son (entre otras):

  • construir SHALOM, por medio de acciones de bondad Y justicia;
  • Comunicación Auténtica;
  • disfrutar de lo permitido;
  • apartarse de lo prohibido;
  • no querer dominar aquello que no puede ser controlado;
  • lealtad al Eterno, al andar por Sus caminos;
  • estudiar para desaprender y aprender y nutrir de esa forma nuestra mente y emociones;
  • TESHUVÁ.

Todo esto, y algunas cosas más que no hemos mencionado aquí, se resumen alegóricamente en los derechos de las esposas “alimento, ropa y unión conyugal”; aquel que comprende no precisa de más explicaciones.
El resumen del resumen: construir SHALOM en todo momento.

Como verás, partimos de unas reglas muy antiguas, bastante extrañas para nuestro mundo actual, (al menos en gran parte de la cultura occidental), pero que eran perfectamente comprensibles en el mundo donde fueron entregadas.
Y llegamos a descubrir secretos eternos, de salud integral, de crecimiento, que empoderan nuestra actividad de CABALATERAPIA, en procura de un mundo interno y externo mejor.
En donde reine el AMOR, y no el EGO.
Al dar un vistazo a las noticias del día, parece difícil conseguir un mundo de SHALOM, una Era Mesiánica, con tanta injusticia, maldad, arbitrariedad, corrupción, desespero, etc.; tanto en lo micro como en lo macro.
Sin embargo, ahí sigue presente la NESHAMÁ, con su vocecita, con su LUZ, con su perpetua conexión al Padre.
Podemos ser nosotros el granito de arena que falta para doblar la historia, llevar a que el platillo de la balanza cósmica esté del lado del Bien.
Así pues, construye SHALOM, aunque parezca que es inútil, aunque tengas contratiempos, aunque tropieces, aunque a menudo sientas que sigue siendo el EGO el señor en tu comarca. Tú sigue haciendo tu tarea, la TUYA, que nadie más puede hacer.
Sigue adelante, aprendiendo y desaprendiendo, construyendo SHALOM.
El resultado final no depende de ti, ni de mí; pero el proceso sí.

(Texto original publicado en SERJUDIO.com, republicado aquí por considerarlo pertinente para la espiritualidad noájica).

¿Cambia, todo cambia?

Ni bien se termina de leer el Decálogo (los mal llamados “Diez Mandamientos”, puesto que son 14) en la parashá Itró, nos encontramos con un versículo que podría resultar curioso si nos detuviéramos a contemplarlo:

«Y el Eterno dijo a Moshé [Moisés]: ‘Así dirás a los Hijos de Israel: ‘Vosotros habéis visto que Yo he hablado desde los cielos con vosotros.»
(Shemot / Éxodo 20:19)

Recién concluyó el imponente espectáculo de la Revelación del Eterno para todo el pueblo de Israel en la zona de Sinai.
Todavía arden sus almas por el contacto con la Presencia.
Vibran aún por la conmoción de ser atravesados por las voces celestiales convertidas en ondas energéticas visibles.
No pasó inadvertida la Revelación, el mundo entero se estremeció hasta sus raíces, ¡cuánto más aquellos judíos allí presentes!

Ellos, nosotros, un pueblo entero, de unos tres millones de individuos, que testimonian haber experimentado la Divina manifestación.
No como un cuento, no por tradición, no por habladurías, no por fe; sino ellos mismos estaban allí presentes, nuestros espíritus también, en contacto directo y cierto con la expresión de Dios en la tierra.
No hubo, ni habrá, otra circunstancia parecida, única, de unificación de lo celestial con lo terrenal de manera tan masiva e incontrovertible.

Entonces… ¿a qué viene este versículo?

Pues, pareciera estar demás.
¿No?
¿Acaso ellos no sabían al 100% que era Dios el que se había manifestado allí, ante ellos, en ellos?
¿Podrían quedar dudas?
¿Dependerían de la vanidad de la fe, o de esclavizarse a ideologías, habiendo tenido recién esa única e irrebatible experiencia?

¿A qué viene esa frase entonces?

Sabemos que un concepto básico de la Torá es que no contiene nada extra, decorativo, carente de sentido.
Por ahí, nosotros no alcanzamos a comprender o desvelar algunos misterios. Está bien que así sea, pues cada uno alcanza al nivel que le corresponde.
Pero, una frase tan obvia, evidente, redundante, ¿cómo explicarla?

Una de las maneras es muy simple, a la vez que profunda.
La Torá la dio Dios al pueblo judío, Él es su autor, Él su codificador, Él quien decretó que tal fuera el texto.
Por consiguiente, solamente Él puede modificarla o anularla.
Pero, Él mismo se ha encargado de cancelar tales opciones, ya que fue Él quien declaró:

«No está en el cielo»
(Devarim / Deuteronomio 30:12)

Ya no depende más de Dios la Torá, ahora es del pueblo judío, el depositario, quien se encarga de preservarla, de estudiarla, de vivirla. De interpretarla y llevarla a la práctica de acuerdo a los parámetros acordados y consagrados.
Uno de los elementos claves es que la propia Torá se encarga de negar su posibilidad de cambio:

«Tendréis cuidado de hacer todo lo que Yo os mando; no añadiréis a ello, ni quitaréis de ello.»
(Devarim / Deuteronomio 13:1)

Así pues, ni Dios puede anular o cambiar la Torá; ni tampoco sus verdaderos dueños, que son el pueblo judío.
La Torá de Israel, es y será.

Pero entonces, ¿cómo entender la famosa profecía del profeta Irmiá/Jeremías?

«‘He aquí vienen días, dice el Eterno, en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Yehudá [Judá].
No será como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, Mi pacto que ellos invalidaron, a pesar de ser Yo su señor, dice el Eterno.
Porque éste será el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Pondré mi Torá en su interior y la escribiré en su corazón. Yo seré su Elohim, y ellos serán Mi pueblo.
Ya nadie enseñará a su prójimo, ni nadie a su hermano, diciendo: ‘Conoce al Eterno.’ Pues todos ellos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Eterno. Porque Yo perdonaré su iniquidad y no Me acordaré más de su pecado.'»
(Irmiá / Jeremías 31:30-33)

La respuesta es bastante simple, a la vez que profunda.
En la Era Mesiánica, el EGO (conocido en la Tradición como Ietzer haRá) estará sometido al AMOR.
Ya no dominará el miedo, ni la falsedad, ni la amargura, ni la malicia, ni la violencia, ni todo lo que afea nuestro hermoso mundo.
Por el contario, la LUZ de la NESHAMÁ irradiará y colmará los confines de la existencia individual y colectiva.
No viviremos en sombras, apartados de la LUZ, en tristeza y agonía, sometidos al EGO.
Ya no sentiremos la Torá y sus mandamientos como algo externo, que se nos impone desde fuera.
En la Era Mesiánica será comprendido que el camino de todo ser humano es el cumplimiento de los mandamientos que le corresponden de acuerdo a su identidad espiritual, los Siete Universales para la mayoría de la humanidad, los gentiles; los 613 de la Torá para el pueblo judío en exclusiva.
No será necesario apartar la idolatría, ni demostrar la mentira de las religiones, ni la torpeza de las supersticiones; puesto que será el espíritu quien comandará y no una pequeña porción de nuestro cuerpo (el EGO). Estaremos libres, y por tanto en sumisión a Dios, en armonía con Sus preceptos, aquellos que nos pertenecen por derecho de identidad espiritual.
Ciertamente será un nuevo pacto, aunque NO un “nuevo testamento”.
Será el pacto renovado, tanto para los noájidas como para los judíos.
La alianza eterna que se respetará por AMOR, por el deseo de cumplir la Voluntad, y no para obtener beneficios o codiciar librarse de castigos.
El conocimiento del Eterno será evidente, puesto que será la LUZ de la NESHAMÁ la que alumbrará, y no más los espejismos del EGO.
No será necesario que se nos tome de la mano para arrancarnos de las angustias, de los Egiptos, porque ya habremos madurado nuestra espiritualidad en la experiencia humana.
Seremos partícipes activos de nuestra tarea sagrada, de construir SHALOM en el mundo.

No se cambiará la Torá, se mantendrá vigente como el primer día.
No se reemplazará, tal como tampoco otra nación desplazará a Israel de su misión específica en este mundo, de su relación particular con el Padre y Rey.

Cada uno vivirá a plenitud, en bendición, disfrutando de su propia porción, en paz.
¿Cómo lo sé?
Porque nosotros, los judíos, hemos visto personalmente que desde los Cielos Dios nos ha hablado y nos ha ordenado Su Torá.
No es un cuento, no es una tradición sostenida en la fe, no es un mito, no es una creencia.
Es un hecho.

Ahora que lo sabes, ¿cómo cambiarás tú y ayudarás a cambiar a otros, para bien?

(Texto publicado originalmente en SERJUDIO.com, compartido aquí por tener sumo valor para el fortalecimiento de la identidad noájica).

Shminí Atzeret 5775 y Bereshit

Texto originalmente escrito para publicar en SERJUDIO.com, sin embargo contiene valiosas enseñanzas apropiadas para la identidad espiritual noájica. ¿Te animas a comentar cuáles? Gracias.

  
Continúa la festividad de SUCOT hasta este miércoles a la noche, cuando comienza SHEMINÍ ATZERET (22 de Tishrei). Ésta es una festividad en sí misma, independiente de Sucot, aunque se la suele confundir como su día final. Sin embargo, cuenta con sus propias reglas, oraciones (petición de lluvia, Izcor, menciones específicas) y motivo de existencia. (En la Diáspora hay gente que  suele comer en la Sucá, aunque sin los rezos y otras costumbres  propios de los días anteriores).

En el versículo de la Torá que ordena su conmemoración (Vaikrá/Levítico 23:36), RASHI recuerda: “Dios dijo a Israel: ‘Los retengo para que permanezcan conmigo’. Como un rey que invita a sus hijos a festejar con él por un número determinado de días, y cuando llega el momento de separarse, él les dice: ‘Hijos míos, por favor, quédense conmigo solo un día más; me es difícil separarme de ustedes’.“

Es un día extra de regocijo, para abstenerse de labores y preocupaciones cotidianas, para celebrar en familia y con amigos, sintiendo la Presencia de Hashem en nuestras vidas.
Pero, ¿cuál es la esencia profunda para este júbilo?  Según nuestra Tradición, el séptimo y último día de Sucot, llamado HOSHANA RABÁ, es especialmente importante y grave. Te explico: ELUL es tiempo para prepararnos  para el juicio anual que Hashem hace sobre cada persona en ROSH HASHANÁ, en  IOM KIPUR se da el veredicto, tenemos SUCOT para apelar hasta su último día cuando se nos entrega el dictamen final. Estuvimos más de cincuenta días trabajando para hacer TESHUVÁ y comprometernos para mejorar en todos los aspectos, entonces, ¿cómo no habremos de festejar al día siguiente?

Con el correr del tiempo, se hizo costumbre que en este día se termine y de inmediato reinicie el ciclo de lectura pública de Torá, por lo cual festejamos SIMJAT TORÁ. En Israel ambas fiestas son en el mismo día, en tanto que en la Diáspora en dos días consecutivos. Es la ocasión festiva en la cual se lee la última parashá de la Torá, VEZOT HABERAJÁ, para luego dar comienzo al nuevo ciclo al leer los párrafos iniciales de BERESHIT. Como demostrando que es un ciclo sin rupturas, una fuerte cadena que se continúa y preserva fielmente. No basta con que existan las fechas marcadas en el calendario, es indispensable que nosotros aprendamos acerca de ellas para poder vivirlas a pleno, instruirse y enseñar, con palabras y con el ejemplo. De esa manera nosotros cuidamos nuestra cultura, al mismo tiempo que ésta cuida de nuestra identidad. Al estilo de lo dicho por Ajad haAm, quien sin ser esmerado en cumplir los preceptos, igualmente no tuvo conflicto alguno para afirmar: “Más de lo que Israel cuidó al Shabat, el Shabat cuidó al pueblo de Israel”.

Encontramos en la SIDRÁ BERESHIT, lectura para este Shabbat, que hay un Creador de TODO, quien además está presente y atento a su creación. Creó, ordenó, evaluó, estableció leyes y permanece involucrado activamente con su obra. Es el mismo que nos rescató de Egipto y nos entregó la Torá, formando así la médula de nuestra identidad. En la medida de nuestras capacidades y posibilidades debemos proceder como Él y las festividades judías son especiales ocasiones para no olvidarlo y añadir luz a nuestra existencia.

Shoftim 5774

Shoftim, Jueces, es la quinta porción de Devarim/Deuteronomio (16:18-21:9).
Su tema principal es la administración del país, que debía ser establecida por la nación judía a su pronta llegada a la tierra de Israel.
Hasta hacía cuarenta años, los hebreos eran esclavos del poderoso imperio egipcio, no tenían necesidad, ni oportunidad, de liderazgo propio, ni instituciones que les pudieran representar y organizar. Como esclavos obedecían las órdenes, era poco lo que podían mantener de su autonomía y hacer para preservar su idiosincrasia. Había un consejo de sabios/ancianos para cuestiones muy limitadas, así como una cierta independencia de la tribu de Leví, pero no mucho más.
Luego de salir de Egipto, Moshé quedó a cargo, aunque quien mandaba directamente era el Eterno por medio de hechos concretos que manifestaban Su Voluntad, así como también a través de Sus mensajes que Moshé transmitía fielmente. Con el paso del tiempo organizaron un ejército, con sus respectivos oficiales; un sistema judicial; presidentes de cada tribu; un rudimentario Senado; todo con las miras puestas en la meta, que era arribar a la tierra de Israel para adaptarse allí a la vida de personas libres y constructoras de shalom.

Ahora, en pocos días Moshé dejaría su cargo, el Eterno iría ocultando Su Presencia, para permitir el desarrollo del pueblo y sus instituciones.
El liderazgo político estaría a cargo de Mi.SH.Cá.N. Es un juego de palabras, porque mishcán era el templo portátil que los acompañó durante la travesía por el desierto. Pero, en este caso son las siglas de Melej -rey-; SHofet -juez, caudillo-; Cohén -sacerdote, dignatario espiritual-; Nabí -profeta-.
Cada uno de ellos tenía su rol, sus funciones, su tiempo y lugar para actuar a la cabeza de Israel. A veces podían ser simultáneos, sin por ello menoscabarse unos a otros. Tal como actualmente estamos acostumbrados a que los poderes del Estado estén separados (Legislativo, Ejecutivo, Judicial), de manera similar fue en el antiquísimo Israel, siendo pioneros en este campo también para las otras naciones.

Lo central era que se aplicarán las leyes de la Torá, que es la Constitución del pueblo de Israel, así como las normas que oportunamente surgieran de los ámbitos legislativos de la nación. Es claro que sin ley y justicia no puede haber paz. Sin paz no hay manera que pueda desarrollarse una vida de encuentros, resolución de conflictos, avances y progresos verdaderos.

El principio que se establece en la parashá es el famoso “tzedek tzedek tirdof” – “justicia justa perseguirás”.

Por supuesto que se debe ser en extremo cauteloso para que líderes y jueces no caigan en la corrupción moral, pervirtiendo así el juicio y promoviendo el caos social e individual. Por ello la Torá establece reglas y medidas para proteger a todos, pero en especial a los que en principio aparecen como más indefensos. Al mismo tiempo, exige que se respete a las autoridades, puesto que son el elemento que han tenido las civilizaciones para organizarse y cuidarse mutuamente.

La parashá menciona algunos de los factores que pueden provocar el descalabro social, como los sobornos, la corrupción en la justicia, los favoritismos, el autoritarismo, la violencia, el populismo, pero también la inclinación hacia la superstición, el dedicarse al engaño, el admirar lo malo y tildarlo como bueno. Así, la Torá marca los límites báscios para asegurar una convivencia saludable y un desarrollo sustentable.

¿Cuáles serían las enseñanzas prácticas que podríamos aplicar a la vida cotidiana?
¿Tiene alguna ventaja contar con una Constitución de origen Divino por sobre una de origen humano?
¿Qué lleva a la corrupción moral en los dirigentes? ¿Ideas para resolverlo?

Escrito originalmente para SERJUDIO.com.

Palabras entre el odio y la esperanza II

Palabras entre el odio y la esperanza

Por

Shaúl Ben Abraham Avinu

II

La máscara antisionista de la judeofobia

Seguramente voy a escribir para que me lean pocos, seguramente seré otra voz en el desierto, y de esos pocos tal vez mucho no les guste lo que mis dedos han tecleado, otros me llenaran de un rosario de epítetos, algunos los emplearán sin comprenderlos, sin saber que significan; pero sobre todo me llenaran de insultos, como los muchos que ya me he ganado en YouTube cuando incluyo mis comentarios o mis preguntas disidentes que muchos han criticado como indignas de un antropólogo que debería, supuestamente, alinearse a los políticamente correcto. Pero es fácil darse cuenta que no siempre lo políticamente correcto es realmente lo correcto y muchas veces corresponde a una demagogia una tanto ontológica de un odio visceral que al no saber cómo expresarse se manifiesta de muchas formas, y formas que no son precisamente las más elegantes.

Algunas de esas expresiones son las que ha venido a señalar a los largo de varios escritos que ya prometí en ésta página web, no para enunciar con falsa soberbia lo especial que es el pueblo judío –especialidad o escogencia tan cara por demás- sino para advertir a todos y cada uno de los pueblos lo peligrosos que son los falsos ideales forjados sobre el fuego de prejuicio, el estereotipo y la irracionalidad; tres demonios mentales que se paran sobre los sofismas, las falacias y las mentiras.

La variedad y a la vez la pobreza del discurso de la judeofobia, que durante siglos se ha disfrazado con los múltiples ropajes de la ignorancia, parecen no tener término: deicidas, arrogantes, quinta columna, vampiros, usureros, demonios, errantes, citadinos, ignorantes, cerebrales, capitalista, comunistas, derechistas, izquierdistas, bolcheviques, satanistas, ultradeistas, pobres, ricos, machistas, liberales, racistas, masones, conspiracionistas y hasta extraterrestres (sobre todo del tipo reptiliano), hemos sido los judíos. Yo no sé cómo uno alcanza a ser tantas cosas en medio de tantas persecuciones.

Tan malos seremos que ya ni para morirnos somos buenos, y por eso, supuestamente, tuvimos que inventaros el Holocausto, como han afirmado los negacionistas, una corriente pseudohistórica que pasando por encima de miles pruebas fehacientes afirman semejante desfachatez, ¡como sí se pudieran inventar para la vida o para la muerte 6.000.000 millones de judíos! Y me imagino que bajo esa lógica también nos inventamos las cruzadas y los progroms, nos inventamos los más de 700.000 desplazados judíos de los países árabes entre 1948 y el 2000, y además nos no inventamos todo el desprecio que nos dan los judeófobos. ¡Pero qué digo judeófobos! Bienhechores, según su retórica enfermiza.

Ya ni siquiera un dios decente nos dejan tener, porque toda visión nuestra de la divinidad debe corresponder a nuestra conciencia malsana y destructiva. Menos mal somos monoteístas porque de tener varios dioses nos acusarían de adora un batallón de macabros engendros.

La demonización del judío, en su cuerpo, en su identidad, en sus creencias y en sus actividades sociales y culturales fue la constante en medio de la Europa Cristiana y lo es hoy en el mundo Musulmán, todo con el fin de nunca poder crear un ambiente propicio para el dialogo y la cordialidad, ¿pues quién va a consentir algo con un ser macabro? Siempre que pienso en esto recuero ese dialogo entre Boris y su tío en la película Love and Death (1975) de Woody Allen:

Tío: Spinoza era judío.

Boris: ¿Qué es un judío?

Tío: ¿Nunca has visto un judío? Mira, tengo varios dibujos. Éstos son judíos.

Boris: ¿En serio? ¿Todos tienen estos cuernos?

Tío: No, éste es el judío ruso. El judío alemán es a rayas.

Todas estas cosas dichas sin más ni más, enunciadas desde el puro desconocimiento, elaboradas desde la más indisciplinada nesciencia y terriblemente activas en la mentalidad de muchos, desde dónde se construyen elucubradas teorías que buscan con sus peligrosas ideas el fin último para las cuales fueron pensadas: la extinción de los judíos.

Pero la irracionalidad se acrecienta cuando la judeofobia toma su disfraz político de antisionismo, o antiisraelismo. Aunque muchos lo oculten o no lo quieran reconocer detrás de este alegato se esconde la judeofobia. Fácil es probarlo: todos las acusaciones del pasado atribuidas a los judíos ya sea como nación, pueblo, etnia o religión son calcadas en términos políticos y atribuidas a Israel, o al sionismo, que lejos de ser un movimiento nacionalista judío es apreciado como el sistema de dominación mundial. Y atención que uso el artículo determinado “el” y no el indefinido “un”.

Lo primero que hay que aclarar es que es sionismo. La mayoría de las personas escuchan o leen la palabra y se imaginan al diablo. De hecho para el Islam es el gran Satán. Y sin embargo es y ha sido el movimiento para la creación de un Estado judío en la tierra Judía. Hay sionismo laico y religioso, hay sionismo de derecha y de izquierda y hay, también, no sionismo y antisionismo. Cuando uno lee con atención y sin prejuicios se percata fácilmente que los ideales originales del movimiento se inscriben en la mentalidad nacionalista de la época, cosas que pueden ser criticables en la actualidad y que bien pueden revalorarse y revaluarse, pero que fueron en su momento fundador y decisivo para que el actual Estado de Israel surgiera. Pero ni digan eso a un judeófobo que pues inmediatamente saldrá con una procesión de teorías conspirativas que no sé cómo hacen para ser ciertas todas si en buena lógica se anulan unas a otras.

Como sea lo deplorable para los antisionistas realmente es que el sionismo es el movimiento nacionalista del judaísmo. Pueden existir varios nacionalismo, pero el único que incomoda es el judío; pocas son las críticas a los llamados nacionalismo Centrífugos como al Nacionalismo ilirio, el Nacionalismo pan-heleno (de Albania), el Nacionalismo bávaro, el Nacionalismo prusiano (de Alemania), el Nacionalismo flamenco, el Nacionalismo pan-neerlandés, el Nacionalismo franco-valón, el Nacionalismo comunidad germanófona (de Bélgica), el Nacionalismo boliviano o bolivianismo, el Nacionalismo camba (de Bolivia), el Nacionalismo pan-serbio de Bosnia-Herzegovina, el Nacionalismo riograndense, el Nacionalismo sanpaulense, el Nacionalismo fluminense (En Brasil) el Nacionalismo quebequés, el Nacionalismo cascadiano (en Canadá), el Nacionalismo tibetano, el Nacionalismo uigur (en China), el Nacionalismo mapuche (en Chile), el Nacionalismo istriano (en Croacia), el Nacionalismo feroés, el Nacionalismo innuit (en Dinamarca), el Nacionalismo occitano, el Nacionalismo vasco, el Nacionalismo canario, el Nacionalismo catalán, el Nacionalismo gallego (en España), el Nacionalismo cascadiano, el Nacionalismo texano, el Nacionalismo sureño (en Estados Unidos).

¿Menciono más? Sí, porque quiero y continuo ya que me emocioné: el Nacionalismo moro, (en Filipinas) el Nacionalismo Åland, el Nacionalismo sami (de Finlandia), el Nacionalismo alsaciano, el Nacionalismo arpitano, el Nacionalismo borgoñés, el Nacionalismo bretón, el Nacionalismo caledonio, el Nacionalismo catalán, el Nacionalismo corso, el Nacionalismo flamenco, el Nacionalismo normando, el Nacionalismo occitano, el Nacionalismo tahitiano, el Nacionalismo vasco (en Francia), el Nacionalismo abjasio, el Nacionalismo adjario, el Nacionalismo osetio (en Georgia), el Nacionalismo bengalí, el Nacionalismo tamil (en India)

Y como ya me estoy cansando tanto de escribir nacionalismo y el lector de leerlos los sigo mencionando de corrido: azerí, kurdo, ahwazí, baluche (en Irán); el irlandés; el arpitano, lombardo, napolitano, occitano, padano, sardo, siciliano, tirolés, véneto (en Italia); el norteño, yucateco, chiapaneco (en México); el gagauz, transnistrio (en Moldavia); el prusiano y el silesio (en Polonia); el mirandés y portugallego (en Portugal); el cornuallés, el escocés, el galés, el inglés, el irlandés y el manx (en Reino Unido); el bálkaro o cherkés, cabardino o karachayo, checheno, chuvashio, daguestano, ingushetio, karelio, osetio, prusiano, sami, tártaro y vepsiano (en Rusia europea).

Y por supuesto no me puedo olvidar de los nacionalismos de tipo Centrípetos como el de Reconquista (México), el Panafricanismo, el Panamericanismo, el Panarabismo, el Paneslavismo, Europeísmo, el Panhispanismo, el Pangermanismo, el Irredentismo, el Iberismo y Pancatalanismo. ¿Se me olvido alguno? Seguramente; pero como sea apunten bien y estén atentos porque de todos los que mencioné solo uno es el epitome de la maldad: el sionismo. ¿Y en que consiste su maldad? En que es el nacionalismo judío, y siglos y siglos de infecciosa judofobia solo lo pueden a preciarlo así y así será para las claricimas mentes que todo lo llenan de tiniebla. Claro, dirán algunos, muchos de los nacionalismos mencionados no son separatistas sino regionalistas; sí, es cierto, pero más de una de estas identidades colectivas si se le permitiera la separación de sus países políticos la buscarían completamente, incluso muchos lo han querido por medio bastante violentos, por no decir terroristas para no ofender a los encubridores de la infamia.

En definitiva el sionismo es un nacionalismo exitoso y por eso no es del agrado de muchos, especialmente de panarabista, palestinos y pro-palestinos que en lugar de centrase en construir el propio han buscado más en destruir el ajeno, y no me refiero solamente al israelí, cuando en verdad estos últimos deberían tomar ejemplo, sin usurpar el patrimonio cultural, de todo el derrotero que tuvo que pasar y hasta sufrir el pueblo judío para volver a su patria.

Las ideas conspirativas que se le cargan al sionismo corresponden más bien a una desproporción mental que ha existido al establecer las relaciones basadas en un acto de desconfianza hacia lo judío. Desconfianza que ha sido mutua desde luego y que no se funda en el vacío, sino en los siglos de persecuciones que a lo largo y ancho del mundo se hizo a los judíos. Por eso, o más bien por el olvido culposo de ello, muchos sobredimensionan a Israel por que tiene un odio tan grande hacia lo judío que no les permite medir la realidad. Con Estado de Israel y sin él ya se odiaba a los judíos, pero con el Estado de Israel hay una nueva razón para odiar más aun al judío. Israel es molesto para el judeófobo porque es el recuerdo de que el pueblo judío vive y que por más que sus antepasados intelectuales intentaron hacer por destruirlos, fracasaron. Así pues Israel es la prueba del fracaso de la judeofobia. Y lo único que les aterra al judeofobo es que por más que nos han querido destruir, seguimos vivos, vivos desde los huesos hasta el alma, un alma que los quema porque les recuerda que vivir es un prodigio permitido por Quien no quieren reconocer.

Entre otras, ¿por qué será que muchos conspiracionistas son tan enfermos y viven pensando en el dominio mundial? ¿Será que ellos son los que lo quieren y lo ocultan disfrazándolo bajo ropajes judíos inventados o imaginados a su justo, como en los mentirosos Protocolos de los Sabios de Sión? Libro que debería llamarse mejor Los Protocolos de los Tontos del Son, porque de judío tienen lo que de marsupial una medusa. Como sea, cuando uno lee a los diversos autores sionistas uno se da cuenta que más que una conspiración establecida bajo una idea común que opera y está por encima de las personas en realidad muchas cosas se han construido con el día a día y poca unidad y planificación se ha notado. Y este no es un invento mío para defender por defender, se puede comprobar con solo darle un vistazo a la trilogia de David Vital sobre el sionismo: The Origins of Zionism, Zionism: The Formative Years y Zionism: The Crucial Phase, publicados por Oxford University Press. Pero claro haya quienes ni lo leerán por no enterarse de lo que los contradice.

¿A demás una para qué va querer dominar el mundo si la mayoría de personas – que si el judeofobo no me deja mentir son no judíos ( 2,19 por 1.000 de la población total del mundo, o una de cada 457)- lo tienen arruinado, destruido, contaminado? ¿Para qué entonces dominar el mundo? ¿Para enriquecerse sonsamente en la soledad más tonta?

Hay quienes alegan que muchos judíos no son sionistas, y es cierto; pero se olvidan comentar que esos muchos no son todos y que en proporción son más bien pocos. Y se olvidan de advertir que aun los no sionistas admiten que dicha tierra si es judía, salvo que aseguran que no se debe obtener por vía políticas ni militares sino espirituales, que como yo digo es el sionismo de sidur o del libro de oraciones en las que desde hace siglos los judíos del todo el mundo pedían y pedimos por retornar a Sión.

Yo –y creo que muchos- aceptaría que el antisionismo no sería judeofobia o antesiemitismo, si junto a las críticas a Israel, que son factibles y en muchos casos necesarias, no se hicieran afirmaciones tan rotundas de exterminar al pueblo judío, de alabar a Hitler y de relativizar todas las matanzas que a lo largo de siglos se le infligió al pueblo judío. Si el antisionismo no es judeofobia, ¿por qué cada acto propalestino está acompañado de un acto antisemita en el resto del mundo, destruyendo sinagogas y amenzando judíos?

En la confusa critica que se le hace a Israel, que cobija un amplio sector de inconformidades, se puede ver el espectros de quienes aceptan a Israel, pero demanda de él actos morales que no les exigen a otras naciones; otros atacan al sionismo sin hacer referencia al judaísmo de manera directa pero aludiendo; otros simplemente quieren desaparecer a uno sin pensar que le están haciendo daño al otro y otros, los más radicales quieren desparecer tanto a uno como al otro así sin más.

Es cierto que el Sionismo político de finales del siglo XIX fue ante todo una acto contrario a muchos aspectos del judaísmo halájico de la diáspora, y el elemento religioso en su interior fue minoritario y la mayoría de sus miembros, empezando por sus fundadores, eran socialistas laicos que deseaban acabar con la idea e identidad judía diaspórica; pero también es cierto que precisamente gracias a ellos, religiosos y no religiosos (dati y jiloní, en hebreo) han podido constituir uno de los países más exitosos de la actualidad, país en el que conviven muchas etnias y grupos no solo judío, como deberían recordar los críticos de Israel que cuando éste se defiende de los ataques de Hamas no solo defiende a judíos sino a todos aquellos que componen su sociedad sin importar su origen o su religión ya sean cristianos o musulmanes, entre los que menciono: árabes sirios, árabes israelíes (Para algunos un oxímoron, pero los hay), drusos (que si investigan quienes son no los dejaran vivir en una país musulmán), beduinos levantinos, árabes egipcios, árabes libaneses, gitanos, iraníes, circasianos, alauitas, hispánicos, griegos, armenios, alemanes, ingleses, asirios y practicantes de la fe Bahai (otro grupo que no podría vivir un segundo en suelo musulmán por que los aniquilarían); todos ellos ciertamente minorías, pero hacen parte de Israel y el Estado los está protegiendo sin importar que sean judíos o no; los protege por el solo hecho de que sus antepasados fueron a vivir a Israel por que en los países del Medio Oriente no se los aceptaba por  muchas condiciones, especialmente las religiosas.

Reé 5774

Reé es la cuarta porción de Devarim/Deuteronomio (11:26-16:17).
En ella se enumeran nuevamente reglas promulgadas anteriormente en la Torá, a veces para brindar mayor detalle y amplitud a la prescripción, en otras para afianzar su cumplimiento.

Recordemos que Moshé se está despidiendo de los israelitas y quiere dejar bien claro el camino que deberán continuar luego de afincarse en la tierra de Israel, cuando pasen a vivir independientes de la guía directa y ostensible del Eterno. Porque, durante el trayecto en el desierto, estaba Moshé liderando; tenían manifestaciones concretas de la Presencia de Hashem; disfrutaban de milagros palpables constantes; si surgían dudas en el cumplimiento de una ley, allí estaba Moshé para encaminarles. Pero, en unos días quedarían -casi- por su cuenta, de a poco iría cediendo la manifestación de los milagros, las evidencias visibles del Eterno se irían ocultando, deberían ir tomando decisiones por ellos mismos para lo cual, era necesario estar correctamente educados y ser poseedores del código (Torá) y de métodos para aprender de él y aplicarlo.
Podemos ejemplificarlo con un padre dando las últimas instrucciones a sus hijos que ya han crecido y están a punto de salir del hogar paterno para formar sus propias casas en una región distante. Han sido educados durante un lapso considerable de tiempo, es de suponer que correctamente, pero igualmente el padre desea reforzar las enseñanzas, ultimar detalles, brindar ánimo, mantener fuerte el vínculo que los une más allá de tiempo y distancia.
¿Cuáles te parecen que serían las últimas instrucciones o los consejos que serían útiles dar y recibir en tal situación?

No es casualidad, entonces que al comienzo mismo de la parashá Moshé, como representante del Eterno, presenta dos opciones a los israelitas: seguir las leyes de la Torá para gozar de una buena vida, digna, plena y floreciente; o abandonar las leyes y pasar entre oscuridad y vacilaciones.
¿Por qué te parece que sea éste el planteo de Moshé?
Luego, encontramos en la parashá el mandamiento de construir el Templo, una vez que tomen posesión de la Tierra de Promisión. De acuerdo a los modos de la época, serviría para que se realizaran exclusivamente allí los rituales y sacrificios. Sin embargo, la idea central era que funcione como centro espiritual único y unificador, que refuerce la identidad judía y la hermandad entre las diferentes tribus. Un Dios, un templo, un rey, una nación, una Torá, una tierra, todos unidos y en paz. Esta unidad facilitaría alcanzar ese apego a las leyes con las consecuencias positivas mencionadas y otras más.
¿Podrías sugerir motivos para esta afirmación?

Sin embargo, eran muchas y diversas las amenazas para esta situación ideal.
El egoísmo de las personas, rivalidades por poder entre los dirigentes, rencillas por orgullo entre las tribus, la seducción de la idolatría con sus múltiples ofertas generalmente atractivas y desenfrenadas.
¿Se te ocurren otras más?

Luego la parashá brinda métodos para para distinguir entre los profetas auténticos y los falsos, que pululaban extensivamente en el pasado, y no han dejado de hacer su negocio en todas las épocas y lugares.

Vuelven a mencionarse un conjunto de reglas que ya fueron dictadas con anterioridad: algunas de las referentes al kashrut, normas alimentarias adecuadas a la espiritualidad judía; abstención de practicar ritos y rituales paganos; la búsqueda de la justicia social, entre otras.

La haftará que acompaña la lectura de la parashá, es tomada del profeta Ieshaiá/Isaías (54:11-55:5). Es la tercera de las siete haftarot “denejemata”, del consuelo, las que son leídas luego de Tishá beAv y hasta Rosh haShaná (que será -contando desde el sábado- dentro de 32 días).
El mensaje del profeta, en sintonía con la parashá, destaca la necesidad de escoger entre el bien y el mal. El profeta Ieshaiá asegura que las personas gozarán de bendiciones si eligen el camino correcto.

Este texto fue escrito para ser publicado en SERJUDIO.com, ¿podrías tú encontrar cuáles podrían ser los mensajes adecuados para los noájidas?
Muchas gracias.

Vaetjanán 5774

El comienzo de la parashá nos recuerda cuando Moshé imploró al Eterno para que le permitiera ingresar a la Tierra Prometida. La respuesta fue, básicamente, “no”.
Se han dado razones para entender esta negativa, una muy interesante (que la volví a escuchar recién en un shiur online del Rav Ury Sherky) es la que propone que Moshé era el dirigente adecuado para acompañar la Salida de Egipto y el trayecto hasta la Tierra Prometida. Ahora, era necesaria otra cabeza, que tuviera una concepción diferente del liderazgo, de la participación del pueblo y de la necesidad de milagros evidentes en los asuntos cotidianos.
Sucede que en caso de obstáculos, como los que enfrentarían, la idea de Moshé era: “El Eterno, vuestro Elokim, quien va delante de vosotros, Él combatirá por vosotros de la manera que lo hizo por vosotros en Egipto ante vuestros propios ojos" (Devarim / Deuteronomio 1:30).
En tanto, la postura de Iehoshúa/Josué era: "Si el Eterno se agrada de nosotros, nos introducirá en esa tierra. Él nos entregará la tierra que fluye leche y miel. Sólo que no os rebeléis contra el Eterno, ni temáis al pueblo de esa tierra, porque serán para nosotros pan comido. Su protección se ha apartado de ellos, mientras que con nosotros está el Eterno. ¡No los temáis!" (Bemidbar / Números 14:8-9).
Para Moshé el modelo era esperar que Dios hiciera milagros, Él quitaría los enemigos del medio, Él sería el que activaría y los hijos de Israel tendrían un rol pasivo.
Para Iehoshúa, en cambio, serían los judíos los encargados de cumplir con su “destino”, los que darían todo de sí y con la ayuda de lo Alto obtendrían sus merecidas victorias y satisfacciones.
¿Cuál crees que era el modelo que prefería Dios para dirigir a los judíos en la adquisición de su tierra?
¿Por qué ese y no el otro?
Escoger uno, ¿representa que el no elegido es defectuoso o corrupto en algún modo?
En la historia del pueblo judío, ¿se ha notado alguna vez similar contraposición de estilos y modelos en lo que respecta al regreso a la tierra de Israel?

Luego la parashá continúa recordando algunos eventos importantes de la nación judía.
Le toca el turno a la Revelación de Dios en el Sinaí que ocurrió ante todo el pueblo judío. Se recalca, de manera insistente, que la Presencia del Eterno no estuvo acompañada por imagen visual, por lo que se debe abstener la persona de cualquier representación de la Divinidad. ¿Por qué? Porque pueda provocar desvíos de la buena senda, que finalmente conducen a lugares indeseados.
Hay que tener mucho cuidado en cómo uno vive y lo que le transmite a los descendientes, para que el mensaje sea correcto, lleno de luz y no se vaya opacando con engaños, dudas, confusiones, etc.
Por ello, muchos rituales, celebraciones, lecturas tienen la finalidad de preservar la integridad del mensaje milenario, más allá de las interpretaciones y adecuaciones apropiadas a cada época. Tal vez por ello en la parashá se nos presenta la segunda versión de los Aseret HaDiverot (Decálogo) a lo que se añade "En aquel tiempo el Eterno también me mandó a mí -Moshé- que os enseñara las leyes y los decretos, para que los pusieseis por obra en la tierra a la cual pasáis para tomar posesión de ella." (Devarim / Deuteronomio 4:14). Porque los 14 mandamientos del Decálogo no son toda la reglamentación, sino una parte de los 613 mandamientos de la Torá, que es necesario conocer para valorar y cuidar.

A modo de compendio, la Torá indica en la parashá que a diario debemos recitar dos veces el “Shemá Israel”, que se convirtió en uno de los temas principales del judaísmo. Entre otras cosas por mencionar: unidad y unicidad del Eterno, estudio de la Torá, enseñar intensamente Torá a los hijos, Tefilín, Mezuzá, conducta recta.