Torá viviente

La Torá judía fue dada por el Eterno a los judíos, por intermedio de Moshé, a partir de un día de Shavuot de hace 3300 años y pico.

Algunos siglos antes, por intermedio de Noaj, Dios entregó a todo el mundo la Torá noájica.

El mundo entero cuenta con un código real, divino, para descubrir la Voluntad del Padre hacia cada uno.
El gentil con su propia Torá, compuesta de Siete Mandamientos Fundamentales, que deben ser cumplidos por cada uno y trasmitidos de una generación a la siguiente.
El judío con la Torá de su nación, que incluye 613 mandamientos que Dios dispuso para los judíos, así como narraciones particulares de la nación judía y algunas claves para compartir saludablemente con los vecinos gentiles.

Sabemos que las naciones del mundo bien pronto dejaron de lado su patrimonio sagrado, a pesar de ser santo, de ser puro, de ser de origen divino, de ser el pacto con Dios, de ser sencillo de cumplir, de ser base para la vida ética, a pesar de no comprometer a grandes esfuerzos ni sacrificios, a pesar de brindar una buena vida aquí y en el reino de los cielos, a pesar de tanta ventaja, a pesar de todo esto, bien pronto las naciones se descarrilaron.
Lo más triste es que aún hoy siguen en la senda de la derrota, del desvío.
Usurpan identidades, se disfrazan, se travisten, se adoctrinan, se hacen religiosos, se fanatizan, hacen de misioneros, matan y mueren por sus dioses, condenan a maldiciones e infiernos a los que consideran herejes e infieles, porque siguen esclavos de sus EGOs, ajenos a Dios, desconectados de su propia esencia sagrada y de su verdadera identidad.
Triste, cierto.
Tienen el bello y simple camino de la perfección al alcance de sus manos, pero corren como desesperados detrás de sus pasiones, de sus rencillas, huyendo de sus miedos, a esconderse en su oscura celdita mental, arrodillados ante su amo: el EGO, que se inviste como algún dios, algún líder, algún poder, algo que les hace sentir fracasados, culpables, indignos, miserables, rastreros, pecadores… pero que al mismo tiempo les brinda una amarga esperanza, promesas borroneadas, palabras de torpe consuelo.
Sí, el EGO, que te lanza al piso y te pisotea, te maltrata, te zarandea, pero te acaricia y te dice palabras bellas y mentirosas.
¿Cómo comprender esta paradoja?
Sí, se puede comprender, es claro el mecanismo que existe detrás, lo hemos desnudado en otras oportunidades.
El EGO se presenta como salvador, como el único camino, el intercesor para alcanzar algo de poder; pero antes te hace sentir una piltrafa, una pútrida gota sin sentido, un macabro engendro lleno de maldad.
Te denigra, te pega, te violenta, te viola, para luego hacerte un mimo y que te creas salvo.
Te condena a mil infiernos y tormentos, te presiona, te culpa, te hace merecedor de la peor maldición, pero te promete salvación si es que te esclavizas a su –inexistente- poder salvífico.
Sí, amigo mío, te suena mucho a lo que las iglesias que siguen al personaje de la cruz te dicen, ¿no es cierto? Pues, porque es precisamente lo que hace el EGO, tal cual, solamente que no le dicen “EGO”, sino cristo, mesías, salvador, Jesús, Yeshua, cordero, etc.
Exactamente lo mismo.
Exactamente la misma terrible pesadilla que se repite y perpetúa generación tras generación.
Es que el EGO es parte intrínseca del ser humano, y se replica, cual virus peligroso. Hace copias de sí mismo, te bloquea el acceso a tu esencia sagrada para que te sientas de lo peor y clames por su –inexistente- salvación milagrosa.

Y ahí, dentro de ti, a tu lado, encima tuya, alrededor, el manto protector del Eterno, el verdadero Uno y Único que espera por ti.
Aguarda a que te quieras y puedas conectar.
Nunca te deja de abrazar, pero tú lo niegas, rechazas sus mandamientos, te desplomas ante los edificios fatales de las religiones en vez de construir shalom con tu espiritualidad.

Eso pasa con los gentiles, que tienen Siete Mandamientos simples, directos, claros, específicos, muy sencillos para cumplir, si es que se acepta la ética divina que los inspira y demanda, pero no… la gente corre detrás de otra conducta, que tiene poco de divina aunque se camufla de tal, el EGO.

El EGO también agrede a los judíos, no están libres por supuesto de él.
Sin embargo, ¡qué gran diferencia!
El pueblo judío, minúsculo, débil, desarraigado, perseguido, desamparado, asesinado, exterminado, expulsado, pisoteado, negado, vejado, burlado, ese mismo pueblo es el que se ha mantenido fiel a su legado sagrado.
Teniendo 606 mandamientos más que sus hermanos gentiles, es decir muchísima más carga, peso, sacrificio, privaciones, limitaciones, exigencia, a pesar de ello –o gracias a ello- supieron no abandonar como pueblo la responsabilidad de conocer, contemplar, cumplir y transmitir a sus hijos su Torá.
Pareciera que no, pero sí.
Aquel que estuvo y está mucho más atribulado y recargado ha sido aquel que ha sobrevivido y sido fiel a su patrimonio espiritual, y de paso por si fuera poco, guardado el recuerdo y herencia de sus hermanos gentiles (la Torá noájica con sus Siete Mandamientos dados por Dios a las naciones).

Más de 3000 años de relacionare los judíos con la Torá, es muchísimo tiempo, ¡tantos imperios dominaron y desaparecieron en este lapso!
Los poderosos marcaron su presencia, extendieron sus tentáculos, impusieron sus marcas, pero ahora no son más que ruinas, despojos, recuerdos vagos, idiomas muertos, nombres confusos.
Pero el pueblo judío, vive y existe, vital, activo, dinámico, promisorio, de vida.
Por supuesto que con altibajos.
Es evidente que no todos los hijos de Israel se han mantenido dentro de la ruta prevista.
Es claro que son muchos los que se perdieron y pierden detrás de las prisiones del EGO.
Es cierto que muchos son “religiosos”, se empalagan con exigencias inexistentes y reprobables, se alejan del camino aunque dicen ser los únicos representantes del mismo.
Es verdad, no todo está bien dentro del pueblo judío.
Pero… ¿qué otro pueblo puede decir con palabra verdadera que se ha mantenido fiel a su identidad espiritual?
Ninguno, solamente el judío.
Con la misma Torá, la milenaria Torá, la repetida y reiterada una y otra vez Torá. Cinco tomos, un rollo, la palabra de Dios escrita por Moshé y preservada, encarnada y transmitida por el pueblo judío.

Siendo así, uno podría suponer con facilidad que ya está agotada la relación, que nada novedoso puede surgir de la Torá.
Son tres mil años y trescientos y pico… es mucho tiempo.
Tantas cosas han cambiado desde aquellos páramos del Medio Oriente… la sociedad ha avanzado al punto de hacer aparecer el mensaje del Eterno como anticuado, propio para los vagabundos del desierto, recién escapados de la esclavitud egipcia, que eran los antepasados de los actuales judío; pero que no es un mensaje vital y vibrante para los actuales.
Claro que se puede decir algo así, y de hecho hay más de uno que lo dice y lo publica.

Sin embargo, en verdad cada año que pasa la Torá va descubriendo que su fuerza está intacta, y que las palabras que resonaron por primera vez en Sinai hace milenios, aún poseen poder y sabiduría.
Tomemos un sólo ejemplo, de innumerables, que la Torá nos provee, por ejemplo cuando está ordenado a los judíos:

«No torcerás el derecho del forastero o del huérfano, ni tomarás en garantía la ropa de la viuda.»
(Devarim / Deuteronomio 24:17)

Tres eran los tipos de persona socialmente desprotegidos en la época de Moshé:

  • El extranjero, o el que es diferente, por ejemplo una minoría, o el pobre.
  • El huérfano, o el que no tiene lazos estables con la sociedad.
  • La viuda, o la que no cuenta con recursos como para sobrellevar las circunstancias de la vida diaria.

Tres mil años han pasado, ¿acaso estos tres tipos han variado en algo?
Veamos nuestras sociedad tan modernas y tecnológicas.
Veamos lo que acontece a nuestro lado, o a nosotros mismos.
¿Es el extranjero pobre y desplazado tratado con igualdad por la mayoría?
¿Tiende a ser marginado el joven pobre, con poca educación y sin vínculos importantes?
¿Es la persona débil e indefensa ante los requerimientos sociales protegida y promovida a superarse?

La Torá, la vieja Torá judía, es muy vigente y actual.
Su mensaje aún golpetea entre las arenas del Sinai, porque busca convertirse en una Torá de vida, una Torá vivida.

La Torá no son cuentos fantásticos, ni mitología, ni alabanzas a personajes o lugares, ni un cúmulo de enseñanzas teológicas, ni siquiera un manual de leyes y buenas costumbres.
La Torá es una guía de caminos, la mejor indicación para comportarnos del mejor modo posible para convertir al mundo en un paraíso bajo el reinado del Eterno.
Es cuestión de que aprendamos a vivir la Torá a diario.

Tú también querido amigo noájida, tú también tienes tu parte.
Eres socio en la construcción de Shalom.
Pero no al hacerte pasar por judío, ni por soñar en convertirte en uno, ni por usurpar sus mandamientos para ti, ni por disfrazarte de “religioso” judío.
Tú también tienes tu sagrada parte y misión: cumplir con tus Siete Mandamientos.
Eso es lo que Dios te ha dado como pacto, como señal, como instrucción, como vida.
Eso es lo que te da vida aquí y en la eternidad.
Puedes hacer de tu Torá una Torá de vida y recrear aquí y ahora el Edén.
Puedes vivir de acuerdo a la ética divina, o puedes hacer caso de tu EGO y desmoronarte ante tus fantasías.
Yo creo que es mejor que escojas la Torá, aquella que por derecho sagrado te pertenece, aquella que Dios te ha dado, aquella que le habla a tu esencia.

No tienes porque penar ni soñar por ser lo que no eres, sino simplemente ser quien eres.
Eso es maravilloso.
Romper las cadenas del EGO, salir de tu celdita mental, dejar de jugar al religioso para ser sagrado y  espiritual al fin.

Yo veo apesadumbrado a diario gentiles en Facebook, por ejemplo, que no dejan de poner mensajes que pretenden judaicos, con pasajes del Tanaj –el mal llamado Antiguo Testamento-, que dicen escuchar música “judía” (como si la música europea oriental, o arábica, tocada por judíos fuera “música judía”), que dicen shalom haverim yom tov a cada rato, que se la pasan hablando de su “jashem”, y sus cosas tan presuntamente judaicas, que se hacen amigos de instituciones judías y rabinos y barbados que se hacen pasar por tales, que ponen mensajes y pins a favor del rehén Shalit o a favor de Israel, que ponen “el mensaje del rabino” como salutación pública, y ni siquiera son mesiánicos que andan queriendo meter gato por liebre, etc. y quizás se piensan que con ello llenan su vida de espiritualidad…
Tristeza al comprobar que es religión, es EGO, son buenas intenciones carentes de sentido, es mucho “dios” pero poca santidad en sus vidas.

La Torá, la verdadera Torá, la que corresponde a cada uno, no tiene que ver con disfraces, ni con usar barbas y gorritos, ni con vestirse como europeo del siglo XVIII, ni con hablar en un mix de hebreo, ni siquiera con repetir supuestas perlas de sabiduría támudica en boca de gentiles.
La Torá, la verdadera, la que Dios te ha dado como gentil es el vivir como constructor de Shalom, haciendo el bien, haciendo lo justo, siendo una gran persona a cada momento y no solamente cuando te conviene, te están mirando o crees obtener algún rédito.
La Torá, la tuya, te demanda que seas amistoso, ordenado en tus cosas, atento hacia el prójimo, y no que corras detrás de cualquier barbado hombre con flecos para hacerlo tu “moreh”, ni que cantes Carlebaj, ni que seas un músico klezmer, ni que te sepas el nombre de las sefirot cabalísticas, ni que festejes cosas judías…
La Torá, la tuya, es la que te dice que vivas de verdad, con amor hacia el prójimo, especialmente los de tu casa: cónyuge, hijos, padres, hermanos, etc. Que seas un ejemplo de vecino, de trabajador, de profesional. La Torá, la tuya que cuenta con los Siete Mandamientos que Dios mismo te ha dictado, es tu camino, tu verdad, tu luz, tu vida, tu salvación, tu sentido, tu destino… eso o seguirás bajo la presión y prisión del EGO.

Probablemente pase lo último. Seguirás siendo presa del EGO. Encontrarás la justificación para seguir disfrazado de lo que no eres, para seguir barruntando presuntas conversiones al judaísmo, para seguir mixturando lo que supones es judaísmo contigo, o para seguir alelado en tu religión, sea cual fuera ella.

Como sea, la Torá sigue vive y así seguirá, puedes tú estar dentro de ella o no.

Relato a propósito del comentario

Llegó el rico turista a la casa de joyas y antigüedades en el barrio judío de la ciudad vieja de Ierushalaim.
Husmeó un rato entre los variados objetos, palpó algunas piezas, revisó esto y aquello.
Un tanto cauteloso se aproximó al anciano vendedor, lo miro apenas, y con ansia preguntó: Buen hombre, ¿qué es lo más valioso que tiene para ofrecerme como recuerdo de la santa ciudad de Jerusalén ?
El anciano lo contempló por largos segundos, para finalmente responder: Que nos sentemos a conversar compartiendo una taza de té.

 

(Estudio dedicado a la memoria de nuestro querido abuelo de FULVIDA, Don Jaime Benítez del Salvador, que marcho a su mundo el 12 de Av, 5771 (12/8/11)).

16 comentarios sobre “Torá viviente”

  1. Muy triste e impactado con la noticia , aunque me queda el aliento de que mi gran amigo jaime alcanzo a purificar su vida de la aberrante idolatria. Amigo Jaime te llevare siempre en mi corazon. :(……………

  2. Por estar llevando una vida tan ajetreada, ni siquiiera me había percatado. Es reconfortante saber que nuestro amigo terminó sus días en esta Tierra en consonancia con su identidad espiritual.

  3. TEngo días turbios….. gracias a estos textos mi alma se siente feliz.
    El alma con disfraces seguramente no alcanza a comprender a dónde quiere llegar. No puede ser feliz. ¡Si Dios nos creo para darnos su bondad!, pero ellos lo rechazan.
    Feliz del hombre que termina sus días sobre esta tierra, sin disfraces. Porque ha caminado en la senda que le corresponde.

  4. Dichoso del querido amigo Jaime, que partió habiendo conocido y aplicado Su torá noajica… dichoso de él… «Bendito sea El Juez de la Verdad»…

  5. Gran mensaje More..Este sitio me ha enseñado a encontrar la verdadera espiritualidad libre y sin tapujos.Cual agradecido estoy con todos ustedes.
    Por otro lado no conoci a Jaime pero veo que fue una persona muy importante en la construccion de Shalom, eso es suficiente para mi.

  6. Que noticia tan triste la perdida de un gran colaborador de fulvida,nuestro abuelo y amigo Jaime. Tuve la oportunidad de compartir con el en muchas oportunidades por el chat, un hombre inteligente y muy ocurrente. Nos quedamos debiendo un encuentro de noajidas

    Ahora esta con el Eterno

  7. ¡los disfraces seguiran siendo eso… disfraces! y el que opta por ellos aún cuando la actuación sea casi perfecta, opaca su esencia mientras entrona su ego …

    se hace daño al despreciar su verdadero atuendo, a la medida perfecta y dotado de «verdadera espiritualidad».

    Mil gracias Moré por esas palabras, .

    … extrañaba la grata compañia de don Jaime… en mas de una ocasión me hizó sonreir, y aún hoy al recordarlo lo sigue haciendo, un constructor de shalom sin dudas…

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