Máscaras

El noajismo es algo que se vive a pleno y no requiere nada más que haber nacido. Si observas, los noájidas estamos en todas partes. No somos un grupo limitado, ¡somos la vasta mayoría del mundo! Por eso cuando alguien te diga que noájida es el que se viste de tal forma, que tienes que leer esto o celebrar aquello, recuerda que todo esto probablemente va ligado a una eventual solicitud de dinero.

                Un noájida es un descendiente de Noé, no de Judá, no de Jacob, no de Isaac, no de Abraham, por lo que decir que se es noájida porque te pones un gorrito, porque lees Torá, porque comes kosher, porque recitas oraciones en hebreo, porque…, simple y llanamente no es noajismo sino egocentrismo.

                Te voy a dar un consejo muy fácil, si tienes necesidad de ser alguien que no eres, de aparentar lo que no eres o de usurpar el patrimonio de otros, es muy probable que no estés viviendo con tu Yo Auténtico sino con tu Yo Vivido. Los problemas no se resuelven hurtándole a otros. Por ej., Si no tienes empleo y tienes que alimentar a tu familia, ¿robarías para alimentarlos? Es muy probable que no, salvo que no haya otra salida. Si no tienes dinero para los pasajes del camión, ¿asaltas a un transeúnte para poder ir a trabajar? ¿Ergo, por qué le hurtas a los judíos para paliar la miseria que sientes?

                Entonces, si tienes baja autoestima, si sientes que tu vida va mal, que las cosas no salen como tú quieres ¿realmente crees que el andar vistiéndote como judío, que el reunirte a leer Torá o el andar un gorrito te va a hacer sentir mejor? Probablemente no y te voy a decir por qué. Sabes bien que cuando adoptas este tipo de comportamiento, algo en lo más profundo de tu ser te dice que no está bien, por más que calles a esa vocecita, por más que intentes ignorarla, ese pesar sigue allí y es como las drogas, porque como la cocaína ya no te satisface, sigues con la heroína y así va.

                Y luego te ves envuelto o envuelta en una maraña, como te sientes alejado, segregado, por tu propia decisión, buscas algo o alguien que se te asemeje y ahí está, un moré, roé, rabino, etc., que no son tales sino simplemente estafadores que están como los buitres circulando en vuelo los cielos con su mirada fija en tu moribunda existencia, saben que tu Yo Auténtico está agonizando pero también sabes que él no muere pero se retira a los confines de tu ser, dando espacio a un Yo Vivido que se complace con la algarabía y el jolgorio, con escuchar a un tonto intentando pronunciar palabras que ni él mismo entiende muy bien y luego viene la parte más interesante, la hora de dar tzedaká, porque ahora ya no le dicen diezmo ni ofrenda, eso es cristiano.

                Sabes que es lo mismo, dinero del que eres despojado para engrosarle los bolsillos a un patán, pero de todas maneras se lo das, como un abyecto, como un don nadie que sin la congregación te sientes nada. Ese sentimiento de impotencia es tu EGO, haciendo de las suyas, incrustándose en tu ser, apuñalándote por las espaldas, “Et tu Brute” dijo Julio César a Marcus Brutus cuando éste lo traicionó, “Et tu EGO” dices tú a ti mismo, porque el EGO eres tú, te recriminas a ti mismo, sin saberlo, tu propia traición, tu propia entrega de tu dinero, de tu vida, de la de tu familia, a un sátrapa al que le importas un pepino, lo único que quiere es tu dinero, esa traición es tuya, fuiste tú quien lo hizo, nadie más que tú.

                Es como el virus que se adhiere a su anfitrión y le succiona la vida y cuando este anfitrión ha fenecido, se pega a otro para que ese otro le mantenga, como el parásito que succiona la sangre de su anfitrión y a cambio le transmite enfermedades, ese es tu moré, roé, rabino, rav, etc. Mientras tanto tu familia es victimizada por tus designios insensatos. Ellos son los que pagan los platos rotos cuando tienes que pedir en el trabajo a extraños que te presten dinero para los pases del camión, cuando hablas con tu familia de lo mal que te va económicamente, cuando te sientes impotente de no poder ayudar al niño que se retuerce de hambre en los escondrijos del callejón cercano a tu casa.

                Conócete a ti mismo o a ti misma. Ámate y no te dejes embaucar por energúmenos que quieren enriquecerse a costas tuyas, que si pudieran te sacan hasta las costillas si no existieran leyes que les castiguen. Ama a tu familia y no les niegues el mínimo sustento pero sobre todo y en primer lugar, ama a Dios y respeta su Voluntad Divina.

                Mírate al espejo y observa con detenimiento la chispa interna que tienes dentro, no precisa de iglesias, ni de kipás, ni de torás que no son la única, verdadera e inmutable, sino modificaciones arrogantes hechas por impertinentes que lo único que adoran es a sí mismos.

                Que pasen una excelente semana. Cariños a todos y todas.

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