Un Dunbar, por favor

Era Roberto Carlos el que cantaba “quisiera tener un millón de amigos”, ¿no?
¿Para qué quería tantos, me pregunto?
Él en su canción nos daba una respuesta: “así más fuerte poder cantar”.
Es decir, no eran amigos realmente, sino un enorme coro que vociferara junto a él. Quería sumar la voz de esa cantidad inmensa de personas para que su canción se escuchara.
Interesante marketing viral, o algo parecido, pero que poco y nada tiene que ver con “tener amigos”.

De hecho, me pregunto también: ¿se “tienen” amigos?
Que me lleva a otra pregunta: ¿se “tienen” hijos?
¿Es el verbo apropiado en ambos casos?

En la antigua Tradición se menciona el “adquirir/crear amigos”, pero no recuerdo si se habla de “tenerlos”.
Me fui por las ramas, así que volvamos al cantor brasilero y su anhelo.
¿Alguien tiene un millón de amigos, que sean realmente amigos?

Surgen otras preguntas, muy obvias, tales como: ¿se acuerda de los nombres de cada uno?
¿Tiene tiempo suficiente como para que su amistad sea significativa con cada uno de ellos?
¿Será que Carlos maneja una definición de amigo un poco peculiar?

Me parece, y lo digo a ojo no más, que es entre imposible e improbable que alguien llegue a mantener lazos amistosos reales con tanta gente.

¿Cuántos son tus amigos actualmente?
¿Cuántos los fueron a lo largo de los años?
¿Cuántos siguen siendo desde el preescolar hasta ahora?
¿De dónde son?
¿Ya no consideras amigos a aquellos que en una época eran como tu sombra?
¿Cuándo fue que te hiciste de un nuevo amigo?
¿Cuándo conversaste con alguno de ellos?
¿Cuándo se encontraron personalmente?
¿Qué cosas de la vida los unen y los alejan?
Tantas preguntas podemos hacer, ¡tantas! Algunas son más que obvias y cursis, otras podrían ser más profundas, pero son todas preguntas. ¿Te sirven para algo en este momento?

Volviendo a los amigos, cuando somos pequeñitos pareciera como si hacerse de amigos fuera la cosa más natural del universo. Nos revolcamos en la misma mugre, metemos en la boca las mismas porquerías, jugamos a las mismas cosas que para los niñitos tienen total sentido y trascendencia, no andamos discriminando por esto o aquello (a no ser que ya de tan chiquitos nos hayan metido creencias idiotas como brújula), en fin, pasamos el rato juntos y hasta llamamos “amigo” a alguien solo por estar a medio metro de distancia o hacer las mismas actividades o similares.
¿Serán amigos? ¿No? ¡Qué se yo! Lo que sí sé es que en apariencia tenemos menos barreras naturales y aprendidas para pasar el rato con gente extraña.

Pero al crecer y ampliar nuestro radio de acción social, al irnos socializando, es como si las amistades se fueran restringiendo.
Digo según una apreciación muy general, y sin basarme en estudios estadísticos o similares.
Así los que son amigos son contados con los dedos de una mano, o un poquito más.
¿Cómo es contigo?
¿Qué nos une?
¿Qué nos sostiene en el tiempo?
¿Qué hace que podamos surfear las dificultades y mantenernos en una relación amistosa?
Ya ves, más preguntas…

Hoy día nos llenamos de “amigos” por las redes sociales virtuales.
Amontonamos amigos como likes, con un valor similar supongo.
(Lee este texto cuando tengas tiempo y ganas: http://serjudio.com/exclusivo/cterapia/consumir-el-fruto-permitido).

Probablemente de esos mil amigos en la red social preferida, en verdad sean amigos tuyos tres o cuatro.
Bueno, tú que eres más simpático y social que yo, te admito que digas que son treinta o cuarenta. Sin contar colegas, conocidos, familiares, clientes, y otras relaciones funcionales, o útiles u obligatorias.

Sobre el número de relaciones significativas, te comento que un antropólogo llamado Robin Dunbar, hace una década atrás, tras una prolija investigación en primates estableció que llegamos a contabilizar 150 individuos en nuestro círculo de relaciones significativas.
¡Que ni siquiera son todos amigos!
Esto se da en primates, en hombres, en el campo, en la ciudad, en la villa, en todos lados donde hay vínculos entre congéneres.
A este número se le conoce como… ¡adivinaste!, “número de Dunbar”.
Te recomiendo que le des una lectura, quizás aprendas algunas cosillas interesantes y provechosas.
Así pues, son 150 personas, aproximadamente, con las que nos relacionamos de una manera que tiene significado y sentido.

¿Es hora de ir expurgando tus “amistades” en tus redes sociales más frecuentes?
¿Es hora de revalorizar a los que son amigos, y gente especial, reales?
¿Podría ser que las comunidades virtuales, así como las amistades ídem, sean valiosas pero no significativas?
¿Es tiempo de replantear algunas prioridades en tu vida?

¿Te sirve para algo este post?

3 comentarios sobre “Un Dunbar, por favor”

  1. Shalom, Paz a todos, interesante reflexion, yo he creado muchos contactos en las redes, muchos de negocios, algunos noajidas y grupos noajidas, Judios tambien, conocidos de bachillerato, pero amigos como tal son pocos, (Panas como decimos en Venezuela) son realmente pocos. Muy acertado su post. bueno yo tengo millones de amigos: mis globulos blancos y rojos, hahahaha, un chiste para no perder la costumbre.

  2. yo solo considero a 3 personas como mis amigos pero no se como me consideran ellos jejeje así que la amistad debe de ser algo reciproco, porque muchos piensan «ese es mi amigo» pero esa persono solo lo considera como conocido… Saludos

  3. Interesante ese comentario de los amigos. Justamente el otro día hablábamos de ese tema; en realidad un amigo está ahí por uno en las buenas y en las malas, sea en físico o en lógico; eso es algo que mi abuelo me enseñó cuando yo estaba estudiando en el colegio porque yo le dije que tenía muchos amigos y él me dijo que no, que yo no tenía amigos sino conocidos, amigos son muy pocos. De las personas con las que fui al colegio mantengo amistad por FB pero realmente nos hablamos muy esporádicamente y a decir verdad las amistades vienen y van. Son muchas las razones para uno tener personas cerca de uno y por ende el número de personas, pero con quién contar en los momentos difíciles, esas son muy pocas. Gracias por este post mi querido amigo!

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