El dorado camino medio

¡Qué gran problema es la exageración!
Sea hacia uno o el otro extremo, el de la falta o el de la abundancia, al perder el sentido de la proporcionalidad, nos paramos en un terreno inseguro, resbaloso y arbitrario.
Dramatizar la impotencia (el no poder), puede ser tan nocivo como ver nuestro vigor a través de una lupa.
Al no tener cabal noción de nuestro lugar y capacidad, nos cuesta distinguir qué es superfluo y qué fundamental, qué merece la pena dedicar más esfuerzo y qué dejar fluir sin esclavizarnos a ilusiones inalcanzables.
Difícil evaluar sabiamente cualidades y defectos, cuando nuestra balanza indica cualquier cosa menos algo parecido a la realidad.

El sabio consejo de Maimónides (entre otros grandes de la sapiencia) ha sido el punto medio, entre tensión y distensión, entre trabajo y descanso, entre bondad y justicia, entre disfrutar y limitarnos, en todo.
Porque, no siempre a mayor esfuerzo se obtienen mejores resultados.
Ni cuanto más presión se ejerce se recibe más rendimiento.
Ni el exceso de actividad procura bienestar.
Ni la indulgencia extrema resulta en cariño y satisfacción.
Como sus contrarios tampoco son provechosos.

El dorado punto medio, es el que integra los opuestos, que anula los extremos perjudiciales, que no acepta lo prohibido ni tolera lo mediocre.
Más bien es el equilibrio dinámico, no es una estatua estática, ni un monumento paralizado, ni una cosa hecha para perdurar como una momia; sino una realidad que se modifica a cada instante, que precisa de trabajo pentadimensional para sostenerse, para controlar los desbordes, para conseguir la efectividad.

Así por ejemplo, entre la sabiduría y el razonamiento está el entendimiento; entre la bondad y la justicia está la misericordia; entre el dar y recibir está el compartir; entre el atender y expresar está la comunicación auténtica; entre la impotencia y el poder está la construcción de SHALOM.

Pero, no solemos andar (hechos, palabras, pensamientos) por la senda media; sino en la exageración.
Ante la impotencia pretendemos exagerar nuestro rol de víctima y manipular para tener un presunto poder, que es una distorsión exagerada del verdadero poder, lo que nos lleva a ser victimarios de nosotros mismos y/o de otros.

Te lo explico con un sencillo y cotidiano ejemplo.
Por el motivo que sea (que no toca analizar ahora) temes equivocarte en tus acciones, entonces te comportas de manera extremista en lo que refiere a ser perfeccionista, exigente, severamente persigues el más mínimo error. Por consiguiente, no paras de cometerlos o descubrir imperfecciones donde nadie más las ve, avanzas en tus proyectos tan lento que pierdes las oportunidades y los tiempos de entrega, te paralizas por considerarte inepto. En resumen, terminas viviendo en la realidad aquello que tanto temías: equivocarte.
¿Cuál es el punto medio, el de la no exageración?
Quizás, admitir que habrá retrasos, contratiempos, desaciertos y tener tolerancia con todos ellos, siempre y cuando no se pase al extremo opuesto, el de la indulgencia arbitraria, la pereza viciosa, la disculpa engañosa.
¿Entiendes la propuesta?

Otro ejemplo cotidiano.
Crees que no haces lo suficiente para que te quieran, y en vez de atender a tus hijos, comunicarte con ellos, compartir a pleno momentos significativos, escoges el extremo en apariencia fácil: por ello dedicas cantidades enormes de dinero (incluso excediendo tus posibilidades reales) a comprar cariño en forma de regalos, premios sin motivo, salidas a comer y cuestiones parecidas. Derrochas hasta lo que no tienes para comprar el cariño, te niegas a ponerte límites por miedo a quedar abandonada. Al final de la jornada te descubres sola, vacía y sin un peso en el bolsillo aunque llena de deudas. ¿Y tus hijos? Dudo que estés en sus mentes o corazones, a no ser a la hora de las quejas, reclamos, pedidos, y protestas por más y mejores regalos.
Mejor sería aprender el punto dorado del equilibrio dinámico y así andar por el sendero del medio.
Cómprales regalos, pero con moderación, que la mayoría de ellos sean premios reales; pero mejor, dedícales tiempo y real presencia, participa junto con ellos, sé parte de sus vidas, da y recibe amor y no compres lo que no tiene precio.

Y así podríamos encontrar cientos de ejemplos, en las cuestiones que te incumben a ti individualmente, a tu relación con hijos, cónyuge, amigos, padres, jefes, empleados, desconocidos, sociedad, Dios, etc.
Encuentra tu foco, mide con precisión, anda por el dorado camino medio.

6 comentarios sobre “El dorado camino medio”

  1. No olvidaré como en la religión te pregonan con insistencia que lo se esta del lado del bien o se está del otro, que no se debe ser tibio, que estar al medio es ser del mundo…
    Y claro ellos supuestamente están del lado bueno.

  2. Leyendo el presente tema vino a mi recuerdo un comentario que leí de un famoso cantante Puertoriqueño llamado CHEO FELICIANO.
    El dijo:
    El asunto no es «pecar» o «no pecar» Lo importante es el punto medio. El equilibrio».
    Me llamó la atención el comentario por el hecho de venir de un invidente.
    En aquel momento me pregunté si lo que el dijo era válido o era producto de los anhelos de una persona discapacitada?.
    Pero en cuestiones de los 7 mandamientos universales es aplicable el punto medio?
    Es decir: En circunstancias muy especiales….
    No debo mentir pero tal vez sea necesario no decir la verdad?
    Sería valido aplicar el ojo por ojo o diente por diente de la famosa ley de Talión?.

      1. Muchas gracias por la aclaratoria Moré.
        En especial por la parte: «que no acepta lo prohibido ni tolera lo mediocre»
        El resto del texto comprendido.
        Realmente hay sabiduría en sus escritos.
        Muchas gracias.

    1. Ser humilde significa ser realista sobre la percepción que tienes de ti mismo. Significa reconocer tus fortalezas pero también tus debilidades. Ser honesto consigo mismo.
      Creo que la definición de humilde, por si misma, hace referencia al equilibrio y no a los extremos

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