Acto Creador 1

En artículo anterior propuse que la Realidad nos supera en potencia, en poder. Existirán momentos donde, puesta en peligro la existencia, se actúe instintivamente. Pero también percibimos una impotencia aparente, irreal, sentida y subjetiva, donde sin estar en peligro la existencia, se actúa instintivamente, pero de forma creativa y no pasiva.

Una primer premisa es que somos y estamos en una realidad supera nuestro poder y nuestras facultades.

Por “ser y estar en La Impotencia” lo entiendo así, no solo por el hecho de que se existe en una realidad intimidante, sino que también por el hecho de que la existencia la experimenta el hombre con un traumatismo.

La Gran Realidad es que coexistimos sumergidos en un escenario peligroso sin tener control o poder; y para empeorar la Realidad, existe una lesión en el hombre.

El acto de nacer fue la experiencia más terrorífica que un hombre puede experimentar sin que se le iguale. Experiencia que, por suerte, no quedó registrada en la base de datos cerebrales, sino en el corporal, pero dejo un trauma o lesión (nota: “volver a nacer” o “renacer” sería un acto natural más cruel que se le pueda hacer al humano).

Entonces, si el nacimiento de un ser humano produjo un traumatismo corpóreo, no psíquico, se puede concluir que la experiencia humana es traumada. En otras palabras, el ser humano experimentará la vida con una herida o traumatismo y existirá con esa lesión; producida por su propia incapacidad de responsabilizarse por su propia existencia en ese primer momento de nacer.

En sus primeros años, la relación del hombre con el medio ambiente necesariamente tiene que ser una relación egoísta; pues no se cuenta con otros recursos que auxilien en mantener la existencia.

Esa experiencia traumática de nacer se re-vive una y otra vez, pues existimos en la Realidad que nos supera por mucho en poder.
Experimentamos nuestra existencia humana en la Gran Realidad traumatizados; reviviendo, inconscientemente, una y otra vez nuestro terror inicial.

Ni el propio hombre, ni nadie ni nada, es culpable por su herida o traumatismo; así que no es posible responsabilizar a nadie ni a nada. Tampoco es posible ganarle en poder a la Realidad, ni curar nuestra herida o traumatismo. Eso nos deja solo una sola alternativa: concientizar nuestro traumatismo para poder responder ante la realidad con la propia existencia.

Si nos detenemos aquí y pensamos en lo anterior, podríamos detectar que siempre hemos respondido ante la Gran Realidad, pero de forma no concientizada.

El traumatismo del hombre ha echado andar impulsos o energías internas que, reprimidas y sublimadas al exterior, han convertido al ser humano en creador o modificador de medio y de la propia situación o condición.

Para entender mejor lo anterior véase por ejemplo a un privado de libertad. En una cárcel y con una sentencia de años, la persona puede convertirse en una gran artista de la pintura, la literatura, la música u otra arte; pues sin estar muy consciente de ello, el preso sublima hacia el experior su impotencia ante la pena de cárcel para crear algo, o de lo creado, re-crearlo, en otra cosa.

Los estudiosos del tema han visto este fenómeno en la sociedad; cuando por algún agente interno o externo, se produce algún cambio en la seguridad de la rutina crea tensiones sociales al punto de que los individuos generan cambios sociales, nuevos regímenes, otra cultura, etc.

El punto es que, como segunda premisa,  la realidad la enfrentamos con nuestro traumatismo, y eso provoca que se nos remuevan energías, y esas energías nos hacen ser creadores o creativos.

Se puede así concluir fácilmente, que es obligación concientizar, saber y conocer nuestra propia impotencia relativa para darle una respuesta la asertiva (ya no instintiva o inconciente): ser creadores o hacer actos creadores.

Si hasta aquí el lector está de acuerdo, cabría entonces preguntarse ¿Qué se entiende por acto creador? En mi opinión, pareciera ser una de las mejores formas de dejar fluir el sentido de impotencia sin reprimirlo intentando olvidarlo, o ignorarlo.

Y a modo muy resumido: dedicarse a algún arte, en alguna idea, en algún ensayo que compartir, en alguna opinión de algún artículo, en componer una partitura musical, crear un objeto mecánico, tejer alguna prenda nueva, en escribir algún libro, es decir, enfocarse en crear.

No con intención de engendrar un negocio, ni como medio de desentendimiento de alguna situación que se deba prestar atención; sino como ese acto humano que produce la satisfacción de decir: “esta es mi obra, esto lo hice yo, esta es mi huella, este es mi hijo, esto lo cree yo, este es resultado mío, esto lo pensé yo”.

Tal vez por “acto creador” se pueda dejar fluir la carencia de poder, y se pueda entender un poco mejor el término “Imitatio Dei”. Sin embargo, tal vez y más adelante, y detenidamente, comparta mi idea personal de lo que entiendo «acto creador» como medio para dejar Fluir.

 

d10.8

 

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