A veces la vida se nos presenta como una sensación agobiante con tinte de pesadilla. Si tenemos en cuenta que las palabras programan nuestras emocione, podremos clasificarlas en negativas y positivas. De éstas dependerá nuestro andar cotidiano. A continuación, 20 palabras poderosas para llevar adelante el cambio que queremos en nosotros.
Orar:
Empezar el día con la oración o rezo es hacer un reencuentro con el Creador reconociéndoLo en todos nuestros caminos.
Escribir:
Plasmar en un papel nuestras emociones, organizar nuestras ideas y de alguna manera hacer visible el inicio de nuestro sueño.
Buscar:
Al decir y reconocer que no sabemos, ya hemos dado un gran paso mostrando nuestra vulnerabilidad e inseguridad ante lo desconocido. Salir de nuestra falsa seguridad y animarnos a ir al encuentro de lo nuevo es poner en acción la búsqueda de nuevos horizontes.
Elegir:
No podemos saber a ciencia cierta cuál será el resultado de nuestra acción, pero sí podemos elegir nuestra manera de llevarlo a cabo.
Reír:
Al reír ampliamos nuestra perspectiva, mantenemos la salud y nos ayudamos ante una situación compleja.
Comenzar:
Ud. es capaz de elaborar una lista de cosas que siempre quiso hacer y por alguna razón pospuso (desde arreglar el armario o realizar un viaje). Ya es hora de comenzar a realizar alguna de ellas. Dé el primer paso; comience hoy.
Imaginar:
No deje de hacerlo. Esta capacidad de soñar despierto es una capacidad que vamos perdiendo al ir creciendo. El dejar fluir nuestros pensamientos por medio de la imaginación es cómo encarar el primer paso a la realización de nuestro sueño.
Creer:
Creer en nosotros mismos es proclamar la victoria en nuestra mente, solo de ud. dependen el éxito o el fracaso de su día.
Jugar:
En nuestro estado adulto las responsabilidades nos quitan la parte lúdica y nos olvidamos lo bueno que era divertirnos. Hágase su tiempo para distraerse y recordar lo buen que es jugar y divertirse.
Leer:
Es un hábito que el que se acostumbra. Es muy difícil dejarlo de hacer un día. La lectura nos ayuda a descansar, y en la diversidad de géneros literarios está la riqueza en nuestro entendimiento. No dejes de incursionar en la lectura ya que nos dispersa de la vorágine cotidiana.
Escuchar:
Se requiere sabiduría para saber escuchar sin que nuestros pensamientos interfieran. Escuchar es un arte y si aprehendemos este arte también seremos escuchados cuando sea nuestro turno de expresarnos.
Apreciar:
El hacernos la pregunta de qué es lo que apreciamos en el día de hoy, nos confortará y nos hará desviar de alguna negatividad que nos sucedió en el transcurso de la jornada.
Crear:
Es mantener el equilibrio en un mundo lleno de controversias. Hacer cambios es ser creativos y entre más practique la creatividad, más desarrollará su capacidad de resolución frente a lo inesperado.
Conectarse:
No dejemos de alimentar aquellos vínculos que nos hacen bien. Seguir tendiendo puentes, fomentar espacios de encuentro, nos ayudarán a que nuestras relaciones sociales sean eficientes en los momentos de crisis, transformando la adversidad en una situación maravillosa.
Confiar:
Si Ud. tomó una decisión, aparte de creer que hizo lo correcto, debe confiar en que los resultados serán los óptimos. La desconfianza genera resultados negativos.
Tocar:
Los seres humanos necesitamos contacto físico para vivir. No te vayas de tu hogar sin dar un abrazo, o, en tu trabajo, no te despidas sin dar una palmada, un abrazo, un beso o un apretón de manos. Será favorable para la convivencia.
Esperar:
Nunca perdamos las esperanzas, ellas nos hacen crear el conocimiento de que aún en las perores circunstancias e la vida podemos triunfar. La Esperanza es la que nos sostiene; la que reemplaza al miedo, transformándolo en un optimismo vital que nos asegura un mañana mejor.
Perdonar:
Cuando uno pone fin al resentimiento inmediatamente nos hacemos cargo de la situación y nos sentimos mejor. Perdonar no implica retractarse, olvidar, ni que fueron borrados las ofensas y aquellos actos desleales. Pero al poner en práctica el perdón, vemos de manera más realista al otro y dejamos que lo positivo de esta persona, por lo poco que fuere, prevalezca por sobre su error.
Dar:
Es suplir la necesidad de otro sintiendo satisfacción al llevar a cabo esta acción. Una manera de sobreponerse a un mal día es ofreciéndose para ayudar a alguien, familia, amigo o desconocido.
Liberarse:
Es darse el permiso de ser lo que nos agrade, más allá de la cara o la posición de los que nos rodean; es encontrarnos con nosotros mismos y entablar una armonía con lo que somos.
Paz y Bien.
Todos pueden memorizar textos. Es una idea común entre todos los noájidas para poder recordar pasaje de la Torá y ponernos en cuenta sobre lo que hay en cada capítulo de ella y el Tanaj. Hoy en día, las diferentes regiones , colo son los pseudo-mesiánicos y los cristianos saben sobre la biblia, pero con lectura muerta, porque siempre citan cosas fuera de contexto.No es preciso que como bnei Noaj sepamos estudiar y memorizar Tanaj, pero podemos saber y ayudar a las personas que están en sus errores para hacerles comprender más claramente la escritura de la Tora y el Tanaj.Solo son pequeños textos para que así podamos ayudar a crecer en el ámbito espiritual..
Se puede definir a la alegría como algo simple cuya fuente más grande y profunda es el amor. Sin embargo, no es tan sencilla como parece. La alegría es un gozo del espíritu. Nosotros somos seres que experimentamos diferentes sensaciones, el dolor, el sufrimiento, pero también las emociones opuestas a estas, el bienestar y la felicidad.
La obediencia es una actitud responsable de colaboración y participación, importante para las buenas relaciones, la convivencia y el trabajo productivo. Una de las cosas que más trabajo nos cuestan es someter nuestra voluntad a la orden de otra persona. Vivimos en una época donde se rechaza cualquier forma de autoridad, así como las reglas o normas que todos debemos cumplir. La soberbia y el egoísmo nos hacen sentir autosuficientes, superiores, sin rendir nuestro juicio y voluntad ante otros pretextando la defensa de nuestra libertad.
Los resentimientos nos impiden vivir plenamente sin saber que un simple acto del corazón puede cambiar nuestras vidas y de quienes nos rodean En los momentos que la amistad o la convivencia se rompen por cualquier causa, lo más común es la aparición de sentimientos negativos: la envidia, el rencor, el odio y el deseo de venganza, llevándonos a perder la tranquilidad y la paz interior. Al perder la paz y la serenidad, los que están a nuestro alrededor sufren las consecuencias de nuestro mal humor y la falta de comprensión. Al pasar por alto los detalles pequeños que nos incomodan, no se disminuye la alegría en el trato cotidiano en la familia, la escuela o la oficina.
Si nuestra época pudiera tener un nombre se llamaría “prisa”. ¿Cómo esperamos que nuestra vida tenga más cordura y sea más amable a los demás si todo lo queremos “ya”? Nuestra vida se desenvuelve a un ritmo vertiginoso: demasiada prisa para hacer, para llegar, para resolver asuntos personales y del trabajo, fricciones que surgen cada día con las personas, citas urgentes. Si nuestra época pudiera tener un nombre se llamaría “prisa”. Por eso es necesario hacer un alto en el camino y reflexionar un poco sobre el valor de la paciencia, para no dejarnos abrumar y tampoco seguir esa carrera loca que va a toda marcha. ¿Cómo esperamos que nuestra vida tenga más cordura y sea más amable a los demás si todo lo queremos “ya”?
Antes de hablar de sensibilidad hay que distinguirla de la “sensiblería” que casi siempre es sinónimo de cursilería, superficialidad o debilidad. En realidad el valor de la sensibilidad es la capacidad que tenemos los seres humanos para percibir y comprender el estado de ánimo, el modo de ser y de actuar de las personas, así como la naturaleza de las circunstancias y los ambientes, para actuar correctamente en beneficio de los demás.
El valor que nos ayuda a descubrir la importancia de adquirir conocimientos a través del estudio y la reflexión de las experiencias cotidianas. Uno de los valores fundamentales de todo ser humano es el conjunto de habilidades y conocimientos de que dispone para resolver problemas. La única forma de obtener este conjunto es el aprendizaje. El valor de aprender tiene como finalidad la búsqueda habitual de conocimientos a través del estudio, la reflexión de las experiencias vividas y una visión profunda de la realidad.