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Siete claves para la prosperidad y bendición

Muchas veces hemos explicado cómo nuestras creencias determinan nuestra forma de ser en el mundo.
Por supuesto que no todo depende de nosotros, apenas si tenemos control voluntario y consciente sobre una pequeña porción de nuestra existencia.
Sin embargo, a veces hasta esa parcela de real poder la malgastamos o desaprovechamos.
Nos llenamos de creencias que nos atormentan, nos aprisionan, nos niegan la felicidad.
Nos convencemos de mandatos que sirven para mantenernos empobrecidos, disminuidos, amargados, enfermos.
Hasta nos hacemos cómplices de nuestro sufrimiento al impedir, conscientemente o no, el disfrute, el desarrollo, la plenitud.
Permíteme darte ahora unos breves lineamientos que tienen la finalidad de desbloquear creencias nocivas para de esa forma involucrarte en tu próximo éxito y felicidad.

Con estos pasos espero que consigas despejar tu mente, ordenar tu corazón, unificar tus dimensiones internas y externas, así llegará a ti el dinero, la salud, el amor, la tranquilidad, el bienestar, la bendición, el SHALOM.
Supongo que no rechazarías nada de ello, ¿no?

¿Y si te dijera que lo tienes todo a mano?
Vamos, acompáñame a este breve recorrido.

1. SÉ SOLIDARIO.

Cuando das, sin esperar NADA a cambio, estás concentrando tus fuerzas hacia el lado correcto.
Podrías verlo como una cuestión mística, que trasciende el intelecto humano y queda en manos de la justa retribución Divina, que acredita que el que da luego recibe con creces.
Pero, también puedes verlo de una manera simple, concreta, humana y comprobable.
Aquel que tiene su corazón, mente y manos en ánimo generoso, ¡realmente generoso!, no anda perdiendo el tiempo y las energías con quejas, reclamos, envidia, deseo de venganza, rencor, temor a pobreza, inconductas o cuestiones similarmente negativas. La generosidad es un bálsamo para tanta amargura que corroe al ser desde el interior, desde el EGO.
Entonces, cuando tenemos una conducta habitual, frecuente, periódica de donar a causas nobles (serjudio.com y FULVIDA.com entre ellas), sin pretender comprar con ello paraísos, ni dispensas de parte de santos, ni recibir una compensación material cual sea de parte del Eterno, estamos despejando nuestro sistema de ondas negativas, armonizando nuestro ser, llevando el Shalom a cada rincón.
Esto nos sintoniza con el bien, con la prosperidad, con el éxito, con el darse cuenta de lo que uno tiene y saber aprovecharlo para obtener verdadero placer.

Entonces, comparte de lo tuyo con aquel que lo necesita. Sea una persona pobre, aquel que no tiene para el sustento, la institución educativa que anda a menudo en zozobras, tal como con los que de una u otra forma contribuyen al verdadero bienestar tuyo y del colectivo.
Da, con nobleza, con generosidad, sin esperar NADA a cambio, con amor, sin miedo a empobrecerte por ello, porque estás forjando así tu sendero a la felicidad.

(Tienes innumerables enseñanzas acerca de AMOR y tzedaká en este sitio, aprovéchalos).

2. ILUMINA y LIMPIA.

Muchas personas viven en el dolor y el sufrimiento porque creen que ser feliz es malo, que el dinero es pecado, que el éxito conduce al infierno, que no tienen merecido disfrutar, que si se deleitan algo malo les puede ocurrir a ellos o a alguien que amen, y cuestiones similares.
Están cercados por esas creencias que los debilitan y empobrecen.
Les espanta lo que les da gozo y bienestar.
Suena extraño, ¡pero es muy frecuente!
Quizás hasta te esté pasando a ti también.

Si una vocecita perversa en tu interior te taladra con la creencia que disfrutar es malo, que alguna desgracia lloverá si te diviertes, si pasar bien es pecado, seguramente que algún mecanismo inconsciente estará funcionando para hacerte tropezar y no alcanzar nunca el éxito, y de llegar a alguna victoria ya te encargarás de transformarla en derrota.

Esto ocurre en determinaciones “importantes”, así como en las que pueden ser consideradas banales.
Mira un ejemplo corriente. Sabes que estás excedido de peso, que tu salud podría mejorar bajando un poco esos kilos y tonificando tu organismo. Entonces con determinación de jabalí anuncias “el lunes empiezo la dieta y esa misma noche empiezo el gimnasio”. Quizás ni siquiera llegaste al lunes y ya acudieron miles de excusas para descuidar tu salud. Te dijiste cosas tales como: bueno, el otro lunes es mejor; este jueves es el cumpleaños de X, ¿para qué voy a empezar la dieta si a los dos o tres días ya la interrumpo?; uf, me canso terrible en la cinta caminadora, creo que primero bajo treinta kilos y después empiezo el entrenamiento físico; un chocolatito son 110 calorías, ¡vamos, qué son 110 calorías!
No digas que no te suena conocido… ¡no me lo digas! Sabes que sí.
Y así con dejar de fumar, cambiar de empleo, mejorar tu relación conyugal, corregir a tus hijos, terminar la carrera universitaria, buscar trabajo, llamar a X cliente, arreglar la instalación eléctrica, visitar a tu abuela, ser feliz y gozar de la bendición que fluye constantemente sobre ti.

La vocecita del EGO que te somete, te hace creer que eres malo, pecador, impotente, incapaz de disfrutar, inmerecedor del bien, egoísta, poco “religioso”, innoble, etc.
Sí, el EGO te hace creer que no te mereces la felicidad, ni el dinero, ni el bienestar, ni estar en paz.
Incluso, si de algún modo tienes dinero, bienes, un buen pasar material, por ahí crees que algo malo te pasará por ello, o te mereces castigos, o lo perderás entonces eres avaro en exceso, o… impotencia y sufrimiento.

¿Te parece que con estas creencias podrás alcanzar el verdadero éxito y disfrutar de él?
Ilumina dentro de tu mente, despeja esas creencias, reconoce que las tienes pero que no son verdaderas.
Analiza tus pensamientos, descubre a esos intrusos malhechores, detéctalos y evapóralos.
Ni les des cabida.

Recoge la vela del conocimiento y razonamiento, pasea por los pasillos de tu pensamiento, encuentra los rastros de EGO que son como trampas para ti.
Recoge todo ello, envuélvelo muy bien y échalo al fuego para siempre.

Entonces, podrás estar limpio de creencias nocivas y disfrutar del dinero, la compañía, los bienes, todo con lo que eres bendito.

(Tenemos algún material publicado sobre BEDIKAT y BIUR JAMETZ, actos simbólicos previos a la festividad de PESAJ que sirven para comprender mejor este paso así como su vínculo con la libertad).

3. ACCIÓN.

Dios nos puso en este mundo para hacer uso de nuestras capacidades multidimensionales.
Si Él hubiera querido que viviéramos de milagros y hechos sobrenaturales, sería evidente que tendríamos poderes mágicos y no manos, brazos, piernas, etc.
Nuestro cuerpo nos permite el contacto con el mundo sensible, pero también la acción.
Por lo cual, no es solamente cambiando las creencias, limpiando las que obstaculizan y fortaleciendo las que bendicen, como llegaremos al éxito, a la bendición. Debemos hacer, actuar, realizar y no solamente soñar. No es con amuletos, ni palabras misteriosas, ni consultando a gurús místicos, ni adorando santos, ni cartitas al muro, ni velitas supersticiosas, ni pidiendo que llueva café en el campo… nada de ello tiene real poder.

Por supuesto que un buen plan es útil, organizarse, evitar el caos, la creatividad, la confianza, el rezo de petición, el pensamiento positivo, todo ello es útil. ¡Pero no suficiente!
Hagamos lo que está a nuestro alcance, sin angustiarnos por lo que no podemos ni debemos controlar. Tú planifica, usa la inventiva, básate en los modelos que funcionan, prepárate, propón alternativas, remángate y a trabajar.

Es simple, si no siembras, difícilmente coseches.
Si siembras mala semilla, es dudoso que tu beneficio sea provechoso.
Si te quedas aguardando a ver por las condiciones óptimas, nunca llegará el día perfecto.
Si pretendes que un gran cordón umbilical celestial te alimente de manera constante, es hora de crecer.

¿Cuándo?
¡Ahora!

(Quizás estos textos te aporten alguna idea más.)

4. DEFINE TU REALIDAD.

Hace rato que sueñas con el dinero, pero… ¿tienes idea para qué? ¿Y, por qué? ¡Interpreta correctamente tus sueños! Sea aquellos productos del dormir, o los que se fabrican despierto. El sueño debe ser sabiamente leído y comprendido.

Supones que te mereces X objeto/relación que por fin te hará feliz, ¿cómo lo sabes?
Ese trofeo que te quita la paz es lo que tanto te desilusiona.

En vez de imaginar a quién pretendes humillar con tu dinero, cuáles asuntos extravagantes comprarás, qué relaciones interesadas se acercarán ahora a ti, cuáles placeres exóticos finalmente te darás, ¿por qué no defines tu realidad actual y aquella que sientes te dará satisfacción?

Tal vez puedas darte cuenta que ya eres rico, aunque no te sobre el dinero. Por ahí descubres que con mucho menos podrás sentirte feliz, y por ello no te embarcarás en aventuras peligrosas y poco saludables. Quizás entiendas que no serás dichoso al rodearte de gente que lisonjea tu dinero, amigos de tu fortuna, falsas amistades. Piensa bien, para qué quieres eso que tanto anhelas y te desvives por ello; si hasta te despiertas y reconoces que es una vana pérdida de tiempo y energía, y ya aquí y ahora estás capacitado para disfrutar la bendición que llueve sobre ti.

(Una lectura a estas enseñanzas –y esta, y esta– podría serte de provecho, ¿qué opinas?).

5. UNO Y OTRO.

Una de nuestras dimensiones es la social. Nosotros somos formado por el colectivo y al mismo tiempo lo formamos a él.
No es bueno vivir desprendido de tu comunidad. Tampoco lo es aferrase a una que te mantiene sometido, en impotencia, encadenado a creencias que asesinan tu alma.
Entonces, a la hora de caminar por el sendero de tu éxito, será imprescindible evaluar si tus compañías actuales son las que te fortalecen o debilitan.
También, es bueno obtener consejo, asistencia, enseñanza, orientación, amonestación, apoyo, todo lo que sea necesario.
No permitas que la creencia de un falso súper poder, producto del EGO, te mantenga en el fracaso.
Así como te aconseje ser solidario, no impidas que otros lo sean contigo. Esa apertura es también una forma de solidaridad.
Entonces, si no puedes más con tu carga, consulta con el psicólogo. Si tienes dudas, pregunta al entendido. Si quieres un consejo comercial, encuentra al exitoso que te brinde una orientación. Si te sientes indispuesto, llama al médico. Si estás solo, ¿por qué no compartes con un amigo? Y claro, ¡no dejes de lado a tu familia!
Hay tanto “exitoso” que nada en millones, que sumerge a su familia en bienes y servicios onerosos, pero él para ellos, no está. Es un pobre tipo, ellos un pobre grupo.

(Más material que tenemos a tu disposición aquí).

6. GRATITUD.

Es clave para la felicidad y el Shalom.
Comienza agradeciendo, termina agradeciendo, en medio agradece.
Con sinceridad.
Toma conciencia de todo lo que tienes para agradecer, incluso aquello que te pasó inadvertido hasta ahora.
Agradece, no sabes cuánto ganas con ello.

(Un texto que ha cambiado positivamente la vida a mucha gente).

7. AQUÍ Y AHORA.

No más quejas. No más excusas. Tampoco busques que otro haga tu parte. No esperes sentado al milagro. ¿Mañana, quién te dice que tienes un mañana? No te escurras en planificaciones detalladas que son un fiasco. No pretendas la perfección. No esquives tu compromiso. Deja de echar culpas o sentirte culpable. No reproches. El temor, ¿te sirve para algo?
Si no ahora, ¿cuándo?
Si no tú, ¿quién?
Solamente tú, ¿te parece?

(Una lectura complementaria aquí).

AHORA PONLO EN PRÁCTICA.

Si sientes que mi trabajo te sirve de alguna manera, quizás tú quisieras ser mi socio apoyándolo económicamente.
Aquí tienes los métodos para ser un socio en esta sagrada tarea: http://serjudio.com/apoyo

¡GRACIAS!

Resp. 1154–qué clase de noájida soy?

Moré,
1- ¿cómo saber si soy un noájida activo y conciente?
o sea… hoy q vi un artículo, un amigo de Fulvida dice q lleva años siéndolo
2- y yo me pregunto si yo puedo decir lo mismo,
3- o sólo soy uno del monton q conoce y no es…
4- o sea, cómo sé si soy pleno, en comparación a quienes dicen ser plenos
Daniel.

Seguir leyendo Resp. 1154–qué clase de noájida soy?

El idioma de tu tiempo

"El que sigue la justicia y la bondad hallará vida, justicia y honra."
(Mishlei / Proverbios 21:21)

En nuestros idiomas usamos los tiempos para conjugar los verbos (en el indicativo).
”Estoy comiendo”, en el presente.
”Estaré comiendo” o “comeré”, en el futuro.
”He comido” o “comí”, en el pasado.
Hasta donde sé, en hebreo, inglés, francés, italiano, alemán, idish, portugués, también es así (si conoces otros idiomas que cumplan esta regla, puedes añadirlos en los comentarios).
Te estoy comentando algo poco interesante, ¿no es cierto?

Permíteme que te sorprenda (eso espero) a continuación.

El lenguaje estructura nuestro pensamiento y delimita nuestros sentimientos.
Tendemos, entonces, a elaborar un mapa del mundo (interno y externo) en base al mismo.
Por ello, en buena medida, se marca profundamente la temporalidad en nuestra mente.
Aquí es el presente, allá está el pasado, y acullá el futuro.
Son como compartimientos estancos, donde uno necesariamente no es el otro.

Pero, si te preguntara cuál es con exactitud el momento presente, ¿podrías asirlo y mostrarlo?
Porque, cuando te pones a reflexionar sobre el tema, el presente es un instante, fugaz, veloz, sin sustancia. Ese segundo que llamo “ahora”, ya es pasado al terminar la palabra. Ese futuro que parece estar adelante, pasó veloz y como un rayo se hizo presente para convertirse de inmediato en ocurrido.
Entonces, es como si el presente en realidad no existiera más que como una idea, o como una sucesión de tiempos que no son precisos en su definición. Un umbral borroso que toma porciones de ayer y mañana para conformar este hoy que sentimos como “aquí y ahora”.

Según muchas escuelas de pensamiento y acción (algunas de las cuales lejanas de la senda espiritual), debemos vivir a pleno el aquí y ahora (a nosotros también nos parece una buena postura de vida).
Se plantea que de esta manera evitamos el sentimiento de culpa y remordimiento por el pasado, así como la angustia y miedo por el futuro, ya que uno está sumergido completamente en este tiempo, sin lazos que lo perturben. Ese es el ideal.
Disfrutar el presente, hacer todo lo bueno que está a nuestro alcance en este momento, corregir hoy sin nublarse en tiempo que no existen, porque fueron o serán, pero no tienen sustancia real.  

Pero.
¿Viste que el presente es eso que pasó antes de siquiera percibirlo?
Entonces, ¿cómo hacer para vivirlo plenamente si es una sombra sin sustancia?
Esta idea ya bloquea el disfrute del momento. Porque, según mencionamos, en nuestras sociedades lingüísticas se hace dificultoso vivir el presente, porque es un cajoncito pequeño que está apretado entre la mole pretérita y la del porvenir.

Otra contrariedad que se podría plantear al “presentismo”, sería que uno se podría creer irresponsable, tanto por lo que hizo como por lo que le corresponde para más tarde. Si solamente importa el presente, ¿para qué perturbarse con corregir el pasado, pedir perdón, reparar el daño, o prever para mañana, ahorrar, ser cuidadoso de no dañar al prójimo o al ambiente, etc.
Y lo vemos en la vida cotidiana. Gente que se hace de unos pesos y los destina a insensibles placeres pasajeros, satisfacer al EGO, para luego sufrir de penurias o desprecio. Naciones embarcadas en obtener ganancias abultadas, a cosa de erosionar el ecosistema. Personas que llevan una vida procaz, descuidada, perezosa, como si el lema fuera “vive ahora que mañana no sabes si estarás vivo”.
Es ciertamente una crítica importante, que en unos párrafos trataremos. Pero desde ya podemos afirmar que ésta manera irresponsable, sin previsión, desprovista de compromiso, no es la manera acorde de vida para quien desea seguir por la senda espiritual. La senda del espíritu incluye el deleite de lo permitido, pero también el apartarse de lo prohibido, el sano egoísmo que conlleva la solidaridad real; un presente que no cierra el futuro (ni en el acá ni en el más allá), sino que lo llena de sentido y mayor posibilidad de placer. Sin dudas una propuesta integral, saludable, arraigada, pero que no es sencilla de realizar.

Ahora, volviendo a la reflexión del lenguaje y su estructuración del pensamiento.
Hablar nuestros idiomas en cierta medida condiciona la posibilidad de vivir el aquí y ahora satisfactoriamente, puesto que la mente estaría pendiente de los otros tiempos, como si hubiera que hacer un esfuerzo y dedicarse a enfocarse en este pedacito de tiempo que estamos experimentando.
Más que dejarnos fluir, podría sentirse como zozobrar en una barcaza chiquita en una rápida corriente que fluye a nuestros pies.

Probablemente pensemos que así ocurre para todas las otras personas.

Pero, existen idiomas en los cuales no hay conjugación temporal de los verbos.
El verbo no se conjuga y es igual en todos los tiempos y para todas las personas.
Por ejemplo, el chino mandarín (del cual puedes ver un poco más aquí).
(Si conoces algún otro idioma, actual o en desuso, con similar característica, por favor coméntalo aquí debajo, es bueno aprender y compartir).
En chino mandarín uno dice “yo comer” (en chino, claro suena mejor) y de acuerdo al contexto se reconoce el tiempo de la acción, ¿y si no se reconoce?
Habría que preguntarle a alguno de los centenares de millones que hablan este idioma, y estructuran sus pensamientos con él, cómo se manejan. A nosotros nos puede resultar bastante extraño, un poco impensable. Obviamente que saben y usan el pasado, presente y futuro, pero no precisan hacer la distinción obligatoria cuando se comunican.
¿Y para qué nos sirve todo esto?

Resulta interesante añadir que hay un estudio de Keith Chen, de la Escuela de Negocios de Yale, en el cual se analizaron datos de decenas de países, al respecto de hábitos saludables, previsión monetaria y cuidado de la salud.
Uno tendería a suponer que la gente mentalizada a compartimentar el tiempo, pasado-presente-futuro, estaría mejor preparada para el futuro. ¿Por qué? Porque lo tienen visualizado como un tiempo en sí mismo, demarcado precisamente en la conjugación del verbo, ya que obligatoriamente lo usamos al hablar.
Pero, no es así.
El estudio revela que entre la gente que emplea lenguas que tienen conjugación según tiempo referencial, como nosotros, hay 30% menos disposición a ahorrar dinero o a establecer pautas de vida saludables que ayuden a un mayor bienestar en el futuro.
Es decir, si hablas en mandarín y por tanto piensas según su estructura, no estás encadenado a una línea del tiempo mental, sino que vives el tiempo como un todo, lo cual te llevaría a tener mayor conciencia de tus actos y su influencia en el porvenir.

Para ellos, vivir aquí y ahora de forma fluida podría ser lo que hacen “naturalmente”, al menos a partir de la conjugación verbal y de cómo ésta estructura el pensamiento.
Tienen integrado en su pensamiento que el presente es parte del pasado y del futuro. Todo es parte de lo mismo.
Por tanto, cada toma de decisión ya tiene incorporada la previsión sin por ello angustiarse, o sin por ello dejar de ser precavidos.

Recuerdas que mencionamos una crítica que habitualmente se hace a la postura del presentismo, que dice que lleva a la imprevisión, al deleite inconsciente que no toma en cuenta los resultados y resulta en una vida posterior plagada de penurias, carencias, necesidades que no se satisfacen por falta de los recursos que fueron malgastados en un alocado vivir el presente. Este reproche se podría sustentar en las conclusiones de la investigación de Keith Chen.

Por nuestra parte, consideramos que la manera correcta de vivir en el aquí y ahora es la que toma el presente como una sucesión constante y no un cuadro suspendido en el vacío. El presentismo no debiera amparar el malestar, el ser injustos, apartarse de la senda del bien, derrochar ahora sin considerar las consecuencias, quebrar los reglamentos, etc., porque en ese caso entonces no estamos ante una forma adecuada de vida, sino ante otra manifestación del EGO.

El presentismo armonioso con lo espiritual no borra el recuerdo, ni quita la responsabilidad, ni nubla la perspectiva, ni obtura la previsión; sino que instruye a una vida enfocada en el presente, que toma en consideración el pasado para realzar nuestra vivencia actual (por medio de sus enseñanzas, con el mérito del arrepentimiento, etc.), y sostiene un lazo provechoso con el futuro, no de temores, engaños o similar.

Fe y conocimiento

Quien tiene fe, la tiene sobre algo que es necesariamente absurdo, irracional, incoherente. Si no fuera así, no precisaría de tapar su hueco con su mera convicción, ya que conseguiría testimonios, pruebas, evidencias, demostraciones empíricas, cálculos abstractos, o cualquier otro método asequible.

Cuando se sabe o conoce, la fe es inútil, pues se cuenta con el conocimiento.

Cuando se ignora pero se procede a aprender (y si quiere hacerlo realmente), no se emplea la opinión como fundamento, sino el estudio, la indagación, el análisis, la pregunta, la comparación, la verificación, cualquier herramientas mental que posibilite adquirir la comprensión.

Cuando no se sabe y se trata de hacerlo, pero el conocimiento permanece fuera del alcance, sea por una incapacidad de percepción, carencia de datos, insuficiencia tecnológica, falta de preparación, o lo que fuera; el aspirante al conocimiento no debiera bloquearse en sus creencias y asumirlas como ciertas y permanentes (es decir, tener fe), sino admitir su ignorancia en tal terreno, comprometerse a hacer lo posible para eliminarla y sostener provisoriamente sus creencias (si eso le diera seguridad y no le perjudica ni a otros).

Pero, quien tiene fe (cualquiera sea ella, no necesariamente religiosa o de una religión determinada), difícilmente quiera abandonar el precario refugio que ésta brinda. Por algo se asiló en ella en primer término.
Ante el abismo insufrible decidió (generalmente de manera inconsciente) imaginar alguna respuesta, o tomó de alguien “venerado” la suya sin mayores indagaciones.
A partir de esa apariencia de conocimiento, que es la convicción, el “hombre de fe” elabora todas sus respuestas, extirpa sus dudas, reniega de la crítica, se atrinchera con sus respuestas imaginadas (o recibidas como doctrina) listas para ser disparadas a la mejor alarma de vacilación.
Su fe en lo absurdo es la generadora de “teorías” acerca de esto y de aquello, es su propia fe la que verifica sus opiniones. Cuando algo pudiera hacer trastabillar la fe, se lo niega, censura, discrimina, destierra, amenaza, oculta, degrada, e incluso se lo llega a integrar dentro del esquema de la fe pero con un sentido completamente diferente al original.
Quien quiera algún ejemplo del conocimiento machacado por la fe y otro del que es integrado para ser devorado y transformado en un bloque más en la muralla de la fe, puede leer este material: de: http://hispanismo.org/ciencia/16587-cronologia-de-la-posicion-oficial-de-la-iglesia-sobre-el-geocentrismo-heliocentrismo.html, es interesante ver todo el relato.

Para quien desea el saber, como mencionamos, la fe es inútil.
Ante la ignorancia y la imposibilidad actual de llenarla con conocimiento, se procede a imaginar respuestas, a las que podríamos llamar hipótesis.
Ésta no se constituye en una monolítica verdad, sino en una solución provisoria, que deberá ser verificada o falsificada a través de su correlación con información empírica.
La hipótesis no obtura el aprendizaje, es la semilla que lo produce.
Surgen de allí preguntas; búsqueda de posibles respuestas en base a conocimiento ya probado anteriormente; se experimenta, registra y cotejan los datos de modo de asegurar que se pueda volver a repetir el mismo procedimiento; se busca asociar los datos con el conocimiento existente y comprueba si la hipótesis queda así respondida o no.
Se construye el conocimiento, la imaginación y la creatividad son puestas al servicio del saber y no de la ignorancia.

Queda por preguntar ¿cómo entender el concepto de EMUNÁ dentro del judaísmo?
EMUNÁ, incorrectamente se traduce como fe, y se pretende como tal; cuando en realidad es correctamente traducida como “confianza”.
Es un tema que hemos trabajado en variadas oportunidades y no quisiera repetir ahora, por ello te brindo una lista de publicaciones para que sigas tu estudio: http://serjudio.com/nosotros/buscar?q=emuna

Si Moisés no existió…

Muchos cristianos, de entre su múltiples denominaciones (por supuesto que mesiánicos, netzaritas y similares dentro de ellas), cuando queda al descubierto que sus argumentos acerca de Jesús (su existencia, divinidad, bondad, mesianismo, poder sobrenatural, influencia positiva, etc.) no son racionales, ni cuentan con evidencias reales, ni tienen más asidero que su sola fe en lo absurdo, suelen disparar con pretendida altura intelectual: “Pero ustedes, los judíos, tampoco pueden demostrar que existió Moisés o Abraham, ni tienen el arca de la alianza, ni documentos antiguos que verifiquen que su “Antiguo Testamento” es otra cosa que un cuento mitológico (como nos insisten ustedes que es nuestro venerado Nuevo Testamento). Entonces, no nos vengan con pruebas, verificaciones, o cosas racionales. Ustedes, los judíos, también creen por fe y no hay forma que puedan demostrar nada”.

Lo habré escuchado infinidad de veces, seguramente he intentado razonar con la persona que lanza tal afirmación con vehemencia, pero por lo general el creyente se aferra a su creencia y demostrarle el error no hace más que fortalecerlo en su esclavitud.
Ni con lenguaje diplomático, ni con ternura, ni con claridad metodológica y conceptual, ni con todo lo contrario a lo anterior; nada de ello araña los barrotes de la celdita mental dentro de la cual se refugia temeroso el creyente.
Tiene oídos, pero no entiende. Tiene ojos, pero no percibe. Tiene la puerta de la celdita sin cerrojo, pero no se atreve a dar el paso hacia la libertad.
A mí me da mucha pena, porque sufro al ver a un congénere esclavo por propia decisión y que se empecina en seguir esclavizado como si en ello le fuera la vida,. Yo quisiera verle libre, pleno, haciendo de su vida un presente maravilloso… pero lo que yo quiero no cambia el hecho cierto, no puedo controlar lo que no puedo controlar. Esa persona porfía y se mantiene como un roca en su fe, ¡yo no voy a pretender controlar eso!
Admito que crea y sienta así, no voy a negar que tiene fe y que cree en eso que cree, aunque a mí no me guste. Para esa persona: su dios es real, sus contradicciones seguramente no son tales en sus ecuaciones mentales, sus evidentes fantasías son hechos concretos; todo lo puede la fe en el absurdo, y admito que eso este ocurriendo con la persona.
Y comprendo perfectamente lo que pasa por detrás, entre las sombras de su pensamiento/sentimiento inconsciente: ¡por algo tuvo la necesidad de esconderse en la creencia absurda de la fe!
Mientras no se remueva el escollo fundamental, el EGO y sus construcciones, que mantiene atrapada a la persona, difícilmente el intelecto, la demostración, las pruebas, la razón, tengan alguna cabida en su vida como creyente.
Porque el EGO ha secuestrado al pensamiento y lo usa para sus objetivos.
La persona puede tener una capacidad intelectual impresionante, pero al estar secuestrado su pensamiento, en poco le sirve para ayudarle a librar de su opresor. Más bien, lo contrario, a mayor capacidad secuestrada, mayor potencial negativo en manos del EGO. Es dable esperar que en áreas que no le afecten al dominio del EGO, la mente seguirá elaborando pensamientos lúcidos, acordes a su capacidad. Pero, al entrar a zonas que pudieran hacer zozobrar el dominio del EGO, las fuerzas intelectuales son puestas en estado de suspensión o de activa repulsión de lo que pudiera servir de liberación.
El mismo EGO impone que se siga con la inercia, ¿cómo admitir que uno estaba en error tanto tiempo y tan profundo? ¡Mejor seguir errado antes que humillarse, demostrar impotencia, y corregirse! Entonces, la persona sigue encarcelada en sus creencias absurdas, atada por un hilito de arañita que de tanto anudarlo termina pareciendo cadenas de titanio o kevlar.

Para quien desee una posible respuesta a aquello de: “Pero ustedes, los judíos, tampoco pueden demostrar…”, aquí presento una.

El ser judío no es formar parte de una religión, sino que es ser parte de una familia: la judía.
Esta familia tiene creencias que le son propias, así como rituales, códigos, historia en común, un hogar, etc.; digamos, como toda familia. En este caso es una muy antigua y muy extendida en el espacio.
Así pues, no modifica ni un milímetro si existió realmente o no alguno de los personajes de su historia, o si hubo tal objeto que ahora no se encuentra, o si el autor de la Torá es Dios, porque hay un hecho cierto, la familia existe y es lo que es. Se puede creer o no, compartir o no la creencia familiar, pero eso no cambia el hecho que uno pertenece a la familia y esa familia es una realidad, no un mito, un parecer, un deseo. Aquí está la familia judía, viva, vigente, actual, con su sistema de vida (el judaísmo) que se adapta perfectamente y permite desarrollar una vida multidimensional productiva y trascendente (y todo esto molestó y molesta a tanto dictador y abusivo, ¿a qué no sabes por qué? Piensa en el EGO y tendrás una posible respuesta).
Un judío ateo es judío.
Un judío que se pierde detrás del EGO y cree en la divinidad o mesianismo de Jesús, sigue siendo de la familia judía, aunque tiene suspendidos legalmente todos sus derechos a ejercer dentro de la vida judía, mientras no se arrepienta completamente de su terrible desvío. (Atención, uno es judío por haber nacido de madre judía o por haberse convertido leal y legalmente al judaísmo. No se es judío por fe, por creer en X cosa, por amar a Israel, por pagar una conversión, porque su apellido es Z, etc.).
Un judío que cree en Dios pero no cumple con los preceptos cabalmente, sigue siendo judío.
Un judío que no cree en Dios pero cumple cabalmente con los preceptos, sigue siendo judíos.
En fin, las creencias no determinan la existencia del judaísmo ni la del judío (aunque, como mencionamos, algunas creencias pueden inhabilitar los derechos que la persona tenga para ser contada dentro de la familia o realizar ciertas formalidades).
El judaísmo es un organismo vivo, multidimensional. Su historia es eso, historia. Sus creencias, creencias. Su existencia, un hecho que no precisa de mirar al pasado, basta con reconocer el presente.
Por otra parte, tenemos una cadena de transmisión de conocimiento (conocimiento, no fe) que no se ha interrumpido de mas de 33 siglos.
Una tradición que se basa, fundamentalmente, en lo que se recibe y entrega en el hogar. A éste se añaden las instituciones que se han erigido como accesorias al trabajo de educación del hogar, tales como escuelas, sinagogas, centros comunitarios, centros juveniles, rabinos, maestros, líderes (madrijim), etc.
No se trata de inculcar y adiestrar en una fe, sino de preservar lo que es propio, la herencia (que no la material, sino la multidimensional).
Es la familia la encargada de vivir las tradiciones, la de enseñar con el ejemplo, la de mantener vivo el relato y la vivencia, la de ir adaptándose a las necesidades del momento sin por ello perder su identidad, su vínculo con las otras familias que forman la Familia. Con la confianza en la base del sistema, porque las nuevas generaciones confían en las que les precedieron. No hay imposición obligada por parte de clérigos, ni conversiones forzadas, ni todo aquello que es propio de sectas y religiones.

Pero, ¿qué pasa si al cristianismo le falta Jesús?
Mira lo que dice su propia creencia: "Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, y vana es nuestra fe".
Ellos están obligados a tener fe, aunque sea en lo absurdo o precisamente por serlo.
Sin fe, se cae todo el andamiaje.
Todo.
Como el cristianismo es una religión, y no un pueblo, ni una nación, ni mucho menos una familia, al faltar su dios, su fundador, su corazón, todo el resto ya no tiene ningún sentido.

¿Entiendes cuál es la diferencia fundamental entre ser una familia y ser una religión?
¿Entiendes como el supuesto dardo venenoso que lanzan al querer destruir al judaísmo comparando sus creencias con las cristianas, no tiene ningún sentido?
Para mí está muy claro, pero quizás no lo sé expresar con suficiente solvencia para que sea comprendido por más personas (de entre aquellas que están en condiciones de hacerlo, por no estar cautivados sus intelectos por el EGO).

Si pudiéramos librar a las personas “creyentes” del secuestro mental en el cual se encuentran, rápidamente dejarían de lado todos los asuntos derivados de la fe.
Yo supongo que más pronto que tarde, reconocerían que su identidad espiritual es la noájica y vivirían a pleno el noajismo.
Ya no darían vueltas en torno a sus creencias perimidas, no se angustiarían porque en el pasado estuvieron confundidos y extraviados, ni temerían infiernos y castigos de dioses vengativos.
Serían plenos, felices, verdaderos constructores de Shalom.

Habría otros que quizás continuarían con el cristianismo pero como algo cultural, como aquello que han conocido de toda la vida y forma parte de sus costumbres centenarias. Serían cristianos sin fe, sin Jesús, sin repetir lemas e insistir en que es válido el argumento de su fe en sí mismo. Festejarían Navidad con la excusa de la noche de paz, noche de amor, encuentro familiar, comilonas, regalos, día sin trabajar. Festejarían “pascuas”, para tener días libres, o como tenemos en Uruguay “la Semana de Turismo” en lo que los cristianos llaman “Santa”. Se reunirían el domingo, que está genial como día para no trabajar y dedicar a cosas no frecuentes durante el resto de los días. Sabrían que el día sagrado es el sábado, Shabat para los judíos, pero usarían el domingo para estar con la familia, ir de picnic, ver una peli con los hijos, dormir la siesta, congregarse a estudiar asuntos de valor espiritual que son relevantes a los noájidas, infinidad de cosas que durante los cinco días laborales no es sencillo hacer.
Podrían ser más plenos, menos aterrorizados por fantasías nocivas, más amorosos del prójimo porque quieren serlo y no porque tienen miedo a castigos infernales. Podrían ir a trabajar como “misioneros” a regiones apartadas y complicadas, porque desean colaborar con el bienestar de otras personas, y no porque de esa forma capturan almas para su deidad o se compran un pedazo de cielo a cambio de sufrir aquí en la tierra. Serían mucho mejor noájidas, que es lo que corresponde que sean, aunque siguieran con costumbres que denominan cristianas.

Si quieres aprender más acerca del EGO: http://serjudio.com/category/exclusivo/cterapia

Si deseas ayuda para ir saliendo de la celdita mental, ¡no solo en cuestiones religiosas!: http://serjudio.com/nosotros/sesiones-online

Si quieres colaborar con nuestra sagrada tarea: http://serjudio.com/apoyo

Si quieres saber más acerca de noajismo: FULVIDA

(Gracias al Docto amigo, Jorge Romero Gil –drungario- por la lectura previa).

Código secreto para el bienestar

Nuestra época, tan llena de información, tecnología, conocimiento científico, todo lo cual que permite una mayor y mejor vida, viene también acompañada por un cierto oscurantismo espiritual.

Se ha puesto de moda, entre gente que es observante de los preceptos y entre los que no, todo tipo de ensalmos, supuestos pactos con Dios, amuletos, rituales arcanos, veneración de hombres, pasividad intelectual, compras de indulgencias, cambios de nombres, uso de determinadas prendas de vestir y no otras, portar una cinta roja, o una mano Hamsa –de origen árabe-, para desviar el “mal de ojo”, trazar cartas astrales y ventilar asuntos astrológicos junto a lectura de palmas de mano, una variada sarta de intentos de doblegar la Voluntad divina por medio de todo tipo de encantamientos o sortilegios.

Hasta los preceptos son tomados como mecanismos para el propio beneficio. No es que se quiera dañar a alguien, no es la idea, pero sí obtener ventajas de lo que es el cumplimiento de los mandamientos (o de costumbres no supersticiosas que son ancestrales).
Entonces, quien da tzedaká espera que se le retribuya celestialmente pero multiplicado por 100, o 10 si somos modestos.
Quien reza pretende que de Arriba le envíen por correo privado y urgente el paquete con la solución reclamada.
Quien entona Tehilim aguarda a que tal persona se cure, tal negocio salga favorable, tal caballo gane la carrera, etc.
Quien honra a sus padres por supuesto que hace cuentas de los años que está añadiendo a su vida.
Quien lee la “parashat haman”, el martes de parashá Beshalaj para asegurar con esa sola lectura la parnasá del año.
Quien… y así, se pueden encontrar todo tipo de trueques con el Eterno.
Por supuesto que esto es una manera poco apropiada de vivir y de vincularse con Dios y el prójimo, pero bueno, así es la moda…

Lo más triste es que muchas veces estas conductas son patrocinadas por gente que se presenta como rabinos, maestros, entendidos en Torá, y quizás lo sean realmente. Es más, no dudo que en el 90% de los casos efectivamente tengan el título académico judío que dicen tener. Lo cual, a mi humilde parecer, agrava las cosas.
Dejan de lado el sencillo y claro camino espiritual para introducirse en esas suertes y artificios que el propio Eterno ordenó desterrar por completo de nuestras vidas:

"…no aprenderás a hacer las abominaciones de aquellas naciones (antiguas canaaneas):
No sea hallado en ti quien haga pasar por fuego a su hijo o a su hija, ni quien sea hechicero, ni agorero, ni encantador, ni quien hace sortilegios, ni quien pregunte a los espíritus, ni adivino, ni quien consulte a los muertos.
Porque cualquiera que hace estas cosas es una abominación al Eterno.
Y por estas abominaciones el Eterno tu Elokim los echa (a los canaaneos) de delante de ti.
‘Serás íntegro para con el Eterno tu Elokim."
(Devarim / Deuteronomio 18:9-13)

Dejan de lado esa integridad, el sencillo camino espiritual, para enrevesarlo con todo tipo de magias, posesiones, entidades sobrenaturales, amuletos, frases de poder, libros que su sola posesión brinda todo tipo de beneficios materiales, etc.; para lo cual brindan excusas, tales como que fueron revelaciones en sueños, está en cartas de sabios, son costumbres antiguas, hay personalidades actuales que lo apoyan, etc.
(Alguna persona con ojo crítico, no es mi caso, podría descubrir que muchas veces detrás de esto no hay una fe ingenua por parte del mercader o promotor, sino un evidente negocio con pingües ganancias, obtención de dominio sobre otros, renombre, es decir, aquello que el EGO presenta como un reflejo de poder. Por fortuna, yo no tengo ese ojo avizor que se da cuenta de tales asuntos).

En ocasiones  incluso arropan el asunto en una especie de cientificismo, y mezclan conceptos que supongo no comprenden con aquello que ofrecen. Hablan de física cuántico, teorías de cuerdas, disonancia cognitiva, fenomenología, y por el estilo para hacer creer que la superstición realmente tiene un valor científico, que no es mera presunción espiritista.
O por el contrario, afirman su superstición como si fuera verdad mística implacable a la cual se debe aceptar o estar en el lado de los “necios”. Si uno considera banal el solo “pensamiento positivo”, es un necio. Si uno declina realizar actos evidentemente supersticiosos, es un necio. Y por el estilo.

Por supuesto que tienen modos de dar vuelta el pasaje que cite más arriba de Devarim para afirmar que lo de ellos no entra dentro de esas acciones, y que en todo caso aquel que se opone a ellos es el que está en falta con el Eterno, por no creer en los dictados de tal sabio, o las palabras de tal libro medieval.

Sí, desde mi modesta perspectiva estamos en un embudo de oscurantismo, y no pareciera haber algo que lo detuviera.

En la parashá de esta semana, Beshalaj, encontramos un interesante pasaje.
Allí se venía el faraón con los soldados del cuerpo de elite y los hebreos estaban atrapados. A los lados montañas, de frente el Mar de las Cañas, atrás el malón que se les venía encima. Por supuesto que lloran, gritan, patalean, se quejan, reclaman, se violentan, exigen que Moshé y Dios los salve ya.
Moshé no era mago, ni ilusionista, ni contaba con el botoncito rojo para hacer volar a los egipcios a sola voluntad.
¿Qué hizo?
Clamó al Eterno.
Él respondió:

"-¿Por qué clamas a Mí?
Di a los Hijos de Israel que se marchen."
(Shemot / Éxodo 14:15)

¿Entiendes el mensaje para todas las generaciones?
Si tienes en tu haber la posibilidad de realizar algo, ¿por qué esperas a resolverlo con un rezo?
Si puedes trabajar, ¿por qué esperar caridad?
Si tienes al médico, ¿por qué no le consultas y le haces caso en vez de esperar que un ritual metafísico te sane?
¿Por qué clamar a Dios por soluciones, si las tienes en tus manos?

¡Claro que es bueno rezar!
Por supuesto que sí, y todos los días.
Es saludable hacerlo, para el judío es cumplir un precepto, brinda solaz y calma en tiempos de tormenta, tiene poder… ¡claro que sí!
¡Pero no es el llamado a la farmacia, restorán, pizzería, ebay para que el muchacho del delivery (envío a domicilio) te traiga tu pedido!
El valor del rezo es muy diferente al del formulismo ritual, o de la secreta negociación para que Dios te dé lo que desees.

“¿Por qué clamas a Mí?” cuando Él ya explicó con claridad cuál es la clave para la buena vida:

"Harás lo justo y bueno ante los ojos del Eterno, a fin de que te vaya bien"
(Devarim / Deuteronomio 6:18)

Cero superstición, es espiritualidad.
Hacer lo bueno y lo justo, es el código secreto para el bienestar.

Si te ha servido este post y quieres hacer lo bueno y lo justo, y ayudarme a que yo lo siga haciendo, puedes agradecer aquí mismo como comentario y si puedes/quieres enviar una donación que nos permita seguir dedicando infinidad de horas y esfuerzo a esta tarea. Sea que lo haga o no, se agradece y bendice.
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Dedicado a Isai y Anable Olivera, que su nobleza de corazón, junto a sus acciones de bondad y justicia, sigan siendo el canal de bendiciones de parte del Eterno.

Padre de la religión

Nuestro ser auténtico se compone por nuestra carga genética y nuestro Yo Esencial (neshamá o espíritu).
El Yo Esencial está permanentemente conectado con el Eterno, es posible decir que es parte de Él (no puedo explicar ahora cabalmente este último enunciado).
La neshamá no cambia, no se daña, no crece, no muere, no enferma, no se desliga del Eterno ni deja de ser “quien” es.
Por su propia “naturaleza” impulsa a la persona al encuentro con el Eterno, a la bondad, a la justicia, a la solidaridad, a lo que es vida.

Pero, en este mundo este capitán cuenta con una nave y una tripulación que no siempre están en armonía ni admiten su mando.
El timonel debiera ser la mente.
El motor las emociones.
Los pasajeros y resto de los tripulantes lo social.
En tanto que el cuerpo es el barco.

En ocasiones se pone al motor al timón; se encierra al navegante en una celdita; se abandona al capitán en una sala apartada, lejana y desierta; y cualquier otra variación que pone a la nace y su viaje en conflictos y dificultades. ¿Por qué ocurre esto?

Uno de los tripulantes que más caos genera, más sentimientos de impotencia, más enfermedades, es el que conocemos como EGO.
Su trabajo es de rescatista, lanza los salvavidas cuando alguien cae al océano y alerta al resto de los viajantes para que colaboren en el rescate.
Por supuesto que es una tarea de sumo valor, pero muy específica. No es habitual que un viajero esté en situación de tal peligro y que precise el servicio profesional del rescatista.
Pero, él se encarga de pasar de un puesto de trabajo a otro, y de cierta manera toma de rehén a toda la embarcación.
Es hábil para ello, al punto que hasta el propio timonel siente que no puede controlar la dirección de la nave sin las directivas del rescatista.

Mientras, el capitán sigue abandonado en la salita apartada, y su voz apenas puede ser escuchada cuando el barco está en profunda calma, es decir, casi nunca.
Él sigue en contacto con el puerto, no perdió la radio que lo comunica, por lo que está al corriente de todo lo que ocurre en el gran mundo, pero está incapacitado de tomar nuevamente el control de su embarcación.
Muchas veces logra codificar un mensaje de Luz e infiltrarlo en los sueños, los que deberían ser interpretados correctamente para ofrecer oportunidad de vida y bendición.

Mientras, los del barco sienten una tremenda adhesión al EGO, quien con sus escasos pero astutos recursos logró un lugar que no le corresponde ni puede/sabe ejercer.
El barco en su totalidad adoran al rescatista, porque es un salvador, ¿o no es ese su rol?
Ellos se encargan de creer que es útil para todo problema.
Y él se encarga de mantener viva esa creencia. Llega a generar problemas para aparecer como supuesto salvador. Claro, si en principio no hubiera provocado la dificultad, no se hubiera necesitado de su servicio.
La tripulación se siente impotente y le llama.
La tripulación se va creyendo cada vez más impotente, de tanto convocarlo a actuar.
Crece con una tendencia a la idolatría, porque adora al EGO como salvador. Depositan su fe en él. Sí, la fe, que es la convicción de que lo absurdo es real, precisamente porque es absurdo.

La figura interna del EGO la encontramos representada luego en personas, instituciones, objetos, grupos, creencias, dioses, etc.
Cuando somos pequeñitos esa figura externa es nuestra madre o la persona que nos cuida. Ella es el todo. Ella es el mundo. Ella es la seguridad. Ella es la vida. Sin ella hay muerte, miseria, dolor, abandono, sufrimiento, impotencia. Ella nos rescata, tal como corresponde a la figura externa del EGO. Es así, es real. El problema ocurre cuando esta dependencia necesaria de los primeros tiempos de vida se extiende más adelante.
En ocasiones esa figura materna se aprovecha del vínculo desigual, ella sostiene y el otro es dependiente, porque le genera cierta aura de poder, cierta satisfacción, cierto goce de poder. Y hay figuras maternas que van haciendo sentir a sus críos que deben estar pendientes de ella todo el tiempo, no salir de la órbita de la madre. Es como si el EGO estuviera investido en un cuerpo humano.
¿Cuánta gente adulta sigue en una relación infantilizada por esta causa?
No se casan, no tienen trabajos fijos, son mal remunerados, viven en casa de los padres, son adictos a alguna cosa, viven de impotencia en impotencia para estar siempre en la esfera de la madre.
Obviamente que para la madre esto también es una situación enfermiza, pero el anhelo del EGO es más fuerte.

Luego también están quienes depositan la fe en dioses que salvan, en santos que sanan, en líderes que deciden lo que uno debe hacer o dejar de hacer, en grupos que dan poder, en objetos que aseguran ciertos éxitos (amuletos, símbolos, etc.), en religiones que endiosan al EGO y lo adoran de manera organizada.
Marcados a fuego en un lugar inaccesible para la memoria consciente, en un código indescifrable por nuestro idioma, se mantiene vivo el recuerdo de la terrible experiencia de la máxima impotencia. Eso nos mueve a miedos y a buscar salvadores. De allí el poder de las religiones, su capacidad para seguir existiendo a pesar de ser evidentemente falsa y absurda. Es que la necesidad de depender para no sentir el terror del aniquilamiento total es muy fuerte.
Es obvio, aunque el razonamiento sea claro y lúcido, aunque las evidencias sean contundentes, la ceguera de la fe es sumamente fuerte.
Así explicamos que tanta gente sigue esclavizada por la religión, y fanatizada, aunque por un instante despierten y vean la Luz, para luego volver a encerrarse en su celdita mental.
No es que el que hizo el trabajo de esclarecer lo hiciera mal, fuera poco diplomático, no informara correctamente, estuviera vendiendo “pescado podrido” (puede ser, pero supongamos que no), sino que hay un bloqueo muy intenso y profundo que mantiene a la persona encerrada en su celdita mental. La idolatría tiene su explicación en este esquema que te he esbozado.
(Mientras tanto, el capitán sigue aislado, su voz trata de alcanzar a alguno en el barco que le libere, pero el EGO sigue al mando).

No es una tarea imposible, pero casi.
Fracasos habrá de a miles, en tanto uno que otro podrá librarse y encontrar la armonía interna que le permita la externa.
Cada tripulante podrá ejercer su rol, incluso el EGO.

El Eterno nos brinda la primera terapia para ir superando el sometimiento a la religión (o al EGO, que es casi lo mismo).
Son los Mandamientos, (siete para el noájida, 613 para los judíos) que nos permiten re-conocer nuestro lugar en el mundo, nos permiten ir adquiriendo conciencia de que somos personas completas, mutidimensionales, responsables de nuestros actos, que somos actores en este mundo y no meros títeres a merced del “destino”.

No tengo fe, no la preciso, no la quiero

La gente religiosa (por tanto no judía ni noájida) por lo general usa el concepto fe con la siguiente acepción: “Creencia en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia”.
Fe, que es una ciega creencia que se desespera para abrazarse alegremente con lo absurdo, tal como los propios padres de su religión sostienen. Recuerda a Tertuliano, a quien se atribuye que predicó: “credo quia absurdum” – “creo, porque es absurdo”, con el sentido que se debe tener fe precisamente porque no hay razón posible.
Siendo así, se rechaza el razonamiento, se lo menosprecia, se inventa toda clase de justificaciones para aferrarse a lo irracional e imposible. Se realizan volteretas mentales para no caer estrepitosamente, y, por supuesto, se emplea muchísima emotividad para acallar la reflexión a impulsos de la emoción.

Esto hace de la fe una interesante herramienta de dominación de personas y masas.
Típico recurso del EGO, tanto en lo interno como en lo externo.
¿Te parece infantil creer que una virgen pare un hijo al que concibió de un dios, y que el vástago es a su vez un dios? Precisamente por ello debe ser cierto, dice la fe. Y si no lo crees, algo mal hay en ti. Eres incapaz de recibir el don divino, estás en pecado, eres impuro o cualquier otra excusa para acallar tu pedido de un mínimo de sentido común y evidencias palpables (o verificables).
Eres un “hijo de tu padre Satanás”, si te niegas a admitir lo absurdo que te quiere imponer el mazo de la fe. Como el falso dios, falso salvador, falso rabino, falso profeta, el mítico Jesús, agredió a personas sabias que no podían (y no debían) creer en los disparates que él afirmaba, entonces él, en su “gran amor” disparó: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan, capítulo 8, verso 44).
Ante esta diatriba, ante tanto odio descargado, ante tanta demanda de fe en lo absurdo, la gente simple y manipulable se sometería, temerosa de vaya uno saber qué castigo terrible. Pero gente preparada intelectual, emocional y espiritualmente no se inmuta con estas alucinadas maldiciones, reconocen su nulidad. Por lo cual, la gente preparada no se deja emboscar por las trampas de la fe. Pero, la gente simple cae, se golpea, se somete y después se mantiene a sí misma encerrada en su celdita mental; ¡no sea cosa que el hablador les envenene nuevamente con sus feroces palabras de muerte!

Como estas buenas gentes, los religiosos, tienen fe en sus dioses, dogmas, libros sagrados, convicciones, mundos imaginarios, tienden a suponer que el resto de los “creyentes” en algún dios también comparten esa forma de relacionarse con su deidad, es decir, por medio de la fe.

Entonces asumen que los judíos tienen fe en el Eterno.
Fe en lo que la Torá expresa es cierto.
Fe en que ocurrieron los hechos descritos en el Tanaj.
Que el judaísmo depende sustancialmente de la fe, porque si no, ¿cómo se explicaría?

Debemos admitir que por desgracia hay judíos y noájidas que no tienen claro los propios conceptos y que al estar inmersos en una mayoritaria sociedad cristiana asumen que judaísmo y noajismo son religiones, y que sus creencias son sustentadas en la fe.
Por supuesto que al realizar un análisis, hasta simple del asunto, pronto se descubre que no es posible que el judaísmo y el noajismo sean religiones, ni que sus creencias dependan de la fe.
Sobre la no-religión de judaísmo y noajismo hemos escrito anteriormente y está publicado. Te convido a que busques en el sitio.
Sobre la diferencia entre EMUNÁ (confianza) y fe, también ya hemos enseñado, pero quisiera dejar ahora un par de ideas nuevas o que refuerzan las ya ofrecidas anteriormente.

Adam no precisó en lo absoluto de fe.
Él tenía una comunicación directa con el Eterno.
Él sabía de la existencia del Eterno y de Su intervención en el mundo.
Incluso luego de su salida del huerto de Edén, aunque pudiera no mantener esa conversación fluida de antaño, el conocimiento de la Presencia estaba marcado en su memoria.

Sus descendientes confiaban en el relato de las generaciones previas, era innecesaria la fe.
Sin embargo, su hijo Caín inventó la religión, es decir, el intento pusilánime por religarse con una deidad a la que se siente lejana, desconectada.
Caín no tenía fe, él también sabía de Dios, pero le faltaba sentir que nunca estamos ausentes de Dios.
Su invento fue una gran piedra de tropiezo de ahí en más. No en vano el acto inmediato posterior de la religión fue el asesinato, inventado por el inventor de la religión.
(Sobre esto ya explicamos en más de una ocasión, también, busca si gustas y te interesa).

Cuando el relato que pasó de Adam a sus descendientes se fue tergiversando, las manifestaciones de la religión se fueron fortaleciendo.
Está plasmado en la Torá con la frase: "Entonces se comenzó a invocar en nombre del Eterno." (Bereshit / Génesis 4:26).
Ya las personas sentían que estaban por completo desconectados de Dios y que precisaban de intermediarios celestiales, sacrificios, rituales, castas sacerdotales, etc. La religión a todo vapor. El resultado, de esto más la corrupción total en lo moral, ético, social, fue la gran devastación del Diluvio.
Quizás esta gente perversa, apartada del bien, tenían fe en sus dioses… ¿cómo saberlo? Lo cierto es que no siguieron el camino de lo que llamaríamos hoy noajismo, que en aquel momento se llamaba adamismo, es decir, el pacto de la humanidad y Dios expresado en el código de mandamientos que Él ordenó a la persona cumplir.

Noaj no precisó la fe.
El era un hombre recto, justo, con ello se ganó “la salvación” de la catástrofe.
El Eterno se comunicaba con él por medio de la profecía.
Noaj sabía de la existencia de Dios, lo comprobaba en sus charlas, en los hechos, en las promesas que se cumplían.

Los tres hijos de Noaj no tenían fe en Dios, ellos eran testigos directos de Su actuación en el mundo.

Quien sería el patriarca de los judíos, Abraham, no tenía fe, ni la precisaba.
Según narra la Tradición, él razonó desde muy pequeño y descubrió que el politeísmo, impuesto por el poder político-militar de Nimrod, no tenía asidero.
Él descubrió, gracias a la reflexión y el análisis, que la fe en dioses y cuentos mitológicos es una planta marchita y hedionda, que la adoración de dioses y otros amuletos es un hecho infantil, carente de valor, propio de gente ignorante y débil. Activó con diligencia en una campaña contra la idolatría y la manipulación política, hasta el punto de poner en riesgo su vida y la de sus familiares, y merecer terribles castigos de parte del gobernante cínico.
Tal cual es descrito en la Tradición, no es mi idea ni lo que quiero creer, sino el relato del Midrash.
Pero no se quedó solo con sus conclusiones inteligentes , ya que recibió directamente de Noaj el conocimiento de la existencia de Dios.
Noaj, su antepasado aún vivía y se encontraron. Noaj quería que su conocimiento de Dios no se perdiera a causa del terror que imponía Nimrod y su obligatoria divulgación de la fe en la idolatría. Así pues, en silencio, sin alertar a los espías del gobernante, Noaj enseñó a su tataranieto acerca de Dios. No eran cuestiones de fe, ni creencias, ni dogmas bizarros, ni asuntos irracionales. Sino las vivencias del anciano, las palabras del pacto noájico que Dios selló con la humanidad para todas las generaciones, los relatos de la gran catástrofe. (La segunda gran catástrofe, la de la Torre de Babel, la vivieron ambos en carne propia).

Pero, la educación en espiritualidad, en conocimiento de Dios y del código noájico no se quedó allí.
Abraham se encontró reiteradamente con Shem, el hijo de Noaj, con el cual estudió varios años las leyes y doctrinas sagradas de su tiempo. También su abuelo Eber participaba del conocimiento secreto de Dios. Recordemos, mantenido en sombras no para tener un poder sobre los ignorantes o hacerse los superados, sino porque el emperador Nimrod los asesinaría a ellos y sus familias si se enteraba de que preservaban el recuerdo de Dios, del noajismo y de las vivencias del mundo anterior al imperio de la religión.
Como siempre, los dictadores de la fe tienen torturas y genocidios listos para lanzar contra los fieles del Eterno.
(Como dato al margen, Nimrod inventó aquello que él era un dios, hijo de EL gran dios de los cielos que había preñado a una virgen, que nació al comienzo del invierno, que murió y resucitó, que solamente la gente se salvaría teniendo fe en él, que era el cordero de dios, entre otras menudencias. Si te suena conocido, solamente ten en cuenta que Nimrod fue milenios anterior al cuento de Jesús. ¡Pequeño dato al margen!).

Regresando a Abraham y su conocimiento de Dios, ya que no fe, recordemos que el título más famoso de Shem es "malki-tzedek", supongo que la gente cristiana lo tiene oído… ¿no?
Así que fe, lo que se dice fe… ¡no! Abraham no la tenía ni la precisaba.
La fe era lo que aportaba la idolatría y el imperio del mal. En cambio el tenía confianza en Dios, una confianza basada en su propio razonamiento, en el relato fidedigno de los mayores a los que respetaba y mantenían con lealtad la Tradición.
La confianza es la base de nuestra vida de sociedad, e incluso de nuestra identidad social. En la confianza reside en gran medida nuestra salud emocional.
Pero no podemos confundir confianza con fe.
La confianza emplea la razón, el estudio, la duda, la pregunta, la crítica, para finalmente reposar.
La fe cree, omite la pregunta, cancela el razonamiento, detesta la pregunta, trata de necio al que critica, reposa antes de cualquier intento de ser plenamente humanos.

Hay un pasaje que se traduce incorrectamente y que a menudo es usado por los portadores de la fe para “demostrar” que Abraham era “justificado por la fe” (sea lo que ello represente).
Donde dice: "Él creyó al Eterno, y le fue contado por justicia." (Bereshit / Génesis 15:6).
Si ponemos el versículo en su contexto, rápidamente descubrimos que no hay ninguna fe aquí, sino plena confianza en Dios.
Abraham está recibiendo un mensaje por vía profética, está en ese momento comunicándose con Dios. No precisa de fe, para él es un hecho que Dios existe, que actúa, que interviene y que está en contacto personal con él. ¿Para qué precisaría fe teniendo el teléfono marcado y a Dios en línea?
Así pues, lo que el pasaje expresa es que ante una promesa hecho por Dios, Abraham la aceptó sin remilgos, sin vueltas raras, sin pedirle pagares o comprobantes.
Él creyó que Dios no cambia de parecer ni engaña, y por tanto recibió como recompensa lo mismo que dio, o sea, ser considerado por Dios como un hombre justo, que no engaña.
Creo que hay más de esto explicado en el sitio, busca si quieres.

Podríamos seguir con Abraham y los otros patriarcas y matriarcas, pero pasemos rápidamente a Moshé.
Él fue criado de muy pequeño con creencias hebreas, las que fueron sepultadas por el enorme adoctrinamiento en varias áreas recibido en palacio de Faraón.
Quizás tenía cierta fe en los dioses egipcios, no lo tengo claro, o quizás era un agnóstico… ¿el primero de ellos? No lo sé.
Lo cierto es que Moshé tuvo el mérito de recibir la revelación directa del Eterno, Él le habló, y sin embargo Moshé dudo de Dios.
Obviamente no tenía fe, ¡ninguna!
Ni siquiera teniendo a Dios hablándole al oído bastó para que el gran hombre admitiera que estaba ante Dios (Shemot/Éxodo capítulos 3 y 4).
Finalmente, a fuerza de evidencias, de demostraciones, de la imposición de la realidad, es que tuvo que reconocer que el Todopoderoso se había comunicado con él y le había encargado el mandadito de servir como Su embajador ante el poderoso Faraón.
Pero, hasta último momento se negó Moshé… y de fe… ¡nada!
La fe no era el nexo entre el Eterno y Moshé, ni en el primer encuentro, mucho menos en los posteriores.
Moshé dejó de lado su incredulidad, su agnosticismo, para saber que era efectivamente Dios la voz que retumbaba en su interior, Aquel que le llevó a realizar obras que ni en los más fantásticos sueños hubiera imaginado.
Sin un rastro de fe, porque era totalmente innecesaria.

Para ir terminando, y para conectarlo con la parashá que precisamente se lee esta semana Beshalaj, por favor, atiende: "Cuando Israel vio la gran hazaña que el Eterno había realizado contra Mitzraim / Egipto, el pueblo temió al Eterno, y creyó en el Eterno y en su siervo Moshé [Moisés]." (Shemot / Éxodo 14:31).
Las diez plagas que castigaron a Egipto, no sirvió para que ellos tuvieran "fe”.
Ni los otros sucesos maravillosos hasta ese entonces.
Solo cuando el grupo de elite del ejército se hundió, tras la apertura y cierre del Mar de las Cañas, recién entonces pudieron creer en Dios y en Moshé.
Hasta ese momento no sabían qué pasaba, si era de Dios o alguna especie de magia.
Si se hubieran guiado por la fe, pronto hubieran aceptado cualquier disparate, como golpeados por un haz de luz caído de una nube que de un instante al siguiente los convierte en gente de fe. Pero no, pasaron meses, quizás algún que otro año, y nada movía su reticencia a creer en lo que Moshé les ofrecía. Para ellos no era cuestión de fe, sino de hechos. Cuando se cumplió lo que debía cumplirse, y el razonamiento les demostró que era la Presencia del Eterno quien actuaba, sin lugar a dudas, entonces creyeron/confiaron, porque ya sabían racionalmente que era lo correcto.

Podríamos seguir dando ideas y explicando, pero para quien le interese tiene material publicado aquí, y para quien prefiera seguir en su celdita mental de la fe, nada le servirá.
Por lo cual, me retiro a descansar, tranquilo de conciencia, feliz con la vida, agradecido al Eterno, en paz conmigo y con mi prójimo.
Que durmamos bien y despertemos mejor, para poder construir a full shalom el día de mañana.

Disfruta de:

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Conciencia plena

¿Estás plenamente consciente de tu aquí y ahora?
¿Está enfocada tu atención y por lo tanto es poderosa y plena?

La respuesta más habitual a ambas preguntas es: no.
A veces uno cree estar plenamente consciente de su aquí y ahora, pero cuando se pone a indagar un poco resulta que no es así. Uno estaba atendiendo algo, prestando atención a un asunto, concentrado en x pensamiento, atento a cual percepción, pero no de forma integral, no inmerso en su realidad.

Estás leyendo estas letras, formando palabras, asociando con lo que conoces, desaprendiendo y aprendiendo, estás concentrado en esta tarea; ¿es correcto?
Porque describí lo que tu visión y cerebro están haciendo, pero ¿tienes conciencia de los sonidos a tu alrededor, de tu cuerpo en su posición y contactos con el entorno, de los aromas, de la temperatura, del sabor en tu boca, de las señales internas de tus órganos, de tu ritmo e intensidad al inhalar y exhalar?
Seguramente confesarás que no tenías puesta tu atención en ello, que la fuiste trasladando de uno a otro órgano mientras te los mencionaba, pero no estaban en tu conciencia al principio de este encuentro.

Así pues, no estabas en plenitud aquí y ahora.
Está bien que así sea, porque nuestro cerebro funciona como un filtro y maestro organizador, que emplea sus recursos para lograr ciertos objetivos (sobrevivir suele ser el principal).
El sonido del ronroneo del ventilador de tu PC no es información relevante, la bocina a cinco o seis cuadras –que se percibe pero no pasa por la conciencia- tampoco; y así con el resto de la información que te rodea, que te inunda, que es constante, y que no estás preparado para manejarla toda junta, ni tiene valor para ti hacerlo.
Terminarías sumergido, paralizado, incapacitado, muerto.

Por ello el cerebro con habilidad se enfoca en lo que percibe como urgente. Es una poderosa herramienta que nos asegura la supervivencia, el evitar el fracaso.

Ciertas zonas del cerebro pueden operar con más discreción. Algunas personas se entrenan para tener un enfoque preciso.
Otras veces ciertos trastornos provocan que el cerebro tenga dificultad para concentrarse, salta de una percepción a otra, como en un rápido centelleo.
Pero, de manera corriente el cerebro filtra y organiza para ti en piloto automático y por lo general es eficiente en su tarea.

Si quieres puedes ejercitarte para tomar mayor conciencia de tu aquí y ahora, sin por ello ponerte en riesgo.
Veremos unos pocos ejercicios para enfocarte, que te ayudarán a relajarte, a encontrar mayores recursos dentro de ti.
Sí, es una forma de ir construyendo shalom internamente, que te permite construirlo con las otras personas.
Te entrenas para no vivir esclavizado por sentimientos de culpas por cuestiones –reales o ficticias- del pasado, ni angustiado o ansioso por miedos del futuro.
Es relajarse y disfrutar del aquí y ahora.

Estos son ejercicios para prepararte, como todo entrenamiento precisa constancia, repetición, voluntad, ánimo para hacerlos.
No es magia, no hay resultados milagrosos, no tendrás la meta a tus pies enseguida, depende de ti hasta donde quieras alcanzar en tu conciencia plena.

Primer ejercicio.
Concéntrate en tu respiración, solo en ella.
Puedes estar sentado, parado, acostado, en el bus, en una habitación en penumbras, donde fuera.
Allí donde estés, en la posición que estés, igualmente tu mente irá de una cosa a la otra, no te pelees, simplemente ve pasar el pensamiento y regresa a enfocarte en tu respiración.
Quizás te ayude hacerlo sentado tranquilamente, en una habitación serena y en penumbras. Pero esto no es indispensable.

Puede parecer un ejercicio simple, fácil de cumplir, pero no lo es.
Comienza con treinta segundos. Pon una alarma para terminar.
Si lo lograse, hazlo luego nuevamente.
Si puedes con los treinta segundos plantéate hacerlo por un minuto.
Y así irás avanzando etapa a etapa hasta que puedas estar el tiempo que desees concentrado solamente en tu respiración.
Te notarás luego más relajado, con mayor energía, con mejor humor, como habiendo dormido profundamente.

Segundo ejercicio.
Escoge un objeto, cualquiera, y enfócate en él, solo en él.
Emplea tus sentidos, todos los que puedas, en contactar con el objeto.
Míralo, huélelo, escúchalo, saboréalo, pálpalo, reconoce su “ser”.
A veces puedes escoger la llama de una vela, una nube, el humo de una taza de café, una cortina movida por el viento, el rumor de la calle, una sinfonía, un rostro, tienes infinitas posibilidades. Solamente concéntrate en el objeto, permite que todos tus sentidos se integren a él, siempre y cuando sea físicamente (moralmente) posible.
En ocasiones puedes alternar en tu enfocarte con determinados órganos, excluyendo otros, para más tarde cambiar. Tú eliges, tú eres el que toma la decisión con el objetivo en mente de integrar el objeto en ti.
Ojo, no tienes que planificar, ni analizar, ni indagar sobre la historia, ni especificar composición o lo que fuera, es un ejercicio de enfoque de los sentidos, no de poder de análisis o abstracción.

Tercer ejercicio.
Cuenta en reversa de 99 a 0.
Solo te enfocarás en el conteo, en nada más.
Si adviertes que un pensamiento capturó tu atención, deberás comenzar desde 99 nuevamente.
Esta práctica se puede realizar también con algún pasaje para recitar de memoria, el cual conozcas perfectamente y sin vacilaciones.

Cuarto ejercicio.
Escoge una palabra que sea significativa para ti, que la asocies con felicidad, paz, calma, éxito, bendición.
Visualízala en tu mente.
Deletréala.
Pronúnciala en silencio.
Escríbela en tu mente.
Varía el tipo de letra y tamaño, cámbiale el color y textura.
Juega con sus letras formando otras palabras.
Léela al revés.
Hazla flotar en tu espacio mental.
Solamente ten conciencia de esas letras, de esa palabra, de la palabra que se forma y deforma, que cambia y se regenera.

Quinto ejercicio.
Sal al patio, un jardín, la playa, cualquier ambiente “natural” y deja que los sentidos se impregnen de la información que te rodea.
No te detengas en ninguna cosa, simplemente permite que el entorno te llene los sentidos.
Allí un ladrido, voló un pajarito, sentí el viento en mi rostro, una hormiga camina portando su carga, el aroma de los abetos, y así sigues, de una percepción a otra.
No asocies, no te detengas, simplemente fluye con los sentidos.

Hasta aquí estos cinco ejercicios, los cuales deberías realizar de manera periódica hasta que descubras que tienes mayor conciencia de tu aquí y ahora sin esfuerzo y sin por ello saturar de información a tu cerebro.
Verás avances en todos los planos de tu existencia, incluso advertirás que cuando rezas estás más conectado al Eterno, cuando ayudas al prójimo lo haces con mayor bondad, etc.

Sería de mucha utilidad si los hicieras, alguno o todos, y tuvieras a bien comentarnos qué sentiste, pensaste, y que cambios has ido notando en ti con el paso del entrenamiento.
Gracias por tu atención y amabilidad.

Sirvieron a sus ídolos, los cuales llegaron a ser una trampa.

"Sirvieron a sus ídolos, los cuales llegaron a ser una trampa."
(Tehilim / Salmos 106:36)

Desde pequeño te han inculcado la creencia que eres pecador, que hay algo esencialmente malo en ti.
No importa la religión en la cual naciste, o carente de ella; ni el idioma de tus mayores, o las costumbres de tu región.
Allí está, como una sombra permanente la creencia de que eres pecador.
Hasta te cargan sobre los hombros con “pecados originales”, de los cuales tú no tienes razonable parte, pero igualmente eres culpable y sin posibilidad de redención.
¡Pecador!

Pecado en el sentido de transgredir reglas religiosas, de estar en falta de manera profunda con alguna deidad, ser supremo, comunidad de referencia, persona de ascendiente sobre ti (padre, abuelo, cuidador, etc.).
Tú no eres bueno, tú estás fallado, tú no puedes librarte de un destino o un karma que te obliga a comportarte mal.

Sí, se te informaba, afirmaba y formaba en la creencia que eres malo.
Deseas el mal y hasta tus errores deben ser de alguna forma, inconsciente tal vez, malos también.

Claro está que tú lo creíste.
¿Cómo no hacerlo si esa era la “palabra del dios familiar”, o del padre, o del maestro, o de la persona puesta como pilar en tu crianza?

Además, todos esos mensajes venían a confirmar algo que tú sentías, quizás de forma indefinida, pero que te ayudaron a definirla y marcarla como verídica.
Tú mismo te sentías en falta, pobrecito, incapaz, dependiente, necesitado de todo, impotente.
Tú respondías habitualmente con conductas o actitudes que fastidiaban a los demás, aunque finalmente obtuvieras la atención o satisficieras la necesidad que te provocaba a disgusto.
Sí, tú llorabas, gritabas, pataleabas, mentías, engañabas para sobrevivir, para que te notaran, y aunque recibías lo que querías (o algo a cambio), una vocecita te decía lo poca cosa que eras, lo impotente, lo fracasado, lo enojón, lo débil.

Entonces, los de fuera te confirmaban en tu rol.
No era solo algo que tú sentías, una impresión interna, una vocecita que maliciosa te susurraba. ¡No, era una verdad, porque de afuera te lo ratifican.
Tal cual lo que sentías y creías, eres malo, pecador, estás fallado, eres un “pequeño demonio” y la redención está lejos de ti.

Lo afirma la religión, cualquiera que sigas. O el agnosticismo, o el ateísmo. En todos lados encuentras que la gente que “sabe” afianza tu creencia negativa sobre ti mismo.
A veces puedes cruzarte con otro mensaje, uno de luz, de vida, de responsabilidad, de solidaridad, de construcción de shalom, de hacerte confiar en ti mismo y en un Padre bondadoso y justo.
Pero bien pronto retomas la creencia en que todo está mal. O por el contrario, te esclavizas a la creencia mágica que puedes cambiar al mundo por medio de amuletos, plegarias, ensalmos, recitado de pasajes en determinados días, rituales, objetos maravillosos, personas con poder astral, y todo otro tipo de creencia que te suministra cierta pátina de poder, para dejarte varado en la inconsciente y la impotencia.

Y junto a esto, la constante amenaza que pende sobre tu cabeza.
Pueden ser varios castigos imaginados o que te señalaron.
Allí siempre lista la admonición.

Entre ellas, una terrible, que en cualquier momento te dejan de querer, de abandonan.
”Eli, eli, lame zabactani” dice el cuento idolátrico en referencia a uno que era muy pecador y se sintió abandonado por Dios.
Así se siente el malo.
En riesgo de soledad, de ostracismo, de exilio, de abandono. Abandono. Suena fea la palabra, peor debe ser sentirlo.
Quizás el más macabro de los castigos. ¿Peor incluso que la muerte?
Dejar de ser queridos, dejar de estar presentes, dejar de ser pero sintiendo todo.

Ni siquiera la falta de creencia religiosa, o el suponerte “científico” y habiendo superado todas las creencias medievales te serena.
Retumba en ti la voz que te desvaloriza, o que te obliga a sobrevalorarte para luego tropezar en tu impotencia.

Te modelan con la creencia de que eres malo, de que no tienes solución en tus manos, de que recibirás tremendo castigo y luego que “ellos” poseen la clave para que seas libre, salvo, “bueno”. Ellos te venden la esperanza. A cambio de que te esclavices, reniegues de tus pensamientos, entregues tus posesiones, te anules para ser parte del rebaño (eclesial, comunal, familiar, pandilla, etc.).
Pero claro, te prometen que hasta Dios estará a tu servicio, a cambio de fe, de oraciones, de esperar con pensamiento positivo, de repetir los lemas del clérigo, de negarte a pensar, de rechazar al que piensa, de amenazar al que hace tambalear la fe… todo te prometen, hasta que Dios sea tu siervo… ¿no es esa una gran maldad?

“Ellos” creen tener poder así, creen ser “buenos”, y obtienen apariencia de poder, apariencia de bondad, apariencia de santidad.
Y tú, también.
Pero siguen enfrascados en el mismo ciclo de pobreza, miedo, engaños, impotencia, sentimiento de culpa, excusas, manipulación, violencia, etc.

¿Te suena conocido?
¿Te parece que es algo que te ha pasado?

Y por más que lo leas, que lo entiendas, que reconozcas que tiene que ver contigo, no por ello desaprendes y te comienzas a llenar de Luz.
Es como un relámpago que alumbra por una fracción de segundo.
Es una buena intención carente de otra cosa, que puede terminar perjudicando.
Es nada, o peor.

El trabajo de desaprender y aprender es costoso, pues son numerosos años, infinidad de mensajes repetidos, creencias grabadas a fuego, sentimientos que son tan antiguos que ni siquiera pueden ser puestos en palabras o conceptos comprensibles racionalmente. Cargas con tantas cosas, algunas de las cuales no tienes como manejarlas.
Pero no por ello estás destinado al fracaso o a confirmarte en tu rol de malo, impotente.
Tú puedes salir adelante, pero no por fe, ni por esperar sentado a que un dios te auxilie a cambio de rituales, ni por llenarte de amuletos o pensamientos mágicos. Tú puedes salir construyendo shalom. Haciendo aquello que está a tu alcance para beneficiar al prójimo en tanto te beneficias a ti. Aprendiendo de buenas fuentes. Reforzando tus ideas positivas que se deben cotejar con la realidad.
Es posible ir dejando la pesada mochila de sentirte malo, merecedor de castigos, o –paradójicamente- amo de Dios.
Tú puedes ir avanzando, pero pronto resurgirán los miedos, la voz tenebrosa, los mandatos impuestos, los rituales, las creencias perturbadoras.
Es que, atravesar el valle de sombras no se hace de una sola vez.

Antes de terminar.
Existe el pecado, ya hemos trabajado en abundancia sobre el tema.
Pero también existe el camino de retorno y perfeccionamiento, la TESHUVÁ (busca esta palabra en el sitio).
Es cierto que eres bastante limitado, que te equivocas, que haces daño, que a veces haces el mal.
Es cierto que el rezo ayuda, que confiar en Dios es bueno.
Justamente por ello es que hay que ser mucho más cuidadoso.
La peor mentira no es la que se muestra abiertamente como tal, sino la que logra confundirse con la verdad. Que dice una media verdad, se disfraza como si fuera verdad, aparenta ser de Luz pero está infectada por la oscuridad.
Por lo cual, es imprescindible aprender a evaluar, analizar, discernir, diferenciar, para que en la confusión no creas lo que te encarcela injustamente, ni deseches lo que libera por considerarlo despreciable.

Sí, para quien me sigue hace tiempo y conoce mis escritos podrá reconocer pronto la impronta del EGO en todo esto.
Por ello, no repetiré las cien lecciones ya entregadas y a tu disposición.

¿Quisieras tú ofrecerme un resumen?
Te lo agradezco.