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Esas “explicaciones” religiosas…

Piglet vivía en una casa muy grande en medio de un haya-árbol, y el haya- árbol estaba en medio del bosque, y Piglet vivía en medio de la casa.
Al lado de su casa había un pedazo de tabla rota que contenía en él: "TRESPASSERS W" ((“Intrusos W”, suponemos que originalmente decía “Trespassers Will Shot” = “Se disparará a los intrusos”.)) .
Cuando Christopher Robin preguntó a Piglet lo que significaba, dijo que era el nombre de su abuelo, y había estado en la familia durante mucho tiempo.
Christopher Robin dijo que no podía llamarse "TRESPASSERS W", y dijo Piglet que sí puedes, porque su abuelo se llamaba así, y la W era la abreviatura de Trespassers Will, que era el diminutivo de Trespassers William.
Su abuelo había tenido dos nombres en caso de pérdida de uno – Trespassers a causa de un tío, y William a causa de Trespassers .

"Yo tengo dos nombres," dijo Christopher Robin despreocupadamente.

"Bueno, ahí lo tienes, eso lo demuestra", dijo Piglet.

De: “In wich Pooh and Piglet go hunting and nearly catch a Woozle, Winnie the Pooh, capítulo 3”. Traducción de Google Translate y mi modesta corrección (se agradece quien quiera mejorarlo).
Leer texto en inglés original: http://www.greeting-cards-4u.com/PooH/PooHBook/chap3.html

Este pequeño párrafo tiene muchas enseñanzas importantes, aunque a simple vista no lo pareciera ((Recomiendo la lectura de la entrada en Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Winnie_the_Pooh)).

En una primera lectura puede resultarnos una charla incomprensible, propia de un soso cuentito para niños, de esos que pululan y llenan de vacío y tonterías las horas y mentes de nuestros hijos.
De esos que a menudo envician desde las pantallas de TV y a los que se añaden mensajes mercantilistas, imperialistas, religiosos, de sumisión a poderes ajenos, de embobamiento y no juicio crítico, etc. ((Si bien hay comiquitas muy interesantes para el estudio, tales como Bob Esponja, Los Padrinos Mágicos, entre otros.))

También nos puede parecer una conversación bizarra, sin sentido. Quizás no de niños precisamente, sino de gente que monologa de a dúos y opinan sin ton ni son.
Yo digo algo que me interesa, sin importarme lo que tú quieres decir; mientras tú dices algo que te interesa, sin importarte que es lo que yo quiero decir.
Esto también es muy frecuente, casi es la generalidad de las “comunicaciones” que nos circundan y de las que participamos, desprovistas de autenticidad, faltas de Yo Auténtico y deseo de entablar conexión real con el prójimo y el mundo.

Para ayudarnos a comprender mejor lo que quiero exponer a continuación te pido que, por favor, releamos el párrafo citado, con la dificultad que conlleva que sea una traducción, y veamos qué podemos aprender.

La gente, tú y yo, asumimos conceptos, prácticas, rituales, creencias, lemas, formas de vida, actitudes ante el mundo, ideolología, tradiciones, simplemente porque están ahí, porque nos han sido alcanzadas, porque las consideramos venerables y de valor.
Son como esa tabla rota, medio escrita, que nos impone una manera de pararnos en el mundo, de comprender la realidad, de asumir una identidad.
Queremos creer que nuestro abuelo (antepasado, líder, maestro, rabino, pastor, dios, emisario celestial, héroe patrio, personaje venerado, etc.) hacía o era tal o cual cosa, aunque en un análisis simple pero sincero reconoceríamos el disparate de nuestra asunción, de nuestra fidelidad de creencia.
Creemos y para mantener la absurda creencia vamos generando justificaciones y excusas.
Un error nos lleva a otro, y a otro, y este a uno más, hasta que por fin estamos tan lejos de la salida que nos dejamos hundir en la pequeñita celda mental que nos asfixia.
Nuestro espíritu grita y llora desesperado, anhelando la libertad, la responsabilidad, la vida, la luz, la plenitud, la bendición, todo para aquello que Dios lo ha creado y lo ha insuflado en nuestro ser; pero nuestro EGO lo mantiene encerrado, atomizado, atormentado, rodeado de paredes, de negaciones, de palabrería, de fantasías, de terrores, de miles de trampas para silenciarlo o simplemente ignorar sus sufridas y necesarias quejas.
Nos vanagloriamos en nuestra propia necedad a la que denominamos sabiduría.
Nos ufanamos de nuestra ceguera a la que llamamos fe.
Nos aplaudimos por nuestra fidelidad que realmente es esclavitud.
Mientras seguimos inventando argumentos, elaborando tesis complejas e intrincadas, llenas de palabrería hueca pero altisonante, simplemente para mantenernos presos de nuestra celdita ridícula, de nuestra personalidad sometida al deseo primitivo del EGO.

En nuestra impotencia nos dejamos engullir por nuestro EGO.
Somos ardientes esclavos de pasiones banales, pero que santificamos.
Somos torturadores, pero nos hacemos pasar por santos.
Somos inquisidores y terroristas, pero nos deleita presentarnos como “victimitas” a las que se les debe perdonar cualquier trapisonda.
Encontramos cualquier pretexto para seguir haciendo lo que nos viene en gana, creyéndonos muy sabios, muy santos, muy inteligentes, muy buenos, muy esclarecidos, muy libres, pero a la LUZ no somos más que pedantes pedazos de carne, comida por el gusano aún en plena vida.
Rimbombantes palabrerías y títulos, amiguitos y maestros, socios y compinches, seguidores y mecenas se suman a nuestra locura, a nuestra invención de un mundo de fantasía, lo que nos hace sentirnos más fuertes, más poderosos, cuando en verdad somos impotentes, nada pudientes, nada misma.

Nos gusta sumarnos a grupos, a masas de anónimos con nombre, a grupejos, a sectas, a foritos, a clasecitas, a aduladores de maestros, a seguidores de patancitos en apariencia bien intencionados pero ávidos de un poquito del sorbo de “poder”.
Es que tenemos a mano un tablón borroneado con palabras que no comprendemos, pero que repetimos como loros llenos de idiocia, que interpretamos a gusto del consumidor, que repetimos como lemas religiosos, para darnos ánimo, para no sentirnos tan poco.

Somos Piglets, pobres bobones viviendo en un mundo ficticio pero poblado de pruebas complejas, elaboradas por mentes sagaces, veloces para huir de la vida.

Mientras hago este análisis del pequeño párrafo del cuento que te cito, veo en mi memoria circunstancias, personas, agrupaciones que han pasado por mi vida, son retratadas con crudeza pero veracidad por estas duras palabras.
Y sé que para el esclavo del EGO estas palabras son solo eso, palabras, aire para dejar correr, cuestiones que no son entendidas y mucho menos asumidas para hacer un cambio radical en la vida, que dirija tus pasos hacia la Vida.

La mayoría seguirá detrás de barbados y pintorescos clérigos religiosos (con título o sin él), en pos de maestros ascendidos que revelan “la verdad” predicando en sus estraditos, venerando líderes que bailotean entre creencias de un día para el otro, genuflexos ante el que aparente poder, adoradores de deidades muertas como sus corazones.
No quieren seguir el camino de Dios, les parece poca cosa, deploran el noajismo aunque anhelan el judaísmo (para luego acomodar las cosas a su pobre criterio y según su apetito).
La mayoría andará adorando dioses, adulando personajes, invitando personalidades a sus hogares, repitiendo lemas y frases huecas pero que suenan tan lindo, comprando libritos y abalorios religiosos, rezando en idiomas ajenos a su esencia, perdiendo su vida pero teniendo a mano siempre muy buenas excusas para hacer lo que hacen.

Todos tenemos tablones podridos con mensajes del pasado, de otros, de los que pautan nuestra vida y que colgamos con orgullo como símbolo de nuestra precaria y aparatosa identidad.
Todos queremos creernos poderosos en los cinco planos de la multidimensionalidad humana.
Todos somos Piglets, aburridos, fracasados, extraviados, pero llenos de fe, de discursos preparados, de frases hechas para invocar, de figuras poderosas a las cuales citar.
Llenos de artimañas, de trucos, de magia para engañarnos y engañar a otros.

Nuestro espíritu se da cuenta, sufre, pero lo encadenamos y amordazamos.
No queremos ser libres.
Odiamos la libertad.
Odiamos que nos mencionen la palabra “responsabilidad”, y “compromiso” y “esfuerzo”… por eso preferimos dioses que nos hacen los mandados, cabalisteros que nos regalan profecías untuosas, maestros que nos halagan hasta el empacho, creencias que nos dan esperanza y sentimiento de paz en la pereza.
Odiamos ser humanos, preferimos ser Piglets…

¿Tú que opinas?

En apariencia cortos pero en realidad amplios

El llevar una vida con apego a las reglas del Eterno y con bases espirituales firmes no es fácil. El principal obstáculo que tenemos es vencer al EGO porque está latente, escondido como un ladronzuelo al acecho del primer tonto que pase frente a él para atacarle. El que solo se enoja solo se contenta, dice un dicho en mi país. Pues algo así pasa con los que andan tratando de debatir o de falsear nuestras bases.

El noajismo no es una religión sino una forma de vida. Se basa en la justicia y lo que es correcto y no en imposiciones ni rituales de ningún tipo. Errar una vez es de humanos, dos es de tontos pero tres es de necios. A veces pensamos que porque solo son siete mandamientos los que nos toca cumplir que con solo que lo hagamos superficialmente ya es suficiente. Esto no es así. Pero hay casos en que cuando tratamos de cumplir con ellos se nos aparecen ciertos personajes en el camino que buscan recurrir a lo que les está vedado para poder falsear nuestras creencias.

Primero que todo, la Torá es para el pueblo judío y por eso es que tenemos a maestros como nuestro querido amigo el Moré que nos guía, porque él sabe qué es lo que nosotros podemos recibir y qué no y el buscar cosas que nos están prohibidas bajo aparentes deseos de bondad, es simplemente otra manifestación del EGO.

Si El Eterno hubiese querido que naciéramos judíos, seríamos judíos. Si El Eterno quiso que naciéramos gentiles somos gentiles. El noajismo no es una escala antes de llegar al judaísmo. El noajismo es una identidad dada a nosotros por El Eterno. Así que cuando vengan esos intelectualoides de cuarta y te critiquen con base a argumentos encontrados en esta y esta otra sección de la Torá, como servidor al Eterno que eres desde un punto de vista gentil, respóndeles:

“Yo no tengo religión porque El Eterno me creó como un ser humano con libre arbitrio y libertad para servirle a Él y a nadie más. No ocupo ser nadie más que yo y a través de la justicia y la rectitud es que llevo mi vida. Si usted lee cosas que no debería de leer, lo único que le puedo decir es que no lo haga por su propio bien; pero en cuanto a debatir la legitimidad de mis creencias o de las suyas sería un debate fútil porque ni yo voy a hurgar en lo que no me corresponde ni usted va a dejar de hacerlo. Lo único que le puedo decir es que El Eterno sólo es Uno y es nuestro Di-s.”

El noajismo es libertad, el noajismo es vida. En apariencia siete mandamientos no parecen ser mucho, pero si realmente buscas cumplirlos a cabalidad te darás cuenta cuán amplios son. La amplitud no está en usurpar lo que no es nuestro sino en perfeccionar lo que nos pertenece. Existen personas con EGO’s de amplísimo tamaño. En la universidad a veces bromeamos de que tenemos profesores que ocupan dos clases, una para acomodar a sus estudiantes y la otra para acomodar al EGO.

¿Cúal ser en su sano juicio buscaría la esclavitud y el dolor cuando es libre y feliz? Entonces, ¿por qué ahondar en lo que no nos pertenece teniendo tanto por hacer? Hoy aprendí una lección muy valiosa para la vida porque como dicen en mi país “por tratar de hacer una gracia hice un sapo.” Esto quiere decir que lo que lleva buenas intenciones a veces puede devengar en malos resultados. “El que solo se enoja, solito se contenta.” “El que hurga en lo ajeno para justificar su egolatría, solito tendrá que darse cuenta de que lo que está haciendo está mal.” La mejor forma de ayudar a nuestro prójimo es dando el ejemplo con nuestra buena actitud. No siempre lo podemos lograr pero eso no significa que tengamos que desfallecer sino más bien utilizar los fracasos como fuente de conocimiento para evitar caer nuevamente.

La hermosura de la vida es que cuando se deja al EGO de lado se puede vivir a plenitud. Solamente imagínate cómo sería el mundo si dejáramos de lado al EGO. Si has herido, ofrece una disculpa y arrepiéntete, si has hurgado en lo que no te tocaba, ofrece una disculpa y no hurgues más. El verdadero arrepentimiento aunado a un legítimo esfuerzo de no errar es la rectitud y la bondad es buscar que las personas llevemos una vida humana, es decir, una vida digna y por buenas lides. Y para aquellos que busquen deslegitimarte, no les hagas caso, ofréceles www.fulvida.com para que comiencen a empaparse de la verdad y se unan a los que le servimos al Eterno y buscamos la construcción de Shalom.

 

Ay el eGO

Para los hijos de Israel está semana corresponde la lectura de la sección denominada Vaikrá, en el comienzo mismo del tercer libro de la Torá, el llamado Levítico.
Como procuramos hacer, en respeto a las leyes del Eterno, tratemos de encontrar alguna enseñanza apta para la espiritualidad noájica a partir del texto sagrado del pueblo judío.
Sin violentar identidades, sin usurpar patrimonios, sin quebrantar reglas, sin añadir con buenas intenciones pero escaso discernimiento de la pureza espiritual que sintoniza con el alma del gentil.
Recordemos que son muchos los que queriendo hacer más de la cuenta, llevados aparentemente por buenas intenciones, terminan haciendo lo que no debe ser hecho y apartándose del camino que el hombre debe transitar.
El camino del gentil es perfecto, diseñado por Dios, cuenta con Siete Mandamientos, no más.
Por supuesto que se puede perfeccionar la conducta, sin desviarse ni un ápice de los mandamientos correspondientes, sin apropiarse de lo que no es propio.
El perfeccionamiento de la conducta lleva al desarrollo de la ética, pues es en ese aspecto que los mandamientos judaicos pueden servir como paradigma para los gentiles.
En lo ético, NO en lo ritual ni en lo idiosincrático para los miembros de la nación judía.
Así pues, vayamos a la pequeña/inmensa enseñanza ética, una de las varias, que podemos elaborar a partir de una porción de la sección semanal que está establecida en el ciclo de lecturas de Torá para los judíos.

Se encuentra allí:

"Habla a los hijos de Israel, diciendo: cuando alguna persona pecare por yerro en alguno de los mandamientos de Hashem sobre cosas que no se han de hacer, y obrare contra alguno de ellos
(Vaikrá 4:2)

Releemos: “mandamientos de Dios sobre cosas que NO han de hacerse”.
Reiteramos: “mandamientos sobre cosas que NO se deben de hacer”.
¿Por qué la Torá menciona las "cosas que no se han de hacer" por parte de la persona como mandamientos?

Una de las respuestas plausibles la brinda el Rabbí Levi Itzjak de Berditchev, quien explicaba que era para enseñarnos cuan despreciable es para el Eterno el orgullo de la persona.

Te lo explico.
Una persona que actúa incorrectamente y se le advierte de su defectuoso proceder, puede retroceder en su actitud, entonces también tratará de enmendar sus acciones y su conducta indigna, haciendo Teshuvá, arrepintiéndose y corrigiendo en lo posible el perjuicio ocasionado.
Sintetizo: haces algo malo, te avisan, tomas conciencia y decides perfeccionar tu vida y corregir el daño ocasionado.
Es algo que ocurre, gracias a Dios.
Es la “magia” de la Teshuvá, el proceso de arrepentimiento completo y sincero.

Pero, ¿qué pasa cuando el EGO obstaculiza a la persona este camino de retorno?
¿Qué sucede cuando la vista espiritual de la persona está nublada a causa del influjo nefasto de su EGO?
¿Qué acontece cuando alguien no admite que está haciendo algo incorrecto, o no acepta que lo corrijan, o se niega a reconocer que se equivoca, o da excusas para seguir andando por la senda oscura, o pudiendo corregir se empeña en afear aún más su vida y el entorno?
¿Qué pasa cuando al comando del EGO la persona se niega a cambiar favorablemente?
La respuesta es evidente en sí misma.
El EGO se opone a rajatabla a la Teshuvá, y cuando la acepta es solamente parcialmente y como truco para incentivar a la persona aún más a apartarse del camino de la Luz.
Es dejar a la persona dar un paso atrás de su mal hacer, para luego llevarla dos pasos a las corridas en la dirección del mal… es tan común, tan corriente, tan habitual que ni siquiera te das cuenta que tú actúas así…
En muchas ocasiones esto se manifiesta como actitudes orgullosas de la persona.
El que deniega la corrección oportuna, pues ¿cómo tal persona me viene a decir a MÍ que tengo que hacer o no?
¿Cómo osa alguien señalarme que YO me equivoqué?
¿Quién se atreve a enjuiciarME, por qué primero no se juzgan a sí mismos en lugar de meterse CONMIGO… no son solamente de Dios los juicios?
¿Acaso no se dan cuenta de que esto que hago es bueno, pero ellos no tienen la mente limpia como para alcanzar MI nivel de conciencia y sabiduría?
En fin, excusas, palabrería, escudos herrumbrados, murallas agujereadas, intentos de eludir la responsabilidad y equilibrar el Yo Vivido para seguir bajo la bota cruel del EGO, en la fantasía de ser súper poderoso…

Para estas personas se les recuerda que lo que está haciendo mal ha sido codificado por Dios como mandamiento, como una ley, para que no sea hecho así.
No es el parecer de tal o cual maestro, ni erudición de hombres, ni lo que a mí me parece, sino un mandato directo emanado del Uno y Único.
Chico, es un mandamiento no una linda costumbre para acatar si te viene en gana…
Muchacho, aunque a ti te parezca que eres genial y lo que haces es cool, te advierten que Dios piensa otra cosa ….
Joven, tú puedes manipular a los que te oyen y torpemente te admiten en tus fantasías y yerros, pero Dios ha decidido algo que tú no estás cumpliendo…
Cuate, bájale a tu “auto estima”, porque de tan gordo que estás emocionalmente apenas si alcanzas a ver otra cosa que no sea tu vientre…

¿Se entiende el porqué el orgullo, esa pompa muy inflada de aire maloliente, no es más que un enorme obstáculo para crecer y llevar una vida de plenitud en bendición?

Pero, hay otro componente del orgullo, tanto o más nocivo que éste.

Ocurre también que la persona cegada por el EGO, cuando ciertamente cumple con algún mandamiento, siente su corazón repleto de ese sentimiento innoble del orgullo, y se arrebata su espíritu inflamado de arrogancia, se pavonea luciendo su arrogancia.
En un caso así, a pesar de haber cumplido con alguno de los preceptos del Eterno, por su veleidosa actitud se considera que ha pecado grandemente, pues, no cumplió con el mandamiento a causa de su lealtad a Dios, para honor del Eterno, sino como mérito propio, para agradar a su propio EGO.
Y peor aun, puede incluso suponer que el cumplimiento de ese mandamiento le sirvió a Dios para algo, como si Él estuviera necesitado de que las personas cumplieran con alguno de los mandamientos para poder seguir siendo Dios.
Entonces, cumplió algún mandamiento pero su vanidad transformó la buena obra en un espantoso resultado, porque:
– no lo hizo por fidelidad a Dios, sino para adoración de su EGO;
– no sirve como buen ejemplo para otros, quienes viendo la actitud nefaria de un “cumplidor de preceptos”, deciden apartarse de ellos para no ser tan indecentes como él;
-por menospreciar a Dios, suponiendo que Él necesita de que cumplamos con algún mandamiento, porque sin nosotros es impotente de alguna manera.

Así pues, no sólo el orgullo invalida el mandamiento ejecutado correctamente, sino que transforma su cumplimiento en un gravísimo pecado, como es el desprestigiar al Eterno y llevar a otros al error.

Por lo tanto, mejor apartarse del pecado y hacer lo que es bueno.
Y al hacer lo bueno, mantener nuestro orgullo en la justa medida…

Eres esclavo de tu EGO, a no ser que escojas la vida verdadera, el crecimiento multidimensional, la humildad en su exacta definición…

La filosofía del enfermo

Dedicatoria especial al señor Grant Nordgren en Luisiana, Estados Unidos.

En los caminos de la vida a veces nos topamos  con sabiduría inclusive cuando sumidos en la idolatría porque fuimos creados para adorar al Eterno y para admirar y cuidar de su Creación. Es así como sin importar en cuál fase nos encontremos, siempre hay posibilidad de arrepentirnos y de regresar a las sendas del bien. Por más que el EGO nos azote, siempre tenemos la posibilidad de dejarlo ir y de vivir una vida plena.

Resulta ser que por eso andares de la vida, aprendí una lección muy valiosa de una persona que desafortunadamente tuvo que pasar penurias para poder aprender la lección tan valiosa que me transmitió y que internalicé y ahora comparto con ustedes amigos para que podamos continuar esta gran obra.

Este pobre hombre se encuentra en fase terminal porque tiene problemas en el sistema renal y ni siquiera ha llegado a la vejez. En medicina su problema se conoce como insuficiencia renal y tiene que ver con el hecho que sus riñones no pueden filtrar las impurezas y por lo tanto tiene que someterse a un proceso que se llama diálisis y que como sabemos, es sumamente doloroso y tedioso.

Pues resulta ser que no sólo sufre este caballero de tan angustiante mal sino que recientemente perdió a su señora madre y al tener un mal de tal gravedad, no puede conseguir empleo en ningún lado y depende de un mísero subsidio que le brinda en Estado y que no alcanza para suplir sus necesidades médicas. Cuando él habla se le escucha la dificultad que tiene para pronunciar debido al agobiante dolor y aún así él trata de mantener una actitud positiva. No tiene un mujer ni hijos y básicamente quedó solo en este mundo.

El retrato es muy conmovedor y mucha gente lo que hace es tratar de evitarle por varias razones, unas más egoístas que otras. Sin embargo cuando uno habla con una persona como él, puede aprender muchas cosas que sólo personas en ese tipo de estados pueden enseñar y como él no tiene nadie con quien hablar puesto que se ha convertido en un paria dentro de la sociedad, me senté a hablar con él como por ahí de una hora.

Durante ese tiempo solo me mencionó dos cosas que le aquejaban, la primera era que se había quedado sin seguro médico por unos meses y no podía recibir atención médica y el segundo la pérdida de su señora madre. No se quejó de su estado de insolvencia económica sino que sólo lo mencionó para dar sustento a las razones por las que ocupaba un subsidio médico.

Durante esa conversación me dijo cosas como “ahora veo los árboles y a los pájaros y veo que ellos son libres, no tienen religión y no se pelean por la religión de otros…” Y me acordé del vídeo que vi hace poco en MEMRI donde entrevistaban a una psiquiatra graduada en Harvard y de descendencia árabe que criticaba fuertemente a los anti-semitas por su conducta odiosa e infundada. Se enfrentó contra un clérigo musulmán y le dijo las verdades en la cara.

En el momento que Grant me decía eso, asocié la imagen de la psiquiatra con la de los bautistas sureños que siempre andan viendo a ver cómo lo meten a uno en su secta e inmediatamente después recordé las palabras del Moré acerca de la libertad con que fuimos creados y que por necios buscamos la idolatría y pensé:

“Es una lástima que una persona como Grant tenga que perderlo todo para poder darse cuenta de que nacimos para ser libres y para servir al Eterno.” En un párrafo de no más de cinco oraciones, Grant resumió en la práctica el propósito de nuestra existencia que es el servir y adorar al Eterno  y cuidar y disfrutar de Su Creación. Le dije a Grant que no se preocupara pero que no había mal que por bien no viniera y que a pesar de todas las cosas que le habían pasado él estaba aquí, dándose cuenta de cosas que muchas personas no se enteran en toda una vida.

Le dije que a pesar de su precariedad él era una persona con suerte porque había encontrado el propósito de su existencia. Muchas personas gastan millones de dólares buscando fórmulas mágicas para una vida plena, como los cientólogos que son elitistas y utilizan a estrellas del cine para llevar a cabo sus odiables empresas y, en cuanto a los demás miembros de la gleba, estos son idólatras que sacan sus míseros salarios para entregárselos a fetraficantes. En cambio él al final de su vida y con un mal terrible había descubierto el propósito de su transitar por este mundo. Le dije que tenía mucha suerte y que le deseaba lo mejor.

Con esto lo que queremos rescatar es que cuando no se sigue la voluntad del Eterno se pierde el patrimonio, la salud y por último la vida. Espero en El Eterno que quizás ahora que Grant haya reconocido el supuesto básico para existir, que busque la forma de seguir esa Voluntad. Nunca le pregunté cuál era su creencia pero espero que se haya liberado de las cadenas de la idolatría porque si no es así entonces le queda muy poco tiempo de vida.

La filosofía del enfermo es muy parecida a las enseñanzas de otros muchos que aparecen en las Sagradas Escrituras. Somos tan tercos y necios que sólo cuando estamos al borde la muerte es que podemos aferrarnos a la vida y reconocer las cosas por lo que son. Algunos somos más tercos que otros, entre esos me incluyo yo, porque tuve que realmente estar en una situación de angustia y peligro inminente para darme cuenta de que estaba en el error. Es por eso que siempre digo que por mi terquedad es que me pasaron las cosas y que no escribo por reconocimiento propio sino por agradecimiento al Eterno que me permite compartir con ustedes amigos.

El EGO es un enemigo al acecho que espera pacientemente para atacar. Cuánto más te ensimismas más te alejas de la realidad y dejas de ver las cosas por lo que son y las comienzas a ver por lo que quieres que sean. Pero el hecho de que quieras que las cosas se vean de una forma, no significa que mágicamente se verán así y caerás en lo que las ciencias psiquiátricas llaman demencia que es el desapego de la realidad.

Escribo hoy cerca del patio trasero de mi casa y observo el naranjo con sus flores de azahar y algunas naranjas en proceso de maduración veo el hermoso cielo azul que está iluminado por el sol de mediodía y trato de describir este hermoso escenario con ustedes para que compartamos la belleza de la Creación. Me contaba un amigo que hace unos años sembró en su casa un almendro y un ficus y que ahora han alcanzado el tamaño suficiente para poder amarrar su hamaca y descansar viendo el atardecer. Me dijo que se sintió muy complacido y orgulloso porque esos árboles fueron sembrados por él y ahí están, sirviéndole como soporte para colocar su hamaca y descansar.

En mi caso yo no sembré los árboles pero están allí y cuando vienen las épocas de cosecha los árboles dan fruto y es completamente gratis. El Eterno nos ha dado tantas cosas bellas para ser disfrutadas y cuidadas pero seguimos en la necedad. En vez de ir a la congregación idólatra todos los domingos como autómatas, nuestros amigos encadenados ganarían más espiritualmente si se sentaran a contemplar la naturaleza y ver que El Eterno está presente en todo lo que vemos y no en un desquiciado que se hizo pasar por deidad y que sólo un tonto sin raciocinio puede creerse tan vulgar cantaleta. Como dice nuestro amigo Andrés Oppenheimer, “eso son cuentos chinos.”

Que El Eterno bendiga a Israel para que siga trayendo luz a las naciones y que nos guíe para seguir caminando por las sendas del bien.

 

¿DIOS o el EGO al poder?

Este texto es para la elevación del espíritu del joven Carlos Helmuth Hernández Orellana, que su recuerdo sea bendito y de bendición.

Al nacer nos vemos sumergidos en un océano insoportable de impotencia.
En un instante pasamos de la relativa calma del paraíso uterino a padecer de estrechez, dolor, arrebato, miseria, despojo entre otros terribles sentimientos, en tanto vamos avanzando dificultosamente por el canal de parto.
Horas, o momentos, más tarde, el sufrimiento se agudiza hasta su máximo, emergemos a un mundo ruidoso, alumbrado, oloroso, aireado, frío, áspero, móvil, en donde se siente hambre, cólicos, mareos, una indomable impotencia.
Las reacciones son dolor, miedo y mucha ira.
Para empeorar el sentimiento de impotencia extrema, no contamos con mecanismos para solventar tal dificultad, ni siquiera con palabras, sino solamente encerrarnos detrás de una dura corteza, a la que llamaremos EGO, y dejar actuar al instinto para preservarnos.
Tal descripción es el tormento del nacimiento, normal, común, y que inscribe una huella de espanto profundo en el alma de cada persona.
Una huella que no es accedida por recuerdos conscientes, ni por palabras, ni por descripciones científicas, pues ocurre en un momento en el cual la palabra no tiene posibilidad de ser, ni la razón, ni las experiencias tranquilizadoras.
Esa huella nos sigue marcando en nuestra existencia, es la que nos mueve de un lado a otro, la que nos zarandea con miedos, las que nos hace huir hacia la fantasía del deseo, la que nos esclaviza al EGO (nuestra primera armadura, útil al principio pero desastrosa posteriormente).

Todos nuestros enojos, decepciones, odios, rencores, deseos de venganza, deslealtades, engaños, mentiras, falsedades, máscaras, excusas, justificaciones, agresiones, aceptación de agresiones, malestares surgen directamente de la huella inicial de la impotencia primaria.
Todos nuestros miedos y temores están anudados medularmente a la huella inicial de la impotencia primaria: tu miedo a morir, tu miedo a que muera alguien querido, tu miedo a ser rechazado, a ser abandonado, a ser menospreciado, a ser maltratado, a ser ignorante, a estar loco, a ser malo, a ser diferente, a enfermarte, a ser pobre, a vivir en miseria, a ser inválido, a la oscuridad, a las maldiciones, al infierno, a equivocarte, todos, pero todos tus miedos están ensartados a esa primera impotencia.
Todos tus sufrimientos también.

Entonces, andamos por la vida esclavizados al EGO, por suponerlo un amo útil, tal como nos sirvió para rescatarnos en la primera era de nuestra vida en este mundo, cuando lo cierto es que el EGO es una cáscara vieja e inoperante que no quiere morir y desaparecer.
Nuestro amor por ese EGO nos llena de aire, nos llenamos de orgullo, nos pretendemos más de lo que somos, es un recurso para no sentirse impotente, pero que deja la impotencia completamente encendida, activa, que desde las sombras de la inconsciencia nos apena y aterra.
Nuestro EGO nos empobrece el ánimo, nos hace arrastrar en servilismo ante los que se presentan como dominantes, para sobrevivir a la impotencia actuamos como impotentes.
Nuestro EGO nos hace fantasear con súper poderes, para negarnos a admitir nuestra debilidad.
Nuestro EGO nos obliga a someternos a personajes o ilusorios seres de poder, ángeles, demonios, brujas, obispos, pastores, rabinos, cabalisteros, morés, jefes, dictadores, reyes, faraones, maestros, gurúes, líderes, amos con diferentes careta pero igual oscuridad en el alma. Ofrecen salvación y respuestas mágicas pero no son otra cosa que títeres de sus propios enfermos EGOS, que tienen la habilidad para manipular a los necios que los adoran.
Nuestro EGO nos lleva por aquí y por allá, en tanto deliramos creyéndonos racionales, inteligentes, esclarecidos, superiores, mejores, sanos, poderosos, pero somos peleles, macaquitos pordioseros en busca de un poco de amor, un poco de aceptación, un poco de paz, un poco de dinerillo para sus vicios, un poco de irreal poder.

Puedes leer y olvidarte.
Puedes leer y rechazarlo, para correr a superficiales teorías que se presentan con mucha palabrería altisonante, misticismo, títulos rimbombantes, que están en sintonía con la fealdad de tu EGO.
Puedes leer y aburrirte antes de terminar.
Puedes leer y enojarte.

Puedes leer y analizar tu vida y la de los que te rodean y comenzar a admitir que es tal cual.
Puedes leer y además de analizar y comprobar la veracidad de estas palabras comenzar a encontrar maneras saludables para ser libre del EGO, para dejar de refugiarte detrás de una armadura envejecida y ser libre a pleno.
Si haces como la última opción, estarás en la senda de disfrutar de la bendición que Dios constantemente te provee.
A cada instante desde Arriba te llega TODO lo que necesitas para tu existencia plena en este mundo y en la eternidad, pero cuando te arrinconas en tu celdita mental, dejas de gozar y te empobreces.
Enceguecerte detrás de sectas, noajismos místicos, maestros peculiares, religiones, mesianismos, palabrerías hebraicas o aramaicas, adoraciones de personajes, repetición de lemas incomprensibles, y modos similares de vivir alelado, es otro recurso de tu EGO para mantenerte esclavizado.
Romper con todo ello, actuar con bondad y justicia siendo leal a Dios, es la clave para empezar tu proceso de sanación, tu liberación, tu disfrute de la plenitud de la bendición.

Las cosas que Dios decreta para los hombres son simples, son sencillas de comprender y accesibles para realizar.
Las pruebas de esto están ante ti.
Él ordenó Siete Mandamientos para la humanidad, con palabras claras, sin rebusques, sin malabarismos metafísicos, sin palabrejas oscuras, sin conceptos complicados que no llevan a ninguna parte saludable. Siete Mandamientos en lenguaje de hombres, con posibilidades de hombres.
Si pudieras estudiar de la Torá encontrarías que en ella tampoco hay esquemas de vida complicados, ni misticismo, ni filosofías para las cuales se precisan clases preparatorias porque de lo contario no se entiende ni jota. En la Torá hallas un lenguaje simple, llano, relatos cotidianos, vidas de personas normales –no hay súper héroes ni maestros bizarros elevados a pedestales de deidades-, mandamientos concretos, ideas explicadas en sí mismas.

Cuando te presentan esquemas para los cuales tienes que hacer subibajas mentales para tal vez entender algo, cuando te inundan con palabras que a simple vista no quieren decir nada –y en una segunda lectura tampoco-, cuando los conceptos se apartan de la vida cotidiana, cuando te hacen creer que debes entrenarte para entender lo básico o tienes problemas intelectuales, simple y sencillamente no es cosa que Dios haya preparado para ti.
A Dios no agrada lo complejo, pues Él ha provisto las cosas de manera simple, concreta, clara, accesible.
No tienes TU libertad, sanación, salvación, bendición más allá de fronteras, ni en manos de algún maestro místico que te alumbrara desde su barba celestial, la palabra de Dios la tienes en ti, para que la vivas y seas bendito y goces de plenitud constante.

Por supuesto que hay niveles de conocimiento, tal como en todas las materias de estudio.
Pero Dios no dispuso los niveles complejos para todas las personas, sino para aquellos pocos que se dedican a estudiar y profundizar para su propio beneplácito.
El nivel general, el necesario, el que Dios demanda y exige, es el simple, el de las palabras de todos los días, el de las acciones concretas y explicadas en sí mismas.
Cuando llegues ante el divino Juez no te preguntará si tenías tu “netzach de zeir anpin en iesod vibratorio or adam hakadmon de hatzmut del cuarto nivel, en el olam de hatzilut con jesed del kav jozer de din en kav iashir” o cualquier otra cosa parecida y completamente incomprensible.
Te hará testimoniar si fuiste justo, si fuiste bondadoso, si fuiste leal a Sus mandamientos (siete para gentiles, los que corresponden de 613 a los judíos), tal será tu juicio.
No te demandará si dijiste “shabat shalom”, o “shalom alejem ajim”, sino si viviste como constructor de Shalom.
Si eres gentil, no te exigirá si cumpliste con el shabat, o si estudiaste más o menos Torá, porque eso no te toca ni te corresponde y de hecho te perjudica en tu plenitud multidimensional al crear distorsiones en el patrón de conducta ordenado por Él a ti.

Tienes la opción de seguir siendo esclavo de tu EGO, y del EGO de los papanatas que se erigen en tus amos-maestros-líderes-consejeros-etc. Hazlo si quieres, Dios te ha puesto esos escollos para que puedas optar entre el bien y el mal. Hazlo si amas al EGO y la muerte en vida y en la eternidad.
Hazlo, porque es más fácil seguir siendo una ovejita detrás de algún pastorcillo ridículo pero lleno de vanidad.

Pero tienes la opción de ser príncipe en el palacio de tu vida.
Ser el amo y no el siervo.
Ser siervo de Dios y no del EGO y de los papanatas que trabajan para él.
Puedes gozar de todas las bondades que hay para ti preparadas y de buen sabor, listas para disfrutar, si es que tú te lo permites.
Puedes ser la persona más feliz que conozcas, pero tienes que desearlo.

Ahora ve, corre a donar dinero para los traficantes de la fe, adhiérete a sus grupitos, alaba a sus gurúes, sé uno más de la masa… eso te dará la falsa tranquilidad del que está adoctrinado y sedado.
Vamos, ve a Facebook a promover esas agrupaciones, afíliate con pasión a clasesitas a foritos, sé uno más de los que siguen esclavos pero se venden como miembros de sectas de salvos.
Corre, huye, tiembla y no dejes de huir, eso te hace sentir mejor… ¿no?

O detén tu escape, admite tu situación, sométete a Dios tal como Él te manda y no como tú quieres que sea.
Sé bueno, sé justo, sé leal y goza… GOZA.

Si deseas, ayúdanos a seguir ayudando a otros, pues de esa forma te estarás ayudando a ti a seguir por la senda de la bendición y la conciencia de ser bendito.

Te deseo todo lo mejor, sea que escojas la muerte en brazos del EGO, sea que decidas acompañarnos por la senda de los constructores de Shalom.
De hecho, ya estás en posesión de todo lo mejor, pero probablemente no te has dado cuenta ni lo estás disfrutando.

¿Gozas la bendición o estás encadenado al pasado?

Muchos tenemos anclajes en el pasado.
Nos sentimos como atrapados por sucesos de otras épocas.
No dejamos de ver para atrás y sufrir.
Sea de abandonos, desengaños, engaños, fallas, faltas, malas relaciones, lo que fuera que nos retiene, allí está una parte de nosotros, desgastándonos, no dejándonos vivir a pleno el presente, opacando nuestro gozo de la bendición constante que recibimos de lo Alto.
Piensa y respóndete con sinceridad, cuántas ataduras te anudan al cuello, te fatigan, te detienen en tu crecimiento te prohíben la dicha en el aquí y ahora.
No tardarás en encontrar tal evento, aquel gesto, esa palabra, aquella persona, ese maltrato, alguna falsedad.
Ya lo has visto, ¿no?
Tienes tu mirada, tu corazón, tu alma, tu ser anclado en algún punto y luego todavía tienes el ánimo de mencionar lo poco satisfecho y conforme que estás con tu vida actual, la escasa esperanza para proyectarte y realizarte en el futuro cercano.
¿Es así?

Te cuento que todo esto no deja de ser el EGO, tu EGO, que te sigue esclavizando.
Pongamos por ejemplo la joven y bella dama que descubrió por casualidad la infidelidad matrimonial de su recién desposado marido.
Meses más tarde, luego de haberlo “perdonado”, haciendo un esfuerzo sobrehumano para “confiar”, sigue amargada, en confusión, sin fuerzas, desprovista de deseo sexual.
La excusa es que no puede olvidar aquella prueba que le confirmó la infidelidad.
Pero lo cierto es que lo que no puede perdonar es SU debilidad, su torpeza para no darse cuenta antes, su ingenuidad para haber confiado, su impotencia para resolver asertivamente la situación, su pobreza de ánimo para admitir que no escogió correctamente a su cónyuge… en fin, es a sí misma a quien no puede perdonar, ni quiere hacerlo, porque prefiere mortificarse a causa de su pasada impotencia y su actual impotencia.
Si aprendiera a colocar a su EGO en el lugar acorde al mismo, se desprendería de pesadas mochilas innecesarias, rompería lazos nocivos con ideas y sentimientos, alcanzaría una plenitud como nunca en el aquí y ahora.

Tú también estás en similar situación que esta hermosa dama, estoy seguro que sí, porque es propio del humano.
Quizás la anécdota sea diferente, nunca hayas sido víctima de la infidelidad matrimonial (o no te has enterado aún), pero sigues con pies de cemento aferrado a algún evento o personaje de tu pasado.
En todos ellos, con todos ellos, descubrirás que está a flor de piel tu impotencia, tu incapacidad, tu inoperancia, tu no poder resolver asertivamente… en todos ellos.
Allí te quedas retenido, como encarcelado, esperando alguna solución mágica, algún príncipe encantado que te rescate, algún milagro celestial que te libere, admitiendo en secreto pero sin reconocerlo tu impotencia pasada y actual.

Cuando aprendes a ubicar a tu EGO, a admitir tu impotencia, a no luchar contra aquello que no es para luchar, sencillamente te sueltas y sales de tu pequeñita y tenebrosita celda mental que te asfixiaba.
Por ahí te da miedo y vuelves corriendo a tus patéticos hábitos de lacayo del EGO, por ahí saboreas la vida y te quedas en ella, cada vez más lejos de la celdita.

Depende de ti, de nadie más, ni siquiera del Alto.
Tú eres quien debe admitir tu impotencia, ser amable contigo por ella, soltar y no aferrar lo que lastima, y avanzar con solvencia hacia jardines de placer que están colmados y a la espera de que tú los disfrutes.

Tú escoges, entre seguir anclado y penando o admitir tu fracaso, embolsar tu vanidad, y dedicarte a vivir a pleno.

Relee por favor este texto, analiza tus penurias actuales y tus cadenas hacia el pasado y si encuentras que mi descripción no encaja con lo que crees que te pasa, entonces serán bienvenidas las críticas y correcciones que tengas para ofrecerme.

Que pases un esplendido día, ya está preparado para que lo goces.

¿Gozas de tu bendición?

A cada instante, sin pausa, fluye para ti la bendición del Eterno.
La cuestión es que estés abierto y en sintonía para recibir todo el efluvio benefactor que proviene de lo Alto.
A cada instante, ahora mismo está a tu alcance obtener el gozo, el bienestar, la dicha, la fuerza todo aquello que te nutre y satisface.

Sin embargo, es propio de la persona encapsularse y negarse a recibir la bendición, para luego quejarse de vivir en miseria y penurias.

¿No es extraño este comportamiento?

De gratis se nos da todo lo bueno, y son nuestras complicaciones propias las que nos impiden disfrutarlo.
A esta negación al placer celestial se le suman las amargas acusaciones, las culpas, los rencores, los pedidos de explicación, las excusas, los malabarismos para continuar encerrados sobre sí mismos , impurificando el canal de bendición celestial.

Cuando la persona toma conciencia de su lugar, de su esencia como receptáculo de la bendición divina, deja de procurar obtener aquello que no le corresponde. Ya no hay dedos acusatorios, ni difamaciones, ni depresiones, ni amarguras, ni necesidades, todo está en armonía, en su estado de plenitud.

Tú puedes gozar de la vida, de todo lo bueno que Dios te está ofreciendo constantemente.
Pero debes tomarlo y aprender a usarlo de acuerdo al modo correcto.

Ya lo sabes, ahora es tu trabajo el despertar la conciencia espiritual y activarte multidimensionalmente para ser bendito y de bendición.
Dios ya te ha provisto de lo bueno que te beneficia.

Eres un títere… ¿no?

Hemos  expuesto breves pero profundas reflexiones acerca del ego, sus relaciones con el sentimiento primigenio de impotencia, sus interferencias para el crecimiento, sus manipulaciones para retener en esclavitud a la persona, su debilidad esencial con apariencia de poder, los miedos y deseos que se derivan de sus dictados, entre otras importantes cuestiones.
Sería bueno tomarse el tiempo y dedicarse a recopilar, ordenar, leer, estudiar, repasar, analizar, interiorizar el profuso material disponible de forma libre y gratuita para quien desee obtener buenos resultados para su vida.
Brindará una mejor manera de vivir, mayor plenitud, apertura al goce de la bendición constante que recae sobre ti, concordia con el prójimo, un camino seguro para la buena vida.
Está a tu alcance, no es un misterio ni un secreto oculto, no es necesario tomar clases previas para creer que se comprende milenario misticismo, no es obligatorio pagar sesiones con altisonantes gurúes, ni rebajarse a ser miembro de sectas extrañamente carismáticas.
Por el contrario, es simple, es claro, es cierto, está a tu alcance de forma libre y gratuita en este sitio que es tu hogar.
Solamente debes hacer tu pequeña pero imprescindible parte.
Despojarte por un ratito de las cadenas y máscaras que el EGO te ha regalado, para permitirte tomar un camino mejor para tu existencia aquí y en la eternidad.
Te lo ofrezco gratuitamente, amablemente, aunque sé que el 99% de los lectores pasarán de largo, sedientos de palabrerías místicas, hambrientos de rituales complejos, desesperados por disfraces de espiritualismo, ansiosos por ser sometidos al mando de algún líder iluminado del cual depender, afanosos por sentirse miserables en sintonía con tu sentimiento primitivo de impotencia.
Desde hace milenios la respuesta está al alcance de quien quiera obtenerla, pero la gente empedernidamente recurre a magia, superstición, irracionalidad, religión, sectas, extremismos, violencia, impudicia, esclavitud, orgullo, lemas, emblemas… corren detrás de fantasías para dejar de ser libres, porque aman el sometimiento al EGO, al que sienten como un poderoso señor, un tirano malvado pero al mismo tiempo seguro resguardo de un mal peor…
Así sigue siendo la vida de la mayoría de las personas, ¿quizás es tu caso también?

Conozco a tanta buena gente que vio la luz, probó un poquito de libertad para salir huyendo a religiones, sectas, extremismos, cabalismos, fanatismos, filosofías, adoración de personalidades y otras formas de vivir la vida sin vivirla.
Es el común denominador de los que siguen aferrados al EGO, maquillado de tal o cual manera, porque siguen siendo víctimas de su sentimiento original de impotencia.
Se sienten profundamente impotentes, a un nivel aterrador, en un estrato en el cual las palabras no existen sino solamente la ebullición maremótica del pavor de la impotencia.
La libertad es un imposible, la responsabilidad un repudio, el anhelo es cobijarse en pequeñitas celdas mentales, bajo el mando de supuestos poderosos líderes (con el título real o imaginario que usen), en la imperiosa necesidad –casi fisiológica- de estar apoyados en bastones tóxicos, sumergidos en clanes que aparentemente los protegerán de ese infierno llamado impotencia.
Ejemplos sobran, si tú tienes conciencia y conocimiento podrás descubrir bien pronto que FULVIDA no tiene el éxito arrollador de grupitos y sectitas, pues no actúa desde la manipulación y el caos, no se aprovecha de la indefensión, no hace fiesta al EGO, sino que muestra la senda antigua con palabras modernas, senda que solamente unos escasos leales han sabido transitar con fidelidad desde los orígenes de la humanidad. El resto, antaño como ahora, prefirió los ídolos, los magnates, los príncipes, los títulos, los “sabios”, los que se disfrazan vistosamente para vender sus productos definidos como elixires espirituales… no es error de FULVIDA (aunque ciertamente los cometemos, y muchos), sino la propensión humana de someterse al EGO lo que nos imposibilita crecer y expandirnos y ayudar a más y más gente a la hora de ser libres, leales, completos, en gozo de verdadera dicha, receptáculos de la bendición constante que emana desde lo Alto para cada ser.

Cuando en el fondo te crees un títere, vives como uno.
La mayoría de las personas, desde el inicio de los tiempos, desde Eva diríamos sin temor a equivocarnos, han sucumbido a ser manipulados por las manecillas pordioseras del EGO con sus numerosos trucos y ropajes.

Eres tú quien debe preguntarse y responderse, pero con honesta sinceridad, aunque te duela, cuánto de títere eres.

Si relees lo expuesto podrás ver algunas evidencias que te ayudarán a la hora de responderte.
Pero te brindaré algunos datitos más.

Por lo general creemos que estamos haciendo bien las cosas, cuando en realidad estamos manipulando a diestra y siniestra a cualquiera que se nos ponga al frente, con tal de mantener la fantasía de exitismo a cualquier coste.
Cuando creemos que estamos siendo un desastre, que somos pobres víctimas del destino, de los otros, de la vida, de los padres, del moré, de esto y aquello y andamos paseando nuestros lamentos de un foro a otro, no hacemos más que manipular a diestra y siniestra a quien se ponga en frente.
Cuando creemos que nos llevamos bien con pareja, hijos, padres, amigos, compañeros, etc., pero solo basta un ligero movimiento, un gesto, una palabra para que con quienes conversamos se conviertan en potenciales contrincantes y allí comienza la esgrima verbal, la batalla continuada, el tremebundo manifiesto por internet de la maldad de quien osó desagradarnos queriendo o sin querer.
Todos los recursos valiosos del intelecto y de nuestras emociones se ponen en marcha de una forma como no lo haríamos para llegar temprano al trabajo o para hacer los deberes.

A pesar de su debilidad, el EGO es un arma demasiado potente, tanto que desde hace milenios le gana la batalla a los que portan el mensaje de la Luz…

Ciertamente, cuántos hechos graves se pudieran evitar aprendiendo desde niños estas reflexiones.
Dando a los hijos el buen pan del noajismo, si son noájidas; del judaísmo, si son judíos; proveyéndole de fuerzas, de reconocimiento, de respeto, de dignidad, de espacio para dudar y preguntar, de cariño, de comprensión, de bálsamo para las constantes sensaciones de inferioridad… cuánto de bueno se puede ir sembrando allí en donde el EGO de los niños aún no ha tomado completa posesión de la sagrada casa…

Y en la médula, la conciencia (que es más que el conocimiento, la prédica, el saber) que El Eterno es el dueño de todo y que nosotros somos simples depositarios de la manutención del mundo.
Nuestro poder está en Su poder.
Nuestra potencia en ser receptáculos puros para Su potencia.

Eres títere, si eso es lo que quieres de ti.

Confío en que quieres ser persona, con todo lo que conlleva, particularmente con el gozo de la bendición constante que está fluyendo para ti a cada momento.

Impotencia y EGO

Nacemos a este mundo e inmediatamente nos vemos inundados por la cruel impotencia.
Nuestro sistema vital no está preparado para manejar este salvaje afluir de sensaciones y sentimientos atroces, no tenemos un organismo desarrollado, ni contamos con experiencias o memorias, ni poseemos adaptaciones adquiridas. Estamos a merced de un mundo tosco y terrible.
Estamos absolutamente impotentes.
Sobre el sentimiento inicial de impotencia se sobreimprime el EGO.

Desde esta perspectiva, el EGO, en su origen, es un mecanismo natural de defensa con que las personas cuentan para no morir o anularse completamente a causa del sentimiento de impotencia inicial.
Este primer mecanismo de adaptación es necesario y útil en ese momento y los siguientes, pero luego ya debiera ser desechado y guardado para contadísimas oportunidades en las cuales la persona no tenga otros recursos para sobrevivir.

Sin embargo, es normal que el EGO tome el control de la persona.
(Recordemos que normal no es lo mismo que saludable o sano).

Siendo que el EGO tiene una función primaria, primitiva, de supervivencia ante la impotencia, resulta absolutamente ineficiente para manejar el resto de las situaciones existenciales.
Es como si quisiéramos emplear en toda situación un martillo, muy provechoso para clavar clavos, pero que no sirve para el resto de las operaciones indispensables.

Cuando la persona queda sumida en servilismo a su EGO, pasa una existencia de sufrimiento, aunque tal vez no parezca darse cuenta de esto.
¿Cómo desarrollarse, disfrutar, gozar, crecer, ser sano y dinámico cuando el volante lo tiene una función primitiva, específica, reactiva al sentimiento de impotencia?

Entonces, cuando el EGO está al mando, andamos por la vida a tumbos, huyendo, dando excusas, siendo violentos, criticando negativamente, adoptando formas de vida insanas, adoctrinados en falsedades, dependiendo de bastones tóxicos, es decir, apartándonos de la vida para asumir máscaras que falsifican nuestro ser.

Es necesario tomar conciencia de esta realidad que nos acosa a todos, pero no todos están capacitados para hacerlo.
¿Por qué no?
Porque el EGO está ahí, al mando, induciendo a la persona a la corrupción.
Entendámoslo, no es por maldad, no es un instinto malvado, una segunda naturaleza maligna que nos invade, sino que es una forma tan arcaica y reactiva a la impotencia que no tiene otro recurso más que aferrarse a nosotros cual garrapata hambreada pero hacerse pasar por poderoso faraón interior.

No quiero pecar de insolente, pero tengo la impresión de que cada mal, dolencia, terror, sufrimiento que padecemos tiene su atadura a las manipulaciones del EGO, sea nuestro o del prójimo.
(Por supuesto que quitamos de la lista los que se deben a causas naturales, tales como catástrofes, que en verdad son un mínimo porcentaje de aquellas cosas que nos hacen sufrir y sentirnos miserables).
De hecho, tal es la opinión del sabio Maimónides, más que la de este humilde y poco entendido maestro.

Vamos, veamos a nuestro alrededor, atrevámonos a vernos a nosotros mismos.
¿De qué nos quejamos?
¿Qué nos hace sentir infelices?
¿Qué nos hace sufrir?
¿Cuándo nos violentamos o sentimos violentados?
Si somos sinceros a la hora de responder a estas interrogantes hallaremos que detrás de todos nuestros padecimientos esta el EGO, y más atrás el sentimiento de impotencia que nos aqueja y nos impulsa al dolor, al miedo, a la ira.

Si somos conscientes de esto y tenemos el entrenamiento para no caer en reacciones automáticas ejercidas desde el EGO, haremos el descubrimiento de nuestra vida.
Dejaremos de tratar de controlar lo incontrolable, dejaremos de sufrir por lo que no podemos evitar, sabremos derivar nuestra conducta hacia respuestas de construcción de shalom en lugar de reflejar nuestro patético EGO en cada una de nuestras acciones.

Seamos conscientes de nuestra impotencia y del EGO que nos opera cual títeres y hagamos lo que es humano: escoger entre hacer lo bueno o lo que no lo es.

Cuando llegues a ese nivel de consciencia multidimensional no te culparás ni atormentarás porque las personas no te amen de la forma en que quieres, porque no te den respeten u honren como te crees te mereces, no andarás desesperado para obtener aprobación incondicional y aceptación de parte de los demás.
Entenderás que cada cual vive como buenamente puede, en una lucha constante contra sus propios sentimientos de impotencia, a horcajadas de sus EGOS, tan patéticos y primitivos como el que te controló a ti hasta hace poco y aún trata constantemente de hacerlo.
Serás consciente de que pocos son capaces de amar realmente, en tanto no se limpien de las impurezas que los aquejan desde el corazón. Que no son malas personas, sino esclavos que hacen lo que buenamente pueden y no tienen idea de que en realidad son príncipes encadenados a una máscara miserable de pordioseros.
Ya no verás a los demás con ojos críticos de juez ávido de castigar al infame, sino con el ojo misericordioso de quien comprende la pobreza multidimensional de que aún está atormentado a su EGO.
Andarás haciendo lo que es justo Y bueno, sin pausa, procurando construir Shalom aunque las circunstancias jueguen abusivamente en tu contra.
Encontrarás que la más grande recompensa que obtendrás jamás es la cercanía a Dios que proviene de cumplir con los preceptos que Él te ha ordenado a ti que cumplas, y que estarás así también más cercano a tu prójimo y maravillosamente a ti mismo.

Todo esto es un proceso que requiere de entrenamiento, no se efectúa de un momento al otro, no es un instante de revelación divina que te alumbra y te deja en un estado de consciencia expandida, al estilo de lo que te prometen las sectas y misticismos varios.
Se precisa constancia, trabajo, esfuerzo, ánimo, voluntad, estudio, análisis, perdón, más esfuerzo, levantarse luego de caer, firmeza en el objetivo de liberarse del sentimiento de impotencia por medio de admitirlo y dejar de luchar en su contra.

Te invito a que releas este texto, no una o dos veces, sino a diario y que vayas escribiendo las ideas y comentarios que te surjan.
Especialmente visualiza cómo estas palabras hacen eco en ti, como resuenan por los pasillos de tu ser, como te describen incluso en aquello que te niegas o rehúsas a confesarte.

Cuando hayas madurado, en verdad madurado y no lo que te vende como tal, estás palabras ya no serán un texto escrito por un extraño, sino que serán tus propias ideas que otro ha tenido el atrevimiento de publicar.

Para despedirme por ahora te confieso que sé que para la mayoría de los que lean estas líneas no habrá efectos, el artículo será desechado a las pocas letras de ser leído, será amargamente cuestionado por las mentes sagaces que no tienen la consciencia despierta.
Espero que no sea así para ti.

Te deseo todo lo mejor para ti, que está a tu alcance, tan solo debes admitirlo y gozarlo.

Impotencia como condición humana

Es condición básica del ser humano el profundo sentimiento de impotencia.
A partir de ésta se va elaborando el Yo Vivido, con sus diferentes facetas y máscaras.
Nuestros fracasos y sufrimientos se arraigan en el sentimiento de impotencia.
Vamos creando una vida alrededor de este sentimiento, nos vamos armando a partir de nuestros esfuerzos para impedirlo, negarlo, rechazarlo, huir de él, luchar fútilmente en su contra.
Somos criaturas de nuestra impotencia y los mecanismos que invertimos en sofocar su presencia constante.

La persona “sana” es aquella que encuentra y emplea otro tipo de mecanismos, aquellos que sirven para armonizar su Yo Vivido con su Yo Auténtico.
Por supuesto no es tarea simple alcanzar ese estado de plenitud del ser, requiere de conocimiento, entrenamiento, conciencia, tenacidad, valentía, entrega, admisión de las propias falencias y virtudes.
Es posible encontrar caminos para esa sanidad, ese estado de sintonía dinámica plena entre los diferentes Yoes que nos retratan, pero no todos están dispuestos o tienen el acceso para lograrlo.

Sin embargo, la más de las personas en las más de las ocasiones, se aferran a sus ineficaces métodos de supervivencia, que simplemente les dejan en estado de falta de armonía, enfermos, esclavizados al EGO, padeciendo sin fin, en sufrimiento a veces enmascarado como deleite… impotentes aunque algunos presumiendo de poderes que realmente se les escapan de entre sus débiles dedos y padecientes mentes y almas.
Las más de las personas en las más de las veces no somos más que títeres patéticos a merced de nuestra impotencia primordial que repercute en las micro instancias sucesivas de impotencias cotidianas.

Es de lo más normal, aunque no por ello sea sinónimo de sano, que la persona encuentre personas, objetos, ideas a las cuales abrazarse, ejércitos a los cual enrolarse, masas en las cual sumergirse, para que de esa forma el sentimiento de impotencia parezca ser acallado y se tenga la (hueca y enfermiza) impresión de haber vencido a la impotencia y haber encontrado la clave misteriosa para el verdadero éxito.
Realmente, es de lo más normal, es decir, de lo más común y corriente.
Creo que no ha de haber persona que no caiga en esta triste manera de negar su existencia y preservar la discordia entre sus instancias del ser.

No faltan los que se afilian a partidos políticos, clubes deportivos, clanes familiares, grupejos extremistas, sectas fantasiosas, camarillas ocultistas, religiones milagrosas, y similares, para encontrar la aparente solución a su existencia opaca adornada con palabras emblemáticas, rituales complejos, procesiones a lugares santos, hostigamiento del diferente, odio hacia el otro, atontamiento del pensamiento, entre otras maravillosas drogas emocionales.

No es extraño toparnos con pobres tipejos que se inclinan servilmente ante su amo de turno, al que llaman gurú, pastor, rabino, amo, sir, milord, general, jefe, patrón, líder, maestro, sabio, moré, iluminado, amigo, hermano mayor, chamán, buda, rebe, guía, pai de santo, o como fuera que le llamen, para sobarse con ese engreimiento de sentirse poderosos, adiestrados en sus acciones, llevados por caminos que aparentan ser seguros, estimulados al punto de perder la identidad –oscura y pútrida, pero identidad al fin- y en la realidad no son más que títeres de títeres manejados por la impotencia multiplicada exponencialmente.

Los que adoran dioses que son vanidad, como el becerro dorado, como las vírgenes, como los santos cristianos, como los hombres endiosados por los pordioseros emocionales que los siguen con pía devoción, como los que abiertamente o de modo indirecto se adjudican sitiales de deidad ante las masas de opacados seres que admiten con feliz torpeza las ideas más bizarras y enfermas.

Es el sentimiento de impotencia el que nos lleva a envilecernos, a ser violentos, a someternos a líderes inmorales, a enviciarnos, a maltratarnos, a drogarnos, a empedernirnos, a ser falsos, a creernos todo poderosos, a enfermarnos, a vivir en angustias, a ser esclavos, a endiosarnos, a endiosar a lo que no es Dios…
Es ese sentimiento profundo, incrustado en lo más profundo de nuestra primera vivencia mundana.

En síntesis, cada quien encuentra a qué someterse, a qué doblegarse, para en esa genuflexión de cierta forma sentirse querido, sentirse amado, sentirse poderoso, sentirse protegido, sentirse seguro, sentirse con una vida, sentirse con sentido en la vida, sentirse con un seguro para lo que viene después de la muerte, sentirse amparado por seres, personas, objetos, grupos que mágicamente los resguardan de la eterna y temida impotencia.
(Ejemplos cotidianos sobran, quien esté capacitado podrá verlo casi a cada momento en cada persona de su entorno y en sí mismo.
Quien quiera ejemplos “bíblicos”, también son abundantes, pero muy claro está en Shemot/Éxodo capítulo 32, en el asunto del becerro dorado. Vale la pena su estudio concienzudo y teniendo en mente este aspecto tan nuclear como lo es el del sentimiento de impotencia).

Y no se dan cuenta, no pueden o no quieren darse cuenta, de que no hacen más que aumentar su impotencia.
En las fantasías de poder se cae aún más hondo en la impotencia.

Quien esto escribe no está libre de temores, de errores, de fracasos, de huidas, de sufrimientos; quien esto escribe no lo hace desde la soledad olímpica de los iluminados que están más allá de las vicisitudes humanas.
Pero esta admisión de la propia flaqueza no es sinónimo de someterse a los dictados del sentimiento de impotencia, sino de principio de sanidad.

Hay mecanismos saludables para armonizar el Yo Vivido al Yo Auténtico.
Hay maneras para mitigar el sentimiento de impotencia, para ser libres, para vivir a plenitud, para gozar del bien y la bendición que tenemos a nuestro alcance.
La cuestión es poder y querer hacerlo.

Por ahora, las personas preferimos negarnos a gozar de la bendición constante que desde Arriba nos está enviando nuestro Padre.
Por ahora, preferimos las migajas magras y el hambre extenuante de nuestras propias ideas delirantes de poder.

Que pases un esplendido día y encuentres el bien que está a tu alcance para disfrutarlo, y te deleites con él.