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Energía mental

Como cualquier otra máquina, tu cuerpo emplea energía para funcionar.
La energía que destinas a acciones poco provechosas, no la estás usando en tu beneficio, sino que la estás malgastando

Pensar es una de las actividades que tu cuerpo realiza y que por tanto consume energía.
Deberíamos aprender a enfocar nuestros pensamientos para obtener los mejores y mayores rendimientos.

Si te dedicas a estar pendiente de las opiniones ajenas, si te la pasas suponiendo lo que los demás están pensando/sintiendo acerca de ti, si te consumes en idear excusas o a fantasear proyectos que nunca se concretarán: ¿cuánto de tu tiempo y energía estás derrochando inútilmente?

Para empeorar la situación, no solamente echas a perder energía en pensamientos, creencias, imaginaciones, que son caóticos y sin fundamento, sino que además con ello contribuyes a aumentar el barullo mental, a llenar tu mente con baches y obstáculos que reclamarán más energía para existir, agotando así más rápido tus recursos.

Si aprendes a enfocarte, a concentrarte, seguramente sacarás mayor provecho de tus ideas, además de sumar calma y bienestar en tu vida.
Sube al tren que se dirige a tu destino.
Pero no te subas a cualquier tren de pensamientos que pasa por delante de ti, esos déjalos correr, que fluyan, los ves pasar y no dedicas nada de lo tuyo a darles notoriedad.
Cuando sea necesario reparar en algún asunto, hazlo, no lo dilates innecesariamente, para que no sea una mosca molesta rondando sin parar y atrayendo tu atención y energía penosamente.

Aprende a pensar y a actuar, en lo posible armonizando tu Yo Vivido con el Yo Auténtico para así ser reflejo saludable de tu Yo Esencial.

Difíciles decisiones

Seguro te ha pasado que te cuesta mucho decidirte a la hora de cambiar una situación que has estado padeciendo por mucho tiempo.

Está la opción que te obliga a dejar la comodidad de lo conocido, y doloroso, para aventurarte hacia una nueva realidad.
Probablemente esto te llene de miedo, de visiones de fracaso, de incertidumbres, de argumentos que revalorizan (¿artificialmente?) lo que sientes amargo y sin futuro (que es tu presente lastimoso). Hasta advertirás un sinnúmero de problemas que brotarán de la nada si es que se te ocurre cambiar, problemas que se te antojan mucho más angustiantes y terribles que esto que estás lamentando hoy.

De tanto darle vueltas, al final te quedas en donde estás.
Sea porque lo eliges arrastrado por racionalizaciones (justificaciones) increíbles, o, lo más probable, porque te abstienes de decidir y tan solo continúas por inercia en la misma zonita de confort.

¿Zonita de confort?
En verdad es una prisión de sufrimiento, pero, como tú repites hasta el cansancio: “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Lo reiteras como un lema, para auto convencerte, para apagar tu conciencia mortificada, para embrutecer tu pensamiento; porque no te atreves a demostrar la falsedad de esta afirmación, ni a probar el buen sabor de la nueva realidad.

Así, con esta actitud presidiaria, empiezas la dieta para bajar de peso el lunes, pero a las 16hrs de ese mismo día ya estás comiendo el triple. O justo el martes es el cumpleaños de la vecina, y… ¿cómo vas a ofenderla por no comer el vagón de comida que te comiste finalmente?
O te propusiste dejar de fumar, y antes de medio día ya consumiste tabaco como una chimenea.
El médico te aviso que tus valores están todos trastocados y si no los corriges con dieta y ejercicio tendrás consecuencias de pesadilla, entonces, fuiste al gimnasio. No pasó un par de días y ya estás nuevamente calentando tu sillón frente a la TV, o jugando pelotitas en tu celular, en lugar de estar dedicado a mejorar tu salud.
O buscarás empleo que te valorice más, o te divorciarás por no poder sostener más una relación enfermiza, o aprenderás a decirle “no” a tu jefe abusivo, o no usarás más el celular a la mesa durante la comida, o visitarás a tu abuelita a quien tienes abandonada hace meses, o te arreglarás para estar despampanante para tu cónyuge, o… menciona tú aquello que ameritaba un cambio y tu elección ha sido mantenerte en tu celdita mental, pero lleno de excusas y noble palabrería.
Entonces, estarás sufriendo, frustrado, apenado, restringido, amargado, sintiéndote culpable, culpando, ilusionando con “y si hubiera hecho diferente”, para luego volver a sentirte una víctima o victimizar a otros. En giros y giros en tu círculo de limitaciones y angustias.

Tal vez ya te has anestesiado a tu situación padeciente. O quizás estás entregado a este “destino”, que tú mismo te fabricas. O tienes conductas nocivas pero que sirven para tapar el verdadero problemas con otros que son menos molestos para la conciencia.

Si te atrevieras a traspasar el límite de la zonita de confort, hacia la zona inmediatamente próxima, encontrarías que la inmensa mayoría de tus vacilaciones no tienen razón de ser. Son solamente miedos inventados por tu mente, o repetición de mandatos que te han adoctrinado. Los muros de niebla se derrumban con facilidad, si tan solo tienes la disposición de avanzar y continuar, sin anclarte a tu zonita de confort.
Te darás cuenta de que hay dos limitaciones, las reales y las fantaseadas.
Las primeras no pueden correrse, están ahí y hay que aprender a manejarse con ellas de la mejor manera posible. Por ejemplo, si para un empleo solicitan alguien entre 18 y 35 años de edad y tu tienes 44, difícilmente puedas atravesar esa barrera.
Por su parte, las limitaciones fantaseadas, son eso mismo: fantasías.
Tienes todas las cualidades requeridas para ese empleo, e incluso estás más calificado; pero, en tu mente resuena una voz que dice que eres inepto, inútil, inoperante, torpe, desagradable, fracaso confirmado, de mala suerte y por ello no das el paso que te libere de tu celdita, que si no te has dado cuenta, es la zonita de confort.

Por escoger el no cambio, cuando éste es necesario, te hundes cada vez más en lo que te fastidia y debilita.
Los problemas no se solucionan por magia, rezar, negociar pactos con dioses, el mero paso del tiempo, la buena voluntad. ¡No! Los problemas que no resuelves, o al menos tratas realmente de hacerlo, siguen siendo problemas. Lo más probable es que se acrecienten, o se vayan añadiendo otros a los que tienes.
La zonita de confort se estrecha, tu celdita es cada vez más desagradable, pero tu intensificas tus inventos de excusas para no transformarte y así transformar tu realidad.

Toda energía que consumes en mantenerte atrapado, es energía malgastada, que no se dirige a conseguir bienestar, ni gozo, ni cambios favorables.
Es una pérdida constante, que te agota, te debilita, y te hace aferrarte aún más a lo que te está causando esta muerte en vida.

Es evidente que cuando eliges el cambio, no siempre serás exitoso.
Las malas elecciones también son parte de la ecuación.
Tampoco puedes prever todo lo que ocurrirá, ni las contingencias que se podrían presentar en tu camino.
Saber esto te permite admitir y aceptar tus errores, resbalarte y caer pero para volver a levantarte. Podrías tener más paciencia, quererte más, respetarte mejor, si sabes y aceptas con humildad tus limitaciones, pero sin por ello negarte a hacer lo que esté a tu alcance para seguir creciendo.

Está en ti la elección, entre la vida y la bendición, o la muerte y la maldición.
Tú escoge, y lo mejor es escoger la vida.

Héroes de Entebbe

Hace pocos días, a principios de julio, recordamos otro aniversario de aquel hecho heroico y milagroso, el rescate en Entebbe.
A fines de junio de 1976, terroristas musulmanes, de los apodados palestinos, junto a otros camaradas del horror, habían secuestrado un vuelo comercial, lo desviaron al aeropuerto cercano a la capital de Uganda.
En instalaciones del aeropuerto retuvieron a los más de cien rehenes y demandaban la liberación de asesinos terroristas presos.
Un comando de la Saieret Matkal fue la encargada de realizar la “Operación Trueno”, en un vertiginoso trabajo profesional y cuidadoso lograron rescatar a las víctimas y herir al feroz enemigo, no solamente en su orgullo.

Una de las películas inspiradas en este incidente, “Raid on Entebbe” (1977) cierra con un emotivo reencuentro de los secuestrados y de los heroicos combatientes, de fondo suena una versión de la famosa “Hine ma tov umanahim” – “Cuan bueno y cuan agradable es el encuentro entre los hermanos”, palabras del inspirado salmista (Tehilim/Salmos 133:1), quien también supiera ser un valiente soldado y defensor de los débiles, el rey David.
También suena antes en la película, cuando el avión los está llevando rumbo a la operación, como un llamado de atención, de despertar la conciencia.
No estaban destinados para matar, ni para destruir, ni para hacer daño; aunque tuvieran la preparación y el entrenamiento.
Por el contrario, su misión era de rescate, de vida, de libertad.
Su tarea era permitir al inocente retornar al hogar, que la paz se estableciera en la tierra como en los cielos.
Porque se entrenan muy duramente para alcanzar la paz, y por ello tienen el poder para controlarse y no usar sus armas de destrucción perfectamente adiestradas y practicadas. El uso de las armas, de la fuerza destructiva, es un paso posterior, cuando no queda otra alternativa posible. En eso consiste el entrenamiento intenso de los maestros en las artes marciales, en las ciencias de la guerra. En usar el poder para encontrar el autocontrol, el propio dominio, vencer a las bajas pasiones sin dejarse arrastrar por soluciones facilistas. Sí, también son expertos en instrumentos de daño y muerte, pero no es para hacer uso de ellas que se ejercitan con tanta paciencia y esfuerzo.

Los héroes de la Saieret Matkal debían hacer su parte para equilibrar lo que el malvado estaba trastornando.
Y, si por desgracia para lograrlo debían matar, destruir o dañar al corrupto y culpable, pues lo harían.
Porque es el diálogo, la Comunicación Auténtica, la mejor manera de negociar, de compartir, de componer los asuntos. Sin embargo, hay personas que no están dispuestas, que solamente pretenden arrasar con los demás, sin tener consideración alguna a nada. Solamente quieren tener la razón, ser los que dominen, los que quedan al final del cuento. Gente que no está dispuesta a comunicarse ni a pactar sinceramente. Entonces, como mecanismo necesario de defensa, el entrenamiento en batallas de los combatientes de la paz entra en funcionamiento es su modo agresivo.

Algo así ocurrió hace milenios con otro héroe de la nación judía, con Pinjás el Cohén.
Debió realizar un acto violento, el cual habitualmente rechazaría, pero que fue necesario para poner las cosas en su lugar.
Lo movía el amor a Israel y a Dios, no el odio, resentimiento, egoísmo o alguna maldad.
Su deseo era que hubiera SHALOM y al no poder obtenerla por medios pacíficos, tuvo que recurrir a lo que tuvo para lograrlo.
Para asegurar que esa infracción de la conducta habitual no se hiciera típica, para que no se repitiera sin motivo el acto violento, es que Dios selló con él un BRIT SHALOM, una alianza de paz.
Que sus motivos sean el SHALOM y sus modos también lo sean.
Que solamente recurra a la parte agresiva de su entrenamiento cuando no tiene otra alternativa.

Así todos nosotros, si queremos ser constructores de SHALOM, actuar con bondad y justicia en todo momento.
A veces el balance se debe correr hacia el lado de la bondad, a veces del rigor; siempre manteniendo la meta del SHALOM.

(Publicado originalmente en SERJUDIO.com)

Plan para ser feliz

Algo te molesta.
Estás disconforme.
Sientes como que algo no encaja.
Te das cuenta que estás perturbado por alguna cuestión, pero no puedes identificarla. Quizás señales varios factores, e incluso crees que estás absolutamente en lo cierto, pero si analizas no lo tienes tan claro.
En resumen, es un algo difuso, confuso, desdibujado y que sin embargo tiene un poder sobre ti, como para dejarte en un estado de impotencia.

¿Cómo podemos mejorar?
Atiende estas ideas.

Situación.
Toma conciencia del instante en el cual te sientes fastidiado.
No lo dejes pasar.
Apunta qué estabas haciendo momentos antes, qué te decían, qué pensaste, que estaba sucediendo alrededor.
Trata de ser preciso en los detalles, porque muchas veces en ellos están las pistas para las respuestas.
Luego, como estarás llevando un registro por escrito, podrás reconocer si hay algún patrón que se esté repitiendo y que pudiera explicar la aparición de tu sensación desagradable. Tal vez no lo haya, podría ser un evento único o primerizo, lo sabremos al tener una memoria anotada para estudiarla.

Reacción.
¿Cómo respondes?
¿Cuáles son tus reacciones?
¿Es efectivo lo que haces?
¿Tienes un patrón habitual?
¿Puedes darte cuenta qué pretendes con tales conductas?
¿Remedia o mitiga tu malestar?
¿Tienes un repertorio de respuestas alternativas?
¿Intentaste otra cosa?
¿Empeora tu desagrado?
¿Qué efectos tiene en la gente que te rodea?
¿Son reacciones emocionales, físicas, mentales?
¿Cuáles resultan ser más efectivas?
¿Alguna de ellas es temprana, es decir, que impide una mayor potencia en el malestar antes de que suceda?
Necesitarás también llevar anotaciones sobre esto, vinculadas a las situaciones que apuntaste anteriormente.

Deseo.
Al haber analizado cuidadosamente los apuntes de las dos anteriores, seguramente tendrás una mayor claridad y entendimiento de lo que está sucediendo, aunque tal vez no puedas especificar cual es el gatillo que dispara tu malestar.
Es hora de desear una experiencia mejor, más placentera, que te refuerce.
¿Cuál preferirías que fuera tu conducta en lugar de la frecuente?
¿Qué podrías hacer para alcanzar lo que deseas?
¿Puedes visualizarte en esa situación diferente a la habitual?
¿Puedes sentir lo que sentirías viviendo tu deseo?
¿Cómo lo podrías describir con detalles?
¿Cómo sería la foto de ese momento?
Escríbelo también. Se cuidadoso en los pormenores.

Prepara.
Llega el momento en el cual debes elegir una opción más provechosa para ti, que te mueva para alcanzar tu deseo y superar así las situaciones de malestar.
¿Qué paso estás dispuesto a dar y lo darás?
¿Cuál es el paso alternativo, si éste parece no funcionar?
¿Cómo seguirás adelante, luego de encontrarte en una nueva situación?
¿Cuáles podrían ser los elementos que te favorezcan a estar más relajado, confiado, calmado, seguro?
¿Estás aprovisionado de lo que precisas para tu aventura?
¿Tomaste en cuenta los consejos y lecciones de los que estuvieron antes en situaciones similares, o tienen conocimientos al respecto?
¿Quitaste peso a las excusas para enfocar tu mente en alcanzar tu meta?
¿Incluiste el rezo en tu plan, pero no para hacerlo la única herramienta a la espera de algún milagro, sino como un aporte más en tu colección de instrumentos?
¿Estás dispuesto a arriesgar, con precaución, para salir de tu zona de confort que termina siendo tan fastidiosa?
¿Adviertes los probables bloqueos y retrasos que pudieran amargar tu avance? ¿Tienes un plan para eludirlos, o mejor aún, para convertir los obstáculos en trampolines y alcanzar mayores logros?
Sí, también es buena idea que escribas la lista de elementos que te ayudarán a actuar, y que repases si estás listo.
Pero, no te quedes en evaluaciones y propuestas, tómate un tiempo limitado para luego obligatoriamente pasar a la acción novedosa. El dejar para luego es una excusa tan corriente que hasta da pena que la sigas usando. Si esperas a que todo esté orquestado como supones debe estar para actuar, seguramente te quedarás en tu celdita o pasarás a una peor.

Acción.
No permitas que las excusas y justificaciones te mantengan encerrado en tu celdita mental.
Haz lo que tengas que hacer, sin dedicarte a juzgarte severamente, pero tampoco te exoneres con facilidad.
Que tus obras sean de construcción de SHALOM, es decir, basadas en la bondad y la justicia.
Seguramente habrá errores, fracasos, logros a medias, retrasos, retrocesos, es decir cualquier cosa que te pone en estado de impotencia, o sentirte así. Lo sabes y por ello no te hundirás en auto reproches, ni en huidas a la celdita que tanto conoces. Tampoco estarás presuroso a señalar culpables ni a abandonar tu tarea. Tomarás los contratiempos como algo obvio, natural, parte de nuestra condición humana y no por ello justificarás vivir en derrota y pereza. Es decir, te caerás de la bici para volver a subirte y seguir pedaleando por la vida. Si te quedes desparramado en el piso, avergonzado por la mirada de otros, por lo que supones que ellos piensan de ti, apenado por tu debilidad, seguirás siendo impotente, inepto, sufridor compulsivo. Ríete, quiérete, respétate, vuelve a reír de ti, levántate y pedalea.

Evaluación.
¿Cómo te sientes con tu nueva estrategia y puesta en práctica?
¿Qué obtienes?
¿Qué evitas?
¿Es lo que imaginaste?
¿Quieres algo diferente también a esto?
¿Estás mejor?
¿Qué harás a continuación?
¿Cómo lo harás?
¿Qué cambiarás de tu planificación?
¿Sientes el poder que dispones?
¿Ya puedes identificar aquello que te mantenía preso en tus estados de malestar?
¿Puedes ayudar a otros, para de esa manera ayudarte poderosamente a ti mismo?
Escribe y analiza.

Comparte y agradece.

Vacío existencial

Sentirse vacío, es algo tan frecuente.
Una de las razones, si no es LA razón, es la desconexión que sentimos con nuestro Yo Esencial, que es nuestra identidad, la cual podemos denominar NESHAMÁ.

Mucha atención, a no confundirse.
Somos perpetuamente esa NESHAMÁ, y por tanto es imposible estar desconectados de ella; pero, al haber barreras que nos interrumpen advertirla, reconocerla, ser consiente de ella, entonces es como si no hubiera desconexión.

Dicho de otra forma, la LUZ de la NESHAMÁ no se apaga, no se reduce, no se afecta en lo más mínimo por nuestra conducta; pero, si no abrimos los ojos, o ponemos cortinas que impidan su paso, entonces no la percibiremos, sentiremos como que no está, y hasta llegaremos a creer que ni siquiera existe.

Es extraño, ¿no?
Aquello que “más” somos, suele ser lo que más velado y oculto permanece.

Nos aferramos a máscaras, a retazos de información, a construcciones sociales, a derivados del EGO, a los fragmentos que arman ese puzle que llamamos Yo Vivido.
Sí, por supuesto que también somos Yo Vivido, pero no es todo lo que somos. De hecho, es lo más superficial y pasajero de nuestra identidad.
Y sin embargo, es lo que tomamos como valioso, lo que defendemos como si fuera irremplazable; cuando en verdad, suele ser una distorsión de la real personalidad, un pálido reflejo, un personaje que recubre a la persona.
Pero bueno, eso es lo que estamos siendo en esta vida, eso es lo que conocemos de nosotros mismos.
Porque, no llegamos a conocer, ni a entender, ni a ser conscientes de ese Yo mucho más intenso, trascendente, unificado, saludable,  integrador, perpetuo, que nos conecta con el prójimo, con todo lo creado y con el Eterno.

Entonces, de alguna manera sentimos que estamos vacíos, que algo nos está faltando aunque tal vez tengamos todo lo material e incluso por demás.
Pero, percibimos la falta, la incompletud, el estar siendo alguien que probablemente no somos.
Lo sospechamos con algún órgano intelectual que no alcanza a poner en evidencia nuestra desconexión sentida con el Yo Esencial.

Así, caemos en consumismo, materialismo, dependencias, adicciones, religión, superstición, manipulación, angustia, relaciones tóxicas todo lo que de alguna forma brinde algún tipo de respuesta o de anestesia a ese preguntar constante: ¿quién soy, qué soy, para qué soy, adónde pertenezco, cómo hacer para estar en paz?

Buscamos con desespero, conscientemente o no, sentido, pertenencia, reposo, seguridad, amor, ser alguien para alguien.
Y la respuesta no está afuera.
Tampoco adentro.
Está en un lugar sin espacio, en un tiempo sin medida, en una realidad sin comprensión, esto es la NESHAMÁ. En esa supra racionalidad, en ese estado de existencia del cual provenimos, somos y seguiremos formando.

Pero, la gente no entiende, no entendemos.
Es más fácil el dolor de lo conocido, de lo que está a nuestro alcance aunque nunca lo lleguemos a alcanzar.
Entonces, nos conformamos con pan y circo. A veces más circo que pan.
Circo religioso, político, cultural, ritual, intelectualoide, sentimental, deportivo, el circo que sea, mientras entre-tenga, mientras haga olvidar por un rato nuestra sensación de soledad, de vacío, de falta de propósito, de impotencia.

Esto encamina a la sociedad al derrumbe.
Pareciera que la reflexión es imposible, y aunque se intelectualizara y pobláramos de lemas filosofales las mentes, tampoco es esa la respuesta.

El camino es el AMOR, la vida unificada de nuestras dimensiones, el orientarnos con la guía ética que proviene de la NESHAMÁ, y solo de ella. Lo que nos lleva, necesariamente, a la construcción del SHALOM a cada instante, con obras concretas de bondad y justicia.
Así habrá sentido, bienestar, armonía, felicidad, prosperidad.

(Gracias Luis Diego por inspirar este texto).

Irhat Hashem–temor/reverencia del Eterno

Tienes a un hombre destacado como el rey David, con muchísima experiencia de vida, con estudios acumulados en varias áreas, con inspiración divina fluyendo por él, que te dice:

«Venid, oh hijos, escuchadme; la reverencia al Eterno os enseñaré
(Tehilim / Salmos 34:12)

¿Cuál te imaginas que será su enseñanza?

Te propongo que hagas ahora una pequeña lista con lo que tú supones, escríbela, por favor.
No vale buscar el salmo y copiarlo, ni leer unas líneas más abajo este post, ni recurrir a la memoria si es que te lo sabes.
Vamos, ahora haz por favor el ejercicio que te propuse.
Gracias.

Antes de continuar con la respuesta, veamos brevemente que podemos entender por “irhat Hashem”, la reverencia/temor al Eterno.
Con tu permiso, cito un viejo texto de mi autoría:

“…irhat Shamaim no significa paralizarse por el miedo, ni vivir petrificado sin disfrutar de lo bueno que la vida provee.
Todo lo contrario, el que es verdaderamente un irhe Shamaim (temeroso de Dios), goza de cada ocasión para el gozo, y aprovecha la vida hasta su última gota, en tanto se aparta de todo lo erróneo, perverso, extraviado y falso.
Para resumir, irhat Shamaim sería mejor traducido como «reverencia a Dios», que significa ser fieles a Dios, y estar conscientes de que cada acto (público o privado) tiene consecuencias. “
http://serjudio.com/rap1501_1550/rap1515.htm

Creo que con este párrafo ya vamos encaminados a saber cual podría haber sido la continuación de la lección que ofreció el rey David unos renglones más arriba. ¿No?
¿Te vas haciendo una idea?
¿Se parece a lo que anotaste unos minutos atrás?
Quizás una lección del rey Salomón, hijo de David, te oriente aún más:

«La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Teme a Elokim y guarda Sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre.
Porque Elokim traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo.
»
(Kohelet / Predicador 12:13-14).

Leyendo y captando la esencia de las frases de Salomón, encuentro que es algo que se vincula con el cumplir Sus mandamientos, aquellos que te corresponde cumplir.
Es algo que te hace persona, que te distingue del resto de los seres vivos.

Pero, todavía quizás no está del todo definido, por lo cual leeremos las palabras del salmista:

«¿Quién es el hombre que desea vida? ¿Quién anhela años para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela.»

(Tehilim / Salmos 34:13-15)

Por lo visto no está mencionando ningún ritual, ningún rezo, ninguna ideología, nada de frases de rabinos para compartir por Facebook, ninguna impostura religiosa, ni celebración congregacional.
Ni indica tampoco observancia de preceptos dirigidos a adorar al Eterno, ni cosas vinculadas al Templo. Menos aún algo así como “fe”.
Es extraño, pero está expresado con definitiva claridad.
La irhat Hashem se compone de cuidar el habla, para no murmurar, ni calumniar, ni agredir, ni engañar, ni ventilar lo que debiera ser oculto. Es decir, el rey David está indirectamente diciendo que la Comunicación Auténtica es un elemento clave para todo aquel que desea ser reverente del Eterno.
Y además, la irhat Hashem se sustenta en la construcción de SHALOM, con acciones concretas de bondad y justicia. Apartarse del mal para hacer el bien. Construir SHALOM. Buscarla en donde se encuentra, fabricarla cuando falta.

Pero, además nos dice cual es el resultado de vivir de esta manera: una buena vida, prolongada, agradable.

¿Será casualidad que con estos principios trabaja sustancialmente la CABALATERAPIA, esa que con tanta insistencia venimos elaborando y enseñando desde hace unos cuantos años?
Ten presente al Eterno, vive de acuerdo a Su Voluntad, expresa tu identidad espiritual por medio del camino que Él ha diseñado para ella.
Toma conciencia de tu presencia en el mundo, del valor de tus acciones y de tus omisiones.
Guárdate de romper tu pacto, el noájico para los gentiles y el judaico para los judíos.
Admite tu limitación en tanto te haces una idea superficial de lo insospechado que es el infinito poder del Eterno.
Entonces, vivirás de verdad.

Elegir como asna o como gran profeta, ¿qué escoges tú?

«Y el asna vio al enviado del Eterno, quien estaba de pie en el camino con su espada desenvainada en la mano.
(A) El asna se apartó del camino y se fue por un campo.
Y Balaam azotó al asna para hacerla volver al camino.
Entonces el enviado del Eterno se puso de pie en un sendero entre las viñas, el cual tenía una cerca a un lado y otra cerca al otro lado.
(B) El asna vio al enviado del Eterno y se pegó contra la cerca, presionando la pierna de Balaam contra la cerca.
Y éste volvió a azotarla.
El enviado del Eterno pasó más adelante, y se puso de pie en un lugar angosto, donde no había espacio para apartarse a la derecha ni a la izquierda.
(C) El asna, al ver al enviado del Eterno, se recostó debajo de Balaam.
Y éste se enojó y azotó al asna con un palo.»
(Bemidbar / Números 22:23-27)

Te indique con letras mayúsculas entre paréntesis las reacciones de la asna para salvar la vida de su amo ante el peligro del enviado del Eterno delante de él con su espada lista para ensartarlo.
(A) Se fue hacia un campo abierto.
(B) Al estar en un camino estrecho, pero que permitía el transito en los dos sentidos, se fue a uno de los lados chocando así con una de las vallas y lastimando a su amo.
(C) No tenía por donde esquivar al ángel, ni podía volver sobre sus pasos, por tanto se desplomó allí mismo.

Las reacciones del hombre fueron una y otra vez la misma, azotar al pobre animal.

Ir hacia el campo abierto, según nos dicen algunos sabios, es metafórico de Abraham Abinu, pues él es el máximo exponente del JESED, que es la bondad ilimitada. Tal como el campo abierto, disponible para todos, sin limitaciones impuestas.
El camino cercado por ambos lados representa a Itzjac Abinu, quien es el mayor ejemplo en el TANAJ de la cualidad de DIN, juicio, severidad, limitación. Él era un hombre estricto, que se manejaba de acuerdo al código, sin apelar a algo diferente.
En tanto que la senda única, sumamente estrecha, simboliza a Iaacov Abinu, el hombre del EMET, la verdad, que es una de las resultantes de combinar armoniosamente el JESED con el DIN. La verdad es única. No existe algo así como mi verdad o tu verdad, es sencillamente la verdad o no lo es. Por supuesto que el amo de la Verdad es el Eterno, de hecho, Él ES la Verdad. Por ello, a nosotros, meros mortales, solo nos corresponde un atisbo de la Verdad. Sin embargo, debemos ser cuidadosos para no arruinar esa chispa con insolencia, presunción, falsedad, ignorancia, etc.

La asna estaría indicando, seguramente sin saberlo y sin conciencia, que Bileam estaba enfrentándose a la familia de esos tres grandes hombres, los patriarcas de la familia judía.
Y la única reacción del más grande profeta de los gentiles, ¿cuál fue?
Enojarse, azotar, enceguecerse, atontarse, aferrarse a su odio y desprecio, huir de la realidad, ahogarse en su propia maldad.
Tenía la oportunidad de corregirse, de ser él quien volviera a la senda correcta, y no pretender corregir al asna en su andar mucho más “espiritual” que el del profeta.
Pero, no.
No tuvo la capacidad, la voluntad, el deseo, Bileam para ser mejor que su animal de carga.

Esto nos deja una enseñanza práctica.
Al principio tenemos muchas opciones para elegir, como si tuviéramos todo el campo abierto ante nosotros.
Al optar por una senda, las opciones se van reduciendo.
Es de sabio y prudente evaluar, analizar, tener una visión crítica de nuestro pasaje. Para ver si es necesario modificar el rumbo, hacer una pequeña corrección, o seguir con decisión firme por allí. Pero no como un necio, no encerrado en celdita mental, sino con la libertad que está a nuestra disposición.
Luego, las opciones se reducen aún más, hasta que solo tenemos la actual. Incluso allí es imprescindible tener la conciencia y claridad para evaluar y analizar, con racionalidad y honestidad, para entender si es necesario hacer un alto, o retornar o seguir por el mismo camino.

No actuar como Bileam, terco, necio, embrutecido, corrompido por sus malos deseos.
Sino ser, un poco, como la asna; quien tuvo la suficiente sagacidad para percibir el peligro y tomar las acciones necesarias para prevenirlo. Quien elegía por lo que fuera perjudicial, hasta cuando ya parecía que no había nada más para elegir.

Elegir como asna o como gran profeta, ¿qué escoges tú?

El profeta poderoso, ¿no?

Bileam era un gran profeta, de un altísimo nivel profético.
No hubo, y dudo de que haya, algún otro gentil que le alcance en su grado de recepción de la LUZ celestial. Equiparado con Moshé Rabeinu, el máximo profeta de la nación judía, e incluso dicen algunos que lo superaba como profeta.
Por si no bastara con ese don supremo, también era muy ingenioso y estudiado, tenía gran renombre, era acaudalado, su poder se extendía mucho más allá de las fronteras de su país.
Tenía todo y sin embargo, tampoco supo vivir con nobleza.
¿Sabes por qué?
Porque estaba hundido en odio, envidia y le faltaba compromiso para con el bienestar del prójimo.
Había estado ilusionado con ser el intermediario en la recepción de la Torá, en ser el gurú de una nación dedicada a adorar al Eterno; pero de repente, la historia se construyó de otra manera. Fueron los descendientes de Abraham e Itzjac e Iaacov los que se revelaron como nación de Dios.
Fue el ignoto Moshé quien escaló hasta el máximo grado en servicio al Padre.
Esto descompuso al profeta gentil, lo amargó, lo encerró en su celdita mental fabricada y custodiada por su EGO.

Allí estaba encarcelado y no reaccionó para iluminar con la LUZ de la NESHAMÁ su vida, sino que se mantuvo a la sombra del mal.
Sin dudas era extremadamente religioso, no cesaba de decir “amén”, “aleluya”, “gloria a Dios”, “alabanzas”, “adorar al Altísimo” y cosas por el estilo.
Y sí, era honesto en su religiosidad. No la usaba como máscara para esconder a un ateo, o a un politeísta olvidadizo del Eterno, ni como muletilla para no sentirse abrumado.
Era religioso al 100%.
Pero, recordemos que la religión es el travestismo de la espiritualidad. Es decir, a mayor religión menor espíritu.
Porque, la religión es una creación del EGO, que está destinada a mantener a los “fieles” esclavizados y no en el camino de la NESHAMÁ; ya que no hay peor mentira que aquella que se hace pasar por verdad.
Así estaba quien pudiera haber sido el buen Bileam, enroscado al EGO, o el EGO enroscado a él.
Lleno de religión pero vacío de espíritu, lleno de rituales y habladurías acerca de Dios pero con muy poco amor (que es la práctica de hechos favorables de manera desinteresada) hacia el prójimo.

Su envidia, su rencor, su escaso agradecimiento, terminó venciéndolo.
Hoy no se lo recuerda por sus notables contribuciones al despertar de la conciencia de la humanidad, sino por ser el sabio brujo que hasta su asna era más perspicaz que él.

¿Cuál hubiera sido su reparación?
Sin dudas, eliminar la religión de su vida.
Dedicarse al Eterno con amor, con lealtad, con verdad, con virtud, y no por medio de servilismo al EGO disfrazado de piedad.
Y, particularmente, modificando su conducta y actitud hacia el prójimo, para construir SHALOM por medio de acciones de bondad y justicia.
Una gotita de amargo sabor arruinó su cáliz rebosante de buen vino.
Que nos sirva de enseñanza.

Los doble vida

Probablemente te hayas topado con esos sujetos de doble vida, mansos afuera y fieros adentro.
En el trabajo, con los extraños, es un corderito, sumiso, súper respetuoso al punto del infarto, agradable hasta el empalago, o tal vez silencioso y como una sombra pero en constante servicio de los otros.
Ni bien cruza el umbral de su casa, se transfigura y emerge un ogro, violento, despiadado, demandante, quejoso, atroz, que puede aporrear como un mazo, o herir con la apenas visible mortalidad de una espada samurái.
Sí, puedes habértelo encontrado más de una vez, incluso puedes ser uno de ellos, o tal vez conviviste con él. Podría ser tu padre, o madre, un hermano, tu esposo, o esposa, un hijo, o hija, hasta tu mejor amigo y tú ni te enteras.

Te dirá que así es él, que en su casa era igual, que el sufrió de chico, o que en alguna parte tiene que desahogarse de la malasangre de la vida y qué mejor que en casa para hacerlo.
Te dirá que porque te castiga te ama, que lo que no te mata te fortalece, que el celo violento es una señal clara de amor, que sufre más que tú cada vez que te agrede, que tú eres el culpable de que el sea así, de que tú te comportas de tal manera que te mereces lo que te pasa.
O sencillamente te dará tanto, pero tanto miedo, que ya ni te disparará con sus justificaciones y excusas, simplemente tú las inventarás por él, o hasta ya te hayas entregado y no pienses ni sientas más.
Como sea, el terror está instalado y se repite, y se amplifica, y se multiplica en los que aprenden eso y lo continúan.

Al crecer muchos de los que fueron víctimas, ahora ocupan el lugar del victimario. Es que tienen la enseñanza y la oportunidad, además, ahora son ellos los grandes y los que pueden vengarse del mundo, de la vida, maltratando a víctimas inocentes.

Otros cuando crecen se convierten en eternos luchadores por los derechos de los débiles, dedicados a defender a otros, como posiblemente nadie les defendió a ellos.

Otros más, escapan a toda velocidad a la menor manifestación de estar al lado de un sujeto como aquel que les martirizó.

Otros se encuentran en un estado de insatisfacción permanente, enojados, confrontativos, inseguros, malhumorados, rebeldes, sin encontrarse jamás a gusto, ni dentro ni fuera del hogar.

Y hay otros que se transforman en sus cómplices, sea callando lo que pudieran parar y testimoniar, sea incentivando la violencia, sea ayudando al maltrato, como fuera que sea.

Y también están los que sin saberlo, de manera inconsciente, buscan a estos personajes de doble vida, como si fuera un destino marcado, como si fuera una misión sagrada, para corregirlos, para hacerlos cambiar para bien, para conseguir lo que de niños no pudieron hacer con sus mayores. Pero, como están embarcados en un juego involuntario, que no se conecta con la realidad sino con un deseo totalmente irracional e infantil, difícilmente puedan escapar al lazo de sufrimiento al cual se enroscan cada vez más fuertemente. Son como esas “mujeres que ‘aman’ demasiado”; aunque no es amor, sino adicción.

Todos ellos estarían precisando conocer, entender, comprender, aceptar, dejar fluir, perdonar y conseguir justicia cuando fuera necesario y posible, enmendar.
Construir SHALOM en su interior, para alcanzar a hacerlo también fuera.
Porque la experiencia que han padecido les ha marcado profundamente, andan con su pesada mochila a cuestas y en cierta forma no son dueños de sus vidas, sino simplemente unos viajeros en un tren que no lleva al reino de la felicidad.

Se consumirán en luchas estériles, en maltratos recibidos y otorgados, en sufrimiento, en reproches, en represalias, en venganza, en ira, en confusión, en dobleces de vida, en todo lo que mata aunque se continúe respirando.

Sin embargo, ahí está su NESHAMÁ con su LUZ, lista para alumbrar cada uno de sus rincones, para curar y alegrar, para llenar de satisfacción y aprobación.
Es cuestión de querer romper el ciclo vicioso, dar un paso para ser uno, unificado, en paz.

¿Qué es el hombre para que le recuerdes?

Tu cuerpo es limitado, apenas si algunos centímetros para allí, otros para allá, con una fuerza y resistencia minúsculos.
¿Sabes cuánto tiempo vivirías si te faltaran los nutrientes esenciales que posibilitan el trabajo de las funciones vitales?
Hasta un pequeño elemento faltante o sobrante, tiene un poder enorme, por ejemplo un gen o un virus, comparado con nuestra supuesta supremacía como humanos.
Entonces, tenlo presente, estás enormemente limitado por ser cuerpo y depende de lo material.

Tus emociones, que tienen arraigo en el cuerpo vale recordar, te limitan de manera abrumadora.
Un momento rebosas de alegría, al punto de no distinguir  amigo de estorbo, para pasar al instante siguiente a un amargura oscura que todo equipara hacia abajo.
¿Dónde está tu grandeza, oh humano que te ves más que un ángel, a la hora del derrumbe emocional?
Hasta una brisa tiene la capacidad de hacer variar tu humor, ¡cuánto más las palabras que te atraviesan como alfileres!
Entonces, no te olvides de lo limitado que eres, dependiendo de unas hormonas y neurotransmisores, del trabajo ordenado y prolijo de tu organismo, de tus hábitos correctamente educados.

Tus lazos sociales pueden ser herramientas muy eficientes y provechosas, pero al mismo tiempo la sociedad que formas y eres te limitan abismalmente.
Lo que te brindan de esperanza, te lo quitan de un golpe.
Cuando vas de un lado a otro sin reconocimiento, sin aprecio, sin aprobación, sin ser parte; entonces sufres cruelmente el no poder cambiar tu situación. Aunque tengas el estómago lleno, aunque de alguna forma engañes a tus emociones, al estar solo, como una sombra anónima que pasa sin ser percibida, te das cuenta de que poco vale y cuanto vale.
Al reflexionar en tu situación, pueden recorrerte escalofríos si te das cuenta lo precaria que es nuestra existencia, como parecemos arañitas pendiendo de un hilito invisible que nos sostiene agarrados vaya uno a saber dónde.

Tu mente es un poderoso instrumento de superación, de avance, de logros. Mundos y universos pueden ser accedidos y creados con la potencia de la mente. Pero, es tan sensible, tan impredecible. Al menor contratiempo puede trastornarse, marearse, confundirse, ser atrapada por las maquinaciones emocionales, dejarse subyugar por los licores sociales, arrodillarse exánime ante los requerimientos del cuerpo. Y secuestrada, la mente se puede convertir en un enemigo terrible, pues dedica tus energías a mantenerte atorado, encerrado en celditas mentales.
Tan impotente somos, que parece mentira que tengamos tantos avances en tantas áreas; éxitos y triunfos imposibles para el resto de nuestros hermanos creados en el mundo. Y sin embargo, seguimos siendo delicadamente débiles, incluso incapaces de asegurar al 100% si ahora estamos despiertos y conscientes de la realidad, o si solo somos espejismos de algún sueño o partícipes en un delirio esquizofrénico.

Ilimitado es el espíritu, conectado con todo, en todo lugar, en todo tiempo.
De un poder increíble.
Lo que digamos de él no deja de ser mera especulación y metáfora, tan diferente a lo que el resto de nuestras dimensiones conoce, entiende y experimenta.
Allí está nuestra esencia, nuestra identidad más fiel y auténtica; y al mismo tiempo la más ignorada e imposible de descifrar. Tenemos la capacidad de disfrutar y estar en shalom, pero no lo hacemos mientras estamos en este mundo. Nos limitamos y vivimos limitados, en impotencia, reaccionando, atemorizados, rehuyendo a vernos en el espejo real.
Si tan solo pudiéramos dar un vistazo a nuestro ser y al del prójimo, encontraríamos la forma para hacer de nuestra existencia un sorbo de felicidad y construir SHALOM de manera veraz, con acciones de bondad y justicia.

Pero no, seguimos en la celdita mental, siendo religiosos, fanatizados, automatizados, víctimas y victimarios de nuestras impotencias, en lugar de victoriosos a causa de nuestra esencia.