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Miedo al abandono

Uno de nuestros cinco miedos básicos es el del abandono, cosa que tarde o temprano sufriremos realmente.
Todos somos abandonados en algún momento de nuestra vida, sea que el otro quiera o no hacerlo. Porque, somos mortales, porque somos limitados, terminamos siendo abandonados o abandonando.
Por más que nos esforcemos en no sentir ese miedo, allí se anida, como sus cuatro hermanos que forman la base de todos nuestros miedos.
Y nutriendo todo el sistema de miedo, la expectativa al no poder, a no tener el control, a estar a merced de otro, sea éste un ser vivo o un elemento inerte, sea que adrede se nos someta a impotencia o sin ninguna intervención consciente.

El miedo al abandono suele producir alguna de las siguientes respuestas automáticas, cual si fueran mecanismos mágicos para evitarlo, contenerlo, minimizarlo, negarlo:

  • Abandonar antes de ser abandonado.
  • Ser sumiso, hasta grados inconcebibles, con tal de mantener al otro a nuestro lado.
  • No formar ningún vínculo emocional, porque si nadie nos quiere y no queremos a nadie, nadie nos abandonará.
  • Obligar a ser abandonado con una constante conducta displicente, ofensiva, desagradable, molesta, pero que nunca da el paso de activamente abandonar.
  • Estar pero no estar: te quiero, pero te maltrato; estoy contigo, pero añoro a otra pareja; estoy casado, pero le soy infiel; detesto mi vida contigo, hasta tu nombre me repulsa; pero sigo a tu lado.

Cualquiera de estas produce miseria, sufrimiento y por supuesto ¡abandono! Sea durante la relación, o posteriormente. No cura el malestar, lo empeora. No brinda satisfacción, la aleja. No espanta el miedo, lo aumenta.

Esta cuestión no se circunscribe a relaciones familiares, incluye noviazgos, amistades, e incluso relaciones laborales.
Ésta última pudiera parecer ajena, porque supuestamente no debiera incluirse en las que están cargadas emocionalmente. Pero, muchas  veces se generan vínculos afectivos por la gente del trabajo, por la empresa, pero también está el dinero y las emociones que éste conlleva.
Por lo cual, debemos atender con atención para descubrir hasta dónde el miedo al abandono está pautando nuestras relaciones personales en todos los ámbitos.
Luego de identificado, quizás podremos hacer para librarnos y disfrutar de la compañía y también de la soledad.

Humildad es la clave

Es muy frecuente que nos acordemos de Dios al momento de pedir, pero muy raro hacerlo presente cuando disfrutamos de lo que tenemos.
Porque, sentimos que estamos en control, que nuestro es el poder, que tenemos derecho y que somos dignos de recibir y de que nos agradezcan; ¿cómo vamos a menoscabar nuestro sentimiento de poderío siendo humildes ante el Señor?
¡Cuando mayor debiera ser nuestra cercanía con la LUZ, pareciera que abrimos más las ventanas para que ingrese la oscuridad!
Ponemos al Yo en el lugar de Dios, como si de esa manera tuviéramos mayor posibilidad de gozar y no sentir nuestra finitud, que pronto lo bueno también se acaba.

¡Cómo cambian las cosas cuando surge la falta, cuando sufrimos del hambre y no hay qué lo extinga, cuando luchamos débilmente y seguimos sometidos a la impotencia!
Nos arrebata la ira, nos enfurecemos, rugimos, gritamos, insultamos, golpeamos, nos quejamos, nos lamentamos, lloramos, nos encerramos en un silencio quebrado por el suspiro insolente, destrozamos llenos de agresividad; y entre esto y aquello, nos viene a la mente que podemos manipular al Creador con rituales, con petitorios que suenan a mandatos, con reclamos en formas de rezos, con extorsiones mágicas de apariencia espiritual.
Hacemos pactos, negociamos, ordenamos que el Cosmos se ponga en marcha según nuestra infantil mirada de las cosas; porque en nuestra impotencia y limitación, tenemos la trastornada idea que podemos usar a Dios como si fuera un títere sometido a nuestro servicio.

¿Te suena conocido?
¿Es lo que haces?
¿Lo has visto en otros?

A veces, nuestra desesperación y enojo llega al punto de la ruptura con la Deidad.
No queremos saber nada de ese Dios que permite que A NOSOTROS nos pase cosas malas. ¿Cómo se atreve ese Dios? ¿Acaso Él también es impotente que no actúa para librarnos del mal? ¿Somos tan insignificantes que no merecemos milagros y salvaciones mágicas celestiales? ¿Cómo vamos a adorar o siquiera creer en un Dios que demuestra que no puede, y si puede, no quiere ayudarnos? ¡Porque somos el centro del universo y ese Dios debiera saberlo y actuar en consonancia!
Así, nos abstenemos de Dios, de tanta impotencia que sentimos, de tanto afán de control que abruptamente todo se descontrola.

¿Conoces gente así?
¿Te pasa a ti?
¿Lo has vivido en carne propia?

Humildad es la clave.
Para poder estar feliz por el disfrute de nuestro éxito material, con orgullo y alegría; pero sin por ello dejar de agradecer y bendecir al Aquel que permitió que sucediera.
Humildad en los momentos de quiebre, para sobrepasar la automática respuesta furibunda del EGO, y no envolvernos en un ciclo negativo de mayor impotencia-agresión.

Humildad, para actuar con bondad Y justicia, como constructor de SHALOM, en las buenas y en las no tan buenas.
¿Sabes quién obtiene beneficios siendo así?

(Humildad: tomar conciencia y admitir los propios límites, reconociendo lo positivo así como lo negativo, descubriendo el potencial para hacer lo posible para desarrollarlo. Es hacer sin prometer, sin hacer demostraciones, sin reclamar la atención).

El orden de los factores

A veces puedes pensar que tendrás ese elusivo éxito, tan esperado, cuando comiences a hacer dinero, o cuando seas admitido en determinado grupo, o cuando esa persona te acepte en matrimonio, o cuando te mudes, o cuando cambies de trabajo, o al divorciarte, o al jubilarte, o cuando… y pospones el verdadero factor del éxito detrás de ilusiones.

La cuestión es simple: mientras el miedo siga entorpeciendo tu avance, ninguna de los factores externos conducirán al verdadero éxito.
Podrás amasar una fortuna, pero no estarás satisfecho.
Serás miembro de ese grupo, y todavía se escapará tu aprobación social.
Convivirás con esa persona especial, y aunque te duela confesarlo, seguirás sintiendo la soledad.
Comprarás una bella casa en el barrio de tus sueños, para amargarte por la hipoteca, la distancia, la inseguridad.
Te contratarán de aquella empresa, pero no sabrás mostrar tus dotes y crecer.
Así con cada una de las otras falsas premisas del éxito, porque en tanto el interior no esté en paz, no sea receptivo al bienestar, no podrás disfrutar.

Puedes hacer diferente.
Está bien que hagas dinero, te mudes, te amigues, te asocies, esto y aquello, pero no como el único y principal paso a dar.
Tienes que tomar conciencia de tus miedos.
Admitir que ellos te dominan.
Encontrar qué los motiva.
Tomar medidas para actuar con cautela, pero no con miedo.
Avanzar allí en donde el miedo te dice que caerás o serás destruido, para darte cuenta que el miedo era una fantasía terrible, que te anclaba e inmovilizaba a una situación dolorosa.

Ese miedo delimitaba tu Zona de Confort a un espacio falsamente confortable, que te daba la impresión fantasiosa de que estabas bien. Te proponía un mundo terrible más allá de su límite, y te prometía entonces resguardo en tu parálisis y atontamiento. “¡Quédate aquí, aunque no estés tan bien, porque allí seguramente estarás peor! ¡Más vale malo conocido que bueno por conocer!”. Así te asfixiaba en tu pobreza, soledad, envidia, rencor, amargura, ira, ignorancia, idolatría, reverencia a pastores-lobos, aceptación de maltrato, etc.

Tus dones, regalos de Dios, se marchitaban sin ser usados.
Tu poder se anulaba, te sentías impotente.
Tu ansiedad por controlar, te dejaba cada vez más débil, incapaz de dominar lo que naturalmente estaba en tu potestad.
Te amargabas, enojabas, encerrabas, esperanzabas vanamente, más y más; para tropezar una y otra vez, confirmando aquello que tu miedo vociferaba.
Eras el motor de tu fracaso, dándote cuenta o ignorándolo.

Puedes dar el pasito más allá del límite impuesto por el miedo.
Una buena idea, cuando ayudas a otros de forma desinteresada, estás salteando por encima de tu miedo, desplegando tu capacidad, manifestando tu poder. Por si fuera poco, estás sintonizando con la Voluntad del Eterno.

Estarás en la senda del éxito al no desesperarte por poseer, por controlar; sino al aceptar lo que sucede, controlar lo que está en tu dominio, disfrutar sanamente lo que te corresponde.

Miedo al miedo

Hemos enseñado y aprendido mucho en este sitio acerca del miedo.
De su origen, de su función, de cómo manejarlo, de cómo evitar sus consecuencias, de sus modalidades, de su única raíz, de su diferencia con la precaución.
Sí, hemos dedicado mucho tiempo, energía y trabajo para tener más conciencia carca de este importante tema, y sin embargo, hoy retomamos un poco su estudio.
Te invito a repasar todo lo anterior y que encuentras en este hogar publicado, para seguir aprendiendo, para corregir, para mejorar, para obtener mayor Luz.

El miedo está presente en nuestra vida, sea que se manifieste con mayor o menor presencia en nuestra conciencia.
Es natural, es normal.
Deja la zona de la normalidad cuando se convierte en crónico, imposible de eludir, más allá de límites relativamente soportables.
Existen cinco miedos básicos, de los cuales se desprenden la infinidad de los otros miedos; a saber:

  • miedo a la imposibilidad física-material: muerte, enfermedad, accidente, encierro, pobreza, invalidez, vejez, debilidad, agresiones, hambre;
  • miedo a la imposibilidad emocional: soledad, sufrimiento, abandono;
  • miedo a la imposibilidad social: miseria, anonimato, rechazo, incapacidad de obtener logros valorados socialmente, burla, vergüenza, ser dejado fuera del grupo, exilio, destierro;
  • miedo a la imposibilidad mental: locura, senilidad, confusión, ignorancia, deficiencia perceptivo-cognitiva, olvido;
  • miedo a la imposibilidad seudo espiritual: a lo desconocido, al mal, a lo que hay después de la muerte, a seres fuera de la naturaleza, a brujería, etc.

Estos cinco tienen una única raíz en común: el miedo a no poder.
Al “no poder” se circunscriben todos nuestros miedos.
Es la expectativa a no tener el control, a perderlo, a ser incapaces de dominar x aspecto.
El miedo siempre es una mirada distorsionada hacia adelante.
No está enfocado en el tiempo presente, ni toma en cuenta los reales datos para evaluar los riesgos y probabilidades.
Lo que sentimos cuando sucede algo negativo o perjudicial ahora, no es miedo. Puede ser susto, impotencia, ira, pero no es miedo.

Por supuesto que la cautela o precaución NO es miedo.
Por el contrario, en la cautela se tiene en cuenta los posibles peligros así como la capacidad (poder) para evitarlos o reaccionar en caso de que se desencadenen.
En el miedo, es la falta de poder lo que espanta, lo que lo genera.

En base a esa expectativa de no poder, tomamos decisiones, seleccionamos, evitamos, huimos, agredimos, suponemos.
Por esto, el miedo puede convertirse en determinante de nuestras vidas.

Es necesario hacer consciente el miedo, admitir su presencia, reconocerlo, saber que está. Es muy perjudicial negarlo cuando existe. Tampoco es positivo minimizarlo y ridiculizarlo.
Lo más efectivo es admitir que lo sentimos, para luego desarmar su efecto al aceptar que es solamente una proyección nuestra de sufrir a futura alguna impotencia.
Es decir: reconozco que siento miedo, analizo y encuentro que me lo provoca la suposición de que no tendré el control en x situación futura. Pero, no es ahora que me está pasando, y por tanto no tengo ninguna forma de ejercer control sobre una situación que existe únicamente en mi fantasía. Pero sí puedo modificar mi fantasía, reubicarla dentro de los parámetros de la realidad.
Si amerita que ande con cautela, entonces convertí el sentimiento de impotencia en una herramienta saludable.
Si es una situación que deberé experimentar y en la que realmente no tendré el control, entonces podré optar por vivirla o evitarla. Si decido vivirla y no tengo el control, ¿de qué me sirve el miedo?

Con un ejemplo quizás se entienda mejor.
Estoy ahora en mi casa y me invitan a dar una conferencia en otro país. Deberé viajar en avión. Pero ahora no estoy abordo de ningún avión, estoy en casa, y sin embargo se dispara el miedo. El avión sufrirá un percance, cualquiera, y yo no tendré ningún poder allí. Caeré sin tener a mano nada que me salve. Seré un ente impotente, destinado al terror. Mi cerebro percibe mi miedo y dispara los mecanismos para evitar daños. Pero, no existe un peligro real, está solo en mi imaginación. Por lo cual, esos mecanismos en vez de ayudar a tranquilizarme, me agitan aún más. El cerebro percibe que el ánimo sufrido se incremento, por lo que automáticamente intenta rescatarme de lo que sucede. Pero eso no me sirve en la realidad, porque me hunde aún más en confusión y dolor. Y así continúa el ciclo negativo.
Si no hago algo saludable, con mucha dificultad abordaré el avión y estaré sufriendo todo el viaje, y seguramente que después también.

Como ves, la imaginación dio paso a reacciones en cadena que fueron incrementando el nivel de displacer.
Mayor desconexión de la realidad, menos LUZ alumbrando nuestro ser.
Más intentos desesperados del EGO por sostener la apariencia de control; pero que solamente servían para incrementar la sensación de impotencia.
Estamos así sometidos al miedo.

¡Alto!
Reconectémonos con nuestra NESHAMÁ, evitemos los jueguitos del EGO.
Sepamos que tenemos poder, pero que también somos impotentes.
Cuando estamos en condiciones de dominar, ¿por qué habremos de temer?
Y si la situación es de falta de control, ¿de qué nos sirve desesperarnos?
Claro, el EGO no hace este cálculo, solamente hace lo que sabe hacer: reaccionar con sus herramientas básicas.

Es esa reacción la que debemos detener antes de convertirla en acto, y en lo posible antes de que sustraiga energía vital y la derive hacia imaginaciones tóxicas, de mayor desconexión con la realidad.
Puedes decirte: “Ahora no estoy en el avión, estoy en casa, lo que imagino no es una realidad ni es un destino que ocurra. Sé que me genera miedo el volar, porque pueden pasar muchas cosas dañinas, la mayoría de las cuales van más allá de cualquier poder que yo tenga. Si quiero hacer el viaje, tomaré la decisión y me entregaré a lo que suceda. Controlaré aquello que está en mi dominio, y no me enfocaré en lo que no puedo controlar. Respiraré de la manera indicada, meditaré, rezaré, haré aquello que está en mí para que mi viaje sea placentero y luego ya no estaré sometido a mi mente secuestrada por el EGO. ¿Qué me quiere enseñar este miedo? ¿Qué puedo aprender de él? ¿Cómo hacer mejor mi tarea como constructor de SHALOM ahora que siento y sé que tuve este miedo?”.

ENTREVISTA A FULVIDA MÉXICO EN EL PERIÓDICO ENLACE JUDÍO.

ENLACEJUDIO

Hola a todos,

En esta ocasión fuimos convocados por el periódico Enlace Judio para dar un mensaje principal.

El mensaje principal es Noajismo NO ES JUDAIZARSE.

Noajismo es:

1. Que la persona reconozca los derechos que hacen que su vida sea más plena
2. Hacer que la persona trabaje en tener una mejor vida a través de estos derechos
3.Luego lograr que los individuos protejan su vida a través de los siete principios universales los cuales son las armas para defender la vida plena que se va construyendo en todas las facetas de la persona.
Noajismo no tiene que ver con judaizarse o convertirse u observar leyes judias sin ser judío.

Amar por sobre los cielos

מדת האהבה השרויה בנשמת הצדיקים היא כוללת את כל הברואים כולם, ואינה מוציאה מן הכלל שום דבר ולא עם ולשון, ואפילו עמלק אינו נמחה כי-אם מתחת השמים , אבל ע»י הזיכוך מתעלה הוא לשורש הטוב , אשר הוא מעל לשמים , ונכלל הכל באהבה העליונה , אלא שצריך כח גדול וטהרה עצומה ליחוד נשגב זה.

מידות הראי»ה אהבה

El valor del amor que anida en la NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial) de los justos, incluye a todas las personas, sin excepción, no deja fuera nada, ni nación o lengua; e incluso Amalec solamente es borrado de debajo de los cielos, pero gracias al proceso de purificación se eleva hacia la raíz del Bien, que está por encima de los cielos; es incluido todo con amor superior, pero hay que dedicar gran esfuerzo y pureza inmensa alcanzar una unificación como ésta.

Así nos enseña el Rav Kook.
Y tú que te enojas y armas terribles líos por cositas sin importancia… ¿no es así?
Por cualquier cosa te ofendes, aunque después de un rato te das cuenta que no valía la pena.
A veces, son cuestiones que parecen muy importantes las que te llevan a estresarte, digamos algo que sí amerita estar alterado… ¿no?
Pero, releo la sabiduría del maestro, y encuentro que hasta el más perverso de los pueblos, aquel que su misión en la vida era destruir al pueblo judío para así erradicar el recuerdo y Nombre del Eterno, hasta ese infecto pueblo puede ser purificado y elevado hacia el Bien.

Tenemos que aprender acerca del AMOR, que no es esa payasada romántica de los cuentos, ni esa manipulación emocional de religiones y sectas, ni tampoco un estado de ánimo.
AMOR, es acción positiva y a favor de otro, sin esperar nada a cambio, y sin que nos perjudique.
AMOR es un trabajo de unificación, de uno mismo en sus dimensiones; con el otro en su otredad. Sin embargo, NO debemos amar el mal, ni aceptar la injusticia, ni apoyar la negatividad. Pues, eso NO ES AMOR.
El AMOR eleva, no se conduele con el mal; ni provoca el  malestar, ni se hace cómplice de ello.
No tapa el pecado con excusas, ni se escuda en justificaciones para seguir alejado del Bien.

El AMOR eleva con la construcción de SHALOM, y al hacerlo une.
No es fácil, porque choca con tantas creencias, prejuicios, trabas, hábitos, que parece ser una tarea titánica e inaccesible.
Pero, precisamente en el continuo trabajo por realizarlo, es que estamos ejerciendo el AMOR.

Pensar y crear

No tenemos el poder para elegir nuestros pensamientos, pues estos surcan a una velocidad increíble la breve pantalla de la conciencia.
Pero sí contamos con la capacidad para enfocar o dejar fluir, sin apegarnos a los que no nos benefician.
Como si estuviéramos en una estación de tren, donde van y vienen infinidad de trenes, a numerosos destinos. Nosotros queremos viajar a un determinado lugar, por lo cual, estaremos atentos y nos iremos en aquel que nos sirva, o al menos nos aproxime. Dejaremos que los otros sigan su curso, sin dedicarles energía ni tiempo; aunque tal vez notemos su presencia, si tuviera alguna utilidad, en caso contrario simplemente pasarían sin atrapar ni una molécula de nuestra preciosa atención.

Podemos entrenarnos en enfocar nuestra conciencia en aquellos pensamientos que sean de LUZ.
Posiblemente no alcanzaremos la maestría en poco tiempo, pues será necesario dedicar mucho trabajo y esfuerzo para pulirnos; habremos de tropezar y caer, para luego incorporarnos y tomar experiencia e impulso renovado.
La cuestión radica en no perder el rumbo, a pesar de la contrariedad y fallos.

Por supuesto que de acuerdo a nuestras condiciones heredadas, así como a lo que hemos ido aprendido y adquiriendo como hábito, podremos encontrar mayor dificultad o facilidad.
En líneas generales, todos podemos mejorar.

Si cruzan por tu pantalla pensamientos de miedo, odio, ira, celos, venganza, culpa, manipulación, agresión, mentira, chantaje, amenaza, degradación o similares; estás enfocándote en la muerte en vida, o en la vida muerta.
Pero, si tus pensamientos proyectados en tu conciencia son derivados del AMOR, tales como agradecimiento, elogio sincero, aprobación, bondad, ánimo, acuerdo, crítica constructiva, amabilidad, solidaridad, correctivos; entonces, la LUZ irradia en tu pantalla, dotándote de verdadero optimismo, de una mirada más clara y poderosa.
Aquí tienes el secreto del pensamiento positivo en su rostro puro, sin malabarismos pintorescos, sin recurrir a farsas de ilusionista, sin mística de circo. El efecto benefactor del pensamiento positivo está en apartar la oscuridad para dar el espacio que le corresponde a la LUZ, para de esa forma tener una perspectiva realmente optimista y que promueve palabras y acciones beneficiosas.

Tenemos el poder de expresar verbalmente muchísimos de nuestros pensamientos, y cuando sirve para la construcción de SHALOM, es bueno y necesario hacerlo. La expresión constructora de SHALOM la denominamos Comunicación Auténtica.
Cuando no usamos la Comunicación Auténtica, estamos impidiendo fortalecer nuestro pensamiento creativo y saludable, porque profanamos nuestro santuario interior.
Porque, aquello que debiendo ser dicho fue silenciado, puede convertirse en un foco infeccioso emocional.
Aquello que debiendo permanecer silencioso fue dicho, probablemente se transforme en un problema.
Lo mencionado agrediendo, basándose en falsedades, confundiendo, siempre terminan en callejones sin salida, donde se amontona energía y debilita al ser.

Entonces, no esperes a que el bienestar provenga de afuera, comienza tú a poblar de bien tu ser, para de esa forma generarlo y compartirlo, al mismo tiempo que hacerte receptivo en caso de que te sea dado de fuera.

Así, los tres ropajes de la NESHAMÁ (pensamientos, palabras, acciones) la representan con calidad.
Vamos por la vida construyendo SHALOM, en los actos de bondad Y justicia; en las palabras bondadosas Y justas; en los pensamientos que juzgan meritoriamente.

Entonces, incluso cuando estamos en dificultades, reaccionamos positivamente, buscando soluciones reales y no fantasías o ahondar los problemas.
Aunque alguien diga alguna cosa agraviante, no respondemos desde el EGO, sino desde el AMOR, sin por ello permitir que prevalezca el mal y lo torcido.

Dos límites

Nuestra Zona de Confort (ZC) se encuentra demarcada por dos límites:

  • el real; y
  • el imaginario.

Cuando pretendemos traspasar el límite real, nos golpeamos y no logramos atravesarlo.
Tal vez podemos encontrar alguna manera de sortearlo, sea intentando por otro lugar, con más fuerza, en otro momento, aunque tarde o temprano llegaremos al muro que es infranqueable.
Por tanto, con ingenio, creatividad, esfuerzo, dedicación, compromiso, paciencia, ejercicio, tesón, humildad, estudio seguramente que tendremos chances para dar algunos pasitos que en principio podrían resultar imposibles de concebir o caminar.
Pero, si al darnos contra el muro, el único procedimiento que usamos para cruzarlo es la repetición casi compulsiva de los mismos actos, chocando una y otra vez, sin variar, sin analizar los datos, sin buscar alternativas, sin evaluar racionalmente las posibilidades, entonces tal vez y con suerte tengamos algún avance; lo más probable es que nos llenemos de chichones y heridas de impotencia.

¿Cómo saber cuando hemos llegado al límite máximo y ya no vale la pena seguir intentando?
¿Cómo saber que es hora de probar otra cosa, dar finalizado algo, asumir nuestra limitación en ese aspecto?
¡Son excelentes y frecuentes preguntas!
Te pido que compartas conmigo y los lectores tus ideas al respecto aquí debajo, en la zona para comentarios.

El límite ilusorio está solamente en nuestra mente, tal vez se para sobre algunos aspectos pequeñitos reales, pero luego se hincha hasta abarcar terrenos en los cuales no existe ningún murallón, ni peligro cierto, y sin embargo nos paralizamos sin poder dar siquiera un paso.
Esta frontera se yergue de forma amenazadora, su irreal presencia nos llena de angustias terribles, de dudas, de impotencia mayor cada vez.
Lanza proclamas punzantes y dolorosas, en un monólogo interno y a veces hacia quien quiera oírlo, con los: no puedo, no sirvo, nunca lo hice, no podré, soy débil, soy inútil, mi madre me odia eso demuestra lo basura que soy, ya probé y fracase, mi destino es amargo, mi carta astral me lo marca, algún pecado cargo que me provoca esta vulnerabilidad, nadie me presta atención, si me muriera nadie se enteraría, quién puede quererme, etc.
Con el muro imaginario, uno de verdad no se choca, porque no hay nada ahí con lo que colisionar; y sin embargo, tiene una fuerza enorme para debilitar y tullir. Energía que es robada a la vitalidad, a la alegría, al emprender proyectos y realizarlos, al disfrute, a avanzar efectivamente, al estar en paz y en calma. Energía que se malgasta y no se invierte, sino que se diluye en intentos destinados al fracaso. Y también, energía dilapidada en tapar el daño provocado, en disimular la impotencia, en tratar de aparentar algo mejor a lo que se está viviendo, en inventar justificaciones, en quejarse, en echar culpas, en huir de la realidad, en defenderse, en agredir, en… ¡tantas cosas que sirven para mantener vigente el muro imaginario y profundizar el drama personal y de relación!
Aunque no lo parezca, los soberbios, los sabelotodo, los maltratadores, los chismosos, los perezosos, los envidiosos, los manipuladores, los que se creen merecedores de favores y dones especiales, y gente por el estilo; son típicas formaciones reactivas de gente aprisionada y agotada por sus límites fantaseados.

Contra la pared ficticia nos podemos seguir topando un millón de veces, padeciendo millones de veces, sin avanzar ni destinar las energías hacia algo productivo.
Nos consume.

Pero, ¿se puede atravesar este muro angustiante que nace en nuestras creencias?
¡Por supuesto que sí!
Porque, no tiene existencia real, aunque sus efectos son muy reales.
Al hacerte consciente de tus recursos, de tus potenciales, de tus fuerzas, así como también de tus creencias de fracaso, de tus miedos, de tus aprendizajes tóxicos; al hacerte consciente, estarás convirtiendo en humo a ese muro gigante, para poder cruzar sin problemas y ampliar así tu ZC y hacerla mucho más saludable, productiva, disfrutable.
Es necesario un trabajo de consciencia, pero necesariamente también de aplicación en la realidad. No basta con soñar, ni aprender a pensar en positivo; es indispensable actuar hacia la meta fijada, más allá del irreal muro que te detiene y angustia. El paso puede parecer doloroso, pero no lo es, por el contrario, es liberador, satisfactorio aunque no se alcance aquello anhelado.
Ya el hecho de diluir una muralla irreal, nos hace victoriosos.

Te brindaré un ejemplo de ambos casos.
1- Solicitan para un importante trabajo a una persona menor de 40, con certificado de conocimiento de inglés a nivel terciario, estudios y títulos en Recursos Humanas, y con al menos diez años de experiencia laboral en el rubro X.
Tengo 50 años, apenas si entiendo inglés, mis estudios son de jardinería y mecánica automotriz, nunca trabajé en el rubro X.
Evidentemente de estas paredes contundentes, quizás pudiera hacer algo con respecto al conocimiento de inglés, pero igualmente no podría calificar para este empleo en particular.
Son muros concretos, no dependen de mi imaginación.

2- Es la misma solicitud, pero tengo 35 años, estudié todo lo que piden y tengo certificaciones y títulos de todo ello, tengo más de diez años de experiencia; pero, de los dos últimos empleos me despidieron, y en las últimas dos ocasiones que me postulé para un trabajo no me aceptaron. Estoy seguro que algo falla en mí, no sé bien qué pudiera ser, pero evidentemente por algo me han echado y no me han vuelto a contratar. Mis amigos insisten en que me presente al llamado, pero yo estoy convencido que no sirvo, que pudiera seguir viviendo del seguro que otorga el Estado por desempleo algunos meses más y entonces ver qué hacer para mantenerme. Ya no me considero capaz de pelear por un puesto laboral de importancia, ni hacer valer mis estudios y experiencia. ME angustia la sola idea de sufrir un nuevo rechazo. Por lo cual, me enojo cuando mis amigos siguen con la misma cantinela, parece que les cuesta entender cuánto me tortura el ser un fracasado y saber con seguridad que no hay nada bueno para mí en el futuro.

Ahora, otra pregunta que resulta habitual e interesante: ¿Cómo saber que estamos ante un límite real y no imaginario?
A veces pudiera parecer difícil distinguirlos. Porque, aquello que denominamos real también llega a nuestra percepción y a nuestra conciencia a través de como desciframos “la realidad” y nos manejamos en ella. Entonces, pudiera resultar dificultoso discernir cuando estamos ante un límite u otro.
Tampoco para esta pregunta daré respuesta, ahora; sino que esperaré a que compartas conmigo y los lectores tus ideas, experiencias, lecturas, etc., que nos brinden alguna luz al respecto.

¿Ego espiritual?

El EGO, también llamado IETZER HARÁ, tiene asiento en una sección del cerebro, que compartimos con muchas especies animales.
No es una entidad mística, ni un ángel alado de luz o oscuridad, ni una energía metafísica, ni siquiera es una metáfora, sino una función natural, instintiva, primitiva, normal que se dispara en ocasiones en las cuales estamos en impotencia y precisamos reaccionar de forma automática e inconsciente para obtener auxilio externo o para actuar de forma refleja para salvarnos del percance.

El problema radica cuando el EGO se dispara cuando sentimos impotencia y no la estamos experimentando en la realidad; porque estaríamos desplegando un repertorio de respuestas inapropiadas para resolver la situación.
También es conflictivo cuando debiendo recurrir a otros mecanismos caemos en el hábito de actuar bajo el mando del EGO; así, la respuesta más evolucionado debiera servir para resolver las cuestiones de manera eficiente, pero al actuar de acuerdo al EGO terminamos ampliando y/o profundizando una crisis.

El EGO, cuando ejecuta su trabajo dentro del marco adecuado, es un gran aliado; está precisamente para ello, para salvarnos.
Pero, cuando irrumpe y trastorna el accionar en situaciones innecesarias o inadecuadas, se convierte en un obstáculo (a superar).
Por esto mismo, es que al sortear las trampas del EGO logramos fortalecernos, crecer, mejorar, beneficiarnos.
Por tanto, incluso al estar usurpando roles y molestando, si sabemos cómo manejarnos correctamente, el EGO no es más que la mancuerna para ejercitarnos en nuestro entrenamiento del músculo de la superación personal. Pero, si tropezamos y caemos con sus trucos, entonces es doble el esfuerzo para sobresalir y perfeccionarnos.

Muchas personas terminan en ciclos tóxicos, de enfermedad, abandono, pobreza, idolatría, engaños, desanimo, locura, enojo, altercado, separación, etc., por estar siendo comandados por su EGO, en lugar de mantenerlo limitado y al servicio del bienestar del individuo.

Por su parte, el espíritu, la NESHAMÁ, el Yo Esencial, no tiene asiento en ninguna parte de nuestro organismo. Quizás, y de ello no tengo certeza, alguna porcioncita del cerebro actúa como su interfaz con el cuerpo; no lo sé, no tengo como saberlo, y prefiero no especular.
Esa identidad pura que somos, aquí/ahora y en la eternidad, no puede ser modificada por el EGO, ni por nada que hagamos o dejemos de hacer. La NESHAMÁ no depende de nuestra voluntad, deseo o accionar, sino que solamente depende del Eterno, pues es una chispa Divina. Así pues, si hay algo de nuestro ser que jamás puede ser conquistado por el EGO, o secuestrado para servirle, es el espíritu.
Pero, nuestras acciones van creando cáscaras en torno al espíritu, sin tocarlo en lo más mínimo, sin disminuir un grado de su brillantez. Lo que se obstaculiza es la llegada de su LUZ al resto de nuestro ser. Cada pecado, desviación de la senda correcta, pone una mancha que rodea la LUZ. Cada acción sintonizada con la senda del bien, limpia una de esas manchas, o amplía el canal de pasaje de la LUZ para que irradie con mayor potencia en nuestro ser. Así también actúa la TESHUVÁ, limpiando, armonizando, encaminando, devolviendo la luminosidad a los rincones oscurecidos.

Si comprendes esto, te das cuenta que es imposible hablar de un EGO espiritual.
El EGO impide el pasaje de la LUZ, pero no afecta al espíritu.
La NESHAMÁ continuamente alumbra, susurra para orientarnos, es la brújula imperceptible que nos marca el norte ético que debiera movernos y servirnos para pensar.

El espíritu, lo espiritual no pueden ser egoístas, es por definición algo imposible.
Si bien, el propio espíritu nos impulsa a mantener una actitud de “egoísmo positivo”, que es el afán por obtener aquello que precisamos para nutrirnos y crecer, sin que por ello agredamos injustamente a otro ser.

Entonces, si te encuentras con gente que dice estar transitando el camino espiritual, pero sus acciones no lo demuestran; debes tú evaluar cuánto oído prestar a sus prédicas y peticiones. No está en ti juzgar de manera parcial, ni condenar; pero sí es tu deber analizar, estimar, para conducirte con la LUZ a través de acciones concretas de bondad Y justicia.
Esto es el grado máximo, actuar siempre como constructor de SHALOM, actuar con bondad Y justicia.

Deseo de la NESHAMÁ

El deseo de la NESHAMÁ no es, ni puede ser, ególatra.
No anhela poder ni control, tampoco supremacía o éxito.
No busca escapar del sufrimiento, ni renegar de la muerte, ofender al contrario, así como no se resiente por el acecho de la impotencia.

Es pura,
por tanto conectada a la vida,
vivifica, en lugar de agredir, corromper, paralizar y matar.
Ningún deseo o acción contraria a la conexión con la vida tiene cabida en ella.

Es creación directa del Eterno,
una chispa de la Divinidad,
por lo cual, no contiene manchas, opacidades o fisuras que puedan llevar al mal.

Desea la unidad del todo,
aun en la diferenciación,
sea ésta real o aparente.

Funciona de acuerdo al Código del Amor.

Para materializarse en este mundo,
utiliza las máscaras del Yo Vivido que sintonizan con ella.
Cuando actuamos en acuerdo,
construimos SHALOM, interno y externo,
por medio de acciones de bondad Y justicia,
siendo leales al Eterno.

Los otros deseos, los nacidos de nuestra humana naturaleza imperfecta,
no son de por sí malignos o abyectos, los cuales debiéramos repudiar.
Muchos de ellos son necesarios e indispensables.
Cuando se armonizan con el Deseo del Yo Esencial,
entonces producen disfrute, goce, bienestar.

Al terminar nuestra travesía terrenal,
dejamos sembradas las obras,
de las que cosecharemos sus frutos en nuestra vida más allá de esta vida.
Consecuencia de nuestras acciones,
adobadas con la Misericordia Divina.

La gran tarea que tenemos por delante está sintetizada en estas líneas.