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Jukat 5772 – חקת

Los temas que trata nuestra parashá son:

Ø "Pará Aduma" (vaca roja). Es el procedimiento requerido para purificar a la persona que ha estado en contacto con un cadáver humano. Desde hace siglos que no se reliza.

Ø Casi al cumplirse los cuarenta años de permanencia del pueblo en el desierto fallece la profetisa Miriam, hermana de Moshé. Es sepultada en Kadesh.

Ø En el desierto de Sin, nuevamente el pueblo reclama por la falta de agua para beber. Aarón y Moshé ruegan a Dios y Éste ordena que los reúnan en Meriva para que presencien cuando Moshé tome su bastón en su mano para luego hablarle a una roca de la cual surgiría agua. Moshé no pide agua a la roca sino que la golpea, como había hecho cuarenta años atrás en una ocasión similar. También le grita a los israelitas, aparentemente cansado por tantas quejas, revueltas, complicaciones, casi sin fin.
El Eterno decretó que ni Moshé ni Aarón entrarán a la Tierra de Promisión, también ellos morirán en el desierto.

Ø El pueblo continúa sus marchas, pero debido a que el rey edomita, descendiente de Esav, les niega el paso por su territorio, deben prolongar su viaje, haciendo un rodeo para alcanzar los límites de Israel.

Ø En el monte Hor muere Aarón, el cohen hagadol. Su hijo Eleazar es investido para ocupar sus funciones. La desaparición física de Aarón es llorada por todo el pueblo durante treinta días.

Ø El pueblo murmura en contra de Moshé y de Dios por haberlos sacado de Mitzraim, porque no tienen agua, y porque están hartos de man. Dios entonces, envía serpientes del desierto que mordían y envenenaban a los pecadores. A modo de remedio, Dios ordena a Moshé que haga la imagen de una serpiente y la coloque sobre un pedestal, para que aquel que alce los ojos y la vea, sea curado.

Ø Sijón, rey de los amorreos, lucha contra Israel, para no permitirles el paso por su país; esta batalla desemboca en la toma de esas tierras por parte de Israel. Convirtiéndose en la primera posesión territorial del pueblo de Israel, luego de la esclavitud egipcia.

Ø Se asentaron los israelitas en la ribera oriental del Jordán, frente a Jericó.

Nuestros Sabios en el Talmud (Pesajim 66b) nos enseñan: “Todo hombre que se enoja, si es sabio se aparta de él su sabiduría, si es profeta se aparta de él su profecía”.
El gran Najmánides (Igeret haRamban) por su parte instruye: “Acostumbra a hablar siempre calmadamente, a toda persona y en todo momento, con esto vencerás al enojo, que es una cualidad muy mala que lleva al hombre al pecado”.
Más recientemente, el Rav Kook (Shmoná Kvatzim 3:134): “Cuando vemos algún sector o partido que habla siempre con ira, es para nosotros una evidencia de que no cuenta con conocimiento, que no tiene contenido con el cual llenar su vacío interior; por lo cual, se enoja realmente con sí mismo, pero a causa de su egoísmo a la fuerza trata de volcar su ira sobre los demás”.

1. ¿Cómo vinculamos estas grandes enseñanzas con el contenido de la parashá?

2. ¿Cuáles son los temas recurrentes en la parashá?

Consejos para controlar el EGO

1. Te ofende quien tu decides que te ofenda.

Prestar atención a lo que te ofende sólo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte ofendido, las encontrarás en cualquier lugar y con cualquier persona.

Cuando respondes sintiendote ofendido estás devolviendo mayor energia negativa, lo cual provocará más ataques, contraataques y guerras.

2. No eres ni ganador, ni perdedor, sencillamente ERES.

El EGO nos hace creer que el mundo se divide entre ganadores y perdedores. Tú no eres tus victorias.

3. Quien lucha por tener la razón es esclavo de su EGO.

Olvidarse de querer tener la razón es como decirle a tu EGO: «No soy tu esclavo». Pregúntate: «¿Quiero ser feliz o tener la razón?».

4. No eres mejor que nadie, sencillamente ERES.

La verdadera superioridad no tiene nada que ver con ser mejor que los demás. Se trata de ser mejor de lo que eras antes. Céntrate en tu crecimiento y que esto repercuta en el beneficio de los demás.

5. Sé feliz con lo que tienes.

Por mucho que logres y adquieras tu EGO insistirá en que no es suficiente. Siempre habrá una pc mucho mejor, un móvil mucho mejor, un carro mucho mejor, etc.

6. Tu no eres tus logros.

Cuando te apegas a esos logros y crees que lo estás consiguiendo tú solo es cuando abandonas la paz. Agradece a quien es debido, nada se alcanza solo.

7. Tu no eres tu fama.

La fama que crees tener no la posees tu, está en la mente de los demás, por consiguiente, no ejerces ningún control sobre ella.

Una manera diferente de ver las cosas

Este escrito es un comentario al texto que ves haciendo click al siguiente link

http://fulvida.com/ajenos/israel/parashat-shelaj-lej-5772-%d7%a9%d7%9c%d7%97-%d7%9c%d7%9a

Como una breve introducción el texto habla sobre los expedicionarios que envió Moshe por orden de Dios (y a petición del pueblo) para observar de cerca la Tierra prometida, y las inmediatas consecuencias de sus actos.

El pueblo que seguía a Moshe después de la revelación del Sinaí, era el remanente de lo que había quedado después de la revuelta de lo del becerro de oro, pero al parecer el “virus” que se había esparcido entre ellos al juntarse con el populacho permanecía latente aunque oculto dentro de ellos, y ni bien hubo la oportunidad de que se manifestara o tal vez como lo dijo un comentarista de aquí de fulvida fue para ello que se solicitó el envió de expedicionarios para observar de cerca la tierra prometida, para que el EGO tuviera el pretexto idóneo para embotar a la persona, la promesa del Eterno era clara y no tenía por qué haber sido cuestionada, mucho menos por ellos que habían sido testigos claros de cómo el Eterno Mismo se manifestó a ellos en el monte de Sinaí.

Al parecer su convivencia con personas que tenían los sentidos embotados termino por copiar la conducta estúpida de los primeros, al parecer no les basto ver que la tierra era buena sino que en lugar de ello su ego busco el primer pretexto con tal de desobedecer la orden del Eterno de conquistar esa tierra, pretextos tales como los que se enuncian en el texto que parece dando click en el siguiente link.

http://fulvida.com/ajenos/misioneros/teshuv-la-salvacin-mesinica

El ego boicotea a la persona no por ser “malvado” sino más bien torpe, pero como sostiene la tesis que expone el More Yehuda, el ego montado sobre el sentimiento de impotencia lleva al ser humano a cometer grandes estupideces, tal es el caso de el grupo de los 10 expedicionarios y el de los “mapilim” pero siempre ahí en el fondo está el ego montado sobre el sentimiento de impotencia causando perjuicios a la persona, la impotencia de unos como otros los llevo a ser exiliados sin haber aun tocado la tierra prometida, en lugar de hacer resplandecer la propia identidad se hundieron en los mandatos del ego, y fue hasta que esa generación se terminó que la siguiente pudo entrar a tomar posesión de la Tierra prometida por el Eterno al pueblo de Israel.

A simple vista podemos observar respuestas irracionales tanto del grupo de los 10 expedicionarios como de los mapilim, el ego como activo natural de supervivencia no funciona bajo los sectores más evolucionados del cerebro, de hecho parece ser que su respuesta por ser rápida no atraviesa por la zona cerebral encargada del procesamiento racional de los datos recibidos del exterior, entonces bajo esta limitante las respuestas emergentes del centro emocional del cerebro no suelen ser grandes ni las mejores decisiones.

Por ejemplo el celoso, buscando que “su propiedad” no se aleje de él, hostiga acosa amenaza, y el resultado que tanto temía es el mismo que se ocasiona con sus propios actos, sin en lugar de ello procediera de una manera más evolucionada, fortalecería su relación con verdadero amor, con actos más racionales y menos instintivos.

O la chica que anda con el hombre casado, su necesidad de “amor” no le deja ver las cosas con claridad y honestidad, así mismo tampoco le importa o aunque le importe los daños que cause a ese núcleo familiar, sigue con dicho hombre.

En ambos casos el pensamiento es cancelado y da paso a una respuesta netamente emocional, las complicaciones en ambos casos son evidentes además de graves en muchos casos.

¿Cómo puede explicarse que el mismo individuo haga cosas que le compliquen la vida?

Todas las idolatrías se manejan de esa manera, no de forma consciente, no por voluntad de sus adoradores, sino porque así es el mecanismo natural, el origen natural de la idolatría.
Viéndolo de esta forma comprendemos la terrible enfermedad que representa, puesto que no es un atentado consciente contra Dios y el hombre, sino una falla interna, un desequilibrio, una enfermedad. Al decir de los Sabios de la Sagrada Tradición: “Nadie transgrede a no ser que le entre un ánimo de idiotez” (TB Sota 3a). ¿Cuál es ese estado anímico enfermizo, idiota? No otro que el emanado desde el EGO.     Yehuda Ribco    

¡Seguro! Los Sabios de bendita memoria poseían estos conocimientos, hoy nosotros lo ratificamos a raíz de los descubrimientos a nivel cerebral que ha hecho la ciencia y que han ubicado al ego en determinadas zonas del cerebro en las cuales no opera el pensamiento racional.

Entonces no es de extrañarse reacciones al parecer muy lógicas de parte de las personas, pero que en realidad de fondo tienen como presentación una estupidez clara y llana si nos detenemos a pensar un poco en ello.

Ahora que el More está exponiendo el tema de la Teshuvá autentica (del retorno a la identidad), me parece ver dentro de todo el contexto de lo planteado, la visión clara de las cosas, empezar a reconocer la realidad desde una perspectiva racional y saludable, sin la visión empañada del ego ni de sus trampas al solitario o autoengaños, ver las cosas tal y como son.

Me parece ver que la Teshuvá comienza ahí mismo, quitando poder al ego y empezando a ver con una visión sincera clara y honesta las cosas que suceden dentro y fuera de nosotros.

Ieoshua y Calev, en su multidimensionalidad alcanzaron a comprender que la Tierra que se presentaba ante ellos era efectivamente la que el Eterno había prometido a sus padres, habría que emprender la empresa de entrar en ella y conquistarla pero el Eterno estaría con ellos.

La inseguridad del pueblo me parece muy similar a la de todos los Noajidas que conscientes de su identidad aún reniegan hablar de ello, por el miedo de ser rechazados agredidos en fin, pero existe todavía una reserva para hablar de ello, esta renuencia a aceptar con vigor la herencia milenaria me parece muy similar a la del pueblo que dirigía Moshe hacia la Tierra prometida, sin duda el Noajida no tiene que pelearse con los religiosos ni lanzarle escupitajos a sus ídolos porque eso haría que ellos respondan del mismo modo, pero sí debería de haber mayor vigor en la difusión de este alimento para la vida, hace pocos meses abrí cuenta en el popular Facebook, y veo que no muchos comparten los textos que aquí se publican también sé que cada quien es libre de compartir lo que desee pero sería muy bueno que más personas compartieran (es una opinión), como los de aquel entonces nosotros no debemos dudar porque el Eterno estará con nosotros, deberemos hacer las cosas prudente y razonablemente pero nunca dejar de hacerlas.

El texto que escribió el More así como todos los aporte de los comentaristas fueron muy jugosos Y DIERON ORIGEN A ESTE ESCRITO, agradezco los inteligentes aportes de los comentaristas de dicho texto y por supuesto al More por exponer temas tan interesantes y útiles para la vida.

Para finalizar estos días son propicios para exponer el tema de la Teshuvá, el cual me parece por demás interesante, aunque simple, el pecado consiste en el desvió del buen camino y la Teshuvá en el retorno al buen camino, en otras palabras ser quien tu eres, desplegar la espiritualidad en base al intelecto las emociones y la interacción social desde los actos físicos.

Digamos que la plenitud de nuestras características humanas es el retorno autentico, el ego anula el pensamiento embota las emociones y deteriora lazos sociales además de la integridad física (en muchos casos)

Quiera el Eterno (Bendito Es) que el merito de este texto intervenga para hacer brillar sus atributos de Misericordia sobre Angel hijo de María de jesus, así como sobre sus cosas y familia.

 

Job 1:1-5. Para ser bueno y justo con Dios y el prójimo.

La historia de Job, una historia pocas veces comprendida.
Una en la que la educación, piedra angular en sostener una vida de armonía, parece ausente.
Sobre eso quiero comentarte en esta oportunidad.

Prestemos atención a la lectura de las sagradas escrituras del judaísmo, tratemos de comprender lo que el inspirado autor nos quiere trasmitir.
Vamos:

"Hubo un hombre en la tierra de Uz, que se llamaba Job. Aquel hombre era íntegro y recto, temeroso de Elokim y apartado del mal.
(2) Le nacieron siete hijos y tres hijas.
(3) Poseía 7.000 ovejas, 3.000 camellos, 500 yuntas de bueyes, 500 asnos y muchísimos siervos. Y aquel hombre era el más grande de todos los orientales.
(4) Sus hijos iban y celebraban un banquete en la casa de cada uno, en su día, y mandaban a llamar a sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos.
(5) Y cuando habían transcurrido los días de banquete, sucedía que Job mandaba a llamarlos y los consagraba. Levantándose muy de mañana, ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Pues decía Job: ‘Quizás mis hijos habrán pecado y habrán bendecido a Elokim en sus corazones.’ De esta manera hacía continuamente."
(Iyov / Job 1:1-5)

¿Te ha llamado algo la atención en este breve texto?
Vemos un hombre poderoso en su época y lugar. Dinero no le faltaba, eso es innegable. Poder tampoco. Era famoso. Era estimado. Era como la figura más predominante en el medio oriente.
Ese era Job.
Afortunadamente era reverente al Eterno, trataba de vivir apartándose del mal, actuaba con rectitud, cumplía las leyes. Claro que sí, era un ciudadano respetuoso de la ley y de la convivencia social. No transgredía, no cometía infracciones, andaba con honestidad por la vida. Es una virtud digna del mejor elogio, ¿no?
Pero notemos un detalle. Se apartaba del mal, pero… ¿hacía el bien?
Recordemos que ambas son necesarias para ser una persona completa. Apartarse del mal y hacer el bien. Con solo apartarse del mal uno consigue no cometer transgresiones, con el temor reverente del Cielo uno escapa de situaciones problemáticas. Pero, ¿dónde queda la faceta activa? ¿Qué hace para promover el bien, para darlo a conocer, para que la gente lo reconozca y actúe con bondad?
Por ello, no basta con temer al Cielo y apartarse del mal. No basta, aunque es una gran virtud.
Se debe complementar con los actos bondadosos genuinos, con las acciones promotoras de Shalom.
Como menciona Dios a través del profeta, Él quiere que el hombre sea bueno Y justo. No una de las dos, sino ambas. Y esto parecía no cumplirlo el justo Job, más no el bueno de Job.

Esta virtud “defectuosa” tarde o temprano se manifiesta problemática.
Y así lo veremos en lo que continúa (que en lo medular no trataremos en este texto, pero te anticipo que resuelve –según entiendo- el espinoso tema aquel de “el hombre justo que le pasan cosas malas”).

Como vemos, Job tenía mucho de todo, posesiones, animales, servidores y también hijos e hijas.
Era como un rey, lleno, poderoso, recargado de bienes.
Mucho tenía, pero algo aparentemente estaba faltando.
Veamos.

¿Qué hacían sus numerosos hijos?
No leemos que hicieran asistencia social, ni fueran líderes justos de su generación, ni comerciaran de alguna manera y proveyeran de bienes y servicios a sus contemporáneos, ni eran estudiosos, ni eran… se la pasaban de jolgorio en parranda. Siempre había buen motivo para celebrar, ¿y por qué no? Si papá Job se encargaba de proveerles de todo, todo, sin necesidad de esfuerzo, sin trabajo, sin dedicación Ellos estiraban el brazo y papá Job les daba sin límite. Al menos, en apariencia, se llevaban bien entre ellos. Eso es algo para destacar, o al menos eso es lo que parece del texto literal.
Así pues, tenemos a unos jóvenes licenciosos, príncipes enviciados, que teniendo el poder y la capacidad para ser motores de expansión del bien, se centraban solamente en gratificarse a ellos mismos. Siete hijos varones, una parranda por día, siete por semana, una día en cada casa.

Al cabo de una semana, cada fin de semana, el preocupado padre Job los convocaba para que él se encargara de elevar sacrificios en honor a la deidad, no sea cosa que ellos hayan pecado.
Es que entre copas y copas, con mezcla de alcoholes y otros “endulzantes”, con cuerpos que iban y venían, con la cabeza aligerada y el corazón alegre, con la juerga a flor de piel… ¿cómo saber si habían incurrido en algún error leve o grave?
¿Podemos nosotros saberlo?
¿Cuál era el pecado que molestaba que incurrieran los muchachos y muchachas?
El de blasfemar, maldecir a Dios, que está mencionado con el eufemismo “bendecir” a Dios.
Los comentaristas clásicos nos hacen notar que este tipo de sacrificio, “olá” – “holocausto” – “incinerado por completo”, era el acostumbrado hacer cuando uno tenía pensamientos negativos, los que no implican un acto en los hechos, en este caso el de insultar a la deidad de alguna manera, con la excusa de la borrachera o la falta de consciencia.
Y así procedía este hombre poderoso, cada semana, una y otra vez, ofrendando diez animales en honor al Dios, porque eso era lo que él consideraba necesario para prevenir a sus hijos de castigos a causa de blasfemar. Madrugaba, presuroso corría a sacrificar animalitos con la buena intención de prevenir castigos divinos. Una y otra vez, escudaba la conducta de sus hijos detrás de la sangre derramada de los holocaustos.
Parece un hombre notable, como para tomar en consideración y ejemplo. ¡Tanta religiosidad aplicada a los sacrificios! ¡Tanto esmero y velocidad para disculpar los posibles pecados de blasfemia de sus descendientes! ¡Tan atento a los detalles rituales! Sí, a primera vista, a ojo de lector superficial y poco entrenado en la ciencia del estudio de la Torá se pude consignar a Job como un modelo de noájida a seguir, con todo su ritualismo, su detallismo, sus animales muertos en sacrificio, su temor reverente de Dios… sí… pero no…

¡Cuán errado e impotente era este temeroso y poderoso hombre!
¡Cuánto descarrío y desgracia en tanta buena intención desprovista de ciencia!

Entendamos, no era un mal hombre el amigo Job, pero tampoco podemos decir que era bueno.
A lo sumo, recto, correcto, justo, temeroso de pecar, pero no era bueno.
Y tampoco se encargó de educar en la buena senda a sus hijos e hijas. No lo vemos como maestro, como orientador, como consejero, como hombre sabio que encamina a sus continuadores detrás de sus pasos de gigante. Más bien vemos a un hombre que no pone límites cuando son necesarios, que permite el desenfreno, que no enseña, pero que corre como bombero a apagar principios de incendio o teme enojar a la deidad y se apura a apaciguarla.
Pero el padre, el hombre, el que tiene que estar, el que educa, el que instruye, ese no aparece, al menos no en esta descripción.

Así pues, Job está ausente en su presencia.
Presente para aparecer al final del ciclo de juergas, para compensar a la deidad con sacrificios que nadie le pidió; pero totalmente ausente cuando tiene que dirigir a sus hijos o aleccionarlos o haberles nutrido en cómo debe ser la conducta de la persona.

No, los sacrificios compensatorios no bastan.
Aunque no peca de hecho, el hombre Job peca en su omisión.
Es cómplice en su tolerancia ante conductas reñidas con lo esperable y en su intolerancia con la posibilidad de que los hijos hayan pecado.
Pero en vez de educar, compra “la paz” con ofrendas.
¿Es eso paz?
¿Es eso lo que Dios quiere?

Resuenen las palabras del profeta cuando declara: 

"Dice el Eterno: ‘¿De qué me sirve la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y del sebo de animales engordados. No deseo la sangre de toros, de corderos y de machos cabríos.
(12) Cuando venís a ver mi rostro, ¿quién pide esto de vuestras manos, para que pisoteéis mis atrios?
(13) No traigáis más ofrendas vanas. "
(Ieshaiá / Isaías 1:11-13)

El sacrificio, un método anticuado, nacido en la desesperación del hombre, en su ignorancia, pero que no reviste real sentido.
Y lo demuestra Job, sacrificando una y otra vez, cada semana, en lugar de corregir la conducta de sus hijos o hacerles entender lo que es el camino de Dios. No, él no estaba despierto a la conciencia espiritual, como dormidos estaban también sus hijos, todos ellos entumecidos con rituales, con ritos vistosos, con aromas de carnes asadas, con festivales, pero con cero contenido espiritual.
Job, un hombre muy religioso, pero desarrollado en lo espiritual.
Temeroso del pecado, reverente de Dios, cosas que son sumamente loables… pero, ¿cuál era el sentido de vivir así?
En esto, de por sí no hay pecado, pero tampoco hay perfección ni construcción de Shalom.
Su propia esposa, sus hijos, sus amigos cercanos, todos ellos no han sido influidos positivamente por Job, porque, ¿cómo habría de recibir influencias positivas si él no hace nada para instruirles en el camino del Shalom?
Temer al pecado, correr a hacer sacrificios, dar sermones, no hacer cosas malas y ¿nada más? ¿A eso se limita el potencial multidimensional del hombre?

Cuando lo vemos con esta luz, cuando entendemos que no era tan bueno ni tan perfecto Job, se nos aclara rápidamente la metáfora que continúa narrando el capítulo, aquella de la puja entre Dios y Su ángel Satán. No están disputando, no están jugando con el destino del hombre, no hacen al estilo de dioses paganos, sino que ponen de manifiesto la debilidad del proceder, de la cosmovisión “religiosa” (más no espiritual) de Job.
Pero esto, no es el tema que trataré hoy contigo.
Dios mediante, algún día, podremos estudiar al respecto.

La redención de Job surge cuando cambia su modo de actuar, o más correctamente, cuando comienza a actuar con bondad, con bien, con generosidad sincera.
Ya no como temeroso del pecado, ya no más como justo indiferente al prójimo, sino como un hombre activo en la construcción de Shalom.
Atendamos, hacia el final de la historia Job confiesa:

"De oídas había oído de Ti, pero ahora mis ojos Te ven.
Por tanto, me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza."
(Iyov / Job 42:5-6)

Sí, ese hombre que se ufanaba de temer a Dios, de escapar del pecado, de hacer sacrificios propiciatorios en lugar de educar en el camino del bien, ese hombre ahora reconoce que solo fue un religioso más. Alguien que hablaba de oídas, suponía, inventaba ritos, creía entender a Dios y por eso actuaba como si fuera sabio, sin serlo.
Ahora, por fin ahora, despierta a su conciencia espiritual.
Hasta aquí no hacía el mal activamente, pero tampoco hacía el bien.
A partir de ahora se da cuenta de sus carencias y de sus vicios. El vicio de presumir, el de suponer, el de inventar caminos que lo apartan del Camino.
Y ya no recurre a sacrificios, porque no valen de nada si no se hacen en su contexto y especialmente con su sentido puro.
Ya no mata animales para complacer o aplacar a una deidad enojona. Ahora simplemente hace lo que tiene que hacer: TESHUVÁ.
¿Simple, no?
Sin rituales, sin palabrería, sin rebusques, pero pleno de espiritualidad, con la simpleza de la verdad, con fidelidad a Dios.
Se arrepiente y actúa como a Dios agrada. Tal es el secreto universal de la felicidad.
A sus amigos que seguían enroscados en religión, Dios les pide sacrificios de animales (Iyov / Job 42:8), porque ellos no alcanzaban a comprender, no podían salir de su celdita mental.
Pero de Job no pidió Dios sacrificios, sino que viva como constructor de Shalom. Lo vemos con efusiva claridad aquí:

"El Eterno restauró a Job, cuando él oraba por sus amigos, y aumentó el Eterno al doble todo lo que había pertenecido a Job."
(Iyov / Job 42:10)

La salvación de Job no dependía de sacrificios, ni de sangre derramada, ni de fe, ni de temor, ni de rezar por el mero hecho de rezar, ni de rituales, ni de posturas, ni de imposturas, ni de hebraísmos, ni de palabras hebreas, ni de repetir lemas judaicos, ni de leer Cabalá, ni de hacerse pasar por judío, ni de… la salvación de Job fluyó para él cuando fue capaz de interesarse por otro, hacer algo generoso por otro, actuar con bondad, hacer algo para beneficiar a otro en verdad.
Job fue “salvo”, restaurado, cuando aprendió a vivir con sentido espiritual, en su multidimensionalidad, en su plenitud, como constructor de Shalom.
Haciendo lo bueno y justo.
Lo que Dios espera que tú también hagas.

En resumen…

Yo, tú, otro, uno

En tu origen eres completamente otros.
Presta atención, cuando el espermatozoide de tu padre penetra la membrana del ovocito de tu madre y ambos se combinan, en ese preciso instante sagrado de la fecundación, eres una célula microscópica, solo una célula es todo lo que eres, una célula absolutamente formada por materia de una célula de tu madre y una de tu padre.
Eso y solamente eso.
¿Te das cuenta que en tu inicio eres absolutamente otros?
Esa célula se divide, luego la división se continúa y el maravilloso de la gestación sigue su curso.
De la célula inicial se forman cientos, miles, millones, que van adquiriendo su forma y funcionalidad de acuerdo a un programa específico diseñado para la especie.
Al día 40, considera la Tradición (TB Menajot 99b), que el espíritu se integra al feto. De acuerdo a Rashi in situ, “el feto adquiere forma humana”. En este momento está consagrado el Yo Auténtico.

Al nacer el bebe entra en contacto directo con otras personas, hasta ese momento su único contacto era reducido, con su líquido amniótico y placenta; con esporádicos contactos con el afuera mediatizados a través de su madre; con sonidos, posiciones, sustancias que provenían de su madre.
Pero al nacer, todos los sentidos se ven invadidos de ajenidad. Sonidos, aromas, caricias, movimientos, formas, sabores, palabras, mandatos… el otro, lo otro, se impone por doquier. Todo es otro. Hasta el mismo es otro, ya que no tiene conciencia de ser ni tampoco de la existencia de algo que es otro. Todo es una masa multiforme, extraña, cambiante, aterrorizante a veces y placentera otras. Todo mezclado, sin formas, sin contenidos, sin sentido. Cosas que están y desaparecen, pero tampoco se sabe que es una cosa y que es la otra.

Al irse desarrollando su cerebro y al estar sumergido en un océano de experiencias, su memoria se va plasmando con información, que muy lentamente va siendo ordenada, sistematizada, adquiriendo asociaciones, desarrollando sentidos. Muy lentamente.
Sus pensamientos, que son corporales, de movimiento, de sensaciones, provienen del afuera.
Cuando adquiere la capacidad de simbolizar, de expresar ruiditos comunicantes, más tarde palabras y luego un lenguaje, también es producto del afuera que se incorpora y se va sistematizando dentro.
Tus ideas no son tuyas originalmente, son retazos que pediste prestado a otros y compusiste para que parecieran tuyas. A veces surge un rayo de inspiración, algo que modifica por completo lo anterior, pero cuando vemos detenidamente encontramos que no hay tal desaparición de lo viejo, sino que aquello permanece, de una u otra forma sosteniendo lo nuevo y en apariencia original. Solo Dios crea algo de la nada, nosotros solamente damos forma a lo que ya está creado. Vamos desarrollando, modificando, pero siempre en base a lo anterior.
Por lo general, aquello que hemos introducido de fuera es asumido como realmente propio, como sustancial para la vida, como bastión a defender incluso al riesgo de matar o morir. Pero, son solo creencias, ideas, vapor que viene de fuera y te impregna hasta parecer verdadero.
Todo viene de otro, aunque lo único auténtico en ti es el Yo Auténtico, y hasta éste es esencialmente Otro.

Nos vamos construyendo con nuestras experiencias, en nuestras relaciones con el entorno y con otras personas.
Vamos tomando prestados roles, creencias, lemas, ideas, gustos, hábitos, como si fueran producto de experiencia personal, cuando realmente es una marejada continua del afuera que se va adquiriendo. Es cierto, cada uno es individual, es uno, pero formado por otros, con otros, de otros. Hasta cierto punto, y tal como indican las fuentes esotéricas de la Tradición, todos somos uno, unificados, somos cosmos, somos uno.
Ya no solamente uno en nuestra multidimensionalidad, sino uno con el prójimo, uno con el extraño, uno con lo que fue y lo que será, unificados en esa dimensión denominada “Iejidá”, donde se comprende que todos somos extensiones con apariencia de individualidad, pero realmente un solo ente universal. Pero claro, llegar a comprender y asumir esto, no es para todos, ni se pretende que se acepte esta idea y se viva acorde a lo que exige. De hacerlo, la senda es la del AMOR, no el del romance, no el de los poemas, no el infantil, no el que se disfraza para ocultar la miseria egoísta. El AMOR en su comprensión de la unidad del ser, de la unicidad de la aparente diversidad.

Nuestro camino individual está ligado al de los que nos rodean. 
Lo queramos o no, estemos de acuerdo o no.

En nuestro origen somos otros, nos vamos construyendo como otros, en un nivel profundo somos uno con todo.

¿Quién envío a los exploradores?

En el comienzo de la parashá Shlaj Lejá encontramos lo siguiente:

"Entonces el Eterno habló a Moshé [Moisés] diciendo:
‘Envía hombres para que exploren la tierra de Canaán, la cual yo doy a los Hijos de Israel. Enviaréis un hombre de cada tribu de sus padres; cada uno de ellos debe ser un dirigente entre ellos.’
Moshé [Moisés] los envió desde el desierto de Parán, de acuerdo con el mandato del Eterno. Todos aquellos hombres eran jefes de los Hijos de Israel."
(Bemidbar / Números 13:1-3)

Por su parte, en el relato que hace Moshé 38 años más tarde, él dice:

"Todos vosotros os acercasteis a mí y dijisteis: ‘Enviemos delante de nosotros hombres que nos reconozcan la tierra y nos traigan información acerca del camino por donde hemos de ir y de las ciudades a las que habremos de llegar.’
Me pareció bien lo dicho, y tomé a doce hombres de vosotros, un hombre por tribu."
(Devarim / Deuteronomio 1:22-23)

Son varias las cuestiones que se pueden formular al poner un texto junto al otro, y mucho más cuando se suman los versos previos y posteriores, pero quiero centrarme solamente en la aparente contradicción que con fuerza surge de estos párrafos: ¿quién pidió u ordenó que fueran enviados los exploradores, los meraglim? ¿Dios? ¿El pueblo? ¿Moshé?

Al estudiar con atención los textos en su contexto, al prestar atención a lo que está escrito y especialmente a lo que está omitido o sugerido, podemos rápidamente brindar una respuesta certera y satisfactoria.
(Se pueden suponer muchas versiones, se pueden inventar supuestas respuestas, pero hay que encontrar lo que es cierto, lo que está sintonizado con el resto del sistema de conocimiento).

El asunto fue así.
Los hebreos estaban a pocos días de ingresar a la tierra prometida, la cual sería conquistada con la ayuda poderosa del Eterno.
Luego ellos se repartirían las porciones que conformarían las provincias correspondientes a cada una de las doce tribus que heredarían territorios, quedaría excluida la tribu de Leví, la cual no tendría territorios autónomos aunque sí ciudades de residencia dentro de las provincias de sus hermanos.
Los hebreos deberían hacer la repartición de los terrenos, por lo cual el Eterno comanda a Moshé que vayan a explorar la tierra líderes tribales, de las doce tribus que heredarían territorios. Es por ello que el mandato de Dios excluye a los levitas, pues no tenían necesidad de enviar un representante a reconocer la tierra ya que luego no estarían en las negociaciones correspondientes a la repartición.
Es por ello que Dios solicita que sean cabezas tribales, gente que conoce a los suyos y entiende que precisan para solar de residencia. Gente con poder para negociar en nombre de sus hermanos, con sus connacionales de las otras tribus.
Así pues, la exploración mandada por Dios no tenía fines militares o de reducir la ansiedad de las masas dudosas acerca de su capacidad de conquista ante el enemigo residente, sino tan solo conocer para definir las porciones a adjudicar a cada tribu.

Pero entonces, de entre el pueblo surge un clamor, un anhelo, un deseo temeroso arraigado en el EGO.
Ellos saben que Dios les prometió luchar a su favor, que Él estaría de su lado y la tierra sería tomada de los enemigos.
Pero el EGO asusta, hace sentir impotencia, manipula para que uno no se libere de sus tenazas y de paso haga caer a otros ante sus respectivos EGOs.
De entre los alelados se levanta un pedido, que los dirigentes no sean meros observadores imparciales, que medirán capacidades territoriales con vistas a la división de parcelas. No, eso no es suficiente para los esclavos del EGO. Ellos precisan sentir que alguien está allí para salvarlos de sus conflictos, al tiempo que es manipulado por sus debilidades.
Se quejan, presionan, manipulan, hacen saber que tienen miedo, dudas, angustias ansiedad, temor, y piden que se los comprenda, son libertos, nunca fueron independientes, nunca lucharon para tomar su lugar, etc.
Moshé lo sabía muy bien, por dos años había padecido los incontables conflictos que provocaban.
Les dijo:

"Mira, el Eterno tu Elokim te ha entregado la tierra que está delante de ti. Sube y tómala en posesión, como el Eterno, Elokim de tus padres, te ha dicho. ¡No temas ni desmayes!’"
(Devarim / Deuteronomio 1:21)

Pero no era suficiente las palabras, ni las señales, ni los milagros.
Ellos querían algo más, el EGO no se sacia, es parte de su táctica para someternos.

Ellos quisieron que los exploradores trajeran otras noticias sobre la tierra y sus habitantes, de su poder, de sus capacidades, de sus ejércitos, de sus debilidades, de sus tesoros, de esto y aquello, todo lo necesario para dejar en paz los temores.

Esto le pareció bien a Moshé, entonces, por sobre la orden dada por Dios, él encomendó a los hombres otra tarea, una extra. Algo que a primera vista no contradecía ni obstaculizaba la finalidad para la cual fueron enviados por Dios.
Moshé, de motu propio, comandó:

"… a explorar la tierra de Canaán y les dijo: ‘Subid de aquí al Néguev, y de allí subid a la región montañosa.
Observad qué tal es la tierra, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si es poco o numeroso.
Observad qué tal es la tierra habitada, si es buena o mala; cómo son las ciudades habitadas, si son sólo campamentos o fortificaciones;
cómo es la tierra, si es fértil o árida; si hay en ella árboles o no. Esforzaos y tomad muestras del fruto del país.’ Era el tiempo de las primeras uvas."
(Bemidbar / Números 13:17-20)

Sí, no hay ninguna contradicción ahora, se entiende perfectamente que ocurrió.
Dios mandó algo, específico, claro, definido, que correspondía a las doce tribus que tomarían posesión de la tierra, necesario para las negociaciones de adjudicación.
El pueblo precisaba otra cosa, su EGO estaba saturando de dudas y quejas para manipular la situación y llevar a la perdición al pueblo.
Moshé en modo alguno se opuso a Dios o dejó de cumplir lo que Él le mandó hacer, pero, añadió algo para satisfacer al EGO del pueblo, que revisaran la tierra para confirmar que ellos podrían tomarla y que sería bueno y agradable vivir en ella.

El resultado, bueno, como suele pasar cuando el EGO comanda y se añade a lo que fue ordenado… completa tú la historia.

Koraj 5772 – קרח

Koraj (que era primo de Moshé y Aarón), secundado por algunos conflictivos personajes, además de doscientos cincuenta renombrados hombres de Israel se rebelaron en contra de la autoridad de Moshé y Aarón.

Koraj reclamaba que Aarón no tenía más derecho que cualquier otro del pueblo a ejercer las funciones del Cohen Hagadol (Sumo Sacerdote), él decía que cualquiera de Israel podría serlo. Su queja era contra el aparente favoritismo del dirigente Moshé hacia su propio hermano, Aarón. Sus reclamos no tenían ningún sustento legal o práctico, pero eran un buen vehículo para agitar aires revolucionarios y beneficiarse personalmente de ello. Detrás de sus palabras propicias hacia el pueblo, se escondía su conveniente envidia y deseo desmesurado de poder.
Estos rebeldes se presentaban a sí mismos como defensores de los derechos del pueblo, amigos del hombre común, solamente interesados en romper la corrupción de las “altas esferas”. Pero lo cierto es que eran personas sumamente codiciosas, ansiosas de mando, desesperadas por alcanzar estatus, fama, renombre, más posesiones de las que ya tenían.
Claro que no iban por la vida confesando sus vicios, no era provechoso para sus objetivos revelar su verdadera identidad e intereses. Preferían jugar al amigo, al compañero, al luchador social, para esconder sus pretensiones.
Como suelen hacer los demagogos, te abrazan y sonríen, te hacen bailar a su ritmo, juegan un rato contigo, te ofrecen algunos regalitos, te prometen maravillas, te hacen pasar un rato amable, pero nada de esto es por amor, bondad o justicia, sino meramente como mecanismo para obtener predominio sobre ti, manipularte, llevarte hacia donde ellos quieren, que no suele ser el lugar que a ti te beneficia.

Según nos descubre el diccionario (Espasa-Calpe, 2005), demagogia es: “Uso político de halagos, ideologías radicales o falsas promesas para conseguir el favor del pueblo. /Manipulación deliberada para ganarse a alguien. /En la antigua Grecia, gobierno dictatorial con el apoyo popular.”.

El gran autor griego Aristófanes dijo acerca de los demagogos: “…ustedes son como los pescadores de anguilas, en aguas tranquilas no pescan nada, pero cuando revuelven del fondo el barro para enturbiar las aguas, su pesca es buena; de la misma manera hacen ustedes, cuando los tiempos son turbulentos, es que se llenan ustedes los bolsillos con ganancias.”.

Por decisión del Eterno será demostrado públicamente quien es Su escogido para la función sacerdotal, si Aarón o si Koraj y su pandilla.
Durante la prueba, delante del pueblo, se abre la tierra que se traga a los revoltosos con sus pertenencias.
Aquellos que habían querido sobresalir de manera indigna, caen a lo más profundo.

Nos enseñan los Sabios: ”Aquel que persigue los honores, los honores escapan de él”.
La mejor manera de obtener un sitial de prestigio es por medio de la humildad, de la autoestima positiva y no a través de las fantasías del EGO y sus manipulaciones.
Así como es acertado descubrir a tiempo al que nos propone amistad falsa, nos invita a alocados proyectos, con excusas variadas, pero solo pretende obtener ventajas personales a costa de lo que te pertenece por derecho.

Teshuvá y noajismo

Es parte del mecanismo de sometimiento al EGO el que te sientas impotente, fracasado, inútil, incapaz de salir adelante, merecedor de lo malo, pecador, destinado al infierno, dependiente de algún “mítico salvador”.
Comprende la diferencia entre caer y arrastrarse.
Una cosa es caer, todos caemos.
Otra cosa es suponer que ese es nuestro destino, lo que nos merecemos, nuestro castigo divino, y que no tenemos derecho a levantarnos y avanzar, sino solamente a arrastrarnos o yacer sin fuerzas y esperando la muerte cruel.
Algunos siguen tirados, esperanzados en poder caminar si un supuesto redentor les viene a ordenar hacerlo, o que solamente por medio del auxilio de otros pueden incorporarse y hacer algo con sus vidas.
El sentimiento de impotencia, el “saberse” fracasado aun antes de intentar otra cosa, suele ser producto del EGO, en su soterrado trabajo de debilitarte para dominarte, para que continúes siendo su esclavo, para que no puedas ser libre y feliz.

Y por ahí andan aquellas personas llenas de potenciales maravillosos, con capacidades extraordinarias para hacer de sus vidas un paraíso y contagiar de bien al mundo, pero apagados, disminuidos, enfermos, zombis que se arrastran encadenados al EGO.
Cargan pesadas mochilas, propias y ajenas.
Se sienten incapaces, malos, merecedores del mal, destinados al mal, fracasados, impotentes, pecadores y no se levantan.

O están esos otros, que son el otro lado de la misma moneda, que presumen de superioridad, que se llenan de humo, que están hinchados a más no poder, que se hacen pasar por geniales referentes, pero que son solamente payasos, miserables que viven disfrazados de millonarios, vanidosos que esconden en sus fantasías de poder y superioridad su escasa valía, su terrible impotencia.

Tanto los que se arrastran por el peso de sus creencias de incapacidad, como los que viven en las nubes de creerse superiores pero sin fundamento, son esclavos del EGO, sometidos a los trucos y trampas del EGO, esclavos.

Las religiones y las doctrinas religiosas inventan dioses y santos salvadores, todos ellos diseñados para dominar a las masas y los individuos. Son instrumentos del EGO, para mantener a los fieles atrapados en las telarañas del EGO. Esos dioses (falsos, solamente existentes en los corazones de sus seguidores) a través de sus clérigos hacen sentir culpa, achacan pecados, prometen castigos terribles e infernales, impiden todo tipo de escapatoria hacia la libertad pero al mismo tiempo dan un solo camino de esperanza: el creer en ellos, someterse a ellos, dejarse dominar por completo por ellos.
Esos dioses payasescos dicen (en los textos inventados por sus creadores): “yo soy el único camino, la única verdad, la única vida, y nadie se salva si no es a través mío… todo aquel que cree y se esclaviza a mí vive, pero el que no lo hace, está destinado al infierno eterno junto a su padre el diablo”.
Así actúan las religiones, instrumentos del EGO, herramientas de dominación imperial.

Entonces, ¿cómo habrás de escapar y ser libre si desde que naces a cada instante te hacen creer y sentir que nada puedes, nada eres, nada te mereces si estás sin la cobertura de tu dios y de sus pastores?
Sí, así funcionan las religiones, y llevan miles de años haciéndolo y perfeccionando sus mecanismos de dominación.
Por lo cual, no resulta extraño que el noajismo no tenga “éxito”, sino que siga siendo vivido y compartido por muy pocos.
Es que el noajismo, al igual que su hermano el judaísmo, NO son religiones ni deben ser equiparadas a ellas.
No buscan la dominación de personas y colectivos, sino su liberación.
No inventa dioses ni salvadores, sino que favorece a que el hombre se desarrolle hasta el máximo de sus capacidades y sea un constructor de shalom.
No destina a nadie al infierno por ser falto de fe en tal o cual dogma, sino que prioriza las acciones de bien y justicia muy por encima de cualquier creencia doctrinal o fe en imposibles. De hecho, tampoco destina al infierno a los seguidores de las religiones, porque comprende la debilidad del humano y trata de darle una mano real, sincera, beneficiosa para que cada uno pueda quebrar el yugo del mal, romper el imperio del EGO.

Pero, aquellos que despiertan a su conciencia espiritual, con mucha dificultad perseveran en la senda correcta.
Carradas retornan al fango del cual apenas si salieron un poco.
Tienen mucho miedo, mucho.
Se sienten tan impotentes.
Se creyeron libres, pero era solo una brisa, nada más.
Muy pronto sus EGOs activaron sensaciones de impotencia, plagaron de miedo, llenaron de dudas, hicieron trampas para retenerlos, para volver a encerrarlos en sus celditas mentales.
Los hábitos cultivados durante décadas no se rompen de la noche a la mañana, ni solamente el despertar de la conciencia es suficiente. Es necesario trabajo, esfuerzo, sacrificio, constancia, energía, resiliencia, aprendizajes nuevos, des-aprender, perdonar, perdonarse, conocerse, amarase, respetarse… no, no es solamente con quererlo, ni por haber abierto los ojos un ratito que se rompe el yugo del EGO y se vive bajo la orientación del AMOR.

El EGO es ingenioso, tanto como lo es la persona. Secuestra el pensamiento que se pone al servicio del EGO. Se inventan numerosas excusas, justificaciones, lo que sea necesario para paralizar a la persona, domesticarla, tenerla esclavizada y sin protestas.
Ingeniosas frases tales como “mi esposa me presionó para volver a la iglesia”, “pero el pastor no era tan malo”, “si el noajismo fuera verdadero sería multitudinario”, “el moré no me dijo lo que quería escuchar”, “mejor malo conocido que bueno por conocer”, “como pastor ganaba mucho dinero y tenía una posición social de respeto”, “estoy acostumbrado a congregarme los fines de semana”, “quiero estudiar la Torah”, “me gustan los rituales”, “quiero rituales”, “quiero rituales pero no como algo religioso sino porque los rituales…”, “yo quería convertirme al judaísmo”, “noajismo como que es demasiado libertad y no sé qué hacer”, “quiero un rabino que me ordene la vida”, “quiero una sinagoga que me acepte”, “nadie me entiende cuando digo que soy noájida”, “soy pecador y no encuentro ningún ritual que me purifique, a mí no me parece que solamente pidiendo perdón y haciendo bien las cosas seré salvo”, “extraño a mi novia que sigue siendo religiosa”, “quiero más palabras en hebreo y más mandamientos”, “perdí a mis amigos del mesianismo y quiero volver a estar con ellos, a que me hablen”, “y si esto también es mentira”, etcéteras hasta el infinito.

Sí, el EGO sabe qué puntos tocar en ti para tenerte bajo la pata, calladito, sufriendo, impotente.
Y si no sabe qué hacer, ataca con todo lo que tiene, alguna cosa le va a dar resultado.
Te llueven los problemas, te equivocas a cada rato, estás nervioso, te angustias, no duermes, dices cosas que no quisieras decir, te juntas con gente que no quieres estar, te quedas solo, te enfermas, te sientes impotente, te sientes impotente, te sientes impotente… te desmayas a cada rato por este miedo o aquel, todo te demuestra que eres un fracasado y no hay nada que te rescate con promesas mágicas (y absolutamente mentirosas) de milagros que hará por ti un dios salvador. Entonces te desploma, te caes, te encadenas, te encierras nuevamente en tu celdita mental, retornas al rebaño.
Pierdes el tren al paraíso, pobrecito, para quedarte abrazado a tu EGO, a las fantasías de poder, a los sentimientos de impotencia, a la creencias en salvadores, en dioses… pobrecito…

Emprender el camino de unificar tu ser, de descubrir tu Yo Auténtico y armonizarlo con tu Yo Vivido, eso lo perdiste también.

Pero tienes la TESHUVÁ al alcance de la mano, ni bien quieras, ni bien lo hagas.

Recomiendo el estudio concienzudo de este escrito: http://fulvida.com/id-noajica/identidad/alegra-secreta y  este http://fulvida.com/ajenos/misioneros/teshuv-la-salvacin-mesinica

TESHUVÁ: la salvación MESIÁNICA

Cuando has pecado, te has apartado de la senda que debes andar, esa es la definición de pecado.
Como muchos quizás sientes y crees que estás perdido para siempre.
Así también te lo han inculcado en tu hogar, en tu iglesia, en tu “sinagoga”, en infinidad de sitios que pregonan doctrinas religiosas en las cuales el hombre ES pecador y sin remedio, alguien destinado a la muerte eterna, al sufrimiento, al “infierno”.
Cuando te quieren manipular, que es en el 99% de los casos, te ofrecen falsas esperanzas, salidas milagrosas, maravillosos remedios para enfermedades que no tienes. Te venden, a precio carísimo, salvadores, redentores, sangres derramadas para purificarte, y te hacen sentir y creer que esa es la única manera de escapar del destino espantoso que te espera por ser pecador. Si no acatas, si no te sometes, si no te esclavizas, entonces estás condenado, solamente “tu padre” Satanás está aguardando por ti, para freírte en aceite hirviente y azufre en el infierno. Te desean las peores maldiciones, te auguran un futuro de pesadilla eterna. O acatas sus dogmas y te dejas abusar por los amos y reniegas de todo derecho a ser libre, o lo peor está preparado para ti. No hay otra solución, solamente infierno o sus dogmas.
Atención, esto es evidente cuando se trata del mito de Jesús, Yehua, o el nombre que le quieran poner, en donde es textual esto mismo que te dicen. Te hablan del pecado original, de tu imposibilidad de ser salvo sin la sangre del cordero, de como su dios te odia y por ello te impone mandatos imposibles, para que tropieces y te vayas directo con tu padre el demonio. Es textual, así te amenazan y manipulan para que acates, te sometas, cierres los ojos, canceles el pensamiento y creas por fe ciega, o te vas al infierno, o te vas al infierno… o te hacen vivir el infierno con sus amenazas, presiones, agresiones, hostigamiento, desprecio, abandono, etc.
Pero, no solamente los seguidores del falso dios colgado actúan así. De todas las tiendas religiosas se levantan los “iluminados” que te atemorizan con castigos y sufrimiento, aquí o en la eternidad, si es que no avienes a ser manipulado por ellos. Cambiarán los nombres de los dioses, serán otras las propuestas doctrinales, pero al final es lo mismo: EGO. Manipulación, falsas creencias, soluciones mentirosas, hacerte vivenciar la impotencia para romper tu autoestima, esclavizarte, echarte culpas, fomentarte miedos, obligaciones estrafalarias, repetición de lemas, conductas absurdas que se convierten en reglamentarias, no comunicar, ser dócil ante el clérigo, llevarte a un estado de pobreza multidimensional desde la cual no tengas más respuesta que el abandonarte a sus exigencias.
Repito, desde todas las tiendas religiosas y sectarias se procede así, más o menos encubierto, con mayor delicadeza o brutalidad, pero allí en el fondo y en la finalidad encontramos siempre lo mismo. Mucho EGO, manipulación, distorsión de la realidad, desbalance, falta de Shalom (verdadero) aunque se repita mucho la palabra “shalom”, agresión, quejas, hacer sentir culpable, amenazas, promesas imposibles de verificar, esperanzas huecas… EGO… mucho EGO…

Entonces, ¿qué hacer?
Es un hecho que el pecado existe, porque pecar es desviarse de la senda que uno debe transitar y no hay nadie que no se aparte de ella.
Sea por rebeldía, o comodidad, o ignorancia o error, todos tenemos en nuestro haber muchos ladeos y bifurcaciones.

Lo cierto es que Dios, el Uno y Único, ha creado un mecanismo insuperable para ajustar tu vida, equilibrarte, hallar la armonía con el prójimo y el cosmos.
Es posible recuperarse, volver a la ruta sagrada.
No te desesperes.
Porque, Dios ha preparado para ti el camino de la TESHUVÁ, del arrepentimiento, del retorno, de la respuesta efectiva y positiva.
En palabras del profeta Isaías (1:16-18): “ Lávense, purifíquense, aparten de Mi vista sus malas acciones. Cesen de obrar mal, aprendan a obrar bien; busquen el derecho, socorran al oprimido; defiendan al huérfano, protejan a la viuda. Entonces, vengan, y discutamos –dice el Eterno–. Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, se volverán blancos como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana.”.

No está en rituales, tampoco en la fe.
No son necesarios sacrificios, ni derramamiento de sangre.
Son se precisan intermediarios entre Dios y el hombre, redentores milagrosos que limpien de los pecados.
Nada de eso pide Dios.
Él está declarando exactamente qué es lo que indica para rectificar al humano, para quitar el peso del pecado de sobre sus espaldas y de su conciencia.
Es Dios el que habla en boca del profeta, y no un payaso disfrazado de religioso, o un emisario del EGO.

Entonces, podemos enumerar los pasos oportunos y necesarios para el proceso de TESHUVÁ.

  1. Saber que X acción está mal.
  2. Saber que uno ha hecho tal acción mala.
  3. Reconocer que uno la ha realizado, sin dar excusas, sin justificarse, admitiendo el hecho, la seriedad del mismo, la responsabilidad por lo efectuado y sus consecuencias.
  4. Querer enmendar la situación provocada por el pecado.
  5. Hacer lo posible para corregir, mejorar, reparar, restaurar lo que se ha dañado con la acción negativa.
  6. Admitir la acción y pedir sinceramente perdón a la persona que ha sido agraviada y luego a Dios. En caso de ser un pecado contra Dios, pedir de Él el perdón. De nada sirve pedir perdón a Dios si no se ha pedido primero de la persona ofendida (de ser posible) y si no se ha tratado de corregir lo roto por nuestra acción.
  7. Aceptar las consecuencias legales o materiales de los hechos que hemos desencadenado.
  8. Comprometerse a no volver a incurrir en esa acción en el futuro.
  9. Perdonarse, no torturarse con sentimientos de culpa, negaciones, remordimientos. Dejar libre, fluir, no esclavizarse.

Llegados a este punto, se ha podido tomar conciencia de lo realizado y procedido a apartarse del mal, para enmendar luego lo destruido, a la par de moverse en dirección al bien.
No es un procedimiento mágico, ni se obtiene una limpieza espiritual milagrosa, sino que se retoma la senda de la que uno se ha desviado, pues eso es pecar: apartarse de la buena senda.
Dios es bueno y justo, por lo cual la posibilidad del retorno es factible, sin esperar a que vengan del espacio fuerzas místicas a rescatarnos, sin necesidad de rituales complejos, ni siquiera de sacrificios o rezos purgatorios.
Todo está allí, en las acciones.
En el bien hacer, en el proceder con bien, con justicia, en lealtad al Eterno, con amor sincero hacia el prójimo.

Para avanzar por el sendero de la TESHUVÁ requerimos de autoestima adecuada, porque si no conseguimos evaluarnos justamente, si no sabemos dónde estamos parados, qué tan lejos de la meta estamos, difícilmente notemos lo perdido de nuestro transitar por la vida.
Aunque, no basta con saber que uno está desviado del camino, también es imprescindible admitir que se ha fallado, en poco o mucho, y tener la fortaleza para emprender la vuelta, y mucha más aún para pedir perdón con sinceridad. No es fácil reconocer la impotencia, pero cuando se hace, se está en verdadero control de aquello que se puede controlar.
Si somos más profundos en nuestro análisis, llegamos a descubrir que de hecho nuestra autoestima, nuestra propia valoración, se fortalece cuando ponemos vigor para volver a la senda correcta.
Los errores pueden hundirnos, pero también fortalecernos. Está en nuestra decisión, en la forma que encaremos las cosas, qué obtendremos.
Así pues, cuando el EGO nos quita de la ruta, nos debilitamos, sentimos la impotencia que nos corroe y nos trastornamos en nuestro correcta evaluación de nuestro verdadero alcance y poder.
Pero si no dejamos al EGO que comande nuestra vida, si no hacemos caso a esas voces que nos demuelen por dentro, si no nos derrumbamos detrás de nuestros apetitos y miedos, estamos en condiciones de retornar al camino bueno y crecer en él.

Cuidado, el EGO está listo para que tropecemos en cada uno de los 9 pasos del proceso de TESHUVÁ que te he explicado más arriba.
Cada uno puede ser motivo para la derrota, para volver a la celdita ridícula que nos impone el EGO.

Ya lo dijo el Eterno a Caín (Bereshit / Génesis 4:6-7):  “–¿Por qué estás resentido y con la cabeza baja?
Si obras bien, andarás con la cabeza levantada. Pero si obras mal, el pecado acecha a la puerta de tu casa para someterte, sin embargo tú puedes dominarlo.”
.

Los posibles pozos que te ponga el EGO podrían ser:

  1. Saber que X acción está mal.
    1. X no es un acto malo, en realidad es una buena acción.
    2. Todo es cuestión de opiniones.
    3. No dijo Einstein que todo es relativo.
    4. Hay diferentes puntos de vista al respecto.
    5. Mi religión no lo toma como malo.
    6. En la física cuántica se dice que algo es y no es al mismo tiempo.
  2. Saber que uno ha hecho tal acción mala.
    1. Yo no fui.
    2. Yo no lo hice.
    3. Me obligaron.
    4. Está escrito que pasara.
    5. Fue su culpa, ¿quien le mandó estar ahí cuando pasó?
    6. Los caminos de dios son misteriosos.
  3. Reconocer que uno la ha realizado, sin dar excusas, sin justificarse, admitiendo el hecho, la seriedad del mismo, la responsabilidad por lo efectuado y sus consecuencias.
    1. Eso está justificado porque esa persona merecía que le pasara eso.
    2. Puede que sea algo malo, pero no en esta oportunidad.
    3. Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón.
    4. Yo soy pobre y tenía necesidad de hacerlo.
    5. Fue sin querer, otra cosa hubiera sido queriendo.
    6. No fue nada en realidad, protestó y reclamó más de la cuenta.
  4. Querer enmendar la situación provocada por el pecado.
    1. Ok, estuve mal, lo admito. ¿Lo dejamos así?
    2. Ya te pedí perdón, ¿qué más quieres que haga?
    3. Bueno, al pasado pisado.
    4. Listo, no podemos arreglar lo que ya está roto.
  5. Hacer lo posible para corregir, mejorar, reparar, restaurar lo que se ha dañado con la acción negativa.
    1. Me siento mal por lo que te hice, me encantaría ayudarte, pero ahora no puedo.
    2. Ya pasó mucho tiempo, esto no tiene arreglo.
    3. Hice lo que pude por repararlo, pero quedo así como está ahora, espero que te sirva.
    4. Otro día arreglamos, ¿está bien, no?
  6. Admitir la acción y pedir sinceramente perdón a la persona que ha sido agraviada y luego a Dios. En caso de ser un pecado contra Dios, pedir de Él el perdón. De nada sirve pedir perdón a Dios si no se ha pedido primero de la persona ofendida (de ser posible) y si no se ha tratado de corregir lo roto por nuestra acción.
    1. Dios juzga, no el hombre.
    2. Yo ya me confesé con mi clérigo, no tengo nada que hablar contigo.
    3. Eres rencoroso y vengativo, ¿cómo esperas que te pida perdón?
    4. ¿Acaso no te ordeno dios dar la otra mejilla?
    5. ¡Si ya te pagué por lo que rompí! ¿Qué más pretendes de mí?
    6. Tu que eres mi dios, lávame de todos los pecados, hazme renacer en ti, porque tu sangre limpia todos los pecados.
  7. Aceptar las consecuencias legales o materiales de los hechos que hemos desencadenado.
    1. Te pagué, te pedí perdón, ¿qué más quieres?
    2. ¡Esto es injusto!
    3. ¡Ya me disculpé!
    4. Mi dios lava mis pecados, no tengo nada que agregar.
    5. Mi redentor se hace cargo de mis pecados, ¡arréglate con él!
    6. Pero si me perdonaste, ¿cómo te atreves a pedirme que te devuelva lo que te extravié?
  8. Comprometerse a no volver a incurrir en esa acción en el futuro.
    1. Fue solo un error, no volverá a pasar.
    2. Todos cometemos errores.
    3. Errar es humano.
    4. Bueno, por ahora me portaré bien, pero si se presenta la ocasión…
    5. Ah, quien sabe el futuro… no me pidas que adivine que voy a hacer entonces.
    6. Está en manos de dios.
  9. Perdonarse, no torturarse con sentimientos de culpa, negaciones, remordimientos. Dejar libre, fluir, no esclavizarse.
    1. Soy un pecador y ya no tengo salvación.
    2. Solo la sangre del cordero redime y no creo en él.
    3. Soy malo.
    4. Soy impotente, nada de lo que haga vale.
    5. Satanás me ha esclavizado.
    6. Es el EGO, yo no tengo fuerza sobre él.

Estos son solo algunos ejemplos, quizás no todos muy brillantes o creativos, pero espero que sirvan para que se entienda mejor el punto que quiero establecer.

El proceso de TESHUVÁ es esencial, porque realmente no estamos libres de errores, voluntarios o involuntarios.
Por ello, es bueno hacer el ejercicio diario de evaluar nuestras acciones, no para mortificarnos inútilmente, sino para descubrir tanto las cosas positivas que reforzar, como aquellas en las que hemos tropezado y poder mejorarnos en ellas.
Pedir perdón sinceramente es para valientes, para gente con poder y fortaleza. Es posible para TODOS, sin excepción, la cuestión es aprender a no caer en las trampas del EGO, a no ser un pupilo del Yo Vivido en sus múltiples antifaces, sino una persona que vive en busca de la armonía entre su Yo Auténtico y su Yo Vivido.
Romper el yugo del EGO para aceptar la Ley del AMOR.

Y perdonar al que se arrepiente… ah perdonar… leamos lo que codificó Maimónides (Hiljot Teshuvá 2:10): “Está prohibido ser cruel y no aceptar la conciliación, debe ser suave para conciliar y duro para enojarse. Cuando el que ha pecado le pide que le perdone, debe perdonar de todo corazón y con ánimo dispuesto. Incluso si le ha angustiado mucho con su pecado, la Torá ordena que no se vengue ni guarde rencor, y así debe proceder la simiente de Israel con su corazón correcto.”.
El perdonar no implica dejar de lado la justicia, pero sí la amargura, el resentimiento, el remordimiento, el deseo de venganza, la impotencia.
Al perdonar te liberas del peso horrible, sin por ello dejar de pretender que se imponga la justicia con su determinación.

Esto es en esencia la ERA MESIÁNICA.
Una en la cual se termina el exilio, se acaba el imperio de las pasiones, se quiebra el imperio del EGO.
Es la Era en la cual se gobierna con paz, amor, justicia y lealtad. Se toman decisiones, buenas o malas, correctas o no, pero siempre basadas en el análisis, en el conocimiento, en la buena intención nutrida con sabiduría. Se establece un reino interno de shalom, de armonía multidimensional y ya no más de guerra, de pecado.

Te propongo que seas parte de los que construyen shalom, asientan el reinado mesiánico.

Parashat Shelaj Lejá 5772 – שלח לך

Te contaré el tema predominante en la cuarta parashá del cuarto libro de la Torá, Bemidbar/Números. Ante la incertidumbre e insistencia del pueblo y con permiso de Dios, Moshé envía líderes tribales, uno por tribu, aquellos que contaban con el apoyo de sus hermanos. Les encarga explorar la Tierra Prometida durante cuarenta días. Regresan cargados de frutas inmensas que demuestran lo descomunal que brinda aquella tierra. Diez de los exploradores aprovechan el impacto visual para afirmar que los habitantes también son gigantes y por tanto, ellos creen, que será imposible la conquista. Se ven como langostas delante de los poderosos canaaneos. Pronto se esparce un ánimo de desesperación y sospecha entre el pueblo, descreen de su poder para triunfar, ni aun con la promesa de Dios de estar con ellos. Se sienten infinitamente más débiles que sus enemigos, ¿pero lo son realmente? ¿La fortaleza está en las armas, las murallas, los músculos, el tamaño del ejército, en qué radica el poder? ¿Alguien con potencia física pero que se siente frágil, es efectivamente poderoso? ¿La belleza de la rosa, está en ella, o en el ojo que la ve, o en el cerebro de quien interpreta su imagen?
Tal parece que Calev y Ieoshúa, los dos exploradores que confían en Dios, sabían una respuesta a estas dudas, pues tratan que el pueblo recuerde que si Dios está con ellos, nada hay para temer. Él no es hombre para hacer promesas y no cumplirlas y Él había pactado que la tierra sería propiedad de los israelitas. La empresa puede parecer imposible, pero no lo es.

El pueblo se deja esclavizar por sus miedos, parecen sordos y necios a razones y evidencias, se cierran alrededor de lo que ellos sienten y creen, por lo que no permiten que se les ayude a ser libres. Al contario, claman que es preferible morir allí mismo o retornar a Mitzraim (Egipto). Lloran entre quejidos y postración. Como consecuencia, obtienen lo que desean y temen. Se decreta que no entrarán a la tierra, sino que los varones de entre 20 y 70 años morirán en el desierto, tal como ellos habían pedido. Permanecerán hasta completar 40 años en el desierto, al cabo de lo cual se permitirá que entren a la tierra de Israel.
A pesar de la orden de Dios, un grupo (los llamados “mapilim”) decide emprender la conquista de la tierra. Al contrario de sus hermanos israelitas, ellos se consideran con poder como para conquistar aquí y ahora, aunque Dios no los acompañe. Son advertidos por Moshé para que así no hagan, no tienen autorización ni la protección de Arriba. Ellos no lo oyen y rápidamente son exterminados por los hostiles y vigorosos habitantes de esa región.

Desde el dubitativo pedido de enviar expedicionarios hasta las reacciones revoltosas del final, todo fue muy grave, por lo que hubo que implorar al Eterno para que brille con Sus atributos de misericordia y mitigue Su estricta justicia. Dios respondió con la famosa frase, tantas veces repetida en los rezos de Iom Kipur: "Yo lo he perdonado, conforme a tu palabra." (Bemidbar / Números 14:20).

Hasta aquí mi narración de los hechos que suelen considerase centrales en la parashá.
Ahora, te dejo una frase, del filólogo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900), para que encuentres cómo se relaciona con lo que hemos aprendido hoy:" Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti."

Un par de preguntas para ayudarte: 1- ¿Mintió alguno de los dos grupos de expedicionarios?
2- ¿Cuál es el error en común del pueblo en general y luego el de los “mapilim”?