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Un baño interno de Luz de Vida

Cuando la otra persona, o la situación en sí, nos hace sentir impotencia (o la vivimos), de forma automática surge la respuesta del EGO.
Ésta puede ser con llanto, grito, golpe o desconexión de la realidad, cada una de éstas o alguno de sus derivados.
Hagamos memoria y rápidamente veremos que es así.
Te pongo un par de ejemplos, solo como ilustrativos, no te quedes pegado a ellos.
El conductor de adelante va lento, no tienes como rebasarlo, además hizo una maniobra terrible y casi le chocas. Sigue lento, como de paseo en mitad de la jornada laboral. Tú quieres llegar más rápido. Te agitas, te pones tenso, sudas, estás ansioso, lo insultas, le gritas alguna cosa poco bonita, le muestras el dedo medio, tocas la bocina como si eso le diera alas al auto, desearías romperle la cara a ese maldito que te estorba en tu apurado transitar.
Tu hijita se niega a comer, le pides por las buenas, sigue sin comer. Le pides que coma, ahora subiendo el tono de tu voz, sigue sin comer. La amenazas con alguna reprimenda si no come, entonces ella juega con la comida pero no come. Gritas, ella hace pucheritos, como para largarse a llorar y no come. Gritas más fuerte, y de paso agregas alguna palabra fuerte, quizás hasta la zarandeas un poco o tomas el tenedor y quieres embucharle al menos un bocado, y ella sigue obstinada sin comer, ahora llorando y berreando amargamente.
EGO y sus reacciones… ¿las ves?
Revisa en tus recuerdos, en tus hábitos, en tu forma de hacer las cosas y verás al EGO trabajando, probablemente al mando de tu vida.

Responder desde el EGO es lo útil en una situación que es de extremo peligro vital, cuando nuestra vida está en juego y la reacción instintiva de supervivencia es la necesaria.
El EGO está allí para auxiliarnos en la supervivencia, cuando no hay otra forma posible e inmediata de responder.

Pero, responder desde el EGO ante el sentimiento de impotencia, sirve para aumentar el problema, hacer más pesada la sensación de debilidad, alejar de la resolución pacífica y saludable, enturbiar las relaciones, agravar la enfermedad.

Una buena manera de actuar fuera del contralor del EGO sería a través de un estado de conciencia donde tengamos buenos pensamientos y actuemos compasivamente con la persona que nos hace sentir impotentes.
Esto no implica negarse a lo que es justo, a detener al verdadero agresor, a que las autoridades pertinentes se encarguen de ajusticiar al perverso que nos daña.
No estamos tratando de cuestiones “graves”, sino las cotidianas, esos constantes enfrentamientos con tu pareja, esas peleas por dominio con tus hijos, esas bromas con tus compañeros, esas luchas constantes para demostrar tu poder, tu fortaleza, tu dominio, para no caer en la angustia de la impotencia.
Es en estas ocasiones diarias, de muchas veces al día, que te propongo lo de actuar con buenos pensamientos y compasivamente.
Una buena manera de entrenarse para alcanzar la maestría en la construcción del Shalom, puede ser el desear que el otro reciba un baño interior de Luz de Vida.
Este buen deseo no alcanza, pero es un bello inicio.
Así, en vez de ponerse ansioso y agredir cuando el conductor de adelante va lento, bien podemos desear que esté lleno de Luz, que su vida sea bendecida. ¡Todo lo contrario a las maldiciones y palabrotas que “naturalmente” diríamos, producto del EGO!
Puedes argumentar que no sientes esa compasión, que en verdad quieres mandarlo al demonio, que se pudra, que choque, lo que sea menos que le deseas Luz de Vida. Y sí, es comprensible. Tú y yo, todos tenemos mucho que des-aprender. Pero no pongamos esto como excusa para seguir haciendo lo mismo que es enfermo y malo. Comencemos el cambio, seamos constructores de Shalom.
Deséale el baño interno de Luz de Vida. Que el Eterno bendiga su existencia. Aunque no lo sientas. Aunque te parezca hipócrita de tu parte. ¿Cuál es el problema? Dios no te enjuiciará por desearle el bien al prójimo, aunque no te sientas compasivo realmente. Por el contrario, este ejercicio de accionar por la positiva en lugar de reaccionar desde el EGO te hará fuerte. Te dará el dominio real sobre tu vida. No serás todopoderoso, no te escaparás del sentimiento de impotencia, pero estarás mejor parado para no volver a la celdita mental del EGO.

Pero, no caigamos en trampas del EGO al pretender hacer esto.
Porque alguno puede hacerlo con la idea de recibir algo a cambio.
Por ejemplo, Dios me recompensará si hago esto. O el otro se correrá del camino y podré avanzar como yo quiero. O me siento bien conmigo mismo porque soy tan genial que no me ofusco sino que bendigo de corazón.
Todo esto sigue siendo EGO.
Porque lo hacemos para recibir algo a cambio, y ésta no es la idea correcta.

Hazlo, porque es bueno hacerlo.
Seguramente recibirás muchas cosas buenas, para empezar menos presión del EGO, más salud multidimensional, mejores relaciones humanas, mayor paz, entre otras cosas.
Pero que no sea el recibir tu meta, sino solamente un beneficio secundario, muy lindo, muy bueno, pero no lo principal, no tu sentido de vida.

Al desearle al otro Luz de Vida, estarás siendo tú bañado por ella.
Aunque no seas genuino al principio, el acto de entrenarte te dará esa clara armonía, unidad, conexión.
Desea el bien, hazlo.

La máscara más cara

Una pregunta para responder aquí si quieres o para reflexionar y responderte a tu mismo.
La idea es que te sirva para ir avanzando en el camino del autoconocimiento. Si te conoces más y mejor, probablemente te ames un poco más, te cuides, te conectes contigo mismo y con el prójimo a un grado que no lo consigues desde el desconocimiento.

La pregunta:
¿Cómo usa tu EGO algunas de las máscaras de tu Yo Vivido para apartarte de tu Yo Auténtico?

Te daré un ejemplo, para que puedas realizar este ejercicio con mayor precisión. No te quedes pegado al ejemplo, es solo eso, un ejemplo.
El profesional que actúa en sus relaciones personales al estilo de su preparación académica y actividad laboral, sea médico, abogado, sicólogo, maestro, contador, lo que fuera. Usa frecuentemente la excusa de que hace así por “deformación profesional”, no otra cosa. Pero cuando analizamos la situación a la Luz del Conocimiento descubrimos que es un modo para dominar las situaciones que le angustian, que no sabe cómo resolver por no contar con recursos saludables para encauzar sus emociones. Su sentimiento de impotencia le obliga a presentarse con la máscara del profesional, encuadrado dentro de un marco que le brinda seguridad, sensación de relativo poder.

Ahora, es tu turno.
Adelante en el camino de la Luz.

El cordero de oro

La ignorancia es parte sustancial del ser humano (lo demuestra de varias maneras la foto que acompaña este texto).
El desconocimiento alcanza incluso hasta aquellos aspectos personales que pudieran ser sumamente íntimos.
Cargamos con zonas oscuras, puntos ciegos, somos naturalmente incapaces de penetrar el misterio de nuestra existencia, ¡cuánto más lo que está más allá de ella!
Esta ignorancia normal y hasta es bueno que exista, dentro de sus límites. No podemos vivir con la constante presencia de recuerdos, de proyecciones hacia el futuro, de pensamientos, de miedos, de deseos, etc. Tener toda la información al mismo tiempo, todo el tiempo, resulta en una sobrecarga, en ineficiencia, en descontrol, en locura, en muerte.
Gracias a Dios, nuestro cerebro es un gran filtro, entre su infinitud de tareas también nos sirve para bloquear y mantener fuera de la conciencia multitud inmensa de información que no es necesaria ni oportuna en este momento, es bueno que así sea.
Lo que no es tan bueno, es que aquello que debiéramos conocer y ser conscientes esté oculto, cubierto, negado.
Podemos creer que somos esclarecidos, que tenemos el saber y el poder, por lo que controlamos nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestro entorno.
Podemos suponer, con toda buena intención, que al menos tenemos conocimiento y conciencia de lo que nos atañe personalmente, sin embargo, somos esclavos de nuestra ignorancia y a veces incomprensión. Porque, no llegamos a conocer nuestro Yo Auténtico, nos quedamos solamente con las caretas que provee el Yo Vivido. Nos identificamos con etiquetas que nos dieron, nos inventamos personajes que asumimos como “yo”, vamos por la vida actuando como si fuera un teatro, en constante huida de encontrarnos ante el espejo del alma.
Esta ignorancia de nuestro ser, es el exilio de la persona.
Vivimos en exilio, fuera de nuestra tierra prometida.
Abandonados, desamparados, ignorantes de lo que es esencial: nuestro Yo Auténtico.
Al mismo tiempo, como tejemos historias de vida con bases imperfectas (ya que desconocen o rechazan la verdadera naturaleza del Yo), nos sentimos en la necesidad de elaborar miles de excusas, mentir y mentirnos, para no angustiarnos, para mitigar el sentimiento de culpa, para sufrir menos, para eludir la responsabilidad.
Sí, llevamos una vida de ilusión, aunque sea absolutamente real y concreta.
Una vida de desconexión de la realidad, sumergida en cuentos irreales que nos vamos inventando o tomamos de otros (padres, amigos, maestros, compañeros, medios de comunicación, etc.).
Como no estamos conectados con nuestro Yo Auténtico, no podemos estar conectados con el prójimo, ni con el entorno y tampoco con Dios. Apenas si lanzamos algunas líneas de vinculación, nos mantenemos en contacto, nos atamos, nos esclavizamos, pero no nos conectamos.
Si no nos conocemos, si no estamos conectados, si estamos en exilio, si llevamos vida de ilusión, si pasamos por este mundo como turistas sin marcar presencia, si nos mantenemos en la inconsciencia, si seguimos encerrados en celditas mentales, ¿cuál es el sentido de vivir así?

Es NATURAL de nuestra condición humana ser y sentirnos impotentes (faltos de poder).
La reacción original ante esto es la que parte del EGO, y puede expresarse de dos modos:

  • con abatimiento, desesperación, abandono, tristeza, la impotencia hecha carne (pero no concientizada); o
  • con pretensión de controlar todo, incluso aquello que está por fuera de nuestro dominio; fantasear con el control, creerse en posesión de las claves del poder, o buscar manipular la realidad (material o social) para imponer nuestro deseo.

Desde nuestros primeros momento de vida en este mundo el EGO nos acompaña.
En aquella pesadilla que es el verse sumergido por completo en la impotencia de entrar al mundo, el EGO nos auxilió, o eso creemos. Fueron sus rústicas herramientas las que nos permitieron sobrevivir, sobrellevar el terror de la impotencia, conseguir que alguien se hiciera cargo de nuestras debilidades y nos confortara. Fueron los gritos, los llantos, los pataleos del EGO los que alarmaban a los adultos a nuestro alrededor para que nos satisficieran, nos tranquilizaran, nos hicieran sentir menos el cuchillo mortal de la impotencia. Y cuando la satisfacción no era obtenida, o se demoraba, era el buen EGO el que nos desconectaba de la realidad tormentosa, el que nos llevaba al mundo de la inconsciencia, de la insensibilidad, de la anestesia, de la fantasía.
El EGO estaba allí, como salvador. Porque es su función natural, porque eso es lo que debe hacer desde su lugar de existencia en la base primitiva de nuestro cerebro.

Es este EGO salvador el que luego se toma como modelo de los dioses, ángeles, salvadores, seres místicos de la guarda, poderos milenarios, extraterrestres benéficos, etc.
Es este EGO el que es identificado luego con aquellos a los que asignamos poder, autoridad, dominio, sabiduría, consejo, etc. Cuando ciertamente el EGO no tiene poder, ni autoridad, ni dominio, mucho menos sabiduría o sapiencia, y es lo contrario a la conciencia.
Sí, el EGO es el origen de las religiones, de todas ellas.
En principio por ser la imagen interna de una “potencia salvadora”, que nos beneficia, que nos “ama” a pesar de nosotros no ser merecedores de ello.
Sí, también los que hacen de Dios, del verdadero y único, un “dios”, otro ídolo, están mancillando al Eterno, al equipararlo con los dioses inventados, con los dioses fabricados por los hombres, al hacer de la creencia personal de Él otro derivado del EGO.
Entonces, no es de extrañar que se pretenda negociar con Dios, imponerle nuestro deseo, creer en Él si nos hace los mandados, demostrar Su existencia si nos hace milagritos, suponer que Él está pendiente de nosotros como si fuéramos el centro del universo y Él nuestro servidor. También los que prostituyen lo espiritual para hacerlo religioso, esos también viven bajo el mando del EGO y no al servicio de Dios.
Todo esto es aprovechado por los miserables traficantes de la fe, sean de la religión que fueran, con el disfraz que usen, en el idioma que hablen, con el dios o dioses o no-dioses (ateos, organizaciones civiles, políticas, militares, nacionales, laborales, gremiales, etc.) que representen.
Allí está el pastor (para llamarlo en modo genérico, no solamente le pastor evangélico o mesiánico), que es el que tiene el supuesto poder, el supuesto saber. El pastor que todo lo sabe, todo lo puede, todo lo manda. El pastor que todo aconseja, prohíbe según su entender, decreta según su parecer. El pastor que no admite controversias, que no acepta preguntas “inoportunas”, que se enoja, que maldice, que presiona, que impone, que decreta, a sus ovejas y a sus dioses. El pastor que toma el lugar visible del EGO, que se convierte a ojos de sus seguidores en un dios, o emisario santificado por el dios. El pastor que nunca miente, nunca estafa, nunca se equivoca. El pastor al cual hay que tener contento, jamás contradecir o contrariar. El pastor que debe ser sostenido por el aporte de sus ovejas. El pastor que puede darse lujos que le niega a sus seguidores. El pastor que hace y deshace, que te dice una cosa y te dice la otra, que te ordena pero él y los que él escoge están libres de esa orden.
Te repito, no solo el pastor de la iglesia, puede ser un rabino, un cura, un sensei, un patrón, un comandante, un gerente, un rebe, un maestro, el burócrata, un guía, un jefe de sección, el conductor del bus, un gurú, un ministro de Estado, un monarca, un… cualquiera que esté ocupando el rol externo del EGO. Ese que se cree en control, o que realmente tiene algún poder sobre ti, sea por la función/cargo que está ocupando, por el lugar social que alcanzó, por la fantasía religiosa que le rodea e impregna con supuestos poderes, etc.
Ahí está el EGO, en ese funcionario, trabajando como el EGO sabe: gritos, pataleo, llanto o desconexión de la realidad, con sus derivados adquiridos con el crecimiento y las experiencias.
Si te pones a mirar desde el ojo de la conciencia, si analizas con la claridad que te estoy compartiendo, pronto verás cómo es que funcionan estas organizaciones basadas en el EGO, soportadas en el EGO, cuyo objetivo es el EGO.
Si estás entrampado en la telaraña del EGO, si tus puntos ciegos son muchos, probablemente no lo distingas, estarás condicionado para ver y no ver, de acuerdo a cómo te han adoctrinado. Una vez que has podido tomar distancia y te has quitado parte de la mochila de encima, cuando has des-aprendido, estás capacitado para aprender, para esclarecer, para crecer.

Cuando alcanzamos a comprender lo que está sucediendo, cómo el EGO está detrás, tanto del pastor como de la oveja, entonces es más sencillo explicar qué está ocurriendo. Se explica porqué la gente se deja estafar y se enoja cuando se trata de ayudarla, se entiende cómo amparan al pastor ladrón que vive a cuerpo de rey gracias al dinero de las ovejas que pasan miserias, se entiende el fanatismo, todo fanatismo, la ceguera.
Todos tenemos puntos ciegos, y el EGO se aprovecha de ellos, los amplifica, aumenta las sombras, porque ante la Luz el EGO se evapora.
La confusión, el caos, el desorden, la falta de razonamiento, la repetición de lema huecos, la prepotencia, la agresión verbal, la humillación, el hacerse la víctima, la queja, el reclamo injustificado, la indiferencia, todo parte de lo mismo y busca lo mismo: el dominio del EGO por sobre la persona.
Cuando Moshé desapareció en el Monte Sinaí y no retornó cuando el populacho lo esperaba, éste temió y acongojado protestó ante Aarón:

"haz para nosotros elohim (dirigentes, poderosos, dioses) que vayan delante de nosotros; porque a este Moshé [Moisés], el hombre que nos hizo subir de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido."
(Shemot / Éxodo 32:1)

Sí, la ceguera se extiende merced al EGO.
Ellos, el populacho, los extraños que se sumaron a Israel sin consentimiento de Dios, estaban aferrados a sus celditas mentales. Eran devorados por el miedo. Reaccionaban a causa del pavor o para obtener su deseo. Ellos no entendían, no comprendían, no tenían conciencia, no podían testimoniar que era Dios quien sacó a los judíos de Egipto, cosa que ellos aprovecharon para escapar también. Ellos veían a Moshé, veían a Moshé blandiendo el palo, veían a Moshé como el pastor, entonces era Moshé quien lo sacó de Egipto. Ahora, el líder ya no está. Desapareció. Entonces, desesperadamente precisan algo que ocupe su lugar. No importa lo que sea, pero que esté ahí, como el pastor, como el EGO materializado y visible.
Tal cual les pasa a algunas personas que han pasado por nuestro hogar FULVIDA, que salieron de la cárcel de la religión de Jesús/Yeshua/Isa (con cualquiera de los nombres que inventen, da lo mismo, es lo mismo), y dejaron al pastor, alias rabino mesiánico, alias moré mesiánico, alias roé, alias… Eso se dieron cuenta de que era nefasto, perjudicial, mentira, mortal, y corrieron lejos, pero bien pronto, bien bien pronto, se entramparon nuevamente. O regresaron a la misma congregación religiosa, o a una similar, o se abalanzaron sobre un rabino o alguien que se vende como tal, o se clavaron a otro líder religioso, por lo general líderes ávidos de dinero, poder, dominio sobre otros, renombre, aplausos. Bien rápido pidieron, demandaron, exigieron tener un líder como antes, alguien que fuera delante, alguien que encarnara al EGO. Amenazaron con escándalos, desastres, etc., para obtener su deseo, su retorno al caos, su sumersión en la inconsciencia e irresponsabilidad.
Sí, recuerdo a muchas personas que pasaron por aquí, por FULVIDA, y al no dárseles otro pastor que encarnara al EGO, ni otro falso dios que les esclavizara, rápidamente regresaron a sus celditas mentales, a servir a hombres, a adorar ídolos, a dormir nuevamente en la pesadilla del EGO.
Los que nos mantenemos aquí queremos hacer bien las cosas, nos miramos unos a otros y preguntamos qué estaremos haciendo mal. Seguramente que cada día podremos ir corrigiendo muchas cosas, sea en lo personal como en lo institucional. Pero, el hecho evidente, que surge cuando se analiza las cosas con calma y con el conocimiento que surge al ver al EGO, es que esas personas no fueron libres, no despertaron, sino tan solo se dieron vuelta en la cama, abrieron un poco los ojos, y volvieron a dormir. No quieren libertad, quieren servidumbre. No están preparados para servir a Dios, sino mantenerse esclavos del EGO. Con la excusa que sea, que mi esposa sigue allí, que mi esposa amenazó divorciarse, que Yehuda no me enseña hebreo, que el “rabino” tal me enseña “kabbalah”, que yo quiero seguir predicando “la palabra”, que en FULVIDA no hay “torah”, que siempre se habla de lo mismo, que… excusas, lo mismo que el populacho, quieren un pastor, quieren alguien con aparente fuerza que les marque el camino con su bastón, quien más inconsciencia y no libertad.
Analicemos, no demos excusas, analicemos y encontremos qué hay detrás.

Los esclavos del EGO, en su sumisión, en su esclavitud, tienen la necesidad de adoctrinar a otros, de manipular a los demás, de sumar gente a sus filas, de que nadie los contradiga, de reinventar la historia, de predicar la mentira con insistencia hasta que parezca que es verdad:

"… hizo un becerro de fundición, modelado a buril. Entonces dijeron: -¡Israel, éste es tu elohim (dirigente, líder, dios, poderoso) que te elevó de la tierra de Egipto!"
(Shemot / Éxodo 32:4)

Oh sí, el actuar como misionero es parte del síndrome del EGO.
El populacho, los extraños que huyeron detrás de los judíos ahora vienen a predicar “la verdad” a los judíos. Los “mesiánicos”, los “netzaritas”, los gentiles paganos que se hacían pasar por judíos, rápidamente querían adoctrinar al os judíos acerca de “torah”, de Dios. Cuando es evidente que el becerro de oro recién salió de la fundición, que era un muñeco de oro hecho por el hombre, estos misioneros con total desparpajo, con total desvergüenza anuncian y proclaman que ese es el dios de la salvación.
Sí querido amigo, el cuentito que te traen los falsos judíos mesiánicos es similar al que contaba el populacho que adoraba al becerro de oro.
Ponían al becerro en el lugar de Dios, o tal vez en el de Moshé. Como sea, le atribuían poderes mágicos, milagrosos, era la verdad y la vida, era la única conexión con Dios. Ese becerro era el que los salvó de Egipto.
Mentiras descaradas, evidentes estafas, pero dichas con tal pasión, con tanta insistencia, con tanto versículo apañado para acomodarlo a sus gustos, con tanta convicción, que finalmente los ingenuos e ignorantes podían creerles, podían sumarse a sus filas de desquiciados adoradores del EGO.
Lo vemos hoy en día, algunos lo soportan a diario dentro de sus familias o amistades.
Deben resistir el embate de los misioneros, falsos judíos que se hacen llamar efraimitas, netzaritas, mesiánicos, que vienen con su cuento preparado, entrenados en repetir lo mismo una y otra vez, en no responder a preguntas sino solamente seguir un curso de pensamiento ya dictado.
Ello vienen a traer “la revelación”, acerca del mesías, del que volverá, del hijo del hombre, del hijo de su dios, de… del becerro de oro, recién salido de la fábrica del EGO pero que es venido y vendido como sagrado, como de Dios, como salvador, como redentor.
Es así, tal cual lo vemos en el relato de la Torá, tal cual pasa hoy en día.
El “cordero”, es el becerro de oro.
Así como el populacho se inventó a su elohim, los seguidores del dios/mesías de “Nazaret”, igual hacen.
Pero también los que comercian con supuesta Kabbalah, y los que se hacen pasar por judíos aunque no sean mesiánicos, y los que se la pasan inventando historias religiosas para quedarse felices, y los que se fanatizan detrás de hombres, y… no… no es solo “pecado” los seguidores del cuento del nuevo testamento… parece que es “pecado” de los hombres en general…

Cuando al populacho se lo contraría, es despiadado. Deja correr la sangre, Agrede como puede. Es el fanatismo en persona. No se le lleva la contra. No se trae una lámpara que ahuyente las sombras. El populacho está ahí para servir al EGO, para no sentirse impotentes, para sentirse parte de algo más poderoso que les da poder y sentido a sus patéticas vidas.
El EGO domina, por lo cual hay violencia, más o menos encubierta. Hay falsedad, hay mentira, hay disfraces, hay locura, en una mayor o menor medida.
El EGO está al mando, entonces el misionero grita, llora, patalea o se desconecta de la realidad, con todas las conductas derivadas de éstas.
Piensa en el tiempo que tú eras misionero, una oveja de tu pastor. ¿Acaso no predominaba alguna de estas conductas?
O ahora, cuando te topas con todos esos disfrazados de judíos en tu vida, en el mundo o en Facebook, o en otros lugares de internet. Allí están, chapuceando en algo que creen es hebreo, mintiendo sobre su idioma. Haciéndose llamar por nombres que no son los suyos. Jurando tener un linaje que no es real. Afirmando acerca de doctrinas que no entienden pero ellos creen. Te imponen sus ideas, debes decir que sí o ellos se ofenden, se enoja, maldicen, se burlan, levantan la voz, gritan, amenazan, se hacen las víctimas, recurren a trucos como decirte que no debes juzgar, o debes amar, o que no te comportas como alguien de “torah”, o que ellos son maltratados como dijo su salvador que pasaría, o que su “rebe” es todo lo que el mundo precisa, o que su escuelita es la única santa, o… al final ellos son duros como piedras, son paredes, no entienden, no comprenden, no salen de su lugar, te cansan, te desesperan. Si tú eres débil, caes en la trampa de las risas y abrazos de bienvenida. O te dejas caer, ya cansado de luchar y ser incomprendido. Ellos son realmente los débiles, pero tienen el poder del imperio romano (EDOM) detrás. Tienen la falsa fortaleza del EGO que les impulsa a cualquier acción con tal de alcanzar sus deseos.

Pero, seamos justos y compasivos, no seamos severos, realmente para quien está encarcelado por el EGO es absolutamente difícil darse cuenta de esto, admitirlo, tomar conciencia, despertar, mantenerse fiel luego de hacerlo. El EGO hace muy bien su trabajo, por lo cual nos mantenemos en la ignorancia, absortos a la realidad, domesticados, esclavos, encerrados en la celdita mental que no tiene puerta ni llave pero de la cual no salimos.
Tampoco seamos severos, porque aprender esto lleva su tiempo y esfuerzo, y vivirlo a pleno, con lealtad, mucho más.
Así pues, el mundo de los hombres se encuentra sometido por el EGO.

(Recordemos, el EGO no es un demonio, no es un dios, no es un ángel caído, no es una fuerza mística, no es un alienígena que se posesionó de nuestra alma, no viene de fuera, no es antinatural; el EGO es una función natural, normal, de todo ser humano. Su meta es que la persona sobreviva, pero cuando se excede de sus límites, la lucha por la supervivencia lleva al egoísmo, egolatría, egocentrismo, violencia, malicia, abandono, dolor, sufrimiento, etc.
Recordemos y tengamos claro, no existe una lucha del EGO contra Dios, ni contra el hombre. Nada se opone a Dios. Y el EGO no está en lucha con el hombre, es parte natural y normal de él).

Un buen consejo para lidiar con los esclavos del EGO es no lidiar con ellos.
No enojarse, y si uno se enoja no demostrarlo.
No debatir ni rebatir, aunque uno pueda demostrar a cabalidad la falsedad del misionero, puesto que él está ciego y encerrado en su celdita. De nada sirve la razón y la lógica.
No luchar para ver quien sabe más, quien es más inteligente.
No es necesario, de hecho, es contraproducente.
Lo mejor, cuando se está en un mano a mano y no hay terceros que pueden ser perjudicados al escuchar la doctrina podrida del religioso, es no seguir su plan marcado de repetir lemas hasta el cansancio, de hablar en términos “bíblicos”, de cansarse por no llegar a nada con ellos. No, nada de esto es bueno. Lo mejor es uno hacer su propio juego y no jugar al de ellos.
¿Cómo es esto?
Nuevamente, no confrontando, no queriendo demostrar nada, no haciendo alarde del propio poder, no insultando, no aclarando versículos.
Sino, hacer una única pregunta y no salir de ella hasta que se obtiene una respuesta satisfactoria de parte del misionero.
Una pregunta inicial muy interesante es: “¿Para qué vino aquí?”, o también, “¿Para qué me está diciendo lo que me dice?”.
El misionero lanzará montón de lemas huecos, versículos, admoniciones, palabras incongruentes, supuestas respuestas. Usted ha de mantenerse firme en su pregunta, hasta que obtenga una respuesta satisfactoria. La tal respuesta debe provenir de la persona, no de sus amos, ni de libros, de tampoco sirve que esté formada con frases hechas. Debe ser personal, desde el alma de la persona que está en rol de misionero.
Luego, vaya usted al terreno personal, NO de la agresión, ni descalificación, ni de competencia, sino para conocer a la persona, su situación, su sentir. Que hable de cómo se siente con su familia, con su trabajo, con su vida. Nuevamente, no es para que usted salte y diga “Aha, ¿viste como creer en el muchachito no hizo que tu padre no abusara de ti, ni que tu marido te respete y no te golpee, ni que tu hijo no se drogue? ¿Viste como tu falso dios no sirve para nada porque no es verdad?” ¡No! No es para burlarse de la persona del misionero que usted preguntó por lo que le concierne a ella, sino para abrir un canal de Comunicación Auténtica, que lo lleve a tratar de entablar conexión de Yo Auténtico a Yo Auténtico. Seguramente fracasará, ya está avisado, pero vale la pena el intento. Porque quizás la próxima vez tenga éxito, o tal vez ahora, quien lo sabe… lo importante es no responder al EGO con EGO.
Nosotros también estamos sometidos al EGO, no por identificarnos como noájidas leales o judíos verdaderos con conocimiento y vida de judaísmo estamos libres del EGO.
El EGO está en nosotros, es parte nuestra, opera con fuerza en nuestra vida cotidiana.
Por ello, debemos estar atentos y no dejarnos llevar por él.
Porque, cuando entramos al juego del misionero, en realidad estamos poniéndonos en modo EGO para relacionarnos con el otro en modo EGO. Eso es malo, para uno y el otro.
Pero, si estamos conscientes y hacemos el esfuerzo, el EGO no tendrá tanta injerencia en nuestras conductas, aunque la tenga.
Algo será diferente si trabajamos desde el modo Dios y no desde el modo EGO.
Al no entrar a bailar la danza del EGO, dejaremos descolocado al misionero, que solamente sabe de EGO, no más.
Tratará de fortalecerse, de cerrarse, de fanatizarse aún más.
Pero recordemos, a pesar del EGO, a pesar de la indoctrinación, a pesar del fanatismo, allí dentro, en algún lugar está el espíritu puro, la conexión que también el misionero tiene con Dios. También en él habla la vocecita sagrada, aunque tapada por el griterío de la congregación de burladores.
Ahí, en algún lugar ahí, está el lazo sagrado para conectarnos con el misionero, con el siervo del EGO.
Repito, no esperemos milagros, pero estamos aquí para ser felices construyendo shalom. Así que… vamos a hacerlo…

  1. ¿Qué nuevas enseñanzas has tenido leyendo y comprendiendo este texto?
  2. ¿Cómo te puede ayudar a ser más feliz?
  3. ¿Tiene alguna utilidad práctica a la hora de tatar con tu EGO?
  4. ¿Pondrás en práctica alfo de lo aprendido aquí?
  5. ¿Cómo harás para difundir, compartir, este mensaje de vida?
  6. ¿Qué harás para apoyar nuestra sagrada tarea y que no se pierda?

Gracias por acompañarme hasta aquí.

ALGO MAS SOBRE EL EGO

ALGO SOBRE EL EGO

En los últimos post que he leído se ha analizado el tema del EGO, pero desde una perspectiva de comprensión sencilla, fácil de captar para las personas interesadas en el tema y que de alguna forma reconocen que toda su propia vida ha sido, en mayor o menor escala, ególatra o egoísta.

El EGO (egoísmo, egotismo, egocentrismo, concentración exagerada en sí mismo, llámese como quiera) en algún momento de nuestro desarrollo entre bebés dependientes a niños con capacidad de aprender (quienes son nuestros padres y familia, donde se vive, que son las cosas, como se aprende a comunicarse, como se articulan las palabras), nos ayudo a sobrevivir en el mundo.

Si se tenía hambre, sed, sueño, miedo, o bien cuando sentíamos enfermedad, utilizábamos una herramienta efectivísima, propia del humano, para llamar la atención de otros más fuertes de los que dependíamos para que nos socorrieran: EL LLANTO, algo que nadie nos enseñó; se manifestó por sí solo, con buenos resultados, pues captábamos la atención de otros, y hasta fuimos capaces de provocar emociones en otros por el simple hecho de llorar.

El EGO en sí mismo, no es malo; impresiona que su función es la preservación de la vida del humano, no dejar morir el cuerpo a través de que otros socorran y auxilien al nuevo e indefenso ser; pareciera que el Ego hecha andar el Instinto de Sobrevivir, de luchar para no morir. Piensa por un momento esta escena: mientras la persona se está gestando en el vientre materno, no experimenta necesidad ni desea nada. No sabe que existe porque no tiene conciencia, pero la realidad es que existe, que es, que es un ser. No siente hambre, frio, calor, miedo, sed, sueño o enfermedad, no piensa. Todo es proporcionado por otra persona, el cuerpo de su madre. Este estado de dependencia, en donde el humano se encuentra, es un estado bueno; no ocupa hacer ninguna acción para que lo socorran, todo es proporcionado a su tiempo para que se desarrolle. Pareciera que la misma Natura, el embarazo, enseña al humano que si existe un estado de dependencia buena, no ególatra, en el que necesita regresar o encontrar para desarrollarse, pero no en campos físicos o materiales.

(Si me permiten la comparación, pareciera que el Humano lo que busca en su vida es volver a este estado de DEPENDENCIA, pero ya no de otro cuerpo, pues ya se tiene conciencia de que se existe, de que se ES, de que se es un SER individual, de no renunciar a su ser, es decir, de no querer morir. Su propia naturaleza lo inclina a buscar depender del Espíritu del Universo, de un Zar de los Cielos, de la Inteligencia Creadora, Del AQUEL que lo logre contener otra vez, “circuncidando” su EGO, su instinto de sobrevivir- porque ya no lo ocuparía-, pero no negociando su conciencia del ser. Pero ese es otro tema para otro ensayo de otros que conocen más y no yo.)

En algún momento de nuestra vida, cuando se empezó a tener esa tendencia humana a racionalizar, todo se empezó a analizar en función de nuestro bienestar, es decir, del EGO (del “yo” necesito estar bien, ya no para sobrevivir, sino para estar más cómodo y seguro, para no sentir miedo). Recordemos solamente un segundo la primera vez que nos llevaron a la Escuela y el pánico que sentíamos al ver que nos dejaban con personas extrañas y tal vez podrá entenderme lo que le hablo. 

Sobra decir, que esa tendencia ególatra, de estar cómodo y seguro, fue el parámetro que utilizamos para todos nuestros pensamientos, y a la postre, para nuestras acciones. Sobran ejemplos, pero aquí hay unos pocos: nos enojamos cuando las cosas no nos salen bien, cuando otras personas nos decían NO a nuestros deseos; cuando discutíamos con otras personas para convencer de la razón; cuando rezábamos por salud, trabajo, pareja, compañía todo para hacer nuestra vida más confortable y llevadera; cuando nos hicimos ateos o cristianos y pensábamos que la salvación era asistir o no a la iglesia pues ahí estaba dios; cuando pensábamos que éramos salvos del infierno o calamidades circunstanciales por el solo hecho de ser creyentes de jesus, lo que nos hizo sentirnos un poquito superior a los demás, etc, etc..).

OTRA ARTIMAÑA DEL EGO DEL HOMBRE: LA DESUBICACIÓN EN EL TIEMPO

El EGO (concentración exagerada en sí mismo) había tomado control ahora de nuestros pensamientos para que ejecutáramos acciones que a la postre nos empezaran a destruir internamente, antes de hacerlo físicamente; pero ya no a través del llanto, sino a través del PENSAMIENTO, que es lo que hecha andar LA ACCION.

Tal vez usted querido lector, puede pensar que los ejemplos que puse son exagerados, o bien, que ya se superaron en su vida, y que ahora vivimos en otro nivel menos egoísta, por el hecho de que estamos limpios de la influencia religiosa, y porque ahora comprendemos mejor nuestra identidad secular. Pero.. ¿es así? ¿Están superados? ¿Qué hay de aquellos menos graves?

Solo toma unos segundos detenerse para observar nuestro propio comportamiento para darse cuenta que a pesar de que sabemos algo de nuestro EGO, aun seguimos pensando y accionando teniéndolo a él como base, para desdicha nuestra y de las personas con que nos relacionamos.

Me pongo de ejemplo: Hace no muchos días atrás, por razones de mi trabajo, tenía que estar en una Dependencia Pública para presentar unos documentos. Era la 1pm y yo todavía no había terminado la documentación y realmente me sentía un muy preocupado porque la oficina gubernamental cerraba a las 3pm. En realidad mi preocupación era no poder llegar a tiempo para presentar los escritos y no otro motivo, pues podía perfectamente presentarlos al día siguiente. 

Sin embargo en esos momentos me sentía realmente acongojado, no dejaba de mirar el reloj de mi computador mientras terminaba de redactar. Logré a la 1:30 pm terminarlos, y salí de mi lugar de trabajo hacia la dependencia pública.

He de decirles, que estaba entre 30 o 40 kilómetros de mi destino, por lo que empecé a conducir mi vehículo de una forma casi parecida a esas personas que huyen de la policía, y que logra uno ver en esos videos policiacos de la TV.

Mientras conducía a una velocidad preocupante, no dejaba de ver el reloj de mi vehículo y pensar que no iba a llegar a tiempo. También cruzaba otros pensamientos que me frustraban más aún: el embotellamiento que se hacía en una intersección al final de la carretera,  buscar espacio en el estacionamiento cuando llegara, la fila que había que hacer a la entrada de la oficina pública y que podía atrasarme aun más…

Mientras todo estos pensamientos me cruzaban por la mente, me empecé también enojar, porque los demás conductores estaban conduciendo de modo que todos estaban confabulados para que yo no llegara a tiempo ¡¡¡

En fin.. llegue a la Oficina Pública, presenté los documentos, y ya para los 2:30 pm estaba libre de esa obligación; o sea, termine ese trámite con 30 minutos de antelación.

Como me sentía un poco agitado por el trajín, el estrés, y la corrida que me tuve que pegar para llegar antes de las 3 pm, decidí irme a la cafetería del lugar, comprar un café y fumarme mi cigarrillo preferido. Mientras degustaba mi café y mi cigarrillo, pensaba en lo tonto de mi comportamiento; desde que había salido de la oficina de mi trabajo y hasta que presente los documentos en la Dependencia Pública; todo fue negativismo, frustración, estrés, enojo con la vida y con los conductores que me acompañaban en mi ruta. No tuve tiempo de disfrutar el viaje, mirar el paisaje, disfrutar la conducida, estar consciente del día soleado que hacía.

¿Qué podía perder si no llegaba a tiempo? NADA. No afectaba para nada mi labor. Podía perfectamente haber presentado mis documentos al día siguiente y los resultados eran los mismos.

¿Entonces por qué me preocupe tanto por llegar a tiempo, lo que me hizo actuar de manera tan irracional? ¿Por qué me preocupaba tanto las 3 de la tarde si apenas era la 1:30 pm?

El EGO, ahora convertido en el fundamento de los pensamientos, nos hace actuar de manera que creemos es la mejor, de hacer las cosas a nuestro modo y a nuestra forma para que así las cosas funcionen bien según nuestra propia comprensión de lo que sucede; si algo no sucede conforme a lo que ya planeamos nos frustramos, enojamos, o empezamos a temer, por que  no están sucediendo las cosas tal y como consideramos que debían suceder. El Ego nos hace creer que tenemos la razón y que las personas deberían comportarse como nosotros juzgamos o creemos recto o correcto, para que nuestra vida, y la vida en sí, sea mejor. Es decir, nos trasformamos en ese Director de la Obra, que a la vez es actor también, que empieza a ordenar el escenario y a los actores para que todo salga a la perfección según su propio criterio; y que piensa que si las cosas no salen como él las planea, dice y ordena, la obra es un total fracaso.

Mientras usted está leyendo estas líneas, ¿no es cierto que está pendiente de otras cosas? Puede ser que simplemente tenga abierta otras ventanas del Windows (el correo, el facebook, Fulvida, el Messenger, etc) y en todas está pendiente de lo que escriben, publican o dicen. ¿Por qué ese comportamiento de abarcar todo a la vez? ¿Por qué esa tendencia de puede perderse algo bueno usted, si no está al tanto de todo y todos? ¿No cree usted que ese comportamiento es EGO manifestándose ya no como llanto, sino como dándole la razón de que es necesario concentrarse en varias cosas a la vez?

¿Por qué mientras desayuna en la mañana está pendiente de las noticias del periódico o de la televisión, o esta pensando en los pagos que tiene que realizar ese día, o en los problemas que tiene que resolver en su trabajo? ¿Por qué no simplemente SE UBICA EN EL TIEMPO Y EN EL ESPACIO y sencillamente come, y espera a ejecutar todas las acciones conforme se presentan? ¿Por qué mientras nos estamos bañando en la mañana estamos pensando en lo que vamos a desayunar, y no nos concentramos en simplemente asearnos?   

UBICARSE EN EL TIEMPO Y EN EL ESPACIO

Después de ese incidente, y de las pequeñas cosas que vivo diariamente, he aprendido algo que me gustaría compartir. Es un minúsculo ejercicio que me ha servido para no ceder a las demandas del EGO, y mantenerlo hasta cierto nivel “quedito”, antes de que se manifieste y me haga perder la conciencia de lo que ocurre. Es sencillamente RECONOCER mi humanidad, es decir UBICARSE EN EL TIEMPO Y EN EL ESPACIO.

Independientemente de lo que somos o lo que hacemos, dejemos por un momento de lado eso que ha dado valor agregado a nuestra vida. Olvide por un momento que usted es mexicano, chileno, venezolano, etc; olvide que es padre o madre; olvide que es abogado, doctor, artista, ingeniero, ama de casa, etc; olvide que es judío o gentil; olvide si es muy creyente o si no lo es tanto; simplemente véase con su humanidad, como un ser pensante e independiente del resto de las personas que lo rodean; que en este momento y a esta hora está leyendo. Ubíquese en ese espacio en donde esta, si está en la sala, en la oficina o en su habitación. Es decir, en el espacio donde se encuentra y en este preciso instante está usted leyendo.

Yo en este instante escribo, estoy concentrado en la acción de redactar. No dejo que nada me haga pensar en otra acción más que de estar sentado en mi silla favorita, en la sala de mi casa, escribiendo.

En este preciso momento, en el lugar que esta, está usted viviendo un hecho irrepetible en el tiempo, está usted ejecutando la acción de leer. ¿Por qué se preocupa de lo que va a ocurrir en 1 minuto? ¿Por qué está pensando si en el facebook le comentaron la publicación de hace 1 minuto? ¿Por qué no simplemente cierra todas las ventanas del Windows abiertas y se concentra únicamente es vivir este irrepetible instante en leer?

Empezar a admitir la propia existencia conlleva que uno ES, que no hay otro igual, que la vida es propia e irrepetible, que solo hay una, que solo se tiene ESTA oportunidad para vivir UNA vida; que lo que sucede es porque así ES, ya sea porque lo provoque o por que aconteció casualmente, pero que es lo que se está viviendo; que se puede corregir lo que se puede, lo que no, pues NO. Que está pasando el tiempo y se vive con los dilemas propios de cada minuto, hora y día; que en este momento mientras escribo disfruto escribir, porque en eso estoy ocupado YA, y si usted está leyendo, es porque en eso está ocupado en este segundo. No se puede adelantar un minuto del tiempo para saber lo que acontecerá ni se puede retroceder un minuto para variar la consecuencia; simplemente el tiempo trascurre y estamos en su corriente ocupando un espacio en el tiempo, en la vida, con solo una oportunidad para vivir en La Vida.

Disfrute este minuto, este segundo, no se adelante en el tiempo ni se retroceda en él, concentre el pensamiento en este preciso instante mientras lee…

Intente repetir ese principio en cualquier otra acción que ejecute; disfrutar de su humanidad finita y limitada en el tiempo y en el espacio, de que puede hacer lo que está haciendo disfrutándolo en el preciso instante que lo hace.

Parece ser que si se llegara a lograr enfocar nuestra fuerza de voluntad en disfrutar lo que se hace en casa segundo, con la concentración que merece cada detalle por insignificante que parezca, nuestro EGO no nos juega la vieja artimaña de desubicarnos en el tiempo ni en el espacio para hacernos victimas de esas añejas emociones erráticas; y pareciera también que mientras más degustemos el placer de hacer las cosas en su tiempo y en su espacio, estaremos ejecutando otra acción más importante aun: con nuestro cuerpo, mente, y pensamiento estaremos agradecidos con la vida y con Dios por poder ser y hacer, de valorar la vida y las oportunidades.

Esforzarse a que el EGO no nos desconecte para hacernos “viajeros en el tiempo” con el fin de buscar cierta comodidad o seguridad, va más allá de estar vigilante de las bizarrías religiosas en las que crecimos; implica hacer de nuestro espacio y tiempo una solemne acción de gracias por vivir, por ser quien se es, por hacer lo que se hace, y por tener lo que se tiene.

 

Shekel completo

En la parashá Ki Tisá nos encontramos con una porción también conocida como Shekalim:

"(12) ‘Cuando hagáis el censo para obtener el número de los Hijos de Israel, según los que sean contados de ellos, cada uno dará al Eterno el rescate por su persona. Así no habrá mortandad entre ellos, cuando hayan sido contados.
(13) Esto dará todo el que sea contado: medio siclo conforme al siclo del santuario. El siclo tiene 20 geras. La mitad de un siclo será la ofrenda alzada para el Eterno.
(14) Cada uno que sea contado, de veinte años para arriba, dará esta ofrenda alzada para el Eterno.
(15) Al entregar la ofrenda alzada para el Eterno a fin de hacer expiación por vuestras personas, el rico no dará más, ni el pobre dará menos del medio siclo.
(16) Tomarás de los Hijos de Israel el dinero de las expiaciones y lo darás para el servicio del tabernáculo de reunión. Ello será un memorial a los Hijos de Israel, delante del Eterno, para hacer expiación por vuestras personas.’"
(Shemot / Éxodo 30:12-16)

Se codifica como mandamiento, el numerado 105 en la cuenta del Sefer HaJinuj, que cada judío mayor de 20 años de edad, sin importar su condición económica o social, debía contribuir con un medio shekel, a ser entregado como aporte para las obras del servicio a Dios en el Templo dedicado a Él.
Este mandamiento es de vigente obligación en tiempos del Templo, tanto para los judíos que habitaban Israel como para aquellos en el extranjero. 
Actualmente que no tenemos el Templo, se recuerda este mandato sagrado por medio de la lectura de esta sección en la parashá de esta semana, así como lectura complementaria especial anual del shabbat que antecede el comienzo de Adar.

Podemos aprender muchas cosas, pero quiero enfocarme ahora en una, quizás luego en otra más.
Se ordena que cada uno dé medio shekel.
Ya sea pobre o rico, apegado a los mandamientos o no, quiera o no, cada uno tenía que contribuir con medio shekel.
Podemos preguntarnos, ¿por qué medio shekel y no uno entero?
Una respuesta es que así todos podían pagar.
El pobre no tenía la excusa de su pobreza, el medio shekel anual era una suma accesible; en caso de no tenerlo, que pidiera prestado era su opción, su deber.
Por su parte, al rico se le imponía un límite específico en este tributo en particular, si quería dar más dinero para las obras del Templo, podía hacer otros donativos, por fuera de este tributo.
Aquel que no quería, igualmente debía, era un impuesto ordenado por la Torá, ley de la nación judía.
Aquel que no era muy observante (aunque en la antigüedad era algo muy poco común encontrar judíos alejados del modo de vida de la Torá ), se le recalcaba que éste era un impuesto obligatorio, que tenía otros fines aparte de los rituales. Servía también como censo, para saber el número de judíos adultos integrantes de la nación (Shemot / Éxodo 38:26).
Por este último aspecto, se codifica que era deber de todo judío adulto, cohén, leví e Israel; sea libre o liberto; sea judío de nacimiento o por conversión legal. Mujeres, siervos y niños estaban exentos, pero si uno de estos tres grupos quería entregar el medio shekel, se tomaba. Pero, en modo alguno se aceptaba de los gentiles, aunque fuera un noájida, no se aceptaba su contribución de medio shekel, pues era un tributo exclusivamente para los miembros de la nación de Israel, no para los gentiles.
(Comentario aparte, vemos aquí otro de los mandamientos de la Torá que el noájida que quiere atribuirse por sobre sus Siete, no tiene derecho, ni debe hacerlo. Tal como lo es el Shabbat y festividades de la Torá, tal como los celebran los judíos, ni estudio de Torá como los judíos, ni tefílín, ni mezuzá, ni tzitzit, ni circuncisión, que han sido decretados por Dios como exclusivos de los judíos y no permitidos para los gentiles, aunque tengan la más noble y pura de las intenciones).

Pues bien, medio shekel para que todos los que estaban obligados, puedan pagar.

Pero, podemos encontrar otro motivo quizás.
Podría ser, que esto nos enseña que todos somos parte de algo más grande. Algo que nos identifica, que nos es propio, pero que no somos nosotros.
Es una identidad transpersonal, formada por mí JUNTO con otros.
En este caso en particular, la identidad espiritual de pertenecer a Israel, al pueblo judío.
(Obviemos ahora la aparente dificultad de que mujeres, niños y esclavos no estaban obligados a este mandamiento. Concentrémonos, por favor, en la enseñanza que aplica a toda persona ,sin distinción de género, secta, gremio, condición social, identidad espiritual).
Cada uno tiene algo que aportar. Cada uno es parte, y si no cumple con la suya propia, el sistema completo está en falta.
No somos perfectos, pero se quiere que seamos lo mejor que podemos ser, con uno mismo y con el prójimo.
Por eso había que dar la mitad de un shekel, para que cada uno se sienta parte, para que entre hermanos se complementen.
Tú no eres el encargado de todo, no se te exige que hagas todo, pero sí que te intereses en conocer lo que te corresponde y lo hagas.
Medio shekel, no uno entero, porque el entero se consigue junto a los otros, a aquellos que tienen que construir contigo una mejor realidad.

Una realidad que no es llana, unidimensional, sin texturas diversas.
Es un multiverso, tal como el humano es multidimensional.
Somos cuerpo, somos emociones, somos pensamiento, somos la sociedad, somos esa conexión infinita que es el espíritu. Todo ello somos.
Somos uno, en la múltiple diversidad.
Aprender a ser lo mejor que puedes ser: tú mismo, en tu multidimensionalidad, en la armonía de tus dimensiones.
Ser tú y no un títere de los deseos de otros, o de las manipulaciones de tu EGO.
Ser tú, que tu Yo Esencial guía a tu Yo Vivido y se coordinen, y formen una personalidad integrada, saludable, bendita y de bendición.
Ser tú, no es la soledad, no en el exilio del ser, sino que formando parte de una comunidad de pares, de gente buena, justa, comprometida, leal. Una comunidad que si tú no estás, deja de existir como debe ser.

Otro aspecto de esta parashá.
El acto de dar, tal como nos enseña este mandamiento para los judíos, es el que nos redime, expía por nuestras almas.
¿Cómo puede ser que tan poco dinero sea el necesario para expiar por las culpas?
Hay una respuesta práctica, concreta. Ese dinero, el del medio shekel dedicado al Templo, era usado para comprar los animales y objetos necesarios para las ofrendas de expiación colectiva, entre otras cosas. Por tanto, como uno aportaba a eso, recibía el beneficio indirecto.
Pero hay otra respuesta alternativa.
La redención, la expiación, la “salvación” está en el acto generoso, en la apertura bondadosa hacia el prójimo, en la obra benéfica para la comunidad.
No en un acto ritual, ni en palabrería sin sentido, ni en mística hueca, ni en doctrinas religiosas, ni en sacrificios de sangre, ni en la fe… en la obra de bien, en el acto de bondad, en la construcción de shalom en la realidad.
Aquí vemos que no importa la cantidad, sino el hecho de dar.
El ideal es dar de forma desinteresada, sin esperar NADA (pero realmente NADA) a cambio. Ni en esta vida, ni en otra vida. Ni del que ha recibido, ni del que te ha visto, ni de la caricia egoísta que uno mismo se regala por hacer bondades.
Hacer el bien al prójimo simplemente porque uno hace bien al prójimo.
Seguramente que los beneficios no tardan en llegar para el que tiene un estilo de vida generoso, pero se multiplican mucho más para el que da sin esperar nada a cambio.
Por supuesto, el dar no es una receta mágica que te previene de desgracias, de enfermedades, de malicias de otros, de catástrofes, de accidentes… no querido amigo, el dar no es un hechizo que soluciona tu vida, como no lo es ningún cumplimiento de mandamiento, ni ningún rezo.
Uno da, porque es bueno hacerlo, y si de ello se obtiene beneficio (cosa que ocurre), ¡qué bueno!
Pero recuerda, medio shekel, no todo lo que tienes.
Porque somos limitados, dependemos constantemente del medio, de la naturaleza, de otras personas. Si solamente damos, cosa que es una ilusión, y no recibimos, nos extinguimos velozmente, o llevamos una vida miserable, por completo falta de salud, por fuera del marco de vida que Dios pretende para Sus hijos humanos.

¿Te has dado cuenta de que es a través del EGO que te afectan las desgracias?
Es el EGO el que nos hace inventar diferencias donde no están, conflictos donde no existen, quejas donde debiera haber agradecimiento.
Es el EGO el que nos sumerge en el sentimiento de impotencia, de hastío, de desesperanza, de dolor, de sufrimiento. El EGO el que nos hace vivir de deseos, de vanidad, de fantasías. El EGO el que nos hace creer unidades, en lucha por la supervivencia, en la guerra por la supremacía del más apto.
El EGO que nos inventa religiones, dioses, salvadores, necesidad de depender de aquello que es dispensable.
Seguir por los caminos que te marca el EGO, no puede hacerte dichoso; sólo puede hacerte desgraciado.
Si bien el EGO pretende la supervivencia, su funcionamiento sacado de su preciso contexto te lleva al constante sentimiento de amargura, de impotencia, de fracaso. Aún dentro del éxito, del aplauso, está la sombra del EGO, sus hambrientas fauces devorando tus carnes, corrompiendo tus pensamientos, destilando podredumbre en tus emociones, fantaseando poderes irreales con tal de suprimir tu vitalidad, de negarte tu realización, imposibilitar tu participación en la construcción de Shalom.
El EGO es el infierno, aquí y en allá.
Sabemos, lo repetimos, el EGO es una función natural, muy necesaria en su momento específico, parte de nuestro sistema de supervivencia básico. No es un ángel, ni un demonio, no es un espíritu maligno, ni un corruptor místico. Es parte de tu ser, es parte de tu naturaleza. Por tanto, no está en la mística, en conjuros, en rituales estrambóticos el poder librarte de sus mañas.
Presta atención cuando sufras, es allí que debes tratar de observarte, de descubrir los movimientos del EGO, sus herramientas que son tan toscas en funcionamiento.
Si haces bien la investigación, si puedes zafar de la emoción del momento, si tu pensamiento logra respirar un poco fuera de la celdita mental, entonces pronto descubrirás que de algún modo el EGO está detrás del sufrimiento.

¿Cómo se vincula el EGO con el tema que trajimos de la parashá Ki Tisá?
¿Cómo nos da poder sobre el EGO lo que aprendimos de la parashá Shekalim?

Escucho tus respuestas.
Gracias, por compartir este estudio conmigo.
Has sido generoso con tu tiempo, que es tu vida, por haber llegado hasta aquí junto a mí.
Ahora, sigamos elaborando conocimiento, comprensión, shalom con los comentarios, con las obras que apoyan a nuestra tarea de esclarecimiento, de redención.
Hasta luego. Que pases el mejor día de tu vida.

Alegría secreta

Las religiones por lo general se presentan como la respuesta a todas las angustias, las religiones supuestamente monoteístas además insisten en ser el camino único y excluyente hacia la verdadera felicidad.
Así andan promoviendo sus doctrinas y negocios los mercaderes de la fe.
”Cree en esto y odia aquello, y te irás al paraíso”.
”Sígueme a mí y dame de tu dinero, esa es la razón de tu vida”.
”Congrégate con los hermanos, repudia al diferente, pero di que eres tolerante, entonces serás bendito”.
”Solo a través de mí tienes la verdad, la felicidad y la vida… ahora, págame por todo lo que te prometo”.
Oh sí, la religión con sus vanas promesas de que cumplas con ella para ser feliz. Entonces se hacen pactitos con los dioses, se negocian acuerdos, se inventan astucias para engañar a los dioses, se pretende ser más poderoso que Dios. Porque, también entre los que se visten de santos hay muchos que no son más que adoradores del EGO. Pervierten lo espiritual para hacerlo religión. Hacen del cumplimiento de los verdaderos mandamientos simples monedas de intercambio con Dios, al que buscan obligar a que les satisfaga en sus deseos a cambio del cumplimiento de los mandamientos.
Negociantes de la fe. Tanto los que embaucan al prójimo con religiones inventadas, con doctrinas podridas; como aquellos otros que son muy fieles a libros y verdaderas doctrinas santas, pero que no son más que negociantes, lo hacen para obtener favores de Dios. Adoradores del EGO, al que presuntuosamente, idolátricamente, hacen pasar por Dios.

Sí, también las “religiones no religiosas” ofrecen cosas parecidas.
“Pon tu fe en la ciencia y serás feliz”.
”El hombre es la medida de todas las cosas, así que tú síguenos en nuestro marco humanistas y serás feliz”.
”Ten el último juguete electrónico carísimo de “La Manzanita” y serás feliz”.
”Actualiza tu sistema operativo y tu paquete ofimático, y serás feliz”.
”Grita los goles de tu equipo y festeja la derrota del tradicional adversario, y serás feliz”.
”Bebe tal cerveza, toma aquel whisky, disfruta de tal bebida cola, y serás feliz”.
”Usa aquella ropa, está a la moda, vacaciona allí, comenta esa película, escucha esta música, serás feliz”.
”Esa pasta de dientes, ese desodorante, ese perfume, ese color de labial, y serás feliz”.
”Maneja aquel auto y modelo, ten un cuerpo así y no asá, baila con aquellas personas, júntate con ellos y rechaza a esos otros, y serás feliz”.
”Cree en cualquier cosa de moda, respira como te ordenan, repite lemas sin sentido, adora lo que te presentan, y serás feliz”.
”Junta mucho dinero y derróchalo en lujos que no precisas, en placeres que son de apariencia, en comprar amistades, y serás feliz”.

Sí, queremos la felicidad… ¿o eso es lo que nos enseñan a creer?
¿Queremos realmente la felicidad?
¿Nos hace falta?
¿Nos falta?
¿Nos enseñan a creer que queremos la felicidad?
¿Nos enseñan a creer que somos infelices?
¿Nos enseñan a creer que tener más nos hará felices?
Cada una de estas preguntas merece que nos tomemos un tiempo para reflexionar, para evaluar, para responder con seriedad.
Ninguna de estas preguntas es sencilla ni merece ser pasada sin respuesta desde lo profundo.
Yo no te brindaré las respuestas ahora, suficiente con haber planteado estas interrogantes. Si quieres haces el esfuerzo de responderlas, si no, no lo hagas.

Nos enseñan que si conseguimos tal pareja, tal estilo de casa, tanto dinero, aquel auto, esas amistades, ese dios, etc., seremos felices.
Nos enseñan a seguir una receta mágica, una fórmula milagrosa, a presionar un maravilloso botón secreto que nos proveerá de satisfacción inmediata, o de promesas de redención y placer eternos.
Todo lo que queremos y más después de pasar ese umbral, de rezar tal salmo, de adorar esa imagen, de poseer esto y aquello, de creer en aquello otro, allí siempre habrá felicidad, es la promesa que nos hacen, la creencia que nos enseñan y que nosotros tercamente aceptamos y reclamamos.

Vivimos en una ilusión, en un completo delirio que es socialmente avalado y promovido. No es el delirio de los que son enviados al hospital siquiátrico, ni medicados para controlar sus mentes, sino el delirio que es aplaudido y sostenido por la sociedad.
Estamos dentro de una burbuja de irrealidad, en la cual nos hacen creer que la felicidad está al alcance con unos procedimientos fantásticos, de libro de cuento.
Se nos deja en un estado de confusión constante, de inmadurez, en una etapa mental/emocional en la cual se cree controlar por medio del pensamiento mágico, del deseo, de conexiones metafísicas que mueven al universo a conceder deseos.
Nosotros nos acurrucamos en ese estilo de vida infantil, lleno de temores, de deseos, de hechizos.
Creemos que la felicidad la encontraremos al final del arcoíris, a través de una oración mágica, chasqueando tres veces, silbando, etc.
Sí, también con buenas intenciones nos llevan a esa fantasía de poder, y nos dicen que los niños buenos son visitados por papá-noel, o rabí-noel, o nos vamos al paraíso, o se resolverán nuestros problemas.
Y no, no es así.

El dinero no compra la felicidad, ni la manda a hacer.
La salud no es sinónimo de estar feliz.
El amor no suele ser un estado permanente, ni de permanente felicidad.
Aquel que cumple con integridad los mandamientos que Dios le ha dado para que cumpla no vive sin sufrimientos, ni sin altibajos, ni en perfecta armonía.
Las tribulaciones están a la puerta, esperando para ingresar.
No, la felicidad no está misteriosamente guardada y lista para sorprendernos cuando queremos.

Parece que nos enseñan a buscar la felicidad allí en donde no se la encuentra.
No podemos saciar nuestra sed con el contenido de un pozo seco, ni el delirio de satisfacción satisface.
Parece que muy pocos pueden responder con facilidad a la sencilla pregunta: ¿para qué ser feliz?
Si pudiéramos, quizás sabríamos ser felices.

Miremos a los personajes del Tanaj, no hay uno que no haya pasado tormentas, conflictos, dolores, separaciones, enfermedades, guerras internas y externas.
Allí están, célebres personajes que recordamos luego de milenios, muchos de ellos ejemplos de virtud, de obediencia a Dios, de acatamiento a sus mandamientos, que tropiezan, que caen, que les cuesta reincorporarse, que sufren, que no están embotados en el delirio de vivir en un paraíso terrenal constantemente, sino que trabajan en la construcción de Shalom.
Ellos son nuestro espejo, son nuestra guía, y no encontramos que ninguno haya tenido una vida sedosa, sin traumas, sin pasiones encontradas.
Desde el abismo clamaba David, desde el destierro soñaba Iaacov, en el pozo lloraba Iosef, en la impotencia golpeaba rocas Moshé, ellos sufrían, no estaban inmersos en una burbuja de irreal felicidad.
Sin embargo, pudieron ser felices.

La felicidad no está en el tener, en cosechar trofeos, en darle alimento al EGO.
Porque es el EGO el que nos impulsa a hacer cosas para sentirnos con poder, con control, en dominio, al amparo de la debilidad.
Es el EGO el que nos asusta y nos hace correr como desesperados en busca de la clave secreta que nos convierta en todopoderosos.
Es el EGO que nos confunde y no nos permite identificar nuestro ser, conoceros, amarnos, respetarnos, unificarnos, ser uno, conectarnos con nosotros mismos, con el prójimo y con Dios.
Es el EGO el que promete todo tipo de felicidades, pero nos aleja de la felicidad.
Porque es el EGO el que nos hace creer que la felicidad es algo que se obtiene, cuando la felicidad es un resultado de lo que nos está sucediendo aquí y ahora.

La felicidad es el resultado de los que nos está sucediendo aquí y ahora.
¿Cómo?
Si nos falta esto y aquello, si nos duele lo de más allá, si nos corroe la duda, si sufrimos, si no tenemos, si deseamos, si realmente las cosas no pintan bien…
¿Cómo?

 

Cuando dejamos de buscar fuera lo que está dentro.
Cuando unificamos nuestras dimensiones y las ponemos en sincronía con la dimensión espiritual.
Cuando encontramos o elaboramos el sentido a lo que nos está sucediendo.
Cuando comprendemos intensamente que este momento, éste y no otro, es nuestra única vida, nuestra única oportunidad, y que no tenemos otro. Entonces dejamos de hurgar sin piedad en el pasado, no achacamos más culpas, nos dejamos de cargar la pesada mochila del sentimiento de culpa, hacemos oídos sordos a los miedos, eludimos la ilusión de pretender controlar aquello que está por fuera de nuestro control.
Admitimos nuestra existencia, admitimos nuestras circunstancias, vivimos el aquí y ahora sin luchar en vano contra aquello que es imposible derrotar. Por más que tratemos de espantar a las sombras con palos, éstas no se irán. Las sombras se corren en presencia de una luz, no cuando son apaleadas. Lo mismo ocurre con las fantasías de control, que deseamos imponer nuestro deseo, marcar el ritmo al mundo, dominar aquello que no está bajo nuestro imperio, y fracasamos, caemos en la angustia, nos sumergimos más en la insatisfacción y la infelicidad.

Pero, vivir el aquí y ahora como lo que es, nuestra única vida; dejar fluir aquello que no puede ser retenido; no luchar contra lo que es imposible pelear; no retener lo que tiene que partir; no querer controlar lo que no se puede controlar.
Así se llega de a poco a la armonía interna que produce la armonía con el entorno.
Armonía de nuestras dimensiones para alcanzar la armonía con los demás.
De a poco, cada cosa en su tiempo.

Para que la música penetre los sentidos, cobre vida, estremezca el alma, es necesario algo más que aprender una técnica de ejecución instrumental. Es necesaria la inspiración, la maestría, el arte, ese brillo que no se produce por magia, ni por aburrida repetición de una técnica. Es el espíritu puesto al mando, con las otras dimensiones en armonía. Entonces la música está viva y hacer estremecer.
Así también la felicidad, la verdadera. Es un producto que resulta de un estado del ser, de un entrenamiento para superar las limitaciones del EGO.
Resplandece cuando la persona vive a plenitud el aquí y ahora, especialmente en los actos de bondad generosa, en el dar sincero, sin esperar nada a cambio. Cuando se beneficia en verdad a otro, por su bien, sin esperar nada, absolutamente nada.

El secreto de la alegría secreta ya te ha sido revelado.

El EGO – Rav Shlomo Aviner

Nuestros Sabios describieron en el Talmud (en el Tratado de Sucá, 52b) el itinerario y la estrategia del EGO o “ietzer hará”, empleando la parábola de la oveja del pobre del Profeta Natán (descrita en Shmuel II:12) explicando: “Al comienzo se le llama al EGO“paseante”, después “invitado” y finalmente “dueño”. Al comienzo, es similar a un paseante que se encuentra en el camino. Las miradas se entrecruzan y ambos enemigos se contemplan y escudriñan. Entonces, hay que dirigir de inmediato la mirada a otra dirección. Porque si la mirada se fija, uno puede siempre llegar a preguntarse: “¿Por qué no agasajarle como “invitado”? En realidad, no me comprometo a nada. Sólo lo escucharé y es importante dialogar. A fin de cuentas, me encontraré en mi propio hogar y allí soy yo quien decide. El “ietzer” parece ser bastante simpático. Sólo escucharé lo que tiene para decir”. De este modo, el “EGOse transforma en invitado. A partir de ese momento, todo está perdido. Rápidamente, el EGO se transforma en el dueño de la situación y es quien controla todos los asuntos de la casa. A partir de entonces, es él quien invita y hace entrar a quien le parece.

Enseñanza para la vida noájica: Un noajida consciente y activo no niega la existencia del EGO, pero tampoco la subestima.

¿Para qué?

¿Para qué?
Es la pregunta que te conviene hacer y responder con franqueza a inteligencia ANTES de hacer o decir cualquier cosa.
Te llevará unos segundos más que si no lo hicieras, pero te evitará horas o vidas de dolor.
Te producirá algunos inconvenientes, porque suele costar un poco aclarar tus reales motivos, pero te permitirá llevar una vida de plenitud y gozo.
¿Para qué diré tal cosa?
¿Para qué quiero hacer esto?
Ojo, debes responder a PARA QUÉ y no a POR QUÉ.
Porque, es común confundir ambas proposiciones y derivar hacia los “porque…”. Sí, es más fácil decir causas, reales o imaginarias, que descubrir motivos y finalidades que sean sinceras.

Estás por gritarle a tu hijo algo parecido a “estúpido”, espera, ANTES te preguntas “Para qué le estoy por decir estúpido a mi hijo?”.
En tanto haces este micro ejercicio, seguramente ya te abstendrás de lanzar esa espantosa maldición sobre aquel que se supone más amas.
Y, si por una de esas raras cosas de la vida, encuentras un motivo válido, probablemente reconozcas que hay otras maneras de expresarse, que no conseguirás nada bueno ni justo.
Sí, toma sus poquitos segundos, hay que hacer un esfuercito, pero bien vale la pena.
Siendo gentil estás a punto de decir alguna parrafada que suena a hebraico o judaico… ¿para qué?
Para ufanarte ante otros, para sentirte más “espiritual”, para creerte parte de un linaje y estilo de vida que te es ajeno, para alcanzar el paraíso, para… no, todo esto es EGO… al menos es lo que me parece a mí… ¿para qué, pues? Creo que ni tú lo sabes… y si o sabes y descubres que es el EGO, entonces, ¿para qué lo sigues haciendo?

¿Vamos a probarlo?

¿Para qué vamos a probarlo?
Para aprender a ser nosotros mismos, amos de nuestras vidas y no meros títeres de nuestros EGOs. Para actuar con nobleza, con bondad, con justicia, y no como monigotes que reaccionan con violencia, con pasión, con desmedido sentimentalismo, con malicia.
Vamos a probarlo para ver si funciona, si podemos hacer que funcione, si nos llegamos a conocer un poquito más a nosotros mismos, y así amarnos, y respetarnos y unificarnos y ser felices.

¿Para qué ser felices?
Hmmm porque para eso nacimos… ¡no! Esa no es la respuesta a la pregunta “para qué”.
Vamos de vuelta.
¿Para qué ser felices?
Para…

Comunicarnos ahora

Sé breve y concreto al hablar, si puedes decirlo en siete palabras, ¿para qué excederte?

Que las palabras sirvan para comunicar auténticamente, no para ocultar.
El ocultamiento es un juego de EGO, la comunicación es amor.
No solo se oculta engañando, mintiendo, omitiendo la verdad, aparentando, sino también con el orgullo, la vanidad, la confusión, la complejidad amañada, la descontextualización, en fin, todo lo que no colabora con establecer puentes de unidad.

Que tu inteligencia se revele en el lazo que ayudas a formar con el otro a través de lo que expresas, de lo que recibes y comprendes.

Recuerda, la comunicación es mucho, muchísimo más que palabras.
Y ten presente, somos multidimensionales, no meras piezas de información, o recipientes de datos.

Que tu comunicación sirva para unificar, a ti mismo, a ti con el prójimo.
Porque aquel que no está en armonía interna, difícilmente la construye fuera.

Ahora, a comunicarnos…

Síntesis sobre el EGO

Este texto se basa en la síntesis analítica realizada por Luis Diego Pérez Chacón, aquí: http://fulvida.com/ajenos/misioneros/te-concedo-tu-deseo, con algunas correcciones, modificaciones y ampliaciones de mi parte. Gracias Luis, a construir Shalom en usted, en casa, en Costa Rica, en el Mundo.

1. El primer trauma en nuestra vida es nuestro propio nacimiento.
Pasamos de estar en un estado de completa dependencia, a otro de urgente supervivencia.

2. El Activo natural (EGO) es el recurso que entra en función para posibilitarnos nuestra supervivencia.

3. Al no contar con mecanismos neuronales, ni aprendizaje previo que permita dar significado a lo que ocurre, el recuerdo de tal momento traumático queda registrado en el cuerpo.

4. Esa sensación aterradora de la primera y primitiva Impotencia (falta de poder, control o dominio) se preserva en el cuerpo, por fuera de los códigos semánticos, desprovista de conexiones simbólicas racionales.
Se puede volver a experimentar a través del cuerpo y no de la conciencia.

5. Como mecanismo de defensa, el activo natural llamado EGO, entra al rescate con demandas (gritar, patalear, llorar para recibir alimento, calor, medicina, atención). Si no hubiera sido así, al momento de nacer moriríamos del terror o de inanición, o de frío, o de las múltiples carencias que nos circundan y como bebes no podemos controlar ni satisfacer.
Si no consigue satisfacer sus necesidades con sus demandas, entrará en un estado de desconexión con la realidad (dormir en el bebe, más adelante puede ser fantasear, desmayos, engaños, etc.), como modo sumamente rudimentario para preservar las energías vitales y no sucumbir inmediatamente, además de cuidar de no ahogar a la persona en el terror al punto de no poder superarlo más.

6. Como esa falta de poder quedó registrada corpóreamente y no en la cognición, se reactivará la sensación de impotencia terrorífica y mortal cada vez que sintamos fragilidad, falta dominio o control sobre grandes o pequeños sucesos, naturales o simplemente circunstanciales.
Esta reactivación producirá efectos corporales de mayor o menor intensidad, sentimiento de tristeza, de abandono, de angustia, de terror, de ansiedad, de desconsuelo, taquicardia, falta de aire, agitación, debilidad, dolores, etc.
Por tener el EGO una base cerebral, eventualmente también se podrían producir distorsiones de la percepción, de la cognición, del razonamiento, en las praxias, etc.
Los recuerdos de la impotencia, ese volver a experimentar en el cuerpo el registro,  podrán ser percibidos, hechos conscientes e interpretados de acuerdo al aprendizaje que haya hecho la persona en su vida. Aquel que no conoce el “secreto” del EGO, podrá obviar los signos y síntomas, o podrá explicarlos de modos alternativos, sin llegar a la médula del asunto.
Igualmente, conocer y entender NO es suficiente para resolver.

7. En la vida deseamos poder, en sus múltiples facetas (salud, dinero, amor, dominio, renombre, etc.), aunque no sepamos el porqué, lo anhelamos; pero lo que busca nuestro cuerpo, y ahora también nuestro pensamiento, es escapar del terror por la falta de control.

8. Como, de manera natural nuestro EGO entró al recate en un primer momento, de manera natural ahora también lo hace, como mecanismo de defensa también ante el espeluznante terror, pero ya no mediante llanto, sino DESEANDO PODER, dominio, control; y como quedó orgánicamente registrado tanto el terror como el mecanismo para calmarlo, ahora nuestro raciocinio se enfoca completamente en el EGO como medio para lo bueno (vemos la salvación cristiana buena, la defensa de ideas descabelladas buena, la venganza dulce, el resentimiento justificado, la autocomplacencia buena, el ateísmo bueno, la creencia ridícula buena.. es decir, cualquier cosa que nos haga sentir que tenemos un poco de control, sobre nuestra vida y la vida de los demás, para así tener dominio sobre lo que nunca vamos a tener: La Corriente de la Vida).

9. El EGO en sí no es malo, de hecho su función es preservar la vida.
Aunque sea paradójico, el EGO es el instinto de vida pero cuando se convierte en el amo genera enfermedad, miedo, descontrol, pobreza, sufrimiento y hasta muerte.

10. El EGO secuestra el pensamiento, entonces cada vez que el EGO actúa fuera de su real área de funcionamiento, la persona inventa excusas tales como que es para protegernos, que es algo necesario o  bueno, y así actuamos; pero los resultados son de fracaso, basta una ojeada a la misma historia de nuestra vida (religiosidad, problemas interpersonales, perdidas de trabajos, problemas de salud, y un sin fin de etcéteras.)

11. La percepción de las cosas a través de los sentidos está contaminada EGO, que se ha convertido en un colador de lo bueno y malo; es decir, nos mantiene en un estado de pensamiento y existencia infantil, dependiente, aferrado a lo mágico, etc.

12. ¿Cómo liberarse del EGO? ¿Como no sucumbir al deseo de Poder?
La respuesta que he hallado en FULVIDA: sujétese a PRINCIPIOS ESPIRITUALES:

   A) Recordar, reconocer, valorar, amar, respetar, nutrir la propia identidad en todas sus dimensiones, especialmente la espiritual. Los gentiles nacen con espíritu noájico, y como tal deben vivir.

   B) No pretender obtener las cosas a través de magia, pactos con dioses, pensamientos positivos, etc.

   C) La religión que nos obligaron a practicar, aunque fue un paliativo a nuestra impotencia, resultó que nos convirtió en creyentes de fábulas, nos hizo sentirnos superiores, salvos del infierno, criticones, y hasta nos separó de otras buenas personas que tal vez no creían como nosotros.

   D) Ser amables, comprensivos; estar atentos a escuchar y suplir las necesidades de otros, aunque cueste algún sacrificio personal.

   E) El actuar en beneficio de otros, es esencial.

   F) DESEAR PODER deriva en malestar emocional.

   G) La palabra clave siempre va a ser ACCIÓN buena, justa y verdadera.