La puerta de papá

Papá siempre quiso tener una puerta para él solo y se compró una con marco, base y picaporte y la plantó en medio del patio.
Y aunque trató de que fuera exclusiva, no pudo. Él nada más la usaba los domingos y un domingo dejó de usarla. En apenas mes y medio, gracias a la lluvia y a las gallinas que la empleaban como dormitorio cuando hacía calor, la puerta se puso mustia, se encorvó un poco y dejó de calzar en el marco. La pintura fue desapareciendo y dejando huequitos sin ella, hasta que se marchó por completo.
Entonces la adoptamos los niños.
Cuando papá vio que nos servía para ir del más acá al más allá, para viajar al pasado y al futuro, para entrar por un lugar del mundo y salir por otro y para asomarnos a las cosas que no sabíamos, agarró sus herramientas y la reparó. Después la pintó, le mandó a poner un techo y la disfrutó con nosotros para ir al fondo de los mares, para saltar de planeta en planeta en el sistema solar, para desplazarnos de un órgano a otro en el interior del cuerpo humano y para viajar entre los sueños.

(Cuento de Armando José Sequera)

Un comentario sobre “La puerta de papá”

  1. escribo para felicitarlos por su entusiasmo al darnos luz espiritual. por venir a fomentar el crecimiento noaita.gracias.sin duda alguna se llegara a reconocer quienes son los sabios y entendidos porque D s esta con ellos.y a traves de quienes es la bendicion para la humanidad D S nos ama a todos

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