Para tener presente cada día:
Oración de David
Inclina, oh Eterno, Tu oído y escúchame; porque soy pobre y necesitado.
Guarda mi alma, porque soy piadoso; salva Tú, oh Elokim mío, a Tu siervo que en Ti confía.
Ten misericordia de mí, oh Eterno, porque a Ti clamo todo el día.
Alegra el alma de Tu siervo, porque a Ti, oh Señor, levanto mi alma, porque Tú, oh Señor, eres bueno y perdonador, grande en misericordia para con los que Te invocan.
Escucha, oh Eterno, mi oración; atiende a la voz de mis súplicas.
En el día de mi angustia Te llamaré, porque Tú me respondes.
Oh Señor, ninguno hay como Tú entre los dioses (todos ellos falsos), ni hay nada que iguale Tus obras.
Vendrán todas las naciones que hiciste y se arrodillarán, oh Señor, delante de Ti. Glorificarán Tu nombre, porque Tú eres grande y hacedor de maravillas. ¡Sólo Tú eres Elokim!
Enséñame, oh Eterno, tu camino, y yo caminaré en tu verdad.
Concentra mi corazón para que reverencie tu nombre.
Te alabaré, oh Eterno, Elokim mío, con todo mi corazón; glorificaré Tu nombre para siempre.
Porque Tu misericordia es grande para conmigo; Tú has librado mi alma de las profundidades del olvido y la perdición.
Oh Elokim, los arrogantes se han levantado contra mí, y una congregación de violentos busca mi vida, y a Ti no te toman en cuenta.
Pero Tú, oh Señor, Elokim compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, mírame y ten misericordia de mí. Da tú fuerzas a Tu siervo; guarda al hijo de Tu sierva.
Haz conmigo señal para bien; véanla los que me aborrecen y sean avergonzados, porque Tú, oh Eterno, me ayudaste y me consolaste.