Mata al pollo pero no te quedes con las plumas

Cuando se hace a un lado la fe ciega, o lo que es, ese absurdo comportamiento de creer en algo o en alguien porque sí, por razones que la razón no entiende; y se echa mano de lo racional, lo lógico, lo verdadero, entonces, se comete un ‘crimen’.

 

Al enterarse que el colgado no existió en la realidad, que fue una idea que se albergó en el pensamiento y que se manifiesta en las acciones, no queda otra opción sino deshacerse de todo lo relacionado a él.

 

A nadie le gusta la idea de que tener que matar. Además es una prohibición para los gentiles. Pero vale la pena matar al colgado, esa idea justificadora que no solamente provee de una buena excusa para permanecer de brazos cruzados ante la vida, sino que sirve para sentarse en la banca de las víctimas.

 

Matar al colgado significa eliminar una excusa, cambiar hábitos, y retomar las verdaderas pautas de vida.  Dicho de otra manera, cambiar la forma en que se piensa y actúa.

 

¿Y cómo se mata al colgado?

Bien sencillo. Se necesita convencerse de que sus enseñanzas y creencias no son correctas. Darse cuenta que creer en él es estar programado para la mediocridad. Entender que la vida no depende de lo que está escrito en sus falsos libros.

 

Matar al colgado implica constancia, perseverancia, disciplina y dedicación. No se trata de matar al pollo y quedarse con las plumas.

 

Se precisa no de una, sino de siete armas para quitarle la vida que un día le dimos a esa idea del colgado. Siete armas porque quizás pretenda levantarse en contra de la verdad, principalmente de manera agazapada, argumentado ‘racionalmente’ o cuestionado ‘lógicamente’.

 

Cuando se mata completamente al colgado, se está aceptando la totalidad de la vida noájida.

2 comentarios sobre “Mata al pollo pero no te quedes con las plumas”

  1. Mas claro que el agua.  Dejar y aborrecer todo lo relacionado a la idolatria, para dejar tantas cargas tan pesadas que asfixian y envenenan el alma.  Sigamos construyendo SHalom!!!

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