Así son los misioneros…

El 26 de agosto, fecha del natalicio de la madre Teresa de Calcuta, es propicio para reflexionar sobre el lado verdadero de esta carismática y mediática monja.

El escritor Martín Caparrós, muestra a una mujer que consentía el dolor humano como experiencia para la salvación. Ella nunca proporcionó ayuda médica, ni creó una clínica a pesar de los millones que le llovieron. Tampoco crítico al sistema que generaba tanta pobreza, y se opuso a los métodos anticonceptivos en un mundo donde la sobrepoblación genera hambre y probeza.

Algo me molestó desde el principio. Llegué al moritorio de la madre Teresa de Calcuta, en Calcuta, sin mayores prejuicios, dispuesto a ver cómo era eso, pero algo me molestó. Primero fue, supongo, un cartel que decía “Hoy me voy al cielo” y, al lado, en un pizarrón, las cifras del día: “Pacientes: hombres: 49, mujeres: 41. Ingresados: 4. Muertos: 2?. En el pizarrón no existía el rubro “Egresos”. En el moritorio de la madre Teresa, su primer emprendimiento, la base de todo su desarrollo posterior, no hay espacio para curaciones.

La señorita Agnes Gonxha Bojaxhiu, también llamada Madre Teresa de Calcuta, consiguió en sus últimos veinticinco años una fama y un apoyo internacional extraordinarios. Le llovieron medallas, donaciones, premios, subvenciones, todo tipo de dinero para que ayudara a los pobres del mundo. La señorita Bojaxhiu nunca hizo públicas las cuentas de su orden pero se sabe, porque ella se jactó de eso muchas veces, que fundó, con ese dinero, alrededor de quinientos conventos en cien países. Pero no fundó una clínica en Calcuta.

Hay un par de ideas fuertes detrás de todo eso. Sobre todo, la idea de que la vida —ellos dirían “esta vida”, como si hubiera muchas— es un camino hacia otra, mejor, más cerca del Señor: si no fuera así, a nadie se le ocurriría dedicarse a que esa gente muriera mejor y, quizás, en cambio, pensarían en mejorar sus vidas. Y la idea de que el sufrimiento de los pobres es un don de Dios: “Hay algo muy bello en ver a los pobres aceptar su suerte, sufrirla como la pasión de Jesucristo —dijo la madre Teresa—. El mundo gana con su sufrimiento”.

Por eso, quizás, la religiosa les pedía a los afectados por el famoso desastre ecológico de la fábrica Union Carbide, en el Bhopal indio, que “olvidaran y perdonaran” en vez de reclamar indemnizaciones. Por eso, quizás, la religiosa fue a Haití en 1981 para recibir la Legión de Honor de manos de Baby Doc Duvalier —que le donó bastante plata— y explicar que el tirano “amaba a los pobres y era adorado por ellos”. Por eso, quizás, la religiosa fue a Tirana a poner una corona de flores en el monumento de Enver Hoxha, el líder estalinista del país más represivo y pobre de Europa.

Pero quizá no fue por eso que salió a defender a Charles Keating. Keating era un buen amigo de los Reagan —que recibió a la religiosa más de una vez— y uno de los mayores estafadores de la historia financiera norteamericana: el fulano que se robó, por medio de una serie de maniobras bancarias, 252 millones de dólares de pequeños ahorristas. Keating le había donado a la religiosa 1.250.000 dólares y le solía prestar su avión privado. Cuando lo juzgaron, la religiosa mandó una carta pidiendo la clemencia del tribunal para “un hombre que ha hecho mucho por los pobres”. Fue enternecedor. Pero cuando el fiscal le pidió que devolviera la plata que Keating le había dado —robada a los pequeños ahorristas—, la religiosa no se dignó contestar nada.

En el moritorio de Calcuta, la sala de los hombres tiene quince metros de largo por diez de ancho. Las paredes están pintadas de blanco y hay carteles con rezos, vírgenes en estantes, crucifijos y una foto de la señorita también llamada madre con el papa Wojtyla. “Hagamos que la iglesia esté presente en el mundo de hoy”, dice la leyenda.

En la sala hay dos tarimas de material con mosaicos baratos, que ocupan los dos lados largos: sobre cada tarima, quince catres; en el suelo, entre ambas, otros veinte. Los catres tienen colchonetas celestes, de plástico celeste, y una almohada de tela azul oscuro; no tienen sábanas. Sobre cada catre, un cuerpo flaco espera que le llegue la muerte.

El moritorio de la madre Teresa está al lado del templo de Khali y sirve para morirse más tranquilo, dentro de lo que cabe. La madre Teresa lo fundó en 1951, cuando un comerciante musulmán le vendió el caserón por muy poco dinero porque la admiraba y dijo que tenía que devolverle a dios un poco de lo que dios le había dado. Desde entonces, los voluntarios recogen en la calle moribundos y los traen a los catres celestes, los limpian y los disponen para una muerte arregladita.

—Los de las tarimas están un poco mejor y puede que alguno se salve.

Me dice Mike, un inglés de 30 con colita, tipo bastante freakie, que se empeña en hablarme en mal francés.

—Los de abajo son los que no van a durar; cuanto más cerca de la puerta, peor están.

En la sala se oyen lamentos pero tampoco tantos. Un chico —quizás sea un chico, quizás tenga 13 ó 35— casi sin carne sobre los huesos y una bruta herida en la cabeza grita Babu, Babu. Richard, grande como dos roperos, rubio, media americana, maneras de cura párroco en Milwaukee, comprensivo pero severo, le da unos golpecitos en la espalda. Después le lleva un vaso de lata con agua a un viejo que está al lado de la puerta. El viejo está inmóvil y la cabeza le cuelga por detrás del catre. Richard se la acomoda y el viejo repta con esfuerzo para que le cuelgue otra vez.

—Este está muy mal. Entró ayer y lo llevamos al hospital pero no lo aceptaron.

—¿Por qué?

—Por dinero.

—¿Los hospitales no son públicos?

—En los hospitales públicos te dan cama para dentro de cuatro meses. No sirve para nada. Nosotros tenemos una cuota de camas en un hospital privado cristiano, pero ahora las tenemos todas ocupadas, así que cuando fuimos nos dijeron que no. Acá no estamos en América; acá hay gente que se muere porque no hay cómo atenderla.

Richard me cuenta sobre uno que entró hace un mes con una fractura en la pierna: no lo pudieron atender y se murió de la infección. Y está dispuesto a seguir con más casos. Parece que acá no es tan raro que alguien se muera antes de los últimos esfuerzos.

—No podemos curarlos. No somos médicos. Tenemos un médico que viene dos veces por semana, pero tampoco tenemos equipos ni ciertos remedios. Lo que hacemos es confortarlos, cuidarlos, darles afecto, ofrecerles que se mueran dignamente.

Hay algo que me suena raro en todo esto. Richard le acaricia la cabeza al que insiste en colgarla; más allá, Mike le sostiene la mano a uno con un vendaje que le atraviesa el pecho. Los acompañan: no tienen un idioma común así que no pueden hablarse, o quizás no ganarían nada con hablarse. Richard va a buscar una sábana para tapar al viejo de cabeza colgante. Hace solo 35 grados y el viejo tiene frío. En Chicago, Richard estudia Medicina, pero ahora dice que no sabe si va a poder volver a soportar aquello. Y dice que tampoco podría soportar esto todo el tiempo, pero que no soportaría ser doctor y no atender a estos tipos. A veces llega un punto en que soportar es muy difícil. Richard es un Clark Kent buenazo con mentón imponente y es muy católico, familia de irlandeses, y dice que dios le va a decir qué hacer.

—O sea que no hay ninguna posibilidad de que lo atienda un médico.

—No.

-¿Y entonces?

—Y entonces se va a morir hoy o mañana.

Richard lo dice como quien dice: llueve. O incluso: quizás llueva. Debe ser difícil pronunciarlo así.

La señorita Agnes Gonxha Bojaxhiu, también llamada Madre Teresa de Calcuta, nunca se privó de dar sus opiniones. En Irlanda, por ejemplo, en 1995, un referéndum sobre el divorcio encendía pasiones. Irlanda era el último país de Europa sin divorcio, y los márgenes se anunciaban estrechos. Entonces la religiosa —que no tenía nada que ver con Irlanda— participó de la campaña pidiendo el voto en contra. Los divorcistas ganaron con el 50,3 por ciento. Pocos meses después, su nueva amiga, lady Diana Spencer, se divorció, y una periodista le preguntó qué opinaba. La señorita no tenía problemas: “Está bien que ese matrimonio se haya terminado, porque nadie era realmente feliz”, dijo.

La señorita sabía aprovechar el halo de santidad que la rodeaba: los santos pueden decir lo que quieran, donde y cuando quieran. Todo está justificado por el halo. Y ella usaba esa bula para llevar adelante su campaña mayor: la lucha contra el aborto y la contracepción. Lo dijo muy claro en Estocolmo, 1979, mientras recibía el Premio Nobel de la Paz: “El aborto es la principal amenaza para la paz mundial”. Y, para no dejar dudas: “La contracepción y el aborto son moralmente equivalentes”.

En septiembre de 1996, el Congreso norteamericano le dio el título de ciudadana honoraria. Era la quinta persona en la historia que la conseguía. Dos años antes había organizado, en ese mismo recinto, una “plegaria nacional” ante Clinton, Gore y compañía. Ese día, su discurso fue belicoso: “Los pobres pueden no tener nada para comer, pueden no tener una casa donde vivir, pero igual pueden ser grandes personas cuando son espiritualmente ricos. Y el aborto, que sigue muchas veces a la contracepción, lleva a la gente a ser espiritualmente pobre, y esa es la peor pobreza, la más difícil de vencer”, decía la religiosa, y cientos de congresistas, muchos de los cuales no estaban en contra de la contracepción y el aborto, la aplaudían embelesados. En su Calcuta, en la India, en muchos otros países, la superpoblación es causa principal del hambre y la miseria, y sus autoridades toman todo tipo de medidas para limitarla.

“Yo creo que el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque es una guerra contra el niño, un asesinato del niño inocente. Y si aceptamos que una madre puede asesinar a su propio hijo, ¿cómo podemos decirles a otras gentes que no se maten entre ellos? Nosotros no podemos resolver todos los problemas del mundo, pero no le traigamos el peor problema de todos, que es destruir el amor. Y eso es lo que pasa cuando le decimos a la gente que practique la contracepción y el aborto”.

Las jerarquías católicas lo dicen siempre, pero dicho por ella es mucho más eficaz. Aquella tarde, el cardenal James Hickley, arzobispo de Washington, lo explicó clarito: “Su grito de amor y su defensa de la vida nonata no son frases vacías, porque ella sirve a los que sufren, a los hambrientos y los sedientos…”. Para eso, entre otras cosas, servía la religiosa. Por eso, entre otras cosas, su proceso de beatificación vaticana fue el más rápido de la historia de una institución que no suele apresurarse —que puede tardar, por ejemplo, cuatro siglos en pedir perdón por apretar a Galileo Galilei o asesinar a Giordano Bruno y tantos otros.

Así que ahora la señorita Agnes Gonxha Bojaxhiu —lo que quede de ella— debe estar en el paraíso de los beatos, un poquito más abajo del paraíso de los santos, con apenas menos felicidad eterna y menos olor a incienso y mirra y menos intimidad con su Señor pero bastante, pese a todo. La señorita fue una militante muy eficaz de una causa muy antigua: la del conservadurismo católico. Y fue, en el mejor de los casos, una versión mediática y actual del viejo modelo de la dama de caridad: aquella que se dedica a moderar los males causados por un orden que nunca cuestiona o que, en realidad, refuerza. Gracias a esos medios, al aparato de difusión de Roma, la señorita quedó instituida como gran encarnación actual del viejo mito de la bondad absoluta.

Todos —los países, los grupos de amigos, los equipos de voleibol, los grupos de tareas— necesitan tener un Bueno: un modelo, un ser impoluto, alguien que les muestre que no todo está perdido todavía. Hay Buenos de muchas clases: puede ser un cura compasivo, un salvador de ballenas, un anciano ex cualquier cosa, un perro, un médico abnegado, un pederasta con buena verba en púlpito: en algo hay que creer. El Bueno es indispensable, una condición de la existencia. Y el mundo se las arregla para ir buscando Buenos, entronizarlos, exprimirlos todo lo posible. Así que, pese a que algunos intentamos contar un poco de su historia, nadie lo escucha: es mejor y más cómodo seguir pensando que la señorita era más buena que Lassie. La señorita Agnes Gonxha Bojaxhiu, también llamada Teresa de Calcuta, consiguió ser la Buena Universal. Y consiguió, incluso, lo más difícil que puede conseguir una persona, un personaje: entrar en el lenguaje como síntesis o símbolo de algo. Decimos un Quijote cuando queremos hablar de un héroe destartaladamente franco; decimos un Craso cuando tratamos de definir a alguien riquísimo; decimos —desde hace unos años empezamos a decir— una madre Teresa cuando queremos significar que alguien es realmente bueno. Y así ha quedado registrada en nuestra cultura la señorita también llamada madre, amiga de tiranos y estafadores, militante de lo más reaccionario, facilitadora de la muerte.

¿Y usted qué opina?

Martín Caparrós: Por que detesto a la madre Teresa de Calcuta?

http://lobusca.com/martin-caparros-por-que-detesto-a-la-madre-teresa-de-calcuta

22 comentarios sobre “Así son los misioneros…”

  1. No conocía todos estos datos. Lo que si sé es que la trayectoria final de esta mujer en este mundo fue muy muy extraña y la iglesia ha ocultado mucho.

  2. el bueno, el bonachon, el carismático, el simpático, el sanguineo, el que dice un chiste y todos se rien con él, el que propone y todos disponen, el que plantea y todos aceptan, el que decide y hace que los demas acepten, el que habla en nombre de su dios y todos le creen, el que se cree salvador de su sociedad y todos obedecen, el que dice «siganme» y todos lo siguen, el que habla bonito por micrófono y todos le aplauden, el que comenta que se convertirá el judaismo y todos lo siguen, el que dice que un niño que nació sin prepucio es una señal mesiánica y todos lo creen, el que no trabaja pero pide colaboraciones para costearse sus cosas, el que se hace victima cuando lo denuncian, el que acusa de malo al que no está de acuerdo con él, que se inventa cosas como «la esposa de fulano es lesbiana» porque fulano ya no se cree sus cuentos, el que dice «usar blackberry es malo, materialismo» pero se lo compra a sus hijos…

    Podria seguir, no hablo de muchas personas, hablo de una sola, el «bueno».

  3. No conocía todo esto acerca de esta mujer. Creo que primero debemos dejar de usar (para quienes lo han hecho) esa su nombre para hacer referencia a una buena persona. Pequeñas frases y detalles que apuntalan estas mentiras, que las apoyan directa o indirectamente.
    Definitivamente el descaro total, espero que quienes no sabíamos mucho de ella nos tomemos un tiempo para hacer conocer por todos lados y maneras estos datos escandalosos y tristes para dar la alarma con nuestros cercanos. Ellos se han dedicado a difundir una mentira, difundamos la verdad.

  4. Es difícil a primera vista pensar todas esas cosas de alguien tan carismático, en este caso que tiene buena imagen a través de los medios de comunicación. Pero no podía ser de otra forma, dime con quien andas y t diré quien eres. Nadie puede salir del seno de la maldad. Se conocen tantos casos de personas tan indolentes con el prójimo. Parece que el olvidarse de atender al necesitado, pero valerse de él es un trampolín a la fama. Se crean instituciones de carácter de beneficencia, que solo sirven para alimentar los bolsillos de sus directivos, muchos financiados directamente con subsidios del estado. Al final de cada año salen por televisión dejando ver su mejor sonrisa, bien para pedir directamente mas plata a la gente o hacer una rifa recaudando fondos. Muchas de las religiones hoy en día hacen lo mismo, pero son pocos los que tiene tanto éxito al mentir, como la madre teresa de cálcuta.

  5. Gracias Moré, Definitivamente, hay tanto que ignoramos,

    Mucho de lo que el mundo ve con “buenos ojos”, se camufla tras bambalinas, para solapadamente manipular … y la publicidad vende lo malo como bueno, y lo bueno ni siquiera suena porque eso no otorga poder, riqueza, fama, gloria… estatus.

    Difundamos Fulvida, definitivamente es tiempo de “combatir con todo” tanta insensatez del hombre para con el hombre, y del hombre para con Dios.

    ¡Excelentes comentarios amigos,… muy buenos!

  6. Wow, esa publicación de Martín Caparros derrumbó la imagen que tenía de la ¿madre? teresa de calcuta.
    Bueno ¿que se podía esperar de una persona que profese el cristianismo? pero sinceramente quedé boquiabierto, nunca me dió el craneo para analizar de esta manera.

  7. y eso no es nada david, hay un monton de historias terribles alrededor de esa mujer, historias que demuestran su amor al dinero y una infelicidad interna terrible, hay cartas de ella que en alguna ocasion fueron publicadas donde ella se queja de la vida misma, lamenta su condicion, su situacion en fin todo!
    es mas conozco una historia narrada por una senora que fue hace anos atras colaboradora la senora teresa de calcuta, ella cuenta que en la disque clinica que poseia solo se atendia a quellos q profesaran la religion catolica y a los demas los desechaban, que una sola jeringa era compartida por todos los pacientes, y que los medicamentos que les llegaban era teresa las q los administraba y decidia si se los dejaba o se los daba a alguna persona que le callera bien y lo que sobraba para los moribundos, y asi un monton de cosas mas….

  8. Esto que acabo de leer sobre la «madre» Teresa de Calcuta es nuevo, pero no me extraño de nada. Los misioneros son asi, son crueles, despotas, amadores de sus deleites y de sus vientres. Lo compruebo cada dia mas. En un grupo de facebook acabo de ver toda el veneno que han lanzado en contra de los judios, en contra de los que no piensan como ellos. Es patetico leer lo que escriben, deajn plasmada su condicion de odiadores, de idolatras. Son un verdadero peligro para todo aquel que quiera vivir como judio o como noajida.

  9. Y si analizamos a los misioneros jesuitas y franciscanos que vienieron a cristianizar américa, nos vamos a llevar otra sorpresa! no se que pasa con el inconsciente colectivo de nosotros! me incluyo porque yo lo padecí de pequeña, me inculcaron toda esa mitología católica. Y no encuentro motivos suficientes para entender ahora de mas grande y en el siglo XXI todo lo que sigue aconteciendo. ¿Cómo es la gente cree tan ciegamente en la palabra ajena sin tener una prueba o dato contundente al respecto? Cuando la gente me nombra a la madre Teresa de Calcuta como modelo de persona o mujer, no lo entiendo, prefiero tomar como modelo a todas esa madres que conozco que a pesar de todas las dificultades o errores o adversidades, trabajan educan y acompañan a sus hijos en su crecimiento.

  10. Para mi, al igual que a David, fue revelador el «desaprendizaje» de la señorita Agnes. Al igual que muchos, como dice el señor Caparrós, la asociaba con alguien tan bueno como Lassie. Al menos, de la información que se lee en Wikipedia, en su Item 3 «Criticas y Controversias», Sub item 3.1 «Filosofía de Vida y Enseñanzas», relata esta anecdota, parte de la que el autor Caparrós relata de lo sucedido en la Planta Química Union Carbide:

    «Después de la explosión de la planta química de la multinacional Union Carbide en Bhopal (India), se presentó inmediatamente en el lugar de la tragedia, donde 2.500 personas habían muerto. «Perdonad, perdonad, perdonad», repitió nada más al bajarse del avión, sin motivar a que los afectados iniciaran acciones legales o se persiguiera a los culpables. «Estás sufriendo como Cristo en la cruz, así que Jesús te debe estar besando», le dijo Teresa de Calcuta a un enfermo de cáncer que se retorcía de dolor ante las cámaras. Desde su lecho, le respondió: «Por favor, dígale que pare de besarme».»

  11. Muy interesante lo que nos descubre este texto.

    Yo hace tiempo que dejé de fiarme de los santurrones que van de fanáticos del colgado, pues casi siempre suelen guardar dentro de ellos una hipocresía y un EGO inmensos.

    Hoy mismo me ha parado por la calle un misionero cristiano evangélico para intentar convencerme de que fuera a su iglesia. Cuando le he dicho educadamente que no estaba interesado, enseguida a cambiado su falsa sonrisa por un cara de inquisidor y me ha dicho que «va a rezar por mí».

    ¿Qué le pasa a esta gente? ¿No entienden que hay personas que no creemos en su idolatría? Viendo la agresividad e hipocresía de estos cristianos, no me extraña que a lo largo de la Historia se hayan cometido tantas salvajadas en nombre el colgado, porque esta gente son como los islamistas, que no aceptan a los «infieles».

  12. Por eso el cristianismo resulto un gran negocio para Roma, un pueblo ignorante, temeroso, sojuzgado, es más fácil de controlar y manipular. Esos romanos que supieron combinar a todos sus dioses con la leyenda de Jesús, Y que decir de la iglesia de la edad media, tantos crímenes como los nazis mismos. o mas en nombre del buen Jesús, Y esas cosas de Jesús de decir que como es el único en cumplir toda la ley tiene el derecho de sacrificarse por nosotros porque nosotros seremos castigados en el infierno por no creer en el. Ademas de auto proclamarse un dios. Al menos no mi Dios; inventos inventos, Jesús es como las maquinas de la inquisición solo sirve para aterrorizar, y provocar miedo y así reprimir la mente humana, al espíritu humano. y ponerlo de rodillas no solo antes su dios de madera sino ante los pies de esos sacerdotes, pastores, guías y gurus que se enriquecen gracias a su dolor, miedo e ignorancia.

    Si hoy se me apareciera un loco diciendo que crea en el porque dice que es dios y hace algunos trucos de magia, me alejaría de el como la peste. Si viajare en el tiempo le diría a ese loco de Jesús: Entre El Eterno y yo; no hay intermediarios. El Único y el Eterno conoce mi corazón, solo el me juzga y perdona mis iniquidades.

      1. Si, pero esa locura colectiva es peligrosa, disculpe pero mi mente política forjada en el Marxismo con todo y sus graves errores como el ateísmo, entre otros me hacen pensar en las cosas que si tienen validez, y ella será mi más profundo antifascismo del cual la iglesia católica fue un silencioso cómplice, porque quien no hace nada contra un crimen forma parte del mismo. Esa locura esta latente y creo en construir Shalom para evitar que esto continúe, Y prometo hacer mi parte con todas mis fuerzas y toda mi alma, pero si algún día he de tomar las armas, no lo dudaré un instante; se porque quien lo haré.
        Un abrazo fraterno.

  13. Lo que se publica y se muestra como algo muy bueno,casi siempre y la mayoría de las beses no lo es.
    Todo es apariencia.
    Detrás de todo esta el deseo de poder,reconocimiento,fama y dinero.

  14. Yo una vez, hablando con un conocido que pertenecía a una iglesia cristiana evangélica, recuerdo que le escuché decir: «Jesucristo es lo único bueno en esta vida y todo lo demás es basura».

    Así lo dijo, literalmente. Por parte de ese pobre idólatra fanatizado, recuerdo que tampoco faltaban llamadas al infierno para los no-cristianos. Todo muy «amoroso»…

    Es perverso que ese tipo de creencias se hayan incrustado tanto entre la gente. Son creencias que se tornan agresivas, porque su naturaleza es de imposición, igual que ocurre con los mahometanos. Ojalá las naciones se liberen de esas religiones y comiencen a mirar hacia el Eterno, siguiendo Sus Leyes y comprendiendo que lo que Dios exige de nosotros, no son esas tonterías que nos cuentan los falsos profetas e ídolos.

  15. Hola!

    Las pocas fotos que he visto de esa señora, siempre me ha puesto la piel de gallina la expresión de su rostro. En una ocasión un sacerdote contó en televisión, que una noche que pasó en la misma estancia que la monja, le despertaron quejidos. Al ir a ver, la monja estaba dormida pero «extrañamente incómoda», y se le ocurrió practicarle un exorcismo, hasta que dejó de quejarse en sueños. Me pareció muy extraño, pero despues de leer esto, lo entiendo mejor.

    Un saludo!

Deja una respuesta