Recuerdos de mi abuelo

Luego de la muerte de quien fuera un héroe para mi, sentí la necesidad de escribir algo en memoria de el, y son muchos los recuerdos y las anécdotas que vienen a mi mente, y motivado por un gran amigo, quien me sugirió escribir un post; me dije, porque no, así que acá voy, y creo que sera largo, de tal manera que lo haré por partes, esta es la primera «entrega».

Si se pudiese describir a mi abuelo, a don Alberto, en pocas palabras, diría que las palabras clave serian dedicación, trabajo, servicio y honestidad; tal y como lo expresaran el día de su muerte sus compañeros de almacenes Rivera y Benavides; y es que el siempre fue un hombre de principios y valores muy arraigados, es mas, el fue prácticamente un noajida consiente de su identidad, quizá fue por ello que vivió una larga vida y su muerte fue en paz, como el mismo médico, que llego a su casa para certificar su muerte dijo, tuvo el privilegio de morir en su propia cama, sin ser su piel perforada por una aguja y sin ninguna manguera o cable conectados a su cuerpo.

Si algo le agradezco a mi abuelo, son los valores que me inculco con su propio ejemplo, uno de esos valores fue su dedicación, el trabajo, algo que me inculco desde niño; desde que tengo memoria quedaron plasmadas en mi sus enseñanzas de que “las cosas se ganan con el sudor de la frente”, frase que en el no solo eran palabras, eran hechos. Desde la edad de unos 7 años el tuvo su “primer  trabajo” en un comisariato (un tipo de abastecedor de abarrotes) y desde ese entonces no ceso de trabajar nunca; hasta después de sus  88 años fue que dejo de trabajar, precisamente  unos meses antes de fallecer. Y así crecí yo, con ese cuadro frente mi, el cuadro de un gran hombre, fornido, al mando de una vagoneta (camión pesado tipo volquete de 4 o mas toneladas de capacidad de carga), a quien acompañe por muchos años, prácticamente toda mi vida, y siempre admire esa dedicación y ese esfuerzo, con el que llevaba el pan a la mesa cada día.

Mi abuelo manejo camiones por poco mas de 70 años, y otra cosa que le agradezco es que de el aprendí el arte de manejar, así como lo describo, el no me enseño simplemente a manejar, me enseño el arte de manejar, eso si con mano dura, pues sus métodos de enseñanza no eran precisamente del tipo “cariñosos”, pero si directos y efectivos, pero  en fin, le estoy sumamente agradecido, y cada vez que conduzco un vehículo lo hago con la pasión y dedicación que solo el me pudo enseñar, y quizá por eso también amo tanto conducir, y nunca olvidare aquel camión “White 4000” en el que el me enseño a manejar, hace mas de 20 años atrás, en algunas calles de lastre de Escazu.

Y aunque cueste para algunos creerlo, mi abuelo siguió trabando en transporte de materiales para la construcción hasta prácticamente sus últimos días, era impresionante, y a la vez fascinante, verlo conducir a sus 88 años su ultimo camión, un “Mack dm 686”, pero el trabajo no fue lo único que el me inculco; de el aprendí también el servicio, y es que fue un hombre que dedico su vida a ayudar a los demás, eso si, a quien le demostrara que lo valía.

Siempre recordare que en los momentos de necesidad el estuvo ahí, el nunca nos negó nada, y siempre se preocupo por la familia, la familia siempre fue importante para el, y su mayor satisfacción fue el sentirse útil para con los demás; siempre ofreció todo lo que tenia a su alcance, para ayudar a la familia, o algún necesitado. Recuerdo por ejemplo un indigente con el que el conversaba algunas tardes, luego de finalizada la jornada, era algo que me llamaba bastante la atención, pues el señor en cuestión evidenciaba problemas mentales, tanto así que recuerdo que en todas las conversaciones mencionaba cosas de elefantes rosados que solo el veía, pero aun así mi abuelo hablaba con el y le prestaba atención; o bien recuerdo a otro individuo, un joven necesitado, que sabia algo de mecánica, cosa que mi abuelo supo luego de conversar con el, así que aprovecho para que le revisara algo en su vehículo para que pudiese tener algo de dinero para comer, y pasaron varios años y el joven seguía llegando cada vez que mi abuelo lo buscaba para hacerle arreglos a los carros, y hoy este joven continua haciendo trabajos de mecanica a domicilio para ganarse el sustento, en lugar de pedir limosna, como solía hacerlo.

Por ultimo quiero mencionar otro valor que me inculco mi abuelo, y fue el de la honestidad, el siempre fue capaz de vivir y actuar conforme a lo que sentía y pensaba, y siempre fue un hombre recto, justo e integro; como el mismo decía, era un hombre de palabra, y su palabra valía muchísimo, siempre me enseño que lo que uno decía, eso mismo tenia que hacer, si se comprometía con algo, cumplirlo al pie de la letra, un recuerdo curioso que tengo, referente a su honestidad es el de una cinta de musica que le presto un amigo, pasado cierto tiempo el amigo murió, y pocos años después de esa muerte, me encuentro la cinta y le pregunto a mi abuelo por ella, y el me contesta “no es mia, es prestada, pero no puedo devolverla porque el dueño murió”, eso me impacto, pues a pesar que el dueño ya no estaba no tomo el objeto como algo suyo, fue honesto e integro, indicando que no le pertenecía, aunque suene simple o quizá tonto, es algo que me marco. No puedo decir que recuerde a mi abuelo haber estafado a nadie, tampoco deberle nunca nada a nadie, mas al contrario, a el le debían, y algunas veces perdonaba la deuda.

Así fue este gran hombre, lleno de defectos y errores, eso si; pero un hombre que lo recordare como alguien dedicado al trabajo, a su familia, a la gente; un hombre esforzado, trabajador; servicial, quien siempre tenia mucho que dar, sin pedir nada a cambio; una persona honesta, sin mascaras, autentico; simplemente un hombre ejemplar, al que amare y admirare por siempre

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