Plan para ser feliz

Algo te molesta.
Estás disconforme.
Sientes como que algo no encaja.
Te das cuenta que estás perturbado por alguna cuestión, pero no puedes identificarla. Quizás señales varios factores, e incluso crees que estás absolutamente en lo cierto, pero si analizas no lo tienes tan claro.
En resumen, es un algo difuso, confuso, desdibujado y que sin embargo tiene un poder sobre ti, como para dejarte en un estado de impotencia.

¿Cómo podemos mejorar?
Atiende estas ideas.

Situación.
Toma conciencia del instante en el cual te sientes fastidiado.
No lo dejes pasar.
Apunta qué estabas haciendo momentos antes, qué te decían, qué pensaste, que estaba sucediendo alrededor.
Trata de ser preciso en los detalles, porque muchas veces en ellos están las pistas para las respuestas.
Luego, como estarás llevando un registro por escrito, podrás reconocer si hay algún patrón que se esté repitiendo y que pudiera explicar la aparición de tu sensación desagradable. Tal vez no lo haya, podría ser un evento único o primerizo, lo sabremos al tener una memoria anotada para estudiarla.

Reacción.
¿Cómo respondes?
¿Cuáles son tus reacciones?
¿Es efectivo lo que haces?
¿Tienes un patrón habitual?
¿Puedes darte cuenta qué pretendes con tales conductas?
¿Remedia o mitiga tu malestar?
¿Tienes un repertorio de respuestas alternativas?
¿Intentaste otra cosa?
¿Empeora tu desagrado?
¿Qué efectos tiene en la gente que te rodea?
¿Son reacciones emocionales, físicas, mentales?
¿Cuáles resultan ser más efectivas?
¿Alguna de ellas es temprana, es decir, que impide una mayor potencia en el malestar antes de que suceda?
Necesitarás también llevar anotaciones sobre esto, vinculadas a las situaciones que apuntaste anteriormente.

Deseo.
Al haber analizado cuidadosamente los apuntes de las dos anteriores, seguramente tendrás una mayor claridad y entendimiento de lo que está sucediendo, aunque tal vez no puedas especificar cual es el gatillo que dispara tu malestar.
Es hora de desear una experiencia mejor, más placentera, que te refuerce.
¿Cuál preferirías que fuera tu conducta en lugar de la frecuente?
¿Qué podrías hacer para alcanzar lo que deseas?
¿Puedes visualizarte en esa situación diferente a la habitual?
¿Puedes sentir lo que sentirías viviendo tu deseo?
¿Cómo lo podrías describir con detalles?
¿Cómo sería la foto de ese momento?
Escríbelo también. Se cuidadoso en los pormenores.

Prepara.
Llega el momento en el cual debes elegir una opción más provechosa para ti, que te mueva para alcanzar tu deseo y superar así las situaciones de malestar.
¿Qué paso estás dispuesto a dar y lo darás?
¿Cuál es el paso alternativo, si éste parece no funcionar?
¿Cómo seguirás adelante, luego de encontrarte en una nueva situación?
¿Cuáles podrían ser los elementos que te favorezcan a estar más relajado, confiado, calmado, seguro?
¿Estás aprovisionado de lo que precisas para tu aventura?
¿Tomaste en cuenta los consejos y lecciones de los que estuvieron antes en situaciones similares, o tienen conocimientos al respecto?
¿Quitaste peso a las excusas para enfocar tu mente en alcanzar tu meta?
¿Incluiste el rezo en tu plan, pero no para hacerlo la única herramienta a la espera de algún milagro, sino como un aporte más en tu colección de instrumentos?
¿Estás dispuesto a arriesgar, con precaución, para salir de tu zona de confort que termina siendo tan fastidiosa?
¿Adviertes los probables bloqueos y retrasos que pudieran amargar tu avance? ¿Tienes un plan para eludirlos, o mejor aún, para convertir los obstáculos en trampolines y alcanzar mayores logros?
Sí, también es buena idea que escribas la lista de elementos que te ayudarán a actuar, y que repases si estás listo.
Pero, no te quedes en evaluaciones y propuestas, tómate un tiempo limitado para luego obligatoriamente pasar a la acción novedosa. El dejar para luego es una excusa tan corriente que hasta da pena que la sigas usando. Si esperas a que todo esté orquestado como supones debe estar para actuar, seguramente te quedarás en tu celdita o pasarás a una peor.

Acción.
No permitas que las excusas y justificaciones te mantengan encerrado en tu celdita mental.
Haz lo que tengas que hacer, sin dedicarte a juzgarte severamente, pero tampoco te exoneres con facilidad.
Que tus obras sean de construcción de SHALOM, es decir, basadas en la bondad y la justicia.
Seguramente habrá errores, fracasos, logros a medias, retrasos, retrocesos, es decir cualquier cosa que te pone en estado de impotencia, o sentirte así. Lo sabes y por ello no te hundirás en auto reproches, ni en huidas a la celdita que tanto conoces. Tampoco estarás presuroso a señalar culpables ni a abandonar tu tarea. Tomarás los contratiempos como algo obvio, natural, parte de nuestra condición humana y no por ello justificarás vivir en derrota y pereza. Es decir, te caerás de la bici para volver a subirte y seguir pedaleando por la vida. Si te quedes desparramado en el piso, avergonzado por la mirada de otros, por lo que supones que ellos piensan de ti, apenado por tu debilidad, seguirás siendo impotente, inepto, sufridor compulsivo. Ríete, quiérete, respétate, vuelve a reír de ti, levántate y pedalea.

Evaluación.
¿Cómo te sientes con tu nueva estrategia y puesta en práctica?
¿Qué obtienes?
¿Qué evitas?
¿Es lo que imaginaste?
¿Quieres algo diferente también a esto?
¿Estás mejor?
¿Qué harás a continuación?
¿Cómo lo harás?
¿Qué cambiarás de tu planificación?
¿Sientes el poder que dispones?
¿Ya puedes identificar aquello que te mantenía preso en tus estados de malestar?
¿Puedes ayudar a otros, para de esa manera ayudarte poderosamente a ti mismo?
Escribe y analiza.

Comparte y agradece.

Vacío existencial

Sentirse vacío, es algo tan frecuente.
Una de las razones, si no es LA razón, es la desconexión que sentimos con nuestro Yo Esencial, que es nuestra identidad, la cual podemos denominar NESHAMÁ.

Mucha atención, a no confundirse.
Somos perpetuamente esa NESHAMÁ, y por tanto es imposible estar desconectados de ella; pero, al haber barreras que nos interrumpen advertirla, reconocerla, ser consiente de ella, entonces es como si no hubiera desconexión.

Dicho de otra forma, la LUZ de la NESHAMÁ no se apaga, no se reduce, no se afecta en lo más mínimo por nuestra conducta; pero, si no abrimos los ojos, o ponemos cortinas que impidan su paso, entonces no la percibiremos, sentiremos como que no está, y hasta llegaremos a creer que ni siquiera existe.

Es extraño, ¿no?
Aquello que “más” somos, suele ser lo que más velado y oculto permanece.

Nos aferramos a máscaras, a retazos de información, a construcciones sociales, a derivados del EGO, a los fragmentos que arman ese puzle que llamamos Yo Vivido.
Sí, por supuesto que también somos Yo Vivido, pero no es todo lo que somos. De hecho, es lo más superficial y pasajero de nuestra identidad.
Y sin embargo, es lo que tomamos como valioso, lo que defendemos como si fuera irremplazable; cuando en verdad, suele ser una distorsión de la real personalidad, un pálido reflejo, un personaje que recubre a la persona.
Pero bueno, eso es lo que estamos siendo en esta vida, eso es lo que conocemos de nosotros mismos.
Porque, no llegamos a conocer, ni a entender, ni a ser conscientes de ese Yo mucho más intenso, trascendente, unificado, saludable,  integrador, perpetuo, que nos conecta con el prójimo, con todo lo creado y con el Eterno.

Entonces, de alguna manera sentimos que estamos vacíos, que algo nos está faltando aunque tal vez tengamos todo lo material e incluso por demás.
Pero, percibimos la falta, la incompletud, el estar siendo alguien que probablemente no somos.
Lo sospechamos con algún órgano intelectual que no alcanza a poner en evidencia nuestra desconexión sentida con el Yo Esencial.

Así, caemos en consumismo, materialismo, dependencias, adicciones, religión, superstición, manipulación, angustia, relaciones tóxicas todo lo que de alguna forma brinde algún tipo de respuesta o de anestesia a ese preguntar constante: ¿quién soy, qué soy, para qué soy, adónde pertenezco, cómo hacer para estar en paz?

Buscamos con desespero, conscientemente o no, sentido, pertenencia, reposo, seguridad, amor, ser alguien para alguien.
Y la respuesta no está afuera.
Tampoco adentro.
Está en un lugar sin espacio, en un tiempo sin medida, en una realidad sin comprensión, esto es la NESHAMÁ. En esa supra racionalidad, en ese estado de existencia del cual provenimos, somos y seguiremos formando.

Pero, la gente no entiende, no entendemos.
Es más fácil el dolor de lo conocido, de lo que está a nuestro alcance aunque nunca lo lleguemos a alcanzar.
Entonces, nos conformamos con pan y circo. A veces más circo que pan.
Circo religioso, político, cultural, ritual, intelectualoide, sentimental, deportivo, el circo que sea, mientras entre-tenga, mientras haga olvidar por un rato nuestra sensación de soledad, de vacío, de falta de propósito, de impotencia.

Esto encamina a la sociedad al derrumbe.
Pareciera que la reflexión es imposible, y aunque se intelectualizara y pobláramos de lemas filosofales las mentes, tampoco es esa la respuesta.

El camino es el AMOR, la vida unificada de nuestras dimensiones, el orientarnos con la guía ética que proviene de la NESHAMÁ, y solo de ella. Lo que nos lleva, necesariamente, a la construcción del SHALOM a cada instante, con obras concretas de bondad y justicia.
Así habrá sentido, bienestar, armonía, felicidad, prosperidad.

(Gracias Luis Diego por inspirar este texto).

Irhat Hashem–temor/reverencia del Eterno

Tienes a un hombre destacado como el rey David, con muchísima experiencia de vida, con estudios acumulados en varias áreas, con inspiración divina fluyendo por él, que te dice:

«Venid, oh hijos, escuchadme; la reverencia al Eterno os enseñaré
(Tehilim / Salmos 34:12)

¿Cuál te imaginas que será su enseñanza?

Te propongo que hagas ahora una pequeña lista con lo que tú supones, escríbela, por favor.
No vale buscar el salmo y copiarlo, ni leer unas líneas más abajo este post, ni recurrir a la memoria si es que te lo sabes.
Vamos, ahora haz por favor el ejercicio que te propuse.
Gracias.

Antes de continuar con la respuesta, veamos brevemente que podemos entender por “irhat Hashem”, la reverencia/temor al Eterno.
Con tu permiso, cito un viejo texto de mi autoría:

“…irhat Shamaim no significa paralizarse por el miedo, ni vivir petrificado sin disfrutar de lo bueno que la vida provee.
Todo lo contrario, el que es verdaderamente un irhe Shamaim (temeroso de Dios), goza de cada ocasión para el gozo, y aprovecha la vida hasta su última gota, en tanto se aparta de todo lo erróneo, perverso, extraviado y falso.
Para resumir, irhat Shamaim sería mejor traducido como «reverencia a Dios», que significa ser fieles a Dios, y estar conscientes de que cada acto (público o privado) tiene consecuencias. “
http://serjudio.com/rap1501_1550/rap1515.htm

Creo que con este párrafo ya vamos encaminados a saber cual podría haber sido la continuación de la lección que ofreció el rey David unos renglones más arriba. ¿No?
¿Te vas haciendo una idea?
¿Se parece a lo que anotaste unos minutos atrás?
Quizás una lección del rey Salomón, hijo de David, te oriente aún más:

«La conclusión de todo el discurso oído es ésta: Teme a Elokim y guarda Sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre.
Porque Elokim traerá a juicio toda acción junto con todo lo escondido, sea bueno o sea malo.
»
(Kohelet / Predicador 12:13-14).

Leyendo y captando la esencia de las frases de Salomón, encuentro que es algo que se vincula con el cumplir Sus mandamientos, aquellos que te corresponde cumplir.
Es algo que te hace persona, que te distingue del resto de los seres vivos.

Pero, todavía quizás no está del todo definido, por lo cual leeremos las palabras del salmista:

«¿Quién es el hombre que desea vida? ¿Quién anhela años para ver el bien?
Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela.»

(Tehilim / Salmos 34:13-15)

Por lo visto no está mencionando ningún ritual, ningún rezo, ninguna ideología, nada de frases de rabinos para compartir por Facebook, ninguna impostura religiosa, ni celebración congregacional.
Ni indica tampoco observancia de preceptos dirigidos a adorar al Eterno, ni cosas vinculadas al Templo. Menos aún algo así como “fe”.
Es extraño, pero está expresado con definitiva claridad.
La irhat Hashem se compone de cuidar el habla, para no murmurar, ni calumniar, ni agredir, ni engañar, ni ventilar lo que debiera ser oculto. Es decir, el rey David está indirectamente diciendo que la Comunicación Auténtica es un elemento clave para todo aquel que desea ser reverente del Eterno.
Y además, la irhat Hashem se sustenta en la construcción de SHALOM, con acciones concretas de bondad y justicia. Apartarse del mal para hacer el bien. Construir SHALOM. Buscarla en donde se encuentra, fabricarla cuando falta.

Pero, además nos dice cual es el resultado de vivir de esta manera: una buena vida, prolongada, agradable.

¿Será casualidad que con estos principios trabaja sustancialmente la CABALATERAPIA, esa que con tanta insistencia venimos elaborando y enseñando desde hace unos cuantos años?
Ten presente al Eterno, vive de acuerdo a Su Voluntad, expresa tu identidad espiritual por medio del camino que Él ha diseñado para ella.
Toma conciencia de tu presencia en el mundo, del valor de tus acciones y de tus omisiones.
Guárdate de romper tu pacto, el noájico para los gentiles y el judaico para los judíos.
Admite tu limitación en tanto te haces una idea superficial de lo insospechado que es el infinito poder del Eterno.
Entonces, vivirás de verdad.

Elegir como asna o como gran profeta, ¿qué escoges tú?

«Y el asna vio al enviado del Eterno, quien estaba de pie en el camino con su espada desenvainada en la mano.
(A) El asna se apartó del camino y se fue por un campo.
Y Balaam azotó al asna para hacerla volver al camino.
Entonces el enviado del Eterno se puso de pie en un sendero entre las viñas, el cual tenía una cerca a un lado y otra cerca al otro lado.
(B) El asna vio al enviado del Eterno y se pegó contra la cerca, presionando la pierna de Balaam contra la cerca.
Y éste volvió a azotarla.
El enviado del Eterno pasó más adelante, y se puso de pie en un lugar angosto, donde no había espacio para apartarse a la derecha ni a la izquierda.
(C) El asna, al ver al enviado del Eterno, se recostó debajo de Balaam.
Y éste se enojó y azotó al asna con un palo.»
(Bemidbar / Números 22:23-27)

Te indique con letras mayúsculas entre paréntesis las reacciones de la asna para salvar la vida de su amo ante el peligro del enviado del Eterno delante de él con su espada lista para ensartarlo.
(A) Se fue hacia un campo abierto.
(B) Al estar en un camino estrecho, pero que permitía el transito en los dos sentidos, se fue a uno de los lados chocando así con una de las vallas y lastimando a su amo.
(C) No tenía por donde esquivar al ángel, ni podía volver sobre sus pasos, por tanto se desplomó allí mismo.

Las reacciones del hombre fueron una y otra vez la misma, azotar al pobre animal.

Ir hacia el campo abierto, según nos dicen algunos sabios, es metafórico de Abraham Abinu, pues él es el máximo exponente del JESED, que es la bondad ilimitada. Tal como el campo abierto, disponible para todos, sin limitaciones impuestas.
El camino cercado por ambos lados representa a Itzjac Abinu, quien es el mayor ejemplo en el TANAJ de la cualidad de DIN, juicio, severidad, limitación. Él era un hombre estricto, que se manejaba de acuerdo al código, sin apelar a algo diferente.
En tanto que la senda única, sumamente estrecha, simboliza a Iaacov Abinu, el hombre del EMET, la verdad, que es una de las resultantes de combinar armoniosamente el JESED con el DIN. La verdad es única. No existe algo así como mi verdad o tu verdad, es sencillamente la verdad o no lo es. Por supuesto que el amo de la Verdad es el Eterno, de hecho, Él ES la Verdad. Por ello, a nosotros, meros mortales, solo nos corresponde un atisbo de la Verdad. Sin embargo, debemos ser cuidadosos para no arruinar esa chispa con insolencia, presunción, falsedad, ignorancia, etc.

La asna estaría indicando, seguramente sin saberlo y sin conciencia, que Bileam estaba enfrentándose a la familia de esos tres grandes hombres, los patriarcas de la familia judía.
Y la única reacción del más grande profeta de los gentiles, ¿cuál fue?
Enojarse, azotar, enceguecerse, atontarse, aferrarse a su odio y desprecio, huir de la realidad, ahogarse en su propia maldad.
Tenía la oportunidad de corregirse, de ser él quien volviera a la senda correcta, y no pretender corregir al asna en su andar mucho más “espiritual” que el del profeta.
Pero, no.
No tuvo la capacidad, la voluntad, el deseo, Bileam para ser mejor que su animal de carga.

Esto nos deja una enseñanza práctica.
Al principio tenemos muchas opciones para elegir, como si tuviéramos todo el campo abierto ante nosotros.
Al optar por una senda, las opciones se van reduciendo.
Es de sabio y prudente evaluar, analizar, tener una visión crítica de nuestro pasaje. Para ver si es necesario modificar el rumbo, hacer una pequeña corrección, o seguir con decisión firme por allí. Pero no como un necio, no encerrado en celdita mental, sino con la libertad que está a nuestra disposición.
Luego, las opciones se reducen aún más, hasta que solo tenemos la actual. Incluso allí es imprescindible tener la conciencia y claridad para evaluar y analizar, con racionalidad y honestidad, para entender si es necesario hacer un alto, o retornar o seguir por el mismo camino.

No actuar como Bileam, terco, necio, embrutecido, corrompido por sus malos deseos.
Sino ser, un poco, como la asna; quien tuvo la suficiente sagacidad para percibir el peligro y tomar las acciones necesarias para prevenirlo. Quien elegía por lo que fuera perjudicial, hasta cuando ya parecía que no había nada más para elegir.

Elegir como asna o como gran profeta, ¿qué escoges tú?

El profeta poderoso, ¿no?

Bileam era un gran profeta, de un altísimo nivel profético.
No hubo, y dudo de que haya, algún otro gentil que le alcance en su grado de recepción de la LUZ celestial. Equiparado con Moshé Rabeinu, el máximo profeta de la nación judía, e incluso dicen algunos que lo superaba como profeta.
Por si no bastara con ese don supremo, también era muy ingenioso y estudiado, tenía gran renombre, era acaudalado, su poder se extendía mucho más allá de las fronteras de su país.
Tenía todo y sin embargo, tampoco supo vivir con nobleza.
¿Sabes por qué?
Porque estaba hundido en odio, envidia y le faltaba compromiso para con el bienestar del prójimo.
Había estado ilusionado con ser el intermediario en la recepción de la Torá, en ser el gurú de una nación dedicada a adorar al Eterno; pero de repente, la historia se construyó de otra manera. Fueron los descendientes de Abraham e Itzjac e Iaacov los que se revelaron como nación de Dios.
Fue el ignoto Moshé quien escaló hasta el máximo grado en servicio al Padre.
Esto descompuso al profeta gentil, lo amargó, lo encerró en su celdita mental fabricada y custodiada por su EGO.

Allí estaba encarcelado y no reaccionó para iluminar con la LUZ de la NESHAMÁ su vida, sino que se mantuvo a la sombra del mal.
Sin dudas era extremadamente religioso, no cesaba de decir “amén”, “aleluya”, “gloria a Dios”, “alabanzas”, “adorar al Altísimo” y cosas por el estilo.
Y sí, era honesto en su religiosidad. No la usaba como máscara para esconder a un ateo, o a un politeísta olvidadizo del Eterno, ni como muletilla para no sentirse abrumado.
Era religioso al 100%.
Pero, recordemos que la religión es el travestismo de la espiritualidad. Es decir, a mayor religión menor espíritu.
Porque, la religión es una creación del EGO, que está destinada a mantener a los “fieles” esclavizados y no en el camino de la NESHAMÁ; ya que no hay peor mentira que aquella que se hace pasar por verdad.
Así estaba quien pudiera haber sido el buen Bileam, enroscado al EGO, o el EGO enroscado a él.
Lleno de religión pero vacío de espíritu, lleno de rituales y habladurías acerca de Dios pero con muy poco amor (que es la práctica de hechos favorables de manera desinteresada) hacia el prójimo.

Su envidia, su rencor, su escaso agradecimiento, terminó venciéndolo.
Hoy no se lo recuerda por sus notables contribuciones al despertar de la conciencia de la humanidad, sino por ser el sabio brujo que hasta su asna era más perspicaz que él.

¿Cuál hubiera sido su reparación?
Sin dudas, eliminar la religión de su vida.
Dedicarse al Eterno con amor, con lealtad, con verdad, con virtud, y no por medio de servilismo al EGO disfrazado de piedad.
Y, particularmente, modificando su conducta y actitud hacia el prójimo, para construir SHALOM por medio de acciones de bondad y justicia.
Una gotita de amargo sabor arruinó su cáliz rebosante de buen vino.
Que nos sirva de enseñanza.

Tú noájida

Hay personas gentiles que toman conciencia de que han estado por una senda que no les corresponde a su identidad espiritual.
¡Descubren que son noájidas!
No porque pertenecen a una secta u organización noájica, o porque son parte de una “nueva religión” llamada noajismo, sino porque han nacido noájidas, con esa esencia espiritual, y es hora de vivir de acuerdo a ella, tal como el Padre Celestial quiere.

Pero, se topan con lo que creen obstáculos.
No tienen “iglesias” o “sinagogas” noájidas en su ciudad.
Ni un rabino, o un “rabino” noájida.
Ni algún maestro iluminado que les marque sus pasos.
Ni pastores de ovejas en un rebaño religioso.
Ni un pesado texto sagrado al cual recurrir
Ni un grupo de “hermanos y hermanas” para seducirse y presionarse mutuamente.
Ni clases dominicales, o cualquier otro día.
Ni deberes rituales que cumplir so pena de ser tratados como herejes.
Ni engañadores a los cuales mantener con diezmos y otras dádivas injustas.
En pocas palabras, no encuentran instituciones que los limiten y adiestren y adoctrinen y esclavicen, tal como seguramente era su costumbre como personas religiosas.

Entonces, se sienten perdidos, vacíos, débiles, en riesgo, dudosos, sin saber.
Y buscan lo que conocen del pasado, y si no lo encuentran lo recrean.
Entonces, se caen de la senda y van nuevamente por caminos divergentes, quizás muy morales y religiosos, pero apartándose de la rectitud espiritual que habían recién encontrado.

O están los que se confunden y se creen en obligación de llenarse de cosas judías, o seudo tales, o de convertirse a judío, o de afanarse en rodearse de objetos, lemas y amistades judías o que posen como tales.

O tal vez se quedan paralizados, inmóviles, a la espera de alguna señal celestial que les indique el camino a su “Belén”.
Esperan y piden ayuda en foros de la internet, y siguen esperando, como si tuvieran que tener alguna aprobación sindical o social para vivir de acuerdo a lo que Dios les manda.

El hecho es simple, cuando descubres que has vivido una vida alternativa a la que Dios quiere para ti, y eres gentil, entonces es hora que aprendas las siete leyes espirituales que Dios ha dictado para que cumplas. Luego, las cumples. Con eso ya estás haciendo lo que Dios quiere de ti.
No precisas fantasías, ni magia, ni organizaciones multinacionales, ni avivados que te estafen, ni buena gente con buenas intenciones pero escaso entendimiento que te perjudiquen.
No precisas un rabino que te dé palmaditas, ni abrazos de hermanitos en la fe, ni de reuniones fascinantes, nada de eso precisas.
Solamente conocer los siete mandamientos para las naciones y cumplirlos.

Luego, puedes aprender más cosas, divagar con conocimientos esotéricos (mientras no te corrompas con ellos), añadir acciones positivas que sumen a tus siete mandamientos sin quebrantar ninguna otra regla.
Después puedes juntarte con otros para hacer una comunidad noájica consciente y activa, que ayude a los miembros a fortalecerse y a ayudar a otros a ser rescatados del error.

Pero, ¿qué es lo esencial, lo ético, lo espiritual?
Conocer tu identidad espiritual y amarla y respetarla.
Saber tus siete mandamientos y cumplirlos.
Ser tú mismo, en armonía, al haber encontrado tu identidad espiritual y llevarla a la práctica con tu conducta diaria.

Construye SHALOM, por medio de acciones de bondad Y justicia.
¡Vive como noájida, no como un payaso religioso o alguien temeroso a la espera de un salvador mágico!

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Te sugiero: http://fulvida.com/nosotros/empieza-aqui/

Shem–Nombre

SHEM en hebreo quiere decir nombre.
Es una etiqueta que se asocia íntimamente con lo que está nombrando.
La usamos para referirnos a personas o cosas, reconocerlos, distinguir unos de otros.

Uno adjudica nombres a los hijos, a veces con conciencia de la importancia del hecho, otras de manera totalmente infantil y/o superficial.

Algunos precisan un nombre para registrar a sus hijos, entonces disparan lo que se les viene a la mente: Marcelo, Hugo, Estela, Jorge, Ricardo, Manuela, sin darle mucha vuelta, o quizás un poquito y nada más.

Otros, se afilian al nombre X que está de moda, porque es el personaje de una telenovela, o un crack deportivo, o una estrella del espectáculo, o simplemente la onda es llamar a los hijos X; entonces, habrá una generación completa de Onures, Diegos Armandos, Jeniffers, Rickys, Angelinas, Jonathans, etc.

Otras personas toman nombres que suenen bonito/extraño, que rimen, que den placer estético aunque pudiera serlo de forma arbitraria e incluso bizarra, que llamen la atención por el mero hecho de hacerlo, o de alguna cualidad egoísta de los padres. Por respeto a los que portan estos nombres, evito ejemplificar.

Otros quieren demostrar su devoción o pertenencia a sectas, grupos, clubes, partidos, religiones, ideologías y no encuentran mejor manera que colgar un cartel en la frente de sus hijos de por vida. Así habrá Juanes Pablos, Josés Marías, Marías Josés, Jesúses, Kirshnas, Kremlins, Lenins, Husseins, Moishes, Menajemes Mendeles, Adolfos Benitos, Fideles, Mardoqueos, Ishbaales, y sigue tú encontrando ejemplos.

Otros siguen costumbres familiares, como nombrar en honor a un pariente vivo tal como es habitual entre los sefaradim, o de un pariente fallecido entre los ashkenazim. Entonces, por ejemplo tendrás algún Yehuda Arie (como yo) que se llama así por su abuelo paterno que ya había fallecido años antes de mi nacimiento. O verás familias típicas sefaradíes en donde se repite el nombre, por ejemplo Víctor, del abuelo vivo el cual recibe orgullosamente su nieto.
En línea con esto se encuentra la clásica tradición judía de nombrar a los niños con nombres de personajes destacados, luminosos, modelos de buena vida, para que de alguna forma el niño al crecer vaya adquiriendo rasgos positivos, quizás al indagar sobre el origen de su nombre o de aquellos que supieron darle lustre en la historia. Abraham, David, Moshé, Shmuel, Albert, Esther, etc.

Como variante del anterior podrían estar los que quieren saber la etimología del nombre, no sé muy bien con qué intención. Quizás porque suponen que si llaman Alexander al hijo, éste será un gran conquistador (como el Magno) o un gran defensor (según el origen del nombre griego), o si la llaman Sherezade será una belleza increíble (según etimología persa)además de inteligente seductora (como la del cuento clásico). Luego la vida se encargará de demostrar o no esta apuesta.

Hay personas que van en busca de secretos místicos de poder y gloria, por ello rebuscan entre sabios y engrupidos para encontrar aquella etiqueta mágica que adosar a sus hijos, con la excusa de que por medio de ella se les abrirá los tesoros más impresionantes del mundo, o del otro mundo. Esto da pie a que muchos engañados atosiguen a sus engañadores reclamando consejos cabalisteros mágicos a la hora de poner un nombre a sus recién nacidos.
Podría haber alguna dosis de realidad en esto, pero la gran masa está ausente de la realidad, solamente quieren el premio sin el esfuerzo.

Y seguramente habrá otras maneras variadas estrategias para encontrar nombres a los hijos, para bien o para mal de ellos…
Como también existen las sociedades que admiten el cambio legal de nombres; así como culturas en las cuales la gente adquiere varios nombres y es conocido oficialmente por todos ellos: Itró, suegro de Moshé; el propio Moshé; Abram/Abraham; Iaacov/Israel; entre otros y sin olvidar a Esav/Edom.

Todo muy interesante, ciertamente.
Pero, hay un pequeño detallito a tomar en cuenta, si me permites el consejo.
SHEM en hebreo antiguo, aquel que algunos llaman “bíblico” era nombre, por supuesto, pero quería decir: “la meta y/o la función”.
Los nombres no solamente eran letreros para señalar objetos o personas, sino indicaciones de para que sirven, como se usan, que hacen, hacia donde se dirigen, que buscan en la vida.

En un aparte, me desvío un instante: una de las formas de denominar al Eterno es HASHEM, el Nombre, ¿será casualidad?

Regreso al tema central.
Construye tu SHEM, porque es mejor el SHEM TOV (buen nombre), que el más fino SHEMEN TOV (buen aceite), según dijera el más sabio de los hombres de su época llamado Iedidiá (querido de Dios), al que conocemos como Shelomó/Salomón (el completo, el del SHALOM), en Kohelet/Eclesiastés 7:1.

Los doble vida

Probablemente te hayas topado con esos sujetos de doble vida, mansos afuera y fieros adentro.
En el trabajo, con los extraños, es un corderito, sumiso, súper respetuoso al punto del infarto, agradable hasta el empalago, o tal vez silencioso y como una sombra pero en constante servicio de los otros.
Ni bien cruza el umbral de su casa, se transfigura y emerge un ogro, violento, despiadado, demandante, quejoso, atroz, que puede aporrear como un mazo, o herir con la apenas visible mortalidad de una espada samurái.
Sí, puedes habértelo encontrado más de una vez, incluso puedes ser uno de ellos, o tal vez conviviste con él. Podría ser tu padre, o madre, un hermano, tu esposo, o esposa, un hijo, o hija, hasta tu mejor amigo y tú ni te enteras.

Te dirá que así es él, que en su casa era igual, que el sufrió de chico, o que en alguna parte tiene que desahogarse de la malasangre de la vida y qué mejor que en casa para hacerlo.
Te dirá que porque te castiga te ama, que lo que no te mata te fortalece, que el celo violento es una señal clara de amor, que sufre más que tú cada vez que te agrede, que tú eres el culpable de que el sea así, de que tú te comportas de tal manera que te mereces lo que te pasa.
O sencillamente te dará tanto, pero tanto miedo, que ya ni te disparará con sus justificaciones y excusas, simplemente tú las inventarás por él, o hasta ya te hayas entregado y no pienses ni sientas más.
Como sea, el terror está instalado y se repite, y se amplifica, y se multiplica en los que aprenden eso y lo continúan.

Al crecer muchos de los que fueron víctimas, ahora ocupan el lugar del victimario. Es que tienen la enseñanza y la oportunidad, además, ahora son ellos los grandes y los que pueden vengarse del mundo, de la vida, maltratando a víctimas inocentes.

Otros cuando crecen se convierten en eternos luchadores por los derechos de los débiles, dedicados a defender a otros, como posiblemente nadie les defendió a ellos.

Otros más, escapan a toda velocidad a la menor manifestación de estar al lado de un sujeto como aquel que les martirizó.

Otros se encuentran en un estado de insatisfacción permanente, enojados, confrontativos, inseguros, malhumorados, rebeldes, sin encontrarse jamás a gusto, ni dentro ni fuera del hogar.

Y hay otros que se transforman en sus cómplices, sea callando lo que pudieran parar y testimoniar, sea incentivando la violencia, sea ayudando al maltrato, como fuera que sea.

Y también están los que sin saberlo, de manera inconsciente, buscan a estos personajes de doble vida, como si fuera un destino marcado, como si fuera una misión sagrada, para corregirlos, para hacerlos cambiar para bien, para conseguir lo que de niños no pudieron hacer con sus mayores. Pero, como están embarcados en un juego involuntario, que no se conecta con la realidad sino con un deseo totalmente irracional e infantil, difícilmente puedan escapar al lazo de sufrimiento al cual se enroscan cada vez más fuertemente. Son como esas “mujeres que ‘aman’ demasiado”; aunque no es amor, sino adicción.

Todos ellos estarían precisando conocer, entender, comprender, aceptar, dejar fluir, perdonar y conseguir justicia cuando fuera necesario y posible, enmendar.
Construir SHALOM en su interior, para alcanzar a hacerlo también fuera.
Porque la experiencia que han padecido les ha marcado profundamente, andan con su pesada mochila a cuestas y en cierta forma no son dueños de sus vidas, sino simplemente unos viajeros en un tren que no lleva al reino de la felicidad.

Se consumirán en luchas estériles, en maltratos recibidos y otorgados, en sufrimiento, en reproches, en represalias, en venganza, en ira, en confusión, en dobleces de vida, en todo lo que mata aunque se continúe respirando.

Sin embargo, ahí está su NESHAMÁ con su LUZ, lista para alumbrar cada uno de sus rincones, para curar y alegrar, para llenar de satisfacción y aprobación.
Es cuestión de querer romper el ciclo vicioso, dar un paso para ser uno, unificado, en paz.