Todas las entradas de: Yehuda Ribco

Resp. 1093- la primera comunión

osaida nos consulta:

buena tarde, tengo dos hijos una niña de dos años y un niño que va a cumplir 8, lo que sucede es que mi mamá es muy católica y quiere que el haga la primera comunión, mi esposo que no cree en nada ahora si le ha dado por sentir un impulso religioso y quiere meter al niño en clases de catecismo, yo me opuse pero lo que aconteció fue una gran discusión, y no se que postura tomar, el mismo cuento sucede con las novenas de navidad y el cuento del niño dios, yno se como actuar para que comprendan.
osaida mindinero 24 años Pereira Colombia

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Resp. 1092- puedo participar en el ritual del bautismo cristiano

dorca sara nos consulta:

mi mejor amiga quiere que sea la madrina de su bebe, yo le explique mi negativa de participar en en ritual como el bautismo cristiano (yo no soy bautizada) y ella dice que no tiene nada de malo. usted que que opina? ¿tiene algo de malo que sea la madrina del bebe?
Dorca Sara. 24, estudiante, maracaibo Venezuela

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¿El EGO sirve para ser pleno y feliz?

A poco de aprender realmente acerca del EGO, de interiorizarte en sus herramientas y procedimientos, al analizar con cautela las relaciones humanas, irás reconociendo sus exhibiciones.
Está allí,  en multitud de intercambios entre humanos, con llantos, gritos, pataleos o desconexión de la realidad, o algunos de sus derivados. Manipulando, pretendiendo controlar lo que no se puede controlar, ejerciendo presión, buscando la destrucción, reclamando victorias inexistentes, para dejar al final a la persona en un estado (real o sentido) de impotencia, de pobreza multidimensional.

Aparece su impronta también cuando la persona pretende controlar a Dios (o los elementos ajenos a sí mismo) por medio de rezos, acciones de tal o cual tipo, apelar a intercesores mágicos o “espirituales”, con rituales, pactos, negociaciones, amuletos, lemas repetidos, palabras codificadas, o cuestiones similares de religiosidad más o menos afiliadas a alguna religión.
La persona sometida al EGO, en su delirio de control, aunque poco y nada controla, se cree con poder sobre Dios (o los elementos), para que Éste corra presuroso a hacerle los mandados, a favorecerle con milagros, a cambiar las leyes del universo para que el esclavo sea beneficiario sin hacer nada provechoso ni efectivo. Sí, creen que una cintita controla a Dios (destino, suerte, poderes, etc.), que un sombrerito los hace irresistibles, que unas palabras barbotadas ejercen misteriosos influjos, que su interesada caridad es motivo para recibir a cambio toneladas de dinero o carradas de salud. Sí, en su EGO arraigado en la impotencia fantasean con controlar a Dios, para así controlar al cosmos y todo lo que contiene. (Dios, los elementos o lo que fuera. Pero también están los que niegan cualquier deidad, para mantener a su EGO como única deidad pero encubierta, en sombras. Tema que tal vez tratemos en otra ocasión).

Atención, no te estoy hablando de cuestiones alejadas de tu vida cotidiana, ni de cosas ocultas o metafísicas. Tampoco de personas muy alejadas de ti, sino de ti mismo, de tu prójimo, del que está cerca tal como del que está lejos.
Todos, en mayor o menor medida, caemos en estas trampas y tramas del EGO.

No se precisa grandes estudios ni pasar años en academias para comprender y darse cuenta de la presencia constante del EGO opresor, impotente pero con apariencia de todopoderoso Faraón.
Al poco de despejar tu mente, de acallar tus pasiones, si te atreves a mirar sin excusas ni hipocresía, allí verás el multiforme rostro del EGO, del tuyo, del mío, del vecino, de todos los humanos.
Si bien no es necesario el estudio universitario para reconocerlo, sí es imprescindible la honestidad intelectual, el desapego a la falsa identidad, la humildad para darte cuenta de tus puntos flacos, de tus vicios y carencias. Porque si te engañas, si te consideras por encima del EGO, si pretendes estar por fuera de su influjo, entonces difícilmente puedas darte cuenta de cuan profundamente esclavo eres del EGO, y que poco puedes hacer por tu bienestar y el del prójimo.
Sí, es necesaria humildad, la verdadera, para empezar a ver el rostro de tu EGO, acción que es necesaria para alcanzar a aflojar su lazo sobre ti.

Si te atreves, puedes notarlo con mayor claridad cuando se pone en juego en las luchas por el control, por demostrar el poder, cuando imperiosamente se quiere controlar lo que no se puede controlar. Pueden ser disputas más o menos activas (y con motivo o justificación que fuera), con mayor o menor grado de agresividad manifiesta, con disfraces de culturosa cortesía simulada o simple y llana brutalidad. Allí estará casi a la vista de quien pueda y quiera verlo y reconocerlo.
Por supuesto que con conocimiento y entrenamiento se lo descubre en otras cuestiones, menos evidentes, menos obvias, pero no es necesario querer conocer todo cuando apenas si ahora estás capacitado para ver solo un poquito. Paciencia, entrenamiento, conocimiento, humildad, trabajo, y entonces serás más libre y por tanto podrás gozar de mayor plenitud, esto es, SHALOM y felicidad.
Pero, en tanto sigas ciego, en tanto sigas negando al EGO, en tanto sigas siendo marioneta del EGO, la felicidad te será esquiva, el Shalom estará ausente.

¿Cómo ser feliz si se quiere ganar a cualquier costa?
Tal vez se obtenga alguna pretendida victoria, ilusoria y temporal, alguna alegría superficial, pero nada que se compare a la felicidad auténtica, al shalom.
¿Cómo ser feliz el que es esclavo?
Aquel que emplea cualquier medio para demostrar que tiene LA razón y si no lo consigue tendrá aun otros recursos como violencia, retirar la amistad, presionar económicamente, mentir, aparentar otro sentimiento, infidelidad, agresiones, difamaciones, trampas, etc.
Es que el esclavo del EGO no puede soportar la realidad, su falta de control, por lo que hará cualquier cosa para no admitir que está en estado de inferioridad o debilidad.
En la vertiente del que se presenta con máscara de triunfador, hará demostraciones de presunto poder, ejercerá presión económica, hará uso de fuerza física, moverá influencias sociales, ocultará la verdad, se escudará en títulos o cargos, bloqueará el acceso a la justicia, difundirá media verdades plagadas de muchas mentiras, lo que sea que pueda hacer, todo con tal de aplastar al que se quiere controlar.
En la vertiente del que se presenta con máscara de fracasado o miserable, debes comprender que usa esta charada para obtener la victoria por medio de la manipulación emocional, por la generación de sentimiento de culpa, por la obtención de beneficios secundarios a partir de su actuada debilidad, o cuestiones similares. O sea, desde la impotencia descarada lograr el dominio mentiroso sobre el otro y así obtener su falsa ganancia.

Sin dudas que allí donde predomina el EGO se ausenta la felicidad.
Quizás en algún momento no se batan las armas, no se derrame sangre, haya silencio sepulcral, pero no hay SHALOM, falta la plenitud, no hay armonía, no existe la unidad, se carece de armonía.

Un esclavo del EGO no está dispuesto a negociar con la intención de que todos sean favorecidos justamente, porque él no convence, sino que impone. No busca que cada uno disfrute de su justa porción, ni que sea dichoso en sí mismo, ni que viva de acuerdo a su identidad sagrada, ni que se maneje de acuerdo a su propio criterio y ética espiritual. Sino que desea la sumisión, el silencio cómplice, el aplauso canalla, la palmada aprobadora del compinche o del lacayo. No, no sabe negociar realmente, ni le interesa. Por ahí negocia como otro subterfugio, como otra treta, para seguir en jueguitos de astucia, para alcanzar la deseada victoria. Es que si no siente el éxito, se siente vacío, por completo inútil, sin valor, nada, basura. Necesita imperiosamente llenarse de cosas, de aplausos, de medallas, de bienes, de drogas, de elogios, de rituales, de… de cualquier cosa que le haga sentir algo de alegría, aunque sea pasajera, o al menos que le quite esa voz de la conciencia que le reclama que cambie para que llegue a la armonía multidimensional, al shalom.
Así, que está desesperado por el éxito, por arrollar, por destruir, por hacer desaparecer al opositor, por acusar a cualquiera de traidor, por hacerse la víctima, por adorar a su dios (EGO) con rituales religiosos, por generar conflictos, por sembrar caos, por hacer que todos repitan sus lemas, por adoctrinar según sus creencias, por obligar a los demás a doblegarse, está en constante guerra ya que no tiene otra manera de narcotizarse y delirar con que tiene algún tipo de poder y felicidad. Destruye, apabulla, grita, vocifera, llora, se queja, se hace la víctima, pide perdón en privado para seguir haciendo el mal públicamente, inflama con su oratoria, distribuye enojos y tristeza… no, ciertamente no es feliz…
Su vida está llena de muerte, su muerte carece de vida.

Cuanto más libres del EGO, más Comunicación Auténtica, más pedir sinceramente perdón, más perdonar honestamente, más autenticidad, más agradecimiento verdadero, más discusiones para encontrar la luz y no para demostrar quien supuestamente manda, más respeto por la diferencia, más tiempo para construir, más servicio humilde a Dios, más amor al prójimo sin esperar nada a cambio, más bondad, más justicia, más solidaridad… sí, todo esto que es o redunda en más felicidad y Shalom.

(Este artículo lo escribimos a partir de una reflexión por parte del usuario MAVILE de FULVIDA quien estudió y comentó sobre otro texto de nuestra autoría).

¿Dios limpiando tu pasado?

«Cuando comienzas tu jornada espiritual, puedes hallar que tus problemas se incrementan – ¡No te preocupes! – es el Creador limpiándote de tu pasado…».
Con esta frase un “amigo” del FaceBook engalanó hace un rato su muro, añadiendo que está basado en una enseñanza de Rabí Najman de Breslev.

Humildemente me gustaría añadir algunas ideas, para no quedarnos petrificados con una única perspectiva, correcta o no, sino que podamos ampliarnos y entender la complejidad del universo.
Quizás, tal vez, por ahí nos demos cuenta de que nosotros podemos hacer nuestra parte, nuestra misión sagrada, como constructores de Shalom.
Porque, puede sonar muy bonito que el Eterno se está encargando como una madre sobreprotectora de limpiarnos de nuestro pasado por medio de aumento de complicaciones, pero, ¿es eso lo que debemos esperar del Rey de reyes, del Creador y Sostén de todo el universo?
Por otra parte, ¿es aumentando el pesar, los conflictos, las dudas, las trabas, los obstáculos, la esclavitud, la miseria, el dolor, es esa la forma de limpiarse del pasado?
¿No sería esperable que si fuera Dios el que está ayudándonos a corregir (más que limpiar) nuestro pasado, fuera minimizando el mal para que el bien rompa la cáscara que lo rodea y resplandezca?

Además, ¿dónde queda el libre albedrío del prójimo? ¿No será que algunos de los problemas se incrementan porque otros hacen daño a causa de las decisiones que toman?
¿O es que los que perjudican con sus acciones son meras herramientas, carentes de voluntad, títeres en manos de un dios que juega a divertirse con la vida de sus criaturas?

O tal vez, hemos preferido mirar a otro lado, no encarar nuestras dificultas, escogimos negar nuestros problemas, y por ello no los resolvemos, por lo cual crecen y se multiplican.
Porque, los problemas que no solucionamos, no desaparecen por milagro, ni se esfuman con magia, tampoco al negarnos a reconocerlos dejan de existir.
Más bien, cuando no nos hacemos cargo, cuando no realizamos los pasos necesarios para controlar aquello que está en nuestro control, terminamos hundidos en mayores dificultades, alejándonos de las soluciones, multiplicando nuestros dolores.
Los problemas no se van con rezos, ni tampoco con magia, ni cerrando los ojos, ni esperando sentados a que algún dios venga a nuestro socorro, cuando la solución depende de nuestras acciones.

No dejemos que el EGO nos haga sentir impotentes, pero tampoco todopoderosos, cuando los problemas nos rodeen. No permitamos que el EGO siga dominando, con fantasías de solucionar las cosas con buenos deseos y poco de acción positiva.

La “limpieza” de nuestro pasado, más bien dicho la corrección de nuestras acciones, no se debe fundar en la espera pasiva e irresponsable de soluciones milagrosas. No es eso lo que la sagrada y milenaria Tradición enseña. Más bien, se nos informa que está en nuestro deber y derecho el andar por el camino de la TESHUVÁ, el proceso del arrepentimiento total y sincero. Está en trabajar por quitarnos las piedras de nuestra mochila, en reparar lo que está a nuestro alcance arreglar, en pedir perdón, en hacer nuestra parte de la tarea.

Sí, seguramente que la confianza en el Eterno ayuda muchísimo, así como el rezar, también el estudiar del ejemplo que nos provee la Tradición, como el recibir de Su parte la ayuda en aquello que no podemos hacer ni controlar.
Pero, pretender que el incremento de los problemas es un favor de Dios, que Dios es el encargado de “limpiarnos” de nuestro pasado, en ser sujetos irresponsables y pasivos… no, no creo que sea el mensaje más provechoso y de bendición.

Hay problemas, entonces no achaquemos a Dios los mismos.
Veamos qué hay de nuestra parte en ellos, qué hacemos, hicimos o dejamos de hacer, para que los problemas estén o aumenten.
Reconozcamos lo que hacen o dejan de hacer las personas que nos rodean, no para echar culpas o quitarnos de encima la responsabilidad, sino para comprender la situación, para encarar las cosas con eficiencia y capacidad resolutoria.

Esperemos menos milagros mientras aprendemos más y hacemos mejor lo que es nuestra tarea.
Son mis humildes reflexiones.
Gracias por permitirme compartirlas contigo hoy.

¿Vencido o vencedor o ninguno de los dos?

Uno fuerza y “vence” a otro, usando las herramientas del EGO (grito, llanto, pataleo y desconexión de la realidad, o algunos de sus derivados).
Ciertamente parece haber obtenido lo que deseaba y además seguir tranquilo, en paz.
Aquel que fuera manipulado, forzado, llevado a la acción u omisión, puede parecer también calmo, sin reclamos.
Lo cierto es que ninguno de los dos ha sido beneficiado, no han habido ganadores, ni tampoco reina la paz. No hay paz, ni interna, en cada uno de ellos, ni entre ellos.
Existe una paz aparente, un conflicto tapado, violencia silenciada, agresión sin demostración.
Son dos los perdedores, aunque a la vista superficial aquel que uso del EGO se haya quedado con el trofeo.
Si hay manipulación y se cede por presión o engaño, aunque reine una apariencia de paz, no hay ganancia real ni paz.
Eventualmente explotará el rencor, se desbordará el odio contenido, surgirá la venganza, el sufrimiento se hará patente, la vergüenza disimulada estallará. Violencia duplicada, triplicada, centuplicada, porque se ha ido acumulando, porque se suma al primer dolor todo lo nefasto que brota a causa de él.
Si no se exterioriza la negatividad, por dentro irá corroyendo, enfermando, empobreciendo, degradando. Es la violencia dirigida a sí mismo, aquella que se enquistó, se convirtió en un mal que mata desde las entrañas.
Si se exterioriza, se está en situación de golpes de ida y de vuelta, de cobrarse cuentas pendientes, de devolver golpe a golpe, trampa a trampa.

No, no hay paz en donde comanda el EGO y la persona está sometida.
Aunque no corra sangre, aunque nadie se queje, aunque todos parezcan en calma, no hay paz.

Por el contrario, cuando se conduce desde el AMOR, entonces se construye Shalom.
En base a la verdad, a la justicia, a la bondad, a la lealtad.
Se emplea la Comunicación Auténtica, se perdona, se pide perdón, se agradece, se beneficia al prójimo sin esperar nada a cambio. Se pide, pero sin pretender controlar lo que no está en capacidad de ser controlado.

Hay tanto por aprender, pero mucho más por des-aprender.

Hijos de madres paradojales

En el núcleo de nuestra personalidad se encuentra nuestro Yo Esencial, nuestro lazo con lo eterno, nuestro ser puro, la identidad espiritual, lo que nos proveyó directamente Dios y nadie más. Es lo que seguimos siendo tras el pasaje por esta vida mundana. Así como también es el componente básico de nuestro Yo Auténtico, al cual se suma la carga genética que recibimos de nuestros padres, éste es patrimonio individual y único durante nuestra existencia terrenal.
Por sobre esta identidad auténtica se va construyendo nuestro Yo Vivido (que podemos comprenderlo como las diferentes máscaras, roles, actuaciones, que usamos y nos enmascaran) , a través de las interacciones con el entorno, con las otras personas, con aquello que vamos experimentando y codificando de acuerdo a lo que somos (Yo Auténtico) y vamos siendo (Yo Vivido).

Está claro que no somos solamente espirituales, tampoco solamente determinados por nuestros cromosomas, como tampoco producto exclusivo del aprendizaje, sino una entidad compleja, multidimensional, formada por la mezcla de todas estas identidades.
El equilibrio, la salud, se encuentra cuando se sintoniza el Yo Vivido con el Yo Auténtico, cuando la persona adopta algunas de sus máscaras para que no finjan sino que sean herramientas de expresión del Yo Auténtico.
Es decir, lo de dentro se manifiesta en lo de fuera, lo eterno en lo pasajero.
Entendamos bien, el Yo Vivido es parte de lo que somos, pero no es lo único que somos. Podemos decir que no todo lo del Yo Vivido sea realmente “yo”, uno mismo, acorde al Yo Auténtico, sino máscaras, falsos rostros que adoptamos para sobrevivir, para contentar a algún otro, para cumplir algún papel de ficción en una obra que escribe otro.
Es extraño, porque es un yo que al mismo tiempo es otro.

El Yo Vivido, se comienza a construir desde el momento mismo del nacimiento, como hemos dicho, a través de la interacción con otras personas y el entorno, dado quien somos y quien vamos siendo.
Por este motivo, aquellas personas que cumplen el rol de madre/padre, los que nos crían en nuestras etapas iniciales, suelen tener un fuerte valor en la determinación de nuestra personalidad, de las máscaras más antiguas y profundamente enterradas en nuestro inconsciente, aquellas que van pautando nuestro transcurrir por la vida. Si bien vamos sumando otras máscaras, modificando algunas existentes, eliminando algunas, ciertamente aquellas más antiguas y profundamente arraigadas suelen ser las que marcan tendencias más influyentes (y habitualmente inconscientes).

Esto quiere decir que el conocer cómo hemos sido criados, el modo de interactuar con nuestros padres (particularmente durante nuestra la infancia), nuestros recuerdos reprimidos de la primera niñez, nos permitirá tener alguna noción, más o menos provechosa, de las tendencias abismales del Yo Vivido y su estructuración.
Vemos con frecuencia en las máscaras de los adultos el resultado de los aprendizajes, de los hábitos, de las actitudes, que se forjaron en su relación con los padres, y muy marcadamente en aquellas cosas que angustian, irritan, apesadumbran, aprisionan, son empleadas por el EGO para someter a la persona a miedos, dudas infundadas, malestar, conflictos, impotencia.
Probablemente, en casos de padecimientos emocionales, encontraremos que los padres seguirán mostrando aquellas facetas de sus Yoes Vividos con las cuales criaron a sus hijos pequeños y les pautaron modelos inarmónicos de vida, un Yo Vivido marcado por el desequilibrio y la falta de amor propio y escaso disfrute del placer.

En esta ocasión quiero detenerme un instante en el padre o madre (generalmente ésta última) que podemos denominar “madre/padre paradojal” o “madre/padre ambivalente”.
Esta madre dice amar a su hijito, pero sus gestos y posturas denotan el sentimiento contrario.
Habilitan a hacer algo, para luego corregir si el hijo lo hace, o si le sucede algo negativo por hacerlo.
Ofrecen y entregan regalos, atenciones, consejos, dinero, lo que fuera, que  habitualmente no es solicitado e incluso necesitado por su hijo, para luego reprochar cómo lo usa, cómo no lo usa, lo que le ha costado, de lo que se ha privado para beneficiar a su hijo. Es decir, genera situaciones para que el hijo se inunde de sentimientos de culpa, de esta forma puede ser manipulado.
Al niño se le complica inmensamente decodificar los mensajes que provienen de esta madre ambigua, contradictoria, manipuladora.
Por un lado es una madre amorosa, a la cual se ama; al mismo tiempo es una verdadera bruja, a la que se detesta inmensamente.
Se desea su presencia, pero se la siente insoportable.
Se agradecen algunos de sus regalos o dádivas, para luego carcomerse en sentimientos de culpa, furia o honda tristeza por haberlos aceptado o usufructuado.
Se reciben sus mimos y aplausos, para al minuto siguiente llorar amargamente, o padecer de otro modo, su destrato, faltas, humillaciones, etc.

Como no es una madre malvada, netamente odiosa, sino que presenta una faceta nutricia, querible, amorosa, acompañada por la sumamente restrictiva, confusa, insufrible, para el hijo el conflicto es mayor que si directamente fuera una madre terrible. Porque, si es terrible, se la podrá odiar (o tal vez “amar”, de manera enfermiza), y quedará claro que se la aborrece por tal y cuales acciones.
Pero, al ser una emisora de dobles mensajes, de vaivenes y confusiones, al niño ( y luego seguramente al adulto), el panorama emocional se le desdibuja. Se ama a quien se odia, se odia a quien se ama.
Ciertamente no hay un camino fácil para la sintonización del Yo Vivido con el Yo Auténtico cuando se está en una de estas situaciones.

Se ama a quien se detesta, se agrede a quien se aprecia, se hace casi imposible reconocer el propio lugar o sentido de existencia.
Se depende de la aprobación ajena, pero cuando se la recibe se amarga o se espera algún dolor o castigo.

Hay mucho de agresión, quizás enmascarada como agresión pasiva; también autoagresión en muy diferentes formas (haciéndose cortes, olvidando citas, rechazando invitaciones para socializar, comiendo para luego vomitar, engancharse con personas destructivas, etc.).

Son capaces de sentir y expresar: “te odio, entonces debes quererme”; así como: “no te quiero en mi vida pero quédate conmigo”.
Es por esto mismo que suelen mantener los lazos con sus padres, particularmente el ambivalente, por largos años (si la muerte no interrumpe la relación), siendo dependientes, como atados a sus padres. Para lograr esta fijación, acostumbran a no trabajar, o a perder pronto sus trabajos, a malgastar el dinero, a no encontrar pareja, a llevar una vida enfermiza y que requiere la atención y cuidado del padre ambivalente. Se mantienen, habitualmente, como niños/adolescentes, a pesar de ser adultos e incluso ancianos.
Sí, sienten que deben destruir los puentes que los lleven a la independencia madura, en lo económico-laboral, en lo emocional, en lo familiar, etc.
Y en caso de salir del hogar materno, y de cortar el lazo material con la madre, frecuentemente se atan a personas a las cuales quieren pero odian, para continuar así con ese “jueguito” que llevaba en la relación original. Sí, se casan o viven con su pareja que las destrata de diversas maneras, las abandonan, las hacen depender, las someten a mensajes contradictorios, las hacen sufrir de mil maneras (golpes, amenazas, tacañería, infidelidad, insultos, etc.), Entonces se encuentra la persona encarcelada en sus propias confusiones, soportando a quien se odia, pero del cual no se quiere apartar. Se cree que es imposible vivir independiente, sin contacto con aquel que las humilla o ningunea.
También están las que se boicotean para no avanzar en sus modestos trabajos, o para no conseguir pareja, o para no lograr romper el lazo enfermizo con el padre/madre, o para destruir el compromiso emocional.

Es característico que no disfruten de los placeres lícitos y permitidos, en ninguno de los planos.
Como si no supieran gozar, o nada les diera satisfacción, o si fueran a sufrir algún percance de permitirse algún deleite.
Y, si por una de esas cosas, llegaran a obtener algún beneficio, a pasar un rato feliz, rápidamente encontraran la forma para castigarse o ser castigados por esa “licencia”.
Son los que difícilmente la pasen bien, y si lo hacen inventarán alguna razón para lamentarse por ello.
Es característica la dificultad en las relaciones sexuales, que pueden sentirse como dolorosas, aterradoras, vejaciones, lo que fuera, menos placenteras. Por supuesto que el disfrute tampoco será fácilmente visible en esta importante área, en parte porque la persona no sabe o puede gozar, y en parte como mecanismo para deteriorar la relación de pareja. Si se da el caso de gozar de la relación íntima, no sería raro que hubiera al mismo tiempo idealización de la pareja y agresiones (sadomasoquismo en mayor o menor intensidad).

Por supuesto que las herramientas básicas del EGO, o alguno de sus derivados, estarán presentes de manera casi perenne. El llanto, el grito, el pataleo, o el desconectarse de la realidad; allí estarán. Por tanto, la conducta poco saludable, no orientada hacia la vida o la construcción del shalom.
Es que la madre paradojal actúa desde su propio EGO manipulando al hijo que es así criado, y al cual se lo imposibilita de responder desde el AMOR, sino tan solo desde el EGO, sintiendo la impotencia en cada situación.
Entonces, en sus propias vidas actúan la paradoja. Están desesperados por ser amados, pero hacen lo posible (desaliño, conductas “extrañas”, agresiones, aislamiento, etc.)  para no ser queridos o para ser abandonados. Se mantienen en relaciones conyugales tortuosas, aunque pareciera no haber ningún placer allí, solo peleas y rencores, como si estuvieran reviviendo en el afuera lo que llevan en su mundo interno y la relación conflictiva y paradójica con su madre/padre. Se mantienen alejados, pero cerca. Agreden, pero miman. “No puedo vivir contigo, pero tampoco sin ti”, podrían decir a diario. Huyen de ser queridos, porque muy adentro “saben” que el que te ama de hace sufrir.
Entonces, ellos tampoco aman, porque no se comprometen, porque se mantienen pasivos, porque obstruyen los intentos para crecer y vivir de otra manera, una más saludable.
Se pegotean al otro a través del odio, del enojo, de la violencia, del sentimiento de culpa; porque no encuentran otro recurso para compartir con otra persona. Así han ido armando su Yo Vivido, en desconexión con su Yo Esencial, en ausencia del amor.

Al mismo tiempo, esas agresiones hacia el otro son agresiones hacia uno mismo.
Piensan: “Te odio, porque me odio. Te intento destruir, como han hecho conmigo, por lo que te quiero. No deseo destruir a cualquiera, no odio a todo el mundo, sino que me odio y odio a quien está a mi lado.”
A veces ni siquiera se precisa a un otro externo, pues las autoagresiones intentan romper a ese yo internalizado, a ese padre que ha sido introducido al mundo interno y que suena con su vocecita agresiva desde dentro.

En ocasiones pueden logra cierta independencia material, pero nunca emocional. Han conseguido actuar a través de máscaras de efectividad, de eficiencia, pero es otro recurso para mantenerse en situación de indefensión emocional, de aislamiento, de falta de amor. No es que sean exitosos en el trabajo o la profesión, aunque parecieran serlo, sino que su éxito es otra excusa para negarse a los vínculos nutricios, beneficiosos.
Similar se puede decir cuando se presentan con la máscara de autosuficiencia, orgullo, grandiosidad, idealización, omnipotencia, inteligencia, capacidades superiores, etc., que no son más que defensas poco saludables o que colaboren con la armonización entre su Yo Vivido y el Auténtico. Así se protegen de sentirse abandonados, indefensos, impotentes, a merced del que los ama/odia, pero no entienden que solamente profundizan su situación de desequilibrio, de impotencia. Es que pretenden controlar aquello que no controlan ni pueden controlar. Quizás logren ciertos provechos con la manipulación, pero en los hechos siguen en estado de desequilibrio, de dolor, de miedo, de impotencia.
Y, tengamos en cuenta que, la idealización del otro suele tener en su base el desprecio. Es común idealizar a aquello que se aborrece al tiempo que se le quiere. La idealización viene a proteger a ambos, pero no es otra cosa que una desconexión de la realidad, otra jugarreta del EGO para mantener cautiva a la persona.

Podemos preguntarnos qué hacía el otro padre, si actuaba intercediendo, o por el contrario, sustentaba esta interrelación ambivalente.
Podemos preguntar de los sentimientos que se van desarrollando hacia ese otro padre, y hacia la familia en general.
Realmente, ¿dónde estaba el otro progenitor?
¿Estaba ausente? ¿Estaba impedido de interceder? ¿No captaba la situación sostenida en el tiempo? ¿Era cómplice? ¿Es dependiente también?
Son algunas de las preguntas que probablemente aborden la periferia de la conciencia de la persona.

Ahora, ¿cómo podríamos ayudar a estas personas?
Por supuesto que no respondiendo desde el EGO, sino desde el AMOR.
Dejando de lado el llanto, el grito, el pataleo o la desconexión con la realidad, para contener, admitir, dejar fluir, sostener, encaminar, quererles efectivamente a pesar de las agresiones y conflictos que promueven. No es perdonar lo negativo o negarse a verlo, sino que es hacer hincapié en aquello que conduce hacia el Yo Esencial del otro, conectarse, ser uno en unidad. No entrar en juegos de manipulación, sino construir shalom.

Aparentemente este texto no provee de conocimientos de judaísmo o noajismo, sino que pudiera ser tomado como un breve ensayo acerca de cuestiones psicológicas. Sin embargo me parece que contiene claves esenciales para fortalecer el camino sagrado que cada uno tiene que recorrer en este mundo, para así hacer la parte que corresponde en la construcción de Shalom, en instaurar al Era Mesiánica. Porque el hacer de este mundo un paraíso terrenal no depende de Dios, sino de los hombres.

¿Estás enojado?

Es normal que ante determinadas circunstancias se sienta enojo.
No tiene nada de anormal, enfermo o pecaminoso.
Por el contrario, es sumamente normal y esperable en el ser humano.
Por lo general el enojo surge ante situaciones, reales o imaginarias, de impotencia; en la cual nuestra voluntad o acción se ha contrariado de alguna forma, y como resultado emerge desde nuestra profundidad el enojo. Es una reacción instintivo, es decir, viene en el equipamiento de fábrica de cada uno de nosotros.

Pero, que sea natural, instintiva, normal no significa que tengamos que dar curso a la acción que genera.
Es decir, al sentir enojo no debemos permitir que lo actuemos, que lo llevemos a manifestarse en la realidad compartida con los demás. Ni por medio de actos, ni por palabras, ni por gestos, ni por otra acción o actitud que exteriorice el enojo.

Sin dudas que si no estamos entrenados precisaremos de mucho empeño para superar el instante que media entre el sentimiento y la acción.
Por lo cual, es imprescindible y aprendiendo técnicas que dilaten la reacción, que seamos conscientes de nuestro sentimiento, que no lo neguemos, que no lo ocultemos a nuestra conciencia, que no quede estancado y pudriéndose en el fondo de nuestra alma, que hagamos algo provechoso con esa energía reactiva, pero no llegar a actuarlo o a practicarlo.

Detrás de todo enojo está la impotencia, real o imaginaria.
Reconozcamos lo que ocurre, eludamos el disparo automático motivado por el enojo, para dar paso a una mayor comprensión de lo que estamos sintiendo, de lo que nos lleva a sentirlo, y tal vez podamos encontrar respuestas que sean edificantes, productivas, provechosas, que mejoren nuestra situación y nuestro poder.

Ni llanto, ni grito, ni pataleo, tampoco desconexión de la realidad (o cualquiera de los derivados de todos ellos).
No, esas herramientas no son las que generan cambios positivos, las que atraen Luz y bendición. Más bien rompen, destruyen, promueven el caos y el exilio espiritual.
Mejor es la Comunicación Auténtica.

No neguemos el sentimiento del enojo, pero tampoco lo actuemos.
Aprendamos a ser constructores de Shalom.
Cuesta, pero vale mil veces multiplicado cada centavo invertido.

Vaishlaj 5773-El secreto de la paz

Iaacov está retornando a su patria luego de haber estado muchos años fuera, en tierra y cultura de los arameos.
Había huido a causa del miedo que le inspiraba su bravo hermano Esav, temía por su integridad y vida, así como por la tragedia que le pudiera ocurrir a sus padres o hermano por su causa.
Escapó solo con lo que tenía puesto, que al poco tiempo le fuera robado.
A simple vista era un pobre inmigrante recién llegado a tierras extrañas, apenas poseedor de unas prendas para vestir, pero rico en su convicción interior de que algún día alcanzaría a disfrutar de la promesa de riqueza y poder. Sin embargo, no era fácil, es la experiencia del expatriado solitario, desamparado, falto de contactos, sin cuentas bancarias, sin posibilidad de retorno. Nuestros antepasados supieron atravesar por situaciones similares en varias ocasiones, algunas no tan lejanas en el tiempo. Así estaba nuestro tercer patriarca en su juventud, con una gran pobreza material, lleno de incertidumbres, cuando llegó a la que sería su nueva casa y nuevo inicio.
Conoció en Aram a la que sería su esposa amada, Rajel; también a su esposa constante y valiente, Lea. Aprendió a valorar personas y cosas, tiempo y esfuerzo. Mucho fue adquiriendo en el transcurso de su destierro. Formó una numerosa familia, cosechó dinero y poder, fue creciendo lentamente en cada área de su existencia. Pero, aún tenía tres cuentas pendientes: regresar a vivir en su tierra patria; reconciliarse con su hermano y vivir sin culpas ni remordimientos; reconciliarse consigo mismo, para vivir en completa paz y gozo de la bendición de todo lo bueno.
Son estas cuentas las que irá resolviendo en nuestra parashá.
En particular veremos que para el reencuentro con su hermano se preparó de diversas maneras.
Sabía que el agresivo Esav venía armado para la guerra, acompañado por una banda centenaria de hombres de armas tomar. Recordaba las rencillas del pasado, la violencia, el hostigamiento, las amenazas y, por supuesto, no olvidaba que estaba en la mira de su hermano. Sí, era un momento de gran angustia, porque ahora no solamente podría ser dañado él, sino también sus esposas e hijos. Poco le importaba si Esav se llevaba ovejas de su rebaño, o las aniquilaba todas; si le quitaba alhajas o títulos nobiliarios, nada de eso ameritaba angustiarse, sin embargo, debía resguardar a su familia, protegerlos, procurar que ningún percance les sucediera. No sabía muy bien cómo reaccionaría actualmente su hermano, puesto que había perdido el contacto hacía décadas, pero mejor prevenir que curar. Sí sabía que era muy astuto para atacar, no era tonto en el ejercicio de su violencia; aunque primitivo y básico en ciertos aspectos, por completo sometido a sus pasiones, pero hábil en astucias, ingenioso para el engaño, experto en el arte de la guerra siglos antes de Sun Tzu.

Clásicamente se reconoce que Iaacov se preparó en tres aspectos: 1) envío numerosos y valiosos regalos acompañados por dulces elogios para apaciguar a su hermano; 2) rezó al Eterno; 3) organizó el campamento familiar para resguardarlo de un ataque militar, además de acondicionarse para responder activamente a las agresiones en caso de necesidad.
Estos preparativos nos enseñan también a nosotros un estilo para responder ante los embates de la angustia así como ante los ataques externos.

Encontrar mecanismos para la conciliación, negociar, pacificar, dialogar, evitar la confrontación, dar un paso al costado, dar en lugar de recibir. Cuando se maneja la relación interpersonal desde el altruismo, desde el genuino interés por beneficiar al prójimo, sin perjudicarse a uno mismo, entonces es factible resolver situaciones complejas de modo mucho más eficiente y saludable. Se evita caer en las trampas del egoísmo, para actuar desde el código de la bondad y la justicia. Así pues, lo que puede parecer como lisonja o compra de voluntades, al hacerse de manera honesta y sin dobleces, en realidad es una llave al compromiso mutuo, al entendimiento, a la comunicación auténtica que espabila oscuridades para llenar de luz y armonía. Uno puede perdonar al que sinceramente se disculpa, pero no olvidemos también pedir perdón, porque probablemente hemos incurrido en errores, faltas y omisiones, a sabiendas o no.

Está también el orar. A través de una concentración profunda, de una intencionalidad positiva, se puede fortalecer el ánimo con rezos, tal vez encontrar en ello también el favor desde lo Alto, proveer de energías renovadas a uno y al prójimo con el cual se está en conflicto. Recordemos que el plano espiritual es el de la unidad, en donde no existen bipolaridades ni conflictos, sino tan solo unidad, armonía. Cuando se reza en verdad, no se está solicitando la servidumbre de Dios, ni que Él nos haga los mandados, sino que uno se introduce a una visión de la realidad más auténtica, en donde todos somos uno.

Tristemente en ocasiones el EGO se impone y consigue dominar, desde su escasa potencia reduce a nulos o infértiles los esfuerzos por llevar una vida de creatividad y plenitud.
Entonces, a veces, no queda otro camino que el de esgrimir alguna arma física para la defensa, para detener la violencia, para responder a los ataques del agresor de modo tal que cesen y se pueda establecer un período de tirantez pero que permita geminar la paz. Seguramente que para aquel vive bajo el objetivo de construir Shalom este paso es sumamente doloroso, hasta pareciera que adverso a su intención, pero es necesario comprender que hay situaciones en las cuales las concesiones bondadosas no apoyan la causa de la paz, que los rezos no influyen en el espíritu del asaltante para amansarlo y disponerlo a la negociación, por lo cual el principio de la justicia establece que sea necesario el uso de la fuerza medida, apropiada, restringida al esfuerzo del shalom.

En estos días, comienzos de Kislev 5773 (noviembre 2012), pudimos testimoniar y ser parte de una repetición de la historia ancestral.
Israel desea vivir en paz en su propia tierra, al volver a ella luego del exilio forzado y torturador, que fuera provocado por los conquistadores sanguinarios y despiadados. Ahora Israel se yergue y comienza a retornar al hogar, a su destino, a su herencia, a su ambiente normal. Como hiciera el patriarca Iaacov/Israel.
Israel anhela reconciliarse con su hermano, con sus vecinos, aquellos que en el pasado le agredieron sin motivo y ferozmente. Es Israel quien hace los esfuerzos para establecer puentes, mesas de diálogo, el que concede, el que halaga, el que regala con tal de obtener el abrazo fraternal de la convivencia. Pero se le responde con hostigamiento, con saña, con burla, con maliciosas mentiras, con falsas promesas de paz y respeto. Sin embargo, Israel se mantiene leal y firme a conceder, a dar de lo propio con tal de alegrar al bravucón para que deje su pendencia y admita el derecho de Israel a su propio hogar, a su existencia, a vivir en calma y paz. Para compartir así bienestar entre todos, la bendición de todo.
Israel también encuentra quienes elevan plegarias, piden al Padre Celestial por Shalom, no para que mueran o sean aniquilados los enemigos acérrimos, esos cegados por el odio y la avaricia, sino para que dejen de lado la guerra, abandonen sus planes de aniquilación expuestos abiertamente para quienes entienden el árabe. Israel pide a Dios para que haga la paz, para todos. Aunque del otro lado solo se oyen invectivas, salvajes llamados a la “guerra santa”, como si la guerra pudiera serlo. Del otro lado se insiste en pretender extirpar a Israel del mapa y eliminar a los judíos del mundo, y para colmo los cómplices del silencio o de la mentira disparan misiles de palabras venenosas, para enquistar aún más el mal en contra de Israel. Pero Israel sigue siendo leal, y también reza.
Pero, cuando llega el momento de defenderse, Israel no esquiva su sagrada obligación de proteger a los indefensos, de hacer lo mínimo necesario para que al menos haya justicia. Aunque luego se le acuse injustamente, se le hostigue con falsedades y mentirosos rumores, también es necesario dar el doloroso paso de la defensa armada cuando no hay otra manera de permanecer con vida. Aunque los falsos pacifistas insulten y proclamen infamias, Israel debe defenderse y lo hace con nobleza, no con terrorismo ni bravuconería, sino con la confianza del que se sabe con el poder suficiente para responder y dar una chance a la paz.

Así pues, el patriarca volvía y quería reconciliarse con su hermano, con aquel que le había agredido, pero también quería encontrar la paz consigo mismo.
Una gran parte de esta última tarea se alcanza consagrándose a obtener las dos anteriores. No es el único modo, pero sirve de gran auxilio.
Comprendamos, la paz interior siempre repercute en paz con el exterior; al contrario también es cierto: aquel que no está en paz consigo mismo, que no se valora correctamente, que no se respeta, que no se cuida, que no se ama, es improbable que pueda llevar una armoniosa relación con los demás y el entorno.

Si prestamos atención, los tres preparativos de Iaacov para el encuentro con su hermano tiene mucho que ver con lo que la Tradición indica para entrar a pleno en cada nuevo año: teshuvá, tefilá y tzedaká. No es casualidad, más bien es la reafirmación que desde antaño conocemos el código para desarrollar una existencia de bendición, solamente debemos recordarlo y vivir en consecuencia.

Tenemos tantas cosas para aprender de la Torá, tantas que pueden iluminar nuestra vida personal y colectiva. Es bueno darnos la oportunidad para hacerlo. Solamente podemos salir beneficiados de esto.
Para concluir, recordemos las palabras del profeta en la haftará que corresponde a esta parashá: "Como tú hiciste, se hará contigo; tu retribución volverá sobre tu cabeza." (Ovadia / Abdías 1:15).
Tratemos de hacer siempre lo que es bueno y justo, para que la consecuencia sea bondad y justicia.

Shabat Shalom.