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El origen de los dioses

Retomemos un tema que puede resultar escabroso, complicado, incomprensible para muchos.
Dios existe, queramos o no, creamos o no, sepamos o no, Dios es.
Por otro lado, los dioses son reales para quienes creen en ello, son sus fantasías, sus creencias, sus deseos, sus ideas, suyos. En tanto tengan creyentes, adoradores, esos dioses existen. En cuanto sus adoradores o creyentes desaparecen, o la creencia en ellos desaparece, los dioses desaparecen. Algunos pueden quedar como viejos recuerdos, cuentitos antiguos, estatuas en olvidados templos, nombres fugaces en ruinas, pero volvieron a la nada de la cual salieron.
Sí, solo Dios existe, Él es.
Los dioses son fantasía que dependen de sus adoradores.

La Presencia de Dios la sentimos porque nuestro Yo Auténtico está formado por nuestra esencia espiritual, nuestra neshamá, esa chispa indefinida que nos hace partes de la eternidad, canales de trascendencia, unidos a Dios.
Sentimos a Dios cuando el haz de Luz sagrado incide en nuestra percepción, con mayor o menor fuerza, pero allí está el sentimiento de sentir a Dios.

Tristemente, la mayoría de la veces creemos sentir a Dios en nuestra vida, pero en realidad estamos percibiendo los dictados de nuestro EGO, que nos confunde, que nos hace creer que es Dios, pero no es más que una parte rústica y arcaica de nuestro sistema cerebral que se entroniza y acomoda como dios y señor.

Así es, el EGO se presenta como un dios, como un salvador, como el que nos sostiene con vida, como el único que está con nosotros para salvarnos en la hora de la tribulación.
Desde el momento del nacimiento, cuando la avalancha terrible de sentirse impotente nos asfixió, allí estuvo el EGO, con sus primitivas y toscas herramientas, provocando que pudiéramos sobrevivir, o eso es lo que creemos.
A partir de entonces, como normal, como programado en nuestro ser, el EGO ocupa un sitial de honor, de poder, de adoración.
Se posiciona como un dios interno, como EL dios.
Se interpone en nuestro nexo con el verdadero Dios.
Así, rechazamos a Dios, lo obviamos, ponemos dioses ajenos delante de Él, ubicamos al EGO en lugar de Dios.
Y así vamos por la vida, adorando al EGO, al que llamamos “Dios” y hasta pretendemos hacerlo pasar por el Verdadero, Uno y Único.
No un dios más en el Olimpo de dioses, sino como EL Dios.
No solo como un dios asociado a Dios, un emisario de Él, sino como Él mismo.

Todas las idolatrías se manejan de esa manera, no de forma consciente, no por voluntad de sus adoradores, sino porque así es el mecanismo natural, el origen natural de la idolatría.
Viéndolo de esta forma comprendemos la terrible enfermedad que representa, puesto que no es un atentado consciente contra Dios y el hombre, sino una falla interna, un desequilibrio, una enfermedad. Al decir de los Sabios de la Sagrada Tradición: “Nadie transgrede a no ser que le entre un ánimo de idiotez” (TB Sota 3a). ¿Cuál es ese estado anímico enfermizo, idiota? No otro que el emanado desde el EGO.
Por supuesto que aquellos vivarachos que usan la idolatría, la religión, las creencias seudo espirituales, para dominar, adquirir bienes materiales, obtener renombre, sustentar sus vidas, por supuesto que esta gente está enferma, pero además voluntariamente se hacen compinches del EGO para estafar, engañar, seducir, mentir, violar, violentar, esclavizar a sus seguidores.
Algo similar se podría decir de aquellos a los que se les advirtió de las falsedades de sus creencias, de la mentira de su fe, del engaño de su disfraz religioso, pero con tal o cual excusa retornaron al rebaño de los perdidos, de los adoradores de la vanidad, de los sumisos al EGO. Sin importar la excusa que inventen, del plano que fuera (físico-material, emocional, social o mental), al haber tomado conocimiento del mal camino y escogerlo, ya son parte del problema y no víctimas ilusionadas y sin brújula. Optaron por la esclavitud al EGO y no por DIOS. No pueden escudarse en el no saber, ni en un ánimo idiotizado, sino lisa y llanamente en su estrechez multidimensional, en su apego al mal, en su deseo por lo voluptuoso en lugar del placer permitido y saludable.

Cuando la gente salta de una religión a otra (recordemos que noajismo y judaísmo NO SON religiones, aunque hay gente que las viva como tales), cuando un día adoran a un dios, al otro a otro, al tercer día suman un dios más a la fiesta, o sencillamente se quedan en la religión de sus mayores, ausentes de espiritualidad verdadera, ajenos a Dios, no están cambiando de dios realmente, porque siguen con el mismo apego a su dios interno, al EGO.
Así que rezarle a Jesús, a Yeshuah, a Yemanjá, a San algo, a los maestros ascendidos, a Dios convertido en un dios, al Ipad, a jugador de fútbol, al éxito, al dinero, etc., no deja de ser la misma idolatría, la misma adoración embobada del EGO.
Cambia el nombre y rostro del dios externo, los ritos pueden variar, los idiomas suenan diferentes, pareciera ser otra cosa, pero no… sigue siendo lo mismo, el EGO adorado.

El EGO, detrás de todo dios, de cada iglesia, de cada religioso, incluso de los que hacen de Dios un dios, el EGO sigue siendo el mismo.
El EGO personificado por actores externos, sean personas, animales, potencias etéreas, elementos naturales, instituciones, iglesias lo que fuera que sea usado como un dios, como un referente religioso, como un apego que suplante a lo espiritual, eso es el EGO endiosado.

Una de las primeras personificaciones del EGO, sino es la primera, es la madre o quien cumple sus funciones.
Ella, sin saberlo, quizás sin quererlo, se convierte en el primer dios externo para el niño.
Es la madre que nutre, que cuida, que abraza, que sostiene, que da vida, que calma, que acompaña, que consuela, que alegra, que promete, que está ahí. Sí, mira bien, ¿no es la imagen del Dios amoroso que todos queremos?
Sí, es que realmente Dios es eso (e infinitamente más).
Pero, no es a Dios a quien “recordamos” cuando pensamos en nuestros dioses, sino a alguna de las huellas muy fuertes que la madre nutricia ha dejado en la mayoría de las personas. ¿Y qué pasa cuando la madre falla en su función? ¿Cuando hay desapego (en el sentido terrible del término)? ¿Qué pasa cuando no hubo caricias, ni alimento, ni calor, ni cariño, ni tranquilidad, ni compañía, ni aseguramiento, ni…? ¿Qué pasa con la imagen del dios todopoderoso, del EGO externalizado?
¿Será ese el origen de la idea del dios terrible, miserable, vengativo, sediento de sacrificios, demandante, espantoso, severo hasta la maldad?
De una y otra imagen se sirve el EGO en su plan de conquista y dominio, para hacerte sentir impotente pero hacerte creer todopoderoso. Como sea, el EGO usará lo que se presenta para mantenerte esclavizado. Sea porque temes a un dios de pesadillas, que te hace sentir pavor a cada instante; sea porque amas a un dios todo bondad, que te hace sentir arrullado en su abrazo tierno. De una y otra forma el EGO se las ingenia para que tú estés anestesiado a tu verdadera identidad, ajeno a tu Yo Auténtico, abotonado a tus máscaras del Yo Vivido.

Con la madre, o la persona que cumple su función, vamos aprendiendo el “arte” de manipular, de ser manipulados, etc.
Los jueguitos de dominio e impotencia nacen allí, en la relación con la madre. Jueguitos enfermizos, del Yo Vivido a pleno acaparando la atención y oscureciendo al Yo Auténtico.
Aprendemos a que berreando obtenemos lo que queremos, aprendemos que una sonrisa falsa nos compra un dulce, aprendemos que guardando silencio nadie nos pega, aprendemos a… manipular y ser manipulados.
Y luego nos entrenamos en eso.
Y pretendemos que nuestro dios se maneje del mismo modo.
Le prometemos cosas inútiles, infantiles, a cambio de que él nos haga los mandados.
Ante nuestra impotencia buscamos manipular a nuestro dios, para que él nos resuelva nuestro asuntos, cuando nosotros no somos capaces de hacerlo por nuestra cuenta.
Raro, ¿no? Somos impotentes, pero nos creemos con el poder como para negociar con el dios y que éste haga por nosotros aquello que nosotros no podemos hacer.
¿Se entiende lo ridículo de la creencia del hombre?

Así anda el sujeto religioso, que es el 99% de la humanidad. Sea que adhieran a alguna religión oficializada o no, sea que se llamen religiosos o no, sea que se crean ateos o no. Todos andan adorando a su EGO, arropado en la imagen que ellos fueron formando con sus vivencias de los primeros momentos de vida. Allí domina el EGO, el dios interno que se personifica en lo externo.
En tanto Dios, el que existe, el que es, el que no depende de nada ni nadie, nos aguarda.
Nos espera, nos dio el camino para alcanzarLo.
Pero debemos sortear las trampas del EGO para llegar a Su abrazo genuino, aquel que dio imagen y semejanza al abrazo de la madre…

Espiritual, te lo repito

Es un tema simple, pero que la cultura humana ha tergiversado y oscurecido.
Es un tema fundamental, pero se hace equívoco y difuso a causa de las pésimas definiciones.
Es un asunto esencial, pero que se la pasa disfrazado de otra cosa.
Espiritual.
¿Qué es en realidad?

Espiritual es aquello que nos conecta (positivamente) con Dios, con el prójimo y con nuestra esencia (Yo Auténtico).

Dar plata a un pobre, espiritual.
Pagar al trabajador como corresponde en tiempo y forma, espiritual.
Educar a los hijos para ser personas de bien y justos, espiritual.
Pasar un tiempo de valor con la familia, espiritual.
Rezar, sí, también lo es.
Cuidar de la salud, espiritual.
Hacer ejercicio, de manera moderada, espiritual.
Estudiar lo que nos sirve para mejorar como personas y comunidad, espiritual.
Cumplir los mandamientos, aquellos que Dios nos ha dado a cada cual, espiritual.
Lo que es parte del estilo de vida judío para los judíos, el judaísmo, es espiritual para el judío.
Lo que es idiosincrasia nacional, que no contradice los mandamientos del Eterno, es espiritual para todos.
Hacer terapia, o tomar consejería para asuntos emocionales, espiritual.
Trabajar con corrección, espiritual.
En resumen, espiritual, el camino a casa. El camino a la unidad. Al ser.
Tan simple, tan entreverado por creencias ajenas, dogmas, doctrinas, religiones, ideología, deseos… tan oscurecido y entorpecido por el EGO.

¿Se comprende la idea?
Y si no, ¿qué es lo que no se comprende?

Ya la trabajamos, te paso el link: http://fulvida.com/varios/temas-frecuentes/espiritual

Emor, ser salvos

Ni arriba ni abajo, en tu lugar
Al EGO no le sirve que crezcamos.
Le conviene hacernos sentir impotentes y que nos creamos todopoderosos o absolutamente incapaces, para que de esa forma soportemos constantes tropiezos, contrariedades, sufrimientos.
Es que, si la persona se siente capaz, libre, responsable, apta, con el sano orgullo de poder lo que puede, bien pronto se quita de encima la bota tiránica del EGO.
Entonces, el EGO lo somete a la tortura de sentirse ignorando, poca cosa, fracasado, imposibilitado, destinado al dolor y sin mecanismos para sobresalir. O le hace fantasear con tener poderes que realmente no tiene, dominios que le son ajenos, y por consiguiente chocará tarde o temprano con la realidad que le dice: “no, tú no puedes”. En esa circunstancia ya no es solamente un sentimiento de impotencia, sino la impotencia concreta, materializada, el límite de nuestras capacidades reales.
Entonces, se suma el sentimiento, la creencia fantástica y la realidad, se hace un combo amargo que degustar.
La soberbia, el creerse más de lo que uno realmente es y puede llegar a ser; tal como la falsa modestia, el rebajar el propio estatus a un nivel inaceptable, incongruente con la real capacidad y potencial; son caras de la misma terrible moneda del EGO.
Imaginar y hasta delirar con estar a un nivel que no se está, ni se puede llegar, sea alto o bajo, son formas del EGO para mantenerte en impotencia, sometido, esclavizado, ajeno a tu verdadera identidad, aferrado a máscaras del Yo Vivido en lugar de abrazado y en paz a tu Yo Auténtico.
Es triste, pero es la regla casi general de la humanidad. Pocos son los que saben y pueden zafar de la esclavitud del EGO y potenciar su vida al máximo.
Al conocimiento de su real valor y lugar, a la autoestima adecuada, en la Tradición se le suele nombrar como “humildad”.

El origen de la religión
Nuestras primeras reacciones ante la impotencia inicial, en el traumático momento del nacimiento, son instintivas.
Son las herramientas básicas del EGO: grito, llanto, pataleo y desconexión de la realidad.
Con ellas procura mantenernos con vida, sortear el amargo trago de la impotencia y sobrevivir.
Desde ese instante nos vamos  programando, a partir de estas herramientas, a través de las relaciones con el medio y las otras personas.
Vamos usando ciertos instrumentos, los vamos conociendo, perfeccionando, cambiando, desechando, mejorando. Pero la raíz permanece la misma: llanto, grito, golpe, inconsciencia.
Vamos sumando los mandatos de la sociedad, a reaccionar de acuerdo a lo que nuestros padres nos entrenan.
Vamos formando creencias, decodificando al mundo de acuerdo a lo que estamos conocimiento y entendiendo, se tejen redes neuronales, nos vamos haciendo como personas.
Allí en el fondo está nuestro primer salvador, el EGO, con sus demandas, con sus exigencias, sus manipulaciones. Es un “dios” que se interpone a nuestra conciencia de Dios, son las múltiples cáscaras que recubren nuestra neshamá (esencia espiritual), para que no tomemos contacto, para que no nos conectemos, para que no seamos uno y unificados.
Allí fuera están los primeros “dioses” que vamos adorando, por lo general la madre (o más bien debiera decirse la o las personas que cumplen la función materna de proteger, alimentar, higienizar, etc.).
El dios interno, el EGO, se presenta como el dios externo, las personas de nuestro entorno en nuestras edades más tiernas.
En esos momentos aprendemos a manejarnos con los dioses, a manipularlos, a ser manipulados. A conseguir las cosas que deseamos con rabietas, con enojos, con estafas emocionales. Esos dioses están a nuestro servicio, pero dependemos por completo de ellos. Es como una relación bastante enfermiza, sin ellos morimos, ellos sin nosotros es como que no tienen sentido de ser.
Así es como, en general, vamos fabricando el sentimiento religioso en nuestro ser.
Por ello decimos que la religión, la fe ciega, es derivado del EGO. Porque no se asienta en la espiritualidad, en la conexión, en la unidad, en el ser en plenitud, sino en el toma y daca, en el negociado, en las necesidades de ambas partes, en jueguitos de poder y dominio. Eso es la religión, nada sagrada, nada trascendente, puro EGO.
Así comprendemos cómo en el nombre de las religiones se hacen las peores barbaridades, se excusan la peores miserias humanas. En este siglo y en todos los anteriores.
Porque, si la religión fuera del reino espiritual, nunca estarían a la defensa de la corrupción, de los “poderosos”, de la amenaza como mecanismo, etc.

El eterno volver
Si pudieras ver tu vida desde fuera, desapasionadamente, con frialdad, con desapego, encontrarías que una y otra vez repites conductas.
Como si estuvieras programado a volver a repetir lo que ya viviste con apenas variaciones.
Pueden ser las mismas u otras caras, pero en el fondo las situaciones se repiten, apenas si con cambios.
La tonada es la misma, aunque sean otros los instrumentos que la ejecutan.
Y vuelven, o quizás nunca se van, los mismos sentimientos de desamor, de impotencia, de limitación, de desamparo, de apego, de desconexión de no poder ni valer, de fracaso.
Parece que decides, pero no.
Haces de cuenta que eres libre, pero estás esclavizado al EGO, y sigues mandatos externos, creencias infantiles, programas que te hacen ejecutar automáticamente las cosas.
En las pequeñas y en las grandes cosas, allí saltan los programas a los que nos hemos acostumbrado, que son nuestra “segunda naturaleza”.
Observa, pero con desapego, desde fuera, sin reaccionar, sin responder, sin querer tener el control, observa… ¿qué ves?

Observa y registra
Observa cómo actúas, como un personaje de obra teatral, como siguiendo un libreto escrito por ajenos.
Obsérvate en tu multidimensionalidad:

  • qué sientes en tu cuerpo, en qué parte precisamente;
  • cómo te sientes emocionalmente; cómo te valoras; cuáles personas, cosas, situaciones, ideas te hacen sentir esas cosas;
  • de quién te ocultas o a quién quieres vencer; qué posesión quieres obtener para sentirte apreciado; qué trofeo quieres demostrar;
  • cuáles son tus pensamientos; qué afirmas acerca de ti mismo y de las cosas; qué recuerdas, qué esperas; qué inventaste para excusarte;
  • cómo actúas, qué dices, qué callas, con qué lo asocias.

Observa con calma, sin pasiones, sin justificar, sin excusas, sin negar, sin rechazar.
Observa y admite lo qué estás viendo. Regístralo, no confíes en tu memoria, te hará trampas el EGO.
Por el mero hecho de hacer esto, de tomar distancia, de no apegarte, de aceptar lo que sucede, de fluir, ya estarás aprovechando mejor tus energías vitales.
Aún no habrás hecho nada, activamente, pero estás en la onda del cambio positivo.
Tomar conciencia, despertar, saber lo qué sucede es uno de los primeros pasos para tu liberación.
Antes está el admitir que uno está mal, en desbalance, fuera de foco, no sincronizado con la existencia, sufriendo. Porque si estamos anestesiados al punto de ni siquiera reconocer nuestro malestar, difícilmente emprendamos un camino hacia la redención personal.

Entrénate
Puedes ir descubriendo los patrones de conducta que se repiten, que son cadenas que te atrapan en la esclavitud al EGO.
Revelar los pensamientos negativos, las creencias falsas, las infantiles fantasías de poder, el egoísmo, la falta de solidaridad, el perpetuo jueguito por alcanzar el poder y ser sumiso, entre otras cosas.
Ir despertando, es un paso esencial.
Te da más energía, te abre la cabeza, de limpia el pecho de opresiones.
Pero, aún está lejano el mar Rojo para que se abra y te deje pasar fuera de la celdita mental del EGO y aún más lejana la Tierra Prometida, de paz y placer.
Es necesario entrenarse y no dejarse arrastrar por el hábito, no someterse al guión, salir del esquemita mental repetitivo.

Es evidente que no podrás hacer esto de buenas a primeras, a fuerza de buena voluntad o pensamientos positivos.
No existe la magia.
Tienes años enroscado a una cadena, no esperes quitártela de encima de un momento al otro.
Te advierto que muchos han tomado conciencia para luego volver a dormir, aún más pesadamente que antes.
Es que, el EGO atenaza con fuerza, a pesar de que es intrínsecamente débil.
Precisarás esfuerzo, constancia, trabajo, alegría, optimismo, agradecimiento, valor, paciencia, amor, respeto entre otras cosas para seguir adelante, para ser libre, para obtener paz, para gozar, para estar unificado y en armonía interna y externa.
Sí, muchos quedan por el camino, la mayoría quizás, pero eso no es excusa para que tú no seas de los que alcanzan la Tierra Prometida y disfrutan de ella.
Todo lo que crees que te cuesta, lo que te pierdes, lo que te esfuerzas igualmente será poco, barato, comparado con lo que gastas manteniéndote en la celdita mental del EGO, con lo que malgastas y derrochas para tapar agujeros, con lo que desperdicias al pasar por la vida sin vivirla realmente.

Entrénate en valorar al prójimo, en hacerlo sentir bien sin esperar nada a cambio, en ser justo, en no responder automáticamente sino desde un punto de vista que beneficie a ti y al prójimo.
No quieras ser el que tiene la última palabra, no pretendas ser el que domina, no pidas la cabeza del otro, no trabajes para el EGO.
Disfruta de aquello que está a tu alcance y propón al otro que haga lo mismo.
Deja fluir aquello que no puedes ni debes controlar.
Repara lo que está bajo tu dominio para que funcione correctamente.
Relájate, no quieras comandar todo y a todos.
Entrénate para ser bueno y justo, gozar de lo permitido y apartarte de lo nocivo.
Haz esto, entonces estarás en camino a la Salvación, a la Redención, a la Era Mesiánica, a la Tierra Prometida.

Emor
Para los judíos, en la lectura semanal que corresponde a este Shabbat (parashat Emor) encontramos:

"Guardad, pues, Mis mandamientos y ponedlos por obra. Yo soy el Eterno.
No profanéis Mi santo nombre, pues Yo he de ser santificado en medio de los Hijos de Israel.
Yo soy el Eterno, el que os santifico, que os saqué de la tierra de Egipto para ser vuestro Elokim.
Yo soy el Eterno.’"
(Vaikrá / Levítico 22:31-33)

Se nos muestra la puerta para salir de nuestra celdita mental, de la tiranía del EGO.
Es Dios el que quiere nuestra salvación.
Pero somos nosotros los que debemos levantarnos, abrir la puerta –que está sin llave-, y pasar a la libertad.
No seremos arrancados de la prisión, nadie vendrá a sacarnos. Debemos salir por nuestros medios.
Tenemos la ayuda de Arriba, contamos con la fuerza interna, se nos brindan hermosos consejos, se nos dio la oportunidad.
Ahora, a avanzar.
Si no llegas a la Tierra Prometida pero hiciste tu parte, santificaste tu vida por medio de la bondad y la justicia, entonces ten por seguro que desde lo Alto serás buenamente recompensado. Será completada tu travesía, no en esta vida, pero si en la eterna.
Cada paso que des, cada obra que realices, cada instante que saborees la libertad de forma comprometida, estarás sembrando gozo eterno.
Ahora, levántate y avanza.
Actúa, sé solidario, haz el bien, ¿a qué esperas? ¿A que tu EGO te dé permiso?
A construir Shalom.

El consejo diario 376

Cuando alguien te cuenta o pregunta acerca de temas dolorosos, angustiantes, para los cuales no tienes respuesta ni solución, entonces, ¿qué puedes hacer?

Qué te parece sintonizar con los sentimientos del que te habla, admitirlos sin juicios adversos, aceptarlos, comprender su pesar pero declarar tu ignorancia tanto para responder como para resolver.
Tal vez, solo tal vez, además puedes ofrecer a que consulte con el que se supone sabe (médico, terapeuta, abogado, rabino, consejero, contador, etc.).
Tú no puedes ni debes decidir por el otro, pero puedes abrir tu corazón para oír y escuchar y acompañar al otro.
Eso es importante, más de lo que crees.

(Y, si crees tener respuesta o solución, cállate la boca por un rato. Escucha desde el corazón, deja que el otro exprese su sentir. Al rato podrás hacer algo más).

La dieta espiritual noájica y el noajismo ecológico

Los judíos han recibido decenas de mandamientos y cuentan con cientos o miles de reglas con respecto a lo que es apto o no para ser ingerido.
Son muchas prohibiciones, muchas realmente, que están dictadas para los hijos de la Familia judía.
Pero no es así para los noájidas.

El mandamiento que Dios entregó a cada gentil, con respecto al respeto de la vida animal, es el de no ingerir parte de animal que aún esté con vida.
Esto trasmite la importancia de reducir al mínimo posible el sufrimiento del animal, incluso cuando se lo va a sacrificar para ser comido.
De aquí se puede derivar que es necesario cuidar de no dañar a los animales, a no ser que haya algún beneficio real para el hombre y que éste no se consiga de otra forma, menos violenta.
Por ello, podemos matar animales para comer, usarlos para investigación en fármacos, cabalgarlos, usarlos para que tiren de carros u otros artefactos, entre otras cosas, pero no cazarlos por deporte, maltratarlos injustificadamente, abusar de sus servicios, no darles de comer a su debido tiempo, etc.
Es imprescindible cuidar al animal que está a nuestro cargo, tratarlo con respeto, valorar su vida, no como la de un humano, pero sí como la de un ser vivo que también sufre.
Podemos hacer uso de ellos, cuando es necesario, cuando es dentro de parámetros “civilizados”, porque el Eterno nos ha dado potestad sobre ellos, porque ellos existen para nuestro beneficio, al menos esa es la idea que está en la Tradición Sagrada. Podemos estar ideológicamente de acuerdo o no, pero tal es la posición clásica dentro de la Tradición, lo que la misma Torá (judía) refiere como dato para toda la humanidad.
Sí, el vivir con conciencia ecológica es ser espiritual.
Cuando aprendemos a cuidar nuestro ambiente, respetamos la vida, usamos sin abusar, somos parte del sistema y no intrusos del mismo, entonces estamos siendo espirituales.

Hay personas que son vegetarianas, otras veganas (solo comen productos del reino vegetal, nada que provenga del reino animal).
Algunos lo hacen por consideración a los animales, no quieren comer nada que haya nacido de madre. Me parece bien, es una idea respetable. ¿Por qué no? Aunque, los huevos de aves que no están fecundados no son vida animal, sino una célula con nutrientes; así que no están comiendo parte de animal realmente. Así como la leche tampoco, pero bueno, es una opción respetable. Está muy bien ser considerado con las otras especies, con nuestros primos en la escala zoológica. Sí, es una bonita idea. Si de paso esto sirve para hacer de la persona más bondadosa, menos prejuiciosa, más amante de la verdad y la justicia, mucho mejor. Claro que sí. Es una opción valida para cualquiera que escoja libremente por ella.

Algunos lo hacen como parte de sus creencias religiosas, bueno, es respetable, aunque sabemos que tales creencias son idolátricas y la idolatría no es digna de respeto porque es enfermedad espiritual, y como tal es imperiosa erradicarla, para que la persona y la sociedad gocen de mejor estado de salud. Pero, vivimos en un mundo moderno muy tolerante hacia algunas enfermedades, entre otras la llamada religión, en todas sus versiones. Y está bien que así sea, en tanto no vivamos en la Era Mesiánica, los gentiles están muy propensos a la idolatría, aunque muy en lo profundo, en su esencia pura sientan que es un fraude, que están corrompidos por la enfermedad, es difícil que rompan el lazo que el EGO les pone al cuello en forma de religión.

Hay algunos que se creen más “místicos” (no sé que querrán decir) o “espirituales” (tampoco sé que quieren decir) por no comer partes de animal, por ser vegetarianos.
Esta clase de personas no están en sintonía realmente con el plano espiritual, al menos en lo que a dieta se refiere.
Para el gentil la espiritualidad en lo que respecta a la comida se obtiene al no comer parte de animal con vida, pues tal es el mandamiento directo que Dios ha dado a los gentiles.
Hacer lo que Dios manda, eso es ser espiritual.

Pero, hay otra manera más de encontrar el camino a la esencia espiritual a través del alimento.
Cuando se toma conciencia de que nuestra dieta afecta a nuestro cuerpo, y que el cuerpo somos nosotros (y no una prisión ajena que se impone al espíritu), una parte de nuestro ser auténtico en este mundo, y por tanto cuidamos aquello que ingerimos, entonces estamos siendo espirituales.
Pero NO por pretender estar usurpando mandamiento que son para los judíos, absteniéndose de puerco, o de mezclar carne con leche, o de comer tal o cual carne faenada, o no a los mariscos, etc.
Sino por cuidar la dieta de acuerdo a lo que el conocimiento científico indica que es apropiado para el bienestar, para la salud.
Al cuidar el peso, sin exceso ni para uno ni otro lado; al cuidar el colesterol, al cuidar la glucosa, al buscar alimentos preparados con el sazón que no afecta, al ingerir vitaminas y nutrientes necesarios, al reducir los fritos, etc. Todo aquello que la ciencia va revelando como saludable en lo que respecta a la alimentación.

Entonces, cuando conocemos nuestro cuerpo, que somos nosotros, al respetarlo, al amarlo, al preservarlo de daños innecesarios, al mejorarlo por medio de ejercicio y cuidados, estamos siendo espirituales.
Sí, así mismo, cuidando el cuerpo alcanzamos la espiritualidad.
Cuidando que llevamos a la boca, a la par que cuidamos qué decimos, estamos siendo espirituales.

Ajarei mot y Kedoshim-אחרי מות וקדושים

Este texto es largo y en algunas secciones complejo.
Para ayudarte en su lectura, para no aburrirte, le pondré títulos que diferencian secciones.
Espero que encuentres algo que te sea de provecho, que lo vivas, que lo compartas y si quieres nos dejas un comentario aquí debajo, porque tener retorno de los lectores es agradable y necesario.
Que pases un excelente día, el mejor de tu vida.

Parshiot de la semana.
Esta semana en el pueblo judío (fuera de Israel) se leen dos parshiot juntas, Ajarei mot junto con Kedoshim (אחרי מות קדושים).
De Kedoshim es un clásico de los comentaristas la sección del versículo tan mentado y manoseado que expresa: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." (Vaikrá / Levítico 19:18).
Sabemos de su trascendencia, de su centralidad, de su importancia por lo cual lo hemos trabajado en numerosas ocasiones previas. Es bueno recordarlo, releerlo, revisar lo ya enseñado porque es maravilloso encontrar nuevas ideas, mejores acciones incluso en aquello que uno ya creía conocer y asumía como aprendido. Así pues, te invito a que hagas clic aquí, para que se abra una lista de textos que sería bueno repasar.
Mientras tanto, vamos a continuar con una nueva lección, fresca, renovada, que se añada a las ya ofrecidas por nosotros en todos estos numerosos años que trabajamos gratuitamente para difundir la “Luz de Vidas” a quien quiera recibirla de nuestras parte.

Relaciones humanas y con Dios.
Al comienzo mismo de Kedoshim encontramos lo siguiente:

"El Eterno habló a Moshé [Moisés] diciendo:
‘Habla a toda la congregación de los Hijos de Israel y diles: Sean santos, porque Yo, el Eterno vuestro Elokim, soy santo.
Cada uno de vosotros respete a su madre y a su padre.
Guardad mis shabatot.
Yo soy el Eterno, vuestro Elokim."
(Vaikrá / Levítico 19:1-3)

Respetar a los padres, guardar los shabatot (los días consagrados por Dios para ser celebrados por los hijos de Israel), son mandamientos que el Eterno ha dado al pueblo judío, parte de los 613.
Uno de ellos corresponde a los preceptos que regulan las relaciones entre las personas, los que se denominan בין אדם לחברו.
En tanto que la que concierne a las fechas consagradas está dentro del grupo de las relaciones del hombre con Dios, que son denominadas בין אדם למקום.
Apreciemos que ambos grupos son relevantes, fundamentales.
Ambas selecciones son de similar peso y valor, con la consigna de hacer santa la vida del judío, porque tal es la orden emitida por la Divina Voluntad.
No debemos proceder como aquellos que solamente ven la porción ética de la Torá y desechan o disminuyen el valor de las reglas que conectan con Dios sin pasar por el prójimo.
Pero tampoco es correcta la posición de los que pretenden imponer un reinado monopólico de mandamientos de relación con Dios, despreciando lo que refiere a la ética, al buen comportamiento, a desplegar el potencial humano a su máxima capacidad, lo que conocemos como דרך ארץ.
Unos y otros son pilares del judaísmo, fortalezas de nuestra identidad, valores irrenunciables, que nos conectan con nuestra esencia, con el prójimo y con Dios.
Los dos conjuntos de mandamientos valiosos, aunque son desde siempre considerados los que nos relacionan correctamente con el prójimo los prioritarios. Dios puede vivir sin nuestra alabanzas, sin nuestras oraciones, sin nuestros ruegos, sin nuestra dependencia en Él; pero el prójimo que nos necesita, nos necesita…
Igualmente recordemos, los que ganamos SIEMPRE somos nosotros al cumplir con los mandamientos que nos competen, aunque no es por la ganancia que debemos proceder.

Notemos otros aspectos muy interesantes.

Ser santos: el motivo central de la parashá Kedoshim, de toda la Torá en realidad.
Primero, hay una orden directa por parte de Dios hacia los judíos, deben ser santos.
Y expone un claro motivo, porque Dios es santo. Sabemos el porqué, porque Dios así quiere de Su hijo primogénito, de Israel. Es la Divina Voluntad que los judíos alcancen un grado santidad, de distinción, de actitud especial.
Porque eso es ser santo, diferente de lo corriente, que sobresale positivamente de la norma.
Tal como Dios, que es Uno y Único, por completo diferente a todo lo que conocemos o creemos conocer. Así como el es santo, debemos ser nosotros.
Que nuestros actos, nuestra postura en la vida demuestre nuestra grandiosa interioridad, nuestra conexión con Él.
Recordemos que todos somos Sus hijos, hechos a Su imagen y semejanza. No una material, pues Él no es material, no con una forma física, pues no hay forma o materia que lo represente. Pero ciertamente, ese lazo espiritual, esa potencia creadora, es lo que nos identifica como hijos de Dios, aptos para la santidad.
A mayor cercanía con Dios, mayor el grado de santidad.
Y esta cercanía no se produce por un movimiento en el espacio, no es por estar en tal o cual lugar. La cercanía a Dios se manifiesta acorde a nuestra conducta. Si estamos actuando en sintonía con Él, si emulamos –en lo humanamente posible- Sus acciones, estamos elevando nuestro grado de santidad.
Porque, podemos hacer como Él hace, dentro de nuestro limitado marco de acción.
Tal como está dicho:

“Hacer como hace el Eterno.
Así como Él viste a los que no tienen ropa, uno debe vestir a los que no tienen ropa…
Así como Él visita a los enfermos, uno debe visitar a los enfermos…
Así como Él consuela al que está de luto, uno debe consolar al que está de luto…
Así como Él entierra a los muertos, uno debe enterrar a los muertos…
El comienzo de la Torá es actos de bondad desinteresada y su finalidad son los actos de bondad desinteresada…”
(Sota 14a).

Por más información al respecto de esta interesante temática, recomiendo seguir el texto que se abre haciendo clic aquí.

La santidad, una cuestión de la vida cotidiana.
Entonces, llegamos a la santidad. Que, repito, no es un estado de éxtasis, no es apartarse de la sociedad, no es vivir en negación de lo material, no es mortificación del cuerpo, no es palabrería santurrona en idiomas incomprensibles, no es solitario encierro de meditación, no es vestirse de modo simpático, no es hacerse adicto a una religión o líder religión, no es cambiar de país o costumbres nacionales, sino, tal y como expresan con total limpieza y claridad los Sabios de la Verdad: actos de bondad desinteresada, ayudar al necesitado, consolar al sufriente, dar una mano al que precisa de nuestro auxilio, sonreír al amargado, dar un hombro al que llora, en fin… toda buena obra para con el prójimo que puede parecer poca cosa, poco espiritual, poco santo, pero realmente es el camino dorado hacia la verdadera santidad. No lo declara este humilde maestro, sino los grandes Sabios de la Verdad. Es posible hallar infinidad de citas que vuelven al mismo punto, a la cúspide espiritual que es el servicio hacia el prójimo de manera desinteresada, el altruismo, el verdadero amor.
¿Entiendes cómo se relaciona todo?
El amar al prójimo como a ti mismo es la clave para la santidad.
El altruismo es la manera correcta de vivir.
Por lo tanto, aquello que niega al prójimo, que lo desmerece, que lo lastima, no es el camino sino el abismo.
El EGO, ese que nos hace sentir impotentes pero creer todopoderosos, es la perdición.

Tristemente el corazón del hombre lo lleva hacia la religión en lugar de hacia el espíritu.
Se erigen ídolos para usurpar el trono de Dios.
No solamente los dioses de las religiones, sino todo aquello que el EGO impone como objeto de adoración, lo que esclaviza al hombre, lo que lo narcotiza y desconecta de sí mismo, del prójimo y por ende de Dios.
Hasta lo que puede ser en su origen sagrado, termina siendo profanado por el afán del EGO.
Entonces, y tal como ya enseñamos (y es bueno repasar y volver a analizar): “Lo que libera es lo que suele ser repudiado.”
Sí, liberan las buenas acciones desinteresadas que hacemos para con el prójimo.
Libera el verdadero amor, el de las acciones generosas.
Libera el actuar como Dios, con bondad y justicia.
Pero… eso es despreciado.
Pronto se izan banderas de fanatismo ideológico, de religiosidad, de sectarismo. Entonces se infama, se injuria, se maldice, se profana, todo en el nombre de algún dios, e incluso de Dios.
Se deja de lado el amor, el verdadero y no el de las revistas o novelas, para esgrimir armas, para vociferar consignas, para preparar trampas, para acarrear el mal.
Es una historia que se repite, una y otra vez, desde Caín, o incluso desde Adam y Java, hasta aquí.
Porque el EGO, siempre el EGO, sigue dominando, controlando, manipulando y nosotros como esclavos trabajando tristemente para él.
Aunque la Torá (noájica y judía) nos dan las claves para ser libres, para retornar del exilio del espíritu, para evidenciar la Era Mesiánica personal y colectiva, sí podemos hacerlo, tenemos las claves, pero siempre derivamos hacia donde el Ego nos comanda.
Entonces, rechazamos lo que nos puede liberar, nos anclamos a lo malo, lo hacemos nuestro destino, nuestro dios.

Y por ello, sufrimos.
Estamos en celditas mentales, pequeñitas, sucias, malolientes, con la puerta cerrada pero sin llave. Si quisiéramos podríamos ser libres, ser “salvos”, vivir nuestra Era Mesiánica, estar conectados, ser uno.
Pero no, se nos antoja seguir en el Egipto interior, en desprecio, en malhumor, en enojo, en amargura, en quejas, en dolor, en exilio.

Pudiendo ser santos, nos lanzamos de lleno al fango del odio y la miseria. Parece que nos gusta olvidar que somos hijos de Dios para actuar como necios siervos del EGO, nuestro dios.

Perls y Horney nos definen a los neuróticos.
Miren la interesante definición que el Dr. Friedrich Salomon Perls nos regala:

“Neurótico es todo hombre que usa su potencial para manipular a los demás en vez de crecer él mismo. Usurpa el control, se enloquece de poder y moviliza a amigos y parientes en lugares donde él es impotente para usar sus propios recursos”.

Interesante, ¿sí?
Cuando nosotros vamos viendo cómo actúa el EGO, tenemos bien en claro lo que el Dr. Perls está describiendo.
Tal cual, es el EGO en funciones, que controla a la persona, la que está maniatada por su sentimiento de impotencia, para lo cual recurre a lo que sea para delirar que es poderoso, que tiene el control, cuando realmente nada controla.
Pobre diablo, manipulador, tejedor de tramas, infamador, acusador desde las sombras, resentido, impotente, que cree manejar los hilos de las historias, que hasta cree venir en nombre de su dios, cuando en los hechos ni siquiera en su propia casa es el amo.
Pobre diablo. Pero, tristemente así parece que somos la mayoría de los humanos. Desde Adam hasta aquí. En exilio.

Por su parte, Karen Horney nos brinda esta explicación:

“Uno de los rasgos predominantes de los neuróticos de nuestro tiempo es la excesiva dependencia de la aprobación o del cariño del prójimo… Además existe una notable contradicción entre su deseo de recibir cariño y su propia capacidad de sentirlo o de ofrecerlo…”.

Oh sí, el hombre que se siente impotente pero pretende controlar el universo.
Control, control, control… eso desea, para sentirse en poder, pero no puede ni siquiera consigo mismo… pobre diablo… en celo, en venganza, en revancha, mascando odio, inventando estafas inexistentes, quejándose, haciéndose el pobrecito… pobre diablo, impotente… esclavo por gusto de su EGO…

Hombres larva.
Ciertas personas que se la pasan pidiendo, sin reconocer lo que se les da, y hasta se enojan cuando no reciben en tiempo o forma lo que creen merecer.  Gente ingrata, amargada, desconectada de su esencia. Se quejan amargamente, porque sienten que se les debe algo, a lo cual nunca se hicieron merecedores. Piden, reclaman, exigen, se quejan, echan culpas, están en desequilibrio, no son funcionales al ecosistema. No aportan, pero igual, se quejan.
Insufriblemente se quejan.
Y algunos pasan la raya limítrofe, y entonces de quejosos llegan a actuar con mucha malicia y descontrol que aparenta ser un control sobredimensionado (te recomiendo que releas la frase, porque es complicada de comprender si no se tiene clara la noción del EGO y cómo opera).
Algunos intentan demostrar su poder ejerciendo el control sobrepasado, todo es impostura, lleno de falsedad, muy falso.
Son larvas, que en su origen significa espectro, enmascarado, fantasma. Pues esconden su esencia sagrada detrás de numerosas máscaras, rostros falsos. Algunos de ellos pueden parecer sonrientes, otros espantosos, otros indiferentes, como sea, todos ellos ocultando al verdadero ser, el Yo Auténtico, ese que es puro e intocado, su esencia espiritual. Sin embargo, su conducta es terrible, molesta, perjudicial, enfermiza. Eso es lo que manifiestan, eso es lo que hay.
Algunos llevan su intento de conquista y manipulación aún más lejos, puesto que entran en un jueguito terrible, en donde se dice o se hace entender que: “yo no soy nada, no tengo nada, no puedo nada”, así que el mundo les debe dar, sostener, tolerar todas las insolencias, mantener, etc.
Es como un estado de infantilidad sin fin, en donde se admite la propia impotencia para dejarse caer en brazos de otro, uno que se hará cargo, que cargará con las vicisitudes del impotente.
De esa manera se crea un enfermizo lazo de dependencia, de sentimientos de culpa, de manipulación, de malicia inyectada una y otra vez.
Si por alguna de esas casualidades aquel que se ha hecho cargo de llevar aupado al otro no quiere o no puede responder a las abusivas quejas, entonces se producen pataleos, berrinches, llantos, gritos, acusaciones, accidentes, enfermedades, depresión, en fin, todo lo que esté dentro del abanico de opciones de los que viven parasitando a otros.

En este estado, esas personas se pueden transformar en auténticas déspotas, pequeños sátrapas, faraones en pañales, pretenden manejar como marionetas a los demás usando los hilos de la lástima, la vulnerabilidad, la discapacidad, la ineptitud, la victimización. Andan “pobreteándose” continuamente, murmuran o susurran, o tal vez proclaman: “pobrecito yo, el mundo me hizo mal”. Hay quienes tienen la actitud contraria, “yo puedo todo” y secretamente buscan que le devuelvan, que la reconozcan, que le digan lo fuerte y buena que es (este papel lo suelen jugar los que ayudan a los que abiertamente no pueden).

El peligro de esta conducta es que, muchas veces, termina provocando una ira interna, lo que en el lengua de la Cabalá se llama “pan de la humillación”. Comemos gratis, pero no satisface, sino que perturba, porque estamos actuando negativamente, desde la impotencia, reconociendo nuestra ineptitud, poniendo nuestra vida en manos de otro.
Esto genera ese movimiento oscuro interno que es profundo malestar con uno mismo, pero que se expulsa como reacción agresiva en contra del dador.
Porque el que recibe se siente doblemente impotente, más que al principio, mucho peor porque a su impotencia primera le suma el reconocerla, el deberle a otro, el no haber hecho nada más que manipular para obtener ventajas.
Entonces, este hombre larva se venga haciendo daño al que tanto le dio.
Nosotros lo hemos vivido en carne propio innumerables veces, desde hace años venimos alimentando con buen pan espiritual,  mucho de los que se hicieron pasar por amigos llegado un momento se fueron enojados, insultando, maldiciendo, agrediendo injustamente, difamando, creando discordias… pero agradecer, reconocer, valorar, pagar… no, eso no…
Su EGO es demasiado grande como para que puedan abrir los ojos, despertar, tomar conciencia, crecer, vivir, ser libres.
Prefieren la muerte en vida, ejercer el falso control, dañar, odiar, vengarse, ser ridículos… EGO… EGO…
En el caso contrario, el del que da indiscriminadamente, también puede suceder un cansancio en su cruzada solidaria y terminar enojado con los que ayudó porque no lo reconocen o no lo ayudan.
Se agota, llega al límite, no recibe, explota… Sí, también es EGO dar y dar y dar y dar y dar hasta explotar… ¿entiendes por qué?

Resumiendo.
El mismo Dr. Perls, que citamos antes, nos enseña:

“El hombre se trasciende a sí mismo únicamente por la vía de su verdadera naturaleza, jamás por medio de la ambición ni metas artificiales. El darse cuenta de y la responsabilidad por el campo total por el sí mismo y por el otro le dan significado y configuración a la vida del hombre.”

Tarea.
Nos extendimos demasiado, por ello voy a terminar aquí nuestro encuentro, pero te quiero dejar una tarea.
Sabemos que el destino de muchas personas mayores es el abandono, la soledad.
¿Qué tienes para hacer al respecto tú?
Para el prójimo, para tus padres, e incluso para prepararte para tu vejez…
¿Qué tienes hoy mismo para hacer?
Y, ¿te das cuenta como la respuesta está tejida con numerosas fibras de esta parashá?
Y… ¿encuentras la conexión con la parashá Ajarei mot, que no es tan evidente pero es firme?