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Resp. 1127 – Maltrato Infantil.

uriel nos consulta:

@More , Los padres que maltratan a su hijo estan incurriendo en algun precepto ?
Ej: Aquella madre que manda a su hijo a bañarse y espera a la salida del baño para flagelarlo con un cable hasta que brote sangre de su piel por haber incurrido en alguna falta? o lo sumerge en una alberca en agua como castigo por haberse orinado en el transcurso de la noche ? Años atras en algunos gobiernos no se prohibia. Me podria explicar el precepto o derivado en el cual se esta incurriendo. Gracias.
Uriel Chaves , Estados Unidos.

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El efecto de los brazos maternos

Nada como los brazos de una madre para consolar a su bebé, sobre todo si ésta le acuna mientras camina. Por primera vez, un estudio indaga en las razones por las que este gesto innato es capaz de calmar el llanto del recién nacido y descubre que, más allá de la relación afectiva, existe una explicación científica basada en un mecanismo fisiológico.

Los efectos son inmediatos. «Se reduce la actividad del sistema nervioso y la del motor. La frecuencia cardiaca disminuye» y el bebé se tranquiliza. Así lo observaron los autores de la investigación después de examinar a 12 niños sanos entre uno y seis meses de vida. «Grabamos su ritmo cardiaco cuando se les tumbaba en la cuna y mientras la madre les llevaba en brazos, sentada o caminando».

El electrocardiograma desveló claras diferencias. Entre la cuna y el calor de los brazos, mejor esta segunda opción. Y entre el calor de su madre sentada o caminando, los pequeños prefieren el movimiento. Cuando su progenitora se sentaba con el niño en brazos, su ritmo cardiaco se aceleraba, lloraba y no paraba de moverse. En cuanto se levantaba y se trasladaba, sus constantes descendían inmediatamente y el bebé se mostraba más tranquilo. Sin embargo, al sentarse de nuevo, el recién nacido volvía a quejarse.

En definitiva, reclamar los brazos de la madre y preferir el movimiento no es un capricho ni tampoco que el bebé haya aprendido a exigir a conciencia. Como subrayan los investigadores en su artículo, publicado en la revista ‘Current Biology’, se trata de una necesidad fisiológica, «un mecanismo de defensa» propio de los mamíferos.

Kuroda y su equipo, de Riken Brain Institute (Saitama, Japón), también desarrollaron este experimento con crías de ratón durante sus primeras semanas de vida. El efecto calmante de los brazos maternos en movimiento era el mismo. Dejaron de llorar y se mostraron más relajadas. Al igual que otras especies como los gatos y los leones, las crías adoptaban la postura fetal, flexionando las piernas.

Los investigadores apuntan a un sentido del tacto y de la ‘propiopercepción’, un término que alude a la capacidad de reaccionar cuando la madre toca al bebé e incluso cuando notan los movimientos corporales de su progenitora.

El movimientorelaja

«Los bebés se sienten más cómodos cuando les cogemos de pie y siempre les relaja el movimiento», afirma Mara Cuadrado, psicóloga infantil del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. A esto se suma que si la persona que los mece es su madre, los resultados son inmediatos. «Con quien se vincula el bebé es con quien más le coge cuando nace, con quien le cuida, le protege y le alimenta». Pero la unión comienza a forjarse mucho antes, durante la gestación, «cuando el sonido que más escucha es la voz de su madre, su ritmo cardiaco, incluso percibe su temperatura». Ese vínculo se refuerza después, «con la forma en la que su madre le coge (diferente de la de los demás) y otras variables como el olor, algo que el bebé detecta nada más nacer».

Dados los resultados del estudio, cuando el lloro es un mecanismo de defensa, como ocurre en los recién nacidos, no hay que escatimar en mimos. De hecho, según los investigadores, podría ayudar a prevenir los traumatismos derivados del síndrome del bebé zarandeado. «El mayor factor de riesgo de esto es el lloro inconsolable de un bebé».

El niño no deja de llorar, los padres o los cuidadores ya no saben qué hacer, se frustran, «se crispan y pueden zarandear al pequeño creyendo que no le van a hacer daño», explica Gustavo Lorenzo, neurólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Sin embargo, «puede producir daños cerebrales, ataques epilépticos y trastornos del habla, entre otros problemas del desarrollo neurológico, incluso la muerte».

«La explicación científica de esta respuesta infantil ayudará a los padres a entender su lloro, no como un intento de manipulación, sino como una necesidad fisiológica» que está reclamando brazos y que es importante cubrir, remarca Kuroda. «Resulta beneficioso tanto para la madre como para el bebé».

Aunque todo en su justa medida, coinciden la psicóloga y el neurólogo. «El niño puede acabar acostumbrándose a ser excesivamente bien recibido y el llanto deja de ser un mero mecanismo de defensa».familia2

Articulo extraido desde: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/04/18/neurociencia/13663094

Tomando en cuenta lo que hemos aprendido acerca del ego y sus herramientas primarias, ¿Que te aporta este articulo para tu crecimiento?

«Un insecto humano o una masa tóxica de sociópatas».

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Recuerdo, cuando ocurrieron los atentados del 11 de septiembre, que mi reacción fue: ‘Bueno, he sido superado por la humanidad’.

Pero estaba equivocado. No sé qué será revelado detrás de todo este caos. Un insecto humano o una masa tóxica de sociópatas.

Pero esto es lo que SÍ sé. Sea una persona o sean CIEN personas, el número no es más que una fracción de una fracción de una fracción de un porcentaje de la población del planeta. Ves los videos de la tragedia y lo que se observa son personas corriendo EN DIRECCIÓN a la destrucción para ayudar. Este es un planeta gigante y tenemos la suerte de vivir en él, pero hay precios y castigos que debemos afrontar a cambio del milagro cotidiano de la existencia. Uno de ellos es que, de vez en cuando, los mecanismos de una pequeña astilla de la especie se tuercen y apuntan hacia la oscuridad.

Pero la gran mayoría resiste ante la oscuridad y, de la misma forma que los glóbulos blancos atacan a un virus, diluyen, debilitan y finalmente limpian a los malvados y, más importante, el daño que causan. Esto va más allá de la religión, del credo o de la nacionalidad. No estaríamos aquí si la humanidad fuera inherentemente mala. Nos hubiéramos comido vivos hace mucho tiempo.

Entonces, cuando detectes violencia, fanatismo, intolerancia, miedo o sentimientos más comunes como la misoginia, el odio o la ignorancia, míralos a los ojos y piensa que los buenos los superamos en número y siempre lo haremos”.

 

Actor y comediante estadounidense Patton Oswalt.

El delfín que termina con T

Hay un acertijo muy simpático: “Delfín empieza con D y termina con T”.
Vamos, encuentra el sentido.
Adelante, está listo para que tú des una pronta respuesta, no puedes tardar más que pocos segundos.
Está ante ti el acertijo pero también su solución.
Es un desafío a tu inteligencia, ¿o tal vez no? Quizás sea solo una desafío a tu conciencia, o a tu percepción.
Vamos, ¿qué es lo que está oculto pero a la vista?
”Delfín empieza con D y termina con T”.
¿Lo entendiste?

La gente se queda pensando en asociaciones extrañas, en que es un planteo erróneo, en que no hay sentido en las palabras.
Es obvio que delfín empieza con D tal como es obvio que termina con N. D E L F I N. No hay ciencia. ¿Cuál es el truco, si es que lo hay?

Se les repite más lentamente, se acentúa con claridad y muchos siguen con la mirada perdida buscando alguna milagrosa respuesta a este laberinto.
Sus mentes buscan veloces dar orden y significado a lo que sienten como caótico, o directamente falso y engañador.
Pero en verdad, no hay falsedad, está todo a la vista… simplemente hay que aprender a ver, a pensar diferente, a salir de la celdita mental.

Tú ya pudiste, ¿no es cierto?

Pero se sigue viendo al “delfín que empieza con d y termina con t”… ¿¡cómo que termina con t si termina con n!? ¿Dónde está la trampa? ¿Es una locura? ¿Hay algo que me estoy perdiendo? ¿Qué información me están ocultando? Es un chiste, ¿no? En verdad no hay nada que descubrir, es pura trampa, ¿no? O está mal planteado, ¿no? Falta algo, no cierra.
Algunos se quedan en silencio, intentan combinaciones, inventan justificaciones, tratan de no quedar en evidencia en su torpeza mental.

Hasta que se dice solamente “termina con T”, o algo parecido que ilumine el entendimiento.
Sí, delfín empieza con D, pero no es que esa palabra termina con T, sino que se afirma que la palabra “termina” comienza con T.
La gente piensa que se está afirmando que la palabra delfín termina con T, cuando lo que se afirma es que hay una palabra que empieza con D y otra que empieza con T.
Pero no se conecta, no se comprende, se pasa por alto, se ignora.

¿Por qué cuesta entender tanto esta adivinanza cuando todo está a la vista y en verdad no hay nada escondido ni misterioso?
Porque es así, todo está dicho y con claridad definida.
Ninguna trampa, nada dejado al azar, cero confusión.
Es la mente del receptor la que provoca el engaño.

Será porque nos aferramos a la primer idea, a esa creencia que nos hace suponer que tenemos cierto dominio sobre la realidad, que poseemos conocimiento.
Pretendemos controlar aquello que no controlamos, con la ilusión de no ser impotentes. Pero es nuestra falsa fuerza, la prepotencia, la que nos deja desamparados, impotentes.
Si pensáramos realmente, con lucidez, espíritu crítico, sin dejarnos embelesar por apariencias, sin aferrarnos a cadenas, sin miedo a salir de la celdita mental, descubriríamos quizás que todo el tiempo estamos viviendo en el paraíso, solo que no nos damos cuenta y lo llamamos infierno.

Nos pegamos a la idea de que somos el Yo Vivido y dejamos de lado al Yo Esencial, no lo atendemos y desaparece de nuestra conciencia. Al ocurrir esto, estamos dormidos, narcotizados, a merced del EGO que juega con nuestra impotencia.
Recuerda que una de las patas de la impotencia es la ignorancia, también la incapacidad mental para organizar las percepciones e ideas .
Entonces sentimos y afirmamos que aquello que no conocemos suele ser “peligroso”. Algo como “mejor malo conocido que bueno por conocer”. “Lo que funciona no se cambia”. Y cosas por el estilo, que niegan la posibilidad del cambio favorable, de la mudanza a una realidad con mayor conciencia y disfrute.
Creemos que se nos está afirmando que delfín termina con T, cuando en verdad lo que se dijo es que termina empieza con T. Pero somos sordos, ciegos pero parlanchines, y hablamos desde el miedo, desde la manipulación, desde la angustia, desde la soberbia, desde el error… desde el EGO.

Somos Yo Esencial, espíritu, unidad, conexión, serenidad, felicidad, abrazo con el Eterno.
En palabras del salmista:

"Porque Señor Elokim, eres mi esperanza, mi seguridad desde mi juventud.
Por ti he sido sustentado desde el vientre; tú eres quien me sacó del seno de mi madre. Siempre será tuya mi alabanza."
(Tehilim / Salmos 71:5-6)

Pero al nacer, comienza el reino del EGO, el disfrazarse con los parches del Yo Vivido, el temer, el sentir culpa, la ansiedad por lo que vendrá, la falta de confianza, la esperanza vacía, la religión, la fidelidad ciega y necia a dioses y pastores, las creencias, la esclavitud:

"Mis enemigos han hablado contra mí, y los que acechan mi vida consultan unidos diciendo:
‘Elokim lo ha abandonado. Perseguidlo y capturadlo, porque no hay quien lo libre.’"
(Tehilim / Salmos 71:10-11)

Está el Yo Esencial opacado por las creencias, por las imposturas, por las etiquetas, por lo que nos mandan y acatamos.
Se nos hace creer que somos un nombre, una parte de una familia y nación, pertenecientes a una religión y otras asociaciones, que nuestro trabajo o profesión es lo que somos, que nuestras enfermedades y pecados es lo que somos.
Se nos llena de contenidos que vamos admitiendo como identidad.
Cuando lo cierto e incambiable es que seguimos siendo ese espíritu, que no muta, que no se empaña, que no se extingue, pero que está amurallado detrás de las paredes del Yo Vivido, como si hubiera sido abandonado y solamente quedara a la vista y existente la cáscara que es el Yo Vivido.

Sí, también somos el Yo Vivido, pero no es lo único ni lo constante. Más bien es algo pasajero, como una prenda de vestir que se usa y se puede cambiar.
El problema está en que no nos damos cuenta de esto y asumimos que la careta es la cara, la etiqueta es la esencia, lo pasajero es lo trascendente.
Este menudo error nos convierte en exiliados, gente que vive fuera de su hogar. Ese hogar que llevamos dentro, que somos, al cual estamos siempre conectados, pero que nos es lejano, ignoto, desconocido. Vivimos en el exilio cuando podríamos disfrutar aquí y ahora del hogar.

Para que aflore nuestra identidad esencial es necesario desprendernos de la forma, de lo que creemos, de lo que tenemos como cierto.
Unificarnos, dejar de luchar, fluir, no apegarnos a lo externo pero tampoco a lo que consideramos interno.
Despertar y asumir la existencia en su plenitud.

¿Cómo?

Resp. 1106- ¿Es correcto decidir vivir en soltería?

Luis Diego Perez Chacon nos consulta:

Saludos More. Le comento que de mis hermanos se encuentran casados y tienen hijos. Pero a mi siempre me ha agradado el estar soltero y sin obligaciones matrimoniales. Así he contruido una vida y vivo independizado, y aun no tengo ni ganas ni intención de formar un matrimonio.
Mi pregunta concreta es: 1. ¿Se trasgrede algun mandamiento universal por decidir vivir en soltería? 2. ¿Los noajidas tenemos obligación de casarnos y procrear hijos?. 3.¿Se es muy egocentrista si se decide vivir en soltería?

Luis Diego Perez, 34, abogado, Costa Rica

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Resp. 1102 – Boda religiosa

Roberto1977 nos consulta:

Estimado moré, tengo una pregunta para usted, soy una persona que no hace mucho, intenta llevar a cabo los preceptos noajidas, mi pregunta viene ya que soy soltero, y me comentaba una amiga que si yo quisiera casarme, bajo que creencia religiosa me casaria? Es decir, yo fui catolico y luego protestante, en este momento estoy saliendo con una joven y ella en su momento quisiera casarse por la iglesia, un noajida bajo que creencia puede casarse religiosamente, con un sacerdote?, con un pastor? Con
Roberto Toledo Román 35 años Medico Veterinario, minatitlan, mexico

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¿Romper relaciones enfermizas o no?

Como respuesta o ampliación a mi artículo “Tu sentimiento de culpa“, el querido amigo y socio Uriel comentó hace un rato lo siguiente:

Moré , creo que hay relaciones enfermizas que no se deben romper , mas si ser tolerante , habría que ver el caso. Por ejemplo conozco un caso de una madre que manipula a su hijo , esta Sra. estuvo en una clínica de reposo y romper la relación hijo vs madre , llevaría a esta Sra. al suicidio. Gracias.

Mi respuesta es la siguiente:

Uriel, no sé.

Humildemente considero que cada situación debe ser evaluada en sí misma, a cada una de las personas, la relación entre ellas, el contexto en el cual se desarrolla, y proyectar hacia donde está conduciendo. Recordemos que lo que plantamos hoy será cosechado mañana, y lo que parece buena semilla puede terminar resultando en una hidra venenosa, no solo para quien la siembra, sino para el entorno, la familia, los vecinos, la sociedad, el ecosistema.

A veces la extrema indulgencia puede derivar en resultados catastróficos, al igual que la extrema severidad.
Personas criadas en base al rigor fanático, suelen ser personas que demandan rigurosamente, critican amargamente, corroen con su insensibilidad. Quieren la perfección, que es lo que ellos estipulan como tal, y no son capaces de negociar o ceder. Es su palabra o la destrucción. Por supuesto que gente así no es muy agradable de tener como pareja, como padre, como jefe, como subordinado.
O son tan dóciles, tan faltos de ejercicio de su auténtico poder, que obstaculizan los procesos de construcción de shalom.
En el otro extremo de la línea, están las personas criadas con suma condescendencia, los niños “malcriados” o “mal enseñados”, también suelen ser adultos demandantes, que se angustian ante la menor contrariedad, que no soportan el fracaso, que exigen resultados imposibles y fantásticos o se derrumban emocionalmente. Son niños ansiosos y totalmente dependientes en cuerpos de grandes. O son, tan insensibles a las necesidades de los otros, que lastiman, provocan, agreden por estar incapacitados para reconocer la “otredad” del otro. Creen que todos debe estar a su servicio.

Supongo que en su vida ha encontrado ejemplares de una y otra manera de estar en el mundo y ha podido ver los efectos devastadores en las vidas propias y ajenas.
Y ambos tipos son esclavos del EGO.
Manipulan, violentan, pretenden someter al otro a la impotencia. 
Actúan con mayor o menor grado de disimulo.
Con percepción o no de la motivación inconsciente en sus acciones depredadoras
Con más o menos astucia y trampas y mañas.
Serán más evidentes o no sus mentiras, agresiones, teatralización.
Pero siempre usarán las herramientas del EGO para alcanzar sus deseos (que son producto del EGO).

En verdad, no tenemos control sobre los resultados de nuestras acciones, tampoco mucho sobre el contexto, casi nada sobre las otras personas, pero al menos intentemos dominar lo que está a nuestro alcance para provocar cambios favorables en nosotros que lleven a un cambio positivo en el entorno.
Eso que podemos hacer para construir shalom, lo poquito que podamos, saludablemente, sin imposiciones, sin “guerras santas”, sin revoluciones sangrientas, sino como corresponde a los constructores de shalom. Desde dentro hacia fuera, con respeto, con bondad, con justicia, con lealtad.
Por el camino del constructor de Shalom, que es el que deja de lado al EGO y sus herramientas, o al menos trata de hacerlo con la mayor firmeza que le es posible.
Porque ahí está la clave del éxito, de la felicidad, del shalom, el ir quitando poder al EGO.

Tengamos presente que las reglas generales son necesarias e imprescindibles, a la hora de llevarlas a la práctica es necesario adecuarse. Algo así como la “tolerancia” que usted menciona en su comentario.
No podemos ir de forma rígida, inflexible, severa por la vida.
Tampoco podemos desconocer las reglas generales y básicas.
Y tampoco podemos permitir que aquello que no puede ser negociado, se negocie.
Porque, hay límites que no deben ser traspasados, ni tampoco corridos.

En cada caso en particular no está en nosotros, observadores externos, gente que mira de fuera, decidir sobre las acciones ni las actitudes, sino en los que están implicados en la situación.
Sin embargo, cuando tenemos alguna participación, como consejero al que se le solicita intervención; terapeuta; guía espiritual; o similar, está en nosotros procurar que las personas envueltas puedan acceder al reconocimiento de lo que están padeciendo, a las fuerzas e impotencias a las que están siendo sometidos.
No es callando, y de esa forma siendo de cierta forma cómplices, como aportamos a mejorar la vida de nuestro prójimo, ni a la nuestra, ni a la del ecosistema. Tampoco irrumpiendo sin respeto y sin autoridad allí en donde no tenemos cabida. Tampoco manipulando para “liberar” al que está siendo manipulado, ni oponiéndonos agresivamente al manipulador.
Sino señalando aquello que está aconteciendo, alumbrando donde hay oscuridad, haciendo explícito lo implícito, poniendo en palabras lo que se está silenciando, espantando a los fantasmas del miedo, dando ánimos para que la persona camine por sí misma, apoyando. Es mucho y variado lo que podemos hacer de nuestra parte, aunque sea muy escaso en realidad el margen de nuestro accionar. Tan poquito lo que podemos hacer en la práctica, pero mucho en acompañar a los que tienen que romper lazos tóxicos, quebrar yugos, dejar de apoyarse en bastones corruptos, fortalecer a los que se creen y sienten impotentes porque no saben que tan poderosos son en realidad.
Sí, hay cosas que podemos, y debemos hacer. Desde el respeto, como constructores de shalom. Siempre procurando construir shalom.

En este caso en particular que usted comenta, es el hijo quien debe conocer qué está ocurriendo, reconocer lo que siente, darse cuenta de los procesos involucrados, percibir como ha sido conducido hasta donde se encuentra, aprender que tiene opciones, vislumbrar el abanico de posibilidades que se abre ante él, para así poder llegar a una decisión auténtica, real, responsable.
Porque si sigue atado a la relación enfermiza, negando lo que sucede, reprimiendo sus sentimientos, haciendo de cuenta que todo es “normal”, queriendo “matar” a su madre pero temiendo las consecuencias, a punto de estallar y sostenido por sicofármacos o alguna otra droga, manteniéndose en un estado de sufrimiento y sometimiento, peleando con su esposa si es que la tiene, o cosas terribles similares, simplemente para que la madre no haga esto o aquello, realmente no está haciendo lo que pudiera hacer.
Está siendo esclavo y no libre.
Está negando su santidad y su vida.
Tampoco le está haciendo gran favor a su madre, ni al resto de su familia, si es que la tiene.
Claro, no soy yo el que decide, ni debo hacerlo; pero si el muchacho me pidiera mi ayuda profesional, no dudaría en ayudarlo a reconocer lo que está ocurriendo, que se vea en la malla en que está envuelto.

Realmente, ¿hay relaciones familiares enfermizas que no se deben romper?
No lo sé, tampoco lo puedo decidir yo, a no ser que esté implicado en ella y haya tomado consciencia del papel que estoy actuando, de cómo reacciono automáticamente de acuerdo al entrenamiento que me han dado, a lo que me estoy perdiendo por seguir siendo esclavo e ignorante. Sí, si estuviera en esa relación tendría mucho que aprender de mí mismo, de lo que estoy padeciendo y de las posibilidades que tengo, para entonces yo decidir si quiero seguir en eso o hacer cambios valiosos en mi vida.

Que el hijo tome consciencia de lo que pasa, en la medida de lo posible, porque algunos están tan embotados, tan negados, tan sumidos en la ceguera, tan llenos de fe, tan enfermos que no pueden, no quieren despertar.
Si puede  y si decide seguir en esa relación enfermiza, de forma consciente, entonces es SU decisión, y no es efecto de la manipulación por parte de la madre.
Podremos estar de acuerdo o no, pensar que está loco o enfermo por seguir atado y esclavo, pero habrá sido su decisión, y eso será lo que importe.
Siempre y cuando sea decisión y no mera ficción, más trabajo del EGO.

Pensemos un poco, si la madre amenaza con suicidarse en caso de que el hijo rompe la relación, se libere de la atadura enfermiza, entonces, ¿no es esto otra forma de manipular?
¡Por supuesto que sí!
La gente hace cosas muy, muy, muy enfermas para mantenerse en esa apariencia de poder que brinda la manipulación.
Realmente, muy enfermas.
Y, es nuestro deber comprender, que no somos responsables, ni debemos sentirnos culpables, de lo que el manipulador haga con su vida con tal de tenernos atrapados en su letal red.

Repito, ayudemos al hijo a tomar consciencia y que decida desde el AMOR y no a través del EGO.
Ayudemos a la madre a que tome poder y no que siga en apariencia de poder.
Construyamos shalom.

Sería bueno educar más y mejor en noajismo para que estas cosas no sucedan.
Noajismo provee de siete conexiones esenciales con uno mismo, con el prójimo, con el ecosistema, con Dios.
Con el noajismo se reviste la persona de verdadero poder, se unifica, se conecta, crece, madura, cumple su sagrada misión de construir shalom.
A más noajismo, del puro, del auténtico, menos EGO.
Esa es la verdad, y por ello la insistencia en esta temática.

Gracias por el comentario Uriel, que me dio oportunidad para esta aclaración y nos da más material para estudiar, comprender, ayudar, crecer, sanar, construir shalom.

El manipulador impotente

El manipulador usa sus armas para dejarte en situación de impotencia, real o imaginaria.
Lo que le importa conseguir es que
te sientas impotente,
que te creas así,
que no combatas,
que no seas libre,
que tengas la convicción que solamente el manipulador es el que te habilita,
solo él te da algún poder,
sólo él te brinda la capacidad para ser libre,
solo él te salva.

Para lograrlo cuenta con algunas estrategias:
despreciarte;
ridiculizarte;
inhabilitarte;
criticarte;
burlarse;
quejarse;
demandar;
hacerte creer impotente;
hacerte creer más poderoso de lo que eres;
elogiarte en exceso y falsamente ;
esperar de ti más de lo que realmente puedes hacer;
darte un regalo, que seguramente no pediste y tal vez no querías, y no perderá la oportunidad de hacerte pagar una y otra vez por él, con dinero o emocionalmente;
compararte, directa o indirectamente, con otros;
no atender lo que pides;
considerar que no sabes tomar decisiones y tomarlas por ti;
darte su “habilitación” para inhabilitarte ni bien puede;
organizar tu agenda, tu casa, tu vida;
hacerte dependiente;
castigarte;
someterte a privaciones;
gritarte;
humillarte públicamente;
usurpar tus lugares;
entrometerse en tus asuntos;
negarte lo que te pertenece;
obligarte a actuar o dejar de actuar;
violar tus límites;
insultarte;
hacerte sentir culpable;
victimizarse;
mentir con respecto a quien es su relación contigo (se hace pasar por la víctima, o por la bondadosa, o por la madre/amiga/esposa/etc. intachables y geniales, lo que fuera necesario para que todos tengan una imagen de pureza al verla y en cambio tu imagen sea desagradable, irrespetuosa, problemática, demandante, ingrata, loca, etc.);
te lleva con astucia hasta el enojo pero luego te hace sentir que estás enfermo o que no sabes controlar tus emociones;
te hace sentir que no puedes ser responsable, pero sí culpable;
no valora lo que haces, lo que le regalas, lo que proyectas, siempre tiene cómo romper tus sueños y esperanzas;
probablemente te indicará como vestir, qué comer, cómo peinarte, con quien estudiar, dónde vivir, etc.;
limpia sobre lo que limpiaste, como si tu trabajo fuera ineficaz o inexistente;
te elige novio/a, amigos/as, trabajos, carrera profesional;
suele repetirte mil veces las cosas, como si no confiara en ti, como si no fueras capaz de dar respuestas verídicas, como si precisaras que te recordaran las cosas;
no deja pasar oportunidad para corregirte, sea con motivo o sin él;
cuando te pasa alguna desgracia, encontrará la falta en ti para que haya ocurrido;
todos son mejores que tú;
te llamará al celular para preguntarte dónde estás, que tienes que regresar, que esto y aquello, cuando estás con tus amigos, lo que te pondrá en una situación ridícula;
y no solamente está lo que dice, sino cómo lo dice, el tonito, el gesto, la postura, la mueca, todo en tu desmedro, lo verbal y lo paraverbal;
tanto te ha hecho dependiente que cuando tratas de hacer algo por tu cuenta, tomar tu decisión, dar tu paso, sientes que estás en el limbo, perdido, a punto de hacerte añicos.

Por supuesto que su “arte” no se limita a ti, sino que probablemente maneja un discurso pernicioso para conseguir la complicidad (voluntaria o no) del entorno, para que le ayude en su trabajo de quebrarte, privarte de la libertad, someterte, manipularte.
Por ahí hará públicas cosas que te pertenecen, divulgará asuntos privados, para generar opiniones externos que le refuercen en su apariencia de poder sobre ti.

Resumiendo,
quiebra los límites entre el “yo” y el “tú”, haciendo que sea un confuso y letal “nosotros”, indiferenciado.
Hace que dependas en todo y para todo, que sigas siendo un niño pequeñito que precisa de la manipuladora en todo momento, como si tu vida fuera una extensión de la suya.
Estás en una jaula, quizás no con barrotes o paredes, pero una jaula mucho más fuerte y dolorosa, una que no te abandona ni a mil millones de kilómetros de distancia.
Llevas la cárcel en tu interior.

Se forma la idea de que solo existe una verdad, una opinión válida y con autoridad y por supuesto es la que emana del manipulador. así se evitan las posibles fugas.
Entonces, probablemente ya de muy pequeño (en las relaciones de este tipo con un padre o una madre) el manipulado debe consultar todo, no tomar decisiones, posponer hasta obtener el visto bueno o la palabra “sagrada” del manipulador, rechazar cualquier elogio hasta que no sea consagrado por el manipulador, etc.
Para reforzar esto el manipulador suele rodearse de un séquito de “admiradores”, personas débiles, faltos de carácter, manipulados a su vez, que pretenden obtener algo de supuesto poder por estar a la sombra del amo, del EGO personificado en el manipulador.
Veamos un manipulador, un líder tóxico en particular, y a su alrededor habrá alcahuetes, soplones, chismosos, aduladores, cobistas.
En esos peliagudos juegos de falso poder algunas veces el líder termina siendo marioneta de alguno de su camarilla de secuaces.

Advertiste que de pronto pasé del manipulador “casero”, el que se da en relaciones familiares o muy cercana, al líder tóxico, al que pastorea sectas tóxicas.
No fue un error, ni es casualidad.
Sus procedimientos son similares, así como sus objetivos. Y en el fondo está el mismo núcleo enfermo que lleva a esta forma de existencia siniestra.
Al igual que el político artero, el falso pacifista, el estafador, entre otros.

Hasta aquí el comentario que unifica una cosa con otra.
Ahora, volviendo al manipulado.

El día que el que es manipulado despierta un poco su consciencia puede llegar a sentir que está “atado”.
Y ese sentimiento se queda corto en lo que realmente hay detrás.

Es posible que si tienes embotada tu consciencia no admitas que estás en una relación de este estilo, sea como manipulador o manipulado.
O quizás eres afortunado y nunca caíste en estos juegos macabros.
Pero, si has podido despertar un poco tu consciencia y eres capaz de evaluar tu situación, podrías reconocer en este texto una detallada descripción de tu vida, tal como de la de cualquiera que ha sufrido algún tipo de manipulación.
Tal vez al leer estas líneas es cuando irás viendo cómo se parece mucho a lo que te pasa con tu madre, con tu padre, hija, esposa, patrón, empleado, amigo, colega, vecino, aunque por lo general son en las relaciones de dependencia familiares en donde más se despliegan estas situaciones.
Tal vez al leer y reflexionar puedas abrir los ojos, porque lo más común es que cuando una persona está siendo sometida por un manipulador tiene incapacitada la capacidad de conectar los hechos, los sentimientos, los pensamientos, las decisiones, las faltas de ellas.
La víctima seguramente que desde muy pequeña ha sido entrenada a no poder visualizar que es parte de este oscuro juego de muerte.

Pero en el interior del manipulado el conflicto existe.
Su Yo Esencial desea que la persona alcance el máximo de su plenitud, que goce aquello que tiene a mano gozar, que sea libre.
Y, cosa curiosa, el EGO del manipulado puede convertirse en aliado del Yo Esencial, al ejercer su rol natural y original: preservar la vida e integridad de la persona.
Entonces, el manipulado tenderá a mentir, a gritar, a escapar físicamente, a golpear, a insultar, a enojarse, a luchar por subsistir, aunque sea de forma poco madura, aunque no sea muy evolucionada su reacción, al menos habrá intentos de oponerse a la manipulación. A veces estas agresiones se vuelven en contra del propio manipulado, como autolesiones, cortes que se provoca, accidentes poco casuales, pérdidas, fracasos escolares o laborales, etc., como una manera intrincada de romper el yugo del manipulador, o también como una manera de castigarse pero al mismo tiempo castigar al manipulador. Cuestiones sumamente complejas, dolorosas, que merecen ser trabajadas con respeto y comprensión, pero amorosa firmeza, al momento de establecer un trabajo terapéutico.

Lo habitual es que tristemente el EGO del manipulado suele sintonizar con el EGO del manipulador y asociarse en someterlo al sentimiento de impotencia.
Los reclamos se van reprimiendo, los enojos se van achacando a problemas personales, la figura del manipulador se erige como inalcanzable, perfecta, amorosa, y uno como basura, impotente, mal agradecido, enfermo, nada.
Ahí quedó sellada la jaula que mencionamos más arriba, la celdita mental que ha sido trabajada por el “arte” del manipulador.

A todo esto, el manipulador, que parece tan poderoso, tan diestro, tan hábil, tan capaz, tan omnipresente, en verdad es impotente.
La persona que tiene el EGO a raya, y por tanto sabe su poder real y lo emplea con bien y justicia, no cae en juegos de manipulación.
El poderoso no precisa de manipular.

Entonces, ¿qué esconde el manipulador para que se haya convertido en ese oscuro personaje?
¿Cuál es su historia para que su máscara predominante en las relaciones significativas sea la del manipulador?
¿Qué tan profundamente encerrado en su EGO se encuentra como para tener que sobrevivir de esta manera, parasitando a otra persona, por lo general alguien con un gran potencial?
¿Cuán inmensamente impotente se siente el manipulador, pero tan negado a sanar, que recurre a parasitar a otro en lugar de emprender una terapia efectiva?

Las cuestiones pueden seguir, pero quiero dejar ahora solamente unas pocas sugerencias liberadoras/reparadoras:

  • no quieras controlar aquello que no puedes controlar,
  • controla aquello que está en ti controlar,
  • aprende a poner y respetar límites de manera amable, AMABLE, pero firme,
  • aprende a conocer tus potenciales ocultos y no desarrollados,
  • decide sin pedir consejo ni permiso y disfruta del resultado, sea un éxito o un fracaso,
  • a veces tropieza por gusto y date el placer del revolcón, luego tendrás mucho más placer por volver a levantarte y ser mucho más fuerte que antes,
  • no confrontes directamente con el manipulador, en principio llevas las de perder,
  • no quieras tú manipular, no eres experto en ese sucio “arte”.

Este pequeño texto, en su idea original iba a ser muy breve, ya se extendió demasiado, por lo que lo dejó por aquí.
Agradezco a M.B.M. por su colaboración, a la psicóloga Verónica Doño por algunos importantes apuntes y observaciones y a Itzhac Pollack por algunos datos que me permitieron unificar ideas en cuanto al manipulador familiar y al líder tóxico.

De amor y soledad

¿Cuántas cosas hacemos para no estar solos o no sentir la soledad?
¿Cuántas?
Muchas, muchísimas, infinidad.
Algunas son conductas o actitudes voluntarias.
Pero multitud de inconscientes, de esas que nacen en lo más profundo y oscuro, arraigadas en lo reprimido.
Acciones y rituales, plegarias y ofrendas, entregas y renuncias, suplicios y alegrías, pactos y engaños, esperanzas y decepciones, hartazgos y gimoteos, desdichas y regalos, así hasta el infinito para apartar el fantasma, a la soledad, que es la presencia de la ausencia, que es la muerte que se hace presente durante la vida.
Sí, la soledad es la hija, la hermana, la madre de la muerte.
Muerte que es la máximo expresión de la impotencia, de aquello que nos recibió al llegar al mundo con su espantoso apretón, de aquello que nos espera eternamente (al menos en cuatro de nuestras cinco dimensiones).
Muerte de la que nadie escapa, por lo menos desde un punto de vista materialista.

Andamos anhelando ser alguien para alguien.
En parte para hacer de cuenta que estamos acompañados, que no estamos solos, que alejamos la muerte, que somos eternos.
Citando al gran Erich Fromm: «Naces solo y mueres solo, y en el paréntesis la soledad es tan grande que necesitas compartir la vida para olvidarlo.»
Sí, en parte por ello.
Pero otra parte es menos filosófica y más práctica: para tener a quien manipular, a quien llamar la atención, a quien usar para que nos calme nuestro terror, nos satisfaga, nos de su pecho (simbólicamente), nos arrope, nos arrulle, nos abrace.
Sí, como el bebe que empleó por primera vez las herramientas básicas del EGO (llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad) y así calmó por un rato sus penurias, su aniquilante sensación de impotencia mortal.
Y ahora citando nuevamente a Fromm, pero para disentir un poco con él: «La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su separatidad, de abandonar la prisión de su soledad.».
Humildemente difiero y digo que no, no es la necesidad más profunda superar la separación con otros, eludir la soledad, eso es solo una parte muy intensa y profunda de nuestra mayor necesidad: ahuyentar un poco el espanto de la impotencia. Hacer de cuenta que tenemos algo de dominio y poder. Alcanzar alguna dosis de control que nos haga descansar un poco del dolor de “no poder”.

Como puedes comprender fácilmente, en ambas situaciones el otro es un mero objeto, un “ello” y no un “tú”.
Está para que nos sirva, y si no está, nos conseguimos otro en su lugar.

Pero hay otra forma de romper el poder del EGO, de no seguir en falsa relación con el otro, de alcanzar un grado de conexión real con una persona completa y significativa.
Notemos esta idea del gran Alfred Adler, quien solía decir a sus pacientes aquejados de “melancolía”: “Te puedes curar en catorce días si sigues al pie de la letra esta prescripción: Debes pensar cada día en como satisfacer a otra persona”.

Sí, en estas palabras podemos encontrar un eco de nuestra vieja receta: hacer por el otro algo beneficioso, que no nos perjudique, y sin esperar absolutamente nada a cambio.
Sí, lo que es dado en llamar en la antigua y santa Tradición como AMOR.

Claro, dejamos de tratar de imponernos,
no queremos controlar aquello que está fuera de nuestro control,
no esperamos nada sino que agradecemos lo que recibimos,
no usamos al otro, sino que nos conectamos con él,
no manipulamos pero tampoco admitimos que se nos manipule,
nos limitamos voluntariamente para dar cabida en nuestras vidas al otro con su individualidad,
beneficiamos con nuestra acción, y con ello somos felices.

Sí, seguiremos solos, pero habrá una conexión especial, un lazo espiritual, una energía que se enlaza entre ambos. Los cuerpos seguirán solitarios, el abrazo del alma durará lo que dure, pero ese lapso será sagrado y permanecerá en la memoria de la eternidad.
Esa es la manera, el gran secreto, la clave más poderosa para tener dominio, para romper el yugo del EGO.

Mientras no lo rompemos, seguimos solos, empequeñecidos, deseando sin alcanzar la satisfacción, mezclados en jueguitos de falso poder, dolidos, temerosos, muertos.
Cuando comprendemos esto, podemos dar un nuevo significado a las sabias palabras de un grande entre los más grandes:

«El que halla esposa halla el bien y alcanza el favor del Eterno.»
(Mishlei / Proverbios 18:22)

El mensaje es muy específico y certero. Es la unidad de la pareja conyugal único en su especie, sagrado y especial.
Pero, a modo de estudio cambiemos la voz esposa por un otro a quien amar, hijo, esposo, padre, amigo, vecino, quien sea, para amar como hemos explicado aquí y entonces el resultado será…

(Dedicado a la querida amiga Verónica D., hoy colega mía o algo así, por recibirse. Que pronto novia la veamos, bajo la jupá y formando una casa leal de Israel).