Archivo de la categoría: EGO

Amar a Dios

Dijo Hilel el sabio, en su lección del mandamiento judío en la Torá “ama a tu prójimo como a ti mismo, yo soy el Eterno”: “Lo que te resulte odioso a ti, no se lo hagas a tu prójimo”.
Y añadió que esa era la médula de la Torá, su esencia, que el resto es un comentario, el cual el judío debe estudiar y cuando sea adecuado realizar.

Humildemente yo me planteo: Quizás la mejor manera para expresar nuestro amor pasional por Dios sea amar al prójimo plenamente, lo que significa construir shalom con acciones concretas de bondad Y justicia, en lugar de preocuparse por cuestiones teológicas o de inferencias e imaginaciones “bíblicas”.

Amar a Dios al amar a Sus criaturas, cuidándolas, ayudándolas a alcanzar su máximo nivel.
AmarLo por ser leal a Su Voluntad, conociendo y cumpliendo con lo que Él quiere de cada uno.
Amar a Dios, más allá de los balbuceos egoístas de cualquier religión, carente de pretensiones y exigencias, simplemente amarLo tal como Él exactamente ha dicho que lo hiciéramos.

La vara o la palabra

«Y habló el Eterno a Moshé [Moisés] diciendo:
-Toma la vara, y tú y Aarón tu hermano reunid a la congregación y hablad a la roca ante los ojos de ellos. Ella dará agua. Sacarás agua de la roca para ellos, y darás de beber a la congregación y a su ganado.
(Bemidbar / Números 20:7-8)

Innumerables son las preguntas y comentarios que podemos trabajar en este breve párrafo, pero solo nos detendremos en un pequeño punto.

Moshé podía conseguir el agua golpeando la roca con el bastón, y en ese caso la congregación bebería como ganado (sus animales).
O podía hacer brotar el líquido hablando con la roca, para que ella la diera sin acción violenta de parte del líder, y así la congregación sería “santificada”, crecería en conexión con el Eterno.

Ambas opciones estaban a disposición de Moshé, pues con las dos la terrible sed sería calmada.
Pero, una de ellas solamente apagaría la necesidad del cuerpo, en tanto que la otra serviría para ello y para perfeccionamiento pentadimiensional.

Los motivos para que Moshé haya hecho lo que hizo, no es cuestión de este texto.
Prefiero que veamos rápidamente una enseñanza práctica, que espero ayude a beneficiarte en la vida cotidiana.

Ante una dificultad, cuando estamos frustrados, nos topamos con una impotencia, nosotros también podemos reaccionar automáticamente, dejándonos llevar por la ira, el prejuicio, el hastío, la amargura, el egoísmo, la inconsciencia, el cerrarnos y tragar el mal con la excusa de no generar problemas, lo que sea que explique/justifique el uso de la violencia en cualquiera de sus formas.

O, aunque parezca que cuesta un poco más, podemos respirar, contener la reacción automática, admitir nuestros sentimientos, y entonces decidir con la mejor conciencia aquello que consideramos que es más beneficioso y favorable para uno y los otros. Por ejemplo, usar la Comunicación Auténtica, tal cual se le pidió a Moshé que hiciera. ¡Hablar con una piedra! Si eso resultaba, ¿cómo no va a hacerlo con el prójimo?

EGO o NESHAMÁ,
amargura o LUZ,
conflicto o AMOR,
¿está en tus manos?

Enfocarse y elegir

El cerebro funciona como filtro, porque no todo lo que ingresa por nuestros órganos sensoriales es finalmente percibido y llevado a la conciencia.
De no ser así, estaríamos saturados de información, imposibilitándonos la existencia. Imagínate la cantidad impresionante de datos que te están atravesando en este mismo instante, que si tú no contarás con la capacidad de filtrarlos, estarías saltando de uno a otro de manera ininterrumpida.

Lo mismo ocurre con aquellos pequeños fragmentos de información que provienen de nuestra NESHAMÁ, en nuestro cerebro se encuentra el receptor de la LUZ de la NESHAMÁ, pero también su bloqueo.
Igualmente, la información que recibimos por la vía espiritual ya está sumamente limitada por bloqueos impuestos desde Arriba.
Apenas si algunas inspiraciones, ínfimas intuiciones, retazos de claridad arropados en sueños; por ahora no mucho más, hasta que se abra nuevamente el canal profético, cerrado ya hace unos 2500 años.
¿Cómo sobrevivir a la saturación de información (¿casi?) infinita sin el debido entrenamiento, fortaleza, pureza, conciencia, etc.? Por ello, el cerebro primero es un gran deflector, para luego sí permitir cierto grado de receptividad.

El cerebro también opera en un modo economizador de energía.
Se enfoca en aquello que le llama la atención, no desperdicia habitualmente energía en analizar o decodificar información accesoria o redundante.
Toma apenas algunos datos y con ello completa paisajes mentales complejos. En base a la experiencia puede diseñar paisajes que coincidan más plenamente con la realidad externa. Pero, obviamente no hay una certeza absoluta.

Así vamos construyendo nuestro mundo interno y comprendiendo o dando sentido al mundo externo.
Dejando de lado infinidad de cosas, para dejarnos atrapar por unas poquitas que se transforman en el centro de nuestra atención, y que codifican nuestras creencias, y nos hacen percibirnos de determinada forma y actuar en consecuencia.
Es como si las oportunidades para elegir se esfumaran, se redujeran, para quedar unas poquitas, aquellas que pasan el filtro en forma de embudo de nuestro cerebro.

Aquello que nos atrae está programado en nuestra naturaleza primitiva, la genética y la espiritual.
También vamos aprendiendo de otras personas a orientar la atención. Son fundamentales los primeros años de vida para la formación de esas tendencias, creencias, hábitos que se adquieren y complementan (a veces contradicen) la naturaleza innata.
La gran tarea que tenemos por delante es tomar esto que se nos ha dado y transformarlo en un espejo de nuestro Yo Auténtico.
Así, cuando nuestro Yo Vivido representa a nuestro Yo Auténtico, hemos logrado establecer la armonía interna, y probablemente la externa.

Cualquiera puede vivir dejándose llevar por sus instintos o tendencias, o seguir como necio los mandatos que se nos han introducido de fuera.
No tiene mucha grandeza el seguir como autómata los hábitos, el echar culpas a los adultos que nos criaron, o excusarse en que es a causa de la sociedad, o un destino perverso, o lo que fuera.
La belleza del ser está en lograr enfocarse, encontrar lo que es relevante, y decidir para optar por lo que da vida, que es lo que construye SHALOM.
Ampliar la conciencia, encontrar otras opciones, darse cuenta de lo que es permitido y evaluarlo, en tanto se aparta de aquello que ha sido prohibido.

Cada instante es una clase, y cada lugar una aula de estudios. Cada persona con la que nos cruzamos un maestro.
De lo simple, de lo corriente, de lo rutinario, también tenemos lecciones para aprender.
Todo sirve como oportunidad y desafío, por lo que deberíamos estar consientes, enfocados, atentos y escoger lo que construye SHALOM.

Al tener claro esto, no estaremos más a la espera del aplauso de otros para sentirnos a gusto con nosotros mismos.

Respirar y ser

Por ahí oíste como en el Oriente Lejano se suelen usar técnicas de respiración para meditar, fortalecerse, calmarse, enfocarse, etc. ¡Si hasta conectamos el arte del respirar con la India o por ahí! Como si fueran ellos los dueños e inventores del asunto.

También entre los muchachos New Age se encuentran rituales o recomendaciones que atienden al uso de la respiración como mecanismo de armonía emocional e incluso mental. No es extraño esta ocurrencia, pues mucho de lo New Age tiene raíces orientales, aunque no todo.

Aunque ellos consideren que son instrumentos espirituales, realmente no lo son.
Recordemos que espiritual no es algo agradable a los sentidos, que te hace sentir emocionado positivamente, ni que te llena el alma de alegría. Menos que menos lo espiritual es algo religioso, puesto que religión es la corrupción, la distorsión, la burla de lo espiritual.
Espiritual es cumplir con los mandamientos que te corresponden específicamente a ti cumplir, de acuerdo a tu identidad espiritual (7 si eres gentil, los que te toquen de los 613 de la Torá si eres judío) y a tu lugar en el mundo.

Al venir de esos lares podríamos suponer que es mejor evitar estas ideas del uso de la respiración como instrumento provechoso, pues seguramente están contaminadas con influencias idolátricas o supersticiosas, que nos pueden desviar del buen camino espiritual.
¡Cuántos queriendo hacer bien las cosas, pero solamente usando la buena voluntad pero no el conocimiento, terminan empantanados y lejos del hogar!

En realidad, el origen del uso de la respiración como mecanismo positivo se encuentra en el propio nacimiento del hombre, del ser humano.
Al respecto podemos usar el sagrado texto de la Torá para comprobarlo:  «formó el Eterno Elohim al humano, polvo de la tierra. Y sopló en sus narices aliento de vida, y el humano llegó a ser un ser viviente.» (Bereshit / Génesis 2:7).

Ya sabemos que somos pentadimensionales, y este texto habla de varias de nuestras dimensiones.
Lo material, cuando nos informa que somos un cuerpo terrenal, que por tanto compartimos con el resto de lo terrestre nuestro humilde origen. No somos de una sustancia diferente, más noble, única. No señor, somos idénticos a los animales en lo que a físico se refiere.
Y somos seres vivos, como una bacteria, un hongo, una planta. Tampoco en eso misterioso llamado vida nos diferenciamos notablemente de nuestros hermanos vivos.
Sin embargo, cuando la Torá relata nuestra creación como especie, hace especial énfasis en que el Eterno Elohim sopló en nuestro cuerpo el aliento de vida, al que denomina NISHMAT JAIM, para que de esa manera fuéramos NEFESH JAIA.
NEFESH, que traducimos como alma, es la energía vital, lo que nos permite estar con vida. Es lo mismo que poseen todos los otros seres vivos.
Pero la NESHAMÁ, el espíritu, es algo único de la especie humana, lo que realmente nos distingue del resto de las criaturas terrestres. Porque, si pusiéramos un Homo Sapiens y un Ben Adam uno junto al otro, no notaríamos diferencias. Si los viéramos interactuar, veríamos las mismas cosas. Si se aparearan, habría descendientes. Hasta incluso el Homo Sapiens tenga “religión”, tal como muchos Ben Adam la tienen. Y sin embargo, hay algo que los diferencia y es una brecha que no se puede cerrar, el Homo Sapiens carece de NESHAMÁ, en tanto que el Ben Adam ES NESHAMÁ encarnada que forma junto a las otras cuatro dimensiones a cada ser humano en este mundo.
¿Entiendes el asunto?
¿Te complica mucho en tus esquemas acerca de la creación, la evolución, el origen de las especies, la distinción del hombre de las otras criaturas, etc.?

El relato de la Torá nos informa que al introducir su hálito de vida el hombre fue hombre, antes era un ser terrenal solamente.
Entonces, podemos aprender técnicas de respiración que se abstengan de toda creencia o alusión idolátrica y/o supersticiosa, pero que nos ayuden a manejar armoniosamente los flujos aéreos para calmarnos, fortalecernos, enfocarnos, aflojar tensiones, ser receptivos, e incluso también prepararnos para actuar espiritualmente (con mayor decisión y fidelidad cumplir los mandamientos que nos corresponden).

Vamos a ver un ejercicio que podrías practicar al menos una vez al día.

Toma aire, siguiendo la técnica que desees y sea practicada por gente que sepa del asunto, para así ayudarte reconocer que estás haciéndolo para despojarte de barreras, quitar obstáculos, y así permitir que la LUZ del Eterno que brilla constantemente en tu NESHAMÁ te alumbre y conduzca por la senda del bien.
Y al expirar imaginar como se desprenden pedazos de las manchas que obstaculizan la LUZ y se van de tu vida, dando espacio a que la LUZ alcance cada rincón. Entonces estarás anímicamente más pacífico, más dispuesto a realizar la TESHUVÁ necesaria, para de esa forma vivir espiritualmente y ya no más en penumbras.
Te vivificas físicamente, emocionalmente, mentalmente, lo que repercutirá socialmente y espiritualmente.
Recuerda, el respirar en sí no es una tarea espiritual, sirve solamente como ayuda para actuar espiritualmente.

Inhalas, se expande tu abdomen, tu tórax, te cargas con energía vital.
Exhalas y te contraes, te relajas, te rindes del deseo de controlar todo y todo el tiempo. Aceptas con humildad, re relajas y fluyes. Admites tus limitaciones, sabes tus fuerzas, y entonces ya no malgastas energía, tiempo, vida en cosas inútiles o perjudiciales, sino que las guardas para lo que realmente es provechoso y bendito.

Relajas tu cuerpo, aflojas tus emociones, descargas tus pensamientos. Liberas la tensión del cuerpo, dejas las mochilas pesadas que no tienes porque estar cargando. No estás a la defensiva, ni preparado para el ataque, ni huyendo. Estás cómodo, te sientes confortable, respiras en paz.
Estás, nada más que eso.
No controlas tus pensamientos, los dejas ir y venir.
No te pegas a nada, no peleas, no quieres controlar, solamente ser estando.
Pero te concentras en respirar como aprendiste a hacerlo para obtener buenos resultados. Y si no te sale, tampoco te perturba, fluyes, haces lo que mejor puedes. Respiras, te llenas de poder por no pretender ser un dios que todo lo puede.

No precisas demostrar nada a nadie, ni hacer nada que aplaudan y te califiquen.
Solo respira, déjate estar, déjate ser.
Tú eres NESHAMÁ en viaje por este mundo, siendo pentadimensional, con sus defectos y ventajas.
Respira y atiende a todo, sin dejarte atrapar por nada.
Date cuenta de lo que te está perturbando, lo que no te deja ser tú, lo que te hace usar disfraces que te alejan de tu Yo Esencial.
Identifica lo que puedes mejorar de tu vida cotidiana, así como aquello que debe ser reparado por medio de la TESHUVÁ. Pero no te quedes atrapado por ello, simplemente apúntalo en tu memoria y sigue sin controlar nada, sin detenerte, simplemente respirando y siendo.

Percibe, disfruta, viaja mientras respiras y llenas tu organismo de buen aire mientras exhalas lo que no te sirve, que arrastra consigo las imágenes de las manchas que han estado bloqueando la LUZ de tu NESHAMÁ.
Acéptate, pero no transes con lo que está mal o es injusto. Eso lo corregirás, porque te comprometes a hacerlo. Pero no en este momento, ahora solo estás siendo, en paz, calmadamente, respirando.

Entrénate en estas habilidades, así podrás entrar en un estado de atención flotante de manera instantánea, cuando lo precises, para que no te derrumbes ante la impotencia, para que no reacciones de manera automáticamente negativa.
Estás trabajando para ser mejor, eso es espiritual.

Ideas y personas tóxicas

Se podría decir que Koraj tenía todo para estar satisfecho y agradecido e incluso feliz. Era valorado y querido por muchas personas; poseía innumerables riquezas que le permitían un muy buen pasar material; su familia era adorable y distinguida; era famoso por su ingenio; primo de Moshé y Aarón y tenía un cargo en los servicios del santuario.
¿Qué más podía querer o soñar?
Y sin embargo, no estaba conforme.
Él pretendía mucho más, aunque para lograrlo tuviera que contradecir lo que ordenó el Eterno, o generar disturbios, o engañar a la gente, o sacrificar la vida/seguridad propia y de su familia y seguidores, o lo que fuera necesario.
Es decir, por ese pequeño puntito que no tenía y desesperadamente quería, estaba dispuesto a perderlo todo.
Parecía que para Koraj primero estaba Koraj y sus deseos. Pero, cuando analizamos nos damos cuenta de que al actuar así, Koraj se perdía en las nubes producidas por su ambición. No era Koraj quien se beneficiaría de la pasión desbordada de Koraj.
Nos hace recordar una famosa enseñanza de nuestra tradición:
Rabí Eleazar Hakapar dice: La envidia, la codicia, y la búsqueda de honores sacan al hombre del mundo.” (Pirke Avot 4:21).
Para peor, se asesoraba con los terribles Datan y Aviram, quienes eran conocidos por sus repetidas imprudencias y traiciones.
Ellos junto a doscientos cincuenta líderes israelitas impulsaron una revolución en contra de la autoridad de Moshé y Aarón, aduciendo que Aarón no tenía derecho para ejercer las funciones del Cohen Hagadol (Sumo Sacerdote). Ese era el cargo que anhelaba Koraj para sí, ¿oh casualidad?
Para lograr la adhesión del pueblo introdujo quejas y críticas populistas, como haciendo creer que su interés honesto era el bien de los despojados, lo cual no era cierto.
Al final, aquellos dispuestos a trepar subversivamente, terminaron tragados por la tierra, con sus seguidores y todas sus pertenencias, pero los hijos de Koraj se salvaron.
Algunos integrantes del pueblo se disgustan por esto, ya que culpan a Moshé en lugar de admitir que el verdadero causante fue Koraj y sus seguidores. Por ello, Hashem permite que una plaga cause el deceso de miles de personas.
A pesar de haber sido inculpado injustamente, Moshé ruega a favor del pueblo, e indica a Aarón que expíe el pecado de ellos, por lo cual la plaga finaliza.
Aquí no terminó el asunto, sino que continuaron los coletazos de estos dramáticos momentos, los cuales te invito a estudiar luego, así como que descubras el resto de los interesantes temas que presenta esta parashá.

Motivo para actuar bien

El RAMJAL menciona tres clases de personas que actúan bien, quien lo hace:

  • por miedo al castigo;
  • para obtener una recompensa;
  • únicamente motivado por lo ético/espiritual.

Obviamente que todas estas personas son meritorias, pero su nivel de mérito varía de acuerdo a lo que los mueve.

De hecho, solamente la persona que se conduce de acuerdo a la ética/espíritu, está a más a salvo de desviarse adrede de la buena senda. Porque, el que huye del castigo, si encuentra la manera de que sus hechos no sean presentados en su contra, o de deslindar la responsabilidad, ¿por qué no habría de actuar mal? Realmente no está interesado en el bien ni en la justicia, sino simplemente en no padecer.
El que solamente hace lo bueno para tener ventajas, probablemente dejaría el bien hacer al informársele que no existen premios, o que por alguna cuestión no los recibirá de acuerdo a su deseo. También, en caso de estar ya satisfecho y no tener nada más por delante, ¿cuál sería el motor para sus buenos actos?
Ambos, además corren un gran riesgo, el de amargar su humor, enojarse con la vida, y por tanto dejar de lado lo bueno para hacer lo que les viene en gana.
Por su parte, la persona que está firme en su lealtad al bien porque es lo bueno y justo, lo que debe ser hecho, difícilmente traicione su identidad ética/espiritual.

¿Cómo hacer para ser una persona ética?

Porque Tú estás conmigo

Dice el inspirado salmista (23:4):

«Aunque ande por valle de sombra de muerte, no temeré mal, porque Tú estás conmigo«

En este mundo estamos tan limitados, reducidos a padecer constante impotencia.
Estamos en un valle ensombrecido por la presencia de la muerte, que es la máxima expresión del no-poder.

Nuestro potencial, que es la capacidad de superarnos, nos puede llevar un pasito más allá, un peldaño más arriba, pero el tope pronto nos estorba el progreso.
Es un hecho, este mundo es de limitaciones.
Incluso el pensamiento entrenado para razonar, fortalecido por la imaginación productiva, aceitado para expandirse, finalmente tiene un muro que lo contiene.
Solamente el espíritu se vincula con lo infinito, con el poder sin límite.
Pero, el espíritu es solamente una de nuestras dimensiones en tanto moradores de esta realidad mundana, por lo cual, aceptar nuestra impotencia es parte del poder.

Mira que paradoja, morir es la máxima de las impotencias, pero al mismo tiempo es cuando dejamos la impotencia de este mundo para existir en la plenitud del mundo venidero.
Sin embargo, no tenemos ni permiso ni derecho para apurar nuestra partida, sino que debemos mantenernos aquí hasta que nos llegue el momento de trascender.

Entonces, tengamos presente que no tengo control de lo que no puedo controlar, aunque llore, grite, patalee o niegue la realidad: mi dominio es limitado y hay una infinitud de factores y elementos que no pueden ser determinados ni por mis deseos, caprichos, pensamientos, oraciones, necesidades, trueques, trucos, negociados, etc.
Debo internalizar mi impotencia, analizarla y aceptarla; porque al hacerlo obtengo una cuota de poder.

En nuestra debilidad vivamos la vida, plenamente, en la medida de nuestras posibilidades. Dentro de lo permitido, apartándonos de lo prohibido.
Tengamos la conciencia de que es el Eterno quien tiene el control, porque al saberlo podremos calmar nuestra angustia aun cuando andamos por valles de sombras o de muerte.
Él no hará magia para cumplir nuestro caprichos, no aparecerá en un unicornio para salvarnos, aunque recemos mucho, aunque Le prometamos hasta lo inconcebible, Él no está para servirnos ni para darnos un sobrenatural poder sobre nuestra impotencia.
Pero, saber que Él está, que no nos abandona, que finalmente encontraremos la paz en Su seno, nos puede dar ánimo, entereza emocional y aclarar un poco nuestras ideas.

Así, podremos esforzarnos y ser valientes, disminuir nuestro miedo, para enfocarnos en la tarea de construir SHALOM con acciones de bondad Y justicia.
No temeremos el mal, aunque choquemos con el muro de la impotencia.
Y, si toca sufrir, lo haremos, pero con la capacidad para reponernos en la medida de lo posible y con la voluntad para elaborar un sentido trascendente de nuestra momento, sea de éxito o de fracaso.

Entonces, haz tu parte, eso es lo que Dios espera de ti.
Él hará la Suya.

Ser Sus hijos no nos libra de atravesar valles de sombras o de muerte y puede que sintamos miedo aterrador, pánico o desesperación y es en ese momento que debemos confiar en que Él es nuestro pastor fiel, que nos conduce sin abandonarnos.
Seamos nosotros quien no Lo abandonamos, pero especialmente quienes no NOS abandonamos a la impotencia y las reacciones erróneas para sobreponernos a ella.
¡No cambies a Dios por religión (ni siquiera por la de algunos judíos que desvían la senda espiritual con el pretexto de ser espirituales)!
¡No cambies Su compañía por espejismos y la falsedad de la fe!
¡Haz tu parte, construyendo SHALOM!

El dorado camino medio

¡Qué gran problema es la exageración!
Sea hacia uno o el otro extremo, el de la falta o el de la abundancia, al perder el sentido de la proporcionalidad, nos paramos en un terreno inseguro, resbaloso y arbitrario.
Dramatizar la impotencia (el no poder), puede ser tan nocivo como ver nuestro vigor a través de una lupa.
Al no tener cabal noción de nuestro lugar y capacidad, nos cuesta distinguir qué es superfluo y qué fundamental, qué merece la pena dedicar más esfuerzo y qué dejar fluir sin esclavizarnos a ilusiones inalcanzables.
Difícil evaluar sabiamente cualidades y defectos, cuando nuestra balanza indica cualquier cosa menos algo parecido a la realidad.

El sabio consejo de Maimónides (entre otros grandes de la sapiencia) ha sido el punto medio, entre tensión y distensión, entre trabajo y descanso, entre bondad y justicia, entre disfrutar y limitarnos, en todo.
Porque, no siempre a mayor esfuerzo se obtienen mejores resultados.
Ni cuanto más presión se ejerce se recibe más rendimiento.
Ni el exceso de actividad procura bienestar.
Ni la indulgencia extrema resulta en cariño y satisfacción.
Como sus contrarios tampoco son provechosos.

El dorado punto medio, es el que integra los opuestos, que anula los extremos perjudiciales, que no acepta lo prohibido ni tolera lo mediocre.
Más bien es el equilibrio dinámico, no es una estatua estática, ni un monumento paralizado, ni una cosa hecha para perdurar como una momia; sino una realidad que se modifica a cada instante, que precisa de trabajo pentadimensional para sostenerse, para controlar los desbordes, para conseguir la efectividad.

Así por ejemplo, entre la sabiduría y el razonamiento está el entendimiento; entre la bondad y la justicia está la misericordia; entre el dar y recibir está el compartir; entre el atender y expresar está la comunicación auténtica; entre la impotencia y el poder está la construcción de SHALOM.

Pero, no solemos andar (hechos, palabras, pensamientos) por la senda media; sino en la exageración.
Ante la impotencia pretendemos exagerar nuestro rol de víctima y manipular para tener un presunto poder, que es una distorsión exagerada del verdadero poder, lo que nos lleva a ser victimarios de nosotros mismos y/o de otros.

Te lo explico con un sencillo y cotidiano ejemplo.
Por el motivo que sea (que no toca analizar ahora) temes equivocarte en tus acciones, entonces te comportas de manera extremista en lo que refiere a ser perfeccionista, exigente, severamente persigues el más mínimo error. Por consiguiente, no paras de cometerlos o descubrir imperfecciones donde nadie más las ve, avanzas en tus proyectos tan lento que pierdes las oportunidades y los tiempos de entrega, te paralizas por considerarte inepto. En resumen, terminas viviendo en la realidad aquello que tanto temías: equivocarte.
¿Cuál es el punto medio, el de la no exageración?
Quizás, admitir que habrá retrasos, contratiempos, desaciertos y tener tolerancia con todos ellos, siempre y cuando no se pase al extremo opuesto, el de la indulgencia arbitraria, la pereza viciosa, la disculpa engañosa.
¿Entiendes la propuesta?

Otro ejemplo cotidiano.
Crees que no haces lo suficiente para que te quieran, y en vez de atender a tus hijos, comunicarte con ellos, compartir a pleno momentos significativos, escoges el extremo en apariencia fácil: por ello dedicas cantidades enormes de dinero (incluso excediendo tus posibilidades reales) a comprar cariño en forma de regalos, premios sin motivo, salidas a comer y cuestiones parecidas. Derrochas hasta lo que no tienes para comprar el cariño, te niegas a ponerte límites por miedo a quedar abandonada. Al final de la jornada te descubres sola, vacía y sin un peso en el bolsillo aunque llena de deudas. ¿Y tus hijos? Dudo que estés en sus mentes o corazones, a no ser a la hora de las quejas, reclamos, pedidos, y protestas por más y mejores regalos.
Mejor sería aprender el punto dorado del equilibrio dinámico y así andar por el sendero del medio.
Cómprales regalos, pero con moderación, que la mayoría de ellos sean premios reales; pero mejor, dedícales tiempo y real presencia, participa junto con ellos, sé parte de sus vidas, da y recibe amor y no compres lo que no tiene precio.

Y así podríamos encontrar cientos de ejemplos, en las cuestiones que te incumben a ti individualmente, a tu relación con hijos, cónyuge, amigos, padres, jefes, empleados, desconocidos, sociedad, Dios, etc.
Encuentra tu foco, mide con precisión, anda por el dorado camino medio.

Brindo por tu Salud

En 1985, la Oficina Regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud, definió la salud como “La capacidad de realizar el propio potencial personal y responder positivamente a los retos del ambiente”.

A no ser que nos encontremos en una situación de extrema vulnerabilidad, las reacciones que apelan al llanto, el grito, la violencia física, y/o desconectarnos de la realidad (con los derivados de todos ellos), no son la respuesta positiva a los desafíos que plantea el entorno.

Es virtualmente imposible desarrollar nuestras potencialidades reaccionando cotidianamente con estos mecanismos primitivos, de naturaleza instintiva y/o que son hábitos formados a partir de conductas necesarias y comprensibles en un niño pequeñito. Porque, estas herramientas son las únicas con las que cuenta el niñito para llamar la atención a la espera de obtener un auxilio de alguien poderoso (madre, cuidadora, etc.) en momentos de sentirse impotente. Pero, no están al servicio de perfeccionar nuestra personalidad ni de alcanzar mejores logros en nuestra existencia.

Entonces, aquel que su vida joven y adulta está repleta de estas manifestaciones acordes a un niñito, no está actuando saludablemente, está detenido en el tiempo en su desarrollo emocional.
Quizás intelectualmente ha logrado avanzar, podría incluso ser una persona en un cargo de autoridad, pero eso no deja de ser una estructura endeble, que tambalea al impulso poco ejercitado en lo emocional.

Una de las prioridades para llevar una vida saludable es también el estudio de lo que se relaciona con el EGO (IETZER HARÁ), para no reaccionar con él de manera habitual, sino que aprender modos de responder y accionar positivamente ante los constantes y permanentes retos que nos proporciona nuestra limitada existencia.

¿Hay algo que puede suplantar al llanto/grito/pataleo/desconexión (y cualquiera de sus derivados)?
¿La Comunicación Auténtica en lugar de la manipulación?
¿La aceptación en vez del aferrarse?
¿El agradecimiento que modifique la avidez sin satisfacción?
¿La solidaridad que mitigue el egoísmo?
¿La construcción de SHALOM, por medio de acciones de bondad Y justicia, como respuesta primaria?
¿La comprensión que evite la lucha por meramente tener la razón?
¿La espiritualidad que mata esa blasfemia que es la religión?

Existen numerosas maneras de llevar salud a nuestro ser, al entorno, a la sociedad; la cuestión es aprender, desaprender, entrenarnos, trabajar, seguir para adelante, dejar fluir.

Nejushtan: la serpiente en el estandarte

Mucho se ha hablado de la serpiente de bronce sobre el estandarte (Bemidbar/Números 21:4-9). A veces se han dicho cosas brillantes, con enormes enseñanzas y aplicaciones prácticas. En ocasiones fueron fantasías sin pies ni cabeza, pero elogiadas y buscadas por muchos (como las que equiparan el hecho a un personaje mitológico colgado de un madero y que salva mágicamente a sus seguidores). Esta vez quiero presentar otra idea, de la cual no soy el autor pero tristemente no tengo referencia del origen de la misma.

La serpiente simboliza lo natural, así como también lo pasional y falto de la mesura intelectual.
Por su parte el palo usado como estandarte, con su línea recta claramente definida, marca lo artificial, aquello que proviene de la acción modificadora del hombre, y que se vincula con el razonamiento, con el procesamiento sofisticado mental.
Como sabemos, en la naturaleza no se presentan líneas rectas, sino tan solo como obra del hombre.
Entonces, la representación metálica de la serpiente venenosa está haciendo referencia a ese mundo natural, carente de reglas humanas, desprovisto de espiritualidad, en donde los instintos comandan. Mientras que el estandarte está para simbolizar la acción que proviene del hombre y perfecciona lo ya creado, dotándolo de sentido, de trascendencia, de pensamiento de conexión con el plano espiritual.

No es casualidad que los faraones usaran un prototipo de tefilín de cabeza mucho antes que aquel ordenado por Dios en la Torá para el uso del judío.
Una de las enormes diferencias está en que el aparato sagrado faraónico tiene una serpiente sobre la frente, como si el instinto comandara el pensamiento, como indicando que la cabeza es sirviente del deseo. Así era la cultura en Egipto, en donde se empleaban sus grandes recursos intelectuales para someter a las masas a las fantasías religiosas, en donde la perversión estaba en el trono, oprimiendo al espíritu detrás de escombros que ocultaban su LUZ.

Pero, los tefilín judíos son de cuero de animal que ha sido trabajado para adquirir una forma definida, marcada por precisos reglamentos, con una perfecta forma cúbica, en donde prevalecen las líneas rectas marcadas. No se deja al hombre librado a sus pasiones, ni se lo somete a la ceguera del inconsciente, sino que se le dota de poder para refrenar sus deseos, se le fortalece para que sea el pensamiento iluminado por el espíritu quien se haga cargo y decida.

Entonces, ¿qué podemos aprender de la estatua de serpiente ardiente/venenosa que se ha enroscado en el estandarte y puesto a la vista de los judíos para curarlos de la mordida?
Podría ser que el hombre está formado por ambas naturalezas, la natural y la humana, la pasional y la mental, y que cada una tiene su respectivo lugar y función.
Cuando aprendemos a mantener la armonía apropiada, bajo la luminosa guía celestial que proviene del espíritu, entonces hay paz en nuestro interior, salud, bendición para compartir con el entorno.
Pero, cuando nos dejamos dominar por una sola de nuestras dimensiones, y especialmente es la más primitiva y menos evolucionado, entonces estaremos cayendo en conflictos, en altercados, en toxicidad, en enfermedad y muerte.

Es siempre el momento correcto para levantar la vista y buscar la dirección divina, la cual está en la Torá para los judíos y en los Siete Mandamientos para las naciones.
Entonces, con esa guía sagrada tomar las decisiones correctas de manera racional, sopesada, crítica. Haciendo uso del motor que es la dimensión emocional.
De esa forma, encontramos una existencia de mayor plenitud.

(Texto escrito para SERJUDIO.com, pero que contiene importantes enseñanzas provechosas para los noájidas).