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¿Cuántas acciones motivadas por el AMOR puedes señalar en tu historia?

Un ejercicio bastante fácil de proponer; pero que suele traer dificultades para realizar a fondo (y asumir sus resultados).

Cuando tengas tiempo, y ganas, responde por favor a esta pregunta:

¿cuál es la acción que hice, o hago de forma habitual, realmente de manera desinteresada y sin obtener, o esperar, por ella algún beneficio personal (concreto o imaginario, en este mundo o en otra vida)?

La pregunta va dirigida a acciones en todos los planos de tu existencia, en lo individual, en tus vínculos cercanos, con la gente de tu entorno, con la sociedad, con el extraño, mascotas, ambiente, Dios, dioses, correligionarios, etc.
Descubre la acción, o acciones, que no reciban o conciban (abiertamente o de modo velado) algún interés egoísta de tu parte.

Entonces: ¿Cuántas acciones motivadas por el AMOR puedes señalar en tu historia?

Será de mucho beneficio para ti, para mí, para los lectores (silenciosos o presentes), si compartes aquí (en los comentarios debajo) lo que obtengas como respuesta.
Pero, sé meticuloso en descorrer cualquier velo que te impida ver siquiera una partícula de egoísmo motivando tu accionar.

Gracias.

Celosías

No, los celos en modo alguno son un signo de amor.
Los celos son demostración de profunda vulnerabilidad, escaso amor propio, violencia más o menos contenida, un apego desmedido al EGO y por tanto a una imagen ilusoria de sí mismo.
De amor, poco y nada.

¿Por qué será, entonces, que tanta gente crea que el celo es una forma del amor?
¡Qué buena pregunta!
¿Es necesario darle respuesta?
Supongo que no la daré, al menos directamente.

Mejor, pensemos juntos.
Si tratamos de hacer ver a un celoso que en el fundamento de su creencia y vivencia se encuentra el EGO y no el AMOR, ¿lograremos algún avance?
Estando tan aferrado el celo a la impotencia, a la desvalorización, a la dependencia tóxica, a la inestabilidad emocional que repercute en lo mental; resulta evidente que el EGO estará manejando los hilos de esa vida, llenando de miedos, dudas, angustias, excusas, violencia de todo tipo. Así, difícilmente admita el celoso su des-amor; por el contrario, se refugiará aún más en sus creencias nocivas, en sus conductas perjudiciales, se hundirá en su impotencia. Se apartará, sea recluyéndose, o huyendo, o insultando, o reforzando sus creencias con más ideas perturbadas y secuestradas por el EGO. Al sentir la amenaza de su modo de vida, la respuesta no será pacífica, casi seguro. Aunque quien traiga la lámpara tenga la mejor de las intenciones, aunque solamente se busque el beneficio del prójimo enclaustrado en el celo, es improbable que logremos que avance siquiera un paso fuera de su celdita mental.

El apego desesperado del celoso a su objeto de celo, no se trata de amor, sino de posesividad, de manipulación, de agarrarse a cómo dé lugar del pedazo de madera flotante que salve del hundimiento. Sentir que esa madera salvadora se pierde, es sentir el ahogo inminente, el terror, la soledad, la muerte.
Entonces, se hará hasta lo increíble para mantenerse a flote, aunque no se esté en un real naufragio, porque el naufragio se experimenta como real en el mundo interno, en la pantalla de las creencias; pero nada hay que demuestre su existencia más allá de sus creencias.

El celoso no está preocupado por su celado, sino por sí mismo.
No quiere el bienestar del otro, sino evitar su propio sufrimiento.
El celoso recurrirá a cualquier mecanismo para obtener su deseo de poder, porque no está movido por el AMOR, sino por el EGO. Habrá mentira, extorsión, amenaza, violencia física y simbólica, porque eso es lo que lo mueve.

¡Nada más lejano al amor que el celo!
Y esto sin tomar en cuenta los casos patológicos, que son afectados por desbalances en la estructura o funcionamiento cerebral, que llevan a una desconexión aún más radical con la realidad compartible.

Ahora, supongamos que tú eres la víctima del celoso, ¿qué puedes hacer?
Difícil, muy difícil.
Porque, seguramente ya lo has experimentado, hagas lo que hagas, el celoso encontrará evidencias para justificar su imposición, si es celoso manifiesto; o sus actividades de espionaje sigiloso, si es de los que sospechan pero se mantienen ocultos.
¿Una llamada equivocada a mitad de la noche? Una amante.
¿Un mensaje borrado? Una cita con la amante.
¿Maquillarse, perfumarse, arreglarse? Un encuentro furtivo.
¿Adelgazar? Estar a la pesca de romances engañosos.
¿”Me gusta” a cualquier tontería en la red social de alguien? Evidentes jueguitos de flirteo.
¿Cambiar la clave el email? ¡Por algo lo ha hecho!
¿Tardar un poquito en atender el teléfono? Algo habrá estado haciendo que tenía que esconderlo.
¿Quedarse horas extras en el trabajo? Excusas para encamarse con alguien.
A veces puede que coincida alguna de estas suspicacias con hechos reales, porque hasta un reloj parado dar correctamente la hora dos veces al día. Pero, el celoso satura con su opresión, sus conjeturas, sus persecuciones, su desconfianza, sus presiones; al punto que suelen provocar que sus miedos se conviertan en realidad, de una u otra forma.

En otras ocasiones, el celoso tiene casi toda la razón, ha sido víctima de uno o más engaños de parte de su pareja/amigo/familiar/socio quien fuera.
Lo ha descubierto, pero ha escogido seguir en esa relación, aunque ahora salpicada y sumergida en celos.
Tal vez no tenía más posibilidad que seguir en la relación; o tal vez podía haberla quebrado definitivamente. Si sigue, ¿por qué será? ¿No es mejor terminar ese vínculo torpedeado, en lugar de seguir aferrado al sufrimiento y sazonado hasta el hartazgo con los celos?

En cuanto a ti, el perseguido por los celos del celoso, aunque trates de evitar las situaciones que suscitan sospechas, igualmente el celoso se las ingeniará para convertirlas en evidencia indiscutible de tu falta de lealtad.
Tan grave es el círculo vicioso, que el celoso encontrará tus intenciones de vivir de manera abierta y clara como una confirmación de que tienes algo para ocultar.

Ciertamente, el trabajo lo debe emprender el celoso consigo mismo.
Es como si llovieran monedas de oro a tu alrededor, solamente te harás rico si abres la mano y las sujetas; pero, si te empeñas en tener el puño cerrado, ¿cómo lograrás tus monedas?
Así ocurre con el celoso, aunque el mundo se acomode a sus caprichos y enfermedad, de poco y nada sirve en tanto no sea el celoso quien se abra al cambio y lo impulse con responsabilidad y constancia.

Que el celoso se exprese, por medio de la Comunicación Auténtica.
Que no intente controlar.
Que aprenda a disfrutar de lo permitido.
Que tenga en cuenta los límites y los respete.
Que juzgue con bondad Y justicia, a sí mismo, al prójimo, a las situaciones.
Que emprenda el viaje de autoconocimiento y perfeccionamiento, por medio de CABALATERAPIA o algún otro sistema que ayude eficazmente.

He titulado este artículo como “celosías”, que en español significa: “Enrejado de pequeños listones, generalmente de madera o hierro, que se coloca en las ventanas y otros huecos análogos para poder ver a través de él sin ser visto.”
¿Tendrá algo que ver con los celos?

Para finalizar, ¿quieres compartir en los comentarios historias en los que has sido celoso, celado o testigo del dolor involucrado?
¿Pistas para resolverlo?
Gracias.

Costumbre de hijas

En la parashá de esta semana se encuentra el siguiente pasaje:

«(7)Cuando alguien venda a su hija como esclava, ésta no saldrá libre de la misma manera que suelen salir los esclavos varones.
(8) Si ella no agrada a su señor, quien la había destinado para sí mismo, él ha de permitir que ella sea rescatada. No tendrá derecho de venderla a un pueblo extraño, por haberla decepcionado.
(9) Pero si la ha tomado (como esposa) para su hijo, hará con ella como se acostumbra hacer con las hijas.
(10) Si él toma para sí otra mujer, a la primera no le disminuirá su alimento, ni su vestido, ni su derecho conyugal.
(11) Si no le provee estas tres cosas, entonces ella saldrá libre gratuitamente, sin pagar dinero.»
(Shemot / Éxodo 21:7-11)

Habría bastante para estudiar y aprender de estas frases, pero, en principio, quisiera concentrarme en estas palabras:

«hará con ella como se acostumbra hacer con las hijas.»
(Shemot / Éxodo 21:9)

¿Qué quiere decir?

El sentido llano es evidente: existían costumbres, claramente conocidas en su tiempo y lugar, de cómo tratar con las hijas propuestas para matrimonio. Tal cual también debe hacerse con esta chica, aunque hubiera sido vendida anteriormente por su padre como esclava al padre del “novio”. El exégeta Ibn Ezra lo remarca sencillamente: se la debe tratar tal cual se hace habitualmente con las chicas vírgenes judías propuestas para matrimonio. No se la discrimina por su condición social, a causa de las acciones de su padre, el cual se vio en una situación extrema y desesperada para llegar a hacer lo que hizo con su hija. No es aquí el momento ni lugar para profundizar más sobre esto, continuemos con “lo que se acostumbra hacer con las hijas”.

RASHI nos amplía con su explicación, que está vinculada al siguiente versículo, cuando menciona:

«no le disminuirá su alimento, ni su vestido, ni su derecho conyugal.»
(Shemot / Éxodo 21:10)

Es decir, actuar con la joven tal como se acostumbra hacer con las esposas, como es obvio y evidente.
La chica fue esclava pero ahora es esposa, con los mismos derechos y obligaciones.
Su pasado no marca su presente, ni su futuro.
Es esposa, como toda hija de Israel que ha llegado al matrimonio, y como tal debe ser cuidada y valorada.

Profundizando, podemos encontrar en el libro del Zóhar (II, 97a) la siguiente enseñanza:

“Dentro de una roca poderosa, un cielo/paraíso escondido, se ubica un palacio llamado el Palacio del Amor. Allí, hay tesoros ocultos y todos los besos de amor del Rey. Las almas queridas del Rey entran allí. Y cuando el Rey entra al palacio, “Iaacov besa a Rajel” (Bereshit/Génesis 29:11). Él descubre cada alma, la besa, la abraza, la lleva con Él, se deleita en ella. Esto es «hará con ella como se acostumbra hacer con las hijas.», así como un padre trata a su amada hija, besándola y abrazándola, y dando sus regalos…”

Te lo explicaré rápidamente.
La NESHAMÁ (espíritu, Yo Esencial) que somos reposa, habita, se conecta, da sentido, al ser que estamos siendo en este mundo. Somos humanos porque somos NESHAMÁ.
Esa NESHAMÁ es la hija vendida como esclava, que ya no disfruta de los placeres del palacio paterno, de las delicias de su vida plena en el mundo del espíritu.
Ahora está confinada a las limitaciones de ser humano encarnado. Entre otras cosas, debe soportar un duro capataz, el EGO, el cual se las rebusca para dominar y hacer sentir su apariencia de poder. Pero, realmente no tiene autoridad sobre ella, el EGO es en verdad el esclavo, el que está al servicio, aunque se rebele y se transforme en un usurpador y déspota.
NO es gobernar y maltratar su finalidad, por el contrario, la misión del EGO es cuidar de la NESHAMÁ, al preservar al cuerpo de los ataques de la impotencia, otorgándole un lugar para que resida y pueda desplegarse; para que durante el pasaje terrenal la NESHAMÁ adquiera la conciencia y memoria de las experiencias sensoriales, y puedan éstas luego ser disfrutadas en el mundo espiritual con mayor deleite que meramente como datos teóricos.
El Padre ha hecho “descender” a Su hija a este mundo, de entrecruzamiento material-espiritual, para otorgar mayor beneficio y bienestar a la chica.
Pero, las leyes del mundo pueden causar dolor, malestar, sufrimiento, agotamiento, lo cual podría hacer creer a la doncella que merece el mal que está padeciendo. Pero, ¡no es así!
Ella tiene el derecho a disfrutar de lo permitido, a gozar a pleno de las bendiciones que le son propias.

Tenemos derecho a llevar una buena vida, a pesar de los inconvenientes.
Debemos encontrar el camino para que la NESHAMÁ gobierne, con su LUZ iluminando cada rincón de nuestro ser y del entorno.
Cuando el EGO se imponga, es necesario darse cuenta para desarmar su falso poder, ubicándolo en su correspondiente sitio de servidor y no de amo.

Para lograrlo, es imprescindible aprender del EGO y sus herramientas, así como los mecanismos y costumbres para dotarnos de poder y no caer en sus engaños.
Las “costumbres de las hijas” son (entre otras):

  • construir SHALOM, por medio de acciones de bondad Y justicia;
  • Comunicación Auténtica;
  • disfrutar de lo permitido;
  • apartarse de lo prohibido;
  • no querer dominar aquello que no puede ser controlado;
  • lealtad al Eterno, al andar por Sus caminos;
  • estudiar para desaprender y aprender y nutrir de esa forma nuestra mente y emociones;
  • TESHUVÁ.

Todo esto, y algunas cosas más que no hemos mencionado aquí, se resumen alegóricamente en los derechos de las esposas “alimento, ropa y unión conyugal”; aquel que comprende no precisa de más explicaciones.
El resumen del resumen: construir SHALOM en todo momento.

Como verás, partimos de unas reglas muy antiguas, bastante extrañas para nuestro mundo actual, (al menos en gran parte de la cultura occidental), pero que eran perfectamente comprensibles en el mundo donde fueron entregadas.
Y llegamos a descubrir secretos eternos, de salud integral, de crecimiento, que empoderan nuestra actividad de CABALATERAPIA, en procura de un mundo interno y externo mejor.
En donde reine el AMOR, y no el EGO.
Al dar un vistazo a las noticias del día, parece difícil conseguir un mundo de SHALOM, una Era Mesiánica, con tanta injusticia, maldad, arbitrariedad, corrupción, desespero, etc.; tanto en lo micro como en lo macro.
Sin embargo, ahí sigue presente la NESHAMÁ, con su vocecita, con su LUZ, con su perpetua conexión al Padre.
Podemos ser nosotros el granito de arena que falta para doblar la historia, llevar a que el platillo de la balanza cósmica esté del lado del Bien.
Así pues, construye SHALOM, aunque parezca que es inútil, aunque tengas contratiempos, aunque tropieces, aunque a menudo sientas que sigue siendo el EGO el señor en tu comarca. Tú sigue haciendo tu tarea, la TUYA, que nadie más puede hacer.
Sigue adelante, aprendiendo y desaprendiendo, construyendo SHALOM.
El resultado final no depende de ti, ni de mí; pero el proceso sí.

(Texto original publicado en SERJUDIO.com, republicado aquí por considerarlo pertinente para la espiritualidad noájica).

Rompiendo los límites

Los niños y también los adolescentes en muchas oportunidades van hasta el borde… y lo cruzan.
¿Por qué?
Puede ser por varios motivos:

  1. Porque no tienen idea de que existen los límites, por ello precisan darse con ellos para ir adquiriendo el conocimiento a través de la experiencia.
  2. Porque no saben cuál es límite exactamente y hasta que no chocan con él no aprenden a reconocerlo.
  3. Porque prueban con ello la reacción de los adultos, ¿qué pasa cuando hago esto, qué dice o hace mi papá-mamá-maestra-etc.?
  4. Porque quieren auto castigarse, como una forma mágica de preservarse de imaginarios castigos que pueden provenir de otras fuentes.
  5. Porque buscan confirmar el cariño, apoyo, confianza, del entorno, de las figuras de autoridad, de sus pares, de quien consideren valioso y aprobatorio. Si traspaso, ¿me seguirá queriendo?
  6. Porque rechazan esos límites, al considerarlos ajenos, extraños, abusivos, maliciosos; con razón o sin ella.
  7. Porque anhelan hacer lo malo, lo incorrecto.
  8. Porque quieren experimentar el lado oscuro de la vida, pero sin dejarse caer en el abismo.
  9. Porque les da lo mismo el límite tal o cual, lo que les importa es obstinadamente oponerse a la figura de autoridad, o al sistema, o a lo que consideren el enemigo del momento.
  10. Porque hacen tonterías sin sentido, sin otra motivación profunda.

Probablemente puedas encontrar más motivos, con gusto los leeré si los comparte aquí debajo en la zona destinada a los comentarios.

También me encantaría leer tu comentario al respecto de la siguiente propuesta: ¿cómo seguimos actuando de esta manera aún siendo adultos y maduros –en apariencia-?

En busca de un dictador

El diccionario nos informa acerca del dictador:

  • Soberano que recibe o se arroga el derecho de gobernar con poderes absolutos y sin someterse a ninguna ley.
  • [persona] Que abusa de su superioridad, de su fuerza o de su poder en su relación con los demás.

Cuando estudiamos desde la perspectiva de la CabalaTerapia nos encontramos con que, la imagen externa por lo general no reproduce fielmente a la imagen interna.
Sorpresivamente, la imagen interna tampoco representa a la imagen esencial o verdadera.
Como si la persona estuviera formada por capas que se acumulan unas sobre otras, como cebollas. O cual muñeca rusa, donde una contiene a otra, y ésta a otra, y ésta a otra, y ésta…

Atendiendo a la definición, el dictador se presenta como alguien que está por encima de los demás, que ostenta poderes, que abusa de la indefensión ajena, que se mantiene gracias a la fuerza y al ejercicio de trucos de manipulación, que se impone como ley que no respeta ninguna ley.
Esa es la imagen externa, la que la gente teme; la que adoran los adoctrinados y los viciosos por migajas de poder; la que buscan aniquilar los “rebeldes”.
La imagen de fuerza, de potencia, que no se debilita ni se retuerce en dudas y angustias.
Una imagen que es alimentada por la maquinaria detrás del poder, que crea mitos, inventa creencias, lleva al dictador al olimpo de las deidades. No es raro encontrarse con cuentos de milagros, maravillas, dotes sobrenaturales entre las alabanzas propagandistas de estos líderes. Por ejemplo, sabemos que Faraón era adorado como un dios, se afirmaba que no precisaba de ir al baño. Hitler era un dios para sus seguidores, capaces de asesinar, matar y morir en honor de su líder. El gobernante de Corea del Norte es encumbrado con toda clase de virtudes y potestades mágicas. Algo similar ocurre con esos líderes religiosos, que no son otra cosa que dictadores pero sin llegar al trono político, pero que recurren a similares astucias, trampas, malabarismos, amenazas, extorsiones, falsedades, presiones, lo que fuera necesario para sostener su falso liderazgo, su bota apestosa aplastando la libertad de sus seguidores.

La imagen interna, suele ser otra.
Pero, no es fácil que ésta llegue al conocimiento público.
Gente quebrada por dentro, sumergidos en angustia, de escasa autoestima, desesperados por sentir que sirven y son amados. Se saben impotentes, vulnerables, fracasados, por lo cual redoblan su fachada de poder atormentado a los otros para de esa forma sentirse menos atormentados ellos.
Los dictadores tienen un poder externo, nunca interno. Pueden llenar de miedo, imponer, hasta matar o «suicidar» a alguien, pero por dentro tienen nulo poder. Son impotentes. Están sometidos al EGO, aunque pretendan ser los seres más poderosos de la comarca y alrededores. Como niños chicos armados con potentes herramientas de destrucción.

Cuando cotejamos la imagen interna con la representación externa, nos damos cuenta de que son payasos grotescos y terroríficos, que muestran algo que no son. Si estuvieran alejados de la armadura externa, de sus armas y ejércitos, de sus pandillas de esbirros y matones, probablemente darían una gracia triste, serían objeto de una lástima mezclada con muecas risueñas. Gente atrapada en su debilidad pero con aires de supremacía.

Pero, algo deben de tener para haber alcanzado ese lugar de poder externo a pesar de su deficiencia interna.
¿Qué podría ser?
Sabemos que poder interno no.
Equilibrio, armonía, unidad, paz, tampoco.

Tal vez lo que tienen sea el total desprecio por el otro, al punto de no importar nada en su carrera por obtener un lugar que les haga sentirse menos inseguros y fracasados. Una ética ausente, una conciencia enlodada y enmudecida, un miedo inmenso capaz de llevarlos a cualquier disparate.
Igualmente, algo más deben de tener para seguir ascendiendo en su carrera infernal, agobiante.
Probablemente saben interpretar el sentir de sus seguidores, sabe de sus miedos y los aprovecha para su beneficio. Amenaza allí donde duele, crea enemigos gigantes a partir de habichuelas dolorosas, insiste en que el mal se los comerá pronto y sin piedad; luego ofrece una posibilidad única, mágica, sorprendente, de salvación a través de su liderazgo. Amenaza y promete. Llena de terror pero insiste en la fe y la esperanza. Crea el caos y mitiga con paños fríos. Agrede y promete bondad. Corrompe pero sueña con la justicia. Vive como un emperador y obliga a sus seguidores a conformarse con migajas pero agradecerlas como tesoros. Señala con fanatismo al enemigo para perseguir, culpar, odiar; que distrae de los verdaderos problemas y reales enemigos.
Se presenta como el padre ideal, aquel que el niño sueña con tener, ese que resuelve las cosas de manera mágica, que aleja al cuco de debajo de la cama, el que todo lo sabe.
Es su “público” el que habilita que surja este fantoche al trono.
Un público sumergido en vacilaciones, temores, angustias, miedos, impotencia. Por ello, las épocas de crisis son las habituales para el surgir de la malaria dictatorial. Sea una guerra, hambruna, epidemia, caos, terrorismo, criminalidad, deterioro económico, cualquier factor externo debilitante es disparador para la aparición del dictador.
Si el factor no brota por la coyuntura, habrá quien la provoque, de tal modo de preparar el camino para el “salvador”.

A ver, veamos a Chávez, Fidel, Cristina, Gadafi, Al-Asad, Jomeini, Hitler, Mussolini, los Kim de Corea del Norte, Stalin, Lenin, Arafat, ar-Rantisi, Sadam, Bonaparte, Robespierre, Mao, Idi, los gurús religiosos (de la religión que fuera), reyes, emperadores, etc. Encontraremos similares patrones de conducta. Sin bondad ni justicia, sin construcción de Shalom. En resumen, el EGO al mando total de la persona. Llanto, grito, pataleo y desconexión de la realidad a un grado superlativo. Sin control real, sin dominio, sin poder, solamente el ejercicio externo que le brinde una especie de anestesia a sus torturas internas.
Obviamente que habrá gente que se aprovechará de estas dotes carismáticas y mentirosas.
Obviamente que habrá gente que acepte estas condiciones y se someta dando así la apariencia de poder al dictador.

Así pues, EGO y más EGO.
Por un lado el EGO que se expresa en forma de seudo poder, que apabulla, que reclama, que manipula, el del dictador y sus incondicionales y sostenedores. El dictador que suele ser un mequetrefe, alguien disminuido, lleno de vicios y fracasos, pero que se las apaña para hábilmente mostrar otra imagen, merced a las mentiras, la extorsión, la amenaza, la acción despiadada, etc.
Por el otro, el EGO de las masas, quienes apresados por sus celditas mentales admiten los maltratos, la corrupción, el patoterismo, la crueldad, el desagrado por no tener confianza en sus poderes internos.

Existen los dictadores a menor escala, dentro de la familia, en grupos de amigos, entre colegas, en clases del colegio, en la empresa, en equipos deportivos, en hinchadas de fanáticos deportivos, etc., cuya autoritarismo es una imagen reducida de los otros dictadores más conocidos.
¿Eres tú un dictador?
Creo que si te haces esta pregunta y te animas a responderla, estás lejos de serlo. Pero es solo una creencia, no una verdad.

Para finalizar, como ya te he mencionado, no escapan de esta imagen los líderes religiosos, quien habitualmente son dictadores enfundados en halos de santidad.

Cambiar la creencia

Imagina el escenario.
Alguna persona de tu cercanía tiene una creencia muy profunda y errónea, que la lleva a vivir en la oscuridad, en una falsa imagen de la realidad, en conflicto, en sufrimiento, etc.
Tú quieres darle una mano, porque te duele su dolor, y más te apena que sea la misma persona la que participa en su quebranto.
Sabes, o intuyes, que es necesario que deje de lado su ideología, que lo arrastra hacia el abismo, que lo mantiene atrapado, que lo revuelca en el fango, mientras él la alaba, la defiende, lucha con desespero para sostenerla.
Tal vez ya te diste cuenta de que te será difícil ayudarle a cambiar de creencia y por tanto a ser libre.
Ser socio en su liberación y fortalecimiento se presenta como una tarea inmensa y destinada al fracaso, particularmente por la forma en que la persona se esfuerza por atarse a su ideología.
Si tú te opones abiertamente a esa creencia, el otro se aferrará aún más a ella.
Si tienes la osadía de manifestar tu oposición, aunque fuera levemente, te devolverán furia, acritud, pesadez, culpas e incluso cosas más violentas.
Si intentas señalar los evidentes errores, aquellos que siendo relativamente objetivos se pueden observar sin dificultad, chocarás contra el muro de la negación.
Si eres un poco más agudo en tus comentarios, seguramente la respuesta agresiva será mayor.

Es dudoso que a esta altura de tus intentos sigas en una posición amable, de buen ciudadano tratando de ayudar desinteresadamente. Casi te puedo asegurar que ya te has transformado en un guerrero, alguien que lucha para tener la razón, para no fracasar, para obtener la victoria. Si comenzaste siendo buena onda, con el deseo de colaborar generosamente, ahora estarás cegado por tu deseo de triunfar, aunque en el proceso te lastimes o lastimes a aquel que quieres (querías) ayudar a ser libre de la distorsión intelectual y emocional. Ahora también tú estarás en guerra. Como el otro, negarás tus acciones, reprimirás tus sentimientos, te encadenarás a tus creencias e ideas, darás excusas para lo que hagas, siempre con el lema de que lo haces por el bien del otro, que tú solamente quieres ayudar, que el otro te ha agredido, que no se deja ayudar, que…

No, no es fácil que la gente quiera o pueda cambiar su mundo interno. Peor cuando esas creencias son relativas a tener un supuesto poder sobre las cosas, a dominar dioses y elementos, a obtener salvaciones y curaciones, a evitar maldiciones y condenas, a ser librado del mal. Porque esas creencias de poder invitan a encerrarse en ellas, a bloquear todo lo que pudiera poner de manifiesto que en verdad la persona es débil, endeble, vulnerable, rompible, mortal, impotente. Así, la persona se esfuerza en rodearse de lo que la asfixia y va matando, se abriga con ello, creyendo tener poder y superioridad, pero no tiene más que miseria y muerte.

¿Qué hacer?
Unos pocos tips:

  • Usar la Comunicación Auténtica, obviamente.
  • No convertir el asunto en una guerra.
  • No querer vencer, ni convencer.
  • No querer controlar aquello que no se puede controlar.
  • Dominar aquello que está bajo tu dominio.
  • Admitir que el otro tiene esas creencias, aunque uno no las admita para sí mismo ni las considere saludables o necesarias.
  • No intentar cambiar las creencias del otro, porque el otro no está capacitado para que eso ocurra.
  • Encontrar un terreno en común, compartible y compartido, para no cortar el lazo de unión.
  • Recordar que más allá de las máscaras del Yo Vivido, todos somos Yo Verdadero, NESHAMÁ, seres de luz.
  • No permitir actos, palabras, etc. de odio, rencor, violencia, agresión, etc., hacia uno mismo, colectivos, etc.
  • Ten en cuenta que tú también eres esclavo de tus creencias y que en tanto no las tamizas ni filtras, puedes estar en situación similar a la que está el otro.
  • Es casi imposible que uno se libere por sí mismo de la celdita mental.

Pero… ¿entonces?
¿El otro seguirá esclavo de sus creencias y sumará más trabajos forzados a los que ya cumple?
¿Será que no tenemos nada para hacer?
¿Rezar no serviría de algo?

Como respuesta a estas preguntas te dejo con una tarea, que si la cumples y quieres nos compartes luego los datos, aquí debajo en la sección de comentarios.
Estudiar el proceso de liberación de los judíos de la esclavitud de Egipto.
Estudiar el proceso de la liberación de los judíos de la esclavitud que cargaban en su interior desde Egipto.

Aguas y seres

El agua es esencial para la vida, según la conocemos en casi todas las criaturas que habitan este mundo. No sabemos si hay otros seres en los diversos cuerpos celestes, ni podemos conjeturar si dependen del agua como nosotros. Pero, es un hecho, nosotros, los humanos, somo aguadependientes por completo.

El judaísmo no es ajeno a conocer y reconocer este hecho, y en diversas narraciones, anécdotas, leyes, reglamentos, rezos se encuentra el agua como eje de referencia. No daré ahora ni siquiera una breve lista, ni siquiera mencionarñe que se compara a la Torá con agua, pero con gusto leeré la lista de quien desee compartirla en la sección de los comentarios, aquí debajo.

Solamente me detendré en un par de pasajes del TANAJ, que creo son bastante conocidos.
En el Salmo 23, el inspirado salmista menciona en el párrafo 2: «En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce

Junto a aguas de reposo, aguas calmadas, aguas que calman.
Ese lugar que sirve como un refugio, como un hogar.
Donde se satisface la sed, probablemente se encuentre algo de sombra reparadora, haya alguna opción para alimentarse.
Un sitio seguro y que asegura.
Donde el caos parece ajeno, alejado, detrás de una barrera invisible y protectora.
A diferencia de las aguas rugientes, esas que son caóticas, que atormentan, que atemorizan, que confunden, que no brindan descanso ni seguridad. Como las que se arremolinan y succionan hacia la perdiciñon, el abismo, el olvido. Como cuando se está delante del océano que es misterioso, inmenso, peligroso. Aunque a sus orillas podamos creer que lo tenemos dominado, igualmente es una aventura ingresar en él con desmedida confianza, sin la cautela del sabio. Los conocedores no se atreven a faltarle el respeto, porque saben que de un instante al otro las condiciones varían, allí en donde era llano se abre una fosa profunda, donde estaba calmado existe una corriente subterránea que arrastra sin compasión, donde parecía que el océano perdía su vigor de repente se transforma en un gigante sediento de vidas.
En palabras del salmista (124:5): «entonces las aguas nos hubieran anegado, un torrente hubiera pasado sobre nuestra alma, hubieran pasado entonces sobre nuestra alma las aguas impetuosas«.

Podemos estar ante la misma agua, y sentirla como un lugar seguro, de reposo, de shalom; pero también puede ser la corriente que nos hunde y ahoga, que en su ímpetu nos asfixia y niega la paz.

A veces esto solamente depende de nuestra actitud.
Cómo evaluamos las situaciones y cómo reaccionamos ante ellas.
Las misma aguas de muerte pueden ser convertidas en símbolo de vida; tal como las del río que llevaron a la muerte a muchos niñitos hebreos pero alcanzaron a Moshé hacia el refugio y la educación que le permitió ser el líder que necesitaría Israel para su liberación.

Podemos dejarnos arrastrar por el caos interno-externo, hacia la potestad del EGO y actuar a su merced, como títeres, monigotes, autómatas dominados. O podemos dejar fluir lo incontrolable y hacernos maestros en la construcción de shalom.
Mucho depende de nosotros, no todo, no siempre, pero sí mucho.

Si tenemos la oportunidad, sentémonos al lado del mar, del océano, del río, de un lago, laguna, arroyo… lo que tengamos cerca. Veamos la infinita grandeza del Eterno reflejada en el Cosmos y percibamos Su rastro sagrado en nuestro ser. Optemos por seguir siendo payasos en papel de dictadores, envueltos en caos y desesperación, o quizñas mejor optemos por disfrutar de las aguas del reposo, de la tranquilidad, de la serenidad de la mente que aquieta la agitación de las emociones.
Construyamos shalom, con acciones de bondad y justicia. ¿Es fácil? Seguramente que no, pero se hará mucho más sencillo con la repetición, con el entrenamiento, con la adquisición del hábito del verdadero dominio.

Tomar posesión de la Tierra de Promisión

«di a los Hijos de Israel: ‘Yo soy el Eterno. Yo os sacaré de debajo de las cargas de Egipto y os salvaré de su esclavitud. Os redimiré con brazo extendido y con grandes actos justicieros.
Os tomaré como pueblo mío, y yo seré vuestro Elohim. Vosotros sabréis que yo soy el Eterno vuestro Elokim, que os libra de las cargas de Egipto.
Yo os llevaré a la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Avraham [Abraham], a Itzjac [Isaac] y a Iaacov [Jacob]. Yo os la daré en posesión. Yo el Eterno.’
«
(Shemot / Éxodo 6:6-8)

No alcanza con dejar de sufrir, pero nos bastaría.
No alcanza con salir de la esclavitud, pero nos bastaría.
No alcanza con ser testigos de hechos grandiosos y maravillosos, pero nos bastaría.
No alcanza con vincularse de manera especial e íntima con Dios y Éste con uno, pero nos bastaría.
No alcanza con saber que es Dios quien nos conduce, pero nos bastaría.
No alcanza con ir a la Tierra de la Promisión, pero nos bastaría.
Sino que son parte de un camino que conduce a una meta: poseer la tierra que nos pertenece, entonces se cumple a pleno el “Yo soy el Eterno”.

Así también en cada una de las cuestiones de nuestra vida.
Avanzar entre las dificultades, pasar por los momentos de gozo, aceptar las alturas así como las llanuras, en tanto se tiene en mente la meta y se anda hacia ella.
Dejar de lado lo que no aporta a la causa, no encerrarse en celditas mentales, no guardar rencor, no quedarse anclado al pasado o a ilusiones que desvían de la ruta.
Tener conciencia de la meta, hacer lo bueno y justo para llegar a ella.

Las cosas no marchan como quieres, puedes amargarte, abandonar, quejarte, recluirte, luchar con palos contra las sombras, gritar, llorar, hacer de cuenta que no pasa nada… o puedes probar con lo que realmente puede servirte.

La cuestión es dejar la fantasía, transformarla en creatividad. Ésta en aliciente para un proyecto, el cual se traduce en una planificación. Ésta se lleva a la práctica, se evalúa, se modifica en lo necesario. Se continúa ejerciendo nuestro poder con la vista puesta en la meta, sin aflojar.

Habrá momentos de flaqueza, son esperables.
Habrá períodos para sentir que nada vale la pena, que la meta es inalcanzable, que es un error seguir en la senda hacia ella.
Es tiempo para reconsiderar, con la mente creativa pero con los pies bien plantados en la tierra.

Habrá ocasiones de tanta algarabía que parecerá innecesario seguir el esfuerzo hasta la meta.
El secreto está en darse cuenta que la meta a veces puede ser el sentido con el cual vivimos nuestra vida, no un punto al que llegaremos materialmente.
A veces, la meta es concreta tras la cual descubrimos una nueva meta para alcanzar.
Siempre, cada pasito es una meta en sí misma.

¿Qué es lo importante?
Llenar de sentido trascendente nuestra existencia.
Hacer realidad la Presencia en cada momento, construir shalom.

En la reunión

Tienes la sensación de que no sabes moverte entre la gente, o que no te dan el espacio. ¿Será que no te respetan?
Directamente, ¡ni te registran! Nadie se da cuenta de tu existencia.
¿Será ese el problema?

En las reuniones las personas conversan, se juntan en grupitos, van, vienen, ríen, carcajean, susurran, se invitan, y tú sientes que estás por fuera. Cuando ibas a decir algo, el otro te dio la espalda para irse con aquella rubia. Te preguntaron como estás y antes de poder responder ya estabas a solas con una aceituna a medio comer. Se te traban las palabras, estás convencido de que aburres, de que algo provoca que la gente te rechace en tanto los demás la pasan a las mil maravillas. No se te ocurren temas para la conversación, y cuando dices algo tienes la idea de que el otro ni te escucha, difícilmente dejas alguna huella en ellos. Tienes la certeza de que no hay nada interesante para compartir con los demás, y de haberlo, no tienes el carisma para expresarlo. Quisieras parecer inteligente, divertido, profundo, simpático, atrayente, seguro, todo lo que sientes que no eres, para de esa forma obtener la atención y reconocimiento.
Estás por largar el llanto, o de esconderte en algún sillón arrinconado y en penumbras. Quizás pudieras decir una excusa, a la cual nadie prestará atención, para retirarte ya y sumergirte en un pote enorme de helado en la soledad de tu habitación. Quisieras estar en control de esa mezcolanza que son las fiestas, encuentros, banquetes, convites, rejuntes, pero sientes y sabes que no tienes ningún poder allí, todo te supera, te pasa como una marejada enorme y desordenada en la cual te ahogas.
Sí, podrías decir que odias las reuniones sociales, no estás a gusto y preferirías estar en otra parte.

Puede haber algo de cierto en lo que sientes, crees, piensas; pero también te aseguro que hay un enorme componente de imaginación de tu parte.
¿Cómo decírtelo para que no te ofendas?
¡Te estás boicoteando!

El hecho cierto es que las reuniones sociales suelen ser caóticas, no hay un hilo conductor en las charlas, ni un tema que monopolice la reunión. Son olas que van y vienen, con una vida propia que supera a la individual de cada participante. Uno dice algo, el otro habla de otra cosa, aquel intenta responder lo que uno preguntó media hora atrás, ese otro está contando algo que nadie sabe bien qué es, aquellos están en su propio monólogo de a dúo pero en medio de la charla general, el otro interrumpe a cada rato, ese quiere rematar con un chiste tras cada frase de aquel, y así la cosa es mezclada, confusa, dinámica… como si solamente estuvieran pasando el tiempo soledades juntadas en un lugar y tiempo.

Ten presente que estás mostrando máscaras, así como los otros. Habrá seguramente competencia de poder, a ver quien se impone, quien predomina, quien se lleva la atención. Es un habitual choque de las partes más primitivas y menos desarrollables de nuestro ser, con las de los otros; todo ello mediado por reglas sociales, costumbres, expectativas, etc.

Las frases divertidas o inteligentes no son la norma, lo que se busca por lo general es impresionar, o mostrar el control de la situación.
La gente se aburre pero sonríe, mostrar debilidad no es una estrategia admisible por el grueso de la sociedad.
La gente está pensando en lo que ellos quieren responder y no en lo que el otro les quiere decir, porque en verdad poco importa la comunicación auténtica, sino tan solo predominar, obtener la satisfacción, o al menos no pasar papelones.

Tus palabras quedarán en la memoria lo que una papa frita en cumpleaños infantil, lo mismo que pasará con los dichos de los otros en ti.
Tu alarma de estar siendo inspeccionado y en la mirada de todos, probablemente sea solamente tu imaginación. Eres tú quien se cree en el centro de la inspección, los otros seguramente están pendientes de sus propios miedos y debilidades.
Los otros concurrentes, probablemente flaquean como tú en estas situaciones, aunque tal vez tengan a mano algunos recursos para hacer más disfrutable, o menos calamitosa, la ocasión.
Aunque, no faltan los criticones, los cítricos, aquellos que encuentran placer en el sufrimiento ajeno, porque de esa manera vil obtienen una miserable sensación de autoridad.

Por supuesto que hay gente que se mueve en las reuniones con facilidad, sin preocuparse, están en su medio. Pero, ¿quién dice que ellos sean la mayoría o la norma?

No te hundas, no te persigas, no te castigues, no te juzgues, simplemente trata de pasar un momento agradable junto a los otros participantes.
Te ayudaré con algunas ideas.

Si te escondes en algún rincón, si te alejas de los grupos, si estás en una posición defensiva, es muy difícil que puedas integrarte al ambiente de la charla.
Sí, sé que crees que te cuesta, que no quieres ser el centro de las miradas, que tienes miedo de lo que opinan de ti. Estoy consciente de todo eso, por ello es que te sientes como te sientes.
Entonces, haz el pequeño esfuerzo de acercarte a algún grupito y no quedarte por fuera, ni en la periferia, ni en un extremo. Mejor sitúate en el medio de la ronda, por el lugar donde vuelan las conversaciones de un lado para el otro. Así estarás participando incluso sin mover los labios.

Atiende a lo que los demás tengan para decir. Es como una receta mágica, a la gente le encanta hablar y hablar y que alguien les escuche, o al menos parezca hacerlo. Sé tú quien les escucha y por supuesto puedes intervenir cuando te surja algo para comentar.
No te esfuerces en llevar la voz cantante, ni en brindar las respuestas inteligentes, ni en ser el tipo más ocurrente de la sala.
Con tu actitud receptiva y algunas palabras ya es más que suficiente para generar un clima amigable.
Ten en cuenta tu postura corporal, porque los gestos, las posiciones, las entonaciones, las miradas, todo ello dice muchísimo, incluso más que las palabras.

Pero, no tienes la obligación de guardar silencio ni de ser el psicoanalista de la velada, recibiendo en mutismo neutral todo lo que tienen para lanzarte encima.
Tú también tienes algo para contar, algún chiste para divertirte, algo que te molesta, ¡qué sé yo! Lo que quieras y convenga y sea beneficioso para ti y los concurrentes.
Si tienes que interrumpir, y no es algo frecuente en ti, hazlo. Ser amable y amistoso es parte de la construcción de shalom también. Por ello, cuando te interrumpan, pásales la posta. Ya podrás terminar tu idea, o tal vez ya no te interese hacerlo. Tú evalúa, pero con una meta en mente: que todos lo pasen lo mejor posible.

Cuando hables, procura ser claro, conciso, en un tono y volumen que alcance el oído de la gente a tu alrededor, los destinatarios de tu mensaje.
Si no te escuchan, ¿cómo van a saber que estás hablando con ellos?
Y si te escuchan, pero el sonido es estridente, molesto, abusivo, agresivo, aburrido, ¿qué pretendes que te respondan?
Está en ti manifestar tu presencia, hacer que te reconozcan, proponer tu autoridad.
Si estás como si no estuvieras, ¿cómo quieres que aprecien lo que tienes para compartir?
Si tu voz indica debilidad, hostilidad, desprecio, altanería, y por el estilo, ¿cuál crees que será la respuesta del otro lado?

No admitas agresiones pero tampoco agredas.
Si no estás a gusto, puedes correrte hacia un espacio más positivo.
Si por alguna causa debes permanecer en la cercanía de algún personaje tóxico, trata de controlar tus reacciones inmediatas, no les brindes el placer de que te saquen de quicio y así obtener ventajas sobre ti.

Como ves, en este baila participan varios convidados.
Tú eres uno de ellos, las creencias que te dominan cual títere son otras de las que participan.
Si permites que tus creencias, fantasías la mayoría de ellas, sigan dirigiendo tus pasos, pronto estarás en un lugar que podrás sentir confortable pero te horroriza. Tu celdita mental, tu zonita de confort.

Si a pesar de las voces que te disminuyen, haces el esfuerzo de imponer una presencia amable, sonriente, atenta, participativa, confiable, entonces estarás quebrando el dominio del EGO sobre ti, al menos un poquito, lo suficiente para darte confianza y vigor para un nuevo paso.

Si sigues los pequeños consejos e igualmente sientes que eres un fracasado, que la gente te rehúye, que no tienes valor a sus ojos, que te dejan con la palabra a medio decir, en fin, todo lo que ya mencionamos; sería hora de revisar a conciencia tu actitud hacia el mundo, tu sistema de creencias, tus máscaras que ocultan tu rostro, el poder que permites al EGO tener sobre ti.

Ten en cuenta que tienes derecho a la privacidad, a tus gustos, a que no te agraden los eventos sociales. Pero una cosa no quita la otra. Si tu timidez te impide socializar, no es lo mismo a optar por ser retraído. Si sientes como nefasto el tener que rodearte de otros en una fiesta, no es parecido a preferir voluntaria y agradablemente otro tipo de solaz.

Por último, de manera similar a como ocurre con esa timidez social, suceden en los otros obstáculos que están en tu  mente más que en la confrontación con la realidad.

A todo esto, ¿cómo se vincula este tema tan interesante con la finalidad de SERJUDIO.com o FULVIDA.com?