El EGO en su origen es un mecanismo de supervivencia.
Llama la atención del exterior para recibir nutrición, atención, cobijo, resguardo, seguridad, entre las necesidades básicas a satisfacer para mantener con vida al sujeto.
En caso de que las sensaciones de impotencia no sean resueltas a instancias de las herramientas activas (llanto, gritos, pataleo), el EGO pone en estado de letargo al niño, lo desconecta de la realidad, para no padecer más de la pesadilla de morir en vida, de ser impotente en extremo.
Sin dudas, el EGO es nuestro mejor amigo cuando somos pequeños.
Con la maduración del organismo, del sistema nervioso, de los mecanismos de percepción y motrices, a lo que se conjugan las experiencias de relacionamientos, el niño va modificando paulatinamente sus conductas. Sigue el EGO en el ejercicio del dominio, pero se supone que las nuevas conductas reemplazan a los llamados salvajes de atención, al desenchufe de la realidad.
Eso es lo que es esperable.
Sin embargo, el EGO no deja de ejercer su dominio, por tanto se continúa actuando de modo tal de sentirse morir, ser destrozado, sufrir horrendamente, si es que no se obtiene la satisfacción que el EGO considera suficiente…. y nunca es suficiente para el EGO.
El EGO promoverá situaciones de auto-humillación, fracasos, boicoteos a sí mismo, flaquezas, pereza, distracciones, y otras actitudes y acciones que sometan a la persona a una constatación de su impotencia, real y fantaseada.
El hombre se sentirá culpable, desilusionado, inútil, en falta, pecador, vencido, vejado, humillado, nada, ninguneado, porque así lo determina el EGO desde la oscuridad del inconsciente.
Entonces, aparecerá el EGO como el amigo de antaño, como redentor, como salvador, como camino hacia la vida, como la luz, como la verdad, como un buen padre, como un gurú, como un rabino sabio, como un anciano en días, como un dios, como un emisario del cielo, como un consejero prudente, como un aliado, así aparecerá el EGO, puesto que la persona que se siente abatida y como un cero recordará el poder del EGO, que lo salvó en el pasado remoto y tendrá “fé” en que sus promesas serán confirmadas nuevamente.
Es un engaño vil, lastimoso, terrible, letal, pero que funciona a las mil maravillas.
El EGO también puede recurrir a inflar el ánimo de la persona, a llenarlo de ideas de grandeza, a hacerle creer que es súper-poderoso, a que es el centro del mundo, a que tenga la convicción de que el universo está para servirle a él, de que Dios es un esclavo que correrá a cumplir sus clamores. Sí, también el de enorme ego está bajo el dominio del EGO. Porque en el fondo, si se rasca las máscaras y se encuentra al niño interior, veremos a un chiquito escuálido, pobrecito, desnutrido, desamparado, lloroso, mendigando un poco de dignidad algo de atención.
Así andamos por la vida, con la autoestima desbalanceada, humillados u orgullosos, derrotados o con apariencia de más que vencedores, eternos culpables o perfectos señores, cuando en realidad son todas máscaras, mandatos, dictados del EGO para que la persona siga desconectada de su Yo Esencial y solamente se crea las ilusiones de su Yo Vivenciado.
Andamos sintiendo impotencia, que escondemos como mejor podemos.
Andamos manipulando a diestra y siniestra, para sentirnos un poco mejor, pero terminamos más hundidos.
Estamos como huérfanos, exiliados de nuestra patria.
Nos vemos asfixiados ante palabras tales como compromiso, lealtad, responsabilidad… ¿cómo serlo si sinceramente nos creemos menos que un insecto muerto?
Se siente realmente el espanto, pero se maquilla y disfraza.
Se patalea, se manipula, se vive de apariencias, hasta uno mismo se las cree para no caer en el pozo del dolor.
De este sentimiento de impotencia inicial, más sus consiguientes confirmaciones causadas por el EGO al poder, es que se aprovechan los “gurúes” para dominar a sus seguidores.
Gurúes de todo color y tipo, misioneros, pastores, seudo-rabinos, cabalisteros, jasideos, crísticos, morés, babas orientales, líderes religiosos, sectarios, templarios, pelafustanes que son más o menos hábiles traficantes de la fe.
El gurú se encarga de ponerse en un sitial de privilegio, muy por encima de sus fieles, allí en donde nunca podrá ser alcanzado.
Sus palabras son sagradas.
Sus actos son incuestionables.
Sus decisiones son mandatos divinos.
Su poder es incomprensible.
Sus enseñanzas son de veneración y repetición, aunque huecas y peligrosas.
Hereje es aquel que se atreve a cuestionar aunque sea un detalle.
Maldito es el que duda.
Pecador es el que no cumple con la orden dada por el gurú.
Desterrado es quien osa contradecir.
Malvado es el que ha tomado conciencia de su propio EGO y de las manipulaciones de todo tipo que ejerce el gurú para seguir dominando.
El gurú exige obediencia completa.
Se lo debe de imitar, pero sin la esperanza de alcanzarlo, mucho menos de sobrepasarlo.
El líder está arriba de un pedestal, es un ser de luz, es sagrado, es divino, es un profeta, es un enviado, es el amo de la revelación, es el que maneja el destino, es el que tiene el poder.
El gurú es la personificación del EGO interno.
El gurú es otro títere del EGO propio, que en su inestable mente y corazón juega a representar el papel de una divinidad, pero no es nada más que un títere de su EGO.
Pero se vende como avatar de la divinidad, poseedor de las llaves de la sabiduría, señor de los misterios, virtuoso de los palacios celestiales, un ángel entre simples mortales, un milagroso curandero.
El gurú, por propia incapacidad, y adrede, emite mensajes abstrusos, oscuros, de apariencia profundo, que nadie puede decir con claridad qué quiso decir el maestro.
Usará parábolas, metáforas, símiles, palabras, frases, ecuaciones, citas, comentarios que nadie podrá entender, y los que creen comprender es solo su fantasía.
Adrede hacen así, pues cuanto menos se capta el mensaje, más profundo y brillante parece.
A diferencia, los maestros de la verdad hablan en idioma de hombres y cuando tienen que explicar algo complejo lo llevan al nivel de su audiencia. Los maestros de la Luz no precisan del circo y de hacer sentir imbéciles a sus estudiantes, pues no es el EGO su motor sino el deseo de compartir el conocimiento.
El gurú prohíbe lo que es lícito, impone barreras de insatisfacción constante, castra a sus seguidores masculinos pero se aprovecha de sus seguidoras.
Al mismo tiempo puede permitir ciertas facetas de lo que es prohibido (por Ley espiritual, por ley civil o por ética).
Compruébalo tú mismo, indaga acerca de sectas y verás cómo operan.
Luego mira a ese que se hace pasar por rabino, por maestro, por iluminado, por gurú, por profeta, por cabalista, por canalizador energético, míralo y verás (si tu EGO te lo permite) que te estoy describiendo el lugar en el que te encuentras, cómo vives, como te mortificas al seguir a ese farsante que tu adoras como un dios.
El gurú te dirá que Dios no hace distinción entre gentiles y judíos, por lo que la Torá, la Cabalá, el patrimonio de Israel es común para todos.
El gurú te convencerá de que cuando él se acuesta con tu esposa es por el bien de tu familia.
El gurú te demostrará que si le das tu dinero a él, tú serás rico aunque ahora nades en miseria y hambre.
El pastor te dirá que si no tienes hijos es porque eres un pecador y no tienes remedio, estás maldito. Pero si él no los tiene, es porque es un hombre consagrado que no puede mezclar su simiente con el materialismo del mundo.
El pastor te prohibirá tener un Blackberry pero le comprará uno a cada uno de sus hijos.
El gurú te dirá que celebres el “shabos” y estudies “toire”, como el “rebe” dijo, pero te negará que indagues acerca del camino noájico y vivas de acuerdo a tu verdadera esencia espiritual noájica.
El gurú te dirá que tiene contacto con rabinos secretos y muy importantes en Israel, que ellos le envían mensajes y un librito (bastante caro) que tienes que comprar y dormir con él bajo tu almohada para ser santo y sabio.
El gurú te dirá que no tienes nada prohibido, solo lo que él te prohíbe… que resultan ser cosas que ayer aprobaba y tú disfrutabas.
El gurú te exigirá adquirir los productos que él y sus amigos venden, y pobre de ti que no lo hagas… arderás en el infierno…
El gurú demandará que asistas a TODAS las reuniones que él comanda, o sus seguidores organizan, no tienes derecho a tener una vida aparte de la “comunidad”.
La iglesia, comunidad, jaburá, hermandad, cofradía, secta, etc. copará todo tu tiempo, no tendrás familia más que la comunidad.
El gurú es tu padre, es tu madre, es tu dios, es tu vida, es tu eternidad, no tienes vida ni salvación sin el gurú.
El gurú te dirá qué rezar, qué comer, con quien dormir, qué no estudiar, dónde vivir, cuando defecar… el gurú tendrá control total de tu vida y tu aplaudirás porque este “faraón” te ama y te tiene presente y hasta te llama “mi ovejita fiel”.
Tú te enfadarás conmigo por decirte esto.
Repudiarás tu identidad noájica.
Indagarás en lo que no te pertenece.
Te someterás a todo tipo de estafa y vejación y mostrarás una gran sonrisa por eso.
Mientras sigas esclavo de tu EGO, no faltarán los amos que se aprovecharán de ti.
Mientras sigas esclavo de tu EGO, huirás de FULVIDA, pues estás huyendo de tu esencia más pura y estás escapando de Dios.
Así es como estamos, en un mundo tomado por el EGO, en donde los dioses mandan y a Dios se lo tiene relegado a un altar blasfemo.
Doy por sentado que la mayoría no comprenderá este texto, le aburrirá, lo encontrará sin citas “bíblicas” y por tanto “mundano”, será declarado “manipulación” de un sicólogo y otras imbecilidades y quien siga preso del EGO dirá amén y volverá a la celdita infernal de su mente, de la cual ni siquiera ha sacado la nariz fuera.
Que pases un bello día.